Auge y ocaso de la democracia



Valga la paradoja que en el mismo momento  en que se ha anunciado el definitivo triunfo del sistema democrático, vemos como empieza a ser cuestionado y  van apareciendo elementos que preanuncian próximas crisis.
El avance de las derechas ultranacionalistas, fascistas y xenófobas en muchos países europeos; la vuelta de golpes cívico militares en América latina, a veces disfrazados de golpes palaciegos y otras, a la vieja usanza con el uso de las fuerzas militares como ariete y gendarme, siempre apañados y alentados por los intereses del Gobierno de EEUU; el levantamiento y la protesta de muchos pueblos contra las políticas de ajuste y saqueo, impuesta por  el FMI, son solo atisbos de la crisis imperante en el mundo.
La democracia que vivimos hoy se expresa en una de sus formas: la democracia liberal, parlamentarista y representativa, aun con una figura presidencial fuerte, como es el caso de EEUU.  



Y es aquí donde comienzan los cuestionamientos y las señales de alarma.
En principio la democracia liberal imperante lleva consigo asociada a la globalización económica y financiera que rige el mundo; el resultado de este maridaje son las profundas desigualdades sociales, el aumento de la pobreza y de las situaciones de miseria y exclusión social que afectan a importantes sectores de la población de esos países, incluso en sociedades desarrolladas y democrático-liberales.
Es probable además que estas señales de crisis se vean profundizadas por  las  profundas transformaciones económicas, tecnológicas, culturales y sociales que vive el mundo hoy. Este cambio global por un lado abre para algunos un panorama de optimismo, para otros, para muchos, despierta fantasmas apocalípticos.

Del ascenso de la democracia liberal.




A fines del siglo XIX y principios del XX, las sociedades modernas se enfrentaron a  transformaciones, producto del paso de la sociedad burguesa y el capitalismo colonial a la sociedad de masas y el capitalismo industrial. Este proceso se vio acompañado por un impresionante cambio tecnológico que no solo afectó  lo productivo sino que también cambio las formas sociales y familiares. Emergen los partidos políticos, los sindicatos, la lucha por la ampliación de derechos sociales y políticos, la creciente concentración y centralización del poder político, la progresiva importancia del liderazgo político, el surgimiento de los movimientos populares en la periferia con su lucha anti colonial, fueron generando un mundo nuevo, no sin contradicciones y violencias
El fin de la segunda  guerra mundial, con la derrota del fascismo y el triunfo del capitalismo anglo yanqui, revestido en formas democráticas liberales, abre en Occidente un panorama de expansión de la democracia.
 Si bien de hecho la democracia liberal moderna es hija de la revolución francesa y de la independencia norteamericana, ambas a fines del siglo XVIII,  puede apreciarse que recién luego de la segunda guerra mundial esta comienza a ser considerara como la forma natural y normal de gobierno.
En Latinoamérica, recién en los años ochenta, se inicia un proceso continuo de gobiernos democráticos, luego de décadas de gobiernos militares,  alentados y prohijados por  EEUU en defensa de sus intereses imperiales.
Está claro que la legitimidad de la democracia en un fenómeno relativamente nuevo en la historia moderna.
Es necesario acentuar que el periodo de postguerra y hasta casi  fines de los ochenta la democracia venia asociada a la lógica del fortalecimiento de los estados y dentro de ellos al estado de bienestar. En ese tramo histórico democracia, bienestar y progreso y social eran casi sinónimos, por lo menos en los países centrales y aquellos periféricos pero que habían alcanzado algún grado de desarrollo. Este eje se  rompe con el fenómeno de la globalización y el cambio de paradigmas del capitalismo, que en su afán de  maximizar su tasa de ganancia rompe las reglas del viejo capitalismo productivo por uno basado en la renta financiera, la concentración,  el monopolio y la sobre explotación de los recursos naturales y humanos. Para lograr esos objetivos debe desarmar los estados nacionales, debilitarlos y ponerlos a su servicio, hacer desaparecer el estado de bienestar tal como lo conocimos y debilitar también los procesos democráticos, vaciándolo de contenido y política.
Lo cara visible de la crisis de la democracia liberal es expresado por el nuevo rol del ser humano, deja de ser un “ciudadano” para ser un  productor –consumidor, en el mejor de los casos, que pierda su carácter de sujeto político, acreedor de derechos sociales y políticos.

Al mismo tiempo como resultado de las políticas neoliberales, en los países se da un fenómeno de concentración de la riqueza en aquellos sectores o clases que ya la poseían, mientras se condena a amplios sectores populares al desempleo y la pobreza. Esta  concentración de riqueza va acompañada naturalmente de mayor concentración del poder político. La democracia se va convirtiendo en un régimen monopolizado por los ricos y al servicio de las clases más pudientes.  El sistema democrático deja de representar a los sectores populares y empieza a ser cuestionada en su legitimidad al no poder canalizar dentro de sus instituciones las demandas sociales.

Si  bien hay numerosos autores que sostienen la decadencia o crisis de la democracia liberal, tanto autores de derecha como de izquierda, Carl Schmitt o Harold Laskin, por ejemplo, existen otros que con Kelsen sostienen “que si bien el parlamentarismo atravesaba por diversas dificultades, nada permitía sin embargo hablar de crisis, bancarrota o agonía del mismo”
Para Kelsen que dadas las condiciones de la sociedad industrial y de masas que vivimos, la democracia - dada la magnitud y la pluralidad de fines inherente a las sociedades modernas únicamente puede ser una «democracia mediada, parlamentaria», esto es, una democracia “en la que la voluntad colectiva que prevalece es la determinada por la voluntad de la mayoría de aquellos que han sido elegidos por la mayoría de los ciudadanos”.

Esta defensa de la modelo hecha por Kelsen nos muestra claramente sus limitaciones y la razón del porqué de los cuestionamientos.



En realidad la democracia liberal se convierte en un gobierno dirigido por una minoría, elegida supuestamente por una mayoría en un acto electoral.

Así los derechos políticos del ciudadano en una democracia  se reducen en síntesis a un mero derecho de sufragio periódico.
Queda claro que deja de existir el sujeto ideal “pueblo” para ser reemplazado por una clase dirigencial, a veces de origen político, pero en las sociedades neoliberales cada vez más son reemplazados por hombres y mujeres provenientes de las corporaciones y los estamentos de negocio. Está claro que esta democracia así concebida no puede dar respuestas a los diversos y antagónicos intereses sectoriales de las sociedades actuales.
Kelsen sostiene frente a las críticas de la izquierda y las propuestas «corporativas» de la derecha, que la democracia moderna “descansa sobre los partidos políticos”. Es más, requiere «un Estado de partidos» en tanto que éstos son las organizaciones que expresan los diversos intereses, las ideologías imperantes, agrupan en su seno a los ciudadanos, construyen voluntades políticas, forman dirigentes  y opinión pública e inciden en la marcha de la cosa  pública.
Esta opinión de Kelsen nos muestra otro de los factores que explican la crisis actual del modelo.
Si bien esta visión, si bien muy eurocéntrica,  define el rol de los partidos políticos tradicionales, restringidos a algunos países centrales en el siglo XIX y  más generalizado durante el siglo XX, pero que ahora en el siglo XXI han ido perdiendo identidad y peso político.
La pérdida de legitimidad de los partidos políticos en general y de la política en particular es un fenómeno mundial.
Por un lado sufren las consecuencias de la perdida de legitimidad de la democracia liberal como sistema, pero por el otro, el neoliberalismo imperante en el mundo, es también un proyecto políticos de dominación y sometimiento de países y pueblos; dentro de cada país a su vez hay minorías asociadas al modelo global que se apropian de los recursos pero también del poder político. En ese marco la democracia y la política son peligrosas para las elites. No es casual el constante accionar de los medios de comunicación con mensaje demonizando a la política y los políticos y a su vez el sistema fue cooptando dirigencias políticas y las puso a su servicio. Es notorio por ejemplo en la mayoría de los países europeos el trasvestismos de los viejos partidos social demócratas, que abandonaron el socialismo  pasaron a defender el modelo y las ideas de la globalización neoliberal, vendido y propagandizado como el modelo único. 
El lugar de los partidos políticos fue siendo ocupado las corporaciones, las empresas y un nuevo actor,  las organizaciones del tercer sector, supuestamente apolíticas que trabajan para el bien común. Además  aparecen nuevos dirigentes “apolíticos”, provenientes del sector empresario, el deporte o la cultura y el espectáculo. Debe quedar claro que siempre detrás de una supuesta apoliticidad se esconde una ideología de derecha neoliberal.
Para sintetizar  el viejo ideal helénico de la asamblea de ciudadanos que participan de forma directa y cotidiana en la toma de decisiones sobre la polis, la democracia moderna se ha convertido en un sistema que  restringe ese  ideal de autodeterminación y participación política de los pueblos.  
La respuesta por derecha a esta crisis es la construcción de una democracia restrictiva, que no hace más que profundizar los errores y limitaciones que venimos refiriéndonos. Y en algunos casos extremos, como Brasil y algunas democracias europeas un corrimiento hacia formas autoritarias cuasi fascistas.

