Una entrada contradictoria y traumática

25 años de democracia
Gentileza Revista Zoom

Por Hugo Presman

El sol jugueteaba sobre las veredas ese primaveral domingo de octubre. Clarín tituló en letras catástrofe “LLEGAMOS”. Pablo Díaz, uno de los tres sobrevivientes de La noche los lápices recordaría las últimas palabras de su amiga Claudia Falcone desaparecida en ese operativo criminal: “Cada 31 de Diciembre levanta la copa por mí”. Las Madres abrían las ventanas de sus casas esperando que junto con el sol y la democracia entraran la esperanza y la justicia. Los muertos en Malvinas, sus familiares, deseaban que el sacrificio no hubiese sido en vano. Los arrojados a la exclusión volvían del pesimismo con la promesa que con “la democracia se come”. Los exiliados, desde geografías distintas y a veces remotas, sabían que con “la democracia se vive”, pero deseaban regresar a este país tan contradictorio como querible, cuyo gobierno criminal, establishment-militar, los había expulsado. Dejando atrás la noche más cruel, con el país convertido en cárcel, con sus campos de concentración y sus desaparecidos, con los libros prohibidos o quemados, con su guerra perdida y su economía arrasada, los argentinos avanzamos hacia las urnas.
Ese 30 de Octubre, contra los pronósticos que auguraban la permanencia del invicto electoral del justicialismo, el radicalismo llenó las urnas, alcanzando un 52%. Alfonsín había reiterado hasta la saturación que lo que se elegía ese 30 de octubre no era una salida electoral sino una entrada a la vida. Había un clima festivo pero distinto a otro momento histórico como el 25 de mayo de 1973, cuando en la histórica Plaza el “se van, se van y nunca volverán” fue un espejismo que demostró ser perecedero en apenas tres años.
Raúl Ricardo Alfonsín había acertado con un discurso amplio políticamente, que hacía eje en el preámbulo constitucional. El candidato del justicialismo Ítalo Luder, con su oratoria anodina y su presencia carente de atractivos, no había podido levantar los aspectos más negativos del gobierno de Isabel Perón, quien sin embargo no había caído por sus groseros errores sino por algunos aciertos y por lo poco que le quedaba de expresión de la soberanía popular. La Triple A había quedado en la conciencia y la memoria de las poderosas clases medias urbanas como un prólogo del terrorismo de estado.
El sistema periódico de elecciones se consiguió fundamentalmente como consecuencia de la derrota en Malvinas. Aquel esperado 30 de octubre sepultaría varios intentos de la dictadura criminal para cubrir sus delitos. Primero, el “Documento Final de la lucha contra la subversión” emitido por el último presidente de la dictadura criminal, Reynaldo Benito Bignone, el 28 de abril de 1983, junto con el Acta Institucional, por el cual levantaban una barrera jurídica para el juzgamiento de las atrocidades cometidas. Volvieron a colocar cerrojos legales de impunidad al consumar pocos días antes de las elecciones, el 23 de septiembre de 1983, con el decreto 22.294 que establecía una autoamnistía para los miembros de las fuerzas armadas y civiles que hubieran participado en el autodenominado Proceso.
Alfonsín fue de los dos candidatos principales, el único que esbozó un plan claro para evitar que los horrores quedaran impunes. Luder tenía sobre el tema respuestas de profesor de derecho penal y no de un político.
La campaña publicitaria de Raúl Alfonsín sintonizó perfectamente con la necesidad de paz y fortalecimiento de la vida luego de los traumáticos años transcurridos. Eso quedó sintetizado en “Somos la vida, somos la paz” que vitoreaba la Juventud Radical.
Detrás del entusiasmo de aquel inolvidable 30 de octubre quedaba oculta una inmensa derrota sufrida por el pueblo argentino en todos los planos: económico, social y militar. Por todo ello, el 30 de octubre de 1983 fue una entrada contradictoria y traumática.
La estatización de la deuda privada fue el último presente griego sobre el cuello de la incipiente democracia y que condicionaría significativamente los años posteriores. Un Caballo de Troya en cuyo interior estaban los miles de desaparecidos, las familias destruidas, los exiliados, la industria arrasada, la exclusión social, una sociedad que en muchos estratos incorporó subliminalmente la ideología individualista antisolidaria, sin olvidar que el golpe del 24 de marzo contó con un asentimiento muy significativo de la población.
El 10 de diciembre, cuando asumió Raúl Alfonsín, se volvió a escuchar como una década atrás el “se van, se van, y nunca volverán” Eso esta vez fue cierto con relación a los uniformados, ejecutores del terrorismo de estado. Pero los intereses económicos que alentaron e impulsaron las políticas de devastación, los crímenes y horrores que se perpetraron para hacerlas posibles, siguieron reciclándose a través de su asociación con los sucesivos gobiernos, reemplazando cuando le convenían los golpes militares por los golpes de mercado, o haciéndose cargo del gobierno durante las dos presidencias de Carlos Menem y luego de la Alianza.
Los dos primeros años del gobierno de Alfonsín se alinearon con las expectativas que llenaron las urnas aquel luminoso día del mes octubre. El Juicio a las Juntas fue el punto cumbre de aquella primavera política. Luego volvió sobre sus pasos en consonancia con su política desmalvinizadora, y comenzó, con algún pudor, a recorrer el camino neoliberal que asolaría en su delirio fundamentalista al país por más de una década.
Luego de la enorme crisis del 2001, explosión del camino de dependencia recorrido, el país se ha encaminado con contradicciones en la dirección de los nuevos y positivos vientos que soplan en América Latina.
A pesar de todas las tropelías cometidas a partir de 1983, vale la pena luchar por una democracia incluyente, sin marginados, con justicia, en un país soberano, parte indivisible de una Nación Latinoamericana. La democracia tiene que ser una entrada a la vida para todos. Solo así la vida y la esperanza podrán convivir en libertad con la justicia social.

Causa Popular en el acto de los movimientos sociales y políticos que apoyan al gobierno


“Esta etapa requiere la unidad”

Entusiasmados por el proyecto oficial de reforma del sistema previsional, distintos sectores afines al kirchnerismo, que trascienden al peronismo, coincidieron en que “la tarea de hoy es sostener el proceso de cambio que se inició en el 2003”. La sorpresa y el entusiasmo por el reciente anuncio de estatización de las AFJP se reflejaban en cada conversación, en los comentarios que se escuchaban . Es que los asistentes al acto de los movimientos políticos y sociales que apoyan al kirchnerismo eran conscientes de que el Gobierno ha dado un paso trascendente.
El mensaje de Sigal, actual titular del Frente Grande, parecía dirigido a los sectores progresistas que elogian medidas del kirchnerismo pero que se mantienen distantes de un armado electoral que apoye abiertamente al Gobierno.
Quienes sí ratificaron el documento y prometieron movilizar a un acto en el Luna Park con la presencia estelar de Néstor Kirchner fueron el Frente Transversal, el Movimiento Evita, Frente Grande, Partido Intransigente, Causa Popular, Militancia Social, Comedor Los Pibes, Corriente Eva Perón y FB 19 de Diciembre. El acto en el Luna Park será el martes 18 de noviembre. La presencia del ex mandatario funcionará como una ratificación de su candidatura a diputado. “Kirchner va a ser candidato aunque no quiera”. La sorpresa del acto fue el retorno a la escena del ex canciller Rafael Bielsa. “Vengo como último orejón del tarro. No tengo ningún cargo electoral ni expectativa electoral. Es hermoso estar a la intemperie”, se presentó. Después se sumó a una de las ideas fuerza que circuló a lo largo de la charla. “Tenemos que crear un sujeto político, un sujeto social. Porque nada es duradero si no crece desde el pie. Y nada es duradero si no hay un sujeto social que lo respalde”, argumentó Bielsa. Lo escuchaban dirigentes de los movimientos políticos y sociales de la izquierda kirchnerista. Aparte de Sigal y Pérsico, estaban los diputados Edgardo Depetri y Adela Segarra, el ex secretario de Derechos Humanos bonaerense Edgardo Binstock, más referentes de organizaciones y partidos. Eran Gustavo Cardesa (PI), Jorge Pereyra (PCCE), Sergio Berni (Militancia Social), Nahuel Beibe (FB 19), Nadia Martínez (Comedor Los Pibes), Ignacio Medina (Plátano), Marcelo Koenig (Corriente Eva Perón) y el diputado Daniel Gurzi, referente de Causa Popular.
Depetri fue uno de los principales promotores de la convocatoria. Ayer pudo evitar sonrojarse cuando Bielsa, con quien tiene una muy buena relación, lo elogió con palabras poco habituales en un acto de este tipo. “Edgardo es un ejemplo de alguien que no ha perdido el amateurismo en la política. Ayer fue dirigente gremial, hoy es diputado, mañana puede estar de nuevo en la calle”, lo ensalzó el ex canciller.
Página12

Medidas para el desarrollo social e industrial

Hay que sacar el sapo del agua caliente y construir un futuro más justo.
Bernardo Tirelli

