El fracaso argentino. (Primera Parte)

“Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que Juzgar el pasado, no es otra cosa, que ocuparse del presente” Juan Bautista Alberdi

Pareciera que en Argentina las políticas económicas han ido fracasado sistemáticamente. El país viene perdiendo hace décadas participación en el PBI mundial. Mucho se ha hablado sobre este hecho concreto. Aunque mucho de lo hablado no tiene sustento histórico ni económico. Por el contrario la historiografía oficial ensalza una etapa de glorias perdidas, una edad de oro que quedó en el pasado.
Por supuesto que esta visión, clasista y prejuiciosa,  culpa de todos los males al peronismo y a sus intentos de construir una nación industrial, integrada socialmente.
Sin embargo esta visión edulcorada de la generación del ochenta y del modelo agro exportador dependiente que pretendió instalar, deja mucho de tener validez histórica. Gran parte de nuestro fracaso como país ha sido y es el papel parasitario de la oligarquía, que al apropiarse de las tierras fértiles de la región pampeana acaparó para si  la renta extraordinaria que ellas producían.

La generación del ochenta.

En 1852 es derrocado Rosas y desde entonces hasta 1886 gobiernan sucesivamente: Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca. Es el período difícil y polémico de la organización nacional. En este periodo terminan las guerras civiles, a sangre y fuego, por parte del ejercito nacional, que en una política de exterminio y genocidio arrasa con las poblaciones de las provincias del Norte, en especial La Rioja, la federalización de Buenos Aires, la campaña del desierto, la guerra con el Paraguay, etc.
El país deja de ser un conjunto mal unido de provincias con vocación nacional y comienza a ser de verdad una Nación con un poder central fuerte.

