Tres años de frustraciones y en caída libre.



Y entre los males y los desmanes
Hay cierta gente que - ya se sabe -,
Saca provecho de la ocasión;
Comprando a uno lo que vale dos
Y haciendo abuso de autoridad
Se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido
Y ruego a usted tome partido
Para intentar una solución,
Que bien podría ser la unión
De los que aún estamos vivos
Para torcer nuestro destino...
Informe de situación. Víctor Heredia


Llegó diciembre y se cumplieron  tres años del  gobierno de Mauricio Macri.
Un tiempo de balance de lo hecho, de los errores y aciertos, también un tiempo de pensar el próximo y último año de esta gestión.
En línea general puede decirse que el esquema básico de este gobierno ha sido un plan clásico neo liberal monetarista. Así entre las primeras medidas estuvo la desregulación de los mercados cambiario, monetario, financiero y bienes y servicios. Estas medidas tenían y tienen la finalidad combatir la inflación, basados en la creencia que esta es un fenómeno exclusivamente monetario. Con ese objetivo se impone una tasa de interés muy alta y mecanismos financieros destinados a absorber moneda circulante, tratando de “secar la plaza”. Estas políticas llevan fomentar el ingreso de inversiones extranjeras de corto plazo, aprovechando las oportunidades de negocios rápidos, seguros y de alta rentabilidad en dólares. No es más que la archí conocida “bicicleta financiera”, cuyo mecanismo ya sufrimos en otras ocasiones.
La otra herramienta utilizada fue el endeudamiento externo para financiar gastos corrientes, un error basado en la creencia ideológica que la emisión de moneda local conlleva inflación. 



Además como políticas anti inflacionarias se redujo el salario real, disminuyendo el poder de compra de los sectores bajos y medios y  la apertura indiscriminada de productos de consumo masivo, que compiten con la producción local.
De más esta decir que estas medidas produjeron rápidamente una fuerte caída en la demanda, afectando sobre todo a las pymes que producían para el mercado interno.
Las políticas de desregulación financiera produjeron altas ganancias para el sector, pero también una fuga constante de dólares, provocando devaluaciones que a su vez retro alimentan el proceso inflacionario.
No es intención de esta nota profundizar otras cuestiones que deben ser investigados por la justicia y las futuras gestiones sobre el alto grado de corrupción imperante en las primeras líneas de gobierno. Hubo y hay situaciones de negocios lesivos para el estado y la nación, entre ellas el endeudamiento con comisiones y bancos amigos, fugas y blanqueos, dólar futuro, beneficios a empresa amigas,  tarifazos, etc., que explican algunos “errores” de la política económica.
Indudablemente estos errores de política económica también están explicados por la miopía ideológica del neo liberalismo argentino. La culpa de todos los males es el déficit estatal y la emisión monetaria para cubrirlo. Así todas las políticas fueron orientadas hacia ese objetivo.
Por supuesto terminaron  hacia abril/mayo/junio en una corrida cambiaria, seguida por una alta inflación que a su vez profundizó la recesión económica. En los meses de crisis  el Gobierno gastó alrededor de $16 mil millones de las reservas para sostener el peso, sin embargo el  valor del billete estadounidense en promedio era de $ 18.76 al comienzo del 2018,  llegó a casi 40 pesos en y estabilizándose  en 39/40, lo que representa un incremento en lo que va del año del 108.42%
El acuerdo con el FMI, que se firmó en junio y se revisó en octubre consiguió frenar la situación pero profundizó el esquema de ajuste sobre la economía con objetivos difícilmente cumplibles,  como déficit cero.
Las señales que muestran la economía y la opinión de expertos internacionales pronostican un escaso éxito a estas políticas, ya que están orientadas a “recuperar la confianza de los mercados” basados en la austeridad fiscal y monetaria.
“El problema es que la ‘austeridad expansiva’ no funciona”. “El programa del FMI se centra en ‘generar confianza en el mercado’, pero las recesiones generalmente no generan tal confianza. Y no existe discrepancia en la postura de que las políticas que Argentina está implementando en el marco del programa están afectando negativamente a su economía”. (1)
El acuerdo con el FMI se basa en el supuesto que  la economía comience a recuperarse en el segundo trimestre del próximo año a partir del crecimiento de las ventas externas, sobre todo de  granos; sin embargo parecen pronósticos demasiado optimista. La próxima cosecha no sería tan grande como estaba prevista y que se vaticina un escenario de recesión económica y comercial mundial, dada las políticas de EEUU de alza de su tasa de interés y la guerra comercial entre este país y China.
Los pronósticos de la inflación, tasas de interés y la relación deuda/PIB, crecimiento de la economía hacia 2019, que han sido acordados   por el FMI, muestran su inconsistencia y permiten ver una situación compleja  de cara al futuro. 
Si el Gobierno se atiene a los objetivos del programa o los intensifica (como hizo en octubre), existe el riesgo de una recesión prolongada, con su secuela de sufrimiento y dificultades para millones de argentinos a medida que el desempleo y la pobreza aumenten con la recesión.
Hubo una larga sucesión de errores. El primero fue la rápida acumulación de la deuda en moneda extranjera, el gobierno emitió deuda por 170 mil millones de dólares, a eso hay que suma 57 mil millones  acordados con FMI. El pago de intereses creció 523%  y pasó a ser el 15 % del gasto total y la relación deuda /PBI creció hasta ser el 87 % en diciembre de 2018.
Como balance podemos decir que todos los números de la economía son pésimos y los pronósticos para 2019/20 son nefastos, pronosticándose, aun en los mercados internacionales, un seguro default.
Además el daño causado en la economía real es muy grave dada la destrucción de capital  instalado, sobre todo la reducción de la actividad industrial, (hoy en promedio un 50% de la capacidad instalada), desempleo, (destrucción de más de 100 mil puestos de trabajo), índice de pobreza (33,4), un  tercio de la población argentina bajo la línea de pobreza,  riesgo país, más de 800 puntos, etc.
Estas cifras son solo un ejemplo de la situación de crisis y destrucción de la economía argentina y de la pesada herencia para los próximos gobiernos y las generaciones futuras.



