El imperialismo internacional del dinero

Alberto Buela. Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, 27/03/09.-

La fabulosa y enorme crisis de la economía usamericana y su inusitada proyección mundial con la conmoción de todos los mercados de valores nos obliga a la siguiente meditación.


Los hechos:

A finales del 2008 la quiebra del banco de los hermanitos Lehmann, uno de los grupos financieros que fundara el Banco de la Reserva Federal de USA en 1913, le costó al tesoro norteamericano 700.000 millones de dólares y otro tanto a los gobiernos europeos en el auxilio de sus bancos también afectados con la explosión de la burbuja financiera.

Algunas sotovoces se dejaron oír en el sentido de averiguar hacia que país fueron derivados parte de semejantes fondos financieros computados como pérdidas, pero nadie lo firmaba. El hecho que llamaba la atención es que de los Estados-nación modernos organizados al estilo occidental y con peso relativo en el orden internacional, el único que no tomó ninguna medida oficial de auxilio a sus bancos fue el Estado de Israel.

El tema siguió en el más absoluto silencio, pero una vez más la fuerza de la realidad se impuso sobre el simulacro o el disimulo. Explotó el lunes 15 de diciembre, primero en los diarios de España (había perdido el Banco Santander 2500 millones de dólares), el fraude por 50.000 mil millones de dólares realizado por Bernard L. Madoff, un judío norteamericano a quien le confiaron sus ahorros organizaciones judías y judíos enriquecidos como Stiven Spielberg, Elie Wiesel, Robert Lappin, Julian Levitt, Fred Wilpon, Norman Braman, Erza Merkin, Carl Shapiro, Frank Lautenberg, Benbassat y &, y Reichmuth y &, entre tantos otros.

Hoy se sabe, en Argentina lo denunció antes que nadie Eduardo Linares comentando en un estupendo artículo titulado Steven Spielberg y "The Madoff's list" by Tim Roth, que "Tan sólo Lehman Brothers y Berni Madoff, expatriaron, nunca mejor usado el término, 400 mil y 100 mil millones de dólares a bancos del Estado de Israel antes de declararse en bancarrota los primeros y ser apresado por fraude el segundo", esta es la razón profunda de por qué el Estado de Israel fue el único estado de forma occidental que no se conmovió para nada por la gran crisis financiera newyorkina.

La teoría:

El imperialismo ha sido caracterizado por el marxismo desde que Lenín escribió sobre el tema en 1916 en su folleto El imperialismo la fase superior del capitalismo, donde afirma en el prólogo para franceses y alemanes: "En esta obra hemos probado que la guerra 1914-1918 ha sido, de ambos lados beligerantes, una guerra imperialista (esto es, una guerra de conquista, de bandidaje y de robo), una guerra por el reparto del mundo. Me he apoyado precisamente en estos datos generales irrefutables al describir el reparto del mundo en 1876 y en 1914 (§ VI) y el reparto de los ferrocarriles en todo el globo en 1890 y en 1913 (§ VII)? Este "botín" se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón) que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo". Y termina en el último párrafo afirmando: "La época del capitalismo moderno nos muestra que entre los grupos
capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones sobre le base del reparto territorial del mundo".

Y es a partir de Lenín que para el marxismo-leninismo el imperialismo se limita a la dupla Estados Unidos-Inglaterra. No hay en el marxismo, en general, ni una sola palabra acerca del "imperialismo internacional del dinero". Claro está, ello habría significado poner en contradicción su propia revolución bolchevique que como es sabido fue financiada por el imperialismo internacional del dinero de las bancas judeo usamericanas como la Warburg, Khun, Loeb y Cía, la Jacobo Schiff, etc. Ello lo corrobora el mismísimo León Trotsky, apellidado Bronstein, quien criticó la exagerada y desproporcionada intervención y preponderancia de los hebreos en la revolución y el partido bolchevique.

Origen del concepto:

Quien habla por primera vez del imperialismo internacional del dinero fue el papa Pío XI en su encíclica Quadragesimo Anno en 1939 quien afirma tajantemente: Por lo que atañe a las naciones en sus relaciones mutuas, de una misma fuente manan dos ríos diversos: por un lado, el nacionalismo o imperialismo económico(el mundo liberal); y del otro, el no menos funesto y execrable internacionalismo o imperialismo internacional del dinero(la finanza apartida) para el cual, donde esta el bien, allí su patria (ubi bene, ibi patria est)." (1)

Esta clara distinción ubica a la sana doctrina social católica como término medio entre dos extremos opuestos: capitalismo y marxismo; liberalismo y socialismo; nacionalismo e internacionalismo.

En nuestros días se debe a ese buen pensador nacional Santiago Alonso el rescate de este tema tan actual, quien en el anexo de libro de Alan Jones Cómo funciona el mundo presenta su excelente trabajo El imperialismo internacional del dinero. Y así afirma: "Llama la atención que se haya extendido un manto de silencio o del olvido respecto de las enseñanzas sobre el imperialismo internacional del dinero, así como la poca o ninguna apelación que se hace de ella?tantas omisiones, olvidos e ignorancia nos hace sospechar de la existencia de alguna voluntad oculta que obstinadamente ignora o no quiere saber o no desea que se difunda sobre la importancia ni el rol específico que tiene el citado imperialismo en el destino de los pueblos". (2)

En el orden político

Este imperialismo internacional del dinero tuvo su mejor caracterización politológica en la idea de sinarquía lanzada y utilizada por el General Perón allá por los años setenta.

El término sinarquía es una palabra griega compuesta por el prefijo "syn" que significa con, lo que da idea de convergencia y "arjé" que significa principio. El sentido etimológico menta la convergencia de profunda de de principios de poder, en apariencia contrapuesto, que gobiernan el mundo. (3)

Con motivo de la entrevista que le realizara el coronel Cornicielli como enviado del General Lanusse en España a Perón este respondió sobre el tema afirmando: "El problema es liberar al país para seguir libres. Es decir, que nosotros debemos enfrentar a la sinarquía internacional manejada desde las Naciones Unidas, donde están el comunismo, el capitalismo, la masonería, el judaísmo y la Iglesia Católica - que también cuando la pagan entra-. Todas estas fuerzas que tienen miles de colaterales en todo el mundo son las que empiezan a actuar" (diario La Razón, 4/7/72).

En su momento esta idea de sinarquía dio mucha tela para cortar. La izquierda marxista a través de sus múltiples voceros siempre la catalogó como una idea trasnochada de Perón, quien en el atardecer de su vida comenzaba a divagar. El mundo liberal la cuestionó como una versión más de la idea del complot político típica del mundo militar de donde provenía Perón. La Iglesia católica hizo mutis por el foro sabiendo que cualquier cuestionamiento del peronismo la ponía contra la gran masa del pueblo argentino. Y lo más grave que dentro del universo peronista no fue tomada seriamente en cuenta. Se bastardeó su uso y se abusó de un concepto político poco desarrollado. Esto último lo hace notar el historiador norteamericano, especialista en peronismo, Joseph Page quien afirma: "El tema está tratado con humor en la revista Cuestionario. Existe una descripción aparentemente seria de la sinarquía en A. Buela". (4)

No podemos olvidar acá que quien trabajó con mayor asiduidad el tema desde el orden intelectual fue nuestro maestro José Luís Torres (1901-1965), el fiscal de la década infame, (*) y en ese sentido tenemos que recordar su extraordinario trabajo Nos acechan desde Bolivia (1952) donde denuncia, según sus palabras, las andanzas y mutaciones de los "cuervos de las finanzas internacionales" y la intervención de la ONU, como organismo clave de dominación mundial, para invalidar las elecciones del 6 de mayo de 1951 que otorgaron en Bolivia el triunfo al Movimiento Nacionalista Revolucionario de Paz Estensoro.

Es interesante notar como en Iberoamérica luego del triunfo de la revolución cubana, el marxismo se apodera del monopolio del antiimperialismo al menos en su aspecto mediático y propagandístico, mientras que el nacionalismo popular se refugia más bien en la batalla por la restauración cultural de nuestros pueblos.

Triunfa así la versión marxista del imperialismo como etapa superior del capitalismo, la del imperialismo como una categoría universal plasmado en una sola nación: los Estados Unidos.

Se abandona, entonces, la idea del nacionalismo hispanoamericano del imperialismo como un "internacionalismo situado", el imperialismo con pelos y señales, donde, si bien existe una primacía indudable de la banca judía, convergen regímenes comunistas, liberales y dictatoriales.

Esta primacía del marxismo sobre el nacionalismo hispanoamericano, incluso a pesar que éste último se adelantó en el tiempo con las denuncias pormenorizadas que realizaron Torres y tantos otros autores, y a pesar de la firme, decidida y clara definición de Perón del imperialismo como sinarquía. A pesar de todo ello el peronismo o mejor aún los peronistas vergonzantes que hacen de ideólogos, buscan en el movimiento radical de Forja el semental ideológico del peronismo. Olvidando o peor aun desconociendo o tergiversando la verdad indudable que el peronismo como nacionalismo antiimperialista de carácter hispanoamericano tiene su fuente en la profundidad de dicho nacionalismo.

Y así, y esto es significativo a tener en cuenta, mientras el nacionalismo europeo se identifica con la idea de Estado-nación, el nacionalismo popular hispanoamericano tiende a identificarse con la idea de nación-pueblo., identificación que obedece a una doble exigencia histórica: a) a la integración étnica y cultural en la formación de nuestra identidad a través del mestizaje y b) el carácter revolucionario de nuestros propios pueblos expresado en la movilidad social y política que se da en Iberoamérica a diferencia de Europa. (5)

Algunas conclusiones

Hoy asistimos luego de la debacle financiera internacional a una avalancha inconmensurable de artículos y libros, publicaciones y videos de todo tipo, pelo y señal que nos quieren explicar qué es lo que sucede en el mundo. De esta avalancha se destacan como es natural y habitual los intelectuales de la izquierda progresista como Noam Chomsky, James Petras, Samir Amin, Antonio Negri, Slavoj Zizek et alii quienes se desgañitan denunciado las mil tropelías del imperialismo usamericano pero sin decir no pío acerca de quienes son los gerentes responsables, ciertos y reales, de tamaño desastre financiero internacional. En una palabra, por los prejuicios de su formación marxista denuncian al imperialismo "sobre la base del reparto territorial del mundo" según afirmaba Lenín, pero no al "imperialismo internacional del dinero" que es la causa última de la gigantesca estafa internacional a todos los pueblos de la tierra, salvo a uno.

Es extraordinario ver y leer las mil y una explicaciones que nos brindan estos esforzados teóricos de lo políticamente correcto a quienes se les puede aplicar el viejo verso criollo: Que gente que sabe cosas, la gente de este albardón. Que gente que saber cosas, pero cosas que no son.

Si alguna enseñanza puede dejar semejante descalabro financiero y económico internacional es que la economía es algo demasiado serio para dejarla en manos de economistas y especuladores y que a los dueños del mundo, a aquellos que manejan los piolines detrás de los batidores, les importan un bledo los pueblos y sus padecimientos, salvo uno.

