“Argentinos a las cosas”

Dice un proverbio chino que las grandes crisis generan oportunidades, si bien no por repetido significa que sea verdad,  es cierto que las crisis nos obligan a pensar y evaluar el presente y sobre todo el futuro.

En el caso de los países esto es más manifiesto  y en el caso de Argentina, es casi obligatorio  pensar al futuro para trazar una ruta estratégica de políticas y planes para las próximas décadas.

 Luego de cuarenta años de hegemonía de un modelo neoliberal, impuesto a sangre y fuego por la dictadura  militar (1976/83), el país ha ido retrocediendo en todos sus índices sociales y económicos. Ha ido potenciando un modelo caracterizado por la extranjerización de su territorio, monopolización  de su sistema productivo, concentración poblacional en las grandes capitales, en condiciones  de NBI muy altas, la pérdida de la capacidad industrial, con la  consiguiente primarización de la economía, más altos índices de desocupación y por ende pobreza.

El modelo neoliberal extrativista fue configurando un país deforme, concentrando su desarrollo en la pampa húmeda, la producción de granos, en especial soja, los servicios y una lógica financiera de la economía y la producción.

Se fue profundizando el modelo, con todos sus defectos, de la argentina agro exportadora de la generación del ochenta.

Su capital, Buenos Aires, era y es una cabeza de  Goliat , tal como la definió Martínez Estrada, “El problema era capital: Buenos Aires, expandida a la manera de las jaquecas o de los tumores, era el índice del fracaso de los argentinos para dar forma armónica a su nación.” [...]

Argentina tiene su territorio económico y humano deformado, concentrado en el AMBA donde el 2% de su superficie concentra más del 40% de su población. Hoy la ciudad de Buenos Aires, cuenta con una población de tres millones de personas, pero un PBI similar a las capitales europeas, mientras a su alrededor su fue construyendo una área metropolitana, con islas de prosperidad similares al primer mundo, pero a su vez otras  de pobreza extrema, violencia social, pésima calidad de vida de su población, casi similar a ciudades del cuarto mundo.

 


Este esquema de país no es casual, se repite en menor medida en las grandes ciudades de interior, Rosario es un ejemplo de ello.

Decíamos que no es casual porque hay una visión “porteño céntrica”, que se mira el ombligo o mira hacia el exterior, no percibe su territorio interior pero tampoco su potencialidad geo estratégica.  En esto hay que recordar la zoncera “el problema de Argentina es la extensión”, por lo cual fuimos perdiendo territorios por falta de políticas estratégicas y miopía de nuestra clase dirigente.

La clase dirigente argentina subestimó y negó el desarrollo y la ocupación del Norte argentino y la Patagonia, nunca tuvo una estrategia de desarrollo de esas regiones, asi como tampoco  las cuencas  hídricas,  el Mar Austral, las Malvinas o la Antártida.

Así grandes flujos poblacionales, expulsados de sus provincias nativas, por falta de trabajo y oportunidades, fueron en busca de futuro a los centros urbanos, a esto se sumó en la últimas décadas los flujos de los países vecinos, también expulsados por el modelo extrativista que destruye capital social y puestos de trabajo.

 

La pandemia puso de manifiesto la cara de una crisis que ya estaba latente. Muestra con toda su crudeza el fracaso del modelo neoliberal y el daño profundo que esta ideología ha causado en el tejido social y económico del país.  El fracaso del gobierno macrista, última experiencia de la derecha liberal,  mostró una vez más su incapacidad para generar un modelo de inclusión que contenga a 45 millones de argentinos. Es más, solo pudieron mostrar la rapiña, la corrupción, la sordidez, de una clase dirigente apátrida, violenta y autoritaria.

 

 

Construyendo escenarios futuros:

 

Es necesario reconstruir un horizonte estratégico, que contemple el desarrollo de una nación argentina, que recupere el tiempo perdido.