Algunas conclusiones desde la periferia:

En este punto está claro que  no se debe  confundir la mayor o menor hegemonía  de la democracia liberal con la legitimidad del ideal de democracia.
La crisis que se vislumbra es la crisis de la democracia liberal  representativa,  y no necesariamente con la democracia en sí, que es mucho más que las viejas formas parlamentaristas que expresa la ideología neo liberal asociada.
El lógico pensar que el maridaje entre democracia liberal y neoliberalismo, está conduciendo hacia una gran crisis, no solo del capitalismo globalizador sino también a las instituciones democráticas que le dan sustentabilidad.
El neoliberalismo  como un parasito se enancó  en la democracia liberal, pero ahora habiéndola agotado, necesita otro anfitrión, por eso la búsqueda de regímenes democráticos más restrictivos o directamente hacia dictaduras, muy autoritarias en lo político y liberales en lo económico.
Es indudable que la respuesta de los movimientos populares en Latinoamérica, debe pasar por la construcción de modelos económicos y políticos enraizados en su historia y tradiciones.
Primero y sobre todo ante la despolitización de la sociedad que plantea el neoliberalismo hay que ponerle más política. La política es la única herramienta que tienen nuestros pueblos.
Ante la agudización del individualismo, del egoísmo como motor de la vida, construyamos comunidad, solidaridad, organización y unidad de los pueblos.
Ante la crisis de la economía liberal construyamos otro modelo más solidario,  basado en la producción y el trabajo y no en la usura, sostengamos que el hombre es el sujeto de la economía, que solo el trabajo genera riquezas y que por lo tanto esa riqueza debe ser distribuida entre quienes la generan. La economía está subordinada a la política y esta  al bienestar de la comunidad.
Ante la crisis y el debate sobre la democracia, la respuesta no es la búsqueda de modelos autoritarios o mesiánicos, porque estos solo le sirven a las oligarquías locales y a los intereses del imperialismo.
Hay que construir más democracia, una democracia que rompa los estrechos límites del modelo parlamentarista representativo, por un modelo de democracia social, participativa y humanista
Argentina cuenta con historia y tradición de democracia directa, ya desde los “cabildos”  de la época colonial, atisbos de una democracia donde los vecinos participaban directamente de los asuntos públicos hasta el peronismo generador de un experiencia histórica muy rica en cuanto a la construcción de un modelo de democracia diferente y que quedó plasmada en la constitución de 1949, verdadero hecho revolucionario para su época. Esa constitución fue derogada por un golpe militar y denostada y olvidada, por los sucesivos gobiernos, pero marca un camino viable, realizable y sustentable  para construir otro país.
Ante la crisis de la democracia liberal opongamos más democracia, donde el sujeto sea el pueblo organizado y empoderado.
Por ultimo creemos conveniente citar a JDP:  “la República Argentina debe edificar un nuevo proyecto de civilización alternativo al capitalismo liberal. La Comunidad Organizada es un programa de democracia social, participativa y humanista que reconoce y que garantiza los derechos de las personas y que establece una clara conciencia de sus obligaciones. El individuo solamente se realizará en una Comunidad liberada y su destino estará directamente ligado al del conjunto de la colectividad”

Antonio Muñiz
Diciembre de 2019


La pesada herencia



Este 10 de diciembre se inició  una nueva  etapa política, marcada por un anhelo de recuperación luego de cuatro años de  destrucción sistemática, no solo de su entramado productivo y económico,  sino también la desintegración del tejido social, la destrucción de todas las instituciones de la república, la degradación cultural y moral y la corrupción generalizada en tanto en los ámbitos privados como públicos.
Sería largo enumerar los tremendos daños causados por esta nueva y fallida experiencia neoliberal que se aplicó en nuestro país. 
Las experiencias  neoliberales han fracasado una y otra vez, dejando a su paso solo destrucción y miseria.


Esta última  experiencia, llegó paradójicamente   con el voto de la ciudanía y derrotó  a una gestión  peronista, altamente exitosa tanto en lo económico con tasas “chinas”  de crecimientos, disminución del desempleo, como en los niveles de inserción social, disminución de la pobreza y la indigencia. Errores propios, sobre todo políticos,  permitieron que se fuera consolidando una alianza de centro derecha, muy sólida con un fuerte apoyo de los factores de poder concentrados, en especial los monopolios mediáticos comunicacionales.
 La derecha argentina, es una corriente política profundamente ignorante, autoritaria y violenta, pero sabe usar el poder y lo demostró claramente en estos últimos cuatro años de gobierno. No teme usarlo y lo hace con total falta de escrúpulos y de límites. Tiene claro ese pensamiento de Friedrich Nietzsche, cuando el poder  que no se usa y se expande se empieza a perder.
Rápidamente fueron por sus objetivos de desmantelar las acciones del gobierno anterior, perseguir a sus dirigentes, con un claro afán de venganza pero también como futura advertencia a los próximos gobiernos, un ataque a sus intereses y negocios se pagan con la cárcel, Así Boudou termina preso y condenado en procesos amañados y sin el debido proceso ni las mínimas garantías, lo mismo el ex ministro De Vido, preso sin causas y sin procesos, o la persecución penal a Milagro Sala o la difamación constante y persecución judicial a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Y no se limitaron a eso, fueron por las instituciones de la república como la justicia, las oficinas de control, etc, poniendo el estado al servicio de sus intereses y negocios. Atacó  a los periodistas opositores, y fue por la destrucción y/o apropiación de las empresas de medios que no les eran afines.
Esta falta de libertad de prensa, asociada a importantes sumas de dinero estatal hacia empresas y periodistas, afín de cooptar y monopolizar las opiniones favorables al gobierno o silenciar las críticas. Esta cobertura mediática le permitió, en una primera etapa avanzar en sus objetivos, ocultar los claros hechos de corrupción y la subordinación de sus políticas a sus negocios y la concentración de riqueza y posterior fuga de divisas, sin tener que pagar un alto costo.
Su único objetivo fue organizar el saqueo de las riquezas nacionales, transferir recursos de los sectores populares y medios hacia las empresas concentradas, de servicios, energéticas  o alimenticias, generalmente en propiedad de amigos o testaferros, a partir de una  dolarización de sus precios; al mismo tiempo destruyó  el entramado industrial pyme, a partir de las altas tasas de interés, que ahogaban a la producción pero beneficiaba el negocio financiero. Todo esto a la luz del día, pero silenciado por los grandes medios y callado por muchos sectores opositores, políticos y corporativos.
Una vez más las masas populares le pusieron limites a esta políticas en las jornadas de diciembre donde se abortó la sanción de la reforma laboral.  A partir de allí se fue construyendo una alianza unida que terminó  imponiéndose en la urnas, dando por terminado este nuevo fracaso neoliberal.
Como todo proceso histórico deja enseñanzas profundas para el futuro de la política argentina.
La primera es la inviabilidad de la derecha y sus políticas neoliberales para generar un proyecto de nación, que contenga a los 45 millones de argentinos. Su modelo de acumulación rentístico financiero y el extrativismo,  deja afuera a más de la mitad de la población, 
La hegemonía del pensamiento neoliberal en los últimos cuarenta años se basa entre otras cosas en una arquitectural legal  y política que le da sustentabilidad, la concentración de medios audio visuales, el aparato cultural, y el poder económico altamente concentrado, etc,  En esta realidad es necesario articular acciones para desmantelar estas “instituciones”, si buscamos frenar cualquier intento de restauración de estas políticas colonialistas.

La derecha mostró  siempre una capacidad para usar el poder en beneficio de sus intereses y políticas. En cambio hay algo que quedó demostrado en la experiencia histórica de los gobiernos populares o de izquierda durante la primera década y media del siglo XXI en Latinoamérica fue la lógica de un “progresismo pusilánime”, que se queda en las formas “republicanas” que le marca la derecha y no va a fondo en las cuestiones que ameritan una transformación. Queda preso de una forma de ser políticamente correcto, excesivamente formal, cuyos límites lo marca el discurso hegemónico de la derecha. Sin embargo cuando esta gobierna avanza en sus objetivos, sin ningún prurito democrático o republicano, llegando a las acciones violentas de serles necesario. (1)

El escenario mundial es altamente complejo, signado por políticas globalizadora neoliberal, con sus secuelas de desastre económico, medio ambiental, bélico, etc, enmarcado además en una guerra geo política – comercial – tecnológica entre EEUU y China por el predominio  hegemónico en el siglo XXI.
En la región  el escenario aparece muy convulsionado. Por un lado revueltas populares, algunas muy violentas, contra los regímenes neoliberales ya consolidados, pero que muestran su fragilidad, caso Chile y Colombia, la lucha contra la implementación de medidas impulsadas por el FMI, de ajuste  y quita de derechos económicos y políticos sobre los sectores populares, Perú, Ecuador, Haití, Brasil, etc, Por el otro lado gobiernos de base popular como el de Evo morales en Bolivia, atacado y derrocado por un golpe de la derecha boliviana, pero auspiciado y financiado  por EEUU, o los ataque constantes de parte de EEUU hacia Venezuela, Nicaragua o Cuba.
Es indudable que el neoliberalismo ha mostrado su fracaso en la construcción de sociedades modernas e integradas en la región, generando el hartazgo de los sectores medios y populares, pero tampoco se vislumbra, a corto plazo,  un cambio de rumbo de toda la región.
 Como lo venimos escribiendo desde hace tiempo, Latinoamérica es un territorio en disputa, donde se está librando tal vez la batalla decisiva, la que marcara sin dudas el rumbo mundial en las próximas décadas.
No es casual la vuelta de EEUU a las viejas políticas del “garrote” y del “Destino Manifiesto” sobre la región y el uso de la violencia y el golpe de estado desembozado por parte de las oligarquías locales apoyadas por el Departamento de Estado.
En ese contexto,  Argentina y Méjico aparecen como regímenes aislados orientados hacia políticas nacionales y populares.
El caso argentino mostró  algunas facetas para analizar y tener en cuenta para el futuro, uno es el triunfo de una alianza peronista, muy amplia, que logro  sumar adhesiones además de  los sectores agredidos por las políticas del macrismo. Por el otro parece consolidarse  un bloque de derecha muy fuerte, que logró un cuarenta por ciento de votos, a pesar del desastre que generó su gobierno. Esta derecha sigue siendo muy  poderosa, con capacidad de daño en todos los frentes sobre las próximas gestiones.
Este es el contexto donde Alberto Fernández comenzó  a gobernar.
Se puede apreciar a partir de las primeras acciones de gobierno un claro proyecto de romper el statu quo neoliberal y empezar a recomponer el tejido social, productivo y moral de la nación.

La decisión expresada en su discurso inicial por AF de poner en marcha una reforma judicial que ponga fin al ignominioso poder judicial hoy existente, la disolución de los servicios de inteligencia y sobre todo la quita de fondos reservados, apuntan a sanear moralmente las instituciones de la república, jaqueadas y corrompidas por una mafia mediática, judicial, servicios y políticos.
La herencia macrista deja varias bombas que podrían estallarle al futuro gobierno o ponerle restricciones a futura políticas populares. Estamos claramente de “default”, por lo que la negociación con el FMI y los bonistas privados es clave para el logro de los objetivos del gobierno, la inflación más alta de los últimos veinte años, hoy en más del cincuenta por ciento y con una proyección similar para el próximo año, la salida de la dolarización de le economía que impuso el macrismo, en especial alimentos y servicios públicos, la baja de la tasa de interés y desmantelar la “bicicleta financiera”, son solo algunos de los ítem pendientes.

En principio el objetivo central es poner fin a las políticas de ajuste y a las de acumulación rentística financiera imperante en los últimos cuatro años.
La idea central es poner plata en el bolsillo de los argentinos, con ello poner en marcha el consumo interno como motor de la economía, eso llevara a poner en marcha la capacidad instalada parada, hoy entre el 30/40%, de las industria.
Las medidas económicas anunciadas y las que serán enviadas al congreso próximamente van en ese sentido y marcan un cambio de objetivos y de beneficiarios directos de esas políticas. El aumento, moderado, de las retenciones, la suba del impuesto al patrimonio, la renegociación de la deuda externa, un dólar diferenciado, que protege el  mercado interno,  la tarjeta alimentaria, una moratoria amplia para las deudas de las pymes, la doble indemnizaciones para los despidos, aumentos de jubilaciones, AUH, y salarios mínimos, etc, son solo el comienzo de una nueva etapa.

Algunas de estas medidas, ya generaron reacciones adversas por parte de los sectores que ven disminuidos sus beneficios, en el caso de la producción agropecuaria, el aumento de las retenciones hizo que varias asociaciones del sector amenazaran con paros, corte y lockaut patronal. También en estos días puede verse que los medios insignias del poder, la Nación y Clarín, y sus medios cercanos siguen en un periodismo de guerra manifiesta, a pesar de los mensajes conciliatorios del gobierno de superar la grieta.
Como decíamos  más arriba el poder se ejerce, sino comienza a perderse. AF parece dispuesto a ejercerlo y avanzar con las reformas que prometió en campaña y que el pueblo votó. Si persiste y profundiza podrá ir consolidando un respaldo popular más sólido y el apoyo de mayores sectores sociales y políticos.
Por supuesto como decíamos más arriba el panorama general muestra muchas acechanzas, pero también muestran oportunidades de dejar atrás la pesada herencia neoliberal.



Antonio Muñiz
Diciembre 2019


Apuntes para un nuevo pacto fundacional


"La política es conflicto, pero también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas". Juan D Perón

«La verdad se construye en el diálogo social y en la comprensión mutua de las personas y no en los dogmas» Gianni Vattimo

La destrucción que el modelo neoliberal  macrista ha provocado  en la economía real de los argentinos  ha generado las condiciones para que Alberto Fernández  plantee la necesidad de un acuerdo social.  A su vez Cristina Fernández de Kirchner lo propuso como "un nuevo contrato social de ciudadanía responsable”.
Alberto Fernández presentó la necesidad de avanzar en acuerdos con la industria, el campo y los gremios "en el marco de un pacto social". La destrucción de la rentabilidad de las empresas y la licuación del salario en estos casi cuatro años de otro fiasco del neoliberalismo han conseguido la convergencia inmediata de esos intereses. El desafío principal es lograr una confluencia rápida para salir del fondo del pozo al que fueron arrojados por el gobierno de Macri.
"Significa ponernos de acuerdo entre todos en que durante 180 días podamos recomponer salarios sin que esto signifique aumento de inflación". AF

La estrategia  elegida por todos los gobiernos anteriores desde la recuperación democrática fue el de construir una hegemonía, sin la “búsqueda de  acuerdos corporativos”, que les permitiera ordenar el conflicto por la puja distributiva. Visto el fracaso de esas experiencias políticas, en cuanto a estabilidad y crecimiento  macro económico, es necesario replantearse si no es necesario una gran mesa de concertación  donde equilibrar los  intereses corporativos  de cada sector en un plan de crecimiento y desarrollo donde en la estrategia de negociación se dé la ecuación “ganar – ganar”.

Si se lograra este objetivo, sería desde ya, un éxito; aunque tal vez sea necesario doblar la apuesta  y convertirlo  en el puntapié inicial para construir un acuerdo amplio para comenzar a plasmar un tránsito hacia una sociedad más justa y  equilibrada, a pensar un plan de desarrollo social, político y económico a 20 o 30 años.  O sea  trabajar para la construcción de las bases para un nuevo pacto fundacional entre los argentinos.
El desafío mayor del gran acuerdo social es encontrar la forma de ordenar la grieta histórica sobre el proyecto de país. No es una tarea menor administrar el péndulo político y económico de la Argentina.

La historia argentina permite ver que el péndulo se encuentra en el conflicto irresuelto sobre el  proyecto de país. Uno pretende un país proveedor de commoditys agropecuarias, mineras y energía, e integrado al mundo en lógica rentística financiera,  que implica una integración y subordinación  a la potencia imperial del momento. Mientras el otro aspira a un país industrial, de mercado interno y pleno empleo, integrado socialmente e independiente de las potencias para fortalecer el desarrollo nacional.
El macrismo en su desastre económico mostró  una vez más la inviabilidad de un modelo de primarización de la economía , ya se vio claramente la falta de sustentabilidad en el tiempo de un modelo que deja afuera del circuito trabajo – producción – consumo a más de la mitad de su población.
Para romper eses lógica pendular, el gobierno de Fernández-Fernández tendrá que constituir una alianza política, económica y social lo suficientemente fuerte  que le de sustento político.
El fracaso de otro experimento neoliberal, que al igual que el de la última dictadura militar y el de los noventa de la convertibilidad, concluye en un nuevo default de la deuda y en otra crisis de proporciones,  muestra la necesidad de encarar otros caminos y pensar otras estrategias.
Este nuevo fracaso y su crisis consecuente abren las puertas para que el próximo gobierno genere políticas activas de participación ciudadana a fin de poner en debate los modelos en cuestión. Es una oportunidad de dar una gran batalla cultural y política, que ponga blanco sobre negro cual es el proyecto de país que los argentinos queremos  para nuestras futuras generaciones. Es necesario poner en marcha  espacios de debate y discusión en todos los ámbitos, desde las organizaciones vecinales hasta los claustros universitarios, para terminar plasmando en papel un modelo de país consensuado y acordado por las mayorías. 

También esta experiencia de ampliar la  participación ciudadana permitirá romper los estrechos moldes de las instituciones democráticas y las lógicas corporativas de los grandes grupos económicos y mediáticos, que están pretendiendo condicionar al futuro gobierno

Un vez más, la salida es la política.

El primer paso es el logro de un gran acuerdo político que dé inicio y marcó  al proceso. Este acuerdo debe ser construido convocando a todos los partidos políticos, comprometidos con la democracia y los intereses nacionales. El segundo paso es la ampliación a un ámbito mayor, donde participen las organizaciones gremiales, empresarios, las iglesias, lo movimientos sociales, etc, en una gran mesa de debate y discusión, pero con el claro objetivo de abrir y llevar el debate a las bases. El compromiso de todos debe ser pensar la Argentina para los próximos 50 años, construir mecanismos de planificación participativa y sobre todo la construcción de consensos, de un pacto de convivencia a mediano y largo plazo.
Se debe partir de algunas premisas que no pueden ser puestas en duda. El primero y más trascendental: “El poder emana del pueblo. El único soberano es el pueblo”.
El segundo es el compromiso de todos de construir una democracia social, directa y participativa. La lógica imperante en nuestra actual constitución, que se basa en que “el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes…” es un concepto que debe ser borrado. Si el único poder emana del pueblo, es el pueblo quien delibera y gobierna. En esta lógica es necesario la construcción de instituciones  que permitan y faciliten la participación popular en la toma de decisiones. La democracia social se asienta en la organización popular y en el poder popular.
A título solo enunciativa detallamos y desarrollamos a continuación algunos de los grandes temas que deben someterse al debate. En un proceso de participación activa estos títulos se convertirán en disparadores de otros y a su vez se profundizaran los ya planteados.

Planificación y rol del estado

Las diversas experiencias de modelos comparados basados en el caso de países exitosos, coinciden en que resulta fundamental la existencia de un Estado fuerte y activo. Con capacidad de intervenir en la economía y de actuar de árbitro en los conflictos, pero también de disciplinar y de asegurar una relativa igualdad en las condiciones de negociación entre los distintos actores.      
El Estado debe recuperar su capacidad para disciplinar a las elites capitalistas. Además de dar créditos, subsidios y ayudas varias, los gobiernos deben poder reclamar en contra parte que las empresas aumenten sus exportaciones, inviertan, innoven e impulsen el cambio tecnológico.
Es imprescindible romper con los tabú que la ideología neoliberal nos ha impuesto en los últimos 40 años: la planificación de la economía y del desarrollo industrial y el estado empresario.
Por supuesto la planificación no puede ser hecha por tecnócratas a espaldas de los actores de la vida económica ni impuesta de arriba hacia abajo, por el contrario tiene que surgir de una activa participación de todos los sectores involucrados. Además debe ser flexible, de rápida  adecuación a los errores o las desviaciones detectadas.

Al Estado le cabe la responsabilidad llevar adelante  a través de  mecanismos de participación activa de los actores económicos,  cámaras empresarias, sindicatos, organizaciones sociales, etc, la formulación de un proyecto político, económico, productivo y social a ejecutarse en un periodo dado.
Estado tendrá que cumplir también un rol de inversor y en ocasiones  de estado empresario  en aquellos sectores donde el sector privado no puede o no quiere participar o que por razones estratégicas sea imperioso que el estado tenga participación activa

Industrialización

Otro concepto fundamental es que no hay soberanía nacional  sin alcanzar la industrialización.
En el debate se debe poner énfasis en la exposición del fracaso del modelo neo liberal agro exportador, que es necesario poner fin al falso dilema campo – industria. Que es necesario tener políticas económicas de convergencia y mostrar el papel activo del Estado en el desarrollo de los países.
Es vital entender como país que una salida para salir de los continuos fracasos en industrializar las materias primas que producimos, agregar valor a través de la investigación y el desarrollo. En vez de exportar commoditys exportar valor agregado con el consiguiente mayor ingreso de dólares por exportaciones.
Las políticas de fomento a la industria deben ir acompañadas de un fuerte compromiso del sector industrial de cumplir con los objetivos planteados por los acuerdo,  un adecuado abastecimiento del mercado interno, mantenimiento de precios, cumplir metas de exportación, etc,  a cambio de recibir los beneficios de la promoción.
Otro concepto clave para desarrollar, y para el cual hay que dejar atrás la lógica neoliberal imperante. El ahorro interno debe ser para financiar el consumo, la vivienda y la producción de los argentinos. Hay que desacoplar la lógica rentística financiera de la banca pero también de sectores económicos parasitarios q tienden a apropiarse de los recursos nacionales a través de volteretas financieras y terminan fugando el ahorro interno.

Ciencia y tecnología:
                                                       
La alternativa surge clara,  tenemos que desarrollar en el país la tecnología que nutra permanentemente a nuestra industria.
Deben quedar claro estos conceptos esenciales: sin tecnología nacional no habrá una industria realmente argentina, y sin esa  industria podrá existir crecimiento pero nunca desarrollo.
Un área donde el estado debe tener un rol preponderante, tanto solo, o asociado al sector privado es en el desarrollo científico tecnológico. Es necesario articular las áreas del conocimiento y el desarrollo tecnológico del estado: universidades, Conicet, Inti, Inta, etc, con el sector privado a fin de desarrollar ciencia y tecnologías propias. Existe hoy una oportunidad, estamos ante otra revolución industrial, subirnos a ella  pensando nuestro propio desarrollo,  nos permitiría pegar el salto tecnológico, que nos pondría a la par de las naciones centrales. Esto no es un proceso mágico, requiere recursos, convicción, planificación y una guía fuerte del estado.

Acceso a los derechos básicos

El nuevo estado debe garantizar el acceso a cubrir las necesidades básicas de toda la población. El programa hambre cero que lleva adelante el gobierno nacional debe ser el primer paso de una estrategia permanente  de reducir la pobreza y permitir el acceso de todos los argentinos en el circuito de trabajo – consumo – ciudadanía. El derecho a la tierra, a una vivienda digna, a la educación en todos sus niveles, a la salud, a una vejez digna, etc, no pueden ser patrimonio para unos pocos sino un derecho para todos. Cuarenta años de neo liberalismo nos llevaron a estos índices de pobreza e indigencia,  pero también a creer que la pobreza es algo natural y que, de última,  es culpa de los pobres, sin entender que esta es producto de la mala distribución de la riqueza.
La comunidad toda debe asumir el compromiso de articular los mecanismos de inserción social, redistribución de la riqueza, acceso al trabajo, etc, que permita una rápida disminución de esos índices, hasta llevarlos a los mínimos posibles.

Democratizar la justicia.

En los últimos años hemos visto con estupor y asombro como el sistema judicial federal fue siendo cooptado por elementos ajenos al mismo, como los servicios de informaciones, operadores políticos, periodista o empresarios de los medios, servicios de informaciones de otros países, y la injerencia siempre presente de la Embajada y el DE norteamericano, etc. esta cooptación tuvo la finalidad de utilizar a la justicia como un medio para perseguir, castigar o amedrentar políticos opositores y dirigentes gremiales y sociales, que no se subordinan al poder neo colonial yanky en la región.
El fenómeno no es nuevo y se repite como un calco en toda Latinoamérica, Hasta el mismo Papa Fráncico denunció  estas prácticas de “lawfare” o guerra judicial como herramienta de control sobre opositores. El vicepresidente ecuatoriano, preso por “sedición” o la prisión  escandalosa de Lula en Brasil, que le impidió ser candidato en su país. En Argentina las prisiones políticas son moneda corriente, con causas armadas, tribunales y jueces especiales, prisiones preventivas sin sentencias, fraguado de pruebas, etc, todos destinados a perseguir a dirigentes kirchneristas.
Es indudable que un sistema democrático no puede convivir con uno de los poderes del Estado en ese  nivel de corrupción: es fundamental poner punto final a esta vergüenza, para lo cual es necesario llevar adelante reformas estructurales que permitan democratizar la justicia, despolitizarla, controlar el accionar de jueces y fiscales, mejorar la capacitación y la selección de sus miembros, etc. Este proceso requerirá de un amplio debate con participación ciudadana a fin de consensuar una salida.

Fuerzas armadas y la defensa nacional

Como resultado del sangriento  hecho por las fuerzas armadas en 1976, la derrota militar de Malvinas y las asonadas de la década del 80 y principio de los noventa, las fuerza armadas cayeron en el descredito social y político. La falta de una hipótesis de conflicto en la región, la falta de un proyecto nacional y el avance de políticas de achique y ajuste de  los programas neoliberales fueron vaciando de recursos humanos, materiales y de políticas a las tres armas. Hoy tenemos fuerzas ínfimas, sin capacidad operativa, cuando este país requiere de amplias fuerzas para cubrir defensivamente su territorio y sus recursos.
En necesario además recuperar el rol de vinculación entre las fuerzas armadas y el  proceso de industrialización del país. En ese marco reconstruir fabricaciones militares para desarrollar tecnologías para la defensa puede ser un motor de crecimiento de toda la industria nacional.
Consideramos urgente y central re-pensar el rol de las fuerzas armadas, y avanzar en su recuperación en el marco de un proyecto nacional de emancipación. Nuestro país tiene un territorio extenso y una larga plataforma marítima, una porción de su territorio ocupada por una potencia de la OTAN. En este contexto, no tener una profunda política de defensa nacional resulta suicida. Al mismo tiempo, dejar a las fuerzas armadas sin objetivos claros resulta claramente peligroso.

Pacto fiscal  o una nueva ley de coparticipación

Desde hace décadas se viene  arrastrando un debate inconcluso sobre la matriz impositiva de nuestra nación. Parche sobre parche con la única lógica de cubrir los desfasajes  del desequilibrio fiscal, producto este de las políticas de ajuste permanente sobre nuestra economía y el pago de capital e intereses de la deuda externa. Sobre todo a partir de los noventa el problema se fue agudizando por los desequilibrios en las potestades tributarias y las responsabilidades de gastos entre la nación y las provincias. Los gastos se descentralizan en los gobiernos de provincias y municipios pero los recursos se centralizan en el nivel nacional. Así mientras los servicios básicos salud, educación, seguridad, son desfinanciados se sigue aumentando la presión tributaria sobre sectores populares y medios, a través de impuestos al consumo se disminuyen los impuestos al patrimonio o las ganancias,  los bienes suntuarios, etc, que deberían pagar los sectores más ricos. Esta inequidad también afecta a los sectores productivos que ven cargar sobre su a actividad una pesada carga, mientras las actividades parasitarias se ven beneficiadas por quitas importantes.
Es necesario dar forma a un nuevo esquema tributario más progresivo, que permita que el Estado se financie en forma sustentable, se eliminen los impuestos distorsivos  y paguen aquellos que tienen capacidad contributiva. Al mismo tiempo es necesario reelaborar un nuevo Pacto Fiscal federal que respete e incremente las autonomías provinciales  municipales,
Estas situaciones solo pueden saldarse a partir de construir propuestas y consensuar posiciones en el marco de un amplio debate.

La alta concentración de medios es contraria a la democracia.