Hay algo positivo en la actual crisis internacional, porque no sólo se han caído los falsos argumentos de las teorías neoliberales y del fundamentalismo del mercado sino que también quedó cuestionado el dinero –el capital– como creador de valor, o sea de trabajo. Este vacío intelectual que deja la crisis crea la oportunidad de afirmar principios propios que permitan reconstruir una Argentina industrial más igualitaria, fiel a sus antecedentes históricos y de identidad. Esto significa defender el ahorro que, entre otras cosas, posibilita una jubilación justa para los trabajadores. Y también significa potenciar la dirección del ahorro, o sea, el trabajo acumulado por los argentinos, hacia la creación de más industrias, principalmente en las zonas de bajo desarrollo, con el fin de lograr un país justo e igualitario. La promoción industrial. En la Argentina hubo varios intentos de promover el desarrollo industrial y también varios intentos deliberados de destruirlo. Tal vez no sea tan paradójico que quien más hizo por destruir la industria nacional, la última dictadura, haya sido el autor de la ley de facto –ley 22.021– aún vigente de promoción y desarrollo. En realidad esa ley durante la dictadura, al igual que su plan económico, favoreció a determinados grupos mal llamados nacionales, los que salieron del proceso dictatorial como sus grandes beneficiarios, iniciando un rumbo de gran concentración económica e industrial que aún hoy no se detiene. No existen promociones industriales; la que existía facultando la desgravación de los impuestos de IVA y Ganancias provocó distorsiones por los abusos y falta de controles que permitieron la evasión de impuestos sin ningún desarrollo industrial. Fue derogada, aunque hoy sobreviven beneficios de su aplicación en muchas empresas radicadas en las zonas promovidas.En la actualidad la ley 22.021 es el único régimen de promoción nacional que otorga la facultad de aplicar impuestos nacionales para actividades productivas difiriendo su devolución hasta un plazo posterior variable, según el proyecto, a su puesta en marcha. Esta ley de facto está vigente pero en la práctica no existe. En el Presupuesto de 1999 se le incorpora cupo fiscal y a instancia de los diputados nacionales de Santa Cruz se incluye a esta provincia como autoridad de aplicación lo que termina, por primera vez, extendido a todas las provincias patagónicas. El gobierno de la Alianza veta el artículo y las sucesivas leyes de Presupuesto nacional no le otorgaron cupo fiscal.Con el veto del Ejecutivo en 1999 este se comprometió a enviar un nuevo proyecto que fue conducido por Beatriz Nofal. En el anteproyecto de Nofal se destacaban dos aspectos, el primero, referido a los criterios de elegibilidad y al mecanismo para establecer los cupos de cada provincia, y el segundo, a los beneficios otorgados a los inversores y a las actividades que se promueven. El primero pone énfasis en el desempleo y con ese concepto establece una vinculación lineal entre los índices que miden ese déficit y la elegibilidad y el cupo que le corresponde a cada provincia. Aplicando esas pautas resultaban beneficiarias provincias con alto desarrollo como Santa Fe y con mayores cupos provincias como Entre Ríos, quedando, a su vez, prácticamente excluidas todas las provincias patagónicas comenzando por la de Santa Cruz. Los incentivos propuestos y su forma de aplicación eran inviables, con garantías duras las provincias de mayor grado de desarrollo tenían los mismos o mayores incentivos que provincias menos desarrolladas y con menor infraestructura y los beneficios de financiamiento del IVA y derechos de importación eran exiguos para inversiones en zonas marginales. También, en esos años, varios legisladores nacionales de provincias del norte argentino –uno de ellos es hoy gobernador– presentaron un proyecto de ley que tuvo estado parlamentario (5216-D-04) en ambas Cámaras. Se planteaba utilizar como fondo inicial el de las AFJP, para generar empleo en número significativo, con inversiones en todo el país con ciertas exclusiones y limitaciones a fin de promocionar zonas de bajo desarrollo y con esto coadyuvar al equilibrio regional. Se buscaba que permitiera intervenir tanto a inversores nacionales como extranjeros, que los fondos previsionales sean dedicados en una parte a la inversión productiva, que no disminuyera la recaudación tributaria actual y por lo tanto que no tenga costo fiscal y que los emprendimientos no tengan exenciones impositivas con alguna excepción relacionada a la reinversión de utilidades según la localización y a la ganancia mínima presunta en la etapa de inversión entre otros, que sea un instrumento estable de promoción por varios años, que fuera atractivo para los inversores y que disminuyera los problemas de deudas de las provincias. En lugar de este proyecto las AFJP financiaron por más de 15.000 millones a empresas del extranjero y a empresas extranjeras, en suelo argentino, de alta concentración económica. ¿Qué resultado se tendría si esos fondos se hubieran utilizado, según el espíritu de ese proyecto de ley, para el desarrollo productivo en las zonas atrasadas y con empleo precario? El proyecto no tuvo tratamiento.


EL SAPO.


A los EE.UU. les pasó lo del sapo en agua caliente. Cuando se introduce un sapo vivo en agua caliente este salta porque se quema, pero si se lo coloca en agua tibia y se la va calentando de a poco la cosa es distinta. Por ser el sapo un animal de los llamados de sangre fría (poiquilotermos) el cuerpo de éste toma la temperatura del medio que le rodea. Entonces si el calor del agua sube de manera progresiva el sapo se irá poniendo más activo y puede llegar a soportar más de 80 grados centígrados sin quemarse. Si la temperatura sigue subiendo muere sin quejarse. Igual sucedió en la Argentina con la convertibilidad. Los EE.UU. y Europa hoy, después de quemarse, corrigen colocando capital e ingerencia estatal en el resguardo de su economía e industrias básicas. Defienden la producción y el trabajo. En la Argentina los criterios de no promoción –salvo para los grandes grupos que sí tuvieron– han estado basados en principios de libertad de mercado, de no ingerencia del Estado y de resguardo de los costos fiscales. Este concepto parte de dos errores. Uno, considerar que la actividad productiva, en las zonas subdesarrolladas, existiría igual sin la promoción. El otro, que los fondos destinados a promoción son costos y no inversiones. Nunca ha sido tenido en cuenta, por los técnicos nacionales de las últimas décadas, el recupero en impuestos y en cargas sociales que genera cada proyecto productivo. Aceptar el principio del costo fiscal por ingresos, que el Estado no percibe, pero que son directamente aplicados a inversiones productivas con impacto directo en la generación de nuevos y diversos tributos e importantes implicancias en todo el campo social es aceptar que el Estado no debe tener ninguna función en la corrección de las desigualdades y los desequilibrios regionales y que estos sólo se corrigen por la acción libre del mercado. Es hora de abandonar el agua que calienta la concentración y la desigualdad económica. En vez de pensar en subir las tasas de interés para evitar corridas al dólar hay que incentivar los emprendimientos productivos dentro de un Plan Nacional de Desarrollo. El resultado de un plan de promoción industrial y regional puede calcularse y, en ese caso, se puede hablar de pérdidas o ganancias, según se hagan las cosas, pero no de costos fiscales. Dentro del gran debate por el proyecto nacional hay que incluir la gran discusión de una ley de promoción industrial para todo el país desde un proyecto estratégico y de saber qué promocionar, dónde y con qué recursos y métodos. El Estado tiene en sus manos la acción para sacar al sapo del agua caliente para construir un futuro más justo e igualitario.

“Es una tontería hacer de la filosofía algo oscuro”

Por Francisco Balázs. "Miradas al Sur". fbalazs@miradasalsur.com

El filósofo y escritor presentó su último libro, "La filosofía y el barro de la historia". En esta entrevista repasa su trabajo como profesor y escritor, adelanta fragmentos de su próxima novela y aborda el presente político del país.


José Pablo Feinmann afirma con satisfacción que ha logrado que no sólo lo lean los convencidos, sino también los otros, los que no están de acuerdo con él; los detractores, el enemigo. Un rato antes de la presentación de su último libro, dialogó animadamente con Miradas al Sur, de quien se reconoce lector. “Son una voz tan rara... Salvo ustedes y Página/12 no hay voces así.”

Tras estas declaraciones de Feinmann, este cronista comienza felizmente su trabajo


–Este nuevo libro es un paso más de sacar la filosofía a la calle, de urbanizarla, ensuciarla, como le gusta a usted decir. ¿Cómo logró despertar tanto interés por la filosofía?


–En realidad, es difícil que te diga cómo lo logré, porque tendría entonces que haber un plan previsto, anterior. Pero lo logré al seguir dando clases de la misma manera que las doy desde hace muchísimos años. Yo empecé a dar clases a los 23 años y desde ahí fui siempre un profesor claro. Tampoco un profesor que se obsesionaba por ser claro, era naturalmente claro. Y también a veces, decididamente claro, es decir con la intención de ser claro. Y eso me llevaba, al comienzo, a repetir muchas veces y algunos me decían mirá que repetís mucho, pero hay cosas que hay que repetir, incluso hay una frase de Heidegger que dice lo que se repite se piensa dos veces (Heidegger justifica todo lo que hace, como se repite tanto...). Después di muchísimas clases en unidades básicas de la JP, que era mi tipo de militancia, no necesariamente de montoneros, porque viste que hay toda una maniobra ideológica para intentar identificar a la JP con los montoneros.


–Y de intentar confundirlo todo. Incluso cuando lo tildan de ultrakirchnerista y hasta de ex montonero.


–Son pelotudos. Pero bueno, eso puede provenir de los foros de ciertos diarios en internet, como La Nación y otros, que son una cloaca, repito: una cloaca. Yo ya dije: no hay boludo que no tenga su blog, y lo sigo sosteniendo. Alguien que diga que soy ultrakirchnerista es un tarado. Y que digan que fui montonero... En el numero 10 de la revista Envido (la única revista teórica de la izquierda peronista) dije: “Yo no estoy”, lo cual no quiere decir nada malo de mis compañeros. Sobre todo a partir del asesinato de Rucci. Pero además nunca estuve en la orga.


–¿Los veía como algo lejano a usted?


–La verdad es que no lo sabía. Para mí Montoneros era una cosa como que venía de afuera. Se habían mandado lo de Aramburu, que a mí nunca me gustó, porque es una cosa así, de piel, la violencia no me funciona, no me gusta.


–Hubo quienes lo festejaron, lo sintieron como una reivindicación...


–A mí me preocupó siempre. La violencia venía de antes, pero ahí empezaba una cosa jodida. Y hubo hechos de violencia, como el día que matan a Sánchez y Sallustro, que a mí me dejaba consternado. No era el camino. El camino era la lucha totalizadora del pueblo por el retorno de un líder, las masas, todo eso que en La sangre derramada (1998) lo explico muy detalladamente; un libro que me valió por parte de mucha gente muchas puteadas, y ahora que sale lo de Del Barco, que es más fuerte, también lo putean. Yo estoy haciendo el suplemento sobre el peronismo, para Página/12, y ahí voy a desarrollar al tema. Ahora terminé de escribir una novela sobre el secuestro de Aramburu, una novela de cien paginas que se llama Timote, donde, bueno, hay que escuchar lo que dice Aramburu cuando Fernando Abal le dice: “Vamos al sótano”, y Aramburu le pregunta: “Usted ¿me va a fusilar en un sótano? ¿Ustedes que me echaron en cara que había fusilado al general Valle en una penitenciaría me van a fusilar en un sótano?” Y Abal Medina le contesta: “Nosotros somos una organización clandestina, para usted tenemos un sótano, nada mas”. “Pero en un sótano no entran fusileros. Esto no es un fusilamiento”. “"No, yo le voy a dar un tiro de gracia”. “Un tiro de gracia sin fusileros es un asesinato”. Luego Fernando (Abal Medina) le dice cosas terribles a Aramburu, y Aramburu le contesta: “Pibe, estás arruinando tu vida por un viejo de mierda, del que yo te podría contar cosas abominables”. “Perdone, general –le contesta Abal Medina–, yo crecí escuchando cosas abominables de Perón, por eso estoy aquí. Ustedes me inventaron. Soy lo que ustedes hicieron de mí.”Es la historia de una gran complejidad. Nadie sale indemne. En un momento hablan de la tortura y Aramburu les dice: “No puedo decirles nada más de Evita; no sé nada más. Sé que está en Roma. Sé que está en uno de los cementerios de Roma y nada más”. “No hay tantos cementerios en Roma. –le contesta Fernando Abal Medina–. Usted tiene que saber en cuál está”. “No sé en cuál está" responde Aramburu. “Se dará cuenta, general, que éste es el momento en el que lo tenemos que torturar.” Y Aramburu les dice: “Si, sé lo que es la tortura, estudié las técnicas de tortura”. Y larga toda una teoría de la tortura, y les habla un rato largo, como para hacerles ver que la tortura no lleva a ningún lado, entonces Fernando Abal Medina le dice: “No. No es por eso que no lo vamos a torturar, por nada de lo que usted dijo. Es porque Montoneros no tortura. Porque no queremos ser como ustedes.”


–¿Cuándo se publicará este libro?


–Espero que Planeta lo publique pronto.


–Volviendo a La filosofía y el barro de la historia, aunque no fue premeditado, usted logró hacer llegar la filosofía, autores y textos que suelen presentarse como inaccesibles, y así romper con lo oscuro...


