El infierno tan temido.


 “Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo, en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado” JDP 1972


A una década de la crisis del capitalismo  central, detonada por la quiebra de Lemans Brother, cuyos coletazos llegan nuestros días, muchos economistas, políticos y cientistas sociales  pronostican una nueva crisis para los próximos años.
Algunos hablan de crisis del orden civilizatorio, una  crisis global, sistémica y catastrófica.
Si bien las visiones apocalípticas  aparecen periódicamente en las cultura humanas, es evidente que en las últimas décadas han aparecido visiones negativas sobre el futuro de la civilización. El cine, especialmente, ha dado cuenta de variadas “distopias”, un pesimismo histórico sobre el  futuro.  
Sin entrar en estos pronósticos apocalípticos, es indudable que el orden mundial, el sistema mundo esta subvertido. Que los tiempos modernos están cruzados por vientos  amenazantes, es algo que todos concuerdan.
Puede decirse que la crisis global tiene tres frentes de tormenta, uno económico – financiero, otro climático ambiental, y el tercero la crisis del Estado Nación y la democracia.

Las crisis que vienen

Debemos pensar y analizar la crisis, ya que está representa uno de los mayores retos para la civilización moderna.  Se trata de preguntarnos sobre  el sentido y la dirección que tomara la cultura humana, sobre que valores se asentara, sobre que matriz productiva, cuales son las oportunidades  y amenazas, cuales los riesgo en el aquí y ahora, y sobre todo ¿es inexorable el final anunciado?.
Sentimos los riesgos, fragilidad  y amenazas frente a la vida misma. Percibimos situaciones  límites,  lo que ya no puede ser y que demanda cambios urgentes.
Por ello debemos analizar, pensar,  prevenir la/las crisis que se nos avecinan, pero para ello debemos construir una teoría propia, situada en el aquí y ahora, de un continente agredido por las políticas de los países centrales: porque son esas políticas las que han entrado en crisis y que nos han llevado a esta situación: un crisis civilizatoria, basada en una crisis en los paradigmas de la modernidad occidental, hoy en estado terminal.

En primera instancia lo que está en crisis en el modo de la acumulación capitalista basada en las teoría neo liberales, enmascaradas en globalización financiera, el libre comercio y la libre circulación de capitales especulativos. Bajo esas tres banderas el neoliberalismo esconde una estrategia de penetración imperialista de los países centrales y las grandes corporaciones  trasnacionales, basada en cadenas globales de producción, aprovechando al máximo la mano de obra barata de los países periféricos,  la apropiación de los recursos naturales de esos países, con lógica de saqueo, sin ninguna protección del medio  ambiente ni la sustentabilidad de los ecosistemas, la privatización y apropiación de la renta de las empresas de servicios públicos, de los medios de producción y sectores económicos estratégicos , la sobreexplotación del trabajo directo, generando grandes migraciones internas, de las producciones rurales hacia las grandes urbes, generando a sus vez  en estas una sobrepoblación que provoca grandes hacinamientos,  malas condiciones de vida para la población e incremento de la migración forzada.
Así el capital monopólico pretende sostener  el proceso de concentración de capital, poder, riqueza y conocimiento, sin importarle la vida humana y tampoco el medio ambiente en que se desenvuelve, amenazando así la sustentabilidad de la vida misma en el planeta tierra.

Las señales  

Hay algunas señales que indican claramente que la crisis económica - financiera está muy cerca o peor, ya estamos en ella.
Para algunos autores la crisis del 2007/8 no fue superara del todo, por el contrario hubo una mala respuesta a la misma con los cual los efectos negativos no solo perduran sino que tienden a agravarse en los próximos meses. 
La economía de China crece al ritmo más bajo de los últimos 30 años. Alemania y en general los países de la Unión Europea están en un proceso recesivo.
Estados Unidos, con las políticas proteccionista de Trump lleva el periodo más largo de crecimiento positivo,  pero, precisamente por ello, puede esperarse una ralentización en los próximo meses Algo que ya anticipan muchos indicadores.
Si sumamos a Japón y en general los países del sudeste asiático, están  en una situación muy parecida,  y países más pequeños pero de peso regional como Argentina, Irán, Venezuela, Singapur, Brasil, México, etc  está claro que la desaceleración de la actividad económica en todo el mundo es un hecho indiscutible.
Un gran condicionante es la gran deuda global, no solo de los países periféricos sino también la gran deuda acumulada por el sector privado, empresas y familias, esta deuda impagable genera  una gran debilidad en el consumo y la inversión, eso ha hecho que haya sobre producción en el mundo y a su vez una incapacidad del aparato productivo para generar producción y empleo
Las políticas de estímulo a la actividad que hasta ahora han venido aplicando los gobiernos o los bancos centrales, según los casos, han sido insuficientes y ahora, además, están empezando a ser insostenibles, tasas de interés muy bajas o incluso negativas muestran que no son herramientas para impulsar la actividad.
En tercer lugar, las luchas por la próxima hegemonía mundial en EEUU y China, expresada por ahora en una guerra comercial, afectó negativamente no sólo sobre las importaciones y exportaciones entre las superpotencias sino también sobre las de otros muchos países.
Este conflicto no será de pronta solución, es más podría escalar en una guerra de monedas, algunos atisbos hubo en el pasado cercano, que profundizarían la recesión mundial. En este orden, también la lucha para lograr mejores posiciones en la próxima revolución tecnológica ligada a la robótica, la inteligencia artificial o los nuevos tipos de comunicaciones, generara tensiones durante las próximas décadas.
En cuarto lugar, hay que tener en cuenta que los sistemas financieros de todo el mundo apenas si se han reformado después de la crisis de 2008 y que siguen en situación de gran fragilidad. Por el contrario siguen sin  haber control sobre los flujos de capital especulativos, demasiados paraísos fiscales para el dinero “negro” de la droga, la venta de armas o la corrupción, etc, la gran masa de deuda de la que hablamos, mucha de ella incobrable, hacen del sistema financiero muy  vulnerable.
En quinto lugar, existen conflictos geopolíticos  en muchas regiones del mundo, muchas de ellas derivadas de agresiones de países centrales para la apropiación de los recursos naturales de esos países, el claro ejemplo es Venezuela, atacada por las políticas de EEUU, solo por el hecho de los grandes yacimientos de petróleo en su subsuelo, o Medio Oriente en guerra entre sí o invadidos por fuerzas de EEUU, con el petróleo como trasfondo. Estos conflictos hacen muy peligrosa la situación, ya que pueden derivar en conflictos bélicos regionales, causando daños económicos, energéticos, etc, de alcance global.
Por último, la situación de extrema fragilidad de todo el mercado de capitales globales, dado el nivel de especulación  existente, la falta de controles y la gran inestabilidad general, hacen predecible un crack bursátil de magnitudes mayúsculas y con capacidad de mucho daño sobre la economía real.
Hoy, la crisis climática ambiental pre anuncia el ocaso de los paradigmas la modernidad occidental.
El cambio climático es hoy evidente, a pesar de las negativas a aceptarlo por parte de las grandes potencias y tomar las medidas de prevención, que surgen del protocolo de Kioto. Esto es porque la lógica extrativista, es una de las base de acumulación del capitalismo neo liberal imperante.
La minería a cielo abierto, la extracción de hidro carburos por el sistema de fracking , la deforestación de amplias zonas boscosas, para utilizar esas tierras en actividades agrícolas, la emisión de gases en forma descontrolada por parte de la industria, el consumo masivo con su consecuente alto nivel de desperdicios, etc,
 Es evidente que estamos ante una situación compleja, ya estamos destruyendo el medio ambiente, por el efecto invernadero el clima está cambiando, las temperaturas promedios están aumentando en forma progresiva con el deshielo de los polos y su consecuente aumento de los niveles de los océanos, más la contaminación de los ríos, mares y aguas subterráneas, la desertificación de grandes zonas, con su secuela de hambre y emigración de sus poblaciones, etc.
La lógica predatoria del capitalismo moderno implica la apropiación a bajos costo de los recursos naturales, no hacerse cargo del daño ambiental causado y dejar que de este se haga cargo el estado y  las futuras generaciones.
Las grandes corporaciones pueden hacer impunemente estas acciones porque existe desidia y la falta de controles por parte de los estados.
Y esto nos lleva a la otra gran crisis por la que está pasando el mundo actual, la crisis del Estado Nación moderno y su hija dilecta la democracia representativa.

El neoliberalismo globalizador necesita para su proceso de expansión y acumulación la libertad de mercados de bienes, servicios y capitales. Y detrás dela fachada de libertad se esconde el verdadero propósito que no haya controles estatales o sociales sobre sus actividades, así maximizar sus ganancias, destruir a la competencia, monopolizar los mercados, especular, con su consecuente despilfarro de recursos, empobrecimiento de amplios sectores de la población, con su consecuente deterioro en la calidad de vida de las clases medias y bajas. Sumado a esto las políticas económicas “ofertistas”, que están en la base de la ideología neoliberal llevan a recortar impuestos a los ricos y a las grandes empresas, pero para ello también deben reducir el gasto público y por supuesto ajustan los gastos en salud, educación , viviendas, etc, desmantelando el Estado de bienestar imperante desde la post guerra.
Todas estas situaciones están generando ineficiencia e inestabilidad crecientes en el seno de las sociedades. Así como una permanente insatisfacción por parte de la ciudadanía, que ve perder derechos y calidad de vida. El estado es un aparato cooptado por los intereses de las corporaciones, vaciado en sus funciones básicas y sobre todo diezmado en sus áreas de control y en su poder de policía. Así los ciudadanos terminan cuestionando y descreyendo del mismo.
El  ciudadano, presa por un lado por la propaganda construida desde el relato neoliberal, que alienta la despolitización y la demonización de la política, más la incapacidad y la falta de representatividad que el ciudadano siente con respecto a los políticos y los funcionarios del estado hacen que las democracias modernas sean cuestionadas.