Un obrero metalúrgico como Lula, que no es un genio pero que prefiere antes que nada a su Brasil natal, lo acaba de denunciar en términos simples ante la presencia del premier inglés Brown: "La descomunal crisis actual fue causada por comportamientos irracionales de gente blanca de ojos azules, que antes parecía saber todo y ahora demostró no saber nada. No es responsabilidad de ningún negro, indio o pobre" (diario La Nación 27/3/09).

Notas:

(1) Pío XI: Encíclica Quadragesimo anno, parágrafo 110

(2) Alonso, Santiago: en Como funciona realmente el mundo, de Alan Jones, Buenos Aires, Ed. Segunda Independencia, 2004, pp.330 y 331

(3) Cfr. Buela, Alberto: La sinarquía y lo nacional, Buenos Aires, Ed. Marcos, 1983

(4) Page, Joseph: Perón( segunda parte), Buenos Aires, Ed. Javier Vergara, 1984, p. 327

(5) Quien más en profundidad ha trabajado esta idea en América ha sido uno de los padres de la sociología indiana don Julio Ycaza Tigerino en su libro Perfil político y cultural de Hispanoamérica, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1971.

(*) Para ampliar sobre José Luís Torres, consultar: José Luis Torres y el imperialismo y José Luis Torres (1901-1965): El fiscal de la década infame, ambos artículos de Alberto Buela (N. del E.).

Integrante del Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos. Federación del papel. Escuela de Gobierno Pcia. de Bs.As.

CRISIS 2008 Y PROTECCIONISMO SALVAJE

Por Enrique Oliva

Empecemos por reconocer una verdad innegable: los salvatajes bancarios
son una forma cruel de proteccionismo, pues significa privilegiar a
los especuladores financistas en primer término, como si tales
delincuentes a nivel planetario tuvieran algún escrúpulo generoso o
justiciero. Mientras, no se para de hablar hasta por los codos de
eliminar el proteccionismo. Sin embargo, la Unión Europea acaba de
decir que los salvatajes norteamericanos llevan al camino del
infierno?.

La alemana Deutsche Welle del 12 del actual, transcribe una opinión
editorial de Wremj Nowoste (ruso) diciendo: Los 20 grandes no poseen
ningún instrumento para asegurar la implementación de las metas
propuestas. Recordemos que los participantes del primer encuentro de
los 20 en noviembre 2008, en Washington, se comprometieron a no dictar
ninguna medida proteccionista. Pero más tardaron en llegar a sus
países que hacer justamente eso: introducir medidas proteccionistas de
los mercados nacionales, incluido el de Rusia. Las decisiones del G20
se pasan por alto la realidad.


¿El camino del infierno?

Todo este enredo comenzó con el primer salvataje de George W. Bush,
por 700.000 mil millones de dólares, aunque los doce dígitos no cabían
en las computadoras. Luego Barack Obama, una vez en la Casa Blanca
acordó otro salvataje mayor con el mismo fin, por más de 800.000 mil
millones, al cual no deja de hacerle agregados, obligando a Europa a
seguirlo. No obstante, esa sangría monetaria no parece suficiente. Tal
derroche más las nacionalizaciones, se realizan a cielo abierto. Sin
pudor.

El pasado lunes 23, anunció Obama un nuevo salvataje a los bancos,
adquiriéndoles pasivos tóxicos, es decir, prácticamente imposibles
de cobrar.

Por desgracia, en el G20 los suramericanos y el resto de países
emergentes? están en minoría y la mayoría continúa buscando más
alianzas. Entre tanto, el MERCOSUR no concreta la puesta en marcha de
su Banco Sur, con moneda propia para comerciar en el área,
desligándose en lo posible del peligroso dólar.


Otro delicado paso proteccionista de EEUU

Barack Obama ha enviado al Congreso un proyecto de ley de difícil
digestión, disponiendo la obligación de utilizar solo hierro y acero
nacional en las obras de infraestructura para frenar el desempleo?.
Canadá y Francia han protestado por ser fuertes exportadores de esos
elementos a los EEUU, por tener precios más bajos. Al respecto, Dan
Ikelson, del conservador Instituto Cato dice: Es una idea terrible
que no sentará bien a nuestros socios comerciales, y solo conseguirá
que ellos respondan de igual manera, presentando demandas contra EEUU
ante la OMC (Organización Mundial del Comercio) y desatará una guerra
comercial?.

Tony Clemen, ministro de industrias de Canadá, afirma: ?Siempre nos
preocupa cuando hay presiones proteccionistas en EEUU. La Comisión
Europea, por medio de un vocero advierte que no se quedará mirando.
México, otro socio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
también se queja.

Hilary Clinton, la Secretaria de Estado de Obama, en medio del
hervidero de contradicciones, sin nombrar el proyecto de ley, declaró:
EEUU no puede resolver solo los problemas más urgentes, pero el mundo
tampoco puede hacerlo sin los Estados Unidos. ¿Habrá que interpretar
esas palabras como primero salvar a EEUU mediante el reconocimiento
mundial de utilizar solo ellos el proteccionismo.

Lo que se juega


ENTRE EL 24 DE MARZO Y EL 28 DE JUNIO

Por Jorge Devincenzi
Gentileza Revista Zoom

Otro aniversario del golpe encuentra a la Argentina en una situación que guarda ciertas similitudes con la de 1976, sin que el conjunto de la sociedad argentina advierta la gravedad que significa juguetear en el filo del abismo. Aunque algunos límites no se presenten nítidos, están en juego dos modelos de país que medirán fuerzas en las elecciones dentro de 90 días.
El hostigamiento de lo que se ha denominado restauración conservadora tiene algunos arietes visibles y varios frentes de batalla. Que los golpes militares no sean hoy realizables, no invalida el retorno de las reingenierías propias de la barbarie de mercado, y por eso es decisivo revalidar el rol central del Estado en un país dependiente como Argentina: eso es lo que quiere torpedear el conjunto de la oposición con posibilidades de ser tenida en cuenta.

Lágrimas
Mientras los medios hegemónicos competían por invisibilizar una concentración masiva que repudió –marchando desde el Congreso a la Plaza Mayo– la cacería desatada en 1976, demostrando que muchos percibimos las consecuencias profundas de lo que se ensaya, la cúpula de la Iglesia Católica no se privó de reafirmar su inconmovible alianza profunda con los sectores más retrógrados, como si la defensa privada de la renta extraordinaria del complejo sojero habilitara reprimendas morales en nombre del bien común... de los privilegiados.

El Episcopado no alertó sobre “la paz social alterada” o cosa parecida cuando una generación entera estaba en la mira de las 9 mm y se desplegaba la gran revancha social, y esa es una verdad que no admite matices.

A principios de 1976, la misma Iglesia señalaba con su índice acusador, y los sectores agropecuarios (conducidos por Martínez de Hoz desde ACIEL, CEA, APEGE y la Sociedad Rural) hacían un lockout contra aquel gobierno democrático, no enviando hacienda para faena.

Alineados codo a codo con la Mesa de Enlace, representante actualizada del poder agropecuario concentrado, los obispos operan como la reserva ética del país inviable, el de una eterna Década Infame, provistos de un refranero eclesiástico funcional al salvajismo de los De Ángeli.

Como si la Modernidad y el capitalismo pudieran ser capaces de cristalizar los cambios históricos, los atentados a las Torres Gemelas demostraron que esos anuncios terminales, a perpetuidad, eran poco más que los BigMac del fin de las ideologías a cuadro detenido.

El giro de distintos países de Sudamérica hacia posturas independentistas lo prueba, y la propia crisis financiera mundial, también.

La circulación de lo real
El congestionamiento del canal Mitre, en el Río de la Plata, navegado por buques que ponen rumbo a los puertos habituales del mercado de cereales, contrasta con el relato de los movileros enviados por sus canales a cubrir cortes de ruta que, por su propia inorganicidad, tienen una representación al menos dudosa. Son, como dijo el gobernador de Entre Rïos, “15 o 20 tipos”. Pero aquella realidad, la de un país que de ninguna manera está paralizado y continúa comerciando con el mundo a pesar de las dificultades conocidas, es invisible para los medios, y por lo tanto, no existe.

Como tampoco existió la muerte evitable de una joven trasladada por una ambulancia secuestrada por el lockout patronal en la ruta.

Lo real es que la producción nacional siguió creciendo un 2,3% en enero, y si bien eso indica desaceleración, no necesariamente profetiza retroceso y menos todavía una hecatombe. Los datos indican también que bajó la velocidad de crecimiento del consumo de bienes durables, pero sigue creciendo el de bienes básicos. El mercado de trabajo se mantiene expectante: hasta ahora no se han producido despidos masivos aunque disminuyó la creación de nuevos empleos.

La crisis se hará sentir, pero las reservas siguen en su lugar y el gobierno administra el valor del peso. Los críticos escapan a una comparación: la economía de Estados Unidos cayó un 6,3% en 2008, algo que no sucede desde 25 años atrás.

Los planes de incentivo de la demanda funcionan mejor o peor, y bajaron las compras de Brasil, pero en San Pablo se ha detenido el primer clima de desorientación que siguió al estallido de Wall Street. China, por su parte, parece aprestarse a cumplir un rol de piloteo de la crisis mundial, y nadie sabe qué puede salir de la reunión del G20.

La coparticipación de las retenciones es un golpe a la estrategia de los campesinos porque todos los gobernadores, incluyendo a Macri, corrieron a picotear de la mano del gobierno nacional. Pero nada impide que la papa salte por otro lado: Biolcati solo tiene un plan de máxima.

Imágenes
Entre tantos climas distintos, los medios se ocupan de crear sensaciones, como la de inseguridad. La crisis financiera contribuye con sus brujos, quienes ahora coinciden en pronósticos apocalípticos, en sintonía total con el poder imperial.

Para generar clima de derrota oficialista, la mesa del caos mediático está servida: son las declaraciones eclesiásticas, los tractores de la guerrilla sojera impidiendo transitar por las rutas, las calles del Gran Buenos Aires convertidas en Kosovo por repetición, unas cuantas personas elegantes exigiendo pena de muerte para los negros y amenazas fraudulentas de fraude electoral. Todas las heridas de esta sociedad pueden ser utilizadas para apuntar contra el gobierno. Un brote de dengue se convierte en epidemia y la ministra Ocaña llega tarde. La interferencia satelital de las señales del Grupo Clarín suena a Bolazo Supremo. El Canal 7, en un lugar marginal de la grilla del cable, mantiene la emisión de dibujos animados mientras los hechos se suceden, algo incomprensible.

El poder enmascarador de los medios no es omnímodo.

Hay contrastes que apenas se pueden ocultar. Las imágenes aéreas de la despoblada reunión en Plaza de Mayo PRO-pena de muerte frente a la oratoria grosera, de fingidos matices liberales y humanistas, del rabino a sueldo de Macri y del ex vocero del episcopado, son expresiones de una barbarie reciclada, entre la refinación de la fraseología de clase media y el delirio.

Los argumentos no terminan allí. Además de fusilamiento para los ladrones de gallinas, de fraude electoral y de intenciones aviesas para adelantar las elecciones, se hace mención a una inhallable “prensa libre” atacada por el anteproyecto de nueva ley de medios. No se trata de defender la libre circulación de las ideas (que aquí se atascan en el cerrojo comunicacional) sino de la libertad de comercio que iguala en un mismo paradigma ganancial a las empresas periodísticas con las fábricas de preservativos.

Mientras aquí se llama prensa libre a la oligarquía mediática, los superpoderes son fantásticos para el secretario del Tesoro de Estados Unidos, pero aquí son prácticas mafiosas. Las violaciones y el asesinato de ancianos indefensos desaparecerían mágicamente cuando el Grupo Clarín sufrió el ataque satelital de la guerra de las galaxias desde Olivos, aunque lo más probable es que un joven hacker esté acoplando una onda direccional en la misma frecuencia. En sus distintas variantes, el radicalismo se ha convertido en vocero de la señora de Noble.

Los dos modelos en juego son inseparables de los intereses en pugna: 2.500 millones de dólares de renta sojera, en una alianza indiferenciada con los negocios cerrados del fútbol, de la televisión por cable, de los mercados cautivos y de la manipulación de la opinión pública. Por todos esos nichos feudales, no habrá tregua porque detrás está la propia existencia de lo público.

Destituciones
Ante semejante panorama, la confirmación de la cadena perpetua a Etchecolatz a un año de que la secretaría de Derechos Humanos solicitara el procesamiento de Martínez de Hoz por su participación en la desaparición y asesinato de un funcionario durante la estatización fraudulenta de la Ítalo, marca, o al menos sugiere, otro rumbo que el conjunto de la oposición quiere tachar de la realidad.

Es posible que ambos hechos tengan relación, pero con el paso del tiempo se irán borrando las pistas sin que el juez Oyarbide haya avanzado demasiado.

Hugo Biolcati no ha ocultado que el ex ministro orejudo lo asesora, y el financista lechero también ha manifestado su intención de voltear a este gobierno, o impedir que termine su mandato. El ex progresista Eduardo Buzzi no se ha sonrojado por el cariz de esos consejos. Los responsables civiles de la dictadura no solo siguen libres, sino que pleitean contra la Nación Argentina y a favor de multinacionales y acreedores extranjeros en todos los tribunales o seudotribunales del Primer Mundo. Esa es una asignatura pendiente. El poder soltó la mano de las primeras cúpulas militares pero no se desprenderá de sus miembros mas valiosos así como tampoco quiere que toquen sus privilegios. Es una cuestión de autodefensa.

Para ello, el sistema judicial necesita remover unos cuantos obstáculos, de esos que hacen de contrapeso, como tantas otras leyes que han modelado el Estado ciego.

Si la Corte Suprema diera por probado la existencia de un plan sistemático de apropiación de niños, las causas pendientes se agilizarían porque hasta ahora cada una, repetitivamente, exige que los jueces analicen si ese plan existió o no, provocando una infinita multiplicación de pruebas. Los organismos de Derechos Humanos, Madres, Hijos, han demostrado una gran cuota de paciencia respecto de estas limitaciones, en aguda disparidad con los sectores revanchistas de la comunidad del shopping, quienes, en su infinita ignorancia, pretenden derogar el código de Hamurabi.

Además de reorganización, fondos, más fiscales, digitalización y ordenadores interconectados, se deben remover todavía a unos cuantos jueces susceptibles al poder tradicional, e impedirlo, con uno u otro argumento, es otro de los objetivos explicitados por la oposición.

Ojalá no fuera así, pero habrá que tener mucho aguante para soportar el clima de caos mediático que se viene y no dará respiro. De aquí a junio viviremos en el peor país posible.

El límite de esa realidad virtual es que en junio votan todos, incluso los que son invisibles y no tienen voz.

No casualmente Biolcati, que bien podría ser considerado hoy el enemigo público número uno de la convivencia entre argentinos, es partidario del voto calificado.