Argentina fue pionera en América Latina en casi todos los aspectos, hasta mediados de la década de 70.  La educación laica y obligatoria, la gratuidad de la universidad (1949), el acceso a la misma por parte los hijos de los sectores populares,  el desarrollo de la ciencia y la tecnología, fueron configurando  un país industrializado,  con  desarrollo de la energía hidroeléctrica, la energía nuclear, la industria aero naval, automotriz, fueron formando una sociedad integrada, de ascenso social, pleno empleo, salarios altos.   En 1975 Argentina tenía un 4 % de pobreza y una deuda externa de 6 mil millones, era una potencia intermedia con un alto grado de desarrollo económico y humano. En 1974/5 se alcanzó  el nivel de mayor igualdad social: un coeficiente de Gini de 0,35, de acuerdo con la Cepal.  Todos los números de la economía argentina mostraban un nivel  muy superior al resto Latinoamérica y de muchos países del mundo. (1)

 

Esa Argentina, moldeada así por el peronismo, sobrevivió con vaivenes y conflictos, hasta 1976, cuando la oleada neoliberal arrasó  con todos los logros históricos, destruyendo todo a su paso, llevándonos a estos tiempos de decadencia, fracaso y  estancamiento, deteriorándose su institucionalidad y moral política. Al mismo tiempo que se fue degradando la elite dirigente, mostrando una ignorancia, una falta de cultura, una falta de sentido de patria y de nación, que permitieron y la hicieron cómplice del proceso de destrucción.

 

Para pensar y planificar el futuro argentino se requiere también pensar el mundo que se viene post pandemia, el escenario global donde nuestro país estará inserto:

 

Sus principales características podrían sintetizarse en:

 

·         La humanidad afrontará en las próximas décadas una serie de crisis de carácter global, varias de ellas ya hacen sentir sus primeras manifestaciones. Las guerras y conflictos armados regionales, pero que pueden escalar en guerras de mayor alcance; la crisis climático ambiental, producto de la sobre explotación de los recursos y el uso de combustibles fósiles, sobre población en muchas regiones y escases de alimentos. Estos problemas globales requerirán políticas globales. En el caso Argentina requerirá  planificación para aprovechar las oportunidades y sortear las amenazas.

 

·         En 2050 se alcanzarán casi los diez mil millones de habitantes. Estos cambios demográficos tendrán a su vez consecuencias en otras áreas, como las costumbres, la política o el consumo por ejemplo.  Por un lado el mayor protagonismo de la mujer en la sociedad,   y por el otro el aumento de la población juvenil,  cerca del  50% de la población mundial tendrá  menos de 20 años en las próximas décadas. La pobreza extrema en muchos países del mundo, y como contracara,  zonas  de riqueza altamente concentrada. Construir una sociedad global más equitativa será uno de los desafíos. 

 

·         Se están gestando cambios en la hegemonía global, mientras EEUU pierde terreno, crece la importancia de China en el juego mundial. Existe una guerra “larvada” entre ambas potencias, por el liderazgo, hoy, de futuro incierto; pero muestra  ya un escenario multipolar, donde además de ambos países tendrán fuerte presencia: Europa, Rusia, India, etc. A su vez se irán generando bloques continentales  que irán perfilando una nueva gobernanza global.

 

·         Se desplazarán las rutas del comercio mundial desde el Atlántico, en especial el nórdico, vigente desde hace  500 años,  hacia el Océano Pacifico, en especial hacia aquellos puertos sobre Asia Oriental.

 

·         Sin dudas cambiaran  las formas de representación política, las instituciones de la democracia neoliberal han demostrado su falta de eficacia para enfrentar las crisis que enfrenta la humanidad, no solo la sanitaria. Sera necesario recuperar el Estado de Bienestar, es decir una fuerte presencia del estado en la vida diaria de las sociedades.

 

·         El desarrollo de las nueva tecnologías 4 y 5 G, indican que estamos una nueva Revolución Industrial, con eje  en la inteligencia artificial,  robotización, nanotecnología y superconductores con nuevos metales y aleaciones. Esta revolución industrial marcara por si un cambio no solo en la fax productiva, sino que modificaran los hábitos y comportamientos sociales y familiares.

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·         La pandemia aceleró la crisis del sistema neoliberal globalizante, que viene en decadencia  desde 2008. La crisis del capitalismo global,  no significa, por lo menos en el mediano plazo la desaparición  del sistema capitalista.  Las grandes empresas multinacionales y  la de los grandes grupos de inversión,  seguramente seguirán teniendo una enorme influencia. La lucha entre los estados y estos grupos marcara el futuro de la economía mundial. Es fundamental generar límites a los flujos monetarios, así como a las guaridas fiscales, para que los estados puedan volver a tener poder de policía para el control de estos.

Es indudable que se viene un escenario de fuerte luchas para romper la lógica de financiarización de toda la economía global y volver a un capitalismo más “racional”, que respete al hombre y al medio ambiente como ejes.

 

 

·         Cobraran importancia los sistemas productivos sustentables, todo lo que se conoce como “economía verde”, es decir aquellas que da lugar al mejoramiento del bienestar humano e igualdad social, mientras que se reducen significativamente los daños  ambientales.

 

 

En este marco global es que debemos planificar  la Argentina de los próximos 30 años.

Aprendiendo de nuestra historia,  es importante rescatar el concepto de planificación participativa. Es decir que la planificación de las acciones de gobierno no puede ser el trabajo de burócratas, que detrás de supuestos valores  técnicos planifiquen sin la participación popular. Una planificación eficiente se debe hacerse con todos los actores de la comunidad involucrados. Es la única forma de garantizar verdadero consenso, respaldo y control de la comunidad en los objetivos buscados, como además, para llevar adelante esta planificación se requiere una fuerte presencia del Estado, es conveniente la creación de organismos altamente comprometidos, abiertos, participativos y democráticos para el control de este y para en un ida y vuelta constante evaluar, corregir, ejecutar  y volver a evaluar las acciones. Los ejemplos que puede mostrar el peronismo son los planes quinquenales posteriores  a 1946 y la acción del Consejo Nacional de Posguerra, verdadera usina de ideas y proyectos que marcaron la década peronistas, muchos de los cuales llegaron a nuestros días.

 

Debemos pensarnos situados en el aquí y ahora, rompiendo con el “sentidos común” que nos impuso el neoliberalismo.  Esta lógica de pensamiento único que fue taladrando y penetrando en la mente de los argentinos, incluso ha calado en muchos dirigentes y militantes del campo popular, generando una ideología de la resignación, un “no podemos hacerlo”, una incapacidad para romper los límites y las formas que nos impuso el neoliberalismo, que asi fue moldeando un pensamiento colonizado en muchas franjas de nuestra sociedad.

 

 

A título ilustrativo podemos señalar como ejes estratégicos a partir de los cuales planificar las acciones de gobierno:

 

·         Reconstruir la idea de Nación.  Trabajar en la construcción y fortalecimiento  de la identidad nacional.   Es la identidad basada en el concepto de nación y de patria común, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida, a partir de una cosmovisión  común,  costumbres, organización social y política.   Hay que tener claro que el neoliberalismo, rompe esos lazos sociales, rompe el concepto de patria, de nación, de una cultura propia, para imponer una supuesta cultura universal, vacía, individualista y consumista. Trabajar en la cultura argentina como marca país, no es solo un nicho económico  interesante: las industrias culturales; sino que también marcan y diseñan el “ser Argentino”, perdido y desdibujado por décadas.

 

·         Desmontar la superestructura que ha ido instaurando el neoliberalismo y varias de décadas de formación mitrista liberal a partir de la educación, del accionar de los medios, en amplios sectores de la población.  Desmontar todos los tabúes, que nos ha impuesto el colonialismo político, económico, cultural  y pensarnos desde nosotros, situados en el aquí y ahora, de acuerdo a nuestras necesidades e intereses. Construir nuestras propias teorías, nuestros paradigmas,  y dejar de usar las categorías euro yanquis que poco tienen que ver con nosotros.

 

·         En principio es necesario pensar Argentina como país Latinoamericano, pero también un país marítimo, bi continental y bi oceánico. Esto requiere de políticas activas de ocupación del mar continental, control de la pesca ilegal pero también el desarrollo de una industria  marítima. A su vez políticas diplomáticas activas de defensa del nuestros derechos sobre la Antártida,   las Malvinas y la islas del atlántico sur. 

·         Malvinas debe ser una causa nacional y un eje de nuestra política exterior.    También es conveniente  seguir desarrollando una Política Antártica con el impulso y los objetivos  del período 1947-1976 , que marcó  el Gral Perón,   que consolide indiscutiblemente los derechos argentinos sobre el territorio antártico.

·         También bioceánico, porque además de las amplios territorios nacionales sobre el Mar Austral Argentina tiene los pasos de unión del Atlántico y el Pacifico. En caso de Guerra mundial la inutilización del canal de panamá, dejara como únicos estos pasos; de allí la importancia estratégica de toda la región y la explicación o una de ellas, del porqué de la ocupación británica de las Malvinas y la presencia de una base de la OTAN en el Atlántico Sur. Como decíamos más arriba habrá un cambio en las rutas comerciales hacia la cuenca del Pacifico, sobre todo hacia Asia oriental, por lo que es necesario y conveniente tener salidas a puertos del Pacifico.  Es una cuestión estratégica, la alianza e integración con Chile para sacar nuestros productos por sus puertos. También es factible sumarse al corredor ferroviario que el gobierno chino planea llevar adelante que unirá los puertos peruanos con los brasileños, que atravesara además Bolivia, Paraguay y gran parte del sur de Brasil. La extensión ferroviaria del Belgrano Norte y su conexión con el proyecto chino, permitirá sacar por esa vía parte de la producción del Norte Argentino.

 

·         Reconstruir el estado: el neoliberalismo tiene como objetivo estratégico la destrucción de los estados nacionales, tal cual fueron surgiendo luego de la revolución francesa, a fin de debilitar la idea de nación y destruir sus herramientas de defensa; así poder penetrar las naciones con su lógica imperialista. Pero a su vez necesita un estado débil, pero al servicio de los intereses y negocios del imperio y la minorías oligárquicas de cada país. En el proceso de las últimas décadas fueron arrasando con el estado de bienestar surgido en la segunda post guerra.

  Es fundamental refundar el Estado, re armar un andamiaje político administrativo que empodere a las instituciones estatales a fin de que ser organismos de control y ejecución de políticas publicas orientadas al bien común, que tomen al hombre y su comunidad como fin. Un estado árbitro, que laude basado en los objetivos nacionales y populares, y no en beneficio de los negocios de minorías parasitarias.

Se requiere un estado presente y activo en la vida económica, como articulador de los recursos de la comunidad, pero también liderando el proceso de re industrialización que es necesario encarar. Es necesario superar la idea de estado “subsidiario”, que nos impuso la cultura liberal por el “estado desarrollador”, motor del desarrollo social y económico.

En síntesis una estado fuerte y activo, llevando adelante la planes que surgen de una planificación participativa  desde los organismos de la comunidad.

 

 

·         Es necesario encara r un proceso de industrialización acelerada, que nos permita acortar el tiempo perdido en décadas de destrucción del tejido productivo. En este ámbito es fundamental movilizar los recursos naturales, económicos y humanos, detrás una planificación donde participen los actores, empresarios y trabajadores, a través de sus organizaciones, pero además es necesario sumar a esta planificación a las universidades, los organismos de ciencia y tecnología, a fin potenciar el proceso industrializador a partir del desarrollo de procesos de innovación y desarrollo científico tecnológico. El desarrollo de una industria alimenticia exportadora puede ser una salida pero no la única.  Es necesario aprovechar la revolución tecnológica en ciernes, a partir de las tecnologías 4 y 5 G, para  dar un salto tecnológico.

 

·         Sin querer profundizar, es necesario rescatar dos conceptos demonizados por “el sentido común” liberal, uno es la banca de desarrollo, es decir un sistema bancario que oriente y  focalice el crédito en el desarrollo industrial y en especial hacia aquellas áreas, que la planificación indica como prioritarias; y el otro el concepto de “polo de desarrollo”, que permitirán federalizar la re industrialización, cubrir y poblar el territorio.  Orientar la inversiones productivas y con ellos los flujos migratorios hacia el Norte Grande o la Patagonia, zonas casi vacías hoy.

 

·         Una política de tierras y acceso a la vivienda. Es  indispensable romper con varias décadas de falta de políticas a acceso al suelo. La toma de tierras, tan de moda en los días de hoy, marcan un déficit muy serio de las políticas oficiales hacia el sector. Hay que permitir el acceso a la tierra y luego acompañar a los adjudicatarios de los instrumentos e insumos para la construcción de sus viviendas. El mecanismo de cooperativas para la auto construcción es un vehículo eficiente para la asignación de esos recursos. Es fundamental la creación de un millón de lotes con infraestructura básica. Estos loteos deben hacerse con un criterio de descongestionar el área del AMBA y ocupar territorios vacíos,  localizándolo allí donde se definan los polos de desarrollo,

 

·         En esta lógica. descentralizar las grandes empresas nacionales como ferrocarriles, vialidad nacional,  Fabricaciones militares, YPF y otros, generando alrededor de estas nuevas ubicaciones  verdaderos polos de desarrollo y asentamientos humanos.

 

·          Pensar y planificar  el traslado de la Capital  Federal hacia el interior de la República.

 

·         Integrar el territorio a partir de un sistema de transporte moderno y sustentable, Debe ser multimodal recuperando la planificación estratégica y la integración racional del transporte automotor, ferrocarriles, las fluviales,  aéreas y los pasos fronterizos.

 

 

·         Planificar y asignar los recursos necesarios para lograr una educación integral y permanente que alcance a toda la población.

 

·         Planificar el desarrollo  el sistema científico-tecnológico, en su máxima jerarquía institucional y presupuestaria, articulando los recursos dentro del esquema del “Triángulo de Sábato”, o sea la articulación entre el sistema científico tecnológico, las empresas privadas y el estado, retro  alimentándose continuamente. Esto debe ser la base del despliegue argentino.

 

 

 A modo de primeras conclusiones:   la crisis global y la local, tal vez nos estén dando una oportunidad de romper décadas de decadencia y sometimiento. Argentina por su historia y su pueblo está destinada a un escenario de liderazgo en el mundo que viene.

Es necesario para ello reconstruir la unión nacional, recuperar nuestro orgullo de ser argentino, romper con la lógica liberal de menoscabarnos, de mirar para afuera, de sentirnos un país fracasado. Argentina tiene un destino integrada a Latinoamérica, con un pueblo integrado a su patria, hacia su suelo, a su historia, atando su destino a la comunidad que pertenece.

Por eso es que, en este momento de quiebre,  pueda ser  posible construir los cimientos de la argentina futura.  La unidad nacional se construye con políticas y metas comunes y estas con acciones de integración, consenso, respeto,  dialogo,  y trabajo en comunidad. Por todo ello es el momento de pensar un nuevo plan estratégico para Argentina para los próximos 30 años. 

Como nos decía con lucidez hace un siglo Ortega y Gasset  “argentinos a la cosas”.

Hoy la historia nos está dando una nueva oportunidad.

 

 

 

Antonio Muñiz

 

1) El coeficiente de Gini mide la condición de un país y la ubica entre 0 y 1, siendo 0 el nivel de mayor igualdad y 1 el de mayor desigualdad.

 

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