Antonio Muñiz
22 de diciembre de 2018

Re primarización de la economía y dependencia: un modelo perverso.

Existe un largo debate, nunca del todo saldado, en la Argentina, sobre su modelo de desarrollo, uno basado en la exportación de  sus recursos naturales, agro y ahora minero, y otro que no reniega de esos recursos, pero prioriza un desarrollo industrial.
Nuevamente la economía mundial y el programa del gobierno parecen condenarnos está insertándonos dentro de  la nueva división internacional del trabajo, al igual que en el siglo XIX a ser un país proveedor de commoditis. 
Claramente en estos tres años de gobierno está mostrando que se va conformando una economía cuyo eje de desarrollo económico y social no es el mercado interno sino las exportaciones de los principales productos agropecuarios, concentrados, especialmente de la región pampeana que mantiene así su hegemonía histórica, así como también muestra un persistente retroceso del sector industrial y de la construcción.



En todo Latinoamérica ha habido un fuerte proceso de primarización en los últimos 30 años dejando atrás el proceso industrialización por sustitución de importaciones que rigió en la posguerra hasta fines de los años 70, principios de los 80.

El principal indicador que confirma la hipótesis de la reprimarización está en la pérdida de importancia de la industria manufacturera en el producto interno bruto (PIB) de la región. Aquí los datos son contundentes y muestran cómo el proyecto de industrialización está en franco retroceso, al grado de que es posible afirmar que se ha abandonado. Para toda la región, la participación del sector manufacturero en el PIB cayó de 12.7 por ciento a 6.4 por ciento entre los años 1975 - 2006,
El caso más espectacular de la reprimarización y desindustrialización es Argentina: la participación de las manufacturas en el PIB cae de 43.5 a 27 por ciento en ese periodo, a pesar de que hubo un fuerte crecimiento en el sector industrial durante la presidencia de Néstor y Cristina Kirchner en los años 2003/2008 y un estancamiento relativo en el periodo siguiente 2009/ 2016. Estas políticas desarrollistas fueron parciales y no alcanzaron a quebrar la decadencia del sector. Nuevamente a partir de 2016 se vuelven a aplicar la viejas recetas  neoliberales con el nuevo gobierno de Mauricio Macri,
Un desplome parecido sufrió Ecuador, donde las manufacturas pasan de 19 por ciento a 10 por ciento del PIB en ese periodo.
Para Brasil, la caída fue menor, las manufacturas pasaron de 28 a 24% por ciento del PIB en ese periodo.
En la última década a apareció el fenómeno de las “maquiladoras” en México y algún otro país de centro américa. Son simplemente armadoras de productos aprovechando los salarios más bajos de la región, sin embargo  este fenómeno corresponde  a una exportación de mano de obra barata, más que a un proceso de industrialización.

Una caída semejante en la actividad industrial seguramente va a acompañada de la destrucción de capital productivo,  de capacidades humanas, de calidad de vida y de capital social acumulado,  que son de muy difícil recuperación.,



Haciendo un balance histórico puede decirse que América Latina comenzó un proceso de industrialización, dejando atrás el modelo agro – minero exportador que caracterizó el siglo XIX y principios del 20,  través de una estrategia se sustitución de importaciones a partir de la década del 30, acelerada luego por la guerra mundial y que llego hasta fines de la década del 70.
La región en su conjunto experimentó, una tasa de crecimiento del PIB per cápita de 2.5 por ciento. En contraste, entre 1973 y 2001, el PIB per cápita apenas crece  0.75  % anual, casi una economía estancada durante 3 décadas.
Así puede verse que una economía basada en la exportación de sus  productos primarios, sin el agregado de valor, solo puede llevar a un crecimiento mediocre, sino también al estancamiento.
Los recursos primarios son de escaso valor agregado, ocupan poca mano de obra y en general mal pagas, muy inferiores a los que paga el sector manufacturero. Y además sufren un problema estructural, la de la volatilidad de los precios y el deterioro de los términos de intercambio. Lo cual lleva a periódicas situaciones de crisis externa, de las cuales nuestro país tiene probados antecedentes.
Otro dato peligro sobre este modelo es el daño ambiental que está causando en vasta regiones, intensificando la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el uso de agro tóxicos, la degradación de suelos, el uso y desperdicio de agua en la explotación minera, contaminación de napas por arsénico, etc. Un daño ambiental difícil de mensurar hoy pero que en el mejor de los casos se tardara  décadas en revertir, con el agravante que las compañías no se hacen cargo de ese costo, trasladándoselo al resto de la comunidad y a las generación futuras.
Porque países que intentaron salir del sub desarrollo, que tuvieron en general una exitoso proceso de industrialización , puede que incompleto y parcial, pero que mostro resultados envidiables en cuanto a integración social y económica, niveles de vida, buenos  salarios, niveles de ocupación, alto consumo,  etc, vuelven hoy a políticas fracasadas una y otra vez con un costo social altísimo?
Desde el punto de vista económico podemos afirmar que en principio no es casual, que hubo políticas claras orientadas desde los centros de poder político y económico  hacia esos objetivos. Los más evidentes son el FMI, el Banco Mundial, pero a ellos se sumaron universidades, centros de estudios y  “grande economistas” “prestigiosos” a fin de instaurar este régimen y darle legitimidad. Internamente en cada país hubo y hay minorías oligárquicas, siempre socias, de los grupos e intereses imperiales, dueñas de la tierra y ende de los recursos naturales que se benefician con este modelo, ya que han ido diversificando sus intereses; dirigiendo sus inversiones hacia  la banca y de los medios audiovisuales concentrados.

Desde la crisis del petróleo en los 70 y la generación de altos excedentes en dólares  (petro dólares) que se volcaron al sistema financiero global se inició un periodo de prevalencia de las actividades rentístico financiero.
Este modelo  convirtió al sector  financiero en un poder globalizado,  dominante  en lo económico y político, con un poder  en crecimiento, ya sea bajo gobiernos militares o civiles. (1)
El resultado ha sido una economía endeudada, un Estado sin
Instrumentos de política económica y con burocracias y estamentos políticos cautivos, en el marco de sociedades empobrecidas y fragmentadas.
Queda claro que este sistema para perdurar debe apropiarse  de la riqueza que producen todos los argentinos, del excedente de la renta que genera en este caso las actividades primarias,  agro alimentos, minerales, combustible etc, de los dólares que ingresan por la exportación de estos productos.
Bajo este modelo rentístico, no hay lugar para la industria, ni para salarios altos, ni para un mercado interno. Ya que fortaleciendo el mercado interno no solo no se generan dólares sino que además se consumen  internamente parte de esa producción exportable.
Un modelo perverso, un capitalismo usurero y asesino, que margina a millones de personas, destruye nuestras sociedades y nuestro hábitat.
Este modelo entro en crisis, después de la caída de la Lehman  Brother  en 2008, donde se mostró la inconsistencia  sobre la que se funda. El dinero no genera riqueza, solo un efecto burbuja, donde se alimenta a si mismo con más dinero, hasta que estalla. Solo las políticas de EEUU y algunos otros Estados que inyectaron dólares a los bancos,  permitió capear el temporal., Sin embargo el modelo está herido de muerte, parece que tiene los días contados
Es necesario poner toda la energía en denunciar este  régimen, en construir un poder  que pueda poner límites  a un modelo de acumulación que se convirtió nuevamente en una pesada mochila, que dificulta cualquier proyecto de desarrollo autónomo, con inclusión social. 
Hay que reemplazar este régimen de apropiación y saqueo de la riqueza de los argentinos por un modelo industrializador, de pleno empleo y altos salarios, para ello es necesario nacionalizar  la renta y los recursos naturales   en beneficio de los sectores medios y populares y de la Nación en general