La alta concentración económica en la empresas de medios de comunicación, más la apropiación por parte de estos monopolios de las nuevas tecnología  han generado una situación de riesgo manifiesto sobre las democracias y las libertades individuales. Ese control absoluto de la información y la emisión de la opinión, basados muchas veces en lo que eufemísticamente llaman la “post verdad”, que no es otra cosa más que la mentira lisa y llana, disfrazada de verdad, busca y muchas veces lo logra construir una subjetividad, un sentido común, que beneficia sus intereses políticos y/o corporativos. Como lo vivimos en los países de la región la prensa se ha convertido en una herramienta poderosa en favor de ideologías e intereses imperiales.
Democratizar el acceso a la información, desmonopolizar al sector, abrir canales de participación ciudadana en el manejo de la noticia, se vuelve imprescindible. La ley de medios del gobierno kirchnerista y sobre todo los mecanismos de participación que le dieron forma muestran un camino. También hay que aprender de la experiencia:   los que se ganó en la calle, luego se perdió en los pasillos de la justicia,

Integración latinoamericana

Es necesario generar un gran debate pero a la vez ir construyendo ese gran espacio latinoamericano, la Patria Grande.  Esta construcción es legal, política, comercial, pero sobre  todo cultural
No hay posibilidades de desarrollo ni de liberación si no es formando parte de un proyecto continental.

Conclusión

Podríamos seguir citando temas y problemas que adolecen a la nación Argentina, hemos detallado solo algunos para tener una idea de la envergadura de la construcción de un nuevo pacto fundacional.
Creemos en la participación activa de los ciudadanos en el debate y resolución de los problemas, en la planificación participativa a través de las diversas y ricas organizaciones populares, en la construcción de abajo hacia arriba y en la política como el arma fundamental de los pueblos en la búsqueda de felicidad y grandeza.
El pueblo argentino tiene antecedentes y experiencia en la construcción de la patria, debemos buscar en nuestra historia aquellos elementos que nos pueden servir hoy. No como una lógica arqueológica de las ideas y de la historia, sino como trampolines que nos puedan lanzar al futuro como Nación.
Negros nubarrones se ciernen sobre nuestros países, solo con la organización, la movilización y la participación popular  podremos construir una estrategia de defensa y resistencia.


Antonio Muñiz
Diciembre de 2019

La historia sin fin


 "La política es conflicto, pero también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas". Perón

“Un clima de rebeldías individuales puede durar indefinidamente sin afectar al régimen que las provoca. Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encauzada en un movimiento de liberación adquiere eficacia necesaria para luchar con éxito”.  J. W. Cooke

Latinoamérica vive una etapa de grandes convulsiones políticas  y sociales. Por un lado nuevamente está siendo agredida por las políticas imperialistas de EEUU, aliadas a las oligarquías locales. Nada nuevo bajo el sol, como en los 70 los golpes cívicos – mediáticos - militares están agrediendo a los gobiernos democráticos de la región. Golpes palaciegos, contra Lugo, Zelaya o Dilma, la proscripción y cárcel de Lula en Brasil, los ataques, por ahora infructuosos, contra el gobierno Bolivariano de Venezuela, o ahora el golpe militar, con una feroz represión sobre los sectores populares que resisten, en Bolivia.
Por el otro hay un hartazgo de los pueblos, que se está viendo en las calles de Chile, Colombia, Haití o Ecuador,  hacia un modelo neoliberal colonialista  imperante en esos países
La región estuvo gobernada desde los noventa por movimientos que pueden ser caracterizados como nacionales y populares, encarnados en figuras fuertes como Chávez, Lula, Kirchner, Correa o Evo, mostraron un camino distinto y exitoso, de integración social, crecimiento económico y autonomía política. Estos movimientos, aun en retirada, mantienen una presencia política importante. No sin contradicciones internas, avances y retroceso, aciertos y errores, conservan un gran apoyo popular
Los proyectos nacionales y populares  son cuestionados tanto por derecha  como por la izquierda. Ya que son  alternativas políticas que pueden y tienen por objetivo disputar poder real, apoderarse de los recursos  y las estructuras del estado y construir un discurso hegemónico, para trasformar a la sociedad  y hacer efectivos los derechos de las mayorías populares.
Caracterizar a estos movimientos no es tarea sencilla ni neutral, porque en cada país asumen características particulares, debidas a la historia, a la praxis de cada pueblo y sobre todo a la construcción y los liderazgos que se dan en cada país.
Por derecha son denostados con el calificativo de “populismos”, término despectivo,   que termina no definiendo  nada, pero con connotaciones de gobierno demagógico, corrupto, clientelistico, que no respeta las reglas de la economía y la política, como el establishment  lo impone. Por izquierda, sobre todo desde el marxismo europeísta, se los define como movimientos burgueses, gatopardistas,  conservadores del sistema, etc.
Por supuesto que esta falta de comprensión de la izquierda y su subestimación de los movimientos nacionales y populares  no es nueva, por el contrario es  la siempre presente visión eurocéntrica que les impide ver el contenido revolucionario del nacionalismo popular en nuestros países. En países colonizados y agredidos por los intereses imperiales el nacionalismo popular es revolucionario.
En general estos movimientos abrevan en experiencias similares anteriores, como el Varguismo, el peronismo o el cardinismo. el Apra peruano, el sandinismo, etc, y en todas las experiencias revolucionarias y anti imperialistas del continente. Este hilo muestra una continuidad histórica que une a todas estas experiencias.
Como todos o casi todos los procesos políticos latinoamericanos se encarnan en la presencia de un liderazgo muy fuerte y definido. La figura del “caudillo” siempre presente en la historia de nuestros países.
Además podemos definirlos por la movilización de masas populares, que representan una alianza de clases bajas, medias y la pequeñas burguesías urbanas y/o rurales, unidas por un sentimiento nacional anti imperialista, con una apelación y construcción de un sujeto “pueblo”, como baluarte  y depositario de  valores trascedentes.  Por el contrario siempre se construye antagonismo con la oligarquía y aquellos sectores sociales o económicos que son aliados de los intereses imperiales.  En cuanto al programa socio económico en general los movimientos populares pueden caracterizarse como anti imperialistas, anti oligárquicos, democráticos, comprometidos en profundizar las formas de democracia directa y participativa, industrialistas, basado en el desarrollo de un fuerte mercado interno, salarios altos y derechos laborales para las clases trabajadoras, fuerte presencia del estado y nacionalización de los sectores básicos de la economía.
Existe una distinción importante entre el nacionalismo popular en los países de América Latina con respecto a fenómenos similares en el mundo, este nacionalismo no es agresivo, ni xenófobo  ni expansionista,  como si lo fue siempre el europeo y el norte americano, tampoco es aislacionista. Por el contrario el proyecto central es la integración política y económica de los países de la “Patria Grande”.

La construcción del Movimiento Popular

El peronismo siempre se pensó a sí mismo como un movimiento de liberación nacional y social, relegando al partido a una mera herramienta electoral. Sin embargo, también, cuando era el momento de presentar listas, estas trataban de reflejar el espíritu movimientista en la construcción de un frente electoral que superara las estrechas paredes del Partido Justicialista.
Perón pensaba al primer peronismo como una alianza entre los trabajadores  industriales y agrarios, la  “burguesía nacional”, la iglesia y el ejército. Esta alianza se rompe  y se produce el golpe militar de 1955. No vamos a entrar analizar las razones de esa ruptura y sus consecuencias, ya que mucho se ha escrito sobre ello. Si un dato que tendrá influencia sobre el futuro, el abandono del peronismo de gran parte de la clase media y la pequeña burguesía, que habían crecido al calor de las políticas de JDP, pero que migraron en una búsqueda de republicanismo abstracto  y ascenso social. Esta clase media busco distintas alternativas políticas, todas infructuosas, apoyo al frondizismo,  a Illia o al golpe de Ongania, todas  experiencias fracasadas, Solo volvió a encontrar su camino cuando los sectores juveniles de esa clase media se volcaron al peronismo a principios de los setenta, conformando una experiencia política, infinitamente rica,  a pesar de su trágico final, producto de la represión del golpe cívico militar.
La idea movimientista siguió siempre en la base de toda construcción peronista, aun en la etapa fallida de la renovación peronista.
NK vuelve a retomar esta idea pero ya desde el gobierno, la famosa transversalidad que planteaba y que llevó  a Cobos a la vice presidencia fue una iniciativa de conformar un frente político y social que ampliara la base electoral del PJ.  La experiencia  permitió  que CFK ganara con un 54 %. 
El Frente para la Victoria fue  una experiencia altamente exitosa, por supuesto llena de contradicciones, como toda construcción política mayoritaria. Fue una herramienta de construcción del gran movimiento  nacional. La deserción de Cobos, no marcó  el quiebre de este proyecto de transversalidad, como lo quisieron ver muchos; el  éxito lo marcó   la sumatoria de miles de jóvenes, clase media y pequeña burguesía al peronismo, aunque muchos lo hicieron desde distintas experiencias y organizaciones políticas no peronistas.