–Es una tontería hacer de la filosofía algo oscuro. Yo creo que es una herramienta extraordinaria para entender la realidad. En la medida en que te esfuerces, en que hagas dos lecturas de un libro, por ejemplo en Ser y Tiempo, de Sartre, hago una primera lectura para mí, y luego hago una segunda lectura para ver cómo lo transmito. Pero esa segunda lectura ya es pedagógica, y ahí veo cómo puedo entrar con eso, y sin bajar el nivel.


–Lo que desmiente que a un texto complejo no le corresponde inevitablemente una explicación igual de compleja...


–Claro, quien afirma lo contrario es el profesor oscuro, el que no sabe transmitir. Se trata de saber transmitir el conocimiento, lo cual es un arte. Entonces no hay cuestión que no pueda transmitirse. Lo que pasa es que a los filósofos les gusta mucho armar conceptos oscuros.


–Hay como una intención de encerrarse en una utilización encriptada del lenguaje, como sinónimo de mayor intensidad.


–Sí, bueno, los post-estructuralistas estaban todos de acuerdo en eso de ser oscuros. Kant también. Así se alejó a la filosofía de la gente.


–¿Cómo observa que se enseña filosofía hoy?


–Actualmente la filosofía es cuidar el puesto académico que cada uno tiene. Son todos temerosos. Tenemos este puesto, hagamos unos papers, tenemos un sueldo, podemos seguir leyendo lo que queremos, y así tenemos una vida segura. Esto cunde en toda Europa también. El que hizo el prólogo de este libro, Franco Volpi, un filósofo bárbaro, quedó loco con mi libro y me manda un mail poniendo: Bravo! Bravo!, “Vos estás loco”, me dice en italiano, “lo que hacés, aquí no se hace. Uno no es un salvaje acá, no nos animamos a romper, a decir esas cosas de Heidegger, Deleuze, Hegel”.


–A tutearlos casi...


–Sí, a tutearlos, claro. Y el tipo está fascinado. Mandó mi libro a editoriales europeas, como diciendo: “Miren lo que está pasando por allá, el quiebre filosófico viene de América latina”(se ríe), lo que a mí me halaga, por supuesto. Pero no es raro que pase eso porque allá están anquilosados, no salen de Heidegger, es terrible. Y todo el post-estructuralismo es también Heidegger, y todo el giro lingüístico es Heidegger, es terrible. El único fue Foucault, un tipo excepcional, extraordinario. Pero también, lo que le pasa a Foucault es que estudia tanto el poder que finalmente no elabora cuál es el sujeto que se opone al poder. Este es el punto del que parte Sartre, y si Sartre está tan olvidado es porque justamente es el filosofo de la libertad, el último gran marxista, el filosofo de una dialéctica que no es la de Marx. Yo discutía mucho con Miguel Ríos, que es un filosofo nietzschano, foucaultiano, mientras hacía el suplemento para el diario, y le decía: “Está bien, todas las determinaciones de la trama histórica ahogan al sujeto; lo ahogamos hasta donde quieran, pero en algún lugar, el sujeto tiene que ser el sujeto absoluto, porque si no no podemos condenar, juzgar moralmente a nadie.


–Lo que anula toda categoría de juicio...


–No sólo eso, ¿qué vas a decir de Videla entonces? ¿Que era un tipo que dependía del lenguaje que había recibido?; como dice Lacan, qué tanto uno sabe manejar una lengua y es la lengua lo que lo maneja a uno. Entonces llegás a un momento en el cual no hay ninguna subjetividad en el sujeto, ¿entonces que le podés decir? Es producto de miles de cosas que han hecho un monstruo en este caso. Pero, como ese monstruo no actuó libremente desde sí, no se puede juzgar a nadie. Lo único que le falta a Foucault es el sujeto de la rebelión. El poder lo demostró totalmente, ahora falta quién es el sujeto que se enfrenta a todo eso. Esto es lo que intento hacer en este libro, con Foucault, con Sartre.–En sus clases de filosofía que se emiten por canal Encuentro, usted se dirige al televidente, y le dice, en forma cruda, directa: “Señor, lo que le vengo a traer aquí es un problema”, y le propone que rompa con su rutina, que se ponga a pensar en lo que generalmente no piensa y, finalmente, le advierte que seguramente no le va a gustar lo que encontrará como respuesta...

–Y le digo: “Usted está solo. Ahí, usted está solo”. Entonces como tratan de evitar esto, ahí se aturde y entra todo, la tele, los culos, las tetas, los caños de Tinelli, “No piense, no se quede solo, no piense que es terrible”, le dicen. Por eso, mi intención es despertar, decirle: “Usted va a valer en la medida en que sea libre y haga un corte para ser libre; apártese de todo el barullo mediático que lo vuelve un tonto, lo anula... Ahora, cuando Usted corta, está solo.” Hay que tener el coraje de cortar. Volver a Descartes, que corta.


–Ese sujeto que no piensa y no se anima posee un gran temor a salirse de ese barullo aunque lo perjudique y se teme dejar todo aquello que lo hace un ser desdichado.


–Sí, es cierto. Woody Allen dice que somos como dos buenos zapatos viejos, esos que calzan bien, justos. Es temor a lo nuevo, al cambio. Y ven pasar muchas cosas:, viajes, otros empleos, otras mujeres; distracciones temibles. Es una linda temática de la literatura, que está muy bien tratada en muchos textos. Por ejemplo, el tipo al que de pronto le entra en su vida una mina, o una mujer, y manda todo a la mierda. La libertad da angustia, porque la libertad revela la nada, y la nada es la incertidumbre total. Lo ves por ejemplo en la película The Truman Show. Al final, el protagonista abre la puerta negra para irse por su camino sin saber qué hay del otro lado. Mientras que el creador del programa, Christoff, como un Dios, le dice que se quede, que ahí él tiene todo lo que necesita, y sin embargo le contesta: “Buenos días, adiós”, y se mete en ese agujero negro. Esa es la imagen de la libertad, que además, al no ser nada, porque vos vas hacia algo que no tiene contenido, te revela la nada y la nada te revela la muerte y la angustia... el miedo a la libertad.


- Cuestión que, afortunadamente para todos, no ha quedado solo en manos de Erich Fromm...


–Bueno, los existencialistas han tratado este tema mejor, por ejemplo Heidegger en Ser y Tiempo, cuando se ocupó del existencialismo, y Sartre, que fue genial en eso, aunque hoy esté tan olvidado...


–La repercusión de su actividad como escritor y profesor, las conferencias y este nuevo libro que está presentando, ¿demuestra que hay una mayor inquietud intelectual, o siempre se trata del mismo reducto de personas con inquietudes similares, que la humanidad va arrojando cada tanto?


(Se ríe...) Yo me inclino bastante más por esta segunda posibilidad. Que somos los de siempre. Te juro que durante este maldito conflicto con el campo me sentí solo, no quería ni salir a la calle. Me preguntaba ¿en qué ciudad estoy viviendo? ¿Con quiénes estoy viviendo? “Me equivoqué, me equivoqué”, repetía, “no vivo donde creo que vivía...” Ayer di una conferencia y había tanta gente que estaba en la misma, defendiendo los valores de América latina, dándose cuenta de que este gobierno es la última muralla frente a un abismo, aunque tenga miles de fallas... y bueno, toda gente que se daba cuenta de esto y te venían a decir horrores como “la presidenta es bipolar, ¿vissste?”. Entonces, en un momento, me sorprendí y dije: ¡pero nosotros también somos clase media! O sea, sí, estamos los locos de siempre. Hubo muchos locos así, pero los mataron a todos. Pero viste lo que es el costo del cambio, de un cambio en serio dentro de estos países...


–Que piensa de todo este derrumbe financiero de los países centrales que estamos presenciando?


–No sé, quizás lo levantan en dos o tres días y se acaba toda esta ilusión de la implosión capitalista. No sé, habrá que ver....