Nos encontramos, en resumen, sumidos en una crisis global y sistémica, que se está manifestando  en distintos fenómenos, en diferentes lugares y con magnitud muy diversa, manifestaciones populares contra las políticas del FMI y las políticas neoliberales, en la Latinoamérica, levantamientos en Medio Oriente y en Hong Kong  migraciones masivas desde África hacia Europa, o desde Centro América hacia EEUU,  guerras en Siria, Yemen, Kurdistán,  Turquía,  hambrunas y guerras civiles en África, desastres naturales , grandes sequias, tornados y huracanes, terremotos, incendios y devastaciones en el Amazonas , desastres ecológicos, etc.
Todos estos hechos no son femémonos aislados, sino manifestaciones de una crisis más profunda, que de no mediar medidas urgentes se irán agudizando y profundizando hasta límites muy peligrosos.

¿Qué hacer?

Aceptar  que la economía de nuestra planeta sea gobernada y subordinada a los intereses de los grupos económicos  más poderosos en un contexto político de Estados y democracias cada vez más debilitadas y vacías de contenido, nos puede conducir a un  caos global.
Es necesario construir un nuevo orden económico mundial, poner límites a la libre circulación de capitales especulativos y a los paraísos fiscales, construir una nueva matriz productiva basada en nuevas tecnologías no contaminantes, en un uso racional de los recursos naturales, un respeto por la vida humana, una mejor y equitativa distribución de la riqueza, combatir el hambre y la pobreza, proteger el medio ambiente, con la clara conciencia que la “madre tierra” es el hogar de todos.
Es necesario  reconstruir el estado nacional, fortalecer sus áreas de control y su poder de policía.
A su vez hay que fortalecer y dar contenido a la democracia; garantizando derechos políticos, sociales y económicos para todos,  ampliando al mismo tiempo mecanismos de participación directa de los ciudadanos en los intereses comunes.
El General Perón exilio, en 1972, en ocasión de la Primera Reunión del Ambiente Humano, escribió este premonitorio mensaje a los Pueblos del Mundo, alertando sobre los peligros que se avecinaban:
“Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobreestimación de la tecnología, y de la necesidad de revertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.

Antonio Muñiz
Noviembre 2019

Luces y sombras de la década K.


Lecciones de la historia:


Estamos ante un cambio de gobierno el próximo 11 de diciembre, y con él la vuelta de una coalición popular hegemonizada por el peronismo.
Una vez más el neoliberalismo mostró  en los cuatro años de gobierno macrista su incapacidad para generar un proyecto de país que incluya a todos los argentinos y dejando una crisis económica profunda que condicionara al próximo gobierno.
El gobierno de Alberto Fernández – Cristina Fernández se encontrara  con un país en crisis, endeudado, con alta inflación, recesión, pobreza e indigencia en aumento, bajas reservas, alta desocupación, etc.
Agravado porque estamos en un mundo complejo, muy convulsionado, en medio de  una guerra comercial y política entre China e EEUU, por la hegemonía mundial en el siglo XXI.
Y una Latinoamérica en ebullición, dado el agotamiento del modelo neoliberal en la región, Ecuador y Chile, con grandes protestas populares en las calles, crisis y inestabilidad política en Perú, Venezuela atacada y jaqueada por las políticas imperialistas de EEUU, Brasil en una etapa de derechización con Bolsonaro,  que no tiene destino y más temprano que tarde estallara en masivas protestas en las calles, Centro América y Méjico azotadas por la violencia, en “guerras civiles” larvadas, donde se mezclan las luchas populares, las organizaciones cuasi delictivas, la guerrilla , el narcotráfico, la organizaciones paramilitares, la DEA y la CIA,  donde el Estado ha perdido su capacidad de control sobre su población y territorio.
Es indudable que el próximo gobierno tendrá un camino azaroso, lleno de escollos y dificultades.
Es importante analizar el periodo 2003 -2015 para detectar los problemas, restricciones y oportunidades de una estructura política y económica construida a partir de una lógica liberal durante el proceso militar y completada durante el menemismo en los 90, dentro de la cual se desenvolvió, no sin contradicciones, el kirchnerismo,.

Analizar ese periodo es importante, con sus éxitos y fracasos y debe dejarnos enseñanzas para afrontar el próximo gobierno popular.
No está de más decir que este análisis debe hacerse desde una óptica argentina y latinoamericana, ya que  es necesario romper con los moldes eurocéntricos que limitan nuestra visión. Es necesario pensar nuestra realidad,  situados en el aquí y ahora, de un continente  sometido y agredido por los intereses imperiales.
Es por ello que nos proponemos entender el fenómeno económico no como un hecho aislado y autónomo, sino como la resultante de situaciones y  actores políticos en conflicto, con dimensiones  históricas, sociológicas y hasta culturales, en el marco de una estructura dependiente.  

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De la libertadora al menemato

 El periodo de industrialización tardía en Argentina comienza en la década del 30 cuando la crisis mundial hizo entrar en crisis el viejo modelo agro exportador vigente desde el triunfo de la burguesía comercial porteña sobre el interior.(1860)
Este proceso  de industrialización se basó en la sustitución de importaciones (ISI) y puede ponerse como fecha del periodo 1930/1976.
Según Mario Rapoport el proceso de industrialización fue realmente exitoso llegando a 1974 con altos índices desarrollo industrial, altos salarios y una creciente exportación de  bienes industriales. Dos datos simplemente para marcar la etapa, la pobreza era en 1976 del orden del 4% de la población, mientras la deuda externa apenas superaba los seis mil millones de dólares. Sin embargo este proceso fue abortado  adrede por las políticas neo liberales  del gobierno militar (1976/83).
Una limitación que tuvo el proceso de industrialización fue las periódicas restricciones externas, la falta de divisas generaba periódicamente un  freno a la actividad económica conocido como “stop and go”, “freno y arranque”, sin embargo estas situaciones no detuvieron la ISI,
Esta dinámica cíclica de la economía, que se agudiza  después del golpe de 1955, articulaba con los distintos intereses sociales y las relaciones de clase, encarnados en dos modelos de país en conflicto permanente. Por un lado los intereses agro pecuarios ligados al sector exportador y aliado a los capitales trasnacionales , a su vez subordinado a los intereses primero ingleses y luego en la posguerra , de EEUU, enfrentados a los  sectores industrialistas , en general el sector pyme, aliado, aunque  en una relación  a veces conflictiva, con los sectores obreros organizados. 
Por otro lado la proscripción del peronismo, la persecución de sus dirigentes  políticos y gremiales, generó la resistencia activa por parte de los sectores populares durante toda la década del 60 y principios de los 70, provocando una situación de extrema  inestabilidad política y económica, con la sucesión de gobiernos democráticos débiles y gobiernos de facto fuertemente autoritarios.
El golpe de Estado de marzo de 1976 llegó  con el claro objetivo de poner fin a esa Argentina “peronista”, que sobrevivía a pesar de la fuerte represión post 1955,  sobre todo quebrar la alianza de los trabajadores, verdadero sujeto político de la etapa, con la burguesía industrial “nacional”. Las políticas económicas inspiradas en las doctrina monetaristas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago, de libre comercio y la desregulación de los mercados, tuvieron el claro objetivo de desmantelar las bases económicas productivas que daban sustento el proceso de ISI, y por el otro a través de una política represiva se atacó a los sectores obreros más combativos, a través de la cárcel y la desaparición de muchos dirigentes de base, así  como se dispuso la intervención de todos los sindicatos organizados y la prohibición de toda actividad gremial y política. No es casual que si se analizan las listas de detenidos desaparecido, el grueso de ellos fueron delegados de bases y miembros de las comisiones gremiales internas.
Por un lado se avanzó en la destrucción de gran parte de estructura industrial pyme que producía para el mercado interno, con su secuela de desocupación y empobrecimiento de los sectores populares, vía la precarización laboral y la pérdida constante del  salario real, por el otro como contraparte la consolidación del sector del capitalismo más concentrado ligado a los intereses extranjeros y a un nuevo actor en la escena mundial, el capitalismo financiero. Esta nueva sociedad generó  un masivo endeudamiento tanto del sector privado como del público, esto se dio por el ingreso de ingentes sumas de petro dólares en el mercado financiero mundial, luego del aumento de precios del petróleo (1973). 
La políticas llevadas adelante por la dictadura modificaron  toda la estructura productiva del país El masivo endeudamiento externo encarado por la dictadura modificó la dinámica del sector externo y el  comportamiento de ciertos sectores sociales. Uno de ellos fue la dolarización de la economía y el otro la acumulación y posterior fuga de divisas. Lejos de resolver los problemas que estaba enfrentando la economía argentina, la deuda provocó la fuga de capitales, y aunada a los pagos de intereses, generó consecuencias negativas, profundas y duraderas.
A pesar de la caída y fracaso del Proceso militar, en medio de una crisis económica provocada por la deuda y el mal manejo de las variables económicas y de una aventura bélica desastrosa, un último manotón de ahogado para sostenerse en el poder, las principales herramientas y objetivos continuaron durante el gobierno radical (1983/89) y se afianzarían aún más durante la etapa de la convertibilidad (1991/2001)
Según autores como Basualdo, Kulfas y otros, en esa década se incrementaría notablemente la dependencia financiera  debido a la profundización de las reformas neoliberales iniciadas por la dictadura militar y la imposición de una caja de conversión, la cual anulaba la política cambiaria y monetaria, y restringía notablemente los márgenes de acción fiscal. La fuerte dependencia del ingreso de capitales condujo a un aumento exponencial de la deuda externa pública y privada, a una acelerada concentración y extranjerización  de la estructura productiva, acompañada por un continua desindustrialización y primarización de la economía.
El ciclo neoliberal 1976/2001 modeló un país distinto al anterior, los cambios no solo fueron económicos o en la faz productiva, consolidaron un nuevo bloque de poder  y sobre todo una matriz cultural hegemónica. Los cambios en la sociedad argentina fueron profundos,  marcaron a varias generaciones y sus secuelas de pobreza e indigencia todavía nos quedan como una llaga abierta en una sociedad que fue hasta los 70 la más integrada y desarrollada de Sudamérica.   
Como una de las consecuencias de la crisis,  más del 20 % de desocupación y más del 50 % de la población de bajo la línea de pobreza, fue generándose un nuevo fenómeno político, los movimientos sociales, primero como acto de resistencia el “piquete” y luego fueron evolucionado hacia organizaciones  más complejas para dar respuestas a necesidades comunitarias, trabajo, alimento, educación, y sobre en actores políticos activos y movilizados.
El modelo estalló  en 2001, con una profunda recesión, el default, la salida traumática de la convertibilidad y masivas manifestaciones populares de protesta,  que provocaron la caída del gobierno de De la Rúa.