1) El monstruo bicéfalo de la renta financiera. Alfredo y Eric Calcagno



Antonio Muñiz
Diciembre de 2018

La democracia y el neoliberalismo. Historia de una frustración.



El 10 de diciembre de 1983 se dejaba atrás el golpe de estado más violento, cruel, pero también más coherente desde lo ideológico que puso en jaque  a las instituciones de la democracia argentina durante el siglo XX.
El proceso cívico militar iniciado en 1976, con sus secuelas de muertos y desaparecidos, de terror y atraso cultural, de miseria y destrucción de la economía productiva, fue la tentativa más sólida de nuestra historia política por imponer un modelo de sociedad pre peronista, modelada bajo los intereses de la elite oligárquica histórica, la gran burguesía concentrada, los lineamientos político y económicos  del Consenso de Washington y la Comisión Trilateral y tutelada por los fusiles del poder militar.
El “fracaso” del Proceso fue marcado sobre todo por la derrota militar en Malvinas, pero también por la situación económica, política y social imperante. Sin embargo muchos de los “errores” fueron objetivos claros del proceso.
El país registró en 1974/75 los indicadores de actividad industrial y participación de los asalariados en la economía más altos de su historia y las tasas de desempleo y desigualdad más bajas, al igual que la relación entre la deuda pública externa y el Producto Interno Bruto (PIB).
En ese año la Argentina alcanzó su máximo nivel de industrialización y las menores tasas de desempleo y desigualdad.
Las políticas económicas del proceso cívico militar iniciaron una serie de medidas destinadas a romper la estructura industrial montada hasta el momento. Se iniciaría una política económica basada en el neoliberalismo, que privilegiaba las actividades rentístico-financieras por sobre las productivas, primarizacion de la economía, servicios, industrias concentradas y extranjerizadas, con una gran deuda externa, que financió todo ese proceso pero condenó el futuro de la Argentina en las siguientes décadas.



Este proceso, aunque incompleto, por sus contradicciones internas, más la poca viabilidad económica y política, dejó una huella de ruptura no solo con el pasado industrializador de ciertos sectores sociales, sino que también generó una grieta social que rompió de alguna manera los lazos sociales que habían imperado durante los anteriores cincuenta años. (1)
Estas políticas neoliberales, con sus secuelas de ajuste permanente, pobreza, exclusión, destrucción de las pymes y el trabajo, generación de deuda y fuga de capitales, apuntan siempre a una pauperización de las clases populares y medias, una sumisión a las políticas del FMI y los intereses de EEUU en la región, fueron continuadas por los gobiernos siguientes, tanto Alfonsín, con los planes  Austral y Primavera, que culminaron con una híper inflación  del 1400% durante el final de su mandato y el comienzo del menemismo. Menem profundizo estas políticas y además consolido la privatización de los servicios públicos, la desindustrialización y la extranjerización de toda la economía; el gobierno de la alianza no pudo ni supo desmontar la convertibilidad en crisis. Esta le estallo en las manos, marcando el final de la penosa experiencia neoliberal en una crisis casi terminal para la Argentina. (2)

Cuesta abajo
Hacia 1974, la Argentina registraba una tasa de desocupación del 2,7 por ciento, 8% de pobreza y apenas un 10 % de informalidad laboral.
De allí en más comienza un franco deterioro en la distribución del ingreso, al calor de políticas neoliberales de ajuste permanente, que marcaron el periodo desde 1976 hasta la crisis final del modelo neoliberal en 2001. Por ejemplo la desocupación pasa de 2,7 en el 74, 17,5 durante el menemismo y llegando al 21,5 en la crisis 2001/02.
La participación, cercana al 50%,  de los asalariados alcanzó su máximo histórico hacia el año 1974. Desde entonces, la tendencia ha sido –con grandes oscilaciones– decreciente, con niveles muy bajos durante la última dictadura militar, así como durante la crisis hiperinflacionaria de la década de 1980. Si bien los primeros años de los noventa presentan una recuperación relativa, volvió a descender sostenidamente hacia el final de la década.
Es así que desde 1974 hasta el 2015  la caída del salario real es cercana al 40%. De la mano, se consolida una fuerte fragmentación  entre los distintos sectores y rubros y sobre todo entre los registrados y los que no (en negro).
Otro índice que marca la decadencia del país, fruto de décadas de neoliberalismo,  lo indica la evolución  del índice Gini, que fue de 0,35 en 1974, paso a 0,40 durante la dictadura y a 0,46 durante el alfonsinismo, 0,50 en el gobierno de Menen y 0,55 durante la crisis del 2001. Este índice que mide el nivel de igualdad social, donde 0 es el mayor índice de igualdad y 1 el máximo de desigualdad, baja a 0, 364 para el primer trimestre de 2015, cercano a los valores del 74.
Está claro que los peores índices macro económicos se dieron durante la crisis 2001/2003, con índices muy altos de pobreza, indigencia,  desocupación e  inflación,  El proceso de salida de la crisis, comenzado por Duhalde y continuado y profundizado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner significo un quiebre en el largo invierno neoliberal (1976/2001).
En el periodo, todas las políticas estuvieron orientadas a re industrializar, crear pleno empleo, crear un marcado interno, paritarias libres,  la búsqueda de la integración política y comercial con los países de la región, políticas sociales de inclusión y asistencia hacia los sectores más pobres y vulnerables.  Todas esas políticas permitieron una mejora sustancial en la economía, pero sobre todo en lo social y cultural, ya que el trabajo como eje es fundamental en la construcción de una sociedad más justa e integrada.
Por supuesto hubo  errores y limitaciones, pero el balance general es altamente positivo.
Sin embargo, producto de errores y contradicciones internas, nuevamente un partido de ideología neoliberal ha vuelto a tomar el gobierno partir de 2015, esta vez llega con la fuerza de los votos y con consensos para la aplicación de estas viejas recetas neoliberales.
Los resultados de los primeros 3 años de gobierno muestran un escenario muy preocupante por los pésimos resultado económicos, sino también por los altos índices de corrupción interna,  deterioro de las instituciones democráticas, la colonización de la justicia, al servicio del gobierno de turno y usada como arma de persecución de la oposición, un programa económico impuesto por el FMI de ajuste, endeudamiento y saqueo de la riqueza de los argentinos, presos políticos, una concentración de medios audiovisuales que operan como vocera de las política gubernamentales y una situación de violencia institucional destinada a amedrentar el conflicto social, etc. Situaciones estas que nos llevan a etapas pre democráticas y autoritarias.