Salvación individual

Por Alfredo Zaiat. Pagina 12

Si el Estado no se ocupa de niños desnutridos o que mueren por falta de atención médica estaría incumpliendo una de sus funciones esenciales.
Si se despreocupa por la calidad educativa y acceso al estudio de la población también estaría faltando a una de sus obligaciones básicas.
Si no tiene compromiso por garantizar la seguridad personal y de defensa de las fronteras nacionales estaría eludiendo responsabilidades propias afectando la tranquilidad de la población.
Si descuida el horizonte de ingresos de los trabajadores en la etapa de retiro del mercado laboral estaría vulnerando uno de los principales pilares de su indelegable objetivo de cohesión social.
Como esas misiones no han sido satisfechas para las mayorías a lo largo de las últimas décadas, los sucesivos gobiernos que transitan por el poder y, por lo tanto, ejercen el control del sector público, incluyendo a la administración kirchnerista, son criticados. El legítimo reclamo de gran parte de la población se encuentra en que el Estado debe asumir con solvencia esos deberes indispensables para fortalecer la sociedad. Pero, a veces, esto implica enfrentar al poder, que no es otro que el económico.
Poner fin a las AFJP es una medida trascendente para que el Estado pueda cumplir con más autoridad una de esas tareas fundamentales. Para ello se debe tocar al poder financiero. Como se sabe, nunca es buen momento para afectar esos intereses, ya sea porque la economía está creciendo y no hay que perturbar las expectativas o ya sea porque existe una crisis y se corre el riesgo de agudizarla. De esa forma, desde hace varias décadas esa lógica extorsiva ha vuelto intocable al poder financiero.
Limitar el debate a la gestión del Gobierno y a los motivos que lo llevó a impulsar esa iniciativa resulta un abordaje político de vuelo bajo y, en realidad, encierra la defensa de los intereses mezquinos del poder financiero. Para algunos es legítimo pensar que durante estos cinco años no se ha hecho nada en recuperar el Estado en esas funciones básicas de articulación y cohesión de una sociedad moderna. Es motivo de acaloradas polémicas lo realizado por la administración kirchnerista, y será interesante el saldo de esas discusiones en perspectiva histórica. Habrá conclusiones para todos los gustos. Sin embargo, esa controversia no podrá ignorar que si existe una medida que busca avanzar sobre el poder financiero, la reconstrucción del sistema previsional, la previsibilidad de las jubilaciones y la justicia distributiva es la de terminar con las AFJP. Lo que está en discusión no es un determinado gobierno, sino el rescate del sistema de seguridad social que excede a una administración. Esta, la próxima, que puede ser de otro color político, y las sucesivas podrán manejar un régimen jubilatorio que ya no será un botín de la asociación de financistas & afines. Se ponen en juego la concepción de sociedad y las funciones y derechos sociales que el Estado debe atender. Cuando esas obligaciones son transferidas al sector privado, además de convertirse en un negocio de intereses particulares, provocan una fragmentación social y ruptura de lazos de solidaridad. Existen sociedades más individualistas, donde los grupos de presión representan múltiples intereses atomizados y la organización social privilegia la lógica del mérito individual. Son países donde la segmentación social es reproducida en las instituciones, por ejemplo en las de protección social. También existen sociedades más comunitarias, donde el Estado de Bienestar en facetas liberal, corporativo o socialdemócrata ejerce la potestad sobre el sistema de políticas sociales como eje articulador de la legitimidad de la organización social. Esta vía de intervención del sector público se observa en Europa con distintas características dependiendo los países.
El concepto de cuentas personales con el aporte previsional del trabajador, descontada una elevada comisión cobrada por las AFJP, se convierte en una de las batallas culturales más fuerte. La idea de la salvación individual acumulando fondos en una cuenta de una empresa financiera ha sido la gran obra maestra del neoliberalismo. Las privatizaciones de los servicios públicos no tardaron en mostrar su rostro oscuro de malas prestaciones, pocas inversiones en infraestructura, segmentación de clientes favoreciendo a los de mayores ingresos, desestructuración productiva de proveedores locales y ganancias fabulosas para los grupos de control. Las bondades que el marketing presentaba por el manejo privado de servicios esenciales para la población se revelaron vacías. En cambio, con las AFJP en algunos sectores aún permanece esa fantasía de futuro venturoso que tan bien supieron construir a fuerza de millonarias campañas de publicidad. Esa falsa idea de la salvación individual está incorporada por muchos de los afiliados a esas administradoras pese al desprestigio de los bancos luego de la estafa del corralito, de la impunidad del sistema financiero y del fracaso estrepitoso del fundamentalismo de mercado de Wall Street. El argumento irritado que sostienen esos aportantes es que ellos son dueños de decidir si quieren ser estafados o no por las AFJP, actuando como si fueran logrados prototipos de un ensayo social para demostrar la existencia del síndrome de Estocolmo.
Estos mismos trabajadores padecen de la ilusión monetaria de pensar que tienen un fondo de 50 mil, 100 mil y hasta 200 mil pesos, y que son personas afortunadas con ese dinero propio porque podrán tener una muy buena jubilación privada. Esos montos brindan esa sensación de redención individual frente al resto del mundo miserable. Pero no es así. No poseen un derecho patrimonial sobre esos fondos como si fueran cajas de ahorro, sino que es un derecho previsional. Cálculos actuariales, crecimiento de la expectativa de vida y la lógica financiera de las compañías privadas que pagarían esa jubilación (aseguradoras de retiro) muestran con datos “objetivos”, como gustan hablar los abanderados de la restauración conservadora, que las AFJP son una estafa conceptual en términos de previsión social. Todavía más claro se refleja en el espejo del modelo chileno de jubilación privada de AFP, que en 2011 cumplirá treinta años de vigencia, lo que implica un modelo que ya alcanzó su estado de maduración. Alrededor de 100 mil chilenos alcanzan por año la edad de jubilar. De ese total, unos 50 mil todavía siguen siendo atendidos por el sistema público por el período de transición entre el régimen estatal y el privado. De los restantes 50 mil, más de la mitad descubre que los fondos acumulados en las AFP no les alcanzan para lograr la pensión mínima, y tampoco tienen los aportes requeridos para conseguir la garantía estatal (20 años de contribuciones). Aquellos que están en edad de jubilarse, la mayoría se encuentra con que sus pensiones de AFP son menos de la mitad de las que obtienen sus colegas de similar edad y remuneración que lograron permanecer en el sistema antiguo (por ejemplo, los militares que Pinochet protegió de las AFP). Más de la mitad de los afiliados son mayores de 36 años y aportan menos de 4,2 meses por año. A ese ritmo, van a acumular menos de 184 aportes al cumplir la edad de jubilar y, por lo tanto, no van a tener derecho a la pensión mínima estatal (se requieren 240 aportes). En esa instancia intervino la reforma de Michelle Bachelet para asegurar ese ingreso básico, además de extender la asistencia estatal a las jubilaciones. En esas condiciones, más de la mitad de la fuerza de trabajo chilena –3,5 millones de personas– no tiene cobertura digna de parte del sistema de AFP, como no sea retirar los magros ahorros acumulados. Esta conclusión surge de estudios recientes de la Superintendencia de AFP e incluso de la propia Asociación de AFP.
El fin de las AFJP se adelanta a ese descampado previsional, que ya se vislumbra con los actuales jubilados privados. Del total de 445 mil que existen en la actualidad, casi el 80 por ciento requiere de algún tipo de asistencia del sector público para alcanzar un haber mínimo, con 33 mil jubilados que ya tienen su cuenta individual consumida. Se expone así con contundencia la falsa idea de la salvación individual: el Estado, por el deber indelegable de garantizar derechos sociales esenciales, como bien exige la sociedad y la opinión mediática, conjura para los trabajadores el desierto previsional que le esperaría con las AFJP.

Volver al futuro

Por Carmelo Paredes. Gentileza Revista Zoom


El sistema financiero en crisis ha perdido otro enorme y jugoso negocio luego de timbear durante 14 años con los haberes futuros de los argentinos. Una mala noticia para el mundo especulativo y una esperanza para miles de trabajadores, que zafan de un sistema de riesgo crediticio y regresan a uno de seguridad social. Para el Gobierno, se abre el desafío de administrar los fondos jubilatorios mejor que nadie.
Aunque todavía cueste creerlo, el sistema jubilatorio privado que Carlos Menem creó en 1994 y que dijo haber llegado para quedarse y acompañar la vida de varias generaciones de trabajadores argentinos, se hizo trizas apenas arreció la crisis financiera internacional. Hace 17 años, en 1992, el tristemente célebre Domingo Cavallo, por entonces ministro de Economía de la revolución productiva que nunca fue, había resuelto la liquidación de cajas jubilatorias y de pensión. Luego, y a pesar de enormes marchas en contra, llegó la reforma jubilatoria, la que el naciente sindicalismo combativo antimenemista consideró “el fin de la jubilación de reparto”. Al final sobrevivió y dentro de poco será la única opción, pero fueron necesarios quince años y la crisis financiera internacional más importante de las últimas 8 décadas, para que la Argentina extirpara una de las principales reformas impulsadas, a cualquier precio, por el Consenso de Washington.

La triste historia

A fines de 1994, los economistas reconocían que la Argentina había impulsados esas reformas “tarde, pero en tiempo récord”. Era cierto, el menemismo se tomó sólo tres años para hacer añicos un sistema jubilatorio centenario que a pesar de sus defectos, había logrado administrar los aportes previsionales del país con dificultades, pero sin razones suficientes para ser liquidado y menos, para enajenar los aportes jubilatorios de millones de argentinos que vivieron desde entonces, uno de los peores vaciamientos de los mejores esfuerzos de toda su vida.
A fines de 1994, los economistas reconocían que la Argentina había impulsado las reformas “tarde, pero en tiempo récord”. En 1992, cuando promediaba el primer año de su reinado en Economía, Cavallo resolvió la creación de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSeS), el organismo donde fundió las principales cajas previsionales del país. Ellas fueron el ex-Instituto Nacional de Previsión Social (INPS); las tres ex-cajas nacionales de previsión (Industria, Comercio y Actividades Civiles, Estado y Servicios Públicos y Autónomos) y también liquidación de las tres ex-cajas de asignaciones familiares, tres siglas que muy pocos recordarán: CASFPI (Industria), CASFEC (Empleados de Comercio) y CASFPIMAR (Estibadores Portuarios).
Hasta entonces duró como sistema único el tradicional mecanismo donde todos los asalariados aportan parte de su dinero para que los trabajadores jubilados puedan subsistir, luego de haber trabajado toda una vida y bajo la garantía del Estado de administrar el dinero que aporte la siguiente generación de trabajadores. El clásico sistema de solidaridad social que fue puesto en duda miles de veces por el menemismo hasta que lo fracturó.
Cuando la nueva ANSeS cumplió los dos años de vida, el calvo padre del peso convertible creó el Sistema Integrado de Jubilación y Pensión, es En pocos años, los aportes de millones de argentinos pasaron a manos de grupos internacionales como BBVA, ING, MetLife, HSBC y CNP.decir la reducción del clásico sistema llamado de reparto, y la creación de un sistema jubilatorio, de ahorro por cuenta individual, algo muy parecido a lo que implantó el dictador Augusto Pinochet en Chile en los primeros años de la década del ‘80. Así fue que en pocos años, los aportes de millones de argentinos pasaron a manos de grupos internacionales como BBVA, ING, MetLife, HSBC y CNP, los principales operadores de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP), una de las opciones aparte de la jubilación por reparto. Se llamó mixto, y consistió en la convivencia del sistema que Menem quiso liquidar, con la nueva y jugosa oportunidad de hacer negocios financieros con los frescos fondos de varias generaciones.

Vecinos que sí, vecinos que no

Se trató de la reforma previsional más importante de la historia argentina y fue parte esencial de una ola privatizadora en América Latina que alcanzó al sistema previsional y lo dañó seriamente. Once países en la región cuentan hoy con sistemas jubilatorios privados, de los cuales seis sustituyeron por completo el régimen público, como Chile o México, y ocho tienen regímenes mixtos, como Argentina y Uruguay, o en competencia, como Perú.
Del otro lado también hubo ocho. Fueron los que mantuvieron la previsión social en la órbita del Estado, pero algunos incorporaron cambios. Brasil introdujo en 2002 reformas que permiten al trabajador efectuar ahorros voluntarios en una administradora privada, además de la contribución obligatoria al régimen de reparto. Un sistema similar rige en Uruguay, donde cierta franja de asalariados solo cotiza al sistema estatal, mientras otra lo hace simultáneamente a los dos regímenes.
En esos años, la Argentina pasó de un sistema de seguridad social a uno de riesgo crediticio que vivió durante 14 años cobrando una de las comisiones por administración de los fondos “más caras del mundo”, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo contratado por la ANSeS.
Una muestra es que actualmente hay 9,5 millones de personas afiliadas 77% de las 445.000 personas que se jubilaron en alguna AFJP, reciben dineros públicos como complemento de sus pensiones.a las AFJP, pero solo aportan regularmente 3,6 millones, y hay unos 5,2 millones de trabajadores en el sistema estatal de reparto, de los que 3,8 millones cotizan cada mes. Las AFJP reciben hoy aportes anuales de unos 15.000 millones de pesos (unos 5.000 millones de dólares) y administran unos 33.000 millones de dólares, que invierten sobre todo en bonos de deuda pública nacional (55 por ciento) y, en menor medida, en títulos extranjeros, acciones y depósitos de plazo fijo. En el revelador análisis titulado Las promesas incumplidas del régimen de capitalización, la ANSES, dependiente del Ministerio de Trabajo, sostuvo que la caída mundial de las bolsas de valores confirmó "brutalmente" que el sistema privado es "inadecuado" y su rentabilidad negativa. O sea, que se pierde plata. Y no cualquier plata, sino la que uno aporta y cree ahorrar toda la vida para que cuando llegue a viejo no se muera por no poder trabajar y no tener con qué comer.
Según datos de las AFJP, la rentabilidad del sistema cayó 2,2 por ciento el último año en términos nominales. Pero, con la evolución de la tasa de inflación, la pérdida real de rentabilidad fue de 20 por ciento. Un dato que gran parte del periodismo canalla puso en duda por más de una década: que los aportantes al sistema privado recibirían menos plata de la que aportaron.
De acuerdo al organismo el sistema es inviable porque el Estado está garantizando con sus fondos el pago de miles de jubilaciones privadas. Setenta y siete por ciento de las 445.000 personas que se jubilaron en alguna AFJP, reciben dineros públicos como complemento de sus pensiones que están por debajo de los montos mínimos legales. Varios miles de jubilados, que ya consumieron sus ahorros previsionales en las AFJP, dependen ahora de las pensiones que les paga el Estado.

Jubiletas K
El fin de la jubilación privada tuvo algunos antecedentes que fueron a contramano de la liquidación previsional. Durante el gobierno de Néstor Kirchner hubo mejoras en el sistema, pero no cambios de fondo. En 2005, se facilitó la jubilación de 1,5 millones de personas, la mayoría mujeres que no habían cotizado durante su vida laboral, y se elevó a 95 por ciento la cobertura previsional. Cuando se crearon las AFJP, los trabajadores debieron optar entre uno u otro régimen y los indecisos fueron asociados compulsivamente a alguna administradora privada. En 2007, después de mandarle aportantes a las empresas por 10 años, se abrió el sistema privado de jubilaciones para que sus afiliados pudieran pasarse o volver al Estado, un salto que pegaron 1,3 millones de trabajadores.
En 2005, se elevó a 95% la cobertura previsional en el país. En 2007, se habilitó el retorno al sistema de reparto, opción elegida por 1,3 millones de trabajadores. La ley que permitía el traspaso también establecía que no habría más cambios hasta 2012, pero la crisis mundial aceleró los tiempos, la caída de las AFJP se precipitó y quizás por eso investigan a varias de esas empresas por manejos fraudulentos antes del anuncio oficial que ya desató el primer malestar del establishment financiero: en los días siguientes a la oficialización del fin de la timba, el índice del Mercado de Valores cayó un 10,1%, ante “la preocupación de los inversionistas”. El Ibovespa de Brasil, la mayor economía latinoamericana, cerró un 10,2% a la baja, y la Bolsa de Madrid (IBEX) cayó un 8%, mientras que las empresas ibéricas instaladas en Argentina, como Repsol y Telefónica, resultaron muy golpeadas, aunque desde que se instalaron en el continente han multiplicado sus ganancias de manera escandalosa y a precio vil.
Los datos son elocuentes. El sistema financiero en crisis se ha perdido otro enorme y jugoso negocio. Una mala noticia para el mundo especulativo y una esperanza para miles de trabajadores. Para el Gobierno es, sin duda, la obligación de jubilar a todos aquellos que no reciben absolutamente nada, evitar que el PAMI regrese a sus peores momentos, y administrar los fondos jubilatorios mejor que nadie.

La Crisis Mundial

Especial desde Venezuela. Pedro Rodríguez Rojas

Tan ingenuo es pensar que la crisis de la economía mundial será la definitiva que borre del planeta al capitalismo como pensar que es algo pasajero y de poca importancia. La actual crisis del capitalismo no sólo puede ser medida por las quiebras de algunas instituciones bancarias y la inestabilidad severa del sistema financiero, sino que hay que ver éstas como el efecto definitorio de una crisis de largo plazo y de vieja data. Todavía recordamos cuando a partir de la crisis y la caída definitiva de la Unión soviética muchos celebraron un supuesto triunfo del capitalismo sobre el socialismo. Como ha sido ya ampliamente explicado, entre esos en algunos de nuestro artículos, primero lo que sucedió en la Unión Soviética no puede ser catalogado como socialismo y tampoco hubo tal triunfo del capitalismo. El modelo soviético se cayó por si solo, por sus graves contradicciones y deficiencias. Lo que si es cierto es que la crisis del socialismo amortiguó la propia crisis del sistema capitalista que ya era notoria desde los años 80. Al tiempo que se producía el derrumbamiento soviético, el capitalismo mundial transcurre a su vez en una profunda crisis, fundamentalmente en la economía norteamericana. Los Estados Unidos se consolidó como el mayor deudor del mundo (4 millones de millones de dólares), un déficit fiscal cercano a los 500 mil millones de dólares y un déficit comercial de unos 150 mil millones de dólares. Según Toro Hardy (1993): Al finalizar 1.991, los soviéticos sometidos a la más grave crisis de su historia llegaron al colapso, sin embargo para finales de ese mismo año, tampoco los norteamericanos atravesaban por su mejor momento. Una angustiosa crisis económica se hacia sentir por doquier. La quiebra de la Pamnan, las inversiones perdidas por la General Motor y el anuncio de 150 mil puestos de trabajo por algunos de los gigantes de la economía norteamericana I.B.M, XEROX y la propia General Motor, constituían uno de los aspectos mas evidentes de esa situación. De hecho los Estados Unidos se hallaban sumergidos en su peor recesión desde la celebre depresión económica de los años treinta. (El Globo 05/07/93). Lo que podría ser aún peor para la economía norteamericana es el debilitamiento de su papel en el comercio internacional a partir de la competencia de Europa y Asia, y más aún, por el aumento de los intereses extranjeros en lo interno de la economía que viene creciendo de manera más violenta que los intereses norteamericanos en el exterior.La crisis económica actual tiene varias vertientes, primero, hay una crisis económica Norteamérica de productividad y competitividad frente a los mercados asiáticos, segundo, es una economía claramente especulativa, en que la relación de la masa monetaria internacional poco tiene que ver con la producción real de bienes, este efecto es quizás el mas notorio en la crisis, pero a nuestro modo de ver no el mas grave. Tercero, hay una crisis energética, el alto consumo de energía no se equipara con los niveles de reserva y de producción de energéticos, más cuando sabemos que la mayoría de estos reservorios se encuentran en países del tercer mundo, Medio Oriente y Venezuela. Cuarto, desde el año pasado también es evidente la crisis alimentaria, tal como lo demuestra los informes anuales de la FAO donde se evidencia que la tercera parte del planeta tiene problemas serios de abastecimiento de alimentos y es una crisis que tiende a generalizarse, y una de sus principales causas es precisamente la búsqueda por parte de los Estados Unidos de la producción de biocombustible a través de la producción de cereales y por lo tanto la disminución de la producción alimentaria. Como hemos visto la actual crisis financiera, que ha dejado en bancarrota a instituciones bancarias, de servicios e hipotecarias y peor aún que ha dejado sin casas y sin trabajo a muchos norteamericanos, algunos de los cuales han llegado al extremo de quitarse la vida. Para quienes se la toman a la ligera, respondemos que basta con una sola vida humana que se pierda por esta crisis para considerarla de gravedad. Los críticos serios del capitalismo y quienes aspiramos algún día su sustitución, estamos conscientes de que este no es el fin del modelo y que si bien en países del tercer mundo, fundamentalmente en América Latina, han venido desarrollandose modelos alternativos, seria ingenuo pensar que el modelo capitalista será sustituido a nivel planetario. Ya que junto a la evidente crisis orgánica del sistema esto solo ocurrirá hasta que existan las organizaciones y la madures política que permita a los actores sociales transformar esta sociedad. Lo que si es cierto, es que esta crisis debe representar la defunción definitiva de la etapa neoliberalista del capitalismo. El neoliberalismo triunfante de los años 80 ya había manifestado sus debilidades y contradicciones en la década de los 90. Esta crisis mundial, que ha puesto a los estados nacionales de los países desarrollados a intervenir directamente y planificar los nuevos programas económicos, es una demostración de que el libre mercado por si solo a lo que lleva es a las crisis permanentes. Hoy vemos como el gobierno norteamericano nacionaliza empresas, ofreces créditos mil millonarios para salvar compañías, no así para enfrentar los problemas de quienes quedaron sin trabajo y en la calle. Como siempre el capitalismo sociabiliza las pérdidas y privatiza las ganancias. Seria bueno oír a quienes en nuestro país han criticado las nacionalizaciones que se han hecho de empresas básicas y estratégicas y sin lo cual ya la crisis sería más severa para nuestro país. En cuanto a los efectos de esta crisis sobre la región aún no son claros, aun es temprano para estos cálculos, pero como siempre nos afectará, por la sencilla razón de que formamos parte de un sistema económico mundial, pero peor aún será la crisis para quienes son mas dependientes de la economía internacional. Como lo dije al principio es ingenuo pensar que países como el nuestro que dependen de la exportación del primer energético del mundo y que somos a su vez deficientes en la producción interna y por lo tanto dependiente de las importaciones no vayamos a sufrir las consecuencias, pero si aunado a esto nuestras economías, nuestros bancos centrales, nuestras reservas internacionales, están atados a políticas emanadas de los organismos internacionales, los daños serán aún mayores.Así como en el seno de los países desarrollados las ganancias son de unos pocos y las crisis son para todos, en la escala planetarias los países desarrollados y sus empresas buscaran las formas de paliar en algo sus crisis internas con los recursos provenientes del tercer mundo, es allí donde hará falta gobiernos que defiendan la autonomía y soberanía frente a estas intenciones. Porque mientras los países desarrollados hace tiempo que no creen ni en el libre mercado ni en el debilitamiento de los estados nacionales, y por el contrario han venido incrementando la participación y la decisión pública de la economía, sin embargo el recetario de los organismo internacionales hacia los países subdesarrollados sigue siendo el manual del neoliberalismo como panacea para salir de la crisis.Lástima que la integración Latino Americana aún no haya logrado un grado de madures que le permita hacer frente a esta crisis con cierta autonomía. Lástima que aún el Banco del Sur no este en pleno desarrollo, hoy los mismos mandatarios que se negaron a apoyar esta iniciativa lo están lamentando. Esperemos que esta crisis para la América Latina sea un impulso para la integración Latino americana pero bajo nuevos modelos de desarrollo, opuesto al neoliberalismo, con un sentido más autónomo y humano, sino por el contrario la crisis se llevará consigo las economías y a la población toda y seguiremos anclados a la dependencia a la que nos coloca el modelo capitalista mundial.Pero para quienes aún creen que esta crisis financiera, energética y agroalimentaria es algo pasajero, nosotros respondemos que lo más grave de la crisis del capitalismo mundial no está en la economía sino en lo ecológico y lo ético. Ya no hay la menor duda de que el modelo de producción capitalista está agotando en forma exponencial la capacidad del planeta, esta crisis es irreversible y solo podrá ser paliada disminuyendo el ritmo de producción y de consumo mundial. Esto no es la caída de la bolsa, o de algunos bancos e instituciones hipotecarias, no es que algunos pobres como siempre se mueran de hambre por falta de alimentos, no, es que todo el mundo esta viendo amenazada su existencia y esto que puede sonar “escandaloso” no es la invención de “comunistas extranochados” que se la pasan viendo crisis del capitalismo por todos los lados, sino que es una verdad comprobada por los mas grandes científicos al servicio del modelo capitalista. La otra crisis es la ética, aún hay quienes afirman, como Emeterio Gómez, que con esta crisis el capitalismo no llegará a su fin, sino que por el contrario renacerá con una nueva cara, con un elemento nuevo con el cual nunca había contado en sus cinco siglos de existencia: La Ética.
El capitalismo por su propia naturaleza es la búsqueda del lucro y la ganancia, no importa los mecanismos que se transcurran para conseguirlo. Basta leer desde Adams Smith pasando por Stuart Mill, Sismondi, Muller, F. List hasta llegar a Eucken , Mises, Hayek Hayek, Friedman , entre otros, para evidenciar como para los grandes teóricos, algunos de ellos merecedores de premios nobel, el capitalismo es un problema de orden técnico y no moral, no importa el egoísmo, la competencia dañina, la colonización, el exterminio de poblaciones completas, producir guerras y generarlas en forma artificial para controlar la producción de materia prima, no les importa lanzar a la calle a trabajadores si la empresa no logran un cierto grado de ganancia, para nada les importa botar alimentos para que los precios no caigan, mientras un tercio del mundo pasa hambre, para nada les importa no firmar y asumir los acuerdos humanitarios o de disminución de los gases toxico, o la lucha contra la droga o el racismo cuando son sus máximos causantes.
Por ello, frente a la afirmación de que es impredecible hasta que punto esta crisis financiera afectará al capitalismo, no tengo la menor duda en afirmar que la amenaza mayor no sobre el modelo capitalista sino sobre el planeta, la humanidad, la vida toda, se encuentran en la crisis ambiental y ética.
prodriguezrojas@hotmail.com

La misión del peronismo


Unidos, pero con el espíritu pacífico y burlón de aquel 17 de octubre.

Por Antonio cafiero

La detención de Juan Perón por un sector del ejército en octubre de 1945 parecía significar el fin prematuro de la más importante reforma social de la historia argentina. Su salida del gobierno y de la Secretaría de Trabajo y Previsión fue acompañada del torpe revanchismo de sus adversarios que, lejos de asegurar rápidamente a los trabajadores las conquistas obtenidas, comenzaron a declamar su intención de volver la situación a las condiciones de la década infame.Frente al cúmulo de fuerzas que había desalojado a Perón del poder, no era fácil imaginar que pudiera organizarse una fuerza que se moviera en defensa del líder encarcelado. La embajada de Estados Unidos, todo el empresariado, todos los partidos políticos, toda la prensa, en fin, todo lo que de alguna manera simbolizaba el poder en la Argentina, no sólo exigían la prisión de Perón, sino además la disolución de los mecanismos que se habían generado durante su breve gestión.Ya el 14 de octubre comenzaron a llegar noticias a Buenos Aires de puebladas obreras en el interior que todavía no preocupaban a las nuevas autoridades, pero que sembraron confianza entre dirigentes que habían quedado fuera de circulación. El 16 ya circulaba el rumor en la calle: habría una gran manifestación popular para reclamar la libertad del entonces coronel Perón.El 17, núcleos de jóvenes llegaron a Plaza de Mayo. Estaban mal vestidos para aquella época, porque era inusual que hubiera gente que caminara solamente con camisa por las calles del centro. El diario Crítica, por ejemplo, señaló que “las muchedumbres agraviaron el buen gusto y la estética de la ciudad, afectadas por su presencia en nuestras calles. El pueblo las observaba pasar, un poco sorprendido al principio, pero luego con glaciar indiferencia”. Orientación, órgano del PC, criticó la presencia de “hordas de desclasados” y sostuvo que “pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la Ciudad no representan ninguna clase de la sociedad argentina”. Ni pueblo ni clase, a muchos les resultaba difícil concebir que se pudiera fundar un movimiento político a partir de un sector hasta entonces ignorado de la población argentina. La indecisión del gobierno y las dudas de quienes reclamaban una dura represión permitieron la llegada de cada vez más grupos a Plaza de Mayo. Seguramente, si hubieran reprimido, hoy tendríamos una Argentina muy diferente. De todas formas, contra las versiones que todavía insinúan una complicidad oficial, hay que recordar que se cortaron los puentes y se llenaron de policías las calles de Buenos Aires. No hubo unanimidad, claro: había quienes estaban a favor y quienes estaban en contra de la movilización. Los obreros que llegaron ese día a la plaza lo hicieron pacíficamente. Ese 17 de octubre fue una fiesta popular, no hubo un solo desmán ni una sola vidriera rota. Delfina Gálvez de Bunge, una señora de la aristocracia argentina, escribió: “Cuando vi a la gente que pasaba por la puerta de mi casa, lo primero que hice fue cerrar los balcones porque pensé que nos iban a agredir, pero de repente me di cuenta de que era una manifestación pacífica, que muchos de los que manifestaban lo hacían alegremente y todos cantaban”. Ninguno imprecaba, ninguno insultaba, solamente cantaban los cantos que fueron improvisando a lo largo del día.Así se fundó el movimiento que dividió a la historia argentina en dos partes. En paz. No fue un 17 excluyente, sino integrador. En la Plaza de Mayo no se escuchaban expresiones en contra de ningún sector, aunque sí algunas bromas. Los muchachos salieron de las fábricas y se fueron a la Plaza con sus uniformes de trabajo, marchando alegremente.Tengo presente el momento en que me di cuenta de que había triunfado el pueblo. En Avenida de Mayo, entre Chacabuco y Perú, había dos filas de cosacos (así llamábamos a la policía montada), una a cada lado de la calle, y venía por ahí una manifestación obrera de muchachos de los frigoríficos con sus delantales manchados. Pensamos que el choque sería inevitable. Sin embargo, cuando entró la cabeza de la columna, los cosacos los miraron nerviosos, hasta que uno de ellos se sacó la gorra, la tiró por el aire y dijo: “¡Viva Perón, carajo!”. Ahí se terminó la posibilidad de represión. El peronismo se formó como un movimiento popular arrollador que sólo podía ser frenado por la fuerza de los fusiles. Por eso el 17 de octubre es una fecha clave para los argentinos. Significó una renovación política profunda, un gesto de movilización social sin precedentes en la historia, una afirmación inédita del principio de igualdad y la posibilidad de realizar cambios revolucionarios en el país. Tal vez sea hora de aceptar que nuestra misión es volver a impulsar los cambios. Unidos, con la misma pasión pero con el espíritu pacífico y hasta burlón de aquel primer 17 de octubre.

La revolución justicialista

Un cambio necesario

La fortaleza del mercado laboral dará eficiencia.
Buenos Aires Económico
Por Alejandro Vanoli


Alejandro Vanoli, de la CNV La reforma del sistema jubilatorio resulta necesaria y oportuna. De acuerdo a la Constitución Nacional, en su artículo 14 bis, es el Estado quien otorgará los beneficios de la seguridad social que tendrá carácter de integral e irrenunciable, prescripción constitucional que desde hace décadas por falencias del Estado y en particular desde 1994 por las falencias del sistema previsional instaurado en esa fecha, no se cumple.

El régimen se introdujo en 1994, en pleno auge del neoliberalismo en la Argentina, copiando prácticamente al sistema chileno impuesto por el gobierno de facto de Pinochet –casi único en el mundo– en ese momento.

Si analizamos a nivel mundial los sistemas jubilatorios se ve que sólo la minoría de los países los privatizaron, en particular un grupo de países latinoamericanos y otros países periféricos. De hecho, países desarrollados como Francia, Canadá y Suecia, entre otros mantienen un régimen obligatorio público, de reparto o de cuentas individuales bajo administración estatal.

Este proceso de privatización impulsado en 1994 constituyó un mecanismo de financiarización forzosa, similar al corralito del que no se podía salir. Hasta este año el traspaso de un sistema a otro era en un solo sentido (del régimen de reparto al de capitalización). Desde esta óptica, cabía preguntarse por qué no permitir una verdadera competencia entre esos dos regímenes sin corralito si el sistema privado era tan bueno. Esta libre elección recién pudo hacerse bajo el gobierno de Néstor Kirchner.

Por otra parte, la mayoría de las AFJP se encuentran enfrentadas a múltiples conflictos de interés dada su pertenencia a grandes conglomerados financieros. En reiteradas oportunidades incumplieron su rol fiduciario, fraudulentamente perjudicando a los futuros beneficiarios. El actual superintendente de AFJP, Carlos Weitz, tuvo una actuación descollante en el pasado y en el presente, en limitar regulatoriamente los conflictos de intereses e investigar y procurar la sanción de prácticas abusivas en el mercado con fondos provisionales por parte de diversos intermediarios y grupos económicos que concentran bancos, seguros y otros agentes de mercado.

No obstante, más allá de estos intentos, es necesario volver a un sistema público obligatorio que no es nada más ni nada menos que imitar el esquema de jubilación que tienen en vigencia los países desarrollados.

Una falla importante del sistema de capitalización, que no suele ser mencionada, es que no proporciona un adecuado cuidado a los fondos de los futuros jubilados ante escenarios de bajas profundas y generalizadas en los mercados de activos financieros. Además el esquema implicó un sistema de financiamiento caro para el sector público y prácticamente escaso para financiar al sector privado y a las actividades productivas, además de generar una clara inequidad distributiva.

Cabe destacar, además, que la medida no surge espontáneamente. Hubo intentos de mejora, como por ejemplo el denominado inciso q) que obligaba a las AFJP a invertir en proyectos de economía real. Sin embargo, los resultados fueron muy limitados.

Algunos sectores desconfían de la administración pública de las cajas jubilatorias por la experiencia pasada entre las décadas de los ’60 y ’80. Una clave para la eficiencia de un régimen previsional, más allá de temas demográficos, es la fortaleza del mercado laboral con trabajadores en blanco y bien pagos.

Sin embargo, ésta es una oportunidad que tiene el Estado para retornar a la dignidad de las jubilaciones de los años ’40 y ’50; con un Estado con superávit y una política que defienda el empleo y la producción será posible profundizar las mejoras en los haberes jubilatorios efectuadas desde el 2003.

En definitiva, el nivel de las jubilaciones –bajo cualquier régimen– depende directamente del estado de la economía. Por lo que en tiempos de crisis global se necesita más que nunca un modelo de desarrollo endógeno, con fuerte presencia estatal que permita mantener la senda de crecimiento con empleo, salarios con mayor poder adquisitivo, y por ende mayor recaudación fiscal y previsional que posibilite mejores jubilaciones para todos. Ello requerirá un gran control social de los fondos previsionales, transparencia, eficiencia económica y social para cumplir todos estos objetivos, buenas jubilaciones, provisión de bienes públicos y adecuado financiamiento a la economía real para lograr así el desarrollo económico y una mejor distribución del ingreso.

Alejandro Vanoli | Vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores

Significa que vamos en la buena dirección


21-10-2008 /Buenos Aires Económico
Por Héctor Recalde

Esta medida va en la dirección filosófica del gobierno de Cristina Fernández, que tiene sus tiempos, pero que resuelve.

Dos años antes de que se consagrara la libertad de opción jubilatoria, en una reunión entre el entonces presidente Néstor Kirchner y el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, acordaron que eso iba a ocurrir y ocurrió.

Por otra parte, cuando uno lee la Constitución –que no debe ser una letra muerta–, el artículo 14 bis dice que ese rol, el de proveer de seguridad social al pueblo, es irrenunciable y habla de la protección integral de la familia.

El sector privado puede ofrecer un servicio previsional, complementario pero el Estado tiene la obligación de hacerlo para todo el mundo.

Y en este caso, ante la insolvencia de las AFJP, es el Estado quien tiene que hacerse cargo; entonces esta decisión es la que pone en orden la situación.

La medida tiene que ver con recuperar el ahorro nacional, que no tiene que estar en manos privadas.
No nos olvidemos de que el sistema de AFJP nace en el epicentro de la flexibilización laboral de la década del ’90, con la pérdida de derecho de los trabajadores, en lo que yo llamo la tercera década infame.

OPORTUNIDAD. Ésta es una buena oportunidad de generar el fortalecimiento del consumo interno, de desarrollar el poder adquisitivo de los jubilados, de dejar de depender del exterior y de beneficiar a las empresas para que produzcan más y que cobren menos.

Definitivamente esto significa que la Argentina va en la buena dirección y que vamos a salir de esta crisis que es exógena.

Héctor Recalde | Diputado nacional, Frente para la Victoria; abogado laboralista y asesor legal de la CGT

"Hacia un nuevo paradigma de país"

Por Cristina Fernández de Kirchner

En la Patagonia siempre hemos comprendido el rol insustituible e irreemplazable que tiene el Estado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Tal vez no teóricamente, sino empíricamente, a través de la experiencia cotidiana. Aquí, en la Patagonia, sabemos que lo que no hace el Estado, no lo hace nadie.

Defensa del modelo


Sin duda es importante que ésta haya sido la primera visita de un Presidente, en este caso una Presidenta, desde la época de Raúl Alfonsín.

Pero más allá del hecho histórico anecdótico, hubo un hecho político mucho más significativo: la voluntad de los rionegrinos de defender un modelo de desarrollo productivo.

Un modelo de país que considera como inversión lo que muchos economistas interpretan como mero gasto público. Por eso, la importancia de la firma de convenios que fortalecerán los pilares básicos del desarrollo de la provincia: educación, salud y vivienda. En resumen, trabajo y producción.

Obras

La construcción intensiva de viviendas, las obras de infraestructura vial, la modernización de la estructura hospitalaria y educativa, están perfilando un país productivo con inclusión social y movilidad social ascendente.

Desde 2003 a la fecha en Río Negro se han construido 3.633 complejos habitacionales y más de 2.100 mejoramientos en casas y trabajos edilicios. Al finalizar las obras del Plan Federal I y II, la provincia contará con 6.056 nuevas viviendas, 5.615 mejoramientos y 157 nuevas infraestructuras que beneficiarán a 154.500 habitantes.

En los planes federales de viviendas participaron no sólo empresas especializadas, sino también las cooperativas de trabajo locales, lo que nos permite no sólo involucrar a estos movimientos sociales solidarios en las políticas públicas, sino además recuperar el empleo para los habitantes de la región.

Más trabajo

Estos emprendimientos no sólo resuelven el problema habitacional de miles de compatriotas, sino que a la vez requieren mano de obra intensiva. Miles de trabajadores de la construcción vuelven a tener perspectivas de futuro para ellos y sus familias.

Los cascos amarillos vuelven a relucir en toda la Argentina. Y este no es un dato menor, porque la obra pública tiene un efecto multiplicador en lo económico y lo social.

Además de la infraestructura básica para la actividad económica, se fortalece la sociedad en su conjunto con la construcción de nuevos hospitales, escuelas, viviendas y redes de agua potable, en un círculo virtuoso que va recreando la confianza de una Nación en sí misma.

En cuanto a la salud, asegurar una atención de calidad en el hospital público es una forma de contribuir a la equidad social protegiendo a los sectores más vulnerables.

No puede haber una salud para los ricos y otra para los pobres. Los 550 mil pesos que aportó el Gobierno nacional al Hospital Artémides Zatti para equipamiento de alta complejidad no alcanzan a reducir esa brecha, pero es otro buen paso.

Río Negro puede exhibir hoy con orgullo a todo el país tanto el Laboratorio Provincial del Programa Zonal de Medicamentos (Prozome) que fabrica genéricos para atención primaria de la salud, como la construcción de la planta potabilizadora de agua en Villa Regina, a través del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento (Enohsa).

En esta obra, el Gobierno nacional invertirá un total de 22 millones de pesos, llevándole agua potable a más de 60.000 personas de la zona. Para dimensionar su impacto, esa cantidad de gente es casi el doble del número de habitantes de Villa Regina.

Nuevo paradigma

En cuanto a la educación, la creación de la Universidad Nacional de Río Negro, que comenzará a funcionar el próximo año, tiene una prioridad fundamental: vincular lo académico con lo productivo.

Un nuevo paradigma de país precisa de instituciones educativas que unan el conocimiento con la producción, generando mayor trabajo y riqueza para los argentinos.

Por eso también, a partir del año que viene, Villa Regina volverá a tener su escuela rural, para lo cual el Gobierno nacional aportará un millón y medio de pesos a través del ministerio del Interior.

El gran desafío es, entonces, dotar a la estructura económica de los profesionales necesarios para forjar un círculo virtuoso de mayor industria, mejor calidad del empleo e innovación tecnológica.

Ejemplo


Río Negro puede ser desde el primer productor de peras y manzanas hasta productor de reactores nucleares. Un verdadero ejemplo para la Argentina y para los países de la región.

El Instituto de Investigaciones Aplicadas (Invap) produce reactores nucleares para el mundo y ya hay dos funcionando, uno en Australia y otro en Egipto. Esta empresa estatal se ha convertido en un modelo internacional de gestión pública sobre el conocimiento.

En cuanto al complejo frutihortícola regional, ocupa un lugar fundamental en el desarrollo y crecimiento del modelo económico actual de consumo interno más exportación.

La firma del Plan Frutícola Integral alienta el desarrollo de este complejo productivo con programas a 10 años y una inversión global de 736,5 millones de pesos.

El dinero no se empolla. Para que produzca riqueza genuina debe pasar por la economía real de bienes, servicios y conocimiento. Pero tampoco se distribuye equitativamente por sí solo, es necesaria también una mejor y más justa distribución geográfica del ingreso nacional.

Crisis y esfuerzo

En momentos de grandes dificultades internacionales y crisis financiera global, debemos aunar esfuerzos, juntar recursos materiales e intelectuales para ayudar a pensar y resolver los desafíos que enfrenta el crecimiento de la Argentina.

Alguna vez Antoine de Saint-Exupéry, al referirse a los argentinos del sur, dijo: ‘No se podría encontrar en otros sitios tanto sentido social, tanto sentido de la solidaridad, ni tampoco tanta serenidad. Serenidad de hombres que se enfrentan con grandes problemas‘.

Me sentí como en casa. Lo dije entonces y lo repito ahora. Estuve con rionegrinos. Estuve con patagónicos. Estuve con argentinos del sur que sueñan y luchan por construir un gran país.

El mito de la profecía autocumplida

Las profecías autocumplidas miradas desde dos ángulos diferentes pero complementarios.
Por Eric Calcagno *


La crisis ha disparado en estos días los pronósticos devastadores acerca del futuro del sistema financiero internacional y de su impacto en la Argentina. Parece el momento propicio para que resurja uno de los mecanismos míticos que suelen acompañar las épocas de incertidumbre: la profecía autocumplida.

Por este mecanismo y en proporción con las amenazas percibidas –que pueden ser tan variadas como la inestabilidad del mundo, el fin de la prosperidad, o la vida después de la muerte– sobre las que se tiene poca o interesada información, personas, organizaciones y sociedades actúan a veces para precaverse de la peor hipótesis posible. Crean las condiciones para cumplir con la profecía, en este caso nefasta, producto más de sus limitaciones y de sus miedos que de la realidad.

Señala Robert K. Merton que “la profecía que se cumple a sí misma es, en el origen, una definición falsa de la situación, que suscita una conducta nueva, lo cual convierte en verdadero el concepto originariamente falso” (Teoría y estructuras sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1970). En esas circunstancias, todos los actores adoptan medidas para precaverse de un peligro que en realidad no existe; pero al proceder en cantidad y calidad como si existiera... al final sucede.

Habrá que dejar la explicación en términos de fobias individuales a los especialistas del campo psicoanalítico; pero en materia política, económica y social podemos observar la eficiencia de este mecanismo, muchas veces interesada.

Así, es ya un clásico de la manipulación mediática el caso de la insulina en Chile, durante la época de Allende. El diario El Mercurio publicó que faltaba insulina en las droguerías, lo cual era falso; pero ante esa noticia todos los diabéticos se abalanzaron sobre las farmacias, con la intención de hacerse un stock preventivo, lo que provocó efectivamente la escasez de insulina. La combinación de miedo con medios suele ser fantásticamente autorrealizadora, como en la perspectiva destituyente del golpe de 1973.

Así, para que la profecía autocumplida funcione, es necesario que se reúnan varios requisitos. Ante todo, la falsa apreciación de la realidad debe expandirse, para lo cual son esenciales los medios de comunicación. Otra condición que señala Merton es que para que los temores se transformen en realidades, deben estar ausentes los controles institucionales adecuados. ¿Cómo se combate este falso encadenamiento de los hechos? Primero, cuestionando el supuesto originario y redefiniendo la situación; de tal modo, la creencia deja de engendrar a la realidad; segundo, con un control institucional de la situación; tercero, y fundamental, no cometiendo la insensatez de dar por válida la falsa profecía.

La actual situación de crisis financiera internacional es propicia al surgimiento de profecías autocumplidas, no por una percepción ingenua y errónea de la realidad, sino con el propósito de generar una verdadera crisis: gerenciar la salida de la crisis es un acto de poder estructurante. De allí que deban analizarse con rigor técnico las diferentes situaciones, tanto para conocer las verdaderas causas de los problemas, como para prever las soluciones que eviten el desencadenamiento de crisis. Por ejemplo, tenemos las crisis nacionales que son el rebote de un estallido internacional (como las de 1929 y 2008) y las que resultan de errores locales de política económica (como las de 1890 y 2001).

La crisis de 1929 (la Gran Depresión) provocó una brutal deflación, con restricciones monetarias y financieras, caída de precios y de salarios, disminución de la producción y quiebra del sistema multilateral de comercio y pagos; además cayó la demanda internacional de materias primas, tanto en volumen como en precios.

Esta no fue una falsa profecía, sino el rebote en la Argentina de una tremenda crisis internacional, cuando el país estaba en una situación débil, ya que era un país agrícola que dependía de Inglaterra. Al caer los ingresos de exportaciones y el valor de las importaciones, también sufrió el sistema fiscal, que se basaba en los impuestos al comercio exterior.