El fin del ciclo neoliberal y el reinicio del proceso de industrialización

Con la crisis en diciembre del 2001, termina en Argentina el ciclo neoliberal iniciado en 1976. Este fin de ciclo se fue dando en muchos países latinoamericanos casi al mismo tiempo.
Superada la sucesión de presidentes y afianzada la figura de Duhalde liderando la salida de la crisis, comienza otra etapa.
El kirchnerismo gobernó Argentina durante 12 años (2003-2015), aunque en ese lapso pueden diferenciarse dos grandes fases, viendo en conjunto puede verse un periodo relativamente exitoso, aunque no pudo superar algunas situaciones internas y externas que lo condicionaron y limitaron.
La primera fase comprende los cuatro años del gobierno de NK y los primeros dos años de CFK, partiendo de una situación de crisis casi terminal producida por el fracaso y estallido del modelo neoliberal de los noventa, logró altos índices de crecimiento  y mejores sociales significativas. El segundo  periodo fue  marcado por el crack de la firma Lemans Brothers y la crisis en la economía mundial que se desató a partir de allí,  el conflicto con el campo en lo interno por el aumento de las retenciones y algo poco nombrado, pero de funestos resultados, la agresión permanente por parte del fondos buitres en una campaña de ataque al gobierno de CFK y a la República Argentina. Esta etapa fue mostrando una ralentización de las mejoras económicas, por ende con menores avances sociales, sin embargo  hubo en el periodo importante avances políticos: el triunfo de CFK en 2011 con el 54% de los votos, la sanción de ley de medios, la ley de matrimonio igualitario, la AUH y otros programas de inclusión social, la fuerte presencia internacional de CFK con una posición muy clara contra el orden financiero global imperante, etc.
Con el default  de la deuda pública y la mega devaluación del peso en 2002, sumados a un aumento de los precios  de los commodity exportables, en especial la soja,  a caída de las importaciones dada la recesión interna y luego ya en el gobierno de Néstor Kirchner la renegociación de la deuda con quitas importantes Argentina inició un periodo  de superávit  en su balanza de pagos, acumulando reservas.
Dicho superávit permitió, incluso, cancelar anticipadamente la deuda pendiente con el Fondo Monetario Internacional, 9 600 millones de dólares,  sin afectar la posición externa del país.
En un escenario de superávit fiscal y de  balanza de pagos, el gobierno de Néstor Kirchner  logro un crecimiento del PBI  promedio del 8,4 % anual, con un fuerte rol protagónico del sector industrial, lo que permitió también disminuir el desempleo del casi 20 % a un 8%, el salario real aumentara un 17 % y una inflación en gran parte del periodo por debajo del 10%, reduciendo el peso de la deuda a un 45 % del PBI.
Los grandes ganadores de esta etapa fueron sin duda los productores agropecuarios y los grandes exportadores, beneficiados por un dólar alto y precios internacionales en alza, si bien estos vieron mermados los precios finales por la aplicación de retenciones, en segundo lugar el sector industrial y comercial volcado al mercado interno.
Perdedores, relativos, fueron el sector bancario financiero  y las empresas de servicios públicos privatizadas en los 90.

Los límites del modelo

La política expansiva de Néstor Kirchner perdura hasta los primeros dos años del gobierno de CFK, ya para 2008 se produce el estallido de la burbuja financiera de las “subprime” que desencadenó una crisis que afectó a toda la economía mundial y cuyas consecuencias llegan a nuestros días, internamente en marzo de 2008 de produce el lockout patronal de las organizaciones agropecuarias  en contra de la resolución 125 que aplicaba una alícuota mayor en las retenciones.

Golpeado por la crisis externa, imposibilitado de captar el excedente de la renta de los sectores exportadores, con una fuerte presión que ejercían las importaciones, el pago de la deuda, la remisión de ganancias al exterior  y la intensificación de la fuga de capitales, en un proceso inflacionario  creciente, desaparece el superávit fiscal y se reduce el superávit de la cuenta corriente.

En la segunda etapa kirchnerista (2008-2015) el PBI creció a un promedio de 1.5% por año, la desocupación paso de 7.3% a 6.6% y el salario real se incrementó  un 4.5%, aumento de la inflación, expansión del gasto público y continuo deterioro del sector externo. 
Este comenzó a hacerse sentir muy fuerte a partir del 2011, cuando comenzaron a perderse reservas. Pueden enumerarse varias razones que hicieron llegar a esta situación, algunas coyunturales, como la crisis internacional, la sequía de 2009 que disminuyó  los excedentes exportables, otras que claramente tienen que ver con restricciones estructurales, la Argentina sigue dependiendo casi exclusivamente de la venta de commoditys agro pecuarios. A su vez el proceso de industrialización requiere un aumento importante de la importación de bienes de capital y productos intermedios, la existencia de áreas industriales de fuertemente deficitarias como el automotriz o el área industrial de Tierra del Fuego;  más la  fuga de capitales y el pago de la deuda y la remesa de utilidades de las firmas extranjeras a sus casas matrices. A esto hay que sumarle el déficit energético producido por el aumento de la capacidad industrial  productiva y la falta de generación de energía por parte de las empresas privatizadas, incapaces de proveer la demanda solicitada. El ejemplo más perverso fue YPF en manos de la española Repsol, que con una lógica de saqueo de nuestros recursos,  sobre explotó  las reservas existentes y no invirtió  en la exploración de nuevos yacimientos. Esta situación llevo al gobierno a la nacionalización de la compañía española, a fin de recuperar soberanía energética.

Esta situación en que las exportaciones se volvieron insuficientes para financiar la demanda de divisas, la debilidad de la posición externa de la economía argentina hizo evidente la necesidad de financiamiento para cerrar la brecha externa.
El gobierno de CFK intentó acordar las cuestiones irresueltas en el frente externo, especialmente la deuda pendiente con el Club de París,  los fondos buitres y las empresas extranjeras que habían obtenido fallos favorables en los Tribunales internacionales.
La negativa del gobierno de volver a acordar con el FMI, dada las imposiciones políticas de este ante cualquier aporte de divisas, la cuestión irresuelta con los fondos buitres, más la crisis internacional hicieron muy complejo el acceso a los mercados financieros internacionales.
Ante esta situación  el gobierno optó por imponer restricciones en el uso de las divisas internacionales, control de importaciones, límites a la compra de monedas extranjeras para atesoramiento y/o turismo y trató de postergar la remisión de utilidades de las empresas y bancos extranjeras. Además acordó con el gobierno chino una línea de swap y con otras medidas transitorias logro un aumento de las reservas. También tuvo que avanzar con un ajuste parcial de la economía a partir de la devaluación de la moneda, el aumento de las tasas de interés y una menor emisión monetaria.
Todo esto en medio de una guerra política, económica  y mediática por parte de los círculos de poder donde se conjugaban los grandes medios de prensa, la banca, las empresas más concentradas, los “servicios”, parte del poder judicial, los fondos buitres y la siempre presente embajada yanqui, etc.
A pesar de todo esta situación el gobierno de CFK logro completar su mandato sin una crisis política - económica ni una crisis externa grave en la balanza de pagos.