Un cambio de época:

El mundo ha cambiado en esta primeras dos décadas  del siglo XXI. 
¿Es el final de una etapa histórica?
Es difícil decirlo y analizarlo  porque nos falta perspectiva histórica. Estamos viviendo ese proceso, somos espectadores, pero también actores en esta nueva construcción. Pareciera que estamos en una brutal crisis mundial. No solo económica, sino política. Los síntomas de descomposición del viejo orden mundial parecen evidentes, sin embargo es prematuro pensar que está muerto.
La crisis argentina del 2001 donde crujió todo el sistema capitalista local, las sucesivas crisis en el centro de poder mundial, EEUU y Europa, las guerras y el terrorismo en  Medio Oriente, con su secuela de muerte y millones de refugiados que avanzan hacia Europa, la salida del Gran Bretaña de La Unión europea, el fracaso evidente de la experiencia de la Europa Unida, que poco a poco va creando monstruos ultranacionalistas dentro de las fronteras de cada país. Una crisis económica que genera el crecimiento de experiencias políticas que creíamos desaparecidas como el nazismo, con racismo, xenofobia, aislamiento, etc. Vivimos en un capitalismo en crisis, incapaz de dar respuesta a los sectores medios y populares.
La asunción de Donald Trump como presidente de EEUU marcó  también la profundidad de la crisis dentro del mismo centro imperial.
Votado por los sectores populares norteamericanos y odiado por el establishment político, mediático, financiero, pero rodeado por un gabinete de ricos, muy ricos y reaccionarios de derecha, hacen un difícil pronóstico hacia el futuro.
En principio en estos dos años de mandato todo parece indicar que  EEUU se va cerrando sobre sí misma, por lo menos en lo económico y comercial. Pareciera que EE.UU. vuelve a su vieja política pre primera guerra mundial de aislarse  y cerrarse al mundo.
Lamentablemente este cerrarse sobre sí mismo implica también un cerrarse sobre su patio trasero. En una etapa de decadencia, EEUU vuelve a sus viejas políticas del Destino Manifiesto y el Gran Garrote sobre los países de América asegurándose recursos naturales y energéticos de la región, además de mercados para sus productos.
En estos días estamos viendo una nueva escalada de políticas imperialistas y colonialista, por parte del DE yanqui, siempre aliado a grupos oligárquicos de cada país: el golpe militar contra la democracia boliviana muestra una vez más la  peor cara de las políticas norteamericana para la región, No solo derrocan gobiernos democráticos y populares, sino que también ejercen una feroz represión interna contra esos movimientos, sus dirigentes y sus pueblos.

Un escenario complejo

El escenario latinoamericano es complejo. El nuevo gobierno popular argentino, si bien llega legitimado por el amplio triunfo sobre el anterior y sus políticas neoliberales de los últimos cuatro años, enfrenta un escenario regional hostil, agudizado en estos días por el triunfo del candidato de la derecha uruguaya,   Lacalle Pou y  su posible alineación con las políticas de Bolsonaro y Trump para la región.
Por el otro lado enfrenta internamente  a sectores políticos, económicos y mediáticos,  muy poderosos, que han crecido al amparo de las políticas neoliberales de los últimos años. Estos grupos, seguramente alentados y algunos caso financiados por el DE de EEUU,  se preparan para resistir cualquier cambio en las políticas o modificación de sus privilegios. El ejemplo más perverso son sectores de la burguesía agro pecuaria que amenaza con un lockout patronal ante cualquier intento del nuevo gobierno de imponer una suba de retenciones. Y detrás de todo este escenario,  la deuda externa,  que el próximo gobierno sufrirá como una gran restricción a cualquiera de sus políticas destinadas a modificar el status quo.
La pregunta que surge es como enfrentar, desde la legitimidad  de un gobierno electo,  un escenario con  tantas y complejas acechanzas. La respuesta está en nuestra historia y la praxis política de nuestro pueblo. Es necesaria la construcción y fortalecimiento de un gran movimiento de liberación nacional y social, que de respaldo a las políticas populares del próximo gobierno.
Pero como en toda construcción política hay que pasar de la idea al hecho concreto.
Es tarea de todos poner esfuerzo en esta construcción de un proyecto nacional,  popular y revolucionario. Hay que recuperar el espíritu y la  lógica  movimientista, debe ser nacional, abierto, participativo, poli clasista, que nuclee a todos y a todas aquellos que quieran una Argentina justa, libre, soberana, unidos en un programa  de acción común y un sueño y una mística compartidos.
Debe ser un  espacio que tenga vocación fundacional, de desmontar a la vieja Argentina moldeada en la estructura legal y económica del Liberalismo,  y construir una nueva Argentina, sobre bases sólidas y duraderas.
La historia no terminó,  como nos decía Fukuyama allá por los noventa, los hombres y los pueblos construyen día a día su historia por lo tanto mientras exista el hombre siempre habrá historia y política a su alrededor.
El imperativo de la hora nos impone generar políticas de fortalecimiento de las organizaciones populares, definir un rumbo claro y preciso, dialogar con el pueblo para no perder el rumbo, evitar que de la crisis sigan lucrando los personeros de siempre, que en nombre de la república y las instituciones saquean nuestra riqueza, no permitir el paso de experiencia políticas golpistas,  autoritarias, xenófobas, y violentas como alternativas mesiánicas y salvadoras.
Debemos pensar la Argentina para los próximos 50 años, buscando en nuestras raíces e historia, pero lanzados al  futuro, Insertos en un mundo caótico y cambiante.  Pensar situados en el aquí y ahora, desde nosotros y nuestra historia  construir nuestro futuro.

Antonio Muñiz
Noviembre 2019

La decadencia del imperio americano.


“La historia de la humanidad, es la historia de la lucha de los pueblos contra los imperios”. JDP, La Hora de los pueblos

