ELECCIONES 2011: ES LA ECONOMÍA … ESTUPIDO! LISANDRO MOGLIATI
“Es la economía, estúpido”, este slogan fue un hallazgo de James Carville asesor de Bill Clinton en la campaña presidencial de 1.992 en los Estados Unidos y desde ese entonces, la frase sintetiza los ejes de acción que resultan prioritarios para cualquier plataforma gubernamental que proponga un partido o fracción política con pretensiones reales de acceder a la disputa por el poder en una elección ejecutiva.
Carville, asesor de imagen de Clinton y estratega político de la campaña demócrata, analizaba en el staff de consultores, como posicionar a Clinton como candidato ganador, en una contienda que depararía un seguro triunfo de Bush y la continuidad de los republicanos al frente del gobierno de los EE.UU.
George Bush (padre) tenía un alto nivel de popularidad, especialmente por el rol que había desempeñado liderando la política exterior de los EE.UU, cimentado en el éxito bélico en la Guerra del Golfo, que EE.UU comandó contra el régimen irakí de Sadan Hussein, quien había denominado a la contienda como “La Madre de todas las Batallas”.
Visto desde esta óptica, Bush parecía imbatible, pero Carville sostenía que el hecho de que Bush haya concentrado sus energías y desplegado su potencial a la política exterior, le habría hecho descuidar los problemas y las expectativas domésticas de los estadounidenses; Carville fue muy pragmático en su análisis de la lectura del ciudadano común, acerca de sus problemas y como espera que el gobierno se los resuelva en la práctica o bien mantener el “statu quo” de una situación vista como conveniente para su vida cotidiana, en especial, como decía Perón, aquello que repercute en “la víscera más sensible del hombre: el bolsillo”, que hace que los agentes económicos consuman bienes o servicios que otros producen y así hacen girar la rueda de la economía.
La mirada de los asesores de Clinton fue acertada y apostaron por lo más práctico de cara a las expectativas de los votantes que los republicanos no advirtieron, los ciudadanos pedían que se ocuparan de sus asuntos internos y de una economía que no reflejaba los indicadores esperables para sostener “el sueño americano” y el orgullo de ser parte de la nación que mejor estándar de vida ofrece a su población. Clinton derrotó a Bush en las elecciones del ´92 y el gobierno de los EE.UU cambió de manos, pasó de un republicano ortodoxo a un demócrata con bríos de renovación.
Esto nos puede dar una noción para efectuar un análisis de lo que pasa hoy con la construcción de la agenda política de la Argentina, y proyectándolo a las próximas elecciones, observamos desde el arco opositor al Gobierno Nacional, debates con escaso contenido práctico e ideas sin sustento para proyectar una acción de gobierno, no parecen los grupos opositores advertir cuales son las expectativas reales de los argentinos.
Si a esta inconsistencia programática de una plataforma política opositora que despierte algún interés en las expectativas de la gente, se le suma el torrente de “malos augurios” que desde el aquelarre opositor inunda los medios, desacreditando en todos los órdenes la gestión del gobierno nacional, incluso con análisis que poco se condicen con la realidad que el país atraviesa y que la población advierte; siete años de crecimiento económico ininterrumpido, desendeudamiento del Estado, la tasa de desempleo más baja de las últimas décadas, boom del mercado inmobiliario y automotor, expansión del turismo interno e internacional, mayor acceso a la educación y a la salud y ocupándose de las capas sociales más bajas y excluidas del sistema, hoy alcanzados por la asignación universal, que intenta remediar décadas de marginación, cubriendo, aún precariamente, ciertas necesidades básicas de un sector olvidado por las políticas públicas.
Es imaginable que en algo más de un año, la población volcada a las urnas, sufragará mayoritariamente por la expresión política que represente al gobierno, pues el ciudadano, muchas veces víctima de las maquinarias de producir (e inventar) noticias que tratan de reflejar una realidad ajena a la situación que atraviesa el ciudadano común, que aún con sus dificultades, porque no debemos negar que el proyecto nacional es perfectible, hoy vive mejor y observa un horizonte de continuidad de una situación económica y social que le ofrece ciertas garantías para su futuro y mayor previsibilidad para el empleo, para los negocios y las inversiones, y bregamos para que se profundice la distribución de la renta cada vez más equitativa, marcando un camino en línea con un sistema más inclusivo, donde el consumo de los sectores populares siga incrementándose, a partir del acceso al empleo formal que la continuidad en el tiempo de este proyecto promoverá en forma paulatina.
Es la economía, estúpido! Señaló Carville y tuvo razón!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario