Tres años de frustraciones y en caída libre.



Y entre los males y los desmanes
Hay cierta gente que - ya se sabe -,
Saca provecho de la ocasión;
Comprando a uno lo que vale dos
Y haciendo abuso de autoridad
Se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido
Y ruego a usted tome partido
Para intentar una solución,
Que bien podría ser la unión
De los que aún estamos vivos
Para torcer nuestro destino...
Informe de situación. Víctor Heredia


Llegó diciembre y se cumplieron  tres años del  gobierno de Mauricio Macri.
Un tiempo de balance de lo hecho, de los errores y aciertos, también un tiempo de pensar el próximo y último año de esta gestión.
En línea general puede decirse que el esquema básico de este gobierno ha sido un plan clásico neo liberal monetarista. Así entre las primeras medidas estuvo la desregulación de los mercados cambiario, monetario, financiero y bienes y servicios. Estas medidas tenían y tienen la finalidad combatir la inflación, basados en la creencia que esta es un fenómeno exclusivamente monetario. Con ese objetivo se impone una tasa de interés muy alta y mecanismos financieros destinados a absorber moneda circulante, tratando de “secar la plaza”. Estas políticas llevan fomentar el ingreso de inversiones extranjeras de corto plazo, aprovechando las oportunidades de negocios rápidos, seguros y de alta rentabilidad en dólares. No es más que la archí conocida “bicicleta financiera”, cuyo mecanismo ya sufrimos en otras ocasiones.
La otra herramienta utilizada fue el endeudamiento externo para financiar gastos corrientes, un error basado en la creencia ideológica que la emisión de moneda local conlleva inflación. 



Además como políticas anti inflacionarias se redujo el salario real, disminuyendo el poder de compra de los sectores bajos y medios y  la apertura indiscriminada de productos de consumo masivo, que compiten con la producción local.
De más esta decir que estas medidas produjeron rápidamente una fuerte caída en la demanda, afectando sobre todo a las pymes que producían para el mercado interno.
Las políticas de desregulación financiera produjeron altas ganancias para el sector, pero también una fuga constante de dólares, provocando devaluaciones que a su vez retro alimentan el proceso inflacionario.
No es intención de esta nota profundizar otras cuestiones que deben ser investigados por la justicia y las futuras gestiones sobre el alto grado de corrupción imperante en las primeras líneas de gobierno. Hubo y hay situaciones de negocios lesivos para el estado y la nación, entre ellas el endeudamiento con comisiones y bancos amigos, fugas y blanqueos, dólar futuro, beneficios a empresa amigas,  tarifazos, etc., que explican algunos “errores” de la política económica.
Indudablemente estos errores de política económica también están explicados por la miopía ideológica del neo liberalismo argentino. La culpa de todos los males es el déficit estatal y la emisión monetaria para cubrirlo. Así todas las políticas fueron orientadas hacia ese objetivo.
Por supuesto terminaron  hacia abril/mayo/junio en una corrida cambiaria, seguida por una alta inflación que a su vez profundizó la recesión económica. En los meses de crisis  el Gobierno gastó alrededor de $16 mil millones de las reservas para sostener el peso, sin embargo el  valor del billete estadounidense en promedio era de $ 18.76 al comienzo del 2018,  llegó a casi 40 pesos en y estabilizándose  en 39/40, lo que representa un incremento en lo que va del año del 108.42%
El acuerdo con el FMI, que se firmó en junio y se revisó en octubre consiguió frenar la situación pero profundizó el esquema de ajuste sobre la economía con objetivos difícilmente cumplibles,  como déficit cero.
Las señales que muestran la economía y la opinión de expertos internacionales pronostican un escaso éxito a estas políticas, ya que están orientadas a “recuperar la confianza de los mercados” basados en la austeridad fiscal y monetaria.
“El problema es que la ‘austeridad expansiva’ no funciona”. “El programa del FMI se centra en ‘generar confianza en el mercado’, pero las recesiones generalmente no generan tal confianza. Y no existe discrepancia en la postura de que las políticas que Argentina está implementando en el marco del programa están afectando negativamente a su economía”. (1)
El acuerdo con el FMI se basa en el supuesto que  la economía comience a recuperarse en el segundo trimestre del próximo año a partir del crecimiento de las ventas externas, sobre todo de  granos; sin embargo parecen pronósticos demasiado optimista. La próxima cosecha no sería tan grande como estaba prevista y que se vaticina un escenario de recesión económica y comercial mundial, dada las políticas de EEUU de alza de su tasa de interés y la guerra comercial entre este país y China.
Los pronósticos de la inflación, tasas de interés y la relación deuda/PIB, crecimiento de la economía hacia 2019, que han sido acordados   por el FMI, muestran su inconsistencia y permiten ver una situación compleja  de cara al futuro. 
Si el Gobierno se atiene a los objetivos del programa o los intensifica (como hizo en octubre), existe el riesgo de una recesión prolongada, con su secuela de sufrimiento y dificultades para millones de argentinos a medida que el desempleo y la pobreza aumenten con la recesión.
Hubo una larga sucesión de errores. El primero fue la rápida acumulación de la deuda en moneda extranjera, el gobierno emitió deuda por 170 mil millones de dólares, a eso hay que suma 57 mil millones  acordados con FMI. El pago de intereses creció 523%  y pasó a ser el 15 % del gasto total y la relación deuda /PBI creció hasta ser el 87 % en diciembre de 2018.
Como balance podemos decir que todos los números de la economía son pésimos y los pronósticos para 2019/20 son nefastos, pronosticándose, aun en los mercados internacionales, un seguro default.
Además el daño causado en la economía real es muy grave dada la destrucción de capital  instalado, sobre todo la reducción de la actividad industrial, (hoy en promedio un 50% de la capacidad instalada), desempleo, (destrucción de más de 100 mil puestos de trabajo), índice de pobreza (33,4), un  tercio de la población argentina bajo la línea de pobreza,  riesgo país, más de 800 puntos, etc.
Estas cifras son solo un ejemplo de la situación de crisis y destrucción de la economía argentina y de la pesada herencia para los próximos gobiernos y las generaciones futuras.



Antonio Muñiz
22 de diciembre de 2018

Re primarización de la economía y dependencia: un modelo perverso.

Existe un largo debate, nunca del todo saldado, en la Argentina, sobre su modelo de desarrollo, uno basado en la exportación de  sus recursos naturales, agro y ahora minero, y otro que no reniega de esos recursos, pero prioriza un desarrollo industrial.
Nuevamente la economía mundial y el programa del gobierno parecen condenarnos está insertándonos dentro de  la nueva división internacional del trabajo, al igual que en el siglo XIX a ser un país proveedor de commoditis. 
Claramente en estos tres años de gobierno está mostrando que se va conformando una economía cuyo eje de desarrollo económico y social no es el mercado interno sino las exportaciones de los principales productos agropecuarios, concentrados, especialmente de la región pampeana que mantiene así su hegemonía histórica, así como también muestra un persistente retroceso del sector industrial y de la construcción.



En todo Latinoamérica ha habido un fuerte proceso de primarización en los últimos 30 años dejando atrás el proceso industrialización por sustitución de importaciones que rigió en la posguerra hasta fines de los años 70, principios de los 80.

El principal indicador que confirma la hipótesis de la reprimarización está en la pérdida de importancia de la industria manufacturera en el producto interno bruto (PIB) de la región. Aquí los datos son contundentes y muestran cómo el proyecto de industrialización está en franco retroceso, al grado de que es posible afirmar que se ha abandonado. Para toda la región, la participación del sector manufacturero en el PIB cayó de 12.7 por ciento a 6.4 por ciento entre los años 1975 - 2006,
El caso más espectacular de la reprimarización y desindustrialización es Argentina: la participación de las manufacturas en el PIB cae de 43.5 a 27 por ciento en ese periodo, a pesar de que hubo un fuerte crecimiento en el sector industrial durante la presidencia de Néstor y Cristina Kirchner en los años 2003/2008 y un estancamiento relativo en el periodo siguiente 2009/ 2016. Estas políticas desarrollistas fueron parciales y no alcanzaron a quebrar la decadencia del sector. Nuevamente a partir de 2016 se vuelven a aplicar la viejas recetas  neoliberales con el nuevo gobierno de Mauricio Macri,
Un desplome parecido sufrió Ecuador, donde las manufacturas pasan de 19 por ciento a 10 por ciento del PIB en ese periodo.
Para Brasil, la caída fue menor, las manufacturas pasaron de 28 a 24% por ciento del PIB en ese periodo.
En la última década a apareció el fenómeno de las “maquiladoras” en México y algún otro país de centro américa. Son simplemente armadoras de productos aprovechando los salarios más bajos de la región, sin embargo  este fenómeno corresponde  a una exportación de mano de obra barata, más que a un proceso de industrialización.

Una caída semejante en la actividad industrial seguramente va a acompañada de la destrucción de capital productivo,  de capacidades humanas, de calidad de vida y de capital social acumulado,  que son de muy difícil recuperación.,



Haciendo un balance histórico puede decirse que América Latina comenzó un proceso de industrialización, dejando atrás el modelo agro – minero exportador que caracterizó el siglo XIX y principios del 20,  través de una estrategia se sustitución de importaciones a partir de la década del 30, acelerada luego por la guerra mundial y que llego hasta fines de la década del 70.
La región en su conjunto experimentó, una tasa de crecimiento del PIB per cápita de 2.5 por ciento. En contraste, entre 1973 y 2001, el PIB per cápita apenas crece  0.75  % anual, casi una economía estancada durante 3 décadas.
Así puede verse que una economía basada en la exportación de sus  productos primarios, sin el agregado de valor, solo puede llevar a un crecimiento mediocre, sino también al estancamiento.
Los recursos primarios son de escaso valor agregado, ocupan poca mano de obra y en general mal pagas, muy inferiores a los que paga el sector manufacturero. Y además sufren un problema estructural, la de la volatilidad de los precios y el deterioro de los términos de intercambio. Lo cual lleva a periódicas situaciones de crisis externa, de las cuales nuestro país tiene probados antecedentes.
Otro dato peligro sobre este modelo es el daño ambiental que está causando en vasta regiones, intensificando la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el uso de agro tóxicos, la degradación de suelos, el uso y desperdicio de agua en la explotación minera, contaminación de napas por arsénico, etc. Un daño ambiental difícil de mensurar hoy pero que en el mejor de los casos se tardara  décadas en revertir, con el agravante que las compañías no se hacen cargo de ese costo, trasladándoselo al resto de la comunidad y a las generación futuras.
Porque países que intentaron salir del sub desarrollo, que tuvieron en general una exitoso proceso de industrialización , puede que incompleto y parcial, pero que mostro resultados envidiables en cuanto a integración social y económica, niveles de vida, buenos  salarios, niveles de ocupación, alto consumo,  etc, vuelven hoy a políticas fracasadas una y otra vez con un costo social altísimo?
Desde el punto de vista económico podemos afirmar que en principio no es casual, que hubo políticas claras orientadas desde los centros de poder político y económico  hacia esos objetivos. Los más evidentes son el FMI, el Banco Mundial, pero a ellos se sumaron universidades, centros de estudios y  “grande economistas” “prestigiosos” a fin de instaurar este régimen y darle legitimidad. Internamente en cada país hubo y hay minorías oligárquicas, siempre socias, de los grupos e intereses imperiales, dueñas de la tierra y ende de los recursos naturales que se benefician con este modelo, ya que han ido diversificando sus intereses; dirigiendo sus inversiones hacia  la banca y de los medios audiovisuales concentrados.

Desde la crisis del petróleo en los 70 y la generación de altos excedentes en dólares  (petro dólares) que se volcaron al sistema financiero global se inició un periodo de prevalencia de las actividades rentístico financiero.
Este modelo  convirtió al sector  financiero en un poder globalizado,  dominante  en lo económico y político, con un poder  en crecimiento, ya sea bajo gobiernos militares o civiles. (1)
El resultado ha sido una economía endeudada, un Estado sin
Instrumentos de política económica y con burocracias y estamentos políticos cautivos, en el marco de sociedades empobrecidas y fragmentadas.
Queda claro que este sistema para perdurar debe apropiarse  de la riqueza que producen todos los argentinos, del excedente de la renta que genera en este caso las actividades primarias,  agro alimentos, minerales, combustible etc, de los dólares que ingresan por la exportación de estos productos.
Bajo este modelo rentístico, no hay lugar para la industria, ni para salarios altos, ni para un mercado interno. Ya que fortaleciendo el mercado interno no solo no se generan dólares sino que además se consumen  internamente parte de esa producción exportable.
Un modelo perverso, un capitalismo usurero y asesino, que margina a millones de personas, destruye nuestras sociedades y nuestro hábitat.
Este modelo entro en crisis, después de la caída de la Lehman  Brother  en 2008, donde se mostró la inconsistencia  sobre la que se funda. El dinero no genera riqueza, solo un efecto burbuja, donde se alimenta a si mismo con más dinero, hasta que estalla. Solo las políticas de EEUU y algunos otros Estados que inyectaron dólares a los bancos,  permitió capear el temporal., Sin embargo el modelo está herido de muerte, parece que tiene los días contados
Es necesario poner toda la energía en denunciar este  régimen, en construir un poder  que pueda poner límites  a un modelo de acumulación que se convirtió nuevamente en una pesada mochila, que dificulta cualquier proyecto de desarrollo autónomo, con inclusión social. 
Hay que reemplazar este régimen de apropiación y saqueo de la riqueza de los argentinos por un modelo industrializador, de pleno empleo y altos salarios, para ello es necesario nacionalizar  la renta y los recursos naturales   en beneficio de los sectores medios y populares y de la Nación en general

1) El monstruo bicéfalo de la renta financiera. Alfredo y Eric Calcagno



Antonio Muñiz
Diciembre de 2018

La democracia y el neoliberalismo. Historia de una frustración.



El 10 de diciembre de 1983 se dejaba atrás el golpe de estado más violento, cruel, pero también más coherente desde lo ideológico que puso en jaque  a las instituciones de la democracia argentina durante el siglo XX.
El proceso cívico militar iniciado en 1976, con sus secuelas de muertos y desaparecidos, de terror y atraso cultural, de miseria y destrucción de la economía productiva, fue la tentativa más sólida de nuestra historia política por imponer un modelo de sociedad pre peronista, modelada bajo los intereses de la elite oligárquica histórica, la gran burguesía concentrada, los lineamientos político y económicos  del Consenso de Washington y la Comisión Trilateral y tutelada por los fusiles del poder militar.
El “fracaso” del Proceso fue marcado sobre todo por la derrota militar en Malvinas, pero también por la situación económica, política y social imperante. Sin embargo muchos de los “errores” fueron objetivos claros del proceso.
El país registró en 1974/75 los indicadores de actividad industrial y participación de los asalariados en la economía más altos de su historia y las tasas de desempleo y desigualdad más bajas, al igual que la relación entre la deuda pública externa y el Producto Interno Bruto (PIB).
En ese año la Argentina alcanzó su máximo nivel de industrialización y las menores tasas de desempleo y desigualdad.
Las políticas económicas del proceso cívico militar iniciaron una serie de medidas destinadas a romper la estructura industrial montada hasta el momento. Se iniciaría una política económica basada en el neoliberalismo, que privilegiaba las actividades rentístico-financieras por sobre las productivas, primarizacion de la economía, servicios, industrias concentradas y extranjerizadas, con una gran deuda externa, que financió todo ese proceso pero condenó el futuro de la Argentina en las siguientes décadas.



Este proceso, aunque incompleto, por sus contradicciones internas, más la poca viabilidad económica y política, dejó una huella de ruptura no solo con el pasado industrializador de ciertos sectores sociales, sino que también generó una grieta social que rompió de alguna manera los lazos sociales que habían imperado durante los anteriores cincuenta años. (1)
Estas políticas neoliberales, con sus secuelas de ajuste permanente, pobreza, exclusión, destrucción de las pymes y el trabajo, generación de deuda y fuga de capitales, apuntan siempre a una pauperización de las clases populares y medias, una sumisión a las políticas del FMI y los intereses de EEUU en la región, fueron continuadas por los gobiernos siguientes, tanto Alfonsín, con los planes  Austral y Primavera, que culminaron con una híper inflación  del 1400% durante el final de su mandato y el comienzo del menemismo. Menem profundizo estas políticas y además consolido la privatización de los servicios públicos, la desindustrialización y la extranjerización de toda la economía; el gobierno de la alianza no pudo ni supo desmontar la convertibilidad en crisis. Esta le estallo en las manos, marcando el final de la penosa experiencia neoliberal en una crisis casi terminal para la Argentina. (2)

Cuesta abajo
Hacia 1974, la Argentina registraba una tasa de desocupación del 2,7 por ciento, 8% de pobreza y apenas un 10 % de informalidad laboral.
De allí en más comienza un franco deterioro en la distribución del ingreso, al calor de políticas neoliberales de ajuste permanente, que marcaron el periodo desde 1976 hasta la crisis final del modelo neoliberal en 2001. Por ejemplo la desocupación pasa de 2,7 en el 74, 17,5 durante el menemismo y llegando al 21,5 en la crisis 2001/02.
La participación, cercana al 50%,  de los asalariados alcanzó su máximo histórico hacia el año 1974. Desde entonces, la tendencia ha sido –con grandes oscilaciones– decreciente, con niveles muy bajos durante la última dictadura militar, así como durante la crisis hiperinflacionaria de la década de 1980. Si bien los primeros años de los noventa presentan una recuperación relativa, volvió a descender sostenidamente hacia el final de la década.
Es así que desde 1974 hasta el 2015  la caída del salario real es cercana al 40%. De la mano, se consolida una fuerte fragmentación  entre los distintos sectores y rubros y sobre todo entre los registrados y los que no (en negro).
Otro índice que marca la decadencia del país, fruto de décadas de neoliberalismo,  lo indica la evolución  del índice Gini, que fue de 0,35 en 1974, paso a 0,40 durante la dictadura y a 0,46 durante el alfonsinismo, 0,50 en el gobierno de Menen y 0,55 durante la crisis del 2001. Este índice que mide el nivel de igualdad social, donde 0 es el mayor índice de igualdad y 1 el máximo de desigualdad, baja a 0, 364 para el primer trimestre de 2015, cercano a los valores del 74.
Está claro que los peores índices macro económicos se dieron durante la crisis 2001/2003, con índices muy altos de pobreza, indigencia,  desocupación e  inflación,  El proceso de salida de la crisis, comenzado por Duhalde y continuado y profundizado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner significo un quiebre en el largo invierno neoliberal (1976/2001).
En el periodo, todas las políticas estuvieron orientadas a re industrializar, crear pleno empleo, crear un marcado interno, paritarias libres,  la búsqueda de la integración política y comercial con los países de la región, políticas sociales de inclusión y asistencia hacia los sectores más pobres y vulnerables.  Todas esas políticas permitieron una mejora sustancial en la economía, pero sobre todo en lo social y cultural, ya que el trabajo como eje es fundamental en la construcción de una sociedad más justa e integrada.
Por supuesto hubo  errores y limitaciones, pero el balance general es altamente positivo.
Sin embargo, producto de errores y contradicciones internas, nuevamente un partido de ideología neoliberal ha vuelto a tomar el gobierno partir de 2015, esta vez llega con la fuerza de los votos y con consensos para la aplicación de estas viejas recetas neoliberales.
Los resultados de los primeros 3 años de gobierno muestran un escenario muy preocupante por los pésimos resultado económicos, sino también por los altos índices de corrupción interna,  deterioro de las instituciones democráticas, la colonización de la justicia, al servicio del gobierno de turno y usada como arma de persecución de la oposición, un programa económico impuesto por el FMI de ajuste, endeudamiento y saqueo de la riqueza de los argentinos, presos políticos, una concentración de medios audiovisuales que operan como vocera de las política gubernamentales y una situación de violencia institucional destinada a amedrentar el conflicto social, etc. Situaciones estas que nos llevan a etapas pre democráticas y autoritarias.
En cuanto a los números de la economía, vemos que tenemos el índice inflacionario más alto desde los últimos 27 años, cercana al 50 % anual, una deuda externa de más de 150 mil millones de dólares, un fuga constante de divisas, un ajuste impuesto por el FMI que es imposible de cumplir, por lo que iniciamos periodo de ajuste tras ajuste, hasta llegar al default más temprano que tarde, cierre de pymes, sobre todo aquellas que operan sobre el mercado interno, la pérdida de más de 100 mil puesto de trabajo en blanco. El aumento de la pobreza y la indigencia llega a niveles cercanos a la crisis del 2001, producto del alza de los servicios públicos más el aumento de precios dolarizados sobre los alimentos más básicos. Hoy más de 13 millones de argentinos son pobres y peor uno de cada 2 niños es pobre.
 Vamos hacia un escenario terrible con consecuencias sociales imprevisibles y de larga permanencia en el tiempo...
Es indudable que el balance de estos 35 años de democracia deja un saldo negativo en cuanto a las cuestiones y necesidades de amplias franjas de la población, Hoy vivimos por debajo de los estándares de la década del 70. El deterioro de la calidad de vida de los sectores populares y  medios es notorio, acentuada en los últimos 3 años.
“Con la democracia, se cura, se come y se educa” idea fuerza de la campaña alfonsinista demostró ser falaz, la democracia formal que vivimos no puede dar respuesta a las cuestiones básica, por eso su desprestigio y el desprestigio de la clase política.
En realidad vivimos bajo una democracia formal débil, cooptada por los grandes grupos económicos y la política de los países dominantes. Solo así es posible explicar como un gobierno minoritario en las cámaras, que gano por escaso margen, que incumplió todas sus promesas electorales, pueda en meses desmontar el andamiaje construido por los 12 años de kirchnerismo, que  pueda entregar el patrimonio común de los argentinos a los intereses extranjeros, endeudarnos en niveles ni siquiera alcanzados por la dictadura n militar, empobrecer a la clase media  y populares, encarcelar opositores y poner a toda las leyes entre paréntesis, para  uso y provecho de su clase social.
En realidad vivimos en una sociedad cuya institucionalidad está basada en reglas republicanas del siglo XIX, donde  no se permite que el pueblo “delibere y gobierne”. Y donde cualquier acción popular opositora al régimen puede se castigada bajo el delito de sedición.
Es necesario avanzar en mecanismos de “delegación” y no de “representación”, delegaciones que puedan ser revocadas en cualquier momento por el voto popular.
En realidad la democracia que vivimos es un gran aparato legal y cultural, comenzando por  la aberrante constitución de 1994 y todo el andamiaje legal pergeñado por la dictadura y perfeccionado por  Menen -Cavallo destinado a  cuidarle los privilegios a los dueños del poder económico y los intereses extranjeros.
Todo este aparato  que regula y dar forma al Estado está destinado a favorecer los intereses de la banca, en especial la extranjera, a la oligarquía, “dueña” histórica de la Argentina, a la empresas monopólicas y en general a todos aquellos sectores que se apropian de la renta de los sectores populares.
Solo la construcción de otra democracia donde el pueblo sea actor y sujeto directo, donde prime la voluntad popular a través del voto pero también a través de la participación directa, donde los derechos civiles, pero también los sociales sean derechos reales y no meras menciones como el artículo 14 bis de nuestra constitución.
La construcción de una nueva democracia requiere modificar nuestra carta magna. Pero esta constitución y todas las leyes complementarias que se deben dictar para poner límites a estas periódicas restauraciones neoliberales, para que las instituciones del estado estén a servicio del pueblo,  debe tener encarnadura en la voluntad popular. Leyes dictadas a espaldas del pueblo, entre cuatro paredes por legisladores y  juristas, pero sin una activa participación popular solo serán letra muerta, como tantas otras leyes y antecedentes constitucionales.


1)       La Posguerra, Programa Para La Reconstruccion, Aldo Ferrer
2)       Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003) de Mario Rapoport

 Antonio Muñiz

Diciembre de 2018

Apuntes para un nuevo proyecto emancipador. La construcción del sentido común.


Es indudable que los sectores populares y sobre todo la clase media fueron los grandes beneficiarios de la década kirchnerista.
Sin embargo una parte importante de esa clase media, pequeños y medianos empresarios, comerciantes, profesionales, asalariados de altos ingresos, jubilados, votaron en contra del kirchnerismo y dieron su apoyo a la Alianza Cambiemos.
Esta contradicción, se ve todavía con más nitidez cuando después de tres años de políticas antipopulares, que atacan a esos sectores medios, caída de las ventas, alta inflación, cierre de comercios y pymes, desocupación, caída de ingresos, etc, haya un importante caudal de votos que todavía acompaña la gestión macrista.
Todas las encuestas dan un 20/30 % de votos al macrismo, con índices de desaprobación a la gestión y a la figura de Macri cercanos al 60 %
 No deja de ser una desconcertante contradicción, que ante una gestión desastrosa, que la población reconoce, haya sectores, que, aun siendo perjudicados, sigan acompañando.


Es indudable que el neoliberalismo imperante beneficia a determinados sectores de la alta burguesía, ligados al “campo”, la gran industria, la banca y todos los sectores basados en un extrativismo y exportación de los recursos naturales.
Pero porque sectores de las capas medias, que están siendo dañados por las políticas públicas siguen apoyando, creyendo que todo mejorara, mientras van cayendo por un tobogán,
Porque estos sectores sociales no pueden ver esta realidad?
Porque confunden sus intereses con los de las clases más altas?
Porque el “sentido común” de las capas medias está hegemonizado por las ideas y los intereses de la alta burguesía?
Gramsci se dedicó a estudiar cómo se conformaba este “sentido común”. Para ello hurgo en temas jurídicos,  ideológicos, cultura, la escuela, religiones, medios de comunicación,  los “relatos” transmitidos por el poder y  la influencia de todo esto en la formación ideológica del  ciudadano común.
Gramsci llega así  a la conclusión de que el “sentido común” de gran parte de esos sectores sociales medios está ampliamente hegemonizado por el relato y los intereses de las clases dominantes y no por la conciencia de sus propios intereses.

En Argentina, por lo menos, los términos clases media o sectores medios engloban una parte importante de la población y a una gran diversidad de actores, no siempre delimitados por el aspecto económico o los ingresos. Sin entrar en un debate sociológico sobre la “clase media”, podemos a grandes rasgos definir a una clase media definida por sus ingresos, pero también hay un sector medio importante, definido por lo socio cultural, aspiracional, y de auto percepción como clase media.
Es sobre esos sectores donde la capas medias son fácilmente colonizable por el sentido común hegemónico.
En nuestra historia reciente hay numerosos casos de cómo estos sectores apoyaron a golpes militares que terminaron perjudicándolos, o gobiernos democráticos pero con programas neoliberales que iban en contra de sus intereses. Un ejemplo, pero que se ha repetido varias veces, fue el tristemente recordado discurso de Martínez de Hoz, en 1976, cuando anuncia el plan de gobierno del Proceso militar donde, entre otras cosas, claramente exponía un programa de destrucción de la pequeña y mediana industria, sin embargo el empresariado pyme aplaudió y apoyo ese programa. El resultado de ese gobierno fue el cierre masivo de establecimientos industriales, con su secuela de desocupación masiva.
Esta ceguera se volvió a repetir durante el menemismo, con De La Rúa y ahora con la alianza cambiemos;  programas neoliberales que perjudican a la mayoría de los argentinos, pero que cuentan con apoyo y consensos en determinados sectores que están siendo víctimas de esos programas. 
Es indudable que el aparato cultural montado por la oligarquía asociada a los intereses extranjeros, es muy poderoso, ejerce una acción cultural, ideológica y psicológica cada vez más sofisticada.
En argentina esos sectores medios están compuestos por cuentapropistas, comerciantes, pequeños empresarios, profesionales liberales, y  sectores con salarios altos, pero todos caracterizados por un trabajo individual, que exacerba el egoísmo y el individualismo.
Formados además en la escuela “sarmientina”, gran generadora de “mitos” y “lugares comunes”, que moldearon el pensamiento de millones de argentinos en un modelo de país, que solo servía a las clases dominantes, Los mitos sobre “el campo”, “una cosecha salva a la argentina”, “civilización o barbarie”, donde la civilización es todo lo que viene de afuera, etc,  un historia enseñada sobre héroes o demonios, donde Rosas y los caudillos populares eran los asesinos sanguinarios y los unitarios porteños eran la civilización. Esta escuela, con matices, sigue hasta nuestros días, siendo el primer paso en la  alienación de los amplios sectores sociales.
Cuentan  además con el monopolio de los medios de comunicación, las redes y los medios estatales, que replican hasta el hartazgo el relato hegemónico.
Desde ese aparato cultural trasmiten ese “sentido común” alienante que hace que determinados sectores sociales tomen decisiones contrarias a sus intereses.

Todo esto fue descripto por Jauretche en los 60.
Citando a Jauretche,  “…… que cuando los imperios ejercieron el dominio político directamente, bastaba con “la persuasión” de la artillería que, lógicamente es categórica; pero cuando el dominio prefiere mantener la ficción de  autonomía jurídica,  la colonización se hace  por medios indirectos,  se maneja la inteligencia, y la habilidad consiste en crear una pedagogía colonial, un modo de formación de la inteligencia  para que la misma no perciba la situación real y, más aún, sea su colaboradora.
En el primer caso las dificultades de una liberación nacional son las que surgen del poder  persuasivo de la artillería; es una situación de hecho y por lo tanto evidente. Son más profundas las dificultades cuando no se tiene conciencia da la situación de dominación. O cuando esta es aceptada como algo natural y hasta beneficiosa por parte de un sector de la población”.
También los sectores populares  son víctimas de esta colonización desde su infancia, sin embargo la práctica laboral, la fábrica, la obra, el sindicato, el barrio, la organización social, la solidaridad con el otro, el compañero, etc, hacen que adquiera conciencia de sí, de su clase y por lo tanto de su lugar en el mundo y sus intereses.
Argentina, y en eso se diferencia del resto de los países latinoamericanos tiene una larga historia de luchas populares y un fenómeno no común al resto,  “el peronismo”. Este movimiento construyo una lógica de pueblo, una praxis exitosa, que mostro que era posible otra sociedad con una experiencia de gobierno altamente exitosa que moldeo y cambio una cultura popular, porque el peronismo no es solo una ideología, sino más profundo, es  una “cultura”.
El peronismo es una práctica cultural democrática, popular, anti imperialista, anti elitista, y eso está en la base y en el inconsciente colectivo popular.
Es necesario en esta etapa generar un movimiento político cultural que pueda sumar a esos sectores medios al movimiento nacional. En esa construcción de una nueva mayoría es necesaria una alianza de clases que rompa el bloque hegemónico gobernante.
Es complejo,   pero hemos tenido experiencia histórica en esto.  En los sesenta y setenta  vivimos un proceso de nacionalización de las clases medias, que rompieron contra décadas de anti peronismo y pudo sumar al movimiento nacional a amplios sectores, en especial la juventud, lo cual fue un proceso de ruptura con el pasado.
 La batalla es política, siempre es política, pero uno de los campos  es la cultura.
Hay que desarmar la agenda del adversario. No comprarla y ni adaptarla como pretenden quienes quieren ser la continuación del macrismo. Construir una agenda propia. Subvertir el orden imperante;  ante la despolitización del discurso del adversario oponer una mayor politización nuestra; dar la batalla en las calles que es donde más le molesta, usar las redes y las técnicas de márketing político, teniendo claro que son solo herramientas, que lo primordial siempre es la política.

Es fundamental en esta etapa construir una nueva relación de fuerzas para frenar el embate neoliberal y generar políticas nacionales y populares. Para ello los sectores populares deben  construir alianzas con el empresariado pyme, hoy agredido por la política económica, con los pequeños productores rurales, con los estudiantes, con la cultura, etc, y con la mayor parte de la clase media. Para ello es necesario construir puentes de acercamiento y diálogo, dejando de lado diferencias secundarias o contradicciones superadas, como derecha o izquierda, etc,
Toda división del campo popular es funcional al sistema de dominación.
Como decíamos más arriba en el pueblo argentino hay una praxis política colectiva producto de 70 años de peronismo que ha  marcado a muchas generaciones. Existe además una base organizada importante y en crecimiento para la construcción de una nueva mayoría. Existen organizaciones de empresarios pymes con una visión nacional,  de defensa del mercado interno, organizaciones sindicales con un programa de acción combativo como la Corriente Federal de los trabajadores, las dos CTA, sectores de la CGT, la Ctep y numerosas organizaciones de base, que conforman un entramado político social con mucha potencialidad.
Todas estas experiencias políticas son la base de una nueva construcción hegemónica que venza de una vez y para siempre al neoliberalismo, a  través de la conformación de un gran movimiento nacional y popular que se exprese electoralmente en un frente patriótico.
La responsabilidad histórica en esta etapa es esa construcción para disputar el gobierno y el poder a los grupos económicos más concentrados. Es importante tener claro este concepto: disputar el poder, porque es necesario  desmontar el sistema político-  jurídico –mediático- cultural y educativo que hace  de sustento y base a todas las ideologías y proyectos colonialistas y reemplazarlo por un sistema al servicio del pueblo y la nación.  

Antonio Muñiz
Diciembre de 2018

1)                   (1)http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/wp-                                      content/uploads/2017/02/JAURETCHE-LA-COLONIZACION-CULTURAL-INEDITO.pdf

Todos estamos en peligro.


“Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada” (Edmund Burke)
“Justicia, justicia perseguirás para que puedas vivir y heredar la tierra” (Deuteronomio 16.20)

Los tragicómicos incidentes que llevaron al papelón de la suspensión del partido River - Boca, el próximo G20 y el silencio mediático de una prensa canalla han ocultado la muerte en manos de la policía de dos trabajadores, Rodolfo Orellana en La Matanza y Marcos Soria  en Córdoba. Con una diferencia de 48,  la represión policial se llevó dos vidas, por el solo hecho de protestar y defender sus derechos.

Poco a poco la lógica macrista de meter palos y balas a la protesta va logrando sus objetivos.  Los muertos son funcionales a una lógica represiva del macrismo, meter miedo en las filas populares a fin de controlar la protesta social. Poco a poco la doctrina Chocobar, planteada por Bulrich, disparar primero y si es por la espalda mejor, va adquiriendo nuevos adeptos en las fuerzas de seguridad.
Hay que entender y lo vemos diariamente que las fuerzas de seguridad en Argentina, son poco profesionales, mal preparadas, incapaces de manejar situaciones de violencia individual o grupal sino es con la utilización de la violencia y  la represión.  Conceptos básicos como la prevención, la persuasión y el dialogo carecen de significado para estas fuerzas.
Para agravar los mensajes de la conducción política de las fuerzas son alentar la represión y la violencia lo cual está complicando  más la situación. Estamos ante fuerzas autónomas que carecen de criterio para manejar situaciones de conflicto.
No es nuevo, desde el comienzo del gobierno macrista y ante su fracaso político,  económico y el malestar social que va creciendo la respuesta es la violencia. No es nuevo la derecha argentina van a meter balas para defender sus negocios.
Desde el comienzo de la gestión de Macri con su Ministra de Seguridad Bulrich y sus políticas de mano dura le han costado la vida a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, en manos de la gendarmería y la prefectura en el Sur, mandadas por el gobierno nacional a reprimir una supuesta guerrilla mapuche, que solo existía en los sueños etílicos de la ministra  pero que es funcional  para reprimir a las comunidades mapuches y despojarlas de sus tierras, para luego entregarla a precios viles a terratenientes de la zona.


La persecución a la comunidad sirio libanesa, de centenaria radicación en la Argentina. a través de allanamientos e investigaciones buscando una célula de Herbolad o Al Qaeda llevo a dos jóvenes argentinos a la carcel por una denuncia anónima, otros detenidos por twitear  consignas anti macri, o los detenidos y procesados, capturados al boleo por las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones populares, etc,  hablan del delirio de esta gobierno, pero también de su peligrosidad.

Podemos seguir enumerando otros casos menos conocidos de gatillo fácil en la provincia a de Buenos Aires, la muerte de presos en comisarías, también de la provincia o las situaciones de cautiverio inhumana en las cárceles denunciada hasta por la Iglesia católica. 
La persecución de dirigentes políticos y sociales, mediante la intimidación por parte de la Justicia, convertida en un órgano de represión del gobierno.
La prisión lisa y llana, con causas inventadas, sin el derecho a la legítima defensa, con un abuso de las prisiones preventivas, son una manera de amordazar, intimidar y callar a parte de la dirigencia política y gremial opositora,
Milagro Sala,  Amado Boudou, Fernando Esteche,  Julio De Vido, son solo algunos ejemplos.
También es bochornosa la prisiones de  dueños de medios como  C5N, Cristóbal López y Fabián de Sousa,  o Gerardo Ferreyra, de Radio del Plata,  al solo efecto de intimidar al resto, silenciar medios opositores, y desguazarlos después en  beneficio de Clarín y sus medios amigos.
Es preocupante el juego perverso judicial mediático contra la figura de la ex presidenta Cristina Fernández  de Kirchner, tal como una  espada de Damocles que hacen jugar contra su persona o contra sus hijos, para neutralizarla y si es necesario encarcelarla,  si tiene posibilidades de ser candidata y ganar las elecciones del 2019. La situación brasileña de la prisión de Lula para sacarlo del juego electoral puede ocurrir también en Argentina.
El aparato judicial argentino, cooptado por el gobierno y los servicios de información se han convertido en cómplices y actores necesarios, por que avalan por acción u omisión todos estos crímenes, para tapar, no investigar, dejar que el tiempo pase y la verdad no salga a la luz.
En la misma dirección, los grandes medios con Clarín, TN y Canal 13 a la cabeza van moldeando un “sentido común” que naturaliza estos hechos, los tergiversa y enmaraña, como pudo verse en la lamentable cobertura del caso Maldonado, o silenciándolo para que se borre de la memoria colectiva.
Lo grave es la perdida de libertad general, todos podemos ser víctimas de esta locura represiva.
La situación económica, política y social está desmadrándose ante la impericia, pero también la voracidad de un grupo de ceos que pretenden apropiarse de la riqueza de todos los argentinos. Este saqueo va a tener un límite porque la protesta en las calles ira escalando y es de temer que esta lógica de represión escale a limites incontrolados
Mas grave aún  es la naturalización de la situación, el silencio cómplice de la dirigencia opositora, el tabique informativo de este y otros temas por parte de una prensa corrupta, comprada por las pautas o el miedo, la aprobación de una parte de población que añora las políticas represivas del pasado y la pasividad  del resto de la sociedad que no reacciona.

Antonio Muñiz
Noviembre de 2018

Apuntes sobre el pueblo, populismos varios y el peronismo.



A partir del discurso de CFK se plantean nuevos disparadores y cuestiones para definir el tiempo presente pero sobre todo el accionar político futuro.
La idea del presente artículo no es analizar el discurso sino ciertas ideas expresadas que tienen a nuestro criterio una gran fuerza política.
El concepto de “pueblo”, muy superador de la categoría “ciudadanos”, expresa un giro hacia una concepción más peronista de la construcción política.
Esta concepción de pueblo tiene base en toda la doctrina peronista pero también en “La teología del pueblo”  una corriente nacida en la Argentina tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968) como rama autónoma de la teología de la liberación que, según varios autores,​ ha influido fuertemente en el pensamiento del papa Francisco.

La teología del pueblo toma la crucial "opción preferencial por los pobres" de la teología de la liberación, pero se diferencia de ésta por no centrarse en la "lucha de clases", sino las nociones de "pueblo" y "antipueblo" y las particularidades que toman las luchas populares y la cultura en América Latina.
La Teología del Pueblo define cultura como práctica cultural, esto es, como modo de vivir, como estilo o ethos de un pueblo. La cultura se va haciendo en la práctica de un pueblo, se construye desde el pueblo y en el tiempo…. De este modo “el único sujeto  y agente de la historia humana es el pueblo”… el agente es el mismo pueblo en la comunidad organizada.

Que es el pueblo?

El concepto de "población" define  a la totalidad de habitantes de un lugar, aun cuando no exista otro rasgo en común que el de co habitar un territorio, sin embargo en general, mayoritaria o centralmente, tienen una misma lengua y quizás el mismo origen étnico.
En cambio el “pueblo” es una creación cultural. "Pueblo", en efecto, es una unidad de individuos en torno a objetivos comunes, un vínculo que con lleva una voluntad de acción conjunta.
Al ser una construcción cultural, no hay una esencia de pueblo, la esencia no es pre existente  al ser. Si bien en general hay una historia en común, una lengua, una identidad compartida, siempre el pueblo es un sujeto en construcción.
Esta claro que puede haber y hay sectores de una misma población que no tengan objetivos comunes con el resto, es más puede haber y la historia está llena de ejemplos de objetivos tan contrapuestos, que solo pueden ser resueltos por la violencia.

Los objetivos del "pueblo"

Podría resumirse que los objetivos de un pueblo son la concreción de un proyecto histórico común, no necesariamente explicitado, manifestado en un estilo de vida, de estructuras e instituciones políticas y económicas y culturales, que lo van configurando,
En términos generales, cabe afirmar que la meta común, cuya búsqueda une entre sí a los integrantes del "pueblo",  es la realización humana, individual y colectiva, la satisfacción de las necesidades básicas y la realización de esa  comunidad de  pertenencia, por ende la organización del país en una nación independiente, en cuyas decisiones el pueblo  participe.
Una voluntad de ser soberano, de constituir y constituirse como sujeto político. Cuando el pueblo pierde esa voluntad, pierde su rol histórico y se convierte en un sujeto pasivo, un mero espectador de su historia.

"Pueblo" y "nación"

 Decíamos que uno de los objetivos comunes que hacen a un pueblo está el ideal de ser una nación independiente y soberana.  Aquí el concepto de Nación es un pueblo organizado, afincado en un territorio dado, en búsqueda de alcanzar la plenitud individual y colectiva.
 Entra aquí el otro elemento constitutivo: el Estado. Que podríamos definirlo como las estructuras legales, económicas y políticas que le dan armazón al concepto Pueblo- Nación.

“Pueblo y anti pueblo “

Si partimos de que existe un objetivo común que delimita y contiene al pueblo es probable que haya grupos dentro de la población que no comulguen con esos objetivos nacionales.  Es más ocurre, por ejemplo en Latinoamérica,  que existen minorías que se oponen al proyecto de nación de sus pueblos, que prefieren, para mantener su hegemonía aliarse a potencias imperiales para favorecer su situación tanto económica como política en detrimento del resto.
Podríamos definir una concepto de “no pueblo” a aquellos grupos que no concuerdan con el proyecto común. En cambio incluiremos, en el concepto de "anti pueblo" a los individuos o grupos que se oponen al "pueblo" en la consecución de sus objetivos. Que como decíamos en el párrafo de arriba, no solo no concuerdan, sino ademas combaten y obstruyen los intereses populares.

"Pueblo" y "anti pueblo" en América latina

Si bien los conceptos pueden parecer demasiado esquemáticos y que si bien Latinoamérica tiene lazos e historias en común ente sus países, también es dable reconoce que no todos los procesos nacionales han sido iguales. Sin embargo podemos hacer un esquema básico que los incluye a todos  y luego hacer alguna disquisiones del caso argentino.
En Latinoamérica esta dicotomía Pueblo - Anti pueblo está claramente evidente. Existen en todos los países Oligarquías, algunas veces aliadas a los sectores medios que luchan, en muchos casi en forma violenta y autoritaria, contra el pueblo y sus organizaciones. Estas minorías siempre están ligadas a intereses de estados imperiales (Inglaterra en el siglo XIX y EEUU en el XX y XXI). Basan su poder interno en estas alianzas pero también en la posesión de la tierra y el manejo grandes negocios bancarios y financieros. Ahora le han agregado el manejo monopólico de los medios de difusión, con lo que se apropian o generan un sentido común, una cultura que los legitima como elite superior.

La historia nos muestra que estas oligarquías locales siempre se han negado a constituir una nación soberana y transferir o dejar que el pueblo soberano ejercer su poder constituyente, ya que esto quitaría las bases de su propio poder. Podría hacer peligrar sus privilegios y su hegemonía, ya que su poder se afianza en la alianza externa con el imperio; pero a su vez pondría en riesgo su legitimidad ya que esta  se asienta en regímenes autoritarios o en el mejor de los casos en regímenes democráticos formales, pero acotados. Un pueblo soberano y empoderado en un riesgo para las minorías oligárquicas.
En el caso argentino donde esta confrontación del pueblo con los sectores oligárquicos, extractivitas y rentístico financieros viene desde los comienzos como nación y explican más de 70 años de luchas civiles durante el siglo XIX y los momentos de fuerte violencia política durante el siglo XX.

Populismos varios y peronismo

Populismos es un término político para definir determinados regímenes políticos, que cuestionan el régimen existente, tanto el neo liberalismo, la globalización y en algunos casos la misma democracia formal. Sin embargo  es un término bastardeado y ya carente de significado. Es populista  el Papa Francisco, Berlusconi, los  neo nazi de Europa, Trump, Putin, Podemos en España o Maduro en Venezuela, de derecha o izquierda.
Se convirtió así en un término despectivo, asociado, según el relato neoliberal,  con la corrupción, el clientelismo, la falta de eficiencia, el despilfarro, etc,  Así hoy el  relato neoliberal lo utiliza para cuestionar todos aquellos regímenes más o menos anti sistema

Sin embargo el filósofo post-marxista Ernesto Laclau propuso un sentido positivo al concepto que puede sernos de utilidad para comprender el fenómeno de construcción del sujeto pueblo.  
El pensamiento de Laclau, muy influyente en Latinoamérica y en Argentina en la últimas décadas, planteó la necesidad de reemplazar la noción de “lucha de clases” tradicional, por la idea de que en la sociedad existe una pluralidad de antagonismos, tanto económicos, políticos, sociales, grupos minoritarios, etc. En tal escenario, no puede darse por sentado que todas las demandas democráticas y populares confluyan naturalmente en un programa común unificado contra el bloque dominante. Por la tanto debe ser  la política  el articulador de esas demandas y antagonismos, generando un “pueblo” en contraposición a una elite o una minoría privilegiada, hegemónica.
El populismo, según Laclau, comienza allí donde los elementos populares -democráticos son articulados como una opción antagónica contra la ideología del bloque dominante”. Este antagonismo activo generara una  “radicalización de la democracia”, que tensionara todo el andamiaje político pre existente.
Queda así demarcado dos bloques en oposición “Pueblo”  “Anti pueblo”.

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Hoy se da un fenómeno de  negación por parte de las elites culturales y académicas, muchas de izquierda o supuestamente progresistas,  del  carácter de movimiento nacional y popular del peronismo, para menoscabarlo como un simple populismo, negándole su condición de pueblo y asignándole un carácter de movimiento demagógico, clientelistico, que se asume como popular para satisfacer a algunas minorías, caracterizado como la chusma, los cabecitas, los choriplaneros, etc, según las épocas.
Esta negación de lo popular, y esos lenguajes despectivos hacia aquellos sujetos populares, tiene que ver con negarle entidad, no reconocerlos y condenarlos a ser los “otros”, los que están afuera. Ejemplos en la historia argentina hay muchos, sobre todo en los últimos años del gobierno de CFK, donde el empoderamiento, parcial  y  a veces inocuo, de los sectores populares,  despertó la ira y el odio oligárquico hacia el peronismo en general y hacia CFK en particular. Nada nuevo, ya había ocurrido durante el primer gobierno peronista donde el odio de las clases altas hacia la figura de Eva Perón alcanzo niveles extremos.
La historia de los últimos setenta años muestra esa lucha del peronismo contra la oligarquía agro exportadora, aliada siempre a los intereses del imperio de turno. La oligarquía sabe y tiene claro quiénes son sus enemigos, en Argentina es el peronismo, en casi todas sus formas. 