En cuanto a los números de la economía, vemos que tenemos el índice inflacionario más alto desde los últimos 27 años, cercana al 50 % anual, una deuda externa de más de 150 mil millones de dólares, un fuga constante de divisas, un ajuste impuesto por el FMI que es imposible de cumplir, por lo que iniciamos periodo de ajuste tras ajuste, hasta llegar al default más temprano que tarde, cierre de pymes, sobre todo aquellas que operan sobre el mercado interno, la pérdida de más de 100 mil puesto de trabajo en blanco. El aumento de la pobreza y la indigencia llega a niveles cercanos a la crisis del 2001, producto del alza de los servicios públicos más el aumento de precios dolarizados sobre los alimentos más básicos. Hoy más de 13 millones de argentinos son pobres y peor uno de cada 2 niños es pobre.
 Vamos hacia un escenario terrible con consecuencias sociales imprevisibles y de larga permanencia en el tiempo...
Es indudable que el balance de estos 35 años de democracia deja un saldo negativo en cuanto a las cuestiones y necesidades de amplias franjas de la población, Hoy vivimos por debajo de los estándares de la década del 70. El deterioro de la calidad de vida de los sectores populares y  medios es notorio, acentuada en los últimos 3 años.
“Con la democracia, se cura, se come y se educa” idea fuerza de la campaña alfonsinista demostró ser falaz, la democracia formal que vivimos no puede dar respuesta a las cuestiones básica, por eso su desprestigio y el desprestigio de la clase política.
En realidad vivimos bajo una democracia formal débil, cooptada por los grandes grupos económicos y la política de los países dominantes. Solo así es posible explicar como un gobierno minoritario en las cámaras, que gano por escaso margen, que incumplió todas sus promesas electorales, pueda en meses desmontar el andamiaje construido por los 12 años de kirchnerismo, que  pueda entregar el patrimonio común de los argentinos a los intereses extranjeros, endeudarnos en niveles ni siquiera alcanzados por la dictadura n militar, empobrecer a la clase media  y populares, encarcelar opositores y poner a toda las leyes entre paréntesis, para  uso y provecho de su clase social.
En realidad vivimos en una sociedad cuya institucionalidad está basada en reglas republicanas del siglo XIX, donde  no se permite que el pueblo “delibere y gobierne”. Y donde cualquier acción popular opositora al régimen puede se castigada bajo el delito de sedición.
Es necesario avanzar en mecanismos de “delegación” y no de “representación”, delegaciones que puedan ser revocadas en cualquier momento por el voto popular.
En realidad la democracia que vivimos es un gran aparato legal y cultural, comenzando por  la aberrante constitución de 1994 y todo el andamiaje legal pergeñado por la dictadura y perfeccionado por  Menen -Cavallo destinado a  cuidarle los privilegios a los dueños del poder económico y los intereses extranjeros.
Todo este aparato  que regula y dar forma al Estado está destinado a favorecer los intereses de la banca, en especial la extranjera, a la oligarquía, “dueña” histórica de la Argentina, a la empresas monopólicas y en general a todos aquellos sectores que se apropian de la renta de los sectores populares.
Solo la construcción de otra democracia donde el pueblo sea actor y sujeto directo, donde prime la voluntad popular a través del voto pero también a través de la participación directa, donde los derechos civiles, pero también los sociales sean derechos reales y no meras menciones como el artículo 14 bis de nuestra constitución.
La construcción de una nueva democracia requiere modificar nuestra carta magna. Pero esta constitución y todas las leyes complementarias que se deben dictar para poner límites a estas periódicas restauraciones neoliberales, para que las instituciones del estado estén a servicio del pueblo,  debe tener encarnadura en la voluntad popular. Leyes dictadas a espaldas del pueblo, entre cuatro paredes por legisladores y  juristas, pero sin una activa participación popular solo serán letra muerta, como tantas otras leyes y antecedentes constitucionales.