 La etapa se caracterizó por un fuerte crecimiento económico, basado en un flujo constante de inmigrantes proveniente  de Europa, que se asentaron básicamente en la zona pampeana y el litoral, aumento significativo en toda la producción económica agro pecuaria, lanas, carnes y más tarde trigo, cuya producción iba destinada a proveer a los mercados europeos, en especial Inglaterra, embarcada esta en su segunda revolución industrial, el tercero fue  una política de inversiones públicas y privadas para desarrollar infraestructura (trenes, puertos, caminos, frigoríficos, comunicaciones, etc.)
En esos años se va consolidando un modelo agroexportador, dada la fuerte demanda y buenos precios de esos productos en los mercados mundiales. Aumentan notoriamente las exportaciones, aunque también las importaciones. Ayudo a consolidar este modelo la política de bajos aranceles de importación, coherente con la posición librecambista de los sectores de mayor gravitación y opuesta a quienes pretendían el fomento de una industria nacional y la defensa de ciertas económicas regionales.
El crecimiento se concentró en la zona central del país, la pampa húmeda y el litoral, en detrimento de la mayor parte de las provincias del norte, que vieron la destrucción de sus economías locales en beneficio de la elite comercial porteña. En esos años y posteriores se van desarrollando en esas provincias producciones de monocultivos, como el azúcar en Tucumán, tabaco en Salta, yerba mate en el litoral, forestal en Chaco y  provincias aledañas. Todas actividades basadas en la explotación de la mano de obra local, muchas veces en carácter de cuasi esclavitud. Los propietarios de estas empresas eran en general la elite local, asociada a la elite porteña o capital extranjeros, casi siempre inglés.
En el periodo 1860/1914 la elite pampeana alcanzó su momento de esplendor, convirtiéndose en la más opulenta de América del Sur. Entre 1880 y 1914, las ventas externas se multiplicaron unas diez veces, convirtiendo a la Argentina (que poseía menos del 10% de la población de la región), en la responsable de cerca de un tercio de las exportaciones de América Latina (Bulmer-Thomas 1994).
“Este crecimiento fue, en primer lugar, el resultado de la aceleración del proceso de integración del país a la expansiva economía inglesa. Nuevos sistemas de transporte (barco a vapor y ferrocarril) ampliaron los mercados para la producción exportable pampeana,  mientras que el desarrollo del mercando internacional de capitales y el incremento del flujo migratorio aportaron los recursos de capital y la energía humana que permitieron el cambio tecnológico y el crecimiento del producto. La expansión de los mercados europeos para la lana, y luego la carne (ovina y vacuna) impulsó una profunda renovación de la ganadería, realizada a través de inversiones en la mejora de praderas y ganados. En estas últimas dos décadas del siglo, el veloz desarrollo de la red ferroviaria también hizo posible un dramático crecimiento de la producción granífera, que se prolongó hasta fines   de la década de 1920 (Míguez 2006; 2008; Hora 2010)”
Como decíamos en el epígrafe la historia oficial nos habla de un modelo altamente exitoso, una Argentina agro exportadora subordinada a los intereses de la economía mundial y atribuyen el fracaso posterior al abandono de estas políticas.
Sin  embargo, no se toma en cuenta que el vertiginoso crecimiento de esa etapa estaba asociado  a diversos factores que marcaron la época, Inglaterra y en menor medida Europa embarcadas en su segunda revolución industrial, que requería materias primas para sus industrias, por ejemplo algodón y lana para su industria textil, alimentos para su clase trabajadora, carne y granos. Ese cambio tecnológico que motorizó  la revolución industrial, también favoreció el comercio mundial, el barco a vapor o instalaciones frigoríficas, permitieron hacer rentable el comercio argentino europeo a pesar de la gran distancia que los separaban. También el tren, los caminos y los puertos,  permitieron extender la extensión de la frontera agropecuaria, anexando a la producción vastas regiones conquistadas a los indios en décadas anteriores y en ese momento ya en manos de la elite porteña.
Argentina aplicó un modelo de absoluta apertura, endeudamiento, apropiación por unos pocos de las tierras públicas, un fuerte autoritarismo político, en algunas etapas fuertemente represivo sobre los sectores populares, en especial inmigrante. El informe elaborado por Biale- Mase sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora de esa época es lapidario sobre  el nivel de pauperización y pobreza en que vivían esos sectores.
El informe de Bialet-Massé, mostró que, en medio de una Argentina opulenta, que se mostraba como “paraíso” en el mundo, la explotación de su pueblo era brutal.
En esos años, EEUU, partiendo de una situación similar, se inserta en el mundo desde una lógica distinta. El reparto de la tierra conquistada en su expansión hacia el oeste en pequeñas parcelas productivas, favoreciendo así el acceso a la tierra a los grandes contingentes inmigratorios. A la par que impusieron una feroz conquista de territorios, caso la guerra con Méjico que les permitió apropiarse de  más el 50 % de territorio mejicano  en 1848 y tener una política de tierras para los colonos, impusieron una política proteccionista a su producción nacional, más la destrucción, mediante una feroz guerra civil,  de la clase terrateniente del Sur  y su  modelo agro exportador esclavista;  estos les permitió iniciar un proceso de industrialización altamente exitoso. ¨Para 1914, con el inicio de la primera guerra mundial EEUU, era ya una potencia industrial mundial.
Sin quitarles méritos a algunos dirigentes liberales del siglo XIX, como fue la pasión de crear una Nación, el fomento a la educación, la modernización y a la inmigración, los  intereses de clase y su miopía política generaron un desarrollo dependiente llamado a agotarse cuando cambiaran las condiciones de la economía mundial. Mientras EEUU se potenciaba a partir del desarrollo industrial, Argentina construía un modelo, con pies de barro, solo para beneficio de una elite.
La tan elogiada, por historiadores y economistas liberales, generación del 80, llevó, por ejemplo, al país a la crisis de  1890, con un gigantesco default que arrastró  a la banca inglesa, que había concentrado en nuestro país – o casualidad - una porción demasiado grande de su capacidad de crédito.
Fue una crisis provocada por la desenfrenada corrupción del régimen,  abultado déficit fiscal, un alto endeudamiento con la banca externa y una descontrolada especulación bursátil, que no sólo llevo  al país a la bancarrota, al pueblo a la miseria y a la quiebra del Banco Nacional,  sino que también provocó la caída del gobierno de Juárez Celman. La crisis originó la Revolución del  Parque,  donde nace el radicalismo encabezado por Leandro Alem.