Ahora estamos en plena crisis de 2008, y en la Argentina se producen los primeros rumores tendientes a la “profecía autocumplida” del momento. La situación económica y financiera es sólida, como lo prueban los principales indicadores económicos y sociales: el PIB creció cerca del 9 por ciento durante seis años, la desocupación disminuyó del 22 al 7,8 por ciento, mejoró la distribución del ingreso, existen sustanciales superávit fiscal y de comercio exterior, el Banco Central tiene 50.000 millones de dólares de reservas, los bancos están sometidos al control del Banco Central y tienen una posición sólida (no entraron en la “timba” financiera estadounidense), está asegurado el financiamiento externo para 2008 y 2009. Objetivamente, no existe ninguna causa de recesión. Sin embargo, el establi-shment comenzó a profetizar. Sobre todo esgrimen dos argumentos: el primero es que las exportaciones van a caer; el segundo, que la situación de Brasil nos perjudicará. Sostienen entonces que todo ello llevará a una recesión.

Se afirma que China sufrirá la crisis de Estados Unidos, de tal modo que disminuirá el volumen y los precios de la soja que nos compra. Hasta el momento no parece probable, puesto que la desaceleración de China llevará el crecimiento de su PIB de 11,9 a 10,1 por ciento, según las proyecciones de los organismos internacionales. Además, se mantendrá la demanda de la India y los países del sudeste de Asia, cuya población se está incorporando al mayor consumo de alimentos.

En segundo lugar, nuestras relaciones comerciales con Brasil pueden ser complejas, pero no salirse de control. Existe la fuerte voluntad política de solucionar los problemas –lo que les conviene a ambos países– y hay un contacto permanente entre ambos gobiernos. Además, existen los instrumentos de política necesarios. En primer lugar, tanto los bancos centrales de Argentina (50.000 millones de dólares de reserva) y de Brasil (208.000 millones de dólares) tienen las reservas como para controlar el precio del dólar. En segundo término, los acuerdos del Mercosur y de la OMC dan margen para una protección de ciertas producciones nacionales. Un tercer instrumento es el Mecanismo de Adaptación Competitiva, que actúa de modo automático cuando existen desajustes de precios relativos entre el peso y el real.

En conclusión, la profecía autocumplida es peligrosa no sólo porque es falsa, sino porque induce políticas recesivas inconvenientes. Esconde, bajo el hálito del pánico, un combate por el poder: frente al peligro, la salvación... ¿Para quiénes? ¿De qué modo? ¿Con qué costos? Por cierto, no se trata de ignorar la crisis mundial, sino de no ser contagiado por un pánico interesado. Por ello, es desaconsejable practicar políticas contractivas; no hay que disminuir el consumo popular ni contraer gastos del Estado y continuar con las obras de infraestructura relacionadas con energía, transportes, gasoductos. Existe el control institucional necesario para alejarnos de falsas profecías y mantener el rumbo del modelo argentino.

* Senador nacional.

El fin del capitalismo financiero

Informe-Dipló Especial – 7-10-08


LA CRISIS DEL SIGLO


Los terremotos que sacuden las Bolsas del mundo desde el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado...

por Ignacio Ramonet
Director de Le Monde diplomatique, España.



El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paúl Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.
La “edad de oro” de Wall Street se acabó. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo. Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas de corto plazo abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho fácil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.
La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el monto de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” reventó.
El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.
Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).
El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en Le Monde Diplomatique– desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.
La administración del presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañía de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson (ex-presidente de la banca Goldman Sachs…) ha propuesto un plan de rescate –reformado y aprobado por el Congreso de Estados Unidos– de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” (subprime) por un valor de unos 700 mil millones de dólares, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.
Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica – demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más.
Las autoridades estadounidenses acuden al rescate de los “banksters” (“banquero-gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inútil.

Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.
¿Cuanto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.

1 Anagrama, Barcelona, 1995.
2 The Financial Times, Londres, 23-8-08.

Los frentes. Por Alfredo Zaiat

Pagina 12.

La angustia que expresan diariamente voceros del discurso dominante por la lejanía relativa de la economía argentina a los devastadores efectos financieros de la crisis internacional es notable. La Argentina quedó fuera de los movimientos desestabilizadores de los capitales especulativos por el default y la posterior reestructuración de deuda. La fase financiera de la crisis la encuentra bastante aislada, bienvenida instancia que provoca desencanto en cierto sector del establishment cuya elocuencia son los expertos en pronósticos errados que habitan la city. La emblemática economista inglesa Joan Robinson enseñó que “estudiar economía no es tratar de adquirir un conjunto de respuestas listas para satisfacer los interrogantes económicos: es aprender a no dejarse inducir a error por los economistas”. Un ejercicio contrafáctico ayuda a comprender ese concepto que tan magistralmente expuso Robinson, y así evitar las trampas de los discursos acerca de lo económico pretendidamente técnicos pero que son eminentemente políticos. El ex jefe del Area de Monedas del Banco JP Morgan, Alfonso Prat-Gay, del mismo modo que otros gurúes de la city, no se cansaron de advertir que la Argentina tenía que crecer menos y enfriar la economía porque el riesgo de no aceptar esa receta era el estancamiento con inflación. Como no se puede pretender saber el futuro de los acontecimientos económicos, aunque esa secta convence a la mayoría de que está en condiciones de hacerlo, la crisis internacional desacomodó esa recomendación. Si se hubiese seguido ese consejo de exitosos especialistas en finanzas internacionales quebradas, esa desaceleración habría ubicado a la economía en varios escalones menores en ritmo de producción al existente en la actualidad, lo que habría implicado enfrentar hoy un desagradable escenario de recesión. Instancia que está un poco más lejos precisamente por no haber desacelerado la economía antes, dinámica que empezará a notarse por la crisis externa aunque en una intensidad que es un misterio.

Resulta evidente que la impresionante explosión de la globalización financiera producirá transformaciones en el funcionamiento de la economía mundial. En ese proceso habrá tensiones que requerirán de la instrumentación de oportunas políticas domésticas para amortiguar los costos de la crisis. Pero las variables con las que se atormenta a la mayoría de la población (el precio de la soja, el dólar, las cotizaciones de acciones y bonos o el riesgo país) no son las más relevantes para acercarse a la comprensión de un escenario incierto.

El frente inquietante es el del sector comercial externo. Este se presenta como el de riesgo más visible debido a que la recesión en los países centrales derivará en excedentes de producción que buscarán colocar en otros mercados, con el peligro de generar desplazamiento de industrias locales. Las importaciones de esas economías en crisis y también de China, el gran proveedor mundial que intentará ubicar la mercadería que las potencias dejarán de consumir, pueden ser un potente factor desestabilizador de la producción doméstica y, por lo tanto, del empleo. Por lo tanto, la tarea de la Aduana y de la Secretaría de Industria, por ejemplo analizando con celeridad las denuncias de dumping, serán claves como amortiguadores de los vientos huracanados de la crisis internacional.

Brasil es el otro frente que puede generar situaciones inestables. El modelo económico que ha merecido ascender a la categoría investment grade (grado de inversión) otorgada por las incalificables calificadoras de riesgo internacional se ha revelado frágil en el campo financiero. El constante ingreso de capitales especulativos durante los últimos años, dinámica que motivaba el elogio de analistas de la city, derivó en una impresionante apreciación del real que se tradujo en una inflación muy baja. Ahora esos capitales están a la fuga provocando una devaluación de proporciones e incertidumbre en el sector productivo, y desnudando la debilidad del sistema bancario que supo contabilizar las ganancias más elevadas de su historia. El ajuste violento del tipo de cambio y el menor ritmo de crecimiento puede provocar un incremento de las exportaciones brasileñas con destino a la Argentina. A diferencia de los productos que pueden venir de zonas en recesión, con Brasil existen instrumentos institucionales del bloque de integración regional que permiten abordar esos desequilibrios temporales. El Mecanismo de Adaptación Competitiva del Mercosur facilita enfrentar los desajustes cambiarios con impacto en los flujos comerciales. El alza administrada del dólar en la plaza local que intranquiliza a muchos es una prudente estrategia defensiva aplicada por el Banco Central frente a las devaluaciones del resto de las monedas, en especial la del real. Los discursos y las saludables alianzas políticas latinoamericanas tendrán una prueba de fuego con esta crisis internacional, donde no hay espacio para la salvación individual afectando mercados de los vecinos.

Otro de los frentes que merecen especial cuidado es el comportamiento de las multinacionales, en particular el de las entidades financieras extranjeras. Por ahora es un tema que no ha tenido debate público pero para algunos especialistas y funcionarios es muy importante. La economía argentina registra niveles de extranjerización muy elevados con uno de los regímenes más liberales en el tratamiento del capital del exterior. Cuando se analiza esta materia resulta importante destacar que el sector externo es una de las históricas debilidades de la economía argentina. En estos años existe cierto desahogo gracias a precios de los commodities por las nubes, la cesación de pagos y la posterior renegociación con extensión de los plazos. Pero las divisas son y seguirán siendo un bien escaso dada la carga de deuda y el elevado grado de transnacionalización. Desde el 2004 se ha ido incrementando en forma constante la remisión de utilidades hasta representar en la actualidad el 2 por ciento del PIB, cuando en la década del noventa se ubicaba en el 1 por ciento. Ese giro de recursos refleja que, pese a las almas indignadas de los gendarmes de buenos modales, esas compañías contabilizan elevadas rentas por su operatoria en el país, además de mostrar escasa vocación de reinversión.

Como el epicentro de la crisis se desarrolla en los países centrales, las políticas defensivas de las casas matrices se trasladarán en gran medida a sus filiales. Esa reacción se puede traducir en la exigencia de un mayor giro de fondos, de un ajuste de sus estructuras o en la liquidación de sus activos en el exterior. Cada una de esas medidas tendría un impacto negativo en la economía doméstica, con su efecto desalentador en las expectativas sociales. Por ese motivo, el monitoreo de las estrategias de las multinacionales y su política de remisión de utilidades resulta tan significativo como el panorama cambiario y el escenario del comercio exterior. El control en esa área constituye una tarea imprescindible para evitar sorpresas. En esa supervisión, los bancos extranjeros son el eslabón más sensible porque los graves problemas que enfrentan en sus países de origen pueden provocar turbulencias en el mercado local. Los organismos de control del sistema financiero (Banco Central, Comisión Nacional de Valores y las superintendencias de Seguros y de AFJP) tienen que estar atentos, además de empezar a diseñar una estructura de regulación conjunta más eficiente para abordar a esas entidades como conglomerados financieros. De esa forma se pueden eludir sobresaltos desagradables, como el despido de personal que han empezado a implementar dos grandes bancos extranjeros por orden de un ajuste global de sus casas matrices, pese a que no hay motivo para el achique en la plaza local, donde registran elevadas utilidades. Además, se podrían prevenir maniobras especulativas desestabilizadoras con la compraventa de bonos o con el dólar.

Los controles dispersos, una regulación deficiente y normas de supervisión que no se adaptaron a la nueva estructura de funcionamiento del sistema conforman un Estado débil para negociar y disciplinar a la banca entendida como conglomerado financiero. Para superar esa deficiencia y responder con audacia a la actual crisis se debe abandonar postulados de la ortodoxia neoliberal, que demostraron su elevado poder de destrucción. Se impone la necesidad de regular a los bancos como conglomerados financieros. Si esas entidades no son abordadas como un grupo económico integrado, el poder político quedará a merced de los desastres que tan bien saben hacer, como lo probaron en el derrumbe del Muro de Wall Street.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.