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Volviendo a CFK y tomando lo escrito como base,  tiene sentido histórico y político su  convocatoria  a un Frente Patriótico, dejando de lado  esquemas ideológicos perimidos, por lo menos en Latinoamérica,  como “derechas” o “izquierdas”, o las contradicciones secundarias, como el aborto, o la lucha contra el patriarcado, etc, que solo podrán ser resueltas en tanto se pueda construir una nueva hegemonía que desplace al bloque oligárquico del poder.
En síntesis toda división de lo popular es funcional al neoliberalismo.

Es necesario construir unidad  y mayorías amplias en esta nueva etapa política, dar poder al pueblo. Empoderar al pueblo significa empoderar al individuo pero también y sobre todo a aquellas instituciones que hacen conformar el poder popular.
Está claro que esta unidad debe plasmarse desde el punto de vista electoral en un gran frente patriótico, nacional y popular que enfrente al neoliberalismo; que asuma, combine y supere dialécticamente todas las diferencias que anidan en el campo popular.  El desafío es generar un programa, una “nueva arquitectura institucional” que refleje una “nueva distribución de poder” en favor del pueblo.

Antonio Muñiz
Noviembre de 2018


4)      http://nuso.org/articulo/teologia-y-politica-en-el-discurso-del-papa-francisco-donde-esta-el-pueblo/

Las patas de la mentira: toda la culpa la tuvo el peronismo.

La historia liberal, ensalzo siempre y ahora con nuevos bríos, la Argentina del centenario, la Argentina agro exportadora de fines del siglo XIX o primeras décadas del XX. Muchos funcionarios del actual gobierno están reconstruyendo un relato tendencioso, falso tanto en términos históricos como económicos, sobre un quiebre en un destino manifiesto que nos garantizaba la argentina agro exportadora con la irrupción del peronismo. Todos los males de la Argentina provienen de 70 años de políticas peronistas. 
El país floreciente, meca de millones de inmigrantes europeos, gran granero del mundo, una oligarquía que tiraba manteca al techo, pero con un pueblo sojuzgado, reprimido y mano de obra barata para sostener el modelo exitoso. Mientras Inglaterra y algunos otros países europeos eran demandante de materias primas que acompañaran su proceso de industrialización Argentina tenía un lugar en el mundo, dentro de la división internacional del trabajo.
Este Modelo hace crisis después de la primera guerra mundial, donde Europa deja de ser esa aspiradora de los productos argentinos, donde Inglaterra pierde su liderazgo mundial y este pasa a los EEUU, que estaba en un proceso de industrialización acelerada después de su guerra civil, pero que no necesitaba las materias primas que producíamos, ya que nuestra economías primarias eran y son competitivas.
El mundo en crisis llevo a la gran crisis del capitalismo mundial en 1929 y está a la segunda guerra mundial, donde se consolido el liderazgo económico político y militar de EEUU y la decadencia de Inglaterra.
El modelo agro exportador dejo de ser viable. Comienza así, primero casi espontáneamente un proceso industrialización, luego sobre todo durante el gobierno peronista un proceso planificado de industrialización basado en la SI.
Es posible encontrar en los últimos años numerosos artículos, trabajos académicos y ensayos que apuntan a desarrollar y profundizar una historia de este proceso. Tal vez buscamos en ellos las claves de un proceso rico y contradictorio que ocupó gran parte del siglo XX.
Siguiendo la definición de Mario Rapoport “La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentístico-financiero. Si llamamos modelo a un esquema simplificado que pretende reflejar una realidad compleja en sus principales rasgos, nos estamos refiriendo a tres etapas que representan los elementos sobresalientes de distintos modelos de país, aunque en cada uno de ellos subsistieran trazos de los otros.”
Es cierto que Argentina, a partir de la finalización de las guerras civiles hasta casi hasta fines de la década del 20, pasó de ser un país atrasado y marginal a figurar entre los primeros del mundo.
Sin embargo, y contrariamente a lo que hicieron otras naciones agro exportadoras como Canadá o Australia , la elite gobernante en Argentina mantuvo a rajatabla el modelo de libre comercio, que favorecía el modelo agro exportador y por lo tanto impedía, por acción u omisión cualquier intento de industrialización. 