Se sucedieron varias crisis de menor envergadura, 1893 y 1905, acompañadas estas crisis por levantamientos armados de la Unión cívica Radical contra el régimen.
Ante esta inestabilidad política, sumada a fuertes resistencias activas  y protestas  por parte de los sectores obreros, nucleados en los gremios anarquistas o socialistas, la elite gobernante solo atina a aumentar la represión policial. Se vivía bajo un estado de sitio permanente. En ese marco se dicta la Ley de Residencia (1902) y luego la Ley de Defensa Social (1910) destinados a disciplinar a la ingente masa de inmigrantes. En la primera década del siglo XX, miles de ellos fueron deportados a sus países dada su militancia o activismos gremial y político.
Hacia 1912, el Presidente Sáenz Peña dicta la ley de voto secreto y obligatorio, lo que permite al radicalismo conducido por Hipólito Yrigoyen participar y ganar en la elecciones que se realizaron en 1916.
Este movimiento político de la elite gobernante, detrás de las buenas intenciones anunciadas  de “erradicar todas las prácticas fraudulentas en materia electoral”, que habían permitido la permanencia de gobiernos oligárquicos desde 1862, excluyendo la mayoría de las decisiones a nivel político y económico a los demás habitantes del país, ocultaba la lógica de cambiar algo para que todo siga igual.
Las convulsiones políticas y sociales, frente a un régimen económico agro exportador y fuertemente autoritario en lo político que se iba resquebrajando día a día, llevaban al peligro de que la insurrección se generalizase y permitiera el triunfo a sectores anti sistemas la toma del poder.
Para 1920 el modelo agro exportador  llega a su techo, a pesar de continuas crisis, originadas por los vaivenes en los precios internacionales.
La agricultura estadounidense enfrenta esta etapa, basada en colonos propietarios y un acceso a la tierra, busca en una mayor inversión de capital,  la tecnificación  y en una producción cada vez más intensiva, aumentado rindes y bajando costos. Esta mayor inversión y tecnificación permitió el desarrollo de industrias de maquinaria agrícola y otras industrias que proveían a la actividad.
En cambio los grandes propietarios de la pampa húmeda y el litoral, convertidos ya en una oligarquía parasitaria, buscan hacer una producción extensiva, sin grandes inversiones de capital, tecnologías o trabajo humano. Al llegar al límite de la frontera agropecuaria la producción se estancó.
Con la primera guerra mundial y más tarde la gran crisis del capitalismo del año 29 el mundo cambio, Inglaterra perdió su supremacía mundial en manos de EEUU,  disminuyó  la demanda de los productos argentinos y cayeron los precios, todo esto  puso punto final el modelo agro exportador. 
La elite comercial porteña, nacida durante el Virreynato, hizo su fortuna y consolidó  su poderío económico a través del comercio de esclavos y el contrabando y más tarde fue convirtiéndose en una burguesía comercial,  asociada a la banca y el comercio inglés, no dejó nunca de ser una burguesía mercantil parasitaria. Luego de su triunfo en la guerra civil, al apropiarse de las tierras fértiles de la pampa, va mutando de costumbres,  imitando las europeas, haciendo de la ostentación de riquezas y lujos un modo de vida. Su modo de producción  siguió teniendo una lógica feudal, apropiarse de las rentas extraordinarias que daba la tierra y la explotación de la mano de obra criolla. Así se convirtió en una oligarquía parasitaria que frustró  cualquier atisbo de industrialización del país.
Aparece con nitidez en esta etapa un fenómeno que se repetirá a los largo de la historia argentina hasta nuestros días, las crisis externas, producidas por el constante endeudamiento con la banca extranjera. Durante el periodo 1860 – 1930, el modelo se sostenía en fuerte exportaciones de productos agropecuarios, a su vez había un nivel muy alto de importaciones de bienes, por un lado suntuarios, para abastecer las costumbres europeas de la oligarquía en el poder y por el otro, bienes de primera necesidad que Argentina no producía.
En   muchos momentos las importaciones eran mayores que las exportaciones, sumado a esto el pago de capital e intereses de deudas anteriores, generaban un déficit constante en la balanza de pagos que era solventado por más deuda. Cuando los precios internacionales bajaban la economía  argentina entraba en crisis.
Dice Aldo Ferrer ("La economía argentina", Ed. Fondo de Cultura Económica —1963—) : “... Finalmente, dado el papel clave que el sector agropecuario jugó en el desarrollo económico del país durante la etapa de economía primaria exportadora, la concentración de la propiedad territorial en pocas manos aglutinó la fuerza representativa del sector rural en un grupo social que ejerció, consecuentemente, una poderosa influencia en la vida nacional. Este grupo se orientó, en respuesta a sus intereses inmediatos y los de los círculos extranjeros (particularmente británicos) a los cuales se hallaban vinculados, hacia una política de libre comercio opuesta a la integración de la estructura económica del país mediante el desarrollo de los sectores industriales básicos, naturalmente opuesta también a cualquier reforma del régimen de tenencia de la tierra. La gravitación de este grupo no llegó a impedir el desarrollo del país en la etapa de la economía primaria exportadora, dada la decisiva influencia de la expansión de la demanda, externa y la posibilidad de seguir incorporando tierras de la zona pampeana a la producción. Sin embargo, después de 1930, cuando las nuevas condiciones del país exigían una transformación radical de su estructura económica, la permanente gravitación del pensamiento económico y la acción política de ese grupo constituyó uno de los obstáculos básicos al desarrollo nacional”.
Esta oligarquía sigue teniendo al día de hoy, mucho poder. No ha desaparecido como algunos quieren hacernos creer. Por supuesto ha ido mutando en su composición y ha ido sumando a otros sectores que se han ido enriqueciendo en las décadas siguientes y ha ido diversificando sus negocios, pero siempre hacia actividades rentísticas y financieras trasnacionalizadas, por donde canalizan el excedente de la renta agropecuaria acaparado.  Algunos han incursionado en  actividades industriales, pero solo en negocios muy rentables, de carácter monopólico, destinados al mercado interno y sin vocación de competir o salir a buscar mercados externos.
En 1930, en medio de la crisis mundial, generan un golpe que desaloja del poder a Hipolito Yrigoyen y a su partido la Unión Cívica Radical. Este gobierno, si bien lleno de errores y contradicciones, representaba a los sectores medios en ascenso y a sectores populares urbanos. La oligarquía volvía  a tomar las riendas del gobierno de un país al que siempre creyó  propio. Se inicia así una nueva etapa, llena de golpes oligárquico -militares, inestabilidad política, fuerte protestas sociales, represión y crisis económicas periódicas y recurrentes. Pero esa es otra historia, aunque siempre con los mismos actores.