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En cuanto el “modelo” comenzó a mostrar ciertos límites, comenzaron las tensiones entre el gobierno  y ciertos sectores superiores de la burguesía. El primer gran conflicto fue con las patronales del “campo”, cuando el gobierno pretendió subir en un pequeño porcentaje las retenciones (2008). Esta pretendida apropiación por parte del estado de la renta extraordinaria de la producción sojera fue violentamente resistida, con piquetes y cortes de ruta, hasta que finalmente el gobierno tuvo que retroceder en esa postura. 
Se ve en este periodo que a pesar de verse beneficiada con los cambios en los precios relativos, y una política económica expansiva, la burguesía  no modificó en lo esencial el carácter que representó en las décadas anteriores.

En este sentido, puede decirse que la burguesía  tuvo una vez más la oportunidad de convertirse en una “burguesía nacional”, es decir una burguesía que fuera capaz de poner en juego sus intereses de clase y liderar un proyecto industrializador para la Argentina.
Una vez más defeccionó, renunció a su rol histórico; siguió siendo una burguesía concentrada y extranjerizada.
Lamentablemente, a pesar de las oportunidades en la economía internacional  y los importantes cambios producidos en la orientación de la política económica, no se desarrollaron nuevos sectores dinámicos ni se diversificó significativamente la economía argentina, es decir, no hubo cambios en la matriz productiva.
Por otra parte las “pymes”, también han mostrado una  incapacidad manifiesta y tampoco  parecen estar dispuestas a llevar adelante un modelo de país distinto al tradicional.
Por un lado están vinculadas a empresas y negocios tras nacionalizados o por el otro se desarrollan en sectores poco dinámicos, con tecnología obsoleta, orientados al mercado interno.
En ambos casos las lleva a la subordinación, aunque muchas veces conflictiva, del capital nacional a la lógica y los intereses del capital concentrado y extranjero.
Está claro que  ningún sector  capitalista está en condiciones, ni siquiera interesado,  en liderar un proceso de cambio estructural a través de una fuerte inversión en el desarrollo de nuevos sectores dinámicos con mayor valor agregado y alto contenido tecnológico.

La falta de un proyecto de país a largo plazo, la ausencia un sujeto político dinámico, que liderara el proceso, en especial la burguesía, hacia imprescindible que el Estado fuera el motor de ese proceso. Hubo un error  o falencia en la políticas del gobierno durante esta etapa, se hubiera requerido un mayor presencia del estado no solo como árbitro o control, sino romper con el tabú neoliberal y volver a construir un estado empresario en aquellas áreas estratégicas, que permitiera romper la vieja estructura  hacia una matriz productiva basada en la innovación tecnológica y así potenciaran un fuerte desarrollo interno pero con proyección internacional, que rompiera los lazos de dependencia financiera y tecnológica.

Consideraciones finales

La falta de transformaciones de fondo hicieron que volviéramos a repetir el ciclo de stop and go, dada la restricción externa que se dio al final del gobierno de CFK, que permitió el regreso del pensamiento neoliberal, la burguesía agro exportadora y el capital financiero  globalizado al poder.
Sin embargo tampoco el modelo neoliberal y sus principales actores y beneficiarios pueden articular un proyecto de país integrado y viable en el largo plazo. El modelo de acumulación del neoliberalismo lleva a una concentración de la riqueza que roza el saqueo de los sectores populares, que pulveriza el mercado  interno al destruir el salario y en muchos casos el trabajo mismo. En un círculo perverso de ajuste permanente, endeudamiento externo, apropiación de las divisas y posterior fuga de capitales por parte de sectores tras nacionalizados,  no hay posibilidad de construcción de un país medianamente serio.
El fracaso manifiesto del modelo neoliberal en argentina, permitirá el regreso de un gobierno nacional y popular.
Ahora está claro que el próximo gobierno se encontrara con las mismas o mayores restricciones que la anterior experiencia popular.
El desafío será romper el circuito de dependencia externa, tanto financiera como tecnológica.
El dilema en países como Argentina y en general en todo el sub continente es que si no  se rompen los lazos de dependencia y sub desarrollo, si el Estado  no logra apropiarse en beneficio de toda la nación del excedente de la renta agropecuaria, minera y energética y con ello romper las restricciones externas y volcar esas divisas hacia un proyecto acelerado de industrialización basado en agregar valor a las producciones primarias, alimentos y minerales, petróleo, etc, no hay destino nacional.

Es fundamental  desarrollar industrias basadas en las nuevas tecnologías que están marcando la nueva revolución industrial en el mundo. El desarrollo de procesos de vinculación de innovación tecnológica con los procesos productivos será clave en la construcción de una nueva matriz, que contemple el fortalecimiento del mercado interno
y también el mercado exportador.

Las nuevas tecnologías, Vaca muerta en energía, los yacimientos de  litio en el norte, una minería sustentable, más la producción de alimentos son oportunidades en la medida de que se agregue valor a esa producción y se pueda exportar, en un mercado externo muy difícil, productos industrializados, que rompan nuestra dependencia y nos permitan una  inserción distinta y ventajosa en el mundo globalizado.



Antonio Muñiz
  Octubre 2019

Neoliberalismo, Génesis y crisis recurrentes


 El neoliberalismo ha conducido a Argentina a una nueva crisis política y económica grave.  Cuatro años de gestión de Mauricio Macri y sus políticas “neoliberales”, basadas en el “Consenso de Washington” y los acuerdos con el FMI han desencadenado una crisis externa, con una secuela de destrucción del aparato  productivo, desempleo, primarización de la economía, desempleo, pobreza e indigencia. Nada nuevo, en Argentina cada vez que se aplicó un programa de este tipo generó  una situación similar.
Si conocemos la naturaleza perversa de estas políticas, el daño en el tejido productivo, social, cultural y moral que provoca y además su previsible fracaso, ¿porque una y otra vez vuelve a implementarse? ¿Porque hay sectores sociales que apoyan este tipo de programas?
Intentaremos dar algunas respuestas y el porqué de las sucesivas y frustrantes experiencias.




El neo liberalismo: ¿Fase terminal del capitalismo tardío?

Es necesario aclarar  que a pesar del fracaso en Argentina y la responsabilidad de estas políticas en  la crisis que sufre la economía mundial, el neo liberalismo está lejos de perder su hegemonía ideológica.

Esto es así porque el neoliberalismo, en todas sus vertientes, es mucho más que un programa económico, es un proyecto político llevado adelante por EEUU y los países centrales hacia los países periféricos. Pero también, a su vez internamente en cada país,  es un proyecto de clase.
Los objetivos últimos tienden a la concentración del capital en las grandes corporaciones mundiales e internamente en una clase social. Pero también tiene objetivos políticos, ya que busca  poner el Estado al servicio del “mercado” y remodelar a  las sociedades actuales, bajo nuevos patrones culturales, sociales y morales y por supuesto económicos –productivos. 
Este proyecto global le da características de complejidad, diversidad, dinamismo y sobre todo resiliencia ante las crisis.
Y a su vez estas características, le permiten, a pesar de las sucesivas crisis y fracasos,  renovarse  y adaptarse a nuevas  situaciones y escenarios.

Una visión  histórica:

El crack financiero  entre 2007 – 2008  hizo tambalear las economías centrales. Puso sobre el tapete la crisis estructural y global del capitalismo basado en la globalización y la acumulación financiera. El “modelo” capitalista imperante desde la década del 70 sufrió sucesivas crisis, en general en los  países y regiones periféricas, pero la crisis originada por la quiebra de la Lemans Brother afectó  al núcleo central del sistema, mostrando claramente los límites estructurales y sus limitaciones a mediano y largo plazo.

La década del 70, con el aumento del precio del petróleo a nivel mundial,  es señalada como el hito inicial, que pone en crisis una etapa caracterizada por un capitalismo basado en la producción, el consumo y  el estado de bienestar, imperantes desde la década del 30,  y consolidándose a partir del fin de la segunda  guerra mundial.
La gran crisis del capitalismo mundial de 1929 puso fin al liberalismo tradicional decimonónico, ya que sus viejas “leyes” condujeron a la gran recesión mundial, pero a su vez las recetas de ese liberalismo para resolverla no solo mostraron su incapacidad, sino que además agudizaron y perpetuaron en el tiempo sus efectos devastadores.
Solo las nuevas ideas del “New deal” , las teorías keynesianas y la segunda Guerra Mundial (1939/45) permitieron superarla y empezar una nueva etapa.
Sin embargo las ideas liberales clásicas siguieron  estando en circulación; desde universidades y centros de difusión se continuó con la difusión del pensamiento y las doctrinas liberales.
Algunos otros autores ponen como fecha del nuevo ciclo neoliberal el 11 de septiembre de 1973, día en que un golpe militar derroca violentamente  el gobierno popular de Salvador Allende en Chile. Bajo el gobierno del general Pinochet se convierte en un laboratorio para las viejas y “nuevas” teorías neoliberales y monetaristas de la escuela de Chicago, con Milton Friedman a la cabeza.
Este golpe fue el prolegómeno de golpes impulsados por del Departamento de Estado y la CIA  de EEUU en los países de Latinoamérica, dentro de lo que se conoció como Plan Cóndor.  Estos  acontecimientos marca la instalación de las bases del régimen económico-político neoliberal en la región.
Estas experiencias, no del todo exitosas, e impuestas por dictaduras militares muy violentas y represivas, sobre todo Argentina y Chile, fueron exportadas hacia primero Inglaterra, con Margaret Tacher e EEU con Ronald Regan y luego ya en los 80 y 90 a casi todo el mundo occidental, a través del “Consenso de Washington” (1989) y los organismos multilaterales de crédito como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Desde la década de 1970 y hasta el día de hoy, el neoliberalismo es “la estrategia ofensiva y contrarrevolucionaria del Capital contra el trabajo y contra los estados nacionales. Por ello, el neoliberalismo debe entenderse  como una  “salida” y “solución” para las élites económicas y políticas mundiales,  con el fin de afrontar la crisis estructural y global del capitalismo tardío”.