Restauración conservadora o profundización del cambio

CARTA ABIERTA

Recorre la Argentina la fanfarria de una restauración conservadora, expresión de una derecha vieja y nueva. Con arrebatos cambiantes, a veces con estridencia, muchas veces en la penumbra, nerviosamente se preparan. Van de reunión en reunión, en una coreografía que se hace y rehace bajo la bitácora de semanales gacetilleros del gran desquite. Ventrílocuos, pronostican el próximo viraje. El fin de la pesadilla. No llegan a ser aún la Santa Alianza. Pero a falta de un Metternich, pululan políticos de diversas historias y procedencias, estilos comunicacionales aparentemente objetivos y representantes de economías facciosas que apuestan a recrear un Estado sin capacidad de pensar el conjunto de la Nación, cuando es necesario transformarlo en el sentido contrario, sacudiéndose sus modos neoliberales y su debilidad institucional. Los restauradores exudan el deseo de recuperar los fastos de la Argentina del primer centenario, aquella en la que la mitología agroganadera representaba los fundamentos de la Nación. Sus narrativas del presente se inspiran en las injusticias y desigualdades del pasado.
Ellos realizan sus rápidos cálculos de reposición del viejo orden. Alegan pureza institucional, pero se han abstenido de hacer gala de ella cada vez que les tocó actuar en tareas de responsabilidad. Esgrimen que se han superado los límites tolerables en materia de seguridad, pero en vez de pensar los abismos sociales que sólo se remedian con políticas democráticas y con el desafío aún pendiente de una nueva distribución del ingreso, expanden un miedo difuso preparando futuras agencias y formas regresivas de control poblacional. Vigilar y castigar parecen ser sus recursos privilegiados, el núcleo primero y último de la brutal simplificación de la anomia que subyace a una sociedad desquiciada por la implantación, desde los años de la dictadura videlista, de un proyecto de país fundado en la exclusión, la marginalidad y la miseria creciente de aquellos mismos que acabarán convertidos en carne de prisión o de gatillo fácil.
Si es el caso, no vacilan en aceptar pigmentos de “izquierda” para presentar un proyecto que pertenece a las fantasías recónditas de una nueva derecha mundial. Desenfadados, anuncian que todo lo que harán no será contradictorio con la asunción de “la política de derechos humanos”. El neo-conservadorismo argentino ha aprendido a no ser literal como sus ancestros. Puede ser también, si lo apuran, un “progresismo de derecha”, imbuido de los miles de fragmentos sueltos que vagan por los lenguajes políticos. Todo vale. Pueden tomar las premisas de una lengua que hace poco pertenecía a los movimientos sociales de transformación. O pueden sonreír por lo bajo pues alguien sustituyéndolos reclamará magnas puniciones y pronunciará el supremo veredicto: “pena de muerte”. Será la forma sublimada de indicar el rumbo de la reingeniería de una “sociedad turbada”, una Argentina que reclamaría la pastoral de la seguridad, que en vez de considerarse un grave problema que debe convocar imaginativas soluciones económicas, democráticas, laborales y pedagógicas, es visto como una peste medieval que exige periódicos exorcismos de punitivas sacerdotisas y ávidos prelados.
Junto a la complicidad con quienes exigen un cadalso público como forma de una nueva razón disciplinadora, los mundos políticos de la restauración conservadora extienden bruscamente ante sí el descuartizado mapa de las ideologías argentinas. Unos buscando “patas peronistas”, otros “patas liberales” y otros “patas radicales” para lo que creen que son sus baches a ser rellenados con cuadrillas políticas nocturnas de urgencia. Confunden política con pavimentación. Se entrecruzan en el complaciente intercambio de figuritas sobre el vacío que se atribuyen a sí mismos. Comienzan por reconocerse carentes, vivir en el socavón de su propia escasez. No sorprende que la decadencia de las grandes ideas de cambio social haya traído aparejada la decadencia del lenguaje político. Las viejas corrientes políticas, que supieron ser corrientes de ideas, son ahora partes de un pensamiento rápido, aleatorio, que se arrastra por el piso como un mueble que desgastó sus soportes. La nueva derecha, forjada en los lenguajes massmediáticos, carece de escrúpulos a la hora de arrojar por la borda ideas y principios o de adherirse a los restos tumefactos de tradiciones antagónicas; lo único que le importa es conquistar, por la vía de la simplificación y el vaciamiento ideológico, a una ciudadanía apresada en las matrices heredadas de los noventa menemistas. Pretenden organizar las filas del individualismo atemorizado pero si triunfan no gobernarán como estrategas de la concordia social sino como artífices de una implacable revancha represiva.
Los representantes de la restauración han memorizado así archisabidos preceptos, míseras cartillas para refundar el Orden Conservador, pero se sienten vivados por los abstractos públicos presentados como momentánea platea popular sustituta. Saben que actúan en medio de poblaciones estremecidas por los diversos planos de una crisis civilizatoria de la que dicen no tiene conclusión visible, pero la suelen ver como parte de un oscuro deseo de que esa crisis llegue pronto a la Argentina como “gran electora catastrófica”. La crisis mundial sería la prestidigitadora de una devastación. Desarticularía previsiones, refutaría políticas públicas y esparciría desempleo, inestabilidad o pánico. Y les daría votos. La conciencia invisible del conservador se mueve en todos los rubros de la lengua movilizadora, pues sabe que hay un público difuso extendido en todo el país que lo escucha y que proviene de muchos legados políticos destrozados. Se parte del anhelo de que la crisis venga ya. Que irrumpa por fin esa crisis mundial y derrote a los esfuerzos que se hacen por conjurarla, a veces buenos, otras improvisados sobre el vértigo que la crisis impone, no siempre efectivos.
En el inconciente colectivo de la restauración se halla emplazado el pensamiento de que la “llegada visible de la crisis” equivaldría a una admonición mesiánica que se encargaría de derrotar a los frágiles gobiernos a martillazos del Dow Jones y drásticos patrullajes del Nasdaq. Ninguna conciencia parecen tener de que esas catástrofes en el centro del mundo se han llevado consigo los paradigmas sobre los que construyeron sus capitales político-intelectuales. Más que paradigmas, son sofismas que no cesan de repetir a despecho de las evidencias. Eluden dar cuenta de la gravedad mundial de la crisis para menoscabar las medidas que atenúan sus ondas expansivas más duras. No se atreven a reconocer que la demora y cierta “suavidad” relativa de la crisis en Argentina se vincula con las políticas gubernamentales de moderada desconexión de las lógicas financieras del capitalismo contemporáneo. Los restauradores repiten sus axiomas ya fallidos y no trepidan en solicitar el fin de la desconexión: volver al seno del FMI es ya una consigna de batalla.
Los líderes del "partido del orden", mientras aguardan el auxilio de la crisis, no pueden atravesar ciertos escollos que surgen de estos barrios. En los últimos tiempos se ven enfrentados a un dilema de parroquia: el nuevo bloque agrario trae la sorprendente fusión en las consignas de los agronegocios de sectores sociales que antaño se diferenciaban en distintos tipos de actividad agropecuaria. Ellas habían dado origen a asociaciones discrepantes en la acción gremial. Pero una reluciente soldadura material y simbólica ha ocurrido frente a las nuevas características tecnológicas y empresariales de la explotación de la tierra sobre el trasfondo de ganancias inesperadas. Se trata de un bloque “enlazado” que, bajo un débil manto de republicanismo, se propone la cruzada restauradora y para hacerlo puede declarar vetustos a los desvencijados partidos remanentes.
Los restauradores anuncian que están frente a una impostura histórica pero llaman impostura a novedades introducidas por un juego democrático que sin duda es desprolijo pero vital; anuncian que están frente a manifestaciones de locura y tilinguería, pero reclutan en sus filas los oportunistas de un desvarío antisocial que en el pasado se excusó en nombre del racionalismo formal para desmantelar las aún no recompuestas defensas públicas en torno al trabajo y la producción. Anuncian también que están frente a un gobierno errático, peligrosamente estatista –si son liberales-, e insensible a lo social –si asumen aires ocasionales de izquierda. La impostura de la que acusan al gobierno atraviesa de lado a lado su lenguaje, en especial cuando recurren a antiguas y venerables simbologías populares en nombre de intereses antagónicos de esas tradiciones.
Este tema es necesario recorrerlo claramente. El gobierno se halla en medio de una tormenta social y política –local e internacional- acerca de la cual, tanto como no se puede aceptar que la haya provocado en lo que tiene de incierta, tampoco es posible dejar de ver en sus medidas más atrevidas el origen de las hirientes esquirlas que recibe como respuesta y debe afrontar. Estas medidas ya se conocen, y van desde los primeros gestos en relación a fuertes reparaciones simbólicas que desataron nudos asfixiantes de la historia hasta el pasaje de las existencias de las AFJP a la esfera pública bajo administración estatal o el profundo y necesario proyecto de ley de medios audiovisuales, sin dejar en un segundo plano la recuperación de una perspectiva latinoamericana que abandonó el paradigma de las “relaciones carnales” para encontrarse con irredentas pertenencias histórico-culturales. Con sus diferencias y particularidades, los procesos bolivianos, venezolanos, brasileros, ecuatorianos, cubanos, uruguayos, chilenos, paraguayos, nicaragüenses, salvadoreños, no nos dejan pensar que esta hora latinoamericana va a ceder su horizonte de realizaciones ante la agresión mancomunada de las nigromantes y los hechiceros del retroceso. Y sabemos que la difícil encrucijada económica y social no puede sortearse sin la composición de tramas políticas, económicas y culturales de alcance regional.
El ciclo abierto en el 2003, no sin titubeos, produjo una diferencia con las formas de gobernabilidad anteriores, diferencia surgida de la lectura de los acontecimientos de 2001, cuando el protagonismo popular sancionó el fin de aquellas formas. Diferencia que se percibe en sus intentos democratizadores (que van desde la modificación virtuosa de la Corte Suprema hasta la afirmación de una política de derechos humanos que retoma las invenciones y reclamos de los grupos organizados por su defensa), en el tipo de encuentro que propició con los movimientos sociales (entrecruzamiento de diálogos y no de medidas represivas), en el planteo de núcleos centrales para una sociedad justa (desde la enunciación de una pendiente redistribución del ingreso hasta la extensión de los derechos jubilatorios y la reposición de la movilidad de los haberes), desde la innovación en políticas de defensa hasta la decisión de no rendir ante el altar de la crisis los sacrificios tradicionales del trabajo y del salario.
Se conocen también sus deficiencias. Existe un gran contraste entre acciones innovadoras en campos sensibles de la vida social y apoyaturas que arrastran estilos rígidos, no decididamente democráticos, de organización política. Nos referimos a una escasa renovación en los sostenes oficiales del gobierno, cuando no a un chato horizonte de conveniencias sectoriales –encarnadas por lo general en porciones extensas del Partido Justicialista- y específicamente en el profundo error que se comete con alianzas como las de Catamarca, donde se marchó junto a la figura que gobernaba la provincia cuando sacudía al país el caso María Soledad y con las huestes de un confeso ladrón. También lo que implica la cercanía con Aldo Rico en San Miguel, para mencionar sólo los casos que más hieren. No sólo por lo que componen, también por la ausencia que revelan de otra construcción política capaz de efectuar una interpelación popular, convocar a los hombres y mujeres, a los trabajadores, a los desocupados, a los que estudian y los que crean, a apoyar y expandir una diferencia que efectivamente existe en ciertos actos y se opaca en la rutina de las antiguallas partidarias. No es casual que en las entretelas de estas alianzas de ocasión con personajes sin moral y sin conciencia, que han navegado los últimos veinte años de vida política, haya tomado cuerpo la “idea” de una “salida ordenada” del kirchnerismo, manejando figuras como el cáustico sojero fórmula 1. Esa salida –engalanada con prefijo post- dejaría al pueblo como rehén. Se trata, en realidad, de la restauración conservadora con la misma soja al cuello pero con Hugo del Carril en la vitrola. El gobierno se recuesta sobre una estructura partidaria que parece garantizarle un piso electoral imprescindible, sin transitar por sendas en las que se podría vislumbrar un horizonte distinto. Comprender la carencia no significa aceptar la solución como la única posible. Es, más bien, anticipar los costos a pagar.
Son temas que es necesario revisar. La dignidad de un proyecto social de cambios requiere que sus apoyos surjan convencidamente de llamados a las vertientes sociales, productivas y culturales que esperan participar en un movimiento que pueda gobernar en medio de desafíos fundamentales y vencerlos innovadoramente. Ese llamado aún no ha ocurrido aunque, como debe brotar de los pliegues críticos de la sociedad, es necesario encontrar en la sociedad civil el lenguaje y los argumentos para concretarlo. Un lenguaje sensible a una sociedad que se ha transformado y cuyas disidencias internas, sus polémicas públicas, no pueden ser explicadas sólo con la cartilla de las anteriores lecturas nacional-populares. El desafío es apropiarse de aquellas lecturas pero entramadas en una nueva y compleja realidad; de reencontrarse con los afluentes de una memoria de la justicia y la igualdad en el contexto de inéditos saltos al vacío del capitalismo actual. Es bajo esta perspectiva que reconocemos la trascendencia de lo abierto en mayo del 2003 y que no olvidamos las enormes dificultades que existían y que todavía persisten para construir un proyecto democrático y popular. Algunas izquierdas, como lo han hecho repetidamente, no atinan a dar cuenta de la singularidad de los acontecimientos. Es hora de entrelazar miradas, perspectivas, tradiciones y biografías diversas que comparten el ideal emancipatorio, intuyendo que la hora argentina reclama una fuerte toma de partido que sea capaz de enfrentar la restauración conservadora.
No queda mucho tiempo para ello. Pero reconocer las dificultades no implica bajar los brazos. Las consecuencias de un triunfo de la coalición conservadora pueden ser graves, pero este documento quiere ser de esperanza y de reagrupamiento en la lucha. Veamos: en la Ciudad de Buenos Aires está en curso una experiencia. La gobierna una derecha que con remozada gestualidad despliega destructivos ataques a las instituciones públicas de la ciudad, rastrilla las calles con anteojeras represivas y no desdeña ocasión de borrar aquello que otros pensamientos políticos habían inscripto en la vida estatal. Gobierna esa derecha por su capacidad de seducir a un electorado dispuesto al festejo de fórmulas abstractas que (ilusoriamente) resolverían problemas complejos. Pero el progresismo porteño aún merece una revisión crítica y el gobierno nacional el cuestionamiento de su escasa reflexión sobre la peculiar sensibilidad cultural y política de la ciudad. Cuando algo permanece intratado, cuando no se lo considera en su especificidad, es arrojado a un trato consignista, abstracto, reactivo. Campo fértil para las derechas, con sus maniqueísmos excluyentes. Por eso, se arriesga demasiado cuando se trata con categorías deseñosas a una ciudadanía que puede ser complaciente y superficial, pero en ocasiones, además, díscola y crítica. También el riesgo es altísimo cuando se renuncia a considerar ciertos temas, como el de seguridad, por lo que arrastran de amenaza. Las grandes ciudades argentinas, escenarios y protagonistas de luchas emblemáticas de la historia argentina (desde las huelgas de la Semana Trágica o la Reforma universitaria hasta el Cordobazo; desde el 17 de octubre o la huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre hasta las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001), esas mismas ciudades han sido permeables al discurso neoliberal. Pero las ciudades anteriores persisten.
Tradiciones culturales y memorias comunitarias subyacen a la espera de una invocación política que las reavive y contenga. Nadie es dueño de la conciencia de los millones que viven, sueñan y despotrican en estas urbes. La crisis puede ser oportunidad de reabrir esa historia y para considerar los núcleos potentes de las luchas urbanas actuales: la confrontación contra la precarización del trabajo y el desempleo, el enfrentamiento contra las añejas pero actualizadas formas de opresión a las mujeres, para nombrar sólo algunas. No damos por perdida esa apuesta por arrebatar las ciudades de sus cautiverios mediáticos y sus temblores restauradores.
Cuestiones vitales como el modelo energético, el régimen de entidades financieras, el transporte ferroviario y fluvial, la explotación minera, requieren formas de desarrollo viables que no acepten fáciles composiciones con empresas transnacionales que no tienen hipótesis de preservación ambiental ni se componen con un modelo económico nacional autónomo. Es necesario actuar con criterios eficaces en torno a crear opciones económicas democráticas, donde un pragmatismo inmediatista no sustituya un proyecto más profundo de economía distributiva, proteccionismo democrático, urbanismo integrador e inclusivo y ordenamientos normativos que impidan la rapiña de recursos. Esto requeriría de instituciones estatales con capacidad de desplegar políticas públicas, con efectiva llegada a todo el territorio nacional. Pero sabemos que, si entre los méritos del ciclo abierto en el 2003 está el de resituar la importancia del Estado, también es claro que el realmente existente no está a la altura de esa relevancia.
Se han desplegado, sin embargo, considerables apoyos a los compromisos científicos sustantivos, expandiendo la investigación, los presupuestos a ella destinados e incentivando la innovación intelectual en la vida social productiva. En este mismo itinerario, queda pendiente la renovación de las fuentes de la reflexión crítica sobre estas materias, sin esquematismos ni fervores momentáneos que demoren el encuentro de los grandes núcleos de acción intelectual creativa en torno a la ciencia, el arte, el urbanismo, los medios de comunicación, el lenguaje, el diseño y las tecnologías. La creación del Ministerio de Cultura de la Nación, capaz de articularse con el de Ciencia y Tecnología, permitiría pensar la inteligencia y la creatividad sociales en conjunto, no como secciones estancas de acciones nómadas.
Por todo esto, llamamos a ejercer el derecho de crítica autónoma dentro de un gran campo de apoyo a los aspectos realizativos que ha encarnado el gobierno nacional. El momento lo reclama. No somos partisanos de una axiomática y binaria contradicción fundamental, aún cuando reconozcamos que las situaciones críticas conllevan, a nuestro pesar, un borramiento de matices. Debe haber distintas variantes y situaciones para los pensamientos críticos. Pero tampoco el gobierno es ese manojo irreversible de contradicciones obtusas que a diario nos propone la vasta maquinaria mediática que lo envía al patíbulo en miles de minutos diarios de televisión, acudiendo a las doctrinas ubicuas del escándalo y el odio, en uno de los momentos más graves de irracionalismo asustadizo y de no tan encubiertos racismos que haya vivido la sociedad argentina contemporánea. Esa ofensiva de una derecha agromediática que no deja nada por tocar ni ensuciar, que corta rutas y agita conspiraciones, nos persuade de la decisiva importancia que adquiere no simplemente la defensa de la legitimidad democrática sino, más hondo y grave, del decisivo entrelazamiento de un proyecto popular con el destino del gobierno. Desatar el nudo que une ambas perspectivas constituye un error cuyo costo puede ser desmesuradamente elevado; imaginar que la caída de lo inaugurado en el 2003 puede ensanchar el horizonte popular y nacional es no sólo una gigantesca quimera sino una perturbadora irresponsabilidad histórica de los que todavía no comprenden el carácter y la dimensión del peligro restaurador.
La restauración tiene sus antenas y tentáculos preparados para aprovechar los deficientes reconocimientos mutuos que hemos tenido entre aquellos que en el pasado compartimos horas decisivas para constituir una fuerza popular transformadora desde distintas vertientes de la historia argentina. Llamamos entonces a que consideren favorablemente estas ideas, precisamente los compañeros de las izquierdas, de las corrientes nacional-populares, de los libertarismos, de los autonomismos y de los socialismos. Es imprescindible que sigan realizando observaciones críticas a las que siempre les otorgamos credibilidad, pero también les proponemos que las traigan a un seno común aunque heterogéneo de opiniones situado ante la urgencia de oponerse a la restauración conservadora. Pero no menos imprescindible es que se constituya una gran fuerza autónoma que recorra las diversas experiencias de transformación social y las devuelva a la esfera pública de un modo movilizador, renovado y creíble. Allí radica una de las apuestas sin la que resulta casi inimaginable la profundización popular de un proyecto democrático que vino a renovar las lenguas políticas en un tiempo dominado por las clausuras y las desesperanzas.
Llamamos a actuar contra la restauración conservadora de un modo creativo, inhibiendo su diseminación con argumentos sutiles y masivos, que pongan en evidencia su auténtica impostura, su anacronismo y la amenaza que suponen a cualquier forma de redención social, defendiendo los aspectos progresivos de la actual situación y haciendo explícitas las reservas, a modo de un necesario reencaminamiento de las acciones políticas populares. Llamamos a no dejarnos sorprender por el clima de desprecio que crean los operadores de una crisis anunciada, que es el ensueño de las viejas fuerzas del Orden con pañuelito de seda al cuello, gozando ahora de la masividad mediática con que instalaron el partido del miedo. Llamamos a retirarnos de la quietud y a no quedar atados al comprensible malestar por los enredos que poseen muchos de los recorridos políticos de la hora. Porque la aparente claridad de los restauradores traerá al país los capítulos ya conocidos de la pasividad cívica, el descompromiso con el trabajo colectivo, la mediocridad política y el predominio de los círculos áulicos que operan en el servicialismo a los más oscuros poderes imperiales, cuyo resultado previsible es la multiplicación de la desigualdad, su marca más auténtica.
En estos meses, se desplegará una contienda electoral que tendrá mucho de plebiscito respecto de las políticas gubernamentales, que en algunos casos presentan deficiencias pero que configuran acciones reparatorias para una sociedad dañada. Las rutinas electorales –con sus desfiles de espantajos y sus diatribas mutuas- serían insufladas de otro entusiasmo si se las dota de un carácter programático. De un programa en el que la defensa de los derechos humanos, la consideración de la seguridad sin reduccionismos represivos, políticas de retención de las rentas extraordinarias, estrategias de apoyo a la producción, la profundización de la integración regional, la preservación ambiental (incluidos los glaciares) y el debido cumplimiento de las aún pocas leyes existentes que prescriben los derechos de los pueblos indígenas, no puedan ser expurgados ni menoscabados. Por otro lado, también se estará debatiendo una de las más radicales medidas de distribución cultural: una ley que impulsa la democratización del sistema de medios de comunicación. El proyecto, surgido de intercambios y consultas, estará recorriendo los vericuetos del debate en la sociedad civil antes de su trato parlamentario. No serán, no son, tiempos fáciles, portan una nitidez casi dolorosa y exigen renovadas pasiones. Muestran que no hay para el pueblo argentino “salida ordenada” contra la restauración conservadora. ¡Profundicemos los cambios! Ese es nuestro llamado.

El expediente plebiscitario

Por Enrique Lacolla

/Las próximas elecciones legislativas se han transformado en una especie
de referéndum. Como sucede en estos casos, su resultado puede volcar en
un sentido o en otro el destino del país. Y por bastantes años/


No nos engañemos. Estamos frente a una arremetida que reinstala en el
panorama político argentino la vieja antinomia entre nación y
antinación. Los profetas de desgracia que pululan en los monopolios de
prensa y la violenta arremetida del bloque agrario contra el gobierno
nacional, son la expresión, para los tiempos que corren, de las
prácticas oligárquicas que apelaban en última instancia a los golpes
militares para derrocar a los gobiernos de extracción popular. Hoy ese
expediente parece estar bloqueado por el siniestro historial de la
última dictadura, pero el objetivo es el mismo: desestabilizar al
gobierno para inducir la renuncia de la presidenta o su rendición con
armas y bagajes a una coalición adversa que en última instancia lo que
pretende es conservar el perfil agrario de la Argentina, aunque
semejante cosa signifique estancamiento, concentración de la renta en
pocas manos y desempleo masivo, a la espera que se produzca el famoso
efecto derrame que los voceros del neoliberalismo trompetearon durante
años y que se clausuró con la catástrofe social de los '90.

La obligación en que nos sentimos de tomar partido a favor del gobierno
en este caso no puede disimular, sin embargo, las dudas que nos inspira
la vacilante trayectoria de este. Entendiendo por gobierno el accionar
de la pareja presidencial desde 2003 a la fecha. Hemos expresado muchas
veces los rasgos positivos de su gestión --reorientación de las
relaciones exteriores, atención a mejorar el nivel de ingreso de los
sectores más desprotegidos, medidas dirigidas a recuperar bienes
nacionales enajenados a vil precio por el menemismo y, últimamente, una
serie de medidas que apuntan en buen sentidoi-, pero también su falta de
decisión para acometer un plan de desarrollo bien estructurado en el
momento en que estaba montado en una oleada de simpatía popular y en que
sus enemigos estaban desautorizados por el desastre que habían
provocado. Esta renuencia a actuar dio la pauta de que faltaba
resolución en el emprendimiento asumido y que los temores, las
complicidades o, eventualmente, cierto espíritu acomodaticio muy
argentino, los inducían a abordar sólo las partes más fáciles del
programa de recuperación nacional. Si tal programa existió alguna vez.

El primer tímido intento de redistribución de la renta que podía
asemejarse a un esbozo de la tan necesaria reforma fiscal progresiva, la
ley 125, provocó, a poco de haber asumido Cristina Fernández de
Kirchner, una embestida opositora que trasuntó la presencia de un nuevo
bloque de poder en la Argentina. Bloque en esencia idéntico al que
distorsionó el desarrollo del país desde los orígenes de la organización
nacional, pero que ahora se configura de forma más compleja y más
difícil de reducir si no existe otro sector social dotado de peso
político y con capacidad para gravitar con similar coherencia en el
plano productivo. La devastación provocada por los 30 años de dictadura
neoliberal (sea en la forma desembozada del régimen militar o en la
formalmente democrática de los gobiernos que la siguieron), ha generado
la formación de una plataforma de intereses en la que coinciden los
viejos sectores de la oligarquía vacuna (hoy con menos vacas pero
asociada a los pools transnacionales de la siembra), los medianos
productores de la Federación Agraria que antes se le habían opuesto y
los grupos empresarios asociados a la producción agroindustrial. En un
trabajo inédito del economista Eduardo Basualdo, citado por Horacio
Verbitsky en Página 12, aquel reconoce "un nuevo patrón de acumulación
nucleado en el agro y que quiere terciar en la disputa de la
distribución del ingreso... ocupando el centro de la escena política y
económica... El Estado y los asalariados y la producción industrial
deberían operar en función de sus requerimientos de expansión". Basualdo
identifica a este surgimiento al momento político narrado por Antonio
Gramsci, cuando un grupo social alcanza la conciencia de los propios
intereses, que superan el círculo corporativo y se convierten en ideología.

El contrapeso ausente

Entre nosotros la ideología que instruye acerca de que el agro y la
agroindustria son el sustento natural de la nación, tiene una antigüedad
de más de un siglo, pero quizá nunca como ahora irrumpió con un ímpetu
parecido. El por qué de esta emergencia tan vehemente puede quizá
rastrearse en el eclipse o más bien la dispersión del núcleo social que
con más dureza se le había opuesto a lo largo del siglo XX: la clase
obrera. Arrollada, a través del menemismo, por la puesta en práctica del
modelo neoliberal instituido por la misma fuerza política en la que
desde sus orígenes depositaba su confianza, el justicialismo; reducida
en número por el ahorro de mano de obra que se deriva de la revolución
tecnológica, intimidada por la destrucción del empleo y marginada
gradualmente hacia una periferia social que tiende a abolir la
percepción clasista de las cosas para inducir a la resignación, a la
descomposición familiar o a un individualismo que empuja a la
insolidaridad y a veces al delito, su eclipse del escenario político
como fuerza coherente da lugar a la preeminencia de los negocios
privados. A esto se suma la desnacionalización de la clase empresaria
industrial que, ante la arremetida de los años '90 prefirió, en vez de
resistirla, liquidar sus establecimientos, reconvertir su capital
volcándolo al área financiera y fugarlo al exterior.

Así las cosas no se advierte un núcleo social duro que sea capaz de
plantarse de forma consistente frente al nuevo grupo de poder,
genéricamente denominado como "partido del campo" o "bloque agrario".
Aquí entra a jugar algo que definiéramos en un artículo anterior como
"la proclividad renunciataria"ii de las dirigencias que ejercieron,
vicariamente, durante toda la historia argentina, la defensa de los
intereses populares. Si en momentos en que se disponía de la fuerza
necesaria para enfrentarse al viejo modelo de acumulación esas
dirigencias no encontraron dentro de sí mismas la voluntad necesaria
para hacerlo, ¿la hallarán hoy día, cuando la base social a la que deben
expresar está a medias desarticulada? Sólo la puesta en práctica de un
plan de desarrollo que garantice la continuidad del crecimiento
económico a través de la industrialización moderna y la consiguiente
consolidación del empleo, tanto de baja como de alta calificación, puede
dar sentido y consistencia a la política dirigida a oponerse a el
rebrote neocapitalista o neoconservador que presenciamos en estos
momentos y cuyas patas son el monopolio de la prensa, la concentración
de la renta y la emergencia del bloque ruralista.