Antonio Muñiz
Marzo 2020
genialujan@gmail.com
http://causapopularynacional.blogspot.com/

Es la hora de los pueblos



“En estos tiempos e está jugando algo más que el desarrollo: nuestra propia supervivencia como especie” Fidel Castro

“Esta camisa de fuerzas neoliberal aplicada a la globalización ha creado un monstruo que recorre el mundo”

 “A medida que se valoriza el mundo de las cosas se desvaloriza, en razón directa, el mundo de los hombres”  Carlos  Marx

Todos o casi todos los pensadores políticos actuales, tienen como eje central el fenómeno de la globalización. Esto es así porque indudablemente el mundo vive una profunda crisis económica, financiera, ecológica, militar y ahora para completar el círculo, una pandemia mundial de difícil pronostico.  Casi todos apuntan al neoliberalismo globalizador  como causa de todos los males.

Universalismo, globalización y neoliberalismo.

En verdad la llamada globalización, mundialización, o universalismo como lo anticipo Juan Domingo Perón, es un proceso histórico. El hombre como ser gregario ira avanzando desde la horda primaria, la tribu, las ciudades estados, los estados nacionales, hacia formas organizativas  más complejas, los estados continentales y desde estos a una mundialización, o sea una forma de gobierno global. Este pensamiento planteado por Perón y otros  pensadores tiene un carácter multidimensional,  desde lo político, lo económico, lo científico-tecnológico, lo social, lo cultural, lo demográfico.
Ya Marx anticipo este fenómeno, como una etapa inevitable del capitalismo, y muchos economistas, aún distantes del pensamiento marxista ven el fenómeno de la globalización como un proceso puramente económico, producto de la expansión capitalista en su fase imperialista.
Está claro que la fase económica es hoy central, dada la preminencia del pensamiento neoliberal, como modelo único, pero también hay que tener en cuenta las otras dimensiones a que hacíamos referencia más arriba.
Este sistema de interconexión mundial que se inició en el siglo XV, con el surgimiento  del capitalismo y las innovaciones tecnológicas que permitieron la navegación de los mares y por ende ampliaron el comercio y también la anexión colonial de vastos territorios, dio inicio  a la política mundial.
Todo este proceso no puede ser reducido a un fenómeno puramente económico, porque caeríamos en una interpretación  demasiado dogmática de los procesos históricos.
Por supuesto la etapa globalizadora actual puede ser asociada al neoliberalismo, que se inicia a mediados de la década de 70 del siglo pasado, cuando se rompe el ciclo keynesiano imperante desde la gran crisis de 1929.
Si, el neoliberalismo entiende a la globalización como un fenómeno puramente económico, donde el mercado gobierna y la política administra. Todo está supeditado a los negocios y aumentar la tasa de ganancia del capital, todo lo demás pasa a ser secundario o superfluo. Hasta los estados nación, en sus afanes regulatorios se convierten en una molestia, que debe ser eliminado. Pareciera que el capitalismo, en faz rentística financiera, ha triunfado. Es el único modelo posible, es el “fin de la historia”.
Aquí queda claro que el neoliberalismo es también un fenómeno político, cultural e ideológico. Enancado en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (tic), se esparce por el mundo como una ideología imperial, que pretende cambiar el mundo a los parámetros del Consenso de Washington, el FMI o la OMC, y subordinar todo a los intereses económicos financieros de las grandes corporaciones y el capital trasnacional. Pero también pretende cambiar los parámetros culturales de cada país. Para construir un mundo globalizado, pero donde no todos son beneficiarios de los “logros” del sistema sino por el contrario solo una minoría que se apropia de los excedentes, es necesario un “reseteo”  en la mente los ciudadanos que acepten pasivamente esta situación. Que, es más,  crean que es lo único y lo mejor, que no hay otro modelo posible.
Es por ello que se han ido conformado grandes aparatos corporativos  mediáticos, que operan a nivel global, desde el cine, la televisión, la música, las redes sociales, etc, que operan en forma monopólica con un discurso único. Este relato endiosa al individualismo extremo, el egoísmo, el sálvese quien pueda, el éxito material como meta, el consumo como paradigma de la felicidad. Este discurso destruye conceptos básicos que se le anteponen, de solidaridad, comunidad, patria, etc.
En nuestra época, la cultura es la expresión de conciencia colectiva, por ello el neoliberalismo en su faz cultural ataca los valores espirituales, morales e ideológicos, y en especial la identidad nacional.
Construye un hombre aislado, sin historia, sin patria, sin anclaje ni responsabilidad con el “otro”, con su prójimo. Sin pensamiento crítico lo rebaja de ciudadano, con derechos políticos y sociales a mero “consumidor”.
Sobre este aspecto son muy esclarecedoras las reflexiones hechas por Fidel Castro en 1998, donde enfatiza el carácter desnaturalizador de esta globalización y su incidencia en la espiritualidad humana: “Un problema terrible (...) que estamos padeciendo es el de la agresión a nuestras identidades nacionales, la agresión despiadada a nuestras culturas, como jamás ha ocurrido en la historia, la tendencia hacia una monocultura universal”
Si el árbol se conoce por sus frutos, el resultado de la experiencia neoliberal en los últimos cuarenta años solo ha mostrado fracasos, destrucción, dolor y muerte a su paso.
Así a la luz de sus resultados el paradigma neoliberal está siendo fuertemente cuestionado, no solo desde el pensamiento crítico, sino también desde la realidad misma. El mundo vive hoy una crisis profunda, compleja, sistémica, multidimensional, un mundo en guerras permanentes, crisis económicas periódicas y cada vez más profundas, destrucción del ecosistema humano y la destrucción de comunidades humanas enteras, que no son de interés económico por parte del imperio. Un sistema perverso, que deja afuera a millones de personas, pero que además en nombre de los mercados y los negocios depreda el planeta y destruye los recursos naturales finitos, no puede ser viable.
Así la lógica que da pie al neoliberalismo, de maximizar las utilidades,  es la que ha entrado en crisis casi terminal.
Ya Carlos Marx  sostenía ya en el siglo XIX que “La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos”
Es la lógica imperante, pero llevada al extremo por una fracción, hoy hegemónica, de un capitalismo monopólico corporativo transnacional con eje en los negocios financieros, pero con intereses comunicacionales, farmacéuticos, militares de carácter global con epicentro en los EEUU y ramificaciones en la banca europea, en especial inglesa.  
El neoliberalismo como "horizonte político", como fin de la historia y la superación de todos los conflictos, como  un proyecto sustentable capaz de dar respuestas a las necesidades de los pueblos, ha estallado en mil pedazos.


