"El dólar fue usado en la campaña electoral”

Por Cristian Carrillo “El dólar paralelo fue usado como parte de la campaña electoral. Con clara intencionalidad política, lo que se hace es querer institucionalizar el precio del blue como el verdadero valor de la moneda, pero es un mercado negro e insignificante, que se nutre de estafar a turistas”, señaló a Página/12 el titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Alejandro Vanoli. El funcionario le restó entidad al tratamiento mediático que analistas realizan en torno del precio que se solicita en las cuevas para la divisa y que en la semana previa a las elecciones se posicionó por encima de los 10 pesos. Esta semana se realizaron controles conjuntos entre los distintos entes reguladores, que permitieron neutralizar la operatoria en ese segmento informal. Vanoli aseguró que estos controles continuarán la semana próxima, mientras se avanza en medidas que contribuyan a generar expectativas positivas. Reconoció que habría que buscar soluciones pragmáticas a la demanda genuina de dólares. La semana pasada se inició un desplazamiento del precio informado por las cuevas desde los 9 pesos en que se había estabilizado hace varios meses hasta los 10 que superó el martes último. Los montos se mantuvieron reducidos. Fue entonces que se realizó una serie de operativos en la city porteña para evitar un mayor impacto en las expectativas. “El mercado ahora está en orden. Se realizaron inspecciones con personal de la comisaría 1ª, agentes nuestros (CNV), de la Procelac, la AFIP, el Banco Central y de la Secretaría de Comercio Interior. El mercado paralelo es una actividad que se minimizó”, señaló Vanoli, quien reiteró que también deben llevarse adelante “otras líneas de trabajo y medidas de política económica” para contrarrestar la tradición del ahorro en moneda extranjera en el país. –¿Continuarán los controles? ¿Cuáles son esas otras líneas de acción? –consultó este diario. –El lunes no van a estar todos voceando el tipo de cambio. La idea es que las inspecciones sigan. El tema de fondo es que haya un cambio en las expectativas, a partir de las señales que surjan de los acuerdos con el Banco Mundial y el Club de París. Lo importante es cuidar el superávit externo. En las próximas semanas vamos a ver un alivio del sector externo. –¿Por qué? –No sólo por las inversiones que pueda hacer Chevron con Vaca Muerta, sino también posibles suscripciones del bono Baade de empresas como Bridas. Estos son ingresos reales de divisas. También hay bancos de inversión extranjeros que se posicionan en acciones y activos vinculados con infraestructura –en fideicomisos financieros– porque consideran que este tipo de papeles en el país están baratos. El objetivo, al menos desde la CNV, es ofrecer alternativas para el ahorro. El dólar no es la alternativa para invertir. En lo que va del año los precios de las acciones líderes protagonizan un alza acumulada record. Dentro del Merval se destacan subas de 323,5 por ciento para las acciones de Edenor, seguidas por Grupo Galicia (126,7), Pampa (125,8), Telecom (122,6), Banco Macro (116,5), Francés (115,7) e YPF (108,1), según un relevamiento realizado por la CNV. “El objetivo es movilizar el ahorro hacia el desarrollo”, agregó Vanoli. La volátil cotización ilegal del dólar blue aumentó alrededor del 32 por ciento en lo que va del año. “De todos modos, utilizan los movimientos del blue con intencionalidad política. Es un mercado insignificante y hoy prácticamente paralizado. Venden dólares que consiguen estafando turistas. De hecho, los grandes compradores no van al blue, sino que los adquieren a través del contado con liquidación”, señala Vanoli. Según los registros del organismo, este tipo de operatoria también es reducida: ayer movilizó unos 630 mil dólares. –Cuando habla de modificar la restricción cambiaria, ¿a qué se refiere? –A cuestiones de demanda genuina, no especulativa, como la vinculada con la compra de viviendas usadas. Se pueden buscar adecuaciones de manera gradual y pragmática. –¿Flexibilizar las restricciones? –Para una economía en desarrollo y un mundo en crisis no se puede permitir el acceso a la formación de activos externos. No veo espacio para flexibilizar. Lo que se puede es trabajar en activos en pesos, algo similar al Cedin, y atraer los fondos externos a la actividad productiva. –¿No hay riesgo de endeudamiento? –La discusión no es endeudarse sí o no. Si permite aliviar este ingreso de capitales y se mantiene el desendeudamiento externo es legítimo. El desendeudamiento no implica emitir cero, sino mantener el peso de la deuda en los niveles actuales, del 9 por ciento del PIB.