Hubo un factor, a lo largo de la historia nacional, que jugó como fiel
de la balanza y proveyó a uno o a otro sector, alternativamente, el peso
que se necesitaba para dirimir el diferendo. En general el grupo actuó
como defensor activo o pasivo del estatu quo, pero hubo ocasiones en que
revirtió ese papel. Ese sector no fue otro que el representado por las
Fuerzas Armadas. En especial durante el lapso que corrió de 1943 a 1955.
Pero hoy no se cuenta con un protagonismo fuerte del sector, pues
arrastra el sambenito de los crímenes de la última dictadura y la
política de Néstor Kirchner tendió a enajenarlo antes que a ganárselo.
Por oportunismo, más que por otra cosa. Se echó al niño con el agua de
la bañera: se reubicó a las FF.AA dentro de las instituciones, pero al
hacerlo se debilitó no sólo su desmedido rol político sino que se las
disminuyó en su capacidad operativa a través de una sequía
presupuestaria que si no anuló su poder para actuar como factor de
represión interna, las paralizó para la defensa externa, mientras se las
seguía desprestigiando con la campaña desmalvinizadora, que fue atenuada
por los Kirchner, pero que persistió en forma residual en el mismo el
canal oficial y en productos fílmicos respaldados por el INCAA. El
desprestigio y las restricciones presupuestarias, dos factores que
estuvieron íntimamente ligados, las han inhabilitado para desempeñar su
trabajo como reserva estratégica de la nación en las cuestiones
internacionales e incluso para ejercer su papel como contrafuerte de la
legalidad. El gobierno no confía en ellas, a decir verdad.

Así las cosas, al país se le ofrece un panorama crítico. Al menos, para
los próximos meses. El gobierno ha empezado a reaccionar --el elenco de
las medidas enunciadas así lo indica-, pero falta saber si no es
demasiado poco y demasiado tarde. El bloque agrario, expresivo de la
vieja Argentina adecuada a los tiempos que corren, se relamía ya, hace
unos días, con la perspectiva de la partida de Cristina y su herencia
asumida por Cobos, personaje de visos casi increíbles que puso su
"convicción moral" por delante de la ética política al votar contra un
proyecto de ley de su gobierno. Si su convicción le ordenaba oponerse a
la ley 125 sobre las retenciones, en efecto, el único camino que le
restaba para resguardar su integridad moral era renunciar a su puesto,
dado que un vicepresidente, en vida del presidente, debe a este una
lealtad incondicional. Un escenario de este tipo resultaría imposible en
Estados Unidos, por ejemplo.

El caso es que las cosas se han precipitado en los últimos tiempos, en
cierta medida por la gravitación de la crisis económica mundial, que ha
rebajado de manera abrupta el precio de las commodities exportables y ha
generado un pánico hasta cierto punto artificial en el seno de las
clases medias. En este escenario el "campo" se crispa y la oposición se
abalanza con un entusiasmo digno de mejor causa a embestir contra el
gobierno, sin otro programa que el control de las sinecuras que pueden
deducirse de este, mientras denuncia un tono exaltadamente moral al
Ejecutivo de querer hinchar las arcas del Estado para fomentar el
"clientelismo" y de ser responsable del problema de la creciente
inseguridad. El desparpajo de quienes en tiempos recientes adhirieron
por acción u omisión a la convertibilidad de Cavallo, es por demás
notorio y aunque la gente suele tener la memoria corta, el punto es
demasiado grueso para que pase desapercibido. Afirmaciones como las de
Elisa Carrió, que propone que se deroguen las retenciones a la soja y se
las suplante por un préstamo del FMI, rondan el desatino: ¿es que tan
rápido ha olvidado el nefasto papel que cumplieron los mecanismos del
endeudamiento externo en la debacle promovida por el menemismo y el
radicalismo?

En cuanto a la inseguridad, no olvidemos que es hija de la destrucción
del tejido social argentino como consecuencia de la devastación
neoliberal, que la clase política apoyó con contadas excepciones y en
cuyo catecismo comulgó el grueso de la clase media. La misma que reclama
hoy la pena de muerte.

La apuesta

En estas condiciones la apuesta que está en juego en las elecciones
legislativas adelantadas para el 28 de junio es alta. Tal como han sido
planteadas por la oposición y recogidas por el gobierno, se trata de una
suerte de plebiscito. Los referéndums son una especie de voto confianza
similar a los que se plantean en los regímenes parlamentarios, sólo que
volcados a la calle, en un ejercicio que se aproxima a la democracia
directa. Hugo Chávez en Venezuela ha sabido buscar y superar esas
pruebas a través de una gestión dinámica que va al fondo de las
cuestiones. Cualquiera sean las reservas que puedan hacerse a su estilo
tropical y, sobre todo, a la insuficiencia de sus cuadros partidarios,
que lo deja a él casi como único referente de la revolución y como su
locomotora indispensable, su gestión demuestra que sólo el dinamismo y
la apelación a las masas pueden frenar los intentos desestabilizadores
que surgen del sistema vinculado al imperialismo y de la
desnacionalización de las clases medias. Fenómeno este último típico de
una América latina vaciada de su propia conciencia justo en los sectores
medios que deberían proveerle de esta y de un programa estructural de
desarrollo.

Este vaciamiento fue promovido antes a través de los vasos conducentes
de un sistema educativo extranjerizante, y ahora, con una eficacia mucho
mayor, a través de la elaboración de un discurso mediático informe,
caótico, banal u obsceno, que en sus áreas pretendidamente más serias
bate el parche con el discurso del sistema hasta hacerlo atronador. Este
discurso puede tener variantes que le dan una apariencia de libertad de
pensamiento, pero en esencia todos los columnistas de los grandes medios
recitan el mismo verso, sea en su versión académica como en su versión
populachera. Antiestatistas, antipopulistas, maestros en el reclamo por
una mano dura, calumniadores sistemáticos de la psicología de los
argentinos que ellos mismos contribuyen a deformar, reverentes ante las
potencias extranjeras cualesquiera sean las barbaridades que estas
cometan y silenciadores de los problemas profundos que afligen al país y
que este arrastra desde sus orígenes, su erizamiento contra la
corrupción, real o presunta, de los miembros del gobierno, no toma en
cuenta ni la inmoralidad generada por el neoliberalismo ni su propio
papel --poco edificante- como sirvientes privilegiados del sistema.

El plebiscito en que se ha transformado a las próximas elecciones
legislativas no deja mucho lugar para determinar la orientación del
voto. Nos guste o no el actual gobierno y por muchas que sean sus
limitaciones, no parece existir otra opción que contribuir a que este
mantenga una mayoría en las cámaras que permita la gobernabilidad del
país. A su izquierda no hay nada, salvo grupúsculos que, en muchos
casos, están apartados de la realidad. Y a su frente hay una coalición
sin programa propio, armada de un discurso vacío y que sirve de fachada
a los intereses reales del bloque agrario o agroindustrial, conectado a
las supervivencias de la patria financiera, que repropone la vuelta a
una Argentina excluyente. El problema reside más bien en encontrar a los
referentes políticos en los cuales creer; esto es, de los que se puede
esperar lealtad a sus mandantes. Después de las experiencias con Cobos,
Reutemann, Solá o Schiaretti, para hacer unos pocos nombres, esa
búsqueda se hace difícil. Competerá al gobierno encontrar a esos
representantes en cada uno de los distritos electorales.

Pero, en última instancia, sólo una convocatoria a las masas, sustentada
por una política de comunicación eficiente y, sobre todo, por la
certidumbre de que el gobierno contrae un compromiso hacia el futuro que
prometa un país diferente, podrá asegurar el éxito. Volviendo a Gramsci
y parafraseando otro de sus aforismos, "vivimos en una circunstancia en
la cual el viejo país está muriendo, mientras que el nuevo no puede
nacer todavía"

Por ejemplo la recuperación de los fondos de las AFJP, la
reestatización del Área Material Córdoba, el anuncio de una ley para
permitir la coparticipación de la renta de la soja con las provincias,
un proyecto a debatir para modificar la actual ley de radiodifusión,
otro que anularía la potestad de los tribunales internacionales para
inmiscuirse en cuestiones atinentes a procedimientos civiles y
comerciales verificados en nuestro país y la amenaza (lástima que de
momento sea tan solo una amenaza apenas insinuada) de nacionalizar el
comercio exterior de granos y de recuperar el control del Banco
Hipotecario.

Raúl Rizzo: “Lamento realmente las posiciones de Pino Solanas”


Capital Federal (Agencia Paco Urondo) El actor Raúl Rizzo fue entrevistado por Basta de Zonceras, el programa radial de la Agencia Paco Urondo el martes 10 de marzo pasado. La excusa para discutir de política fue la participación del actor en el acto de desagravio al diputado nacional Agustín Rossi, escrachado por un grupo de bravucones a sueldo de la Sociedad Rural.

Agencia Paco Urondo: Raúl, ¿Cómo estás? Lo que te quería preguntar, para comenzar, era no solo sobre tu participación en el desagravio al diputado Rossi, sino como te hiciste carne del ataque que sufrió el diputado. ¿Querés contarnos tu experiencia?

Raúl Rizzo: Yo viví una situación parecida con (el actor) Juan Palomino cuando estuvimos haciendo la obra La Tentación, en Firmat (provincia de Santa Fe). A ellos los agredieron arrojándoles cosas, a nosotros nos cruzaron camionetas, nos cortaron la función a la mitad, a pesar de habernos entrevistado antes con representantes de Federación Agraria y Mujeres en Lucha, y porque además cuando esto nos sucedió la primera llamada de solidaridad que tuvimos fue la de Rossi. Nos sentimos agredidos por la misma gente y por causas similares. Por supuesto, Rossi defiende la postura del gobierno y yo defiendo una postura ideológica frente a estos episodios de la gente “de campo” en defensa de sus intereses y negocios, olvidándose del resto del país, como ocurrió siempre.

APU: ¿Vos tenés una tradición más vinculada a la izquierda, al comunismo, no?

RR: A la izquierda. En alguna época fui parte del comunismo, ahora no, porque no se ejercía la democracia interna, al menos en aquel momento. Soy un convencido que la izquierda se debe un gran debate entre todos sus sectores para ver qué significa en este momento de la historia.

APU: ¿Cómo definís izquierda y derecha y qué significa pelear por un país más justo en Argentina?

