El apocalipsis a la vuelta de la esquina.


La deuda es una catástrofe para la humanidad entera, manteniendo regiones enteras en la más extrema pobreza, aunque estas posean importantes riquezas materiales y humanas. Pero esta tragedia no ha ocurrido por si sola como puede ocurrir con un terremoto o un huracán devastador. Es la consecuencia de elecciones geopolíticas bien definidas. Es sobretodo un mecanismo de subordinación sobre todo de los países del tercer mundo en beneficio de la banca global concentrada, los grandes grupos de poder económico y los países centrales. Una herramienta de penetración imperial.

Situación actual:





Los mercados financieros globales creen que se ha superado la última crisis de la deuda soberana (2008/10) y por ello se siguen endeudando.  Sin embargo los números de la economía real siguen siendo preocupantes,  pues el endeudamiento global sigue siendo muy alto. Se van  generando niveles de deuda que tendrán que ser pagados por las generaciones futuras o bien conjurados con una gran hoguera hiperinflacionaria.

Década de bajas tasas de interés han facilitado el crédito a gobiernos, empresas e individuos, empujando el endeudamiento a un gigantesco nivel equivalente a un 322% del Producto Interno Bruto (PIB) global. Hoy la deuda global alcanzó un récord histórico de US$253 billones. Y sigue creciendo según los análisis de organismos internacionales.

La economía y la política mundial muestran números y realidades que si bien no indican una crisis a corto plazo muestran signos preocupantes:
La tasa de crecimiento se mantiene muy baja, cercana al 2%.
El conflicto en Medio oriente marca una zona de mucho peligro económico – bélico que podría arrastrar al mundo a una nueva guerra regional, con una disparada del precio de petróleo y la energía en general
La lucha por la hegemonía mundial entre EEUU y China por el liderazgo militar, económico y tecnológico puede escalar en una guerra comercial que afecte la economía global.
La deuda global llegó a su nivel más alto en la historia. Estados Unidos y China son los dos grandes motores. Estos dos países que han precipitado el alza en el endeudamiento: Estados Unidos (por el aumento de la deuda fiscal y corporativa) y China (por el incremento de la deuda de las empresas no financieras).
La deuda de China se está acercando al 310% de su PIB, uno de los mayores niveles de endeudamiento entre las economías emergentes.
Desde una perspectiva global,  los altos niveles de endeudamiento encienden luces de alarma sobre cómo se financiará hacia el futuro, como responderán las economías centrales ante una nueva crisis y cual será el costo para los países endeudados, ya que la experiencia indica que los países centrales tienden a transferirles los costos de sus propias crisis.

Los más endeudados en América Latina

Dentro de las economías emergentes, en América latina, el crecimiento de la deuda se ha concentrado en  países  como Argentina, Brasil, Colombia y  Chile.
En una mirada particular, Argentina había sido exitosa en reducir su deuda significativamente (2003/15). Hoy después de cuatro años de otra experiencia neoliberal  ha vuelto a una deuda muy alta en relación al PBI.
La experiencia de Macri en Argentina es un ejemplo perverso de estas políticas de endeudamiento indiscriminado para solventar gastos corrientes. Las políticas de endeudamiento llevado adelante por los gobiernos kirchnerista,  habían sacado el tema de la deuda de la agenda. Cuatro años de políticas neoliberales, apadrinadas por el FMI, la condujo a otra crisis externa.  Se está librando en estos días una ardua negociación de los pagos y condiciones de la deuda ante los bonistas y las organizaciones de crédito.

De acuerdo con el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la deuda pública que acumulan los 18 países de la región pasó de representar 39,4% en 2017 a 42,3% en 2018 del PBI, lo que significó un aumento interanual de 2,9 puntos porcentuales impulsado por el endeudamiento de Argentina (95%) y Brasil (77%).
La deuda pública de Brasil es de US$979.040 millones.  De acuerdo con el informe de la Cepal, este país debe pagar la tasa de interés de 5/6 %, siendo la más elevada en América Latina.
La desafortunada política económica llevada adelante por Bolsonaro, la crisis y recesión de la economía brasileña, las tensiones políticas y sociales, hacen un difícil pronóstico de la proyección de la economía de ese país. 

En el ranking, Colombia y Chile muestran un crecimiento importante de su deuda. Ambos países están sufriendo revueltas populares continuas, fuertemente reprimidas, en repudio a las políticas de endeudamiento y ajuste que sufren desde hace décadas.

El alto nivel de endeudamiento es un problema recurrente y estructural en las finanzas públicas de la mayoría de los países latinoamericanos. Muchos gobiernos de la región apuestan al endeudamiento constante para financiar gastos corrientes, déficit en sus balanzas de pago, pago de intereses y capital de préstamos anteriores, financiar carreras armamentísticas, gastos suntuarios de sus clases altas, etc.
La economía latinoamericana es el lastre global, pues crece a ritmos aún inferiores frente a varios países africanos. Estos resultados demuestran que los modelos neoliberales aplicados en la región han fracasados, pues durante 40 años cubrieron todos los déficits del gobierno a base de un endeudamiento dañino.
Valga la paradoja que a pesar de los resultados vistos hasta este momento, más las pésimas proyecciones para los próximos años, los organismos internacionales, como el FMI o la CEPAL,  aconsejan a los países que continúen con estas políticas.
No es casual esta recomendación de los organismos internacionales, gendarmes de estas políticas neoliberales (FMI, BM, OMC, etc). La deuda como fenómeno estructural es una herramienta de subordinación de los países periféricos hacia los centrales. Un nuevo neo colonialismo.
Siempre la deuda fue un mecanismo de dominación imperial.
En Argentina la deuda casi nació con la independencia, el famoso préstamo de la Baring Brothers en 1824 al gobierno de Rivadavia inició  un proceso de endeudamiento pertinaz de la economía argentina durante casi dos siglos. Hubo otros casos escandalosos como el préstamo de la banca inglesa para financiar la Guerra contra el Paraguay, que abrió aquel país a los negocios ingleses pero a su vez permitió a los intereses ingleses saquear nuestras riquezas.
Sin embargo solo en las últimas décadas alcanza un nivel perversidad como nunca en la historia: la ideología neoliberal, con su matriz académica en la Escuela de Chicago, el monetarismo como doctrina económica, la globalización tecnológica, conformaron un coctel muy peligroso, ya que comenzó un ciclo de acumulación capitalista basada en lo financiero en detrimento de la economía real.
La deuda fue la herramienta de apertura de los mercados, así como en siglos anteriores fueron las cañoneras y los ejércitos, ahora fue el yugo de la deuda y la ficción del libre comercio.
A partir de 1973, con la crisis del petróleo, la banca comienza a expandirse globalmente con abundantes dólares y tasas bajas. En primer lugar para apoyar aliados estratégicos de EEUU, las dictaduras  en Brasil, Argentina y Chile por ejemplo.  O bloquear  e impedir el desarrollo autónomo de países del Tercer Mundo, como Nasser en Egipto,
Con el argumento de la modernización, inserción en el mundo y los mercados y el libre comercio,  se incita a los países a endeudarse. Así la deuda global se multiplica por 12  en solo 10 años, entre 1970 y 1980. Por supuesto que para que esto fuera posible se contaba con la complicidad de las clases dirigentes de cada país, muchas veces dictaduras sangrientas.
Para cerrar el dogal, en 1979 la reserva Federal decide aumentar la tasa de interés, hasta ese momento variable y baja. Pasa de 4/5 % a 16/18 %  y más en el pico de la crisis. Así de la noche a la mañana los países endeudados pasan a pagar intereses tres veces más elevados. A la mitad del juego cambiaron las reglas y cerraron la trampa.
Para completar el círculo perverso los mercados internacionales hacen bajar los precios de las materias primas y todos los commoditys que los países del sur exportan, que a su vez les provee de los dólares para hacer frente a los compromisos e capital e intereses de la deuda.
Poco a poco los países endeudados, a pesar de los ajustes internos y las políticas exportadoras se van ahogando en le imposibilidad de enfrentarse a los plazos fijados. Méjico fue el primer país en anunciar el default de la deuda (1982).
Es la crisis de la deuda, que marcara toda la década del ochenta.
Con las crisis recurrentes en diversos países durante casi toda la década del 80 y parte de los 90, aparece un viejo gendarme de la ideología libre cambista, el FMI, como último prestamista para los países en default. En realidad su función es asegurar que los grupos bancarios cobren y de imponer a los países en default  sus “condiciones”: devaluación de la moneda local, suba de la tasa de interés, quita de subsidios a los productos alimenticios, energía y transporte, políticas de ajuste en gastos de salud, educación, jubilaciones, etc., o sea todo el gasto social, que para ellos es improductivos, apertura de los mercados comercial y financiero, privatización de las empresas del estado, reformas legislativas, laborales y previsionales, siempre en beneficio de los intereses del imperio y de las clases altas locales, o sea profundizar la dependencia con aumento de la pobreza y la indigencia, ya que se produce una brutal transferencia de recursos hacia los sectores concentrados y los países centrales.
Las medidas preconizadas están inscritas en un Plan de Ajuste Estructural (PAE),
Este programa empaquetado del FMI, perjudica claramente a los sectores medios y populares y beneficia  las empresas y la banca internacionalizada  y a las clases altas de esos países, casi siempre bajo regímenes dictatoriales corruptos, que muchas veces malversaron eso fondos y los han fugado hacia los paraísos fiscales.
El caso emblemático es Argentina, cuya elite empresarial ha fugado más de 400 mil millones de dólares en las últimas décadas. El endeudamiento del gobierno macrista en cuatro años endeudo al país en casi 150 mil millones, de los cuales el 90 % fue apropiado y fugado por los mismos que la originaron.
Otro caso curioso por la falta de escrúpulos y de límites morales  por parte de los bancos pero también de las autoridades corruptas que permiten y se benefician con estas prácticas fue la deuda contraída por la dictadura militar argentina (1976/83). En siete años la deuda creció 5,5, hasta llegar a 45 mil millones. Pero a su vez la junta militar obligó  a las empresas estatales, como el caso YPF, a endeudarse en el exterior. Así la deuda de la empresa paso de 372 millones de dólares a 6 mil millones de dólares, o sea  fue  multiplicada por 16 en 7 años.
Pero lo más grave fue que los dólares prestados jamás llegaron a las arcas de la empresa. Fueron colocados en depósitos en el exterior, tasas menores a la de los préstamos, generando u perjuicio para el país, pero grandes beneficios vía comisiones para funcionarios del gobierno.
Toda esto se hizo con el visto bueno del FMI y del Departamento de Estado de EEUU, sosteniendo a un régimen corrupto y sanguinario como el gobierno cívico militar que gobernaba Argentina.  Para completar ese circuito perverso, antes de la salida democrática, el gobierno militar estatizó la deuda de las empresas privadas, cargando a las espaldas del pueblo las pérdidas de los negocios privados.

La década del noventa fue una sucesión de crisis en los países emergentes. Fue el caso en América del Sur en 1994, luego en Asia del Sur-este en 1997, en Rusia en 1998, de nuevo en América latina en 1999, en Turquía entre 1999 y 2002, en Argentina en 2001-2002, en Brasil en 2002. Pero siempre y por todas partes, las mismas recetas se impusieron: nuevos préstamos en cambio de una liberalización acentuada de la economía. De hecho, estos nuevos préstamos  solo incrementaron la deuda y reembolsar  los dólares a los países acreedores.
En estos años aparece la figura del pago de la deuda mediante la venta, casi siempre a precio vil, de las empresas del Estado.  Así el patrimonio acumulado por generaciones fue apropiado por la banca acreedora y empresas asociadas a cambio de papeles de la deuda muy por debajo de su valor nominal.
Este proceso que se vivió en Argentina durante los noventa, solo permitió una fabulosa ganancia para los acreedores y los intermediarios, una pérdida de patrimonio, pero también de soberanía económica y política y un empobrecimiento general de la población.
Pero nada se arregló con ello, por el contrario la deuda siguió creciendo a nivel global, con crisis periódicas, como la Argentina (2001/02) o las economías centrales en 2008/10.

La apertura total del Tercer Mundo a los capitales extranjeros,  las medidas liberales impuestas por el FMI, la especulación permanente de los negocios financieros globales, la falta de controles sobre los flujos de capital, la falta de controles, mas allá de los discursos hipócritas, sobre el control de los paraísos fiscales, guaridas donde se esconde el dinero de la corrupción, las armas o las drogas, regenteadas por los mismos bancos , han convertido a la economía mundial en un sistema altamente frágil.
Además la caída del precio de las materias primas prosigue inexorablemente, por lo que vivimos es más un saqueo de los recursos naturales de los países emergentes que a intercambios comerciales equitativos.
Después de casi 40 años de programas de ajuste estructural, la pobreza ha aumentado, el crecimiento es en la mayoría de los casos lento y errático, las crisis rurales se han agravado y la desindustrialización ha acabado con las perspectivas de crecimiento.
Vivimos en un mundo en guerra, producto del saqueo de los recursos naturales: una crisis ambiental  global está cercana y está claro que ya estamos, sobre todo en África y algunos países de Medio Oriente, en una crisis alimentaria de proporciones apocalípticas.
Lo comprobamos, hoy en día el problema de la deuda sigue vigente.
Lo muestra nuevamente Argentina, que en un virtual default, está negociando con los bonistas y el FMI una refinanciación de la deuda a mayores plazos, que permitan un deshago para afrontar situaciones de extrema pobreza de parte de su población, poner en marcha su aparato productivo e ir generando excedentes para afrontar los pagos de la deuda.
Una vez más Argentina fue endeudada irresponsablemente por una elite empresarial y política, alentada por el FMI y el Departamento de Estado de EEUU. Está claro que el objetivo de este nuevo endeudamiento fue desindustrializar la economía, quitar autonomía y soberanía política y económica, abortar cualquier intento futuro de vuelta de los gobiernos populares y sobre todo apropiarse de los recursos naturales, energía, sobre todo el yacimiento de Vaca Muerta, los recursos mineros, sobre todo los yacimientos de litio en el Norte, los acuíferos y los alimentos. 

Veremos cómo se desarrollan las negociaciones, pero una vez más Argentina es un caso testigo del futuro de la economía mundial.

Antonio Muñiz
Febrero 2020

genialujan@gmail.com

El juego de la oca.


Los límites de la industria argentina

El desarrollo económico se puede definir como la capacidad de países o regiones para generar  riqueza a fin de hacer crecer  la producción de bienes y servicios y el bienestar económico y social de la comunidad.
En las últimas décadas se ha sumado el  concepto de sustentabilidad dentro del marco del desarrollo económico. Aquí entra la variable medio ambiental. Cualquier proyecto de desarrollo debe tener en cuenta el uso eficiente de los recursos naturales, de tal forma que no dañe el ecosistema actual, pero a vez asegure la existencia de esos recursos para las generaciones futuras.

Stop and go:

Argentina es la tercera economía en Latinoamérica. Tiene un extenso territorio y cuenta con  abundantes recursos naturales en energía,  agricultura y minería.
Es un país líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala en los sectores de agricultura y ganadería vacuna.  Asimismo, Argentina tiene grandes oportunidades en algunos sectores como explotación minera, litio en particular, energías renovables, petróleo, gas,  energía atómica,  servicios innovadores de alta tecnología. Cuenta además con recursos humanos capacitados, ya que su población  tiene niveles altos de educación, salud, calidad de vida, si bien también cuenta con altos índices de pobreza e indigencia.
Con esta descripción pareciera que esta todo dado para un proceso de desarrollo sostenible. Sin embargo la historia económica muestra  procesos de “stop and go”, (pare y arranque), es decir años de crecimiento alto, crisis y freno y luego de una etapa de ajuste se vuelve a comenzar el crecimiento. No es un fenómeno nuevo, acompaña gran parte de nuestra historia.
Existe mucha bibliografía que pretende explicar este proceso, y no profundizaremos en sus causas y consecuencia, solo una breve descripción para entender el fenómeno.

Existe amplio consenso en la historia económica argentina que las periódicas crisis económicas se han debido a restricciones externas, es decir a una escases de divisas para afrontar el desarrollo industrial. Este fenómeno puso freno al proceso de industrialización por sustitución de importaciones, iniciado en la década de 1930 y que colisionó en 1976, dada las políticas y la decisión del gobierno militar del momento de terminar el proceso y por el contrario iniciar un salvaje modelo de desindustrialización acelerada, cuyos efectos todavía sufrimos
Este fenómeno de crisis periodicas se experimentó a partir de 1956 cuando el gobierno militar adhiere al Fondo Monetario Internacional. Se  lo denominó “ciclos cortos” o de “stop & go”. Podría resumirse en “ante un periodo de crecimiento de la industria, se produce una crisis en la balanza de pagos, dado que los dólares no alcanzan para financiar la compra de materias primas, bienes intermedios o bienes de capital que el proceso industrializador requiere. La receta neoliberal,  recomendada siempre por el FMI es la devaluación importante, que origina una disminución del salario real de los trabajadores y un aumento del ingreso en pesos a los sectores exportadores (sobre todos agropecuarios), el ajuste del gasto público, que deprime la actividad y genera excedentes exportables en agro alimentos, que permiten un mayor ingreso de divisas por el aumento de las exportaciones y por el otro la recesión genera menores importaciones de bienes, con lo cual se genera una superávit comercial que produce una entrada de dólares importantes, que permiten luego de un tiempo el auge en la producción industrial, Así hasta la próxima  crisis.

Aldo Ferrer denominó a este fenómeno la “restricción eterna”. Si se tiene en cuenta que entre la década del cincuenta y la actualidad se experimentaron 23 o 24 momentos de crisis, seguidos luego por periodos de auge económico.
Diamand, en “Paradigma clásico y estructura productiva desequilibrada”, revista Realidad Económica Nº 68 (1986): definió a nuestro país y tantos otros como países con una Estructura Productiva Desequilibrada (EPD).
“En los países exportadores primarios como la Argentina, el sector primario existe y además tiene muy alta productividad en virtud de sus ventajas naturales. En esas condiciones, el tipo de cambio se sitúa en el nivel del sector primario más productivo y no puede reflejar la paridad del sector industrial. Cuando los precios del sector industrial se traducen sobre la base del tipo de cambio primario (pampeano, la zona núcleo dominada por la soja), resultan muy altos y el país no puede competir en condiciones de libre comercio internacional”.




La decisión política de fomentar la industrialización pone en tensión esa estructura productiva, al tiempo que implica precios locales industriales superiores a los precios internacionales, genera un desarrollo del mercado interno  y disminución de tasas de desempleo.
Lo cierto es que, históricamente, aun cuando el país entraba en estas crisis   periódicas, no todos se perjudicaban. Por el contrario  los programas de ajuste, como lo señalamos párrafos arriba implicaban una fuerte devaluación, aumento de tarifas en servicios públicos, ajuste fiscales, lo que originaba una disminución en el salario real de los trabajadores, pero también mayores ingresos en los sectores productores de bienes exportables, el campo. Con lo que se producía una transferencia de ingresos de un sector a otro.
En definitiva había, como en el juego de la oca, que retroceder varios casilleros en el desarrollo industrial, para volver a empezar nuevamente.
A pesar de estos avances y retrocesos la industrialización  continuó  y avanzó  hasta niveles altos de expansión, pleno empleo, salarios altos, y una alta participación  en la exportación de bienes. (Véase Rapoport) hacia 1970/75. Sin embargo el golpe militar y su ministro de economía Martínez de Hoz pusieron fin al proceso e iniciaron una etapa de desindustrialización acelerado que impactó  sobre todo en el sector pyme.
La industrialización fracasa no por su inviabilidad, a pesar de las restricciones, sino por una decisión política interna e imposiciones del Banco Mundial y el FMI, ya embarcados en las nuevas políticas neoliberales, de la cual Argentina y Chile eran los primeros ensayos.

Existe otra restricción que dificulta un proceso industrializador, de la que pocos hablan, pero que ha sido una de las más importantes para explicar el proceso histórico de industrialización y sus consecuentes fracasos: la falta de una burguesía nacional, con vocación industrialista que lidere este proceso. El fracaso de esta clase de asumir su rol histórico fue un factor importante en la decadencia de Argentina y de su desindustrialización desde 1976, casi hasta la fecha. 
Ocurre también, notoriamente después de 1976,  un fenómeno dañino dado en la acumulación en dólares por parte de esta burguesía fallida y por el sistema bancario y las empresas tras nacionalizadas  para su posterior fuga.
Es evidente que siendo el dólar un bien escaso el conflicto sobre su apropiación genera tensiones evidentes en la sociedad, ya que hay además hábitos arraigados de consumo en las clases altas, de turismo y compras en el exterior, ahorro en dólares o fuga a paraísos fiscales.


La última experiencia:

La última experiencia de industrialización acelerada fue en el periodo 2003/2015, donde se alcanzaron tasas de crecimiento “chinas”, cercanas al 10 % en gran parte del periodo, con índices altos de integración e inserción social. También aquí se produjo una fuerte restricción externa (2011) y una alta fuga de capitales hacia paraísos fiscales. Ante la negativa del gobierno de CFK de acordar políticas de ajuste con el FMI, se privilegió el uso de dólares para el funcionamiento de la industria y se restringió su uso para el turismo,  el ahorro interno o el giro al exterior.
Entre sus autocríticas, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó al diario español El País que “no pudimos resolver cuestiones estructurales en la industrialización del país. Es un dilema fuerte. No le encontramos la vuelta al estrangulamiento que se produce cuando estás industrializando el país”.
La experiencia de  Cambiemos, con sus políticas neoliberales ortodoxas no pudo romper las restricciones externas, pese a aplicar todas las recetas de ajuste y  mega devaluaciones que trastocaron todo el entramado productivo y laboral, solo pudo sostenerse con un brutal endeudamiento externo que agudizó  los problemas de pago de capital e intereses dejando al país en un virtual default..
El fracaso del macrismo es notorio porque fue un buen alumno de las políticas sugeridas por los manuales de economía ortodoxa, los consejos del  Consenso de Washington y del FMI. Su fracaso puso en duda todas las supuestas leyes del mercado.
Las devaluaciones solo sirvieron para generar una trasferencia de riquezas hacia los sectores altos, el resto fue un fracaso, no hubo boom exportador, ni caída en los volúmenes de importación, fuerte inflación, record en los últimos 30 años, dolarización de toda los precios, fugas de capitales, default de la deuda y agudización de la restricción externa, lo que obligó al gobierno a decretar un cepo muy duro sobre la compra de divisas.
En realidad el fracaso macrista mostro claramente la inviabilidad de las políticas neoliberales en nuestros países, la falacia de las supuestas leyes del mercado, la charlatanería inconducente de los economistas del establishment,  y sobre todo una enseñanza histórica, la incapacidad  de la derecha argentina de conducir un proceso de desarrollo con inclusión de las mayorías.


Sorteando restricciones:

El desafío es iniciar un  proceso de una transformación económica que promueva  un desarrollo económico sostenible con inclusión social e inserción en la economía global. Para ello, a la luz de la experiencia histórica, es necesario romper con la lógica lineal de la industrialización por sustitución de importaciones, ya que esta conduce inexorablemente a una crisis externa que terminara frenando la industrialización.
Es clave la planificación del proceso de industrialización, teniendo claro que partimos de una estructura productiva desequilibrada (EPD) y que es necesario planificar de donde se sacan las divisas para financiar el proceso.
En principio es necesario volver a viejos instrumentos, estigmatizados por las lógicas neoliberales, pero que permitirían sortear las restricciones a que hacíamos referencia.
Se requiere de darle al Estado un  rol preponderante, primero en el rol de planificación del proceso y luego que asuma su rol como estado empresario, haciéndose cargo de actividades centrales y estratégicas del proceso productivo.
El estado debe asumir el rol de conductor, al no haber un actor central que lidere el proceso, por falta de una burguesía nacional; tampoco el capital internacional está en condiciones de acompañar un proceso como este. El desarrollismo tradicional apostaba mucho  al rol de la inversión extranjera, pero si bien no se le debe negar participación, es inviable, en la situación del capitalismo mundial, esperar un shock  de inversiones productivas.
Venimos sosteniendo desde hace tiempo la necesidad de una planificación del proceso económico. Pero creemos en la planificación participativa, donde sea la comunidad a través de sus actores (sindicatos, cámaras empresarias, organizaciones sociales, iglesia, y todas las organizaciones libres del pueblo) quienes definan los objetivos y alcances. Al mismo tiempo este proceso participativo debe profundizar el debate en toda la comunidad generando consensos amplios de apoyo al modelo industrialista; se requiere un fuerte apoyo popular para sostener su vigencia en el tiempo.
El Estado debe asumir un rol de “estado desarrollador” o sea un estado motor de la industrialización y el desarrollo. Debe tener  una activa participación en la planificación y en la orientación de la industrialización, definiendo aquellos sectores donde  profundizar la  sustitución de importaciones, acompañada con fuertes alicientes hacia aquellas industrias con capacidad exportadora. El Estado debe ser un socio del sector empresario, utilizando los recursos del estado para un sistema de premios y castigos, que marque el rumbo del sector empresario.
Es fundamental una política de desarrollo del mercado interno pero también  fuertemente exportadora que genere divisas y aleje el fantasma de la restricción externa. En este objetivo el mercado de divisas debe ser fuertemente regulado por parte del Estado, evitando la fuga, controlando los flujos de ingreso y salida, y la fijación de valores diferenciales para el dólar, según su uso final (turismo, industria, ahorro, o financiero)
En este marco es fundamental la innovación y desarrollo científico tecnológico, que permita pegar un salto tecnológico, mejorando la productividad general de la economía. Estamos frente a una nueva oportunidad marcada por la próxima revolución industrial  en la tecnología 5D y la revolución digital. Para ello se requiere generar espacios de colaboración y trabajo donde estén las empresas, los organismos de investigación y desarrollo del estado, INTI, INTA, Conicet, universidades, sindicatos, etc., y donde se puedan desarrollar nuevas tecnologías y materiales.
La tecnología mejorada permite a los trabajadores producir más con el mismo stock de bienes de capital, al combinarlos de formas novedosas y más productivas. Al igual que el crecimiento del capital, la tasa de crecimiento técnico depende en gran medida de la tasa de ahorro e inversión, ya que éstos son necesarios en la investigación y el desarrollo.
También es necesario tener una fuerza de trabajo altamente calificada. Se requiere que los trabajadores se vuelvan más hábiles en sus actividades, aumenten su productividad a través de la capacitación en habilidades, y tengan un aprendizaje que permita entender por qué y cómo se hace, para ejercer mejor su actividad. Esto también requiere políticas activas de parte del Estado, asociado con el sector empresario y los sindicatos, en un programa global de mejoras en el sistema educativo para toda la población. 
En la conferencia “Trabajo tecnológico”, realizada en Pekín durante 1985, se señaló que la ciencia debe servir al sistema de producción. Zhao Ziyang, en su discurso, declaró que “la construcción económica debe basarse en la ciencia y la tecnología, mientras que el trabajo científico y tecnológico debe orientarse a la construcción económica”. La Academia China de Ciencias es la institución más alta de China, y con esta jerarquía y empoderamiento subrayó que la investigación, por más básico que sea su carácter, no puede ser una investigación por sí misma: debe integrarse con la producción.
Lo más importante para los científicos chinos es que el esfuerzo científico debe de estar al servicio de la producción de todo tipo bienes, tanto civiles como militares.
No hay recetas mágicas.  Cada país tiene su historia, su cultura, sus recursos y su estructura política y económica. Sin embargo hay ejemplos, tal vez no para imitar linealmente, pero si para aprender de sus exitosos programas de desarrollo.
Solo una comunidad organizada, orientada y movilizada  puede poner en marcha un proceso de industrialización y desarrollo acelerado, sostenible y sustentable en el tiempo.

Antonio Muñiz

Mail: genialujan@gmail.com
http://causapopularynacional.blogspot.com/

El fantasma del Gattopardo.


        Gattopardo, que es el título de la novela del escritor siciliano Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa (1896-1957), que habla de la decadencia de la nobleza siciliana en la época de la unificación italiana. Desde entonces se usa la expresión gatopardismo para señalar la actitud de “cambiar todo para que las cosas sigan iguales", tal como lo proclama reiteradamente el personaje de la novela.
El gatopardismo es la filosofía política de quienes piensan que es preciso que algo cambie para que todo siga igual. Consiste en ceder en algunos cambios para que lo demás permanezca intocado en la organización social. Se refiere a reformas meramente cosméticas, ociosas o de distracción que se proponen para mantener incólumes los privilegios sociales y económicos de un sector o clase social.
No son tiempos hoy en Argentina y en Latinoamérica para políticas gatopardistas, sería un error histórico no avanzar en reformas estructurales. Es cierto que el neoliberalismo es un enemigo, si bien en crisis, poderoso; que como todo modelo impulsado por EEUU  es un proyecto de dominación imperial, pero a su vez internamente es un proyecto de acumulación de poder político y económico de las clases altas argentinas.   La historia argentina tiene sobrados ejemplos del accionar perverso, amoral y violento de esta clase social parasitaria sobre el resto de la sociedad.

Auge y fracasos:

Desde estas páginas y desde muchas otras se viene haciendo una crítica a las políticas neoliberales implementadas en el mundo, y sobre todo en Argentina, con alguna alternancia, desde mediados de la década de 1970. Solo los corifeos del discurso único, economistas convertidos en divulgadores, muy bien pagos, algunos periodistas a sueldo y algún que otro político, con más prensa que votos siguen negando el fracaso evidente de la experiencia neoliberal en nuestro país. El daño estructural que todavía está causando y la destrucción continua de recursos que conlleva su aplicación resulta hoy más que evidente.
También quedó en evidencia luego de cuatro años de aplicación de estas medidas por parte del gobierno macrista de su inviabilidad histórica y política. La experiencia neoliberal una vez más nos condujo a una crisis de deuda y sobre todo a una crisis social, pauperizando a una parte de la población bajo los niveles de pobreza e indigencia. También quedó  claro el rechazo de la mayoría de los electores en las ultima elecciones nacionales, donde la experiencia neoliberal fue derrotada ampliamente en las urnas. El discurso de Alberto Fernández y de todo el Frente de Todos fue un mensaje claramente opositor a esas ideas y fue correspondido por casi el 50 de electorado.
Hay que tener claro que el neoliberalismo no es solo un modelo económico, es un proyecto político, económico y social de reorganizar y subordinar,  a nuestro países  a los intereses de los países imperiales y las grandes corporaciones y a su vez en el interior de los mismos realinear las distintas fuerzas en función de la hegemonía económica y política de las clases más altas. Esto ha podido tener éxito por la fuerte presión de los países centrales y de sus organismos internacionales (FMI, BM, OMC, etc) y porque, en lo interno,  alrededor de este modelo se fue construyendo un andamiaje legal, técnico, económico, cultural que le da sustento pero también lo legitima. Los fracasos evidente de las diversas experiencias neoliberales, Martínez de Hoz y seguidores (1976/1982), las inconsistencias económicas del gobierno de Raúl Alfonsín,  Menen – Cavallo (1987/1999), Dela Rua (1999/2001), Macri (2015/19), fueron callados por la prensa concentrada y por todo el aparato mediático - cultural – económico.
Pero a pesar del fracaso de este modelo en sus diversas versiones se fue moldeando un país a gusto de los intereses del neoliberalismo vernáculo y los designios del FMI y Banco Mundial.
El daño causado en todo el entretejido productivo, con la destrucción de más del 40% de las industrias pymes, la concentración industrial consecuente y su extranjerización, la desocupación y la pobreza como fenómenos estructurales durante décadas, la deuda externa endémica como gran regulador de las políticas económicas, pero sobre todo la gran restricción a cualquier política de crecimiento, hay que sumarle la destrucción del estado  y su objetivo de llevarlo a su mínima expresión, la destrucción del concepto patria o nación, como un colectivo de voluntades en pos de un objetivo común, la perdida de  valores culturales y morales, la ruptura de lazos sociales, la exacerbación del individualismo extremo, la falsa meritocracia, el sálvese quien pueda, que conducen a la destrucción de la comunidad, de lo social, y por ende a una negación de la política y lo político.
Como decíamos los cambios introducidos  por el neoliberalismo en la sociedad y las instituciones políticas, sociales y culturales se ha convertido en estructurales y han ido persistiendo a pesar de los sucesivos gobiernos y de la periódicas crisis.
Estas instituciones le dan cobertura y sostén al periódico regreso una y otra vez a estas experiencias nefastas y a su vez le dan legitimidad, adueñándose del relato económico y político, como la única salida posible y racional, frente a la supuesta irracionalidad del “populismo “y otras opciones políticas alternativas.

Caballo de Troya.

Según Harvey, en su reciente trabajo sobre la historia del neoliberalismo, el caso argentino constituye para el autor una suerte de manual de cómo  funciona este modelo. El “caballo de Troya” fue la entrada y salida de capitales especulativos de corto plazo, en una especie de “montaña rusa”, donde los ingresos eran notorios pero también sus salidas bruscas. Esta volatilidad alejo a las actividades productivas y generó  lo que se llamó “bicicleta financiera”. El ingreso de capitales fomentaba una expectativa positiva, pero la salida brusca llevaba rápidamente a una “crisis” autoinducida y a una crisis de deuda. El acaparamiento  de riqueza se concretaba por la apropiación de activos ya existentes, sobre todo estatales, y no por la creación de nuevas empresas o proyectos productivos. Harvey lo denomina  “acumulación por desposesión”, Basualdo en sus trabajos sobre la economía argentina en estos periodos llega a la misma conclusión
Se trata de un proceso  tres fases: endeudamiento, crisis y privatización de los activos estatales. O sea el ingreso de capitales que se fue convirtiendo deuda externa a partir de 1976 y el golpe militar y las sucesivas crisis de pago durante la década del 80, fueron llevando a la necesidad de pagar la deuda con las empresas del Estado. El proceso de privatización llevado adelante por Menem y Cavallo tuvo este claro objetivo, llegando a extremos como la privatización de YPF a cambio de bonos de la deuda a valores nominales. Este proceso fue, según Harvey, la “trampa del endeudamiento” y llevó  a la destrucción de ingentes recursos estatales y sociales a mano de empresas extranjeras, a cambio de papeles de deuda, bastante devaluados.
La próxima negociación de la deuda en que está embarcado el nuevo gobierno argentino corre el riesgo que los acreedores avancen en  la desposesión de recursos naturales, caso Vaca Muerta y otros recursos valiosos y estratégicos como el litio. De más esta decir que el irresponsable endeudamiento del gobierno de Macri tuvo y tiene la oculta finalidad de entregar a valores viles la riqueza de nuestro suelo a especuladores  financieros internacionales.
Veremos como el actual gobierno hace frente a la situación planteada, pero queda claro  que una y otra vez el mecanismo perverso vuelve a instalarse, con el riego, como sucedió en 2015, de contar con el apoyo de un sector importante de la sociedad argentina.

¿Nunca más?

Si realmente creemos que hay que decirle NUNCA MAS al neoliberalismo es imprescindible pasar a reformas estructurales  que desmonten el aparato que le da poder político, mediático y legal.
En principio hay que derogar todas las leyes que sirvieron y sirven a estos propósitos, comenzando por la Ley de entidades financieras, dictada por Martínez de Hoz en 1976, piedra basal del modelo porque marco el comienzo del proceso de acumulación financiera, la extranjerización de la banca, la dolarización de la economía, que a su vez sirvió para el proceso perverso, que aún perdura, de apropiación y fuga de divisas. La banca debe estar altamente regulada por el Estado y puesta al servicio de las actividades productivas. La otras dos grandes leyes que deben ser derogadas y que marcaron el proceso de privatización, son la ley de reforma del Estado y la ley de emergencia del Estado, que junto con otras leyes, decretos  y normas internas de diversos organismos hicieron viable el proceso de desposesión de las empresa y recursos del estado durante la década del noventa, el saqueo de nuestra riquezas y la destrucción de gran parte del entramado productivo.
No esta demás aclarar que este proceso de saqueo sigue vigente, junto a las privatizaciones de empresas y servicios del estado se continúan abonando cuantiosos volúmenes de subsidios estatales a las empresas concesionarias, cuando lo que se privatizó fueron las partes más rentables del negocio.
Tal vez uno de los más vergonzosos casos de corrupción que seguramente la  investigará en los próximos meses es el caso de los subsidios a las autopistas privatizadas, donde tiene uno de sus negocios más rentables la familia Macri. Es tan grande la apropiación de recursos por parte de las empresas concesionarias ya que no solo reciben un alto peaje, sino también como “compensación” cuantiosos subsidios. Lo mismo puede decirse de la privatización de Ferrocarriles,  Correo Argentino, puertos, aeropuertos, la generación y distribución eléctrica, agua, gas,  aerolíneas, YPF, y sigue una larga lista, muchas  de ellas además de subsidios tienen asegurado un mercado monopólico y ahora, gracias a Macri, tarifas dolarizadas.
Es que conjuntamente con esta brutal trasferencia de riqueza, se alentó un profundo proceso de concentración y extranjerización de muchos sectores económicos, generando en mucha áreas monopolios u oligopolios, en beneficio siempre de las mismas empresas o grupos, y en muchos casos siguiendo la lógica del neoliberalismo, de poner al estado al servicio de los negocios se obligó a este a pagar cuantiosos subsidios a las mismas. En algunos casos en situaciones tan escandalosas que la empresas cobran más por vía subsidios que por las tarifas.
Es imperioso poner fin a esta desangre constante de recursos que en la mayoría de los casos terminan fugándose, en lugar de volver a inversiones, tal cual está estipulado en muchos contratos de concesión.
Entre las medidas urgentes es necesario poner a la justicia a investigar todo este proceso, porque además de lo perverso y perjudicial para el erario nacional, hay además hechos de corrupción manifiesta, de muchos empresarios y muchos ex funcionarios del gobierno macrista. Al mismo tiempo es fundamental investigar la fuga de capitales y las cuentas en paraísos fiscales  por parte de los mismos actores. Según cifras extraoficiales existen cuentas en cuevas fiscales por parte de ciudadanos  argentinos por más de 500 mil millones de dólares. De más está decir que es dinero en negro, o sea que no ha pagado impuestos y casi con seguridad  proviene de la corrupción u otros ilícitos.
Debe ser imperioso, entre otras,  derogar todas las leyes y normas citadas, eliminar los subsidios, nacionalizar todas las empresas y servicios privatizados, iniciar y planificar un programa de industrialización,  controlar el comercio exterior, controlar el flujo de capitales, poniendo restricciones claras que limiten el accionar especulativo, buscar mecanismo de recuperación de los fondos fugados, dictar una ley antimonopólica, que permita una mayor trasparencia en los mercados, fomentar el ahorro interno y orientarlo vía créditos al sector productivo.
Estas reformas deben ser encaradas en el marco de un gran pacto político y social, luego de un amplio debate y búsqueda de consensos; avanzar en la construcción de un nuevo pacto fundacional, que incluya a todos los sectores cuyos intereses concuerden con los intereses nacionales y populares.
Por supuesto que no son medidas fáciles de tomar, el poder político, económico y mediático de estos grupos es muy grande. Pero de no encarar estas reformas el fantasma del neo liberalismo y todos sus monstruos estarán al acecho, listos para volver en cualquier momento. Solo están esperando y trabajando para el fracaso de esta nueva experiencia popular.



Antonio Muñiz

http://causapopularynacional.blogspot.com/

Lo que la tormenta nos dejó.



“Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no nace”. Indio Solari

Introducción:

Este artículo pretende plantear un breve resumen de la herencia ideológica y cultural  del neoliberalismo tras cuarenta años de predominio de esas ideas en la Argentina y en general en toda Latinoamérica.
En estos días queda claro que, al cabo de casi cuatro décadas,  la experiencia neoliberal en América Latina y el Caribe muestra su fracaso en el terreno de la economía, dejando a su paso una secuela de destrucción del aparato productivo, saqueo de los recursos, y empobrecimiento de las distintas sociedades,  muestra también claros signos de debilitamiento, especialmente en los ámbitos de la cultura y la política. Sin embargo frente a la ausencia de un modelo sociopolítico que lo reemplace,  el pensamiento  de la ortodoxia neoliberal está lejos de estar en retirada.
Cuarenta años de hegemonía, han dejado estructuras e instituciones que le dan sustento, pero sobre todo han remodelado la cultura y lo valores de amplios sectores sociales, modificando hábitos y costumbres sociales y políticas.

Si Dios ha muerto..

Venimos repitiendo una y otra vez que el neoliberalismo no es solo un modelo económico, sino un modelo político, económico, social y cultural, de remodelar nuestras sociedades a un modelo que sirva a los países centrales. Es básicamente un proyecto imperial para someter a nuestros pueblos. Es indudable que el predominio de estas ideas, más los grandes cambios tecnológicos que han ocurrido en ese mismo periodo más la globalización cultural, comercial y financiera que sufre todo el mundo occidental están generando cambios importantes, difícil de mensurar hoy en nuestras sociedades.
En principio puede verse un individualismo extremo, que se ha extendido a todos los ámbitos de la sociedad. Lo que importa es el bienestar del individuo, no de la sociedad o la nación. En palabras de Margaret Thatcher: “No existe tal cosa como sociedad. Existen hombres y mujeres individuales, y también existen familias”.
El individualismo que pregona el neoliberalismo, basado en las teorías del egoísmo, como motor de la toma de decisiones, el exitismo extremo, la meritocracia, el consumo exacerbado, el dinero y el lujo como sinónimos de triunfo, fueron construyendo un hombre alienado, alejado de su historia y de su comunidad. El hombre solo se realiza en comunidad, esta ruptura genera quiebres profundos en el tejido social, ya que rompe los lazos del hombre con su cultura y su pueblo. Destruye comunidad y por ende debilita a la sociedad en su conjunto, generando un requisito básico para el  triunfo del neoliberalismo, el debilitamiento del estado y la desaparición de la política y lo político. Este hombre alienado solo se comunica a través de las redes sociales, en una forma de comunicación totalmente impersonal, recibiendo a su vez una cantidad  importante de información diaria, que no puede procesar y no solo eso, tampoco puede verificar  su autenticidad.
Este individuo aislado de su historia y de su comunidad va perdiendo su capacidad y sus derechos de ciudadano para en el mejor de los casos convertirse en un sujeto productor – consumidor de bienes, Y decimos que en el mejor de los casos porque el sistema excluye a amplios sectores, que no le son útiles, y los degrada a quedarse afuera del circuito producción – trabajo –consumo y los condena a ser parias en su propia tierra, ya que además de perder derechos económicos van perdiendo derechos civiles y políticos.
Tanto más grave aún es el quiebre moral que el neoliberalismo genera en el entramado social, la única regla “ético moral” que pregona es la lógica del éxito económico, la maximización de la utilidades, sobre explotando los recursos naturales, pero también al hombre, que deja de ser un trabajador con derechos a ser un recursos más en el circuito productivo.
Si Dios ha  muerto, si los grandes relatos histórico– políticos han mostrado su fracaso,  si ya no hay certezas, en esta post modernidad “liquida” los valores trascendentales dejan de tener sentido, lo único que prima es el egoísmo y la búsqueda de la salvación individual, entendida esta solo como el triunfo material a cualquier precio.     

El neo liberalismo: un proyecto imperial

Como decíamos párrafos arriba el  neoliberalismo es una forma de gobernar los problemas públicos y  entender a la sociedad. El neoliberalismo no es simplemente un cambio en la economía, es un proyecto político, de sujeción de los países periféricos hacia los países centrales, pero a su vez internamente genera  una concentración de riquezas en una elite en detrimento de las mayorías.
El concepto clave en el pensamiento neoliberal es el mercado. Esta primacía del mercado   va evolucionado desde el liberalismo clásico del “dejar hacer, dejar pasar” al “nuevo liberalismo” donde el estado debe estar subordinado a los intereses del mercado, generando condiciones favorables para la ampliación o creación de nuevos mercados. En otras palabras lo que hace el gobierno neoliberal es crear políticas públicas que empujan a sectores enteros a reorganizarse  en base a los objetivos de negocio de los mercados.
Así fueron rediseñando el mundo, aun con violencia donde fuera necesario, como un “mundo amigable” a los intereses de los países centrales, a efectos de ganar mercados, apropiarse de recursos naturales o países donde fabricar con costos salariales y ambientales más bajos
“Este mundo globalizado, dominado por un pensamiento único, según Ramonet (1995)
 tiene como sus principales rasgos  la preminencia de la  economía sobre la política,  el mercado como  único medio para una asignación eficaz de los recursos. Como corolarios de estos dos pilares, Ramonet citaba la globalización (desaparición de fronteras económicas), la competitividad para sobrevivir en el mercado, la división internacional del trabajo para bajar los costos salariales, la moneda fuerte
como consecuencia de la disciplina monetaria  y, en general, una reducción
tendencial del Estado en todas sus formas”.
Por ultimo está claro que esta aceptación pasiva de la hegemonía del pensamiento neoliberal y su construcción de un mundo globalizado, como único posible se basa en la construcción de consensos y en una cultura y un aparato cultural y mediático que va dando a un sentido común, una forma de ver la realidad, que muchas veces bloquean otras visiones alternativas.
 “ La forma de consumación de la neoliberalización y la implementación de esta, al menos en países como Chile y Argentina en la década de los 70’ fue mediante golpes militares respaldados por las clases altas tradicionales ,   sin embargo, la revolución neoliberal que se le atribuye a Thatcher y Reagan, después de 1979 tuvo que consumarse a través de medios democráticos, para lo cual fue necesaria la construcción de un consentimiento político, un “sentido común”.- Breve historia del neoliberalismo” – David Harvey 
Este proceso de construcción de hegemonía requirió ingentes recursos económicos, tecnológicos y humanos. La fuerte presencia de intelectuales, actores, artistas, economistas, escritores, políticos, generadores de opinión cumplen un rol fundamental en la legitimación de esta ideología.
En este marco toda la industria de medios de información, cultural y audiovisual ha tendido a la concentración en grandes grupos que a su vez, a veces con matices, reproducen la idea del pensamiento único, y el objetivo de ir afianzando un sentido común afín con los objetivos de dominación de los países centrales, pero a su vez, en Latinoamérica se ve claramente, que los grandes medios han ido concentrándose y monopolizándose en manos de las oligarquías locales, dueñas de los medios de producción.
A título de ejemplo,  toda la industria cinematográfica hollywoodense es una maquinaria colosal de penetración cultural e ideológica que le da sustento a las políticas imperiales de EEUU.
A su vez el control del sistema cuenta con tres “gendarmes”, el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, que actúan como voces autorizadas y prestigiosas de la ortodoxia libre cambistas, acordando siempre la ayuda a los países en crisis con recetas recesivas y de libre comercio y circulación del capital, que van amordazando y atando a los países  a los intereses imperiales.
Y si todo falla siempre tienen a los ejércitos de la OTAN para llevar la “democracia y la libertades” a aquellos países que se resistan. 

 Otro mundo es posible:

El neoliberalismo está en crisis, las calles de Chile, Ecuador, Haití, Medio Oriente, algunos países europeos, etc., muestran el descontento de los pueblos, la insatisfacción que el sistema genera.  A su vez los pésimos resultados sociales, políticos, económicos, ambientales, militares, etc, solo muestran el gran fracaso de este modelo.
Sin embargo este crack inminente carece todavía de un modelo alternativo, con lo cual alarga la agonía y hace perdurar en el tiempo sus daños estructurales. Se está dando aquello de Gramsci “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados".
Sin embargo es necesario acelerar los tiempos de debate y acción  para construir otro modelo.
Los argentinos contamos con la memoria colectiva de diversas experiencias de modelos alternativos al capitalismo salvaje, las experiencias de las gobiernos peronistas 45/55 y 2003/15,  dos textos fundacionales, la Constitución de 1949 y el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional de 1974, de Juan Perón y un bagaje de experiencia populares de resistencia al neoliberalismo.
Hay que terminar con los paradigmas del pensamiento único: “Otro mundo es posible” debe ser la consigna de trabajo:
En principio hay que reconstruir la política y lo político como un acto de rebeldía. La herramienta de los pueblos es la política y a ella subordinar la economía y los “mercados”;
Dar una fuerte batalla cultural para apropiarnos del relato de nuestra historia, construir relato y el sentido común de amplias franjas población´;
Construir un nuevo pacto fundacional entre todos los argentinos, en base a la discusión y el debate amplio entre todos los sectores del trabajo, el empresariado, los movimientos sociales, las organizaciones no gubernamentales, las iglesias, etc, consensuando entre todos un modelo de país.
Construir un nuevo pacto ético. La democracia requiere de dirigentes políticos, empresarios, gremiales, sociales que asuman una responsabilidad ética en sus funciones. La   corrupción destruye a una sociedad, pero no hay que ser hipócritas la misma es trasversal a todos los sectores de la sociedad;
Construir un “nosotros” que reemplace el yo individual: el hombre solo se realiza en comunidad;
Democratizar el acceso a la información y la cultura. Consolidar espacios de información y cultura popular;
La organización,  el empoderamiento y la movilización popular deben ser el otro camino rector;
Fuerte inversión en educación en los sectores populares, democratizar el acceso a la educación y la formación continua;
Acelerar un proceso de industrialización, usando el estado como motor del desarrollo y la industrialización;
Limitar y controlar los flujos de capital, estricto control de cambios y defensa de nuestras reservas;
Reconstruir el estado y ponerlo al servicio de los intereses populares;
Crear comunidad, res establecer los lazos sociales y comunales. Fortalecer las organizaciones libres del pueblo;
Construir y ampliar los alcances de la democracia liberal hacia una democracia participativa, social y directa, la única fuente de poder es el pueblo;
Fortalecer nuestras costumbres y cultura, reconstruir la Nación y lo nacional, como un proyecto colectivo que contenga a las grandes mayorías;
Un nacionalismo que se nutra de nuestra historia, pero abierto a la integración con los demás países latinoamericanos. La liberación solo es posible si tiene carácter continental.

Antonio Muñiz
Enero de 2020


El Estado Desarrollador


Luego de cuarenta años de hegemonía del pensamiento neoliberal en el mundo y viendo los paupérrimos resultados obtenidos por estas políticas, estas empiezan a ser cuestionadas desde los centros de poder  y sectores académicos. Ya en numerosos artículos anteriores hemos descripto y enumerado los daños y problemas que ha dejado el neoliberalismo en la economía mundial.
Vale recordar que el neoliberalismo,  en Argentina sobre todo,  se caracterizó por una lógica desindustrializadora, en especial de destrucción del aparato productivo ligado al sector pyme, con el agravamiento de problemas. ya  estructurales, de desempleo, pobreza e indigencia. Podemos recordar frases lamentables de funcionarios del área económica argentina como “el mercado decidirá si fabricamos acero o caramelos” o “la mejor política industrial en no tener políticas”. Estas frases sintetizan un pensamiento muy primario pero que es apoyado, vaya la paradoja, por sectores empresarios y sobre todo por los economistas liberales, históricos divulgadores del pensamiento económico “cipayo”.

Otro mundo existe más allá del neoliberalismo




Desde mediados de los setenta  del siglo XX con la crisis de los petrodólares, el surgimientos de las ideas monetaristas, las experiencias en la aplicación de estas políticas en Chile, Argentina y en otros países latinoamericanos, el surgimiento del pensamiento neo conservador en EEUU e Inglaterra, con Reagan y Thatcher, y la caída del muro de Berlín y el fracaso de la experiencia comunista en Europa Oriental, se inicia un nuevo ciclo histórico. Este nuevo ciclo, enancado en el gran cambio tecnológico y la financiarizacion de la economía, con su primacía de la lógica rentística financiera sobre la faz productiva, marcó el comienzo de la globalización y el pensamiento neoliberal  como pensamiento único.
Sin embargo los países que se ajustaron a estas recetas obtuvieron pésimos resultados en los interno, con mayor concentración económica, mayor extranjerización de los sectores productivos, mayor pobreza y desigualdad,  primacía del sector servicios bancarios financieros, con altas tasas de interés y fuerte endeudamiento interno y externo.
En el caso latinoamericano esta experiencia fue un rotundo fracaso, que ha terminado en estos últimos meses en revueltas populares contra el sistema, Chile, Colombia, Ecuador, etc. Así el neoliberalismo muestra una vez más su inviabilidad histórica, al no poder generar sociedades integradas e igualitarias, sustentables en el largo plazo. Su lógica de maximizar ganancias a cualquier precio, el saqueo y explotación de los recursos de cada país, la subordinación de los países periféricos a los países centrales, ya que el neoliberalismo es una ideología  política imperial de re estructurar el mundo en beneficio de los centros de poder.
Sin embargo hubo países que contradijeron el pensamiento hegemónico y encararon otro modelo alternativo, con muy buenos resultados. Son, entre otros,  los casos de China, Corea del Sur, Vietnam, Finlandia, y antes Alemania y Japón
Se trata de casos que son muy disímiles, tanto por su perfil geográfico, histórico, económico o cultural, en algunos casos con altos niveles de atraso, o grandes daños por conflictos bélicos. Sin embargo, todos comparten la característica de haber salido adelante, de manera exitosa, a través de la acción directa del Estado, como agente central del proceso de desarrollo.
Estas ideas no son nuevas, ya fueron expuestas por Hamilton en EEUU y más desarrolladas por Friedrich List en Alemania en el siglo XIX. Explican el crecimiento de EEUU y Alemania en el siglo XIX y XX.
En la posguerra permitieron el surgimiento de los países derrotados como Alemania y Japón, reconstruyéndose rápidamente y convirtiéndose rápidamente en potencias económicas. Y ya en las últimas décadas permitió el gran crecimiento de los países del sudeste asiático.   

La experiencia de los “tigres asiáticos” muestra  que el éxito del “estado  desarrollador” proviene de la amalgama de 'autonomía integrada', en la cual el “estado desarrollador” está íntimamente asociado con el sector privado pero conserva la distancia suficiente para la renegociación de objetivos y políticas cuando los intereses del capital son inconsistentes o contrarios con el desarrollo nacional planificado.

El hilo común se refiere al papel del estado como socio del sector privado en la transformación industrial nacional. El estado es una agencia reguladora  y los agentes privados  responden a los premios y castigos que establece el estado.
El control estatal de las finanzas, las tasas de interés y los créditos fue la pieza clave del estado desarrollador;  tanto en Japón y Corea del Sur, fueron las principales fuentes de financiación industrial,
Es necesario tener en claro que en Asia Oriental, las relaciones entre el Estado y la sociedad son fundamentalmente diferentes de los de Occidente. Los estados penetran en la sociedad. Como resultado, las líneas entre lo público y lo privado, el gobierno y el mercado, a menudo son borrosas. El concepto del "estado  desarrollador" significa que el gobierno y la industria privada están en una relación de beneficio mutuo, de modo que ni el estado ni la empresa prevalecen sobre el otro. El estado establece incentivos y desincentivos a la inversión privada directa; el éxito de la empresa a su vez refuerza la legitimidad del Estado.