1)       La Posguerra, Programa Para La Reconstruccion, Aldo Ferrer
2)       Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003) de Mario Rapoport

 Antonio Muñiz

Diciembre de 2018

Apuntes para un nuevo proyecto emancipador. La construcción del sentido común.


Es indudable que los sectores populares y sobre todo la clase media fueron los grandes beneficiarios de la década kirchnerista.
Sin embargo una parte importante de esa clase media, pequeños y medianos empresarios, comerciantes, profesionales, asalariados de altos ingresos, jubilados, votaron en contra del kirchnerismo y dieron su apoyo a la Alianza Cambiemos.
Esta contradicción, se ve todavía con más nitidez cuando después de tres años de políticas antipopulares, que atacan a esos sectores medios, caída de las ventas, alta inflación, cierre de comercios y pymes, desocupación, caída de ingresos, etc, haya un importante caudal de votos que todavía acompaña la gestión macrista.
Todas las encuestas dan un 20/30 % de votos al macrismo, con índices de desaprobación a la gestión y a la figura de Macri cercanos al 60 %
 No deja de ser una desconcertante contradicción, que ante una gestión desastrosa, que la población reconoce, haya sectores, que, aun siendo perjudicados, sigan acompañando.


Es indudable que el neoliberalismo imperante beneficia a determinados sectores de la alta burguesía, ligados al “campo”, la gran industria, la banca y todos los sectores basados en un extrativismo y exportación de los recursos naturales.
Pero porque sectores de las capas medias, que están siendo dañados por las políticas públicas siguen apoyando, creyendo que todo mejorara, mientras van cayendo por un tobogán,
Porque estos sectores sociales no pueden ver esta realidad?
Porque confunden sus intereses con los de las clases más altas?
Porque el “sentido común” de las capas medias está hegemonizado por las ideas y los intereses de la alta burguesía?
Gramsci se dedicó a estudiar cómo se conformaba este “sentido común”. Para ello hurgo en temas jurídicos,  ideológicos, cultura, la escuela, religiones, medios de comunicación,  los “relatos” transmitidos por el poder y  la influencia de todo esto en la formación ideológica del  ciudadano común.
Gramsci llega así  a la conclusión de que el “sentido común” de gran parte de esos sectores sociales medios está ampliamente hegemonizado por el relato y los intereses de las clases dominantes y no por la conciencia de sus propios intereses.

En Argentina, por lo menos, los términos clases media o sectores medios engloban una parte importante de la población y a una gran diversidad de actores, no siempre delimitados por el aspecto económico o los ingresos. Sin entrar en un debate sociológico sobre la “clase media”, podemos a grandes rasgos definir a una clase media definida por sus ingresos, pero también hay un sector medio importante, definido por lo socio cultural, aspiracional, y de auto percepción como clase media.
Es sobre esos sectores donde la capas medias son fácilmente colonizable por el sentido común hegemónico.
En nuestra historia reciente hay numerosos casos de cómo estos sectores apoyaron a golpes militares que terminaron perjudicándolos, o gobiernos democráticos pero con programas neoliberales que iban en contra de sus intereses. Un ejemplo, pero que se ha repetido varias veces, fue el tristemente recordado discurso de Martínez de Hoz, en 1976, cuando anuncia el plan de gobierno del Proceso militar donde, entre otras cosas, claramente exponía un programa de destrucción de la pequeña y mediana industria, sin embargo el empresariado pyme aplaudió y apoyo ese programa. El resultado de ese gobierno fue el cierre masivo de establecimientos industriales, con su secuela de desocupación masiva.
Esta ceguera se volvió a repetir durante el menemismo, con De La Rúa y ahora con la alianza cambiemos;  programas neoliberales que perjudican a la mayoría de los argentinos, pero que cuentan con apoyo y consensos en determinados sectores que están siendo víctimas de esos programas. 
Es indudable que el aparato cultural montado por la oligarquía asociada a los intereses extranjeros, es muy poderoso, ejerce una acción cultural, ideológica y psicológica cada vez más sofisticada.
En argentina esos sectores medios están compuestos por cuentapropistas, comerciantes, pequeños empresarios, profesionales liberales, y  sectores con salarios altos, pero todos caracterizados por un trabajo individual, que exacerba el egoísmo y el individualismo.
Formados además en la escuela “sarmientina”, gran generadora de “mitos” y “lugares comunes”, que moldearon el pensamiento de millones de argentinos en un modelo de país, que solo servía a las clases dominantes, Los mitos sobre “el campo”, “una cosecha salva a la argentina”, “civilización o barbarie”, donde la civilización es todo lo que viene de afuera, etc,  un historia enseñada sobre héroes o demonios, donde Rosas y los caudillos populares eran los asesinos sanguinarios y los unitarios porteños eran la civilización. Esta escuela, con matices, sigue hasta nuestros días, siendo el primer paso en la  alienación de los amplios sectores sociales.
Cuentan  además con el monopolio de los medios de comunicación, las redes y los medios estatales, que replican hasta el hartazgo el relato hegemónico.
Desde ese aparato cultural trasmiten ese “sentido común” alienante que hace que determinados sectores sociales tomen decisiones contrarias a sus intereses.