RR: Hay varios ángulos, pero para mí ser de izquierda es priorizar algunas cosas que uno quiere que sucedan en el marco histórico en el que están sucediendo. No podemos olvidar que estamos en un país en el marco capitalista, sometido por las grandes potencias, que si bien hoy día están en una gran crisis, son más peligrosas justamente por ello, porque están en una crisis que ellos mismos crearon. Sus objetivos son que esa crisis la paguen aquellos países que nos encontramos en una situación de debilidad, frente a los poderosos, los poderes económicos. Si le sumamos la complicidad con los poderes internos de cada país, bien identificados, la situación se torna lo suficientemente compleja como para hacer un análisis lo más riguroso posible. Es decir, cuando este gobierno toca intereses, como por ejemplo terminar con las AFJP, a mí como hombre de izquierda me compete apoyar la medida y respaldar al gobierno, sea del signo que sea. En este caso fue el gobierno de Cristina que lo hizo, pues yo respaldo esa medida. Respaldo también la medida de nacionalizar Aerolíneas Argentinas, porque un país tiene que tener una aerolínea de bandera y sus trabajadores deben tener incidencia en esto. También estaría de acuerdo en ir nacionalizando cada una de las empresas que pasaron al sector privado. Soy partidario de que cualquier empresa que presta un servicio público de mucha necesidad tiene que pasar a manos del Estado nacional. Que se le dé la forma más rigurosa, para que no se repitan los episodios de corrupción del pasado. En la medida que un gobierno desarrolle ese tipo de acciones va a tener todo mi apoyo. Hay una izquierda que no lo tiene bien en claro o que necesita de un opositor como el gobierno para darse identidad. La izquierda argentina como la de otros países sufre un mal de adolescencia, es decir, los que tenemos hijos adolescentes, sabemos que este descalifica cualquier referente de su vida porque eso afirma su identidad, sean sus padres o profesores, máxime si lo doblan en edad. Por eso genera un lenguaje propio, un ghetto con sus iguales. Esto es lo mismo que le pasa a la izquierda, no termina de madurar y comete errores tan graves como ese sector de izquierda que en el conflicto con “el campo”, ¡se pone del lado de la oligarquía!

APU: Paradójico…

RR: No, no es paradójico. Acá las cosas solo se analizan desde el punto de vista político o ideológico y es un error. Hay que analizar también sociológicamente, psicológicamente. Hay gente que se mueve por mandatos atávicos que tiene en su vida, como muchos dirigentes políticos y empresariales. Por supuesto que muchas veces coinciden sus intereses personales con sus atavismos, y hacen síntesis en sus intereses individuales contra los valores colectivos. Por eso la izquierda merece un gran debate, porque tiene una conducta inmadura, adolescente y lamentable. Y tiene la soberbia del adolescente, porque cada sector de la izquierda cree ser depositario de todas las verdades, y por eso nunca logra la unidad. Y sacan 0,5% de votos y sin embargo insisten en la misma tesitura ¿Por qué no pueden visualizar esta realidad? Si todo lo que plantea la izquierda se supone que serviría la bien común y para una mejor calidad de vida, ¿por qué el Pueblo no les hace el favor? ¿Está equivocado el Pueblo? El Pueblo se equivoca muchas veces, no lo voy a negar, habría que analizar las causas. Pero la izquierda se equivoca mucho más profundamente y no puede salir de su caparazón adolescente. La derecha no la vamos a juzgar porque es lo que es. Defiende intereses muy claros.

APU: Pensaba cuando hablabas en el concepto de Lenin sobre el infantilismo de la izquierda y en el MST en las marchas de la Sociedad Rural. ¿Pero qué reflexión te despierta Carrió, supuestamente progresista, o Pino Solanas haciendo cuestionamientos que le hacen el juego a la derecha, o Libres de Sur?

RR: Les caben las mismas generales de la ley. No a Carrió, que la saco de la izquierda. Ella tiene como decía Alfonsín hablando de Cobos: “tiene el gen radical”. Bueno, Carrió tiene el gen radical. Ya sabemos lo qué es el radicalismo. Si empezó como un hecho revolucionario, como una “revolución burguesa”, se quedó en la “burguesa”…

APU: (risas).

RR: …y no creció, no evolucionó hacia lugares superadores, quedó en esa instancia y comenzó a retroceder y comienza a tocarse con la derecha. Los sectores lúcidos del radicalismo no pueden estar con personajes como Gerardo Morales, Cobos, gente que representa lo retrógrado y además vimos el rol que les tocó cuando fueron gobierno. Morales fue parte del gobierno de De la Rúa, aceptó y convalidó la quita del 13% de recorte de los jubilados y hoy aparece como un vocero de la oposición, es lamentable. Es un poco el panorama que no es fácil de describir en una charla radiofónica, pero amerita un debate profundo de qué país queremos construir, de por dónde tienen que pasar las posiciones más lúcidas. Lamento realmente las posiciones de Pino Solanas, porque un tipo que me resultó muy lúcido, conocedor de la política petrolera y minera, los aportes que ha hecho en ese sentido, el sentido nacionalista de su política y llegado el momento se pone del lado de los sectores más retrógrados, más energúmenos, cómplices de las mayores matanzas de la Argentina.

APU: ¿Cómo sintetizás se actor con esta profunda formación ideológica? No subestimo a los actores, pero tenés un conocimiento mayor a la de muchos políticos.

RR: Vos pensás que un actor no sabe de nada.

APU: (Risas) No, no.

RR: Lo que pasa es que un actor se construye cuando construye al hombre también, después aparece el actor. ¿De qué se nutre el actor si el hombre no tiene una mirada lo suficientemente rigurosa sobre la realidad y la conducta humana? Tenemos que representar seres humanos, sean quienes fueren. Hay que nutrirse de datos, información para sintetizar un personaje, porque sino se trata de una vulgar imitación de algunos gestos del personaje.

APU: Raúl, te habla Magalí Benasulin. Vos decías al principio de la entrevista “de izquierda pero no comunista”. Me pregunto ¿cuál es el rol de la izquierda en el mapa, mientras la derecha gana y destruye?

RR: Sí, la derecha gana pero tenemos que preguntarnos por el electorado que lo votó. La clase media que ha tenido conductas nefastas en muchos momentos de la historia. Esta misma clase media que votó a Macri acá también era la que decía deme 2,3 en la época de Miami (durante la dictadura) y creyó en el uno a uno después (durante el menemismo). Porque acá, con el corralito, todo muy bien, pero creer que un dólar valía un peso en un país devastado es… no hay inocentes ahí. Yo no lo pongo al Pueblo como inocente, hay un sector del Pueblo que tiene muy pocas herramientas que posiblemente sea más fácil de trampear, pero hay otro sector de este Pueblo que tiene una conducta cultural peligrosa, inducida, que se pone en las filas de lo peor de la oferta electoral. ¡No es casual! Eso también merece ser analizado, sería una ingenuidad mayúscula creer que porque la gente no ejerce la función de mandatario es inocente, buena y pura. Para nada. No creo más en eso. Vos ves en la calle la miserabilidad con que se maneja, cuando se echa la basura a las plazas, esas pequeñas miserias, potenciadas, conforman los gobernantes de algunos sectores que tenemos en el país. No vienen de otro lado. Son resultante de la conducta del Pueblo… que también tiene sus razones para analizar. Acá hubo un genocidio, un vacío cultural enorme en la década del 70 donde se perdió la posibilidad de un país mejor, lo mejor del país desapareció, fue exiliado, todo eso se paga. Este recorrido me lo permite hacer la obra La Tentación, que recorre la vida Manuel Dorrego. Un gigante de la historia, acallado, olvidado… no casualmente, porque los mejores de la historia fueron masacrados. Ese es un dato. Castelli, Moreno, Belgrano, San Martín expulsado del país, no es casual, Monteagudo ¡no es casual! Dorrego fusilado. ¿Quiénes quedaron? Los Rivadavia homenajeados en todos lados, los Pueyrredón, Del Carril, Mitre, lo peor ha quedado homenajeado, no es casual.

APU: Raúl, si quisiéramos ver la obra, ¿cómo hacemos?

RR: Y… ahora es difícil porque estamos de gira en el interior, pero lo más cerca que tenemos es en agosto en Morón, que vamos a hacer debates con (el intendente Martín) Sabatella. Si estás atento, podés venir a verlo.

APU: ¿Va a participar Sabatella?

RR: Va a sumarse a la función de debate.

APU: Raúl te agradecemos mucho esta charla de ¿humanismo político?

RR: Ojalá sirva de algo. Un abrazo grande. (Agencia Paco Urondo)

Los gordos de 20.000 hectáreas

Por David Cufré

Grupos económicos y familias tradicionales como B&B, Blaquier, Bullrich y Pueyrredón, entre otros, fueron los que introdujeron el modelo de agronegocios. Por qué se oponen a las retenciones.


Parece difícil imaginar que el conflicto entre un sector del campo y el Gobierno pudiera haber alcanzado semejante magnitud si sólo expresara las reivindicaciones de pequeños chacareros al borde de la ruina. Antes de su alianza con la Sociedad Rural, Federación Agraria no consiguió jamás el espacio mediático y la incidencia política que exhibe en esta oportunidad. Cuando Eduardo Buzzi era integrante del Frenapo, la iniciativa de principios de década que exigía un subsidio universal para mitigar una pobreza creciente, no aparecía a diario en la televisión. A esta altura queda claro que no está peleando por la reforma agraria, ni siquiera por la vuelta de las juntas de granos y de carnes, sino por lo mismo que un actor social que históricamente sí consiguió los más variados apoyos políticos y una amplia difusión de sus ideas, al punto de que son dueños de diarios nacionales y provinciales, además de miles y miles de hectáreas.

El investigador de Flacso Eduardo Basualdo elaboró un informe que describe a ese sector económico de elite, nombre por nombre. Son los tradicionales dueños de la tierra. Los mismos que en la década pasada extendieron aún más sus propiedades sacando provecho de un modelo económico y una política agrícola que provocó la desaparición de más de 100 mil chacareros. En aquellos años hubiera resultado imposible la alianza entre ellos y la estrella del momento, Alfredo De Angeli, ya que en aquel tiempo no había cámaras para registrar los remates de campos que se producían a diario. De Angeli ahora dice que el secretario de Agricultura de los ’90, Felipe Solá, es quien más sabe de política agropecuaria.

Basualdo realizó su investigación centrándose en quienes poseen más de 20.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires. Y llegó a la conclusión de que siguen siendo los “actores decisivos” del campo argentino, incluso por sobre los pools de siembra. Son el verdadero poder del campo, en una economía donde la renta agraria volvió a prevalecer sobre otras actividades por los precios record de las materias primas. Las retenciones móviles se meten con esa renta extraordinaria. Esa es la razón profunda del conflicto. Lo demuestra el hecho de que los pequeños y medianos productores no pudieron hacerse oír cuando se fundían, sólo lo consiguen ahora que su reclamo coincide con el de ese segmento clave del establishment.

El mismo Buzzi reconoció el 16 de marzo en un reportaje con PáginaI12 que lo peor que les puede pasar en este momento a los pequeños productores es entregar su campo en alquiler, a valores inéditos, para convertirse en rentistas, una realidad muy alejada de aquella de los remates, cuando perdían la propiedad de la tierra.

En ese entonces, dice Basualdo, cinco grupos económicos y 35 grupos agropecuarios lograron ampliar sus dominios en el campo. Los primeros son Bunge & Born, Loma Negra (Amalia Lacroze de Fortabat), Bemberg, Werthein y el ingenio Ledesma (familia Blaquier). En total poseen 396.765 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, lo que arroja un promedio de 79.353 hectáreas cada uno. La familia Bemberg, ex propietaria de Cervecería Quilmes, diversificó sus negocios en distintos rubros, pero se declara propietaria de 60.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, otras 73.000 en Neuquén y 10.000 en Misiones. La característica común de esos grupos económicos es que construyeron sus imperios a partir de las ganancias surgidas de las actividades rurales.