La agudización de los ataques de Washington contra lo que el Consejero de Seguridad Nacional John Bolton denominó el nuevo “eje del mal” en la región  (Cuba, Venezuela y Nicaragua) y la actual ofensiva   golpista  contra el gobierno boliviano y la situación de resistencia de su pueblo hace necesario generar los debates ante estas situaciones donde el principio de autodeterminación de los pueblos está siendo avasallado brutalmente.
En indudable que la nueva ofensiva de EEUU sobre la región tiene ya varios años, en ese marco deben entenderse los golpes “blandos” contra Manuel Zelaya en Honduras (2009). Fernando Lugo en Paraguay (2012) y Dilma Rousseff (2016) y la posterior persecución de Lula y su proscripción que permitió el triunfo de un militar  caricaturesco, pero por ende peligroso, afín a las políticas imperiales de Washington.
También en ese marco deben entenderse los procesos de Ecuador, donde hubo una persecución hacia los dirigentes leales al ex presidente Correa, estando detenido,  en un proceso grotesco, el actual vicepresidente por el delito de “sedición”. Todo orquestado por el actual presidente Lenin Moreno, en contubernio con la embajada yanky  y los poderes facticos, judicial, medios y económicos de ese país.
Haití agredida y saqueada hasta el límite y su pueblo en las calles luchando por sobrevivir, lleva más de 50 muertos bajo las balas de un ejército armado por EEUU.
El pueblo chileno en lucha también contra el modelo neoliberal y el gobierno de derecha de Piñera, brutalmente reprimido, con prácticas de represión aberrantes, toleradas y hasta avaladas por EEUU y sus países aliados.
El rotundo fracaso de las políticas agresivas contra Venezuela, para derrocar a Maduro, pero sobre todo apropiarse del rico subsuelo venezolano y así domesticar al resto de la América del Sur, llevó  a la ofensiva brutal contra el gobierno boliviano y su pueblo.  
Es necesario comprender distintas dimensiones de la actual ofensiva imperial estadounidense y de los enormes desafíos y riesgos que suponen para Nuestra América. La agresión imperial pone nuevamente en riesgo la  región, convirtiéndola en  una zona de guerra.
Reivindicar los principios de “no intervención” y “autodeterminación de los pueblos”, ante la desembozada agresión contra nuestros países, es una tarea urgente para todas las fuerzas democráticas, populares y antiimperialistas  de todo el mundo y, en particular, de Nuestra América.

Avances y retrocesos

El sistema mundial se encuentra en plena crisis histórica.
Las profundas transformaciones de la economía mundial: globalización productiva, revolución científico-técnica,  primacía de la lógica de acumulación financiera, concentración de del capital, monopolización, etc, que se iniciaron a principio de los ochenta han llevado a EEUU y sus aliados a la cúspide de su poder imperial, sobre todo luego de la caída del muro de Berlín y del comunismo.
Sin embargo también este proceso beneficio a otro gran jugador,  China, que hoy le disputa la hegemonía económica y militar. Junto a China, volvió al ruedo, como potencia, Rusia, más la India y nuevos jugadores nucleados en los Brics.
También el proceso de globalización está en crisis y muestra fisuras importantes, sobre todo luego del crac financiero de 2008 en EEUU que hizo temblar todo el andamiaje de los países centrales.
Aun dentro de los países centrales y más aún en Latinoamérica, los pueblos se están expresado su hartazgo frente a un modelo que no da respuesta a las necesidades de su población, revuelta populares se están dando en la misma Europa, pero también en Medio Oriente, África, Asia, por razones de subsistencia,  el precio de los alimentos,  de los combustibles,  o mayor libertad y mejores condiciones de vida.
Así el orden  impuesto al mundo por EEUU y el capitalismo occidental está en crisis, y es más,   ha llevado al mundo a situaciones límites.
Hoy enfrentamos crisis profundas en diversas áreas y regiones: climática ambiental, económica productiva, financiera, conflictos bélicos, etc.

“América Primero”.

Con el triunfo de Donald Trump se produce un cambio de las correlaciones de fuerzas en Estados Unidos y por ende de sus políticas. Con Trump vuelven las viejas políticas nacionalistas, industrialistas, de cerrarse sobre sí mismo, por supuesto,  con contradicciones internas,  en detrimento de los sectores globalizadores.
Detrás del eslogan “Estados Unidos primero”, se encuentran los diversos actores internos perdidosos con la globalización, los industriales que producen para el mercado interno, los  sectores obreros “blancos” en general que vieron perder calidad de vida en los últimos treinta años, aquellos que ve como un peligro la subordinación de EEUU a organismo internacionales, acuerdos multilaterales, y el surgimiento de nuevo liderazgos en el mundo que ponen en cuestión el lugar de EEUU.

Si bien EEUU tiene un sector industrial basado en la investigación, el desarrollo y la innovación productiva, líder en el mundo, también hay sectores que han quedado retrasados,  estos sectores están pidiendo  la adopción de políticas “proteccionistas” y nacionalistas como las que expresa el trumpismo.
También importantes sectores militares ven como una amenaza para la seguridad nacional la desindustrialización de los Estados Unidos y vienen presionando para una política contraria al globalismo.

La política del gran garrote.

A grande rasgos podemos decir que en Estados Unidos están en lucha dos grandes estrategias imperiales.
Por un lado, las fuerzas globalizadoras internacionalista, practicado por la gestión Obama y sostenido por la mayor parte de las transnacionales, las redes financieras globales y el establishment liberal, todo apoyado en las instituciones globales, FMI, Banco Mundial, OMC, etc, mega acuerdos comerciales, expansión y centralización militar.
La estrategia de estos grupos es construir  un poder supranacional, que garantice la hegemonía y la capacidad de acumulación capitalista, en beneficio del centro hegemónico y pueda imponerse y subordinar  a los periféricos.  
En cambio Trump, busca “recuperar” la hegemonía estadounidense en el sistema mundial como Estado-nación y fortalecer el polo angloamericanoeuropeo con vértice en Washington para, desde ahí, librar las luchas contra las potencias emergentes, en especial China.
Dentro de esta estrategia global y en cerrarse sobre sí mismo, su viejo “patio trasero”, Latinoamérica, cobra de nuevo valor.
En ese sentido vuelven las políticas de seguridad hemisféricas, enmarcadas en la doctrina Monroe y exacerbando el intervencionismo en la región frente a cualquier alternativa que desafíe  los intereses de Washington.
La políticas de Trump con respecto a América Latina debe ser vistas en la lógica imperial en la doctrina del Destino Manifiesto, la política del gran garrote,  que llevaron a anexar al mitad  de los territorios mejicanos en la guerra de 1846, apropiarse de los restos del imperio español en la guerra de 1898, de la Doctrina Monroe (1904), las intervenciones y ocupaciones militares en el Caribe, Centroamérica y Colombia/Panamá, Granada y los golpes sangrientos durante los 60y 70, todos prohijados por intereses norteamericanos.
Queda claro que EEUU se cierra sobre sí mismo y por ende sobre América Latina, para frenar su declive global.
Su política de relanzar su hegemonía imperial, basada en la apropiación y saqueo de los recursos, minerales estratégicos, petróleo, gas, biodiversidad, fuerza de trabajo y mercados, etc, está chocando con las experiencia políticas de los países de la región.
La ascensión de Gobiernos populares durante los primeros quince años del siglo XXI, han sido experiencias exitosas que permitieron un crecimiento económico y desarrollo importante, con la inclusión de amplios sectores populares al mercado laboral y de consumo.
Estas experiencias populares exitosas, a pesar de la fuerte oposición interna y externa que sufrieron, muestran un camino distinto al que quiere imponer nuevamente el imperialismo.
América Latina sigue siendo un territorio de lucha contra los imperios colonizadores, como los fue en los últimos 500 años.
Y para terminar esta breve reseña sobre la realidad política vuelve vigente como siempre las palabras de Juan Domingo Perón en “La Hora de los pueblos”, que nos marca un camino de resistencia, la construcción de una gran movimiento de unidad nacional, liberación política y social.
Anteponer los  antagonismos políticos o de clase en la lucha contra el imperialismo, esto es inseparable del pensamiento de Perón,
 “De cuanto venimos hablando se infiere que el problema argentino es un poco el problema del mundo,….., y que consiste en la liberación en lo internacional y en las reformas estructurales en lo interno.  Sin esas reformas indispensables no habrá paz interior estable y duradera como impone una convivencia creadora, y sin liberación no habrá ni justicia social, ni independencia económica, ni soberanía nacional, factores indispensables de la grandeza nacional, y no saldremos nunca de nuestra triste condición de "subdesarrollados", en tanto seamos tributarios de la explotación imperialista”. JDP

Antonio Muñiz
20 de noviembre de 2019

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.