Solo cuando la crisis mundial del 29 puso de golpe final al modelo se comenzó a pensar en un proceso de sustitución de importaciones. Como decíamos anteriormente países como Canadá y Australia, de economías similares, habían iniciado el proceso de industrialización a principios de siglo cuando ya el modelo agro exportador empezaba a mostrar signos de agotamiento.
Citando a Mario Rapoppot “Muchos economistas e historiadores sostienen todavía que las riquezas de la época agroexportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. El país fracasa, como veremos, porque no completa su ciclo de industrialización no porque se industrializa.
El modelo de industrialización basado en la sustitución de importaciones, permitió grandes logros durante el período 1930/75. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico, el desarrollo de una clase media y un sector obrero con altos salarios, con bajos niveles de indigencia y pobreza y con tasas de desocupación mínimas. En síntesis una sociedad homogénea e integrada.
Pero el proceso industrializador resultó incompleto debido a la falta de desarrollo de algunos eslabones productivos claves. Esa industrialización trunca impidió una mayor diversificación y complejización de la estructura industrial argentina, generando una dinámica cíclica, conocida bajo el nombre de stop and go (pare y arranque).
En la fase de expansión crecía sustancialmente el mercado interno, aumentando las importaciones de bienes e insumos intermedios destinados a la industria, y por ende, la necesidad de divisas. Pero aumentaba también el consumo de bienes de origen agropecuario, debido a los mayores salarios que pagaba la economía y a los niveles de mayor empleo, con lo cual se reducían los saldos exportables. Cabe acotar que durante todo ese período hubo, a nivel internacional, un aumento constante de los bienes industriales y un estancamiento de los precios de las materias primas exportables, produciendo en la economía local un proceso denominado “deterioro de los términos de intercambio”.
Este desequilibrio en la balanza de pagos traía aparejado un estrangulamiento externo que, según las teorías clásicas, “obligaba” a un ajuste recesivo que se desencadenaba vía una devaluación cambiaria. Se reducía el salario real y el consumo, los saldos exportables crecían y las cuentas externas mejoraban porque crecían las exportaciones y se reducían las importaciones. De esa manera, el ajuste recesivo permitiría alcanzar un nuevo equilibrio y el ciclo se reanudaría nuevamente.
A pesar de las marchas y contramarchas en estos ciclos económicos, siempre el crecimiento del sector industrial fue positivo durante el período. Pero este proceso se cortó bruscamente en 1976, impidiendo la consolidación del modelo y la superación de las trabas estructurales.
La industria entró en la crisis de 1975-76 en las mejores condiciones de su historia. Venía de varias décadas de crecimiento continuo, signado por algunas crisis coyunturales, y estaba en un proceso de expansión que la había llevado, hacia 1974, al uso de toda su capacidad instalada, mientras se lanzaban los nuevos proyectos de expansión de las ramas básicas.
La experiencia de otros países, caso Brasil, mostraron que el proceso era viable y que Argentina sería otra, de no haberse aplicado una política económica neoliberal que durante 25 años favoreció el sistema financiero, abrió los mercados, destruyó el mercado interno y desmanteló la industria nacional, tirando por la borda 45 años de un proceso contradictorio pero rico en experiencias individuales y colectivas.
La interrupción del ISI no sobrevino por su agotamiento o fracaso, basta recordar que entre 1964 y 1974 el crecimiento anual promedio fue del PBI fue del 5 %, mientras que la tasa promedio del PBI industrial fue del 7 %. Otro dato significativo es que el porcentaje en 1974 de exportaciones de productos manufacturados fue del 24 % del total, contra un 3 % en 1960. Además en eso años se alcanza la mayor participación de los asalariados en el ingreso nacional, casi el mítico 50/50.
En síntesis el modelo de industrialización (ISI), permitió grandes logros durante el período 1930/76. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico, el desarrollo de una clase media y un sector obrero con altos salarios, con bajos niveles de indigencia y pobreza y con tasas de desocupación mínimas. En síntesis una sociedad homogénea e integrada.
“Aceros o caramelos”.
En esos años del Proceso cívico militar se instauro una gran zoncera: decían que nos daba lo mismo producir aceros o caramelos,
Esta frase, tan poco feliz, sobre que el mercado decidiría si Argentina producía aceros o caramelos, marcaba cual sería la tendencia del nuevo programa económica: la renuncia a una Argentina industrial.
El golpe militar de 1976, tenía como objetivo modificar la compleja estructura económica, política y social, generada luego de 1930 y más concreto a partir de 1945 con la impronta que le dio el peronismo. El objetivo fue modificar en forma irreversible las bases de una Argentina industrial.
Por supuesto que esta política se basó en una feroz represión de los sectores populares a través de 30.000 desaparecidos, la mayoría de ellos, trabajadores con activa participación gremial.
La persistencia de las elevadas tasas de interés, la apertura indiscriminada
a las importaciones, el atraso cambiario fueron cambiando la economía Argentina. Esos factores, junto con los cambios en la demanda local, sorprendieron a la industria y, rápidamente se vio el resultado.
A partir de 1977 con la reforma del sector financiero bancario el núcleo dinámico de la economía paso a ser el sector rentístico - financiero.
Un gran número de empresas clásicas desapareció en ese remolino. El mercado bursátil, donde se podía comprar el paquete de control de algunas empresas a muy bajo precio, fue un ámbito privilegiado de esas maniobras. Lo mismo ocurrió con muchas otras; con el tiempo se convirtieron en depósitos, supermercados, shoppings, esperando caer sobre la piqueta para dejar espacio libre a nuevas actividades.
Aldo Ferrer en su libro “La Posguerra” un programa para la reconstrucción del desarrollo económico argentino”, escrito ya en el final del proceso, luego de la derrota de Malvinas, describe como saldo de la gestión, que, “el PBI por habitante en 1982 era 15% inferior al de 1975. La producción industrial había caído 25% con respecto a 1970, la capacidad ociosa de la infraestructura productiva era del 50 %. Los quebrantos y el endeudamiento han devorado el patrimonio neto del sector privado. Se ha producido una transferencia nominal del control del aparato productivo al sector financiero.”
“La deuda externa plantea un problema sin precedentes en la experiencia argentina, las amortizaciones e intereses en 1982 superan los 12.000 millones, esto es, representan 1,2 veces el valor de las exportaciones previstas para el año”
“Los gastos en personal cayeron en más del 30% como consecuencia de la reducción de los salarios reales. En ese texto Ferrer afirma que el ajuste socio económico de entonces, comandado por las Fuerzas Armadas, no cerraba sin una represión salvaje.
“Bajo la conducción liberal monetarista”, “la Argentina pasó de ser un país en proceso de desarrollo a otro en proceso de subdesarrollo”. (1982)
Está claro que todo ese proceso buscaba desmontar toda la industria nacional, ir hacia una Argentina pre industrial, pre peronista. Corregir y borrar esa aberración histórica que fue el peronismo para esa oligarquía neoliberal.
Indudablemente el modelo industrializador fue derrotado en 1976. El golpe militar estuvo dirigido a destruir el aparato productivo, cultural, educativo e ideológico de una Argentina industrial. La feroz represión a los trabajadores en esos años, sobre todo a las comisiones internas de las grandes empresas engrosan las listas de detenidos, desaparecidos o exiliados. No fue casual, fue una política destinada a desmontar la sociedad argentina, hija del peronismo. Fue un ataque a una sociedad igualitaria, solidaria, de salarios altos, pleno empleo, con fuerte ascendencia social y económica. Fue una guerra cultural y política del régimen militar oligárquico contra la argentina integrada, moderna, contra las pymes, contra la clase media argentina y los sectores obreros, con una feroz transferencia de ingresos de los sectores populares hacia las clases altas y las empresa concentradas.
En ese sentido puede decirse que el proceso cívico militar fue exitoso en el logro de esos objetivos. Todavía, 40 años después, seguimos sufriendo las secuelas de aquellas políticas en la matriz cultural, ideológica de la sociedad.
Hubo dos herramientas que el régimen uso para desbaratar cualquier intento futuro de desarrollo industrial productivo, el brutal endeudamiento que nos condiciono por décadas y la corrupción en el manejo de la cosa pública que se instala en nuestras instituciones y en las empresas. Surge allí la tristemente recordadas “patria contratista”, acuerdo entre el gobierno y las empresas contratistas para apropiarse de los recursos del estado y fugarlos. Hay que recordar que deuda externa, fuga de capitales y corrupción son tres herramientas hermanas para saquear y dominar nuestro país. Este esquema corrupto se repite a lo largo de nuestra historia reciente.
El modelo neo liberal siguió aplicándose con los gobiernos democráticos posteriores, con matices y contradicciones durante el gobierno radical, con mucha fuerza y convicción durante los noventa. Este modelo nos llevó a la crisis del 2001, que puso fin al proceso. A partir de allí y como respuesta a la crisis se comienza a instrumentar un programa industrializador, que continuó hasta el 2015.
Sin embargo las estructura gestadas durante el proceso siguen vigentes, los gobiernos de 2003/15, si bien alentaron la industrialización y hubo políticas de integración social y mejoras en salarios, y fuerte desarrollo del mercado interno, no pudo desmontar el aparato legal, económico y cultural del procesismo. Las leyes de entidades financieras o la ley de inversiones extranjeras que fueron piedra basal del neoliberalismo siguen vigentes. El aparato monopólico cultural mediático surgido en los noventas, marca la cancha y fija “un sentido común” liberal en lo económico y autoritario en los político.
La derrota del FPV en las elecciones de octubre de 2015, producto entre otras cosas por estas limitaciones políticas e ideológicas y el triunfo del candidato neoliberal Mauricio Macri, marca un contra ataque de la derecha oligárquica. Abrió un nuevo periodo de políticas anti industrialistas, y una vuelta al modelo rentístico financiero de los noventa. En casi 3 años de gobierno las políticas neoliberales llevan el objetivo de reconvertir a la industria, hacer desaparecer rubros enteros como el sector textil, indumentaria, cueros, plásticos y sectores de la metalmecánica, bajar salarios en dólares, achicar el mercado interno, generar un piso de dos dígitos de personal desocupado. El daño que está causando nuevamente en todo el entramado productivo, pero sobre todo en lo institucional, social y cultural es tremendo, sumándole una corrupción institucional que se extiende como una mancha de aceite sobre todas los sectores sociales.
Un verdadero genocidio sobre toda la sociedad argentina. Cuanto más puedan profundizar sus políticas, mayores serán sus consecuencias y mayor será el tiempo para reparar el daño hecho.
Es tarea fundante del movimiento nacional y popular dar una pelea en todos los frentes contra la restauración oligárquica, y aprender de la historia. Argentina no tiene destino dentro del modelo rentístico financiero que quieren imponernos. Que no tenemos futuro como país sin un fuerte desarrollo industrial y que este, debe estar basado en salarios altos, mercado interno, con un estado fuerte, activo, pero también, vamos a necesitar un estado empresario, que canalice la inversión publicas hacia los sectores planificados, que movilice la Investigación y el desarrollo tecnológico, en síntesis un modelo de país basado en una cultura en el trabajo y la producción.
Antonio Muñiz

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.