Desamericanizar Por Alfredo Zaiat

Estados Unidos es la primera potencia mundial y seguirá siendo una de las grandes economías en las próximas décadas. El dólar es la moneda de aceptación universal para transacciones comerciales y financieras, y seguirá siendo una divisa relevante en el flujo de capitales internacionales. Pero la centralidad absoluta de Estados Unidos en la economía mundial y el dólar está empezando a ser cuestionada. Los análisis conservadores repiquetean hasta el cansancio con la idea de que la Argentina está fuera del mundo. Tienen razón. Pero por otro motivo del que ellos expresan, concentrado en muletillas sobre la confianza y en deseos del rechazo del inversor extranjero que colisiona con la realidad. La Argentina está realmente fuera del mundo por otra cuestión. Lo está cuando influyentes sectores sociales, cuyos intereses están amplificados por grandes medios hacia toda la sociedad por razones económicas y políticas, manifiestan fanatismo por el dólar. Si tuvieran la capacidad de observar apenas un poco por encima del ombligo, descubrirían que en ese mundo exterior que tanto invocan existe un debate intenso sobre el destino de la primacía del dólar como moneda de reserva y de transacción universal. Las razones para explicar la dolarización de excedentes son variadas, necesarias de conocer para comprender la dinámica de la economía doméstica: diferencial de tasa de interés local e internacional, conducta rentista, refugio por la memoria de crisis pasadas, operaciones inmobiliarias en dólares, fuga de capitales, régimen hiperliberal de acceso a la moneda extranjera durante más de tres décadas. Pero también es importante saber que lentamente algo está cambiando en la economía mundial. Y ese cambio tiene como protagonista al dólar. Una expresión impactante de esa transformación fue el editorial de Xinhua, la agencia de prensa estatal china, que refleja el pensamiento de los líderes del Partido Comunista. Convocó a que quizá sea un buen momento para que el mundo, confundido (por el cierre parcial del gobierno de Estados Unidos y la crisis por el techo de la deuda), empiece a considerar la construcción de un mundo “desamericanizado”. La tregua entre demócratas y republicanos que evitó la cesación de pagos de Estados Unidos es frágil, al extender el techo de la deuda hasta el 7 de febrero y la reapertura de la administración federal hasta el 15 de enero de 2014. Con la irrupción de nuevas potencias en el nuevo siglo, sobresaliendo China, y con la crisis de 2008 que aún persiste, el sistema monetario mundial empezó a ser cuestionado. En ese contexto, la sola posibilidad de un escenario de default de los bonos del Tesoro de Estados Unidos reavivó el debate sobre el dólar como moneda dominante de la economía mundial. Y China juega un papel central en esa eventual reconfiguración. China es el mayor acreedor extranjero de Estados Unidos y, por lo tanto, tiene mucho en juego. En 2000, China poseía apenas 60 mil millones de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos, equivalente al 2 por ciento del total de los 3,3 billones en manos de residentes estadounidenses. Desde entonces, el desequilibrio de las cuentas fiscal y externa, a lo que se le sumó el salvataje a bancos, compañías de seguro y automotrices, elevó la deuda a casi 12 billones de dólares (16,7 billones incluyendo las tenencias de las dependencias públicas). En ese período, China aumentó la cartera de bonos del Tesoro en más de cinco veces, al ubicarse en el 11 por ciento (1,3 billón de dólares) del stock circulante en el mercado abierto, en julio de este año. Stephen Roach, investigador y profesor de la Universidad de Yale, explica que esa acumulación de deuda estadounidense está en el centro de la interdependencia que une a las dos economías. Publicó el artículo “China’s wake-up call from Washington” en Project Syndicate, precisando que China no ha estado comprando bonos del Tesoro “por benevolencia o porque piensa que Estados Unidos es un ejemplo de riqueza y prosperidad”. La absorción de esa deuda en las últimas tres décadas fue porque ha sido funcional a su política monetaria y cambiaria para facilitar su crecimiento impulsado por las exportaciones. China ha contabilizado superávit de cuenta corriente desde 1994 y ha derivado gran parte de ese excedente de ahorro a la compra de bonos del Tesoro. Autor de los libros The Next Asia y Unbalanced: The Codependency of America and China, Roach precisa que China ha reciclado el 60 por ciento de su ahorro a deuda pública de Estados Unidos, con el objetivo de limitar la apreciación del yuan frente al dólar y, de ese modo, mantener la competitividad de su producción para fortalecer el crecimiento impulsado por las exportaciones. Ese dinamismo también ha sido muy beneficioso para Estados