Todo esto fue descripto por Jauretche en los 60.
Citando a Jauretche,  “…… que cuando los imperios ejercieron el dominio político directamente, bastaba con “la persuasión” de la artillería que, lógicamente es categórica; pero cuando el dominio prefiere mantener la ficción de  autonomía jurídica,  la colonización se hace  por medios indirectos,  se maneja la inteligencia, y la habilidad consiste en crear una pedagogía colonial, un modo de formación de la inteligencia  para que la misma no perciba la situación real y, más aún, sea su colaboradora.
En el primer caso las dificultades de una liberación nacional son las que surgen del poder  persuasivo de la artillería; es una situación de hecho y por lo tanto evidente. Son más profundas las dificultades cuando no se tiene conciencia da la situación de dominación. O cuando esta es aceptada como algo natural y hasta beneficiosa por parte de un sector de la población”.
También los sectores populares  son víctimas de esta colonización desde su infancia, sin embargo la práctica laboral, la fábrica, la obra, el sindicato, el barrio, la organización social, la solidaridad con el otro, el compañero, etc, hacen que adquiera conciencia de sí, de su clase y por lo tanto de su lugar en el mundo y sus intereses.
Argentina, y en eso se diferencia del resto de los países latinoamericanos tiene una larga historia de luchas populares y un fenómeno no común al resto,  “el peronismo”. Este movimiento construyo una lógica de pueblo, una praxis exitosa, que mostro que era posible otra sociedad con una experiencia de gobierno altamente exitosa que moldeo y cambio una cultura popular, porque el peronismo no es solo una ideología, sino más profundo, es  una “cultura”.
El peronismo es una práctica cultural democrática, popular, anti imperialista, anti elitista, y eso está en la base y en el inconsciente colectivo popular.
Es necesario en esta etapa generar un movimiento político cultural que pueda sumar a esos sectores medios al movimiento nacional. En esa construcción de una nueva mayoría es necesaria una alianza de clases que rompa el bloque hegemónico gobernante.
Es complejo,   pero hemos tenido experiencia histórica en esto.  En los sesenta y setenta  vivimos un proceso de nacionalización de las clases medias, que rompieron contra décadas de anti peronismo y pudo sumar al movimiento nacional a amplios sectores, en especial la juventud, lo cual fue un proceso de ruptura con el pasado.
 La batalla es política, siempre es política, pero uno de los campos  es la cultura.
Hay que desarmar la agenda del adversario. No comprarla y ni adaptarla como pretenden quienes quieren ser la continuación del macrismo. Construir una agenda propia. Subvertir el orden imperante;  ante la despolitización del discurso del adversario oponer una mayor politización nuestra; dar la batalla en las calles que es donde más le molesta, usar las redes y las técnicas de márketing político, teniendo claro que son solo herramientas, que lo primordial siempre es la política.

Es fundamental en esta etapa construir una nueva relación de fuerzas para frenar el embate neoliberal y generar políticas nacionales y populares. Para ello los sectores populares deben  construir alianzas con el empresariado pyme, hoy agredido por la política económica, con los pequeños productores rurales, con los estudiantes, con la cultura, etc, y con la mayor parte de la clase media. Para ello es necesario construir puentes de acercamiento y diálogo, dejando de lado diferencias secundarias o contradicciones superadas, como derecha o izquierda, etc,
Toda división del campo popular es funcional al sistema de dominación.
Como decíamos más arriba en el pueblo argentino hay una praxis política colectiva producto de 70 años de peronismo que ha  marcado a muchas generaciones. Existe además una base organizada importante y en crecimiento para la construcción de una nueva mayoría. Existen organizaciones de empresarios pymes con una visión nacional,  de defensa del mercado interno, organizaciones sindicales con un programa de acción combativo como la Corriente Federal de los trabajadores, las dos CTA, sectores de la CGT, la Ctep y numerosas organizaciones de base, que conforman un entramado político social con mucha potencialidad.
Todas estas experiencias políticas son la base de una nueva construcción hegemónica que venza de una vez y para siempre al neoliberalismo, a  través de la conformación de un gran movimiento nacional y popular que se exprese electoralmente en un frente patriótico.
La responsabilidad histórica en esta etapa es esa construcción para disputar el gobierno y el poder a los grupos económicos más concentrados. Es importante tener claro este concepto: disputar el poder, porque es necesario  desmontar el sistema político-  jurídico –mediático- cultural y educativo que hace  de sustento y base a todas las ideologías y proyectos colonialistas y reemplazarlo por un sistema al servicio del pueblo y la nación.  

Antonio Muñiz
Diciembre de 2018

1)                   (1)http://nomeolvidesorg.com.ar/wpress/wp-                                      content/uploads/2017/02/JAURETCHE-LA-COLONIZACION-CULTURAL-INEDITO.pdf

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.