Es sabido, desde los clásicos, que el capitalismo tiende a la apropiación y concentración del capital. Pero esta lógica, llevada al extremo, agudiza las contradicciones, profundizando el conflicto inter clases dentro de los países, pero también agudizando el conflicto centro- periferia.

La globalización y el lucha por los mercados a nivel global, por un lado y, por el otro, los niveles de explotación económica, dominación política, estrativismo  a ultranza, desastre ambiental, emergencia climática, endeudamiento global de toda la economía, opresión social y alienación cultural e ideológica, etc.,  que el modelo neoliberal está generando  nos está  llevando a una crisis global, a una crisis civilizatoria según algunos autores. 

Proyecto político de clase

Así lo definíamos más arriba, no solamente es un programa de políticas económicas, sino un proyecto político global.
Pensar el proyecto neoliberal como un programa de políticas, sobre todo económicas, oculta y minimiza su verdadero significado geo-socio-político.
Al neoliberalismo hay que analizarlo desde un punto de vista estratégico y táctico global, como un proyecto imperial.

Suele concebirse  al neoliberalismo como una ideología  estática,  subestimando su resiliencia o sea su  capacidad para resistir los momentos críticos, superar sus fases de fracaso y renovarse y recomponerse.
Como ejemplo de ello, es que en  medio del creciente cuestionamiento al  proyecto neoliberal, sus evidentes fracasos y los efectos nocivos sobre toda la humanidad,  éste en sus aspectos esenciales, continúa adelante.

En este punto también hay que reconocer que el neoliberalismo sigue teniendo  una posición hegemónica. Si bien existen fuertes críticas y se esbozan otros  modelos alternativos, no existe, por lo menos por ahora, un sistema que pueda  poner en riesgo su hegemonía global.

Si bien hoy,  por un lado, la crisis económica global parece ofrecer nuevas oportunidades estratégicas para las fuerzas sociales y las alianzas políticas interesadas en promover y generar un nuevo orden mundial, poniendo  restricciones a los mercados o estrategias regulatorias para construir sociedades más justas y equitativas, por el otro persisten instituciones tanto globales, como locales,  sistemas, leyes y sobre todo un aparato  cultural,  asociadas que le dan sustento y sostienen la hegemonía del neoliberalismo. 

En principio es necesario abandonar posiciones simplistas y voluntaristas sobre este fenómeno y tratar de entender su profundidad  y complejidad. Es necesario detectar sus grietas y contradicciones, desde donde construir modelos alternativos contra hegemónicos.
En principio debemos entender este proceso como una profunda contra revolución contra el orden de post guerra, que ha llevado adelante una profunda transformación social, cultural, política y económica en los últimos 40 años, sobre todo después de la caída de la Unión Soviética, quien encarnaba un modelo distinto y alternativo. El fracaso histórico del “socialismo real”  abrió las puertas a la hegemonía del nuevo capitalismo. 
El neoliberalismo es un proyecto contra revolucionarios porque busca desmantelar al estado nación, a las políticas de  redistribución y justicia social, a las leyes y derechos laborales, todas propias del siglo XX.  Es un fenómeno que articula, por ahora con éxito, múltiples dimensiones, a veces contradictorias: políticas imperiales, neo colonialismo, apropiación y saqueo de materias primas, autoritarismo político, muchas veces con fuertes represiones y guerras de ocupación, con libre comercio y libre circulación financiera. 

El proceso latinoamericano.

El anti liberalismo puede  rastrearse en Latinoamérica  desde el siglo XIX, en las luchas civiles que asolaron la región,  post independencia de esos países. Había un germen contrario a las ideas liberales, importadas de Europa, en especial el libre comercio, impuesto por Inglaterra, en su propio beneficio. A través de la trampa del libre comercio Inglaterra se apropiaba de las materias primas para abastecer sus industrias y luego exportaba a nuestros países sus productos, rompiendo y quebrando cualquier intento de industrialización, aun aquellas casi artesanales.
Regiones enteras fueron sumidas en la miseria y la pauperización, en beneficio de los puertos y la clase “comercial”, que fue enriqueciéndose y convirtiéndose en oligarquías al servicio de los intereses imperiales.
La expansión imperial (comercial y militar) de Inglaterra en los siglos XVIII y XIX, con su bandera del libre cambio, fue un primer intento de globalización del capitalismo.
Luego de la crisis del 29, donde todo el sistema capitalista entró  en una crisis casi terminal, comienza una etapa de luchas políticas y sociales, de resistencia al modelo liberal vigente. Para ese momento Inglaterra estaba perdiendo su hegemonía en manos de EEUU, pero las formas y la ideología eran similares.
Surgen los movimientos nacionales, anti imperialistas y sobre todo industrialistas, basado en el proceso de sustitución de importaciones,  por la tanto se cerraron las economías y se intentó desarrollar un mercado interno fuerte.
Este proceso continuó  con marchas y contra marchas, en un proceso no exento de contradicciones hasta el año 73, que con el aumento de los precios del petróleo y sobre todo el ciclo de golpes militares en Latinoamérica a partir del golpe en Chile, en septiembre de 1973.
Aparece así y se propaga por toda América del Sur y el Caribe las ideas neoliberales, tal como desarrollamos en la primera parte de este escrito.
La hegemonía que fue construyendo el neoliberalismo en Latino América, fue impuesta a sangre y fuego por regímenes militares alineados con las políticas de EEUU. Sin embargo con el regreso a la democracia en los 80, comienza un proceso de luchas políticas y sociales de resistencia. Por ejemplo Alan García en Perú o Raúl Alfonsín en Argentina, en sus primeros años de gestión. Rápidamente fueron abortando estos intentos y subordinando a nuestros países a las políticas neoliberales. 
Es a partir de 1989, con el “caracazo”,  que podríamos marcar como el comienzo de una contra ofensiva de los movimientos populares contra el naciente “Consenso de Washington”. La década del noventa fue el apogeo del neoliberalismo en Latinoamérica, pero también fue el comienzo luchas populares. Al caracazo le sucedió la insurrección zapatista en Méjico, revueltas populares en Ecuador,  Argentina, Bolivia, etc.
Es claro  que las políticas neoliberales se caracterizan en la región por ser autoritarias, colonialistas, anti industrialistas y por supuesto anti populares por lo tanto no tardan en generar un profundo malestar social que termina expresándose en movimientos de protesta y lucha. Así en cada país van surgiendo nuevos liderazgos que encarnan esta lucha, Chávez en Venezuela, Correa, en Ecuador, Lugo en Paraguay, Evo en Bolivia, Lula en Brasil o los Kirchner en Argentina, etc.
Un hito importante en el avance de los partidos populares fue la constitución del Foro de San Pablo, fundada por Lula y el Partido de los trabajadores de Brasil. Este foro se convirtió en una usina de ideas y organización de los partidos y movimientos populares de América del Sur y el Caribe. Entre sus objetivos figuran “Profundizar el debate y procurar avanzar con propuestas de unidad de acción consensuadas en la lucha antiimperialista y popular, promover intercambios especializados en torno a los problemas económicos, políticos, sociales y culturales que la izquierda continental enfrenta”.
Este proceso de ruptura y quiebre de las políticas neoliberales en la región  y la constitución de gobiernos populares en la mayoría de los países marco una década o más de gobiernos exitosos en cuanto a poner límites a las políticas neoliberales  e integrar a amplios sectores sociales a la economía, al trabajo, a la educación, al consumo, etc.
Sin embargo hubo en todo este proceso una incapacidad de generar proyectos políticos alternativos, y un modelo propio de desarrollo.
La ausencia de un programa que fortaleciera las instituciones populares y creara nuevas formas organizativas y de gobernanza en la mayoría de los países. Salvo Venezuela, que apostó  a la construcción del “socialismo del siglo XXI” y una participación activa de los sectores populares. En este caso la muerte prematura de su líder Hugo Chávez complicó el desarrollo del proceso, que a pesar de sus muchas contradicciones y el fuerte ataque de EEUU, todavía sobrevive con fuerte apoyo popular.
La experiencia zapatista en Chiapas es una experiencia interesante de construcción política de otra sociedad y modelos autogestionados.
Es indudable que las muertes de Néstor Kirchner y Hugo Chávez afectaron y debilitaron el proceso de integración regional que era básico para enfrentar en bloque a la ofensiva del Departamento de Estado de EEUU: Pero también los gobiernos sucesivos no avanzaron en el afianzamiento y ampliación del Mercosur, el Banco Sudamericano y demás organismos supranacionales que hubieran permitido una integración económica y política regional.
Esa negativa o imposibilidad de avanzar en la integración o desmontar el aparato interno político, económico, mediático, cultural e ideológico que en cada país sostiene al neoliberalismo fue a la postre una grieta por donde  las políticas de EEUU volvieron a restaurar regímenes neoliberales, conservadores y en algunos casos autoritarios, como Brasil y Argentina.  
Cuando EEUU, luego y como consecuencia de su crisis en 2008/9 se volvió sobre su patio trasero, fue primero por los eslabones más débiles, Paraguay y Honduras, luego los triunfos electorales de fuerzas de derecha en Chile, Panamá y Costa Rica
Esta ofensiva neo conservadora y colonialista, aprovechando las debilidades de los gobiernos populares fue avanzando uno a uno y poniendo en crisis todo el proceso popular y progresista. Brasil víctima de un golpe palaciego a su presidenta Vilma Rouseff y la prisión de su principal figura Lula Da Silva, permitieron el avance de fuerzas de derecha liberales en lo económico pero muy autoritarias y reaccionarias en lo político. En Argentina el proceso fue menos traumático, ya que se dio tras elecciones nacionales libres y transparentes. Si bien luego el nuevo gobierno mostró  rasgos autoritarios y anti democráticos, persiguiendo a la oposición con la prisión o causas  judiciales fraguadas.
En el caso de Brasil y Argentina puede verse con claridad como la falta de profundidad en los cambios estructurales, la falta de un proyecto político alternativo, la falta de construcción de mecanismos de participación y organización popular, hicieron posible el resurgimiento táctico del neo liberalismo, que aprovechando su capacidad de resiliencia, promoviendo “criticas” y “cambios” al modelo neo liberal ortodoxo, pero no transformaciones a nivel de ideas, programas y objetivos. Se disfraza de “nueva derecha”, “derecha moderna”, “gestión eficiente”, denostación de lo político y los políticos y su reemplazo por una elite de ceos, etc. Pero una vez en el poder desempolva su viejo proyecto de clase, asociado al Consenso de Washington y las políticas imperiales de EEUU.
A las mismas recetas, iguales resultados; el neoliberalismo en Latinoamérica muestra una vez más peor cara.
La crisis argentina, la derrota electoral del macrismo y la vuelta del peronismo al gobierno,  la convulsión social y política en Ecuador, con marchas claramente en contra de las políticas  del FMI, la inviabilidad del bolsonarismo en Brasil,  la avanzada imperialista contra el pueblo venezolano, que resiste, un gobierno exitoso en Bolivia, que no acata las doctrina neo liberales, etc, muestran una Latinoamérica, como un territorio en disputa, pueblos en lucha y resistencia.
No hay fin de la historia. La historia sigue escribiéndose, y la construyen los pueblos.