Unidos debido a que su economía basada en el hiperconsumo registra una importante escasez de ahorro interno, lo que deriva en un crónico déficit de cuenta corriente. Desequilibrio que tiene que cubrir con deuda tomada por inversores extranjeros, con China a la cabeza. La necesidad de compra abultada de deuda por parte de China implica también otro beneficio para Estados Unidos porque define tasas bajas ante la fuerte demanda. Y el elevado consumismo lo cubre con la importación barata de productos chinos que favorece a los consumidores estadounidenses, quienes logran así estirar sus presupuestos en una etapa crítica para el empleo y los ingresos reales. “Durante más de 20 años, esta codependencia de beneficio mutuo les ha servido a ambos países para satisfacer sus respectivas agendas de crecimiento”, afirma Roach. Un error habitual es evaluar el recorrido futuro en base a acontecimientos del pasado. Es decir, pensar que no pueden ocurrir cambios debido a lo acontecido durante tantos años. Roach no lo cree así al sostener que el pasado no debe ser visto como prólogo. “Una transformación radical está próxima, y las últimas polémicas fiscales de Estados Unidos bien pueden ser el punto de inflexión.” Menciona que China ha tomado una decisión estratégica para modificar su política de crecimiento en el 12º Plan Quinquenal, de marzo de 2011. Estableció un marco general para un modelo de crecimiento más equilibrado basado cada vez más en el consumo privado doméstico. Ese plan está a punto de ponerse en marcha, y una señal relevante en ese sentido será el III Plenario del Comité Central del 18º Congreso del Partido Comunista de China, que se desarrollará el próximo mes. Esto tendrá como consecuencia una disminución del excedente de ahorro de China, con un ritmo más lento de acumulación de reservas en dólares, y por lo tanto una reducción de la demanda de activos nominados en dólares, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Del mismo modo que China está revisando su modo de crecimiento, también Estados Unidos empieza a plantearse la necesidad de la reindustrialización de su economía, teniendo en cuenta que con la explotación de yacimientos de petróleo y gas no convencional alcanzará el autoabastecimiento a un costo más bajo que la energía que compra a precio internacional. Esto le permitiría sustituir importaciones con una producción competitiva. El debate sobre el techo de la deuda estadounidense es un acontecimiento que navega en la superficie del sistema monetario mundial, pero las corrientes subterráneas están fluyendo a mayor velocidad. Una de ellas tuvo su expresión en el reciente acuerdo del Banco Central Europeo con el Banco Central de China para intercambiar yuanes y euros; o sea, realizar su comercio sin acudir al dólar. La Unión Europea es el mayor mercado de China, y acuerdos de este tipo debilitan el dólar y aumentan el poder del yuan. La moneda china es la novena moneda más transada en el mundo y camina hacia su creciente internacionalización, proceso económico de largo plazo que ya ha comenzado. El Banco Popular de China informó que la liquidación de operaciones en yuanes en el extranjero ascendió a 3,16 billones (515 mil millones de dólares) en nueves meses de este año, 50 por ciento más que en igual período del año pasado. China hoy tiene acuerdos de intercambio de divisas con 22 países por un total de 2,2 billones de yuanes, unos 370 mil millones de dólares. Son pasos con paciencia oriental en el camino de la desamericanización de la economía mundial, que es lo mismo que desdolarizarla. azaiat@pagina12.com.ar

Sube la imagen de Cristina Fernandez luego de las PASO

la imágen de Cristina en estos tiempos después de las PASO con estos datos de Carlos Fara: La aprobación de la gestión presidencial pasó del 49 % en julio al 51 % ahora; Quienes pensaban que el país iba por el buen camino eran el 39 % en julio y ahora son el 45 %; El optimismo sobre la situación personal pasó del 62 al 74 %; La evaluación positiva de la última década creció del 56 al 60 %; La imagen negativa personal de CFK bajó del 33 al 29 %; Los decepcionados con las medidas que tomó Cristina desde que asumió por segunda vez descendieron del 50 al 32 %; El 40 % evalúa positivamente las medidas que ha tomado desde la elección de agosto (las PASO); Pese a todo eso los que están de acuerdo con reformar la constitución nacional para permitir la reelección bajaron del 30 al 25 %. Coincidiendo con ellos le sumo los de la consultora Analogías en Tandil de un trabajo reciente: Evaluación del desempeño de Cristina en septiembre: Aprobación 64,6% Desaprobación 33,1%. Seguramente está influyendo algunas de las medidas tomadas luego de las primarias y algunas novedades en el modelo de comunicación. ¿Pueden modificar los resultados de agosto?.