Mirando el futuro

1
No debemos asociar mecánicamente y confundir neoliberalismo con globalización. La globalización va a seguir siendo una realidad, más allá del neoliberalismo.
Es importante la unidad de criterios y la lucha de los pueblos en contra del modelo neoliberal,  ya que este podría llevarnos incluso a la desaparición de nuestra civilización.
Pero de lo que se trata, entonces, es de globalizar un nuevo humanismo, nuevos valores, que den predomino a  la verdad, la justicia, la fraternidad entre los pueblos, que enaltezca la vida. Para ello es necesaria una revolución en el pensamiento político y económico contemporáneo. El Objetivo es construir una sociedad más justa y equitativa, que respete al hombre como centro, un sistema económico productivo que sea sustentable, subordinado al bien común, que respete el  ecosistema global.

2
"Entonces con el socialismo de Estado derrotado y el neoliberalismo fallecido por suicidio, el mundo se queda sin horizonte, sin futuro, sin esperanza movilizadora".
(Papa Juan Pablo II en 1991 en la Encíclica Centésimas Annus).
Estas palabras proféticas de Juan Pablo II, hace treinta años, nos pueden llevar  a imaginar un futuro post neoliberal donde "… no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes; lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica, ante un mundo que ya no es el mundo de nadie". (García Linera )
 Sin embargo esta crisis para nada puede ocultar para nuestra América,  que la globalización o el sistema mundo, como quieran llamarlo,  va seguir existiendo y sobrevivirá al colapso del neoliberalismo. Por los tanto es necesario pensar como nuestros países se insertan en el próximo orden mundial, con carácter de socios y no de subordinados,  como lo fueron hasta ahora.
Hay que tener en cuenta que se está forjando  un nuevo "orden” multipolar de carácter global, donde Occidente va a perder su hegemonía por primera vez en los últimos 500 años. Esta multipolaridad va a ser hegemonizado por los grandes estados continentales, EEUU, China, Rusia, India, etc.
El Papa Francisco, partidario de un Estado Continental en América Latina, un dijo "orden" multipolar nos brinda a los latinoamericanos un mayor margen de viabilidad, si nos ponemos en la altura de las exigencias de la época
Es decir, la única respuesta al desafío que nos somete el nuevo escenario internacional, es la Nación de Repúblicas de Bolívar, la Patria Grande de Ugarte, el continentalismo de Perón. Allí se encuentra el núcleo de nuestro conflicto histórico.
“Es por eso que la Comunidad Latinoamericana debe retomar la  creación de su propia historia, tal como lo vislumbró la clarividencia de nuestros libertadores……. Nuestra respuesta, contra la política de “dividir para reinar”, debe ser la de construir la política de “unirnos para liberarnos”. Juan Domingo Perón
Construir una Nación en la diversidad, donde lo básico es la herencia ibérica, pero en una  nueva síntesis americana, basada en una historia en común de lucha contra el imperio y las oligarquías locales, donde se  rescate  la riqueza de las diversas culturas  originarias, las corrientes migratorias europeas durante los siglos XIX y XX, en las distintas formas que fue tomando el mestizaje cultural, con sus conflictos  y contradicciones.
Es la Patria Grande o la nada. Es  difícil si, pero también un desafió vital.