Antonio Muñiz
Octubre 2019

El peronismo y sus laberintos.


Apuntes para una política militante.

“Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí
Resucitando.

Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal
Por qué me mato tan mal
Y seguí cantando.”
“Como la Cigarra” María Elena Walsh


La derrota del coalición que encarnaba el FPV en 2015 en manos de otra coalición política de derecha, que representaba a las clases altas, a la burguesía, la clase media, las empresas concentradas, a los intereses ligados al comercio internacional y las finanzas globalizadas, expresado todo en un nuevo “sujeto”, los empresarios,  los ceos, los emprendedores exitosos, que por primera vez asumen por si el poder  del Estado. La historia argentina muestra a este sujeto acompañando los golpes militares contra gobiernos populares, pero no eran ellos los que ocupaban los cargos del Estado, ponían en su lugar abogados, contadores, economistas, etc, que actuaban por su mandato. La novedad es que en 2015 llegan al poder a través de elecciones democráticas y son ellos los que ocupan los lugares claves.
A los largo de artículos anteriores hemos analizado el periodo iniciado en 2015 y sus casi cuatro años de gestión, que ya llegan a su fin en medio del mayor descalabro político económico y social de la historia argentina, La experiencia neoliberal mostró, una vez más, su inviabilidad histórica y nos llevó a otro final de crisis.
Nos interesa pensar la nueva etapa que se inicia a partir de este fracaso y el triunfo y el nuevo ciclo histórico que marca la vuelta al gobierno de una fuerte alianza encarnada en el peronismo unido, bajo la fórmula Fernández – Fernández.

La política, lo político y los sujetos históricos

En principio creemos en la necesidad de construcción de una nueva filosofía política, que salga de los estrechos moldes de la tradición eurocéntrica. Debemos pensar una filosofía política situada en el aquí y ahora, en un continente, con quinientos años de historia, de regímenes autoritarios, genocidios, golpes de estado, saqueo de sus riquezas, violencia y agresiones imperialistas.
En ese marco latinoamericano: ¿Qué significa política? ¿Quién es el sujeto de la política? ¿Cuáles son los fines de la política? ¿Cuál es su función? ¿Cuáles son sus medios? ¿Qué o quiénes son los sujetos políticos? ¿Qué rol cumplen? Todas estas preguntas son, sin duda, constitutivas del saber propio de la teoría  política
Estas preguntas han sido respondidas de modo diverso por los distintos autores en las distintas épocas y contextos. Sin embargo la filosofía política occidental, desde los clásicos, Platón y Aristóteles, plantean que el hecho político  es la instauración de un orden social y político estable. Este planteo continuó a lo largo de la historia casi hasta nuestros días: desde la Republica, el Leviatán de Hoobee, las teorías contractualistas, etc, se busca generar un orden social permanente, donde el  conflicto sea desterrado: estas construcciones ven el conflicto como algo ajeno a la política, por fuera de lo político.
Hanna Arent concibe solo la política como diálogo y consenso entre ciudadanos iguales. Una visión basada en el pensamiento griego clásico. Así el conflicto y la tensión/ violencia que puede generar es la negación de la política.
Carl Schmitt en su lógica amigo – enemigo acepta la existencia del conflicto, pero adhiere a la necesidad de cancelarlo por parte de un Estado  soberano. Es el Estado el que a través de acciones represivas  se coloca como fundante  y garante de un orden social y político.
Marx que veía la lucha de clase como inherente al capitalismo, y como motor que mueve la historia, busca cerrar ese conflicto permanente con la abolición de las clases sociales y de la propiedad privada, Un nuevo orden social y político, la sociedad comunista, que al superar el conflicto hace innecesario el mismo estado.

Pero en el marco de un continente sometido como el nuestro  el conflicto es el hecho político por antonomasia. El primer conflicto es con el agresor imperial, pero también con el enemigo interior que sirve al imperio ya que su poder y hegemonía surge de esa alianza con los intereses extranjeros.

También es cierto que dentro de cada sociedad el poder  genera contra poderes que ponen en cuestión el orden social y político imperante. Surge allí el conflicto. Queda claro que este es inherente a toda sociedad humana. En un proceso dialéctico, la búsqueda de un orden social estable se contrapone con la búsqueda de modificar, cambiar, cuestionar ese orden imperante. De esta situación de conflictividad surge la política y lo político.

Siguiendo a John William Cooke, cuando decimos: “tener una política”, “carecer de política”, “seguir tal política”, etc., la palabra “política” significa un conjunto de principios y de pautas generales coherentes que orienten la acción concreta en cada circunstancia. En este significado, la política pertenece al ámbito “teórico” e incluso “filosófico”. Hay un significado más amplio que éste, cuando se habla de las “ideologías políticas” o de las “opiniones políticas”. Pero también hay un significado más específico, como cuando se habla de  la “política internacional”, la “política universitaria” o la “política petrolera”. Estos tres usos son variaciones de mayor o menor amplitud del mismo significado antes definido.

Es importante definir que los  procesos políticos ponen sobre el tapete sujetos sociales en conflicto. Estos sujetos tienen en general un origen histórico, cultural y económico. Estos sujetos son a veces preexistentes, pero a la vez siempre en construcción.
Continuando con el pensamiento de Cooke, en un proceso de liberación nacional como los que llevan adelante  países dependientes como los nuestros la política central es una política de liberación,  entendida   esta como unidad  teórica, metodológica,  una praxis organizativa y de  lucha.  En este marco el sujeto político es el pueblo en su conjunto.
 Si bien es necesario tener claro que no existe una “esencia de pueblo”, el pueblo es una construcción permanente tanto en lo político, cultural e ideológico. A su vez para un mejor análisis de la situación es posible ver diversos sujetos sociales según las épocas y circunstancias. Por ejemplo, si bien en el primer peronismo, el sujeto histórico central fueron los trabajadores organizados, no fue menor el protagonismo de las mujeres empoderadas con el derecho al sufragio.  Hoy ya en el siglo XXI es más difícil definir al sujeto histórico ya que la clase obrera ha ido perdiendo terreno y peso político, mientras surgen otros movimientos que nuclean a los desocupados, trabajadores precarios, trabajadores de la economía popular, etc.