"REPÚBLICA, DEMOCRACIA Y KIRCHNERISMO" Por Eduardo Jozami

La pretensión de considerarse como defensores de la República y la democracia de quienes, en 1955, derribaron a un gobierno elegido por el voto popular tuvo mucho que ver con cierto desapego por esos conceptos en la tradición del peronismo y, en general, entre los sectores populares argentinos. Los golpistas de 1976 ya no pudieron invocar la democracia, pero siguieron hablando de la República: la clase dominante argentina siempre había considerado un orden republicano aquel que aseguraba la exclusión política y social de las mayorías. Por eso, en el debate realizado una semana atrás en la Universidad Di Tella, recordé que Federico Pinedo había titulado En tiempos de la República su recopilación de escritos y discursos de la llamada Década Infame. No porque yo pensara que el dirigente conservador expresara el ideal republicano, como sugiere Roberto Gargarella en su nota publicada en Clarín el 1º de octubre. Como él, también prefiero pensar la República partiendo de Rousseau, Artigas o Bolívar. Pero el discurso de Vicente Palermo, al que yo contestaba en el debate citado, no estaba inspirado en esas grandes figuras sino en esa tradición argentina que sostiene un poder limitado para que los gobiernos de mayoría no controlen el poder económico y aprueba la ilimitada extensión del poder cuando gobiernan las minorías, por el fraude o por la fuerza. Precisamente en la idea de poder limitado se centró, en buena medida, la discusión en la Universidad Di Tella, en su momento ampliamente reflejada por Página/12. Luego de una intervención de Horacio González que destacó que “las liturgias podían convertirse en tabiques para el debate” y reclamó la necesidad de renovar los conceptos de liberalismo, República y democracia, discurso que hubiera merecido una respuesta más ponderada, Palermo consideró que el actual gobierno debía ser juzgado con la lente de la Constitución liberal de 1853 y luego de calificarlo como corrupto, expresión de un poder personal y casi despótico, consideró “negativo y amargo” el saldo de la década y concluyó en señalar como clave de una política alternativa la necesidad de instaurar un poder limitado. Respondí que esta opción por el poder limitado tenía que ver con una escasa vocación por las transformaciones necesarias para profundizar la democracia. En una sociedad donde cada vez se concentra más el poder económico y mediático, la construcción de poder político y el dotar al Estado de más capacidades para regular y controlar los mercados y poner límites al gran capital es condición indispensable para avanzar en un programa popular. Hubiera sido subestimar a quienes me escuchaban abstenerme de cuestionar esa reivindicación del poder limitado por el temor de que se me considerara partidario del “poder ilimitado”. Gargarella señala que él no hace esa atribución fácil, pero el artículo de Clarín lleva por título: “El kirchnerismo es partidario del poder ilimitado”. De este modo se desplaza la verdadera discusión, olvidando que, dentro de los límites que establece la arquitectura constitucional de la separación de poderes, todo gobierno que quiera llevar adelante un ambicioso programa de reformas deberá acumular poder político y respaldo popular. En busca de mayor comprensión, no puse el ejemplo de Perón, seguramente poco simpático a alguno de mis interlocutores, sino el de Roosevelt. El presidente de Estados Unidos bregó por ampliar los poderes estatales para hacer frente a la crisis de los años ’30 y sufrió el hostigamiento de la Justicia estadounidense hasta que logró modificar la integración de la Corte, nombrando nuevos miembros, pero Gargarella niega esta evidencia. Como tampoco toma en cuenta la constatación de Ernesto Laclau, quien señaló que, a lo largo de la vida independiente, la realidad latinoamericana muestra que, en la mayoría de los casos, las reformas populares nacieron de los Ejecutivos, mientras las oligarquías que las resistían se hacían fuertes en los Parlamentos. No se equivoca Gargarella cuando señala que mi crítica al gobierno limitado puede caberle al de Fernando de la Rúa, débil frente a los acreedores internacionales, pero capaz, sin embargo, de despedirse con una represión que dejó más de 30 muertos. Pero el polemista