Antonio Muñiz
Marzo 2020

La chispa que encienda la pradera

Desde hace unas semanas el mundo ve crecer una pandemia global, el coronavirus. Este fenómeno está generando situaciones de pánico e incertidumbre a nivel global. Pareciera,  en principio, que más allá de su potencial peligro sobre la salud y la vida humana, hoy por hoy esta afectando mas a la economía de los países afectados y por ende a la economía global.

En principio está claro que esta pandemia podría desencadenar una gran depresión, la primera desde la Gran Recesión de 2008-2009.
Lo que está sucediendo  es que  golpeó justo en un momento en el que las principales economías capitalistas ya mostraban signos de debilidad. La economía capitalista mundial ya se había desacelerado hasta una caída cercana al 2.5% anual. Estados Unidos está creciendo a solo el 2% anual, Europa y Japón a solo 1%; y las principales economías emergentes de Brasil, México, Turquía, Argentina, Sudáfrica y Rusia están básicamente estancadas. Las enormes economías de India y China también han caído significativamente en el último año. Es probable que una pandemia global y de largo tiempo pueda sumirnos en un periodo largamente recesivo.

Sobre llovido mojado

La baja del precio internacional del petróleo provocó  un "lunes negro" en las bolsas de valores de los principales países del mundo, con caídas promedio del 9 % y máximas del 11,2 % como en Italia, uno de los países más golpeados por la enfermedad.
 En tanto, el precio del barril del crudo Brent, de referencia en Europa, se desplomó un 26,31 %, hasta cotizar a 33,36 dólares, la mayor caída en una jornada desde la primera Guerra del Golfo. El derrumbe comenzó en Asia, pasó luego a Europa y llegó a Wall Street. En los días subsiguientes hubo un rebote hacia arriba, seguramente será lo que los economistas llaman “el rebote de un gato muerto”, a pesar de las medidas de Trump de comprar  a estos precios a fin de estoquear, lo cual originó  de inmediato un aumento del precio del barril y un aumento en los índices bursátiles.
Todas estas movidas y juegos de ajedrez en la economía y la política mundial, más allá de resultados de corto plazo, solo hacen vislumbrar una recesión global, por ahora de tiempos y pronósticos reservados.
"El ciclo ya está muy avanzado, y el coronavirus es básicamente un golpe doble. Pero ya estábamos avanzando hacia la recesión antes de que alguien hubiera oído hablar del coronavirus". (Colombo)
"Por muy malo que fuera el 2008, lo que vendrá será peor, porque ahora hay mucha más deuda: casi 100 billones de dólares en deuda nueva", advirtió el economista Colombo, quien  además sostiene que una serie de nuevas burbujas estallarán en los mercados de todo el mundo. (Colombo) (1)