Un poco de historia: política  y sujetos sociales

El
peronismo en sus orígenes expresó  a las clases populares, principalmente el obrero industrial, compuestas por hombres y mujeres del interior que fueron llegando a las grandes centros urbanos corridos por la gran crisis del 30 y la búsqueda de mejores calidades de vida, a los hijos de la inmigración, nucleados todos en el naciente movimiento obrero; a eso se suma la iglesia y las fuerzas armadas. Perón intenta sumar a su alianza a sectores empresarios de la naciente industria  nacional, que prosperaban gracias a las políticas económicas de fomento al sector y la expansión del mercado interno.
También la mujer, empoderadas por las políticas de Eva Nerón, (voto femenino, partido femenino, etc), fue un sujeto trascendente, que además aseguró  el triunfo del peronismo en las siguientes elecciones.
La  ruptura de esta alianza de gobierno, en especial la iglesia y las fuerzas armadas, más sectores de la clase media que prosperó con el peronismo, pero se fue alejando en búsqueda de otros valores más abstractos (libertad, democracia, republicanismos, etc) provocaron la caída del peronismo en 1955.
Hubo cambios importantes, ya superada la post guerra,  en la situación geopolítica mundial que incidieron en la construcción de un nuevo escenario para Argentina y el resto de la región. El avance de EEUU como potencia mundial sobre su “patio trasero” América latina y la conformación de un mundo bipolar, enfrascado en una “guerra fría” con la URSS.
Los años de la revolución libertadora y en general los años de la década del 60 mostraran la inviabilidad de una Argentina con el peronismo proscripto y perseguido, pero sobre todo con un sujeto social muy fuerte pero excluido de los derechos políticos.
La Revolución libertadora a pesar de la fuerte represión sobre la política, la cultura y la sociedad   que ejerció en su búsqueda de desmontar el “aparato peronista” y volver a una Argentina pre 45, fracasó por la inviabilidad de su proyecto. Pero inició  un periodo de mucha violencia que marcó  las próximas dos décadas. El  bombardeo a Plaza de Mayo, que dejó  más de cuatrocientos civiles muertos en las calles, los fusilamientos y la cárcel dirigentes y militantes, la muerte de Tanco y Valle, jefes de la sublevación del 56,  dejaron una secuela de odio profundo que la sociedad argentina pagaría con sangre, dolor y lágrimas.
A pesar de las políticas de desperonizacion de la sociedad la clase obrera inicia un proceso de resistencia ante los nuevos regímenes. Esta resistencia, a veces pasiva y en otras más violentas, nunca alcanzó  niveles que pusieran en riesgo el sistema y la toma el poder, pero si generaban un escenario político de alta inestabilidad. Ningún gobierno podía afianzarse y se sucedieron alternancias de gobiernos “democráticos” débiles  con gobierno militares, que su única fortaleza era la lógica de las armas y la represión.
Solo hacia finales de los 60, cuando aparece otro sujeto “la juventud” que se asocia a la clase trabajadora y se producen las grandes manifestaciones populares como el Cordobazo, el rosariazo, que ponen en jaque al gobierno de Ongania y se inicia un proceso lento de avanzar en el levantamiento de la proscripción del peronismo y su líder y la vuelta a la democracia. Este fue posible por la alianza entre los sectores populares y la juventud, proveniente de la clase media y alta, en especial universitaria, que en esos años  se vuelca hacia posiciones más de izquierda o nacionales peronistas, bajo el influjo de la revolución cubana, el mayo francés, o la opción por los pobres de muchos curas católicos.
Sin embargo, el nuevo proceso democrático y popular quedo jaqueado por  la lógica militarista de varias organizaciones políticas peronistas y de la izquierda guevarista, que hicieron prevalecer a la violencia como única vía política, el enfrentamiento de estas organizaciones  que podrían definirse como “vanguardias” con el viejo líder popular, la muerte posterior de este y un proceso creciente de violencia política generalizada, agudizada por la violencia represiva de grupos para estatales de derecha y de  grupos al servicio del DE norteamericano y de la CIA que operaban en la región con el objetivo de destruir a los gobiernos populares, que gobernaban en Latinoamérica. Para  fines de 1975, la democracia argentina era la única que se mantenía en pie.
En marzo de 1976 comienza una etapa negra, compleja, con rasgos de perversidad pocas veces vista.
Pero volviendo para atrás, un proceso políticos de masa, con una muy fuerte organización territorial y sindical, una cultura de lucha popular de resistencia que se fue consolidando durante 18 años de proscripción, apenas pudo sostenerse en el gobierno unos tres años.
Seguramente la muerte de Perón, único artífice de esa alianza policlasista, aceleró  la ruptura de la misma y por consecuencia la debilidad del gobierno que se asentaba sobre ella. También la lógica de los fusiles, alejó  la “política” en su sentido amplio y quiso reemplazarla. Así primero las organizaciones juveniles mas militarizadas, pretenden  cuestionar el liderazgo de Perón,  lo que lleva al enfrentamiento y posterior ruptura. Este conflicto  significó   el quiebre de la alianza entre estos, que se consideran una “vanguardia” , con los sectores populares. Estos grupos, aislados del pueblo, profundizaron su estrategia  militarista en detrimento de la acción política y el trabajo de superficie en el territorio, la fábrica y el sindicato.
El gobierno “popular” sobrevive solo nueve meses a la muerte del Gral. Perón;  jaqueado por la violencia de izquierda y derecha, por la crisis económica, provocada por los grandes grupos económicos, por el accionar de EEUU  y, las propias contradicciones de ese mismo gobierno.
Con el golpe vuelve al poder con el “Partido Militar”,  la vieja oligarquía, los grandes grupos económicos, los intereses agro- exportadores históricos, la iglesia, etc. Es justo reconocer que el golpe contó  con apoyo social importante en los primeros meses de  amplios  sectores de clase media y alta e incluso de sectores populares que deseaban un marco de mayor paz en el país.
El nuevo gobierno se asentó, con la excusa de la lucha antisubversiva,   sobre una ola de terror, muerte y desaparición de cuadros políticos  y gremiales de base, con el claro objetivo de desarticular toda expresión y organización  popular. Mientras la política económica basada en el neoliberalismo y el monetarismo de la escuela de Chicago, se dirigió con bastante éxito a destruir el aparato industrial, basado en las pymes, primarizar la economía y desarrollar un modelo agro exportador, de servicios y sobre todo bancario financiero internacionalizado.  Fue una brutal transferencia de recursos de los sectores populares hacia los sectores concentrados de la economía.
El Proceso militar tuvo los mismos objetivos de la revolución “libertadora”, desestructurar la matriz política, económica, ideológica, cultural, legal, etc., instaurada por el peronismo en el periodo 45/55 y que sobrevivió a los distintitos avatares que quisieron “borrarlo” de la historia. Sobre todo destruir al sujeto histórico que sostenía al peronismo, la clase obrera organizada.
Una de las armas utilizadas por el proceso militar fue la política de despolitización  de la sociedad. La demonización de lo político y de los políticos es una herramienta usada por casi todos los gobiernos militares y después durante la democracia por los gobiernos neoliberales. Esta despolitización produce el efecto de alejar al pueblo de la única herramienta que tiene, la política. Lo aísla de sus pares, lo degrada,  ya que lo baja de la categoría ciudadano a mero espectador.

El  proceso cívico militar se agotó básicamente por su gran fracaso económico, crisis en todos los frentes y sobre todo una crisis en la balanza de pagos originada por la gran deuda externa contraída en ese periodo. Aparece por primer a vez la deuda externa como gran condicionante estructural. La guerra de Malvinas fue un intento desesperado de perduración del régimen. La derrota aceleró  la crisis y la salida democrática.

La vuelta a la democracia en  Argentina y en región en los 80, fue un intento de rearticulación de lo popular con lo democrático. Sin embargo el intento quedó  trunco, el sistema democrático formal quedo supeditado rápidamente al nuevo sujeto histórico “ “el mercado”.  El apotegma alfonsinista “con la democracia, se cura, se come y se educa” mostró su falacia. Con la  democracia representativa  formal, sin el sujeto pueblo activo y protagonista se convierte en un sistema vacío, impotente ante el poder económico y político sintetizado en el “mercado”.
El neoliberalismo se impuso a fuerza de golpes de mercado, como la hiperinflación, que puso fin al gobierno de Alfonsín pero también condicionó y puso límites al gobierno que lo sucedió. El gobierno menemista también sufrió en sus inicios una híper que frustró  cualquier plan, aunque tímido,  de generar un proyecto diferente al neoliberal.