no muestra buena información cuando intenta relacionarme con ese gobierno que no integré. Fundador del Frente Grande, cuestioné la política que llevó a esa fuerza a aliarse con De la Rúa y más tarde a participar de su gestión. Es necesario aclarar también que no abogo –como Gargarella me atribuye– por que se otorguen facultades a los Ejecutivos para gobernar por decreto de necesidad y urgencia, por la simple razón de que ya las otorga la Constitución. Lo que sí cuestioné fue la hipocresía de un discurso político que alternativamente utiliza esas facultades para luego condenarlas cuando no se está en el gobierno. Más allá de chicanas y aclaraciones, lo que importa es señalar que en el debate de la Di Tella, como en la confrontación entre el actual gobierno y la oposición, aparecen ideas que es importante profundizar. A veces, en el afán de cuestionar el discurso conservador, corremos el riesgo de regalar el republicanismo a nuestros opositores. Nosotros no somos menos republicanos que quienes rechazan la participación popular, simplemente somos partidarios de una República de mayorías, la que alienta la presencia del pueblo, creando las condiciones sociales que permiten la extensión de la ciudadanía, y asegura la vigencia de la libertad con medidas como la prohibición de reprimir las manifestaciones sociales adoptada hace más de diez años. Razonando en este mismo sentido, Eduardo Rinesi ha señalado el error de contraponer el fortalecimiento del poder con la restricción de la autonomía individual. El poder político puede funcionar expandiendo derechos o limitándolos, incorporando ciudadanos o excluyéndolos y la clave que diferencia y explica uno y otro caso es la relación con el poder económico. Quienes poseen grandes propiedades y mayores derechos requieren del gobierno para que los proteja e impida el ascenso social de los que menos tienen, pero éstos, a su vez, no tienen otro modo de cambiar su situación que a través de la acción de los gobiernos. “¿Cómo?”, expresará horrorizado un pensador autonomista ante lo que supone un inaceptable paternalismo. “¿Qué rol se le asigna entonces a la organización y movilización de los sectores populares, a los propios interesados?” Un rol fundamental, respondemos, el de construir conciencia social y organización, fortalecer el poder popular junto al gobierno para sustentar y hacer posible las transformaciones. El autonomismo extremo que recela de toda presencia del gobierno termina llevándose bien con el ultraliberalismo que limita la intervención del Estado, menos preocupado por garantizar los derechos de los individuos que por evitar toda posibilidad de cuestionar el verdadero poder, no necesariamente el que ocupa el gobierno sino el de quienes reinan en la sociedad. Roberto Gargarella aboga en sus trabajos por la extensión de los derechos y la real participación del pueblo en el poder. Imposible no concordar con esos generosos objetivos, aunque de sus textos se desprenda tanto temor a la construcción de mayorías populares y a la intervención estatal como para que aquellos planteos iniciales parezcan difícilmente realizables. Llama la atención, también, que esas definiciones que orientan sus trabajos no lo hayan llevado a apreciar más las grandes transformaciones igualitarias que los gobiernos de Néstor y Cristina han producido en la sociedad argentina. Menos comprensible aún resulta que considere que el kirchnerismo se ha convertido en la derecha verdadera, “la política más de derecha que nuestra sociedad puede soportar, luego de todo lo ocurrido en el país desde mediados de los años ’70”. (La Nación, 16 de agosto del 2013) Azorados por lo que venimos de leer, podríamos dudar de la utilidad de discutir cuando son tan distintas las miradas. No hay otro camino, sin embargo, que seguir discutiendo para aclarar problemas, revisar los propios puntos de vista y bregar por ese consenso más amplio que hace falta hoy. Claro que no resulta fácil aceptar que para nuestro polemista, en el país que sufrió la dictadura y el menemismo neoliberal, nada pueda considerarse hoy más a la derecha que el gobierno que enjuició a los genocidas, terminó con las relaciones carnales, estableció el matrimonio igualitario y la asignación universal.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.