Crisis global

Nada de esto es casual, el mundo actual  vive una crisis estructural, sistemática  y global de difícil y complejo diagnóstico y por ende de difícil salida.
Como venimos diciendo en artículo anteriores, la crisis del modelo capitalista global  está en su seno mismo. Solo faltaba una chispa que encendiera la pradera
 En necesario profundizar el debate y la reflexión en busca de una construcción social alternativa que pueda reemplazar el modelo neoliberal existente.
En el caso de Argentina, el escenario es altamente complejo, dada su vulnerabilidad externa producto de la deuda contraída por el gobierno anterior. Hoy por hoy enfrenta una dura negociación con el FMI y los bonistas de difícil pronóstico.
También la pandemia ha llegado a estas playas, más rápido de lo esperado, y está ocasionando daños económicos que se irán sintiendo en los próximos meses.
La herencia dejada por el macrismo de endeudamiento, inflación y recesión, juega hoy como un pesado  yugo, a la que habrá que sumar la crisis externa y la recesión mundial. Un escenario muy complicado, casi una tormenta perfecta sobre Argentina y Latinoamérica.
Más grande aun es el peligro, ya que la historia muestra que los países centrales tienden a hacer pagar los costos de sus crisis a los países periféricos. 
Por ello los países periféricos deberían ir cerrando sus fronteras, no solo para evitar el ingreso de personas que pueden traer y contagiar la enfermedad, sino también para evitar el daño económico y comercial que la situación global nos va a infligir. Así como la pandemia llegó y nos está pegando de frente, también llegaran los efectos de la situación de la economía mundial. O sea, no se trata de evitar que lleguen sus efectos, sino minimizar los daños.
En este marco de crisis global es necesario pensar modelos de desarrollo social y económico que rompan las lógicas neoliberales que han condenado a estos países a crisis periódicas y repetidas.
Desde mediados de la década del 70 se ha ido configurando un modelo caracterizado por la reconversión del capitalismo hacia lógicas financieras rentística, basadas en el neoliberalismo monetarista y enancada en la revolución tecnológica que permitió la globalización informativa y comunicacional,  el libre de comercio y la libre circulación de los flujos de capital, etc. Como hemos dicho en innumerables veces el neoliberalismo es un  proyecto de dominación imperial, que pretende ordenar el mundo a imagen y semejanza de los postulados del Consenso de Washington.
Sin embargo este proceso no ha sido lineal, por el contrario ha sido jalonado por diversas crisis sectoriales y regionales, conflictos armados y un deterioro estructural y sistémico del sistema capitalista, cuya expresión mayor fue la recesión de 2007/08, cuyas consecuencias aún no han sido superadas.
Cuarenta años de neoliberalismo han construido un mundo sumido en el caos y la violencia, regiones como el medio oriente azotados por guerras por el control del petróleo, zonas devastadas por la explotación desmadrada de recursos naturales, que destruyen los ecosistemas naturales, hambrunas generalizadas en regiones de África, migraciones masivas, genocidios planificados en África y Asia,  Es indispensable tener presente que hablamos de recursos naturales finitos, sometidos a una utilización y explotación descontrolada, como si esos recursos fueran inagotables. En verdad  enfrentamos un descalabro multidimensional de carácter  “terminal”,  el funcionamiento “normal” del capitalismo, nos lleva a una crisis civilizatoria.
Según el Papa Francisco  estamos ante la Tercera Guerra mundial, en etapas y es cierto, el/los conflictos bélicos en todo Medio Oriente, lejos de calmarse, tienden a crecer y expandirse. El conflicto entre Turquía y Siria, con los Kurdos en el medio y  detrás tropas rusas y yanquis en la zona, pueden estallar en cualquier momento; el “Plan de Paz”  de  Trump para el conflicto judío palestino, ira generando más resistencias y violencias por parte del mundo árabe, también los ataques por parte del eje Washington – Tel Avic contra Irán son otra bomba de tiempo, la guerra empantanada contra el Talibán por parte del ejército yanqui en Afganistán, etc, son situaciones que pueden escalar rápidamente en una guerra regional y de ahí a una guerra mundial. Los intereses chino rusos son muy fuerte en la región, además el conflicto se estaría dando en sus fronteras. En ese caso los resultados serían de catástrofe global, casi terminal.
Aun en un escenario de conflictos regionales, como el actual, los peligros de una crisis civilizatoria siguen estando vigentes. Según Samir Amin “detrás de esta crisis se
perfila a su vez la verdadera crisis estructural sistémica del capitalismo” y de que “la continuación del modelo de desarrollo de la economía real, tal y como lo venimos conociendo, así como el del consumo que le lleva emparejado, se ha vuelto, por primera vez en la historia, una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y del planeta”.
La lógica neoliberal monetarista característica de esta etapa ya muestra los limites materiales  de una expansión sin control y sus  consecuencias geopolíticas”.
Según estudios la profundización y diversificación de la crisis iniciada en 2007 y cuyas consecuencias todavía padecemos nos muestran los  “límites de la financiarización del
capitalismo”, la lógica extrativista de los recursos limitados, el uso desmedido de la energía proveniente de combustibles fósiles, con su consecuente contaminación atmosférica y el ya evidente efecto invernadero y el cambio climático, la explotación y la pauperización de poblaciones enteras que quedan fuera de los intereses capitalistas, etc, nos lleva a un cercano colapso.
De no mediar correcciones importantes en el rumbo, solo nos queda, dada la dinámica económica actual, prepararnos  a  un largo periodo de crisis económicas constantes, recesión, conflictos comerciales y por ende continuos conflictos militares, potencialmente peligrosos, en el centro y la periferia capitalista.
Cabe acotar que en este análisis no estamos profundizando los cambios climáticos y los efecto devastadores de las políticas de explotación de los recursos sobre el ecosistema mundo, que hoy son un peligro cercano.
También hoy vemos una pelea de fondo sobre la supremacía económica, comercial, tecnológica y por supuesto militar en un futuro mediato. La hegemonía anglo norteamericana vigente se ve claramente cuestionada por nuevos actores y bloques de países. China, sobre todo,  emerge como el gran ganador de esta lucha hegemónica;  según diversos autores China será la próxima potencia global en las próximas décadas. El gran riesgo, que la historia nos muestra,  es que estas luchas solo se dirimen en conflictos armados.   Las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, en realidad una sola gran guerra que se dio en dos etapas, fue por la supremacía y el reparto imperial de territorio coloniales de la periferia. Aunque es probable que en la actualidad una guerra de esas características solo lleve a una destrucción masiva donde solo haya perdedores. Sería ilógica una salida por ese lado, pero como alguien dijo “lo único infinito es la estupidez  humana”.