Con Menem se intenta completar el ciclo iniciado en 1976,  de concentración y extranjerización de la economía mediante las privatizaciones de las empresas públicas, el desmantelamiento de la industria, la primarización  y sobre la inserción de la economía argentina en el sistema financiero globalizado.
A pesar de fuertes luchas populares,  esta quedaron aisladas, como mera defensa sectorial, pero sin un proyecto político que las nuclee y potencie, Surge el piquete como herramienta de lucha  y la organización de lo popular a partir de experiencias barriales y locales.  La claudicación y la impotencia del poder gremial y del sector político fueron manifiestas para generar proyectos alternativos, aun dentro del sistema. La experiencia del FREPASO fue un fracaso evidente dado que su  “progresismo” no superó  nunca una moralina clase mediera, denunciaba la corrupción pero nunca cuestionó  el modelo.
Mientras que la democracia liberal en  esos años suponía el protagonismo de figuras individuales, como el votante,  el ciudadano, el consumidor, nunca un sujeto colectivo, fue gestándose por abajo movimientos populares orientados a construir estrategias de supervivencia y resistencia, basadas en satisfacer necesidades básicas de alimento, trabajo, educación, defensa del medio ambiente, que lograron de a poco ir estableciendo otra agenda basada en la soberanía popular. Fueron construcciones contra poder, pero en general  estos movimientos no pudieron articular  un programa común, superador del reclamo individual y sectorial. Salvo el caso Bolivia que bajo la conducción de Evo Morales logró  ir articulando, a pesar de fuerte resistencias internas, un proyecto exitoso de nación integrada.
En Argentina la crisis del dos mil uno fue el catalizador que permitió un momento de síntesis entre todos los sectores en la construcción de una estrategia consensuada para superar la crisis que el mismo modelo nos había llevado.
Primero Duhalde y luego Néstor Kirchner pudieron liderar un proceso que permitió recuperar la política por sobre la economía.  Sobre todo el gobierno de NK, a partir de 2003 logró articular un programa económico con base en la re industrialización, salarios altos y desarrolló  del mercado interno, al mismo tiempo que se lograban tasas de crecimiento “chinas”, se renegociaba la deuda externa en condiciones más favorables y se articulaban políticas de asistencia directa hacia aquellos sectores empobrecidos por la crisis.
El modelo comienza a estancarse a partir de la crisis internacional 2008/9 y sobre todo la muerte de NK en 2010.  El modelo  requería cambios en la estructura económica vigente. Una sintonía más fina para la superación de los estrangulamientos en muchos sectores, en especial el sector externo. 
El gobierno de CFK, mas allá de sus errores y limitaciones internas, fue también víctima de un fuerte ataque por parte de los grupos de poder político, económico y mediático, sostenidos por la acciones del gobierno yanky en la región. EEUU se volvió en esos años sobre su “patio trasero”, a fin de evitar del avance de los intereses y  negocios chinos, con el que estaba enfrentado en una guerra comercial y política por la hegemonía mundial.
Pero tal vez la gran deficiencia del gobierno kirchnerista, sobre todo en su última etapa fue la ausencia de construcción y fortalecimiento  del pueblo organizado como  sujeto histórico. Primó  una lógica política de construcción  de arriba hacia abajo, a pesar de la fuerte inversión que se hizo como asistencia a los sectores populares más vulnerables, no se tuvo una estrategia de fortalecimiento y empoderamiento popular. Este poder popular movilizado era una herramienta imprescindible frente al poder de fuegos de los enemigos internos y externos que se enfrentaban.
En  ese marco no era impensada una derrota en las urnas, agravada por la imposibilidad de CFK de ser candidata y la falta de un liderazgo fuerte que sintetizara a todo el espacio.
El triunfo del macrismo y con él la vuelta del neoliberalismo más acérrimo, significó  la vuelta al poder de los grandes grupos empresarios extranjeros y nacionales ligados a ellos.  Una vez más “el mercado” se constituyó como sujeto hegemónico. Y una vez más se puso en evidencia  la inviabilidad de un proyecto neoliberal en Argentina y la incapacidad de la derecha de generar un proyecto de país, sustentable, que integre a los cuarenta y cinco millones de habitantes.
El resultado de las próximas elecciones mostrara  no solo su fracaso sino el repudio de la mayor parte de la población a estas políticas.

Lo que viene

Es indudable que la fórmula de Alberto Fernández – Cristina Fernández sintetizó la unidad de todo el peronismo y los sectores populares aliados. Esta unidad del campo popular rápidamente demostró su fortaleza, que se vio claramente en las Paso del 11 de agosto. La victoria aplastante del Frente de todos, coloco a AF como virtual presidente de la nación iniciando un proceso de transición. AF inició un proceso de construcción de poder, a partir de un accionar político muy activo de diálogo  y búsqueda de consensos, primero hacia dentro del espacio y luego con todos los sectores económicos y sociales, así fue consolidándose como líder y generando estatus  presidencial.
Todo el proceso esta mostrando varias aristas complejas pero interesantes para el análisis de lo que viene. Por un lado la capacidad de resiliencia del peronismo, entendida esta como  como un proceso donde la persona y  las organizaciones deben adaptarse positivamente a las situaciones adversas.​
 El peronismo parece siempre resurgir de sus cenizas, cuando parece la borde de la extinción, cuando se cree que viene su superación histórica, el peronismo se readapta y cambia, sin perder su esencia historica. A pesar de procesos largos de desperonizacion de la sociedad, de la persecución de sus cuadros, de la calumnia y la difamación de sus dirigentes,  a lo largo de su historia, el peronismo muestra una capacidad de reponerse, reagruparse, generar nuevos liderazgos y volver a representar a amplios sectores populares.
Así por ejemplo la “renovación” en los 80, el kirchnerismo en el 2000, Alberto Fernández en el 2019, son momento de rearticulación interna, debate, surgimiento de nuevos líderes pero también fundamentalmente la conformación de un nuevo pacto con la comunidad sumando sujetos políticos dispersos.
En el 2000, con Néstor Kirchner,  pudo dar garantías de control de la crisis económica y representar a sectores que fueron agredidos por el modelo neoliberal, así sumo  a los movimientos sociales, piqueteros, a sectores de la economía social, a las madres y los organismos de derechos humanos, sectores juveniles, etc.
Hoy el peronismo trata de construir una alternativa política que sume además de lo anterior, a la marea verde feminista, a los sectores de clase media, que se habían alejado del gobierno de Cristina Fernández, trabajadores de la cultura, de la educación, de las ciencias, a la vieja militancia y dirigencia peronista con las nuevas camadas juveniles, más los partidos “progresistas” filo kirchneristas, etc.
Un dato a estudiar con más profundidad, para no quedarnos con una mirada “jaurecheana”, es el comportamiento de ciertos sectores de clase media.  Por un lado están los “independientes”, los que fluctúan su voto y muchas veces definen una elección, son parte del electorado que sumo CFK con el 54%, aportaron para el triunfo de Macri en el 2015 y ahora acompañan al Frente de Todos; por el otro un sector de clase media muy refractario al peronismo, a pesar de ser la primera víctima de las políticas neoliberales.
Si algo demostró este gobierno es la vulnerabilidad  económica de la mayor parte de la clase media argentina. Las políticas de ajuste permanente del neoliberalismo llevan a los sectores medios a un empobrecimiento generalizado, que lo acercan a los sectores populares más pobres.
Hubo un sector   que por falta de cultura política o histórica creyó en los globos de colores o en la virtud el cambio,  pero hoy descubrieron en carne propia que la única promesa real del neoliberalismo es el ajuste sin fin y el progresivo empobrecimiento de toda la comunidad.
Sin embargo hay otros donde esto genera  situaciones de angustia y miedo, que los hace votar a modelos políticos que les prometen una salida individual, un salvarse solo, una meritocracia que les hace creer que son distintos y superiores a los pobres, Un síndrome de Estocolmo que los hace votar a quienes lo perjudican y odiar a aquellos que los benefician o ver a los “otros”, los pobres,  como enemigos.
El gran desafío el próximo gobierno será estabilizar la economía, domesticar la inflación y controlar el dólar, detener la fuga de divisas, y renegociar el pago de la deuda, al mismo tiempo que genera puestos de trabajo, pone en marcha las pymes, y hace una fuerte campaña con ayuda directa contra el hambre y la pobreza.
Todo esto en un escenario interno y externo muy complejo, donde el conflicto de intereses será muy fuerte.
La herramienta política que está planteando AF es un gran pacto social, donde participen todos los sectores de la producción y el trabajo y el estado. Una herramienta peronista, que Perón intento llevar a la práctica varias veces.
La historia argentina muestra que estos pactos solo funcionan cuando existe un poder político muy fuerte que actúa como articulador o negociador entre las partes, pero también como dador de premios y castigos e imponga los límites al conflicto  de intereses entre todos los sectores.
La experiencia también muestra que es necesaria la construcción de un sujeto político que encarne y lidere el proceso. Este sujeto no es más que el pueblo empoderado y movilizado, detrás de un proyecto emancipador, que dé respuesta a las múltiples demandas de los distintos sectores que conforman el colectivo pueblo.
Esta constitución de un sujeto político debe estar  basada en la historia, la memoria colectiva, la experiencia popular, en una cultura, y sintetizados en un proyecto de nación. Este sujeto político es el encargado de la disputa por los significados, por la construcción del relato hegemónico, por el sentido común, de dar  la lucha  por el poder y la hegemonía.   
En síntesis  el/los sujetos políticos democráticos y populares deben ser  garante y sostén del próximo gobierno, dar la batalla cultural y política y la construcción de contra poderes para la instauración de un nuevo orden social hegemónico.   
Sin este soporte, sin el pueblo organizado y movilizado, la tarea del próximo gobierno será ardua y llena de escollos.



Antonio Muñiz
17 de octubre de 2019


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