El caso Vietnam


Solo a título de ejemplo profundizaremos el caso de Vietnam:
La historia de Vietnam, fue signada por la agresión imperialista primero de Francia y luego de EEUU, que llevó a una larga guerra de independencia  contra las potencias imperiales, que desangró   el país durante décadas.
Durante todo el proceso de reforma y desarrollo iniciado en 1986, Vietnam ha logrado una tasa promedio de crecimiento anual de 7%, al mismo tiempo que combate extraordinariamente bien los problemas sociales. Así entre 1993 y 2014 logró  una rápida disminución de la  pobreza, del  80% descendió al 18%), al mismo tiempo que logró casi  eliminar la indigencia, reduciéndola del  50% a sólo 3%.
Vietnam ha dado la más alta prioridad a la educación y desarrollo de recursos humanos. Durante los últimos 30 años ha privilegiado la cobertura de calidad de la educación y la capacitación para el trabajo, incluyendo la educación para toda la vida. Las empresas vietnamitas invierten en capacitación montos superiores a los que invierten en adquisición de tecnología; la educación es considerada una inversión básica.
Como complemento desarrolló  y expandió los sistemas de salud, infraestructura básica,  de electricidad, vivienda, agua y saneamiento, todo acompañado con un  programa de fortalecimiento y crecimiento de las pequeñas empresas, planificación de la política  económica; movilización de recursos fiscales para el desarrollo tanto a través del presupuesto como de la banca de desarrollo; reforma del sector financiero, que ha permitido que los principales bancos comerciales estén controlados por bancos estatales; la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, cuya importancia para los planes futuros en actividades manufactureras y agropecuarias es fundamental.

Hacia un Estado Desarrollador:

Ante el fracaso evidente de las políticas y estrategias del neoliberalismo es necesario romper con sus paradigmas, que aunque cuestionados, siguen formando parte de un “sentido común” construido por el aparato cultural e ideológico que acompaña y da sustento a estas ideas. Es necesario reconstruir el estado, que sea motor e impulsor del desarrollo. Un Estado Desarrollador  más activo, robusto y presente,  que permita  instrumentar una política económica orientada al desarrollo de las fuerzas productivas, que lleve a  un crecimiento alto y constante del PBI, pero un desarrollo económico incluyente, que ponga fin a  la creciente desigualdad y pobreza.

Algunas estrategias conducentes:

En el caso argentino en particular y el latinoamericano  en general, donde el rol de estado es diferente a los países asiáticos, en estos son estados más fuertes, autoritarios y poco democráticos. En contraposición los estados latinoamericanos y sus sociedades requieren de otro tipo de políticas de planificación y fijación de objetivos.

El caso argentino:

En el caso argentino planteamos el concepto de planificación participativa, donde todos los actores sociales, económicos y políticos se sientan a una mesa de negociación
A diferencia de la planificación a través de la coerción por parte del estado o de las  fuerzas del mercado, la planificación participativa  requiere que la gente se comprometa
conscientemente con las consecuencias de sus acciones para así como para los demás. Alienta a la gente a trascender sus intereses personales o sectoriales y tomar en cuenta también la situación de otras personas. Promoverá   la cooperación sobre la base de la igualdad, el respeto mutuo y el sentido de comunidad. En este sentido, el proceso de negociación coordinada sería potencialmente transformador. Hay que incorporarle  una dinámica de planificación permanente, donde se permite la corrección rápida de errores o desviaciones detectadas.
Argentina cuenta con una historia rica en experiencias de planificación participativa, desde 1945 en adelante. Es necesario avanzar nuevamente en este camino.  haciendo un balance de los aciertos y errores de las experiencias pasadas.
La planificación debe partir de un amplio debate entre los diversos actores políticos, porque requiere un pacto entre todas las fuerzas populares, los actores del trabajo y el empresariado, pero también las organizaciones sociales - un fenómeno relativamente nuevo-  la iglesia católica y las demás iglesias reconocidas y por supuesto el Estado.

Para finalizar hacemos a continuación un listado de acciones concretas para el debate y la discusión colectiva. Es necesario por ultimo tener en claro que un proceso de industrialización acelerada como planteamos requiere  de la construcción de un gran consenso social y político, que sume a las mayorías populares, ya que estos procesos generan rechazos, a veces violentos, por parte de minorías oligárquicas, que lucran con el status quo , o de grupos cuyos intereses están ligados a los intereses imperiales. 

1)      Romper con el tabú neoliberal y construir un estado fuerte, presente y activo.
2)      Construir un estado emprendedor, que pueda llevar adelante proyectos productivos, cuando la necesidad estratégica de la nación lo requiera o donde el privado no llega o no le interesa.
3)      Dejar a un lado la obsesión del equilibrio fiscal y todas las lógicas monetaristas, perseguidas durante los últimos 40 años, y colocar al centro de la política económica, el crecimiento y el desarrollo económicos productivo, el pleno empleo con salarios altos;
4)      Incrementar la inversión pública en áreas básicas de infraestructura. electricidad, energía, caminos, agua, puertos, etc.
5)       Incrementar la inversión en educación en todos los niveles. Formación para el trabajo, articulando entre el empresario, los trabajadores y el estado.  Pensar la educación como un proceso permanente, para toda la vida.
6)      Incrementar el gasto en Ciencia y Tecnología, vinculando esto con el sector productivo;
7)      Concertar con el sector privado para que incremente su nivel de inversión;
8)      Construir un nuevo Pacto fiscal: Concertar una nueva política fiscal que permita incrementar ingresos tributarios. Apuntar a los contribuyentes de altos ingresos vía impuestos patrimoniales;
9)       Optimizar el gasto, su eficiencia y su impacto en el crecimiento de la economía;
10)  Reconstruir el sistema federal, reconociendo mayor autonomía a las provincias y en los municipios;
11)  Instrumentar una política industrial sustentada en inversión física,  educación de calidad y ciencia, tecnología e innovación, con el fin de abordar el tren de la nueva revolución industrial con las nuevas tecnologías del conocimiento y la información (TIC);
12)  Generar un proceso de industrialización a partir del desarrollo de las mipymes integradas, que fortalezca los salarios, las cadenas de valor y la productividad;
13)  Este proceso de industrialización debe hacerse desde un carácter federal, teniendo en cuenta las realidades locales y regionales. Ademas fortalecer las economías regionales, agregando valor a las producciones primarias.
14)  Recuperar y fortalecer  la banca de fomento,  orientada a financiar el desarrollo de  las mipymes, desarticulada durante la década del noventa;
15)  Fortalecer los fondos de garantías orientándolos exclusivamente garantizar proyectos productivos;
16)   Aumentar la oferta crediticia de la banca comercial, orientándolo en forma obligatoria hacia la oferta crediticia para el sector Mipyme;
17)  La banca comercial y la pública, así como la de desarrollo, deben estar alineados a los objetivos planificados y el desarrollo nacional;
18)  La banca extranjera debe apoyar los objetivos planificados para el desarrollo nacional, asumir riesgos y no responder solo a los intereses de sus matrices;
19)  Desdolarizar la economía en su conjunto. Controlar el flujo de capitales, evitando los ingresos de divisas de corto plazo y con un objetivo puramente especulativo. Preservar el valor del dólar, en un precio de equilibrio, Preservar las reservas del Banco Central.
20)  Urge fortalecer la regulación estatal en las áreas estratégicas, que sea eficiente y posibilite generar mercados realmente competitivos en la economía nacional. Desmonopolizar los sectores de producción y comercialización de bienes, hoy altamente concentrados y extranjerizados.

Antonio Muñiz
Enero 2020

Bibliografía

Meredith Woo-Cummings , El Estado del Desarrollo
Yun-Han Chu , "Estructura estatal y ajuste económico de los países recientemente industrializados de Asia oriental"
Peter Evans , Autonomía integrada: Estados y transformación industrial –
 "La demolición discursiva del modelo de desarrollo asiático"
“La insubordinación fundante” de Marcelo Gullo
“El Sistema Natural de la Economía Política”
 “El Sistema Nacional de la Economía Política” Friedrich List.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.