Mirando al Sur

En principio y sin hacer proyectiva, solo un poco de historia reciente, el imperialismo anglo yanqui, con su manual de penetración imperial, el neoliberalismo, solo muestra su gran fracaso de construir una paz global, con integración y desarrollo armónico. Hoy solo puede mostrar  genocidios, tragedia, dolor y muerte.
La lógica imperial de garrote y saqueo mostrada en Vietnam, Corea, Camboya, Indonesia y en fechas recientes en Irak, Siria, Afganistán,  Libia, etc, que tuvo además brutales manifestaciones en América latina  por parte de estados Unidos, pero acompañada siempre por los países europeos, que no han dejado nunca de lado su ambición imperial, aunque sea, como en este caso de segundo orden y haciendo seguidismo.
El retroceso manifiesto de EEUU y su fracaso militar en Medio Oriente, sumado al gran fracaso económico y social del modelo neoliberal monetarista  auspiciado por los países centrales hace prever un retroceso de este país hacia sí mismo y su “patio trasero” América Latina. Cabe acotar que el aislacionismo yanky es una postura que tiene bases firmes la su cultura de ese país, como también considerar, por la proximidad geográfica al resto de América, como un territorio que les pertenece.
La historia de todo el continente Americano está llena de hechos traumáticos originados en el intervencionismo y las políticas coloniales de la potencia norteña.
Las naciones latinoamericanas han sufrido de manera especial las consecuencias de un esquema represivo de saqueo de sus recursos, así como la explotación de sus trabajadores, presente siempre dentro de un esquema imperial asociado a algunas oligarquías locales,  lo que ha consolidado 500 años de regímenes coloniales, primero por parte de las potencias europeas y luego el imperialismo yanqui. Muchas veces este colonialismo se manifestó de manera salvaje, como el exterminio del 90% de la población nativa en las primeras décadas de la ocupación, y en otras más sutiles, como golpes militares, con la injerencia de los intereses norteamericanos, pero utilizando a la oligarquía asociada y a las fuerzas armadas locales como fuerza policial de represión. Siempre el objetico es el mismo, la defensa de sus empresas y negocios, y siempre destruyendo cualquier atisbo de gobiernos populares o que defendieran, aun tímidamente, los intereses propios por sobre los del imperio.
La relación traumática y conflictiva de los países americanos con su “hermanos del Norte”  a lo largo de los siglos XIX y XX ha sido compleja y muchas veces “difícil”, como lo puede ver quien se asome al colosal listado  de hechos, desde la sangrienta guerra contra Méjico y la anexión de más de la mitad del territorio original mejicano en 1848, las agresiones, la implantación y el apoyo a sangrientas dictaduras que cuidaban sus intereses en la región, la vulneración de derechos, leyes y tratados internacionales con total impunidad.

Sin embargo América Latina fue y es el escenario de experiencias políticas y sociales anti imperiales de resistencia y organización popular. Sin entrar en demasiados listados históricos y solo tomando las últimas décadas, la experiencias populares, tal como la revolución mejicana, la revolución cubana, el peronismo, tal vez la versión más sólida en cuanto a organización y contenido ideológico de los movimientos populares latinoamericanos, el sandinismo, y ya más cercanos las experiencia de Chávez, Evo, Lula, Kirchner, Correa, el zapatismo, etc, que marcaron toda la primera década del siglo XXI.

En esta etapa de procesos de sociales y políticos, repletos de vigor y no exentos  de contradicciones, fueron construyéndose nuevas experiencias de gobernanza que fueron marcando un camino de construcción antagónico al neoliberalismo global:
la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), PetroCaribe y a finales de 2011 la puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que excluye a Estados Unidos y Canadá. Quedaron en el camino otras iniciativas que hubieren permitido un  grado de avance  en la integración y una mayor consolidación del proceso.
A pesar de los avances y retrocesos de estos procesos políticos alternativos, Latinoamérica sigue siendo el escenario donde se está librando la gran batalla por la construcción de sociedades más libres, democráticas, integradas, con justicia social y respeto por la naturaleza.

Sin dudas hoy  el escenario latinoamericano no es el mismo al de principios del siglo XXI, sin embargo con un mundo en crisis y la mayoría de los países centrales cerrándose sobre si mismos abren una nueva oportunidad para nuestra región.
Si bien también es cierto que las realidades de cada uno de nuestros países son disimiles, hay algo en común, la fuerte disidencia y rebelión de los pueblos contra el modelo neoliberal imperante, pero también la incapacidad de las elites locales de dar respuestas a la crisis y proponer  alternativas, que superen los escasos límites de sus intereses de clase.
Es importante desde los movimientos populares latinoamericanos volver a intentar construir un modelo de desarrollo e integración diferente, que rompa las cadenas de imperialismo, muestre otro camino de construcción de otra economía y otras formas de la política, que tenga como centro al hombre, su comunidad   y su entorno natural.
Hay experiencias prácticas a lo largo de nuestra historia, hay  ideología y  hay teoría construida en la acción popular de resistencia.
Y aunque pequemos de setentista, el desafío sigue siendo el mismo, liberación o dependencia, patria o colonia.
Es el momento, es aquí y es ahora





Antonio Muñiz
Marzo 2020

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.