Los grupos agropecuarios están constituidos mayormente por familias de la aristocracia, que dieron origen a la Sociedad Rural. Son 35, que reúnen un total de 1.564.091 hectáreas, a razón de 44.688 hectáreas cada una en promedio. Figuran las familias Gómez Alzaga, con 60.000 hectáreas, Anchorena, con 40.000, Balcarce, Larreta, Avellaneda, Duhau, Pereyra Iraola, Ballester, Zuberbühler, Vernet Basualdo, Pueyrredón, Bullrich, Udaondo, Ayerza, Colombo, Magliaro y Lanz, entre otras (ver listado aparte).

En total existen en la provincia de Buenos Aires 1294 propietarios con más de 2500 hectáreas. Son 799 los que tienen entre 2500 y 4999 hectáreas, 242 entre 5000 a 7499 hectáreas, 92 entre 7500 y 9999 hectáreas, 108 entre 10.000 y 19.999 hectáreas y 53 de 20.000 en adelante, incluidos los estados nacional y provincial. En conjunto, son dueños de 8,8 millones de hectáreas, algo más del 32 por ciento del total de la provincia.

Basualdo ubica como causa central del predominio dentro del campo argentino de los grandes propietarios de más de 20.000 hectáreas la posibilidad de aprovechar economías de escala. Fueron los que introdujeron el modelo de agronegocios imperante. Desde mediados de los ’90, explica, “se consolidan modificaciones tecnológicas y en el proceso de trabajo que tienen un efecto desigual en los productores de distinto tamaño, porque potencia las denominadas economías de escala. Es decir, hacen más pronunciada la reducción del costo por hectárea a medida que aumenta la superficie trabajada”. El investigador de Flacso sostiene que los pools de siembra imitaron el modelo que impusieron los grandes propietarios. Fueron éstos quienes lo consolidaron y perfeccionaron: “Primero con las privatizaciones, después con las semillas transgénicas y finalmente con la difusión de la siembra directa”, detalla.

Los grandes propietarios tienen un acceso diferenciado a los servicios privatizados, como los trenes de carga, señala Basualdo. Los sucesivos lockouts de las entidades ruralistas no fueron para cuestionar este esquema, sino en su defensa, expresado en el rechazo a las retenciones móviles. Los representantes de los verdaderos pequeños campesinos, dueños de una, cinco o diez hectáreas en la zona extrapampeana, no lograron repercusión pública para explicar los efectos de la sojización sobre sus producciones. Ellos sí se ven forzados a entregar sus tierras en provincias como Santiago del Estero, Formosa, Salta o Chaco, por la llegada de la soja. De ese espacio no logró emerger ningún De Angeli.

La concentración de la tierra y de la producción en la Argentina


Alfredo Zaiat - David Cufré


¿Quiénes son los propietarios de la tierra en la Argentina? El panorama no parece haber cambiado mucho con respecto al siglo anterior: aún hoy, las familias tradicionales todavía son quienes detentan el control de la tierra en la región pampeana. Al mismo tiempo, se dio un proceso de concentración de la producción, al tener acceso a un nuevo paradigma productivo-tecnológico. A continuación reproducimos dos artículos que ayudan a la comprensión de este fenómeno con dos caras.

Concentración

Al mismo ritmo sostenido del crecimiento de los precios internacionales de los granos en los ya largos 120 días de conflicto, los representantes del campo privilegiado han ido sumando argumentos para cuestionar los Derechos de Exportación móviles de cuatro cultivos clave. Estudiar el extraordinario proceso que vive el sector agropecuario permite ir eludiendo esas sucesivas trampas al conocimiento, siendo una de ellas la que identifica a las vulgarmente denominadas retenciones como una medida que fomenta la concentración de la tierra. Como en tantas otras peculiares alianzas que se han podido observar en esta disputa, han coincidido en esa idea uno de los reyes de la soja en tierras arrendadas, Gustavo Grobocopatel, y el titular de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi. Así, ambos agregan una cuota más a la confusión de una población rehén de una crisis que no termina de entender. En los últimos quince años, el proceso de transformación en la forma de organización y de desarrollo técnico-productivo del campo ha provocado una acelerada concentración de la producción y no así la de la tierra. Esta ya se encontraba históricamente en pocas manos y no fue precisamente por la existencia de retenciones a las exportaciones.

En la producción agraria se produjo una revolución tecnológica, que en la región pampeana empezó a verificarse desde mediados de la década del noventa, basada en la siembra directa y las semillas transgénicas. Este nuevo patrón productivo generó una fuerte caída de los costos, una reorganización de los modos de cultivar y el surgimiento de nuevos actores económicos en el sector. Este cambio tecnológico demanda mucho menos trabajo manual y mucho más capital. Se necesitan millonarias inversiones en maquinaria para siembra directa, que son distintas a las tradicionales. Por eso mismo surgieron contratistas –la mayoría son además medianos o grandes productores– que van por los predios con sus maquinarias a realizar el trabajo, que en la agricultura tradicional podía llevar de uno a dos meses, según la extensión, y hoy se realiza en uno o dos días. A la vez, los transgénicos exigen la utilización creciente de agroquímicos, como herbicidas y fertilizantes, que elevan el rendimiento por hectárea. El profesor Horacio Giberti, uno de los mayores especialistas en política agropecuaria, explica en una entrevista realizada por Isaac Grober, miembro del Consejo Editorial de la Asociación Civil-Cultural Tesis 11, que “en la agricultura tradicional el chacarero araba, sembraba, lo que le demandaba un mes de trabajo en una chacra corriente y luego hacía algunos trabajos culturales, como en el caso del maíz, o ninguno, como en el trigo. No había defensa del cultivo, en el sentido de que no se aplicaban herbicidas, ni fertilizantes, de manera que el chacarero veía crecer bien o mal el cultivo. Luego venía el período de cosecha, lo que implicaba la cosecha en sí misma, el transporte y la comercialización. Ese era el trabajo, de tres a cuatro meses relativamente duros”. Hoy, la realidad es muy diferente. Con la soja, el trabajo es de un par de jornadas, y en muchos casos es subcontratando la labor.

Esa transformación productiva se desarrolló con un Estado que abandonó su tarea de intervención para ordenar esa revolución tecnológica y para brindar asistencia técnica a los pequeños productores. En ese contexto, aparecen los fondos de siembra –pools– que tienen el capital suficiente para comprar y aplicar ese nuevo paquete tecnológico en economías de escala. Pero son los tradicionales grandes propietarios de tierras más que los pools los que han avanzado en concentrar cada vez más la producción en sus manos. Y esto fue así porque los chacareros que no pudieron acceder a ese nuevo paradigma productivo-tecnológico les resulta mucho más rentable alquilar la tierra que trabajarla. Entonces, lo que se ha verificado es una enorme concentración de la producción sobre tierras arrendadas, lo que ha provocado una profunda alteración de la estructura económica y social del campo. La propiedad de la tierra sigue tanto o más concentrada que antes, fenómeno que no tiene nada que ver con el actual proceso de concentración de la producción. Y obviamente, ni en una ni en otra concentración, los derechos de exportación tienen influencia directa. El economista Eduardo Basualdo que está trabajando en este tema desde hace años y en la actualidad lidera un estudio al respecto en el área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), destaca que en la zona pampeana el 86,4 por ciento de la producción agrícola sigue en las mismas manos que hace un siglo y que esas familias y grupos tradicionales la realizan más de la mitad en sus tierras y el resto en otras que ellos mismos arriendan, que suman a las propias para mejorar la escala de producción.

Este complejo proceso permite acercarse a la comprensión de la actuación de la Federación Agraria en el conflicto, que ha desorientado a quienes todavía consideran que sigue siendo una entidad que defiende a los pequeños productores arrendatarios. La transformación productiva por la aplicación del paquete tecnológico siembra directa-semillas transgénicas alteró la estructura económica y social en el campo. Giberti ilustra que “el clásico chacarero arrendatario, la imagen tradicional del socio de la Federación Agraria, prácticamente desapareció porque muchos se transformaron en propietarios. Esa entidad era para los arrendatarios modestos una institución necesaria porque a través de su departamento legal les proporcionaba el apoyo jurídico necesario en su lucha contractual y legal con el propietario. Al transformarse en dueños, esos socios ya no tienen la necesidad de ese servicio”. Y muchos pasaron a ser arrendadores de los pools o de los grandes propietarios de tierras, lo que explica la indiferencia que manifestaron al proyecto de Ley de Arrendamiento y sólo se preocupen por la defensa de la renta sojera, que es la que le brinda el alquiler de sus tierras. Por eso Giberti señala que “ese cambio de estructura social hace que el chacarero típico de hoy tenga enfoques muy distintos del de antaño. Es un pequeño propietario, a lo mejor más conservador que el mediano o grande”. La FAA se ha convertido en una entidad que representa fundamentalmente a pequeños propietarios que no trabajan la tierra, sino que la alquilan para vivir de rentas. Como el arrendatario –pools y grandes dueños de tierras– apela al alza de los derechos de exportación para bajar la retribución del alquiler, esos pequeños productores rentistas se rebelan.

Una de las tantas paradojas del actual conflicto es que la forma de intervención de la Federación Agraria puede acelerar el proceso de concentración, no ya de la producción que se define con el modelo siembra directa-semillas transgénicas, sino el de la tierra. Las arengas dramáticas, exageradas y alejadas de la realidad respecto de la posibilidad de quiebra de los productores por una imprescindible medida de intervención de política económica pueden provocar un clima de confusión y desánimo entre pequeños productores. Estos, atrapados en una lógica de crisis que no es tal, pueden terminar convencidos de que el mejor negocio es vender sus campos pese a las fabulosas perspectivas de la actividad. Como se sabe, las crisis son el factor disparador de la concentración y centralización del capital.

Los valiosos aportes de Giberti y Basualdo, rigurosos y alejados de los intereses sectoriales en disputa, son fuentes donde deberían volver a abrevar dirigentes sociales, políticos y gremiales que durante años han luchado por la dignidad de los trabajadores y de los excluidos de un modelo injusto. De esa forma podrán recuperar la brújula y volver a identificar, como lo han sabido hacer en otros momentos, quiénes son los representantes e integrantes del poder económico emergente del nuevo siglo.


Fuente: Página/12 - 12.07.2008

TERREMOTO POLITICO

A esta hora, el terremoto político resultante de la decisión del
Gobierno Nacional de enviar al Congreso la modificación de la fecha de
las elecciones parlamentarias, va decantando a cauces más naturales.
No es que haya cambiado un ápice la furia gorila ante la jugada
política que los deja en pésima posición, adelantando los tiempos y
angostando el margen de maniobra mediático/electoralista que preveían
plácido y en inevitable escalada.

Los planes opositores pasaban, presumiblemente, por amontonar
victorias parciales sobre el oficialismo en elecciones distritales
para crear ?sensación de derrota oficial? entre la opinión pública.
No era un mal plan. Hasta octubre, la orgía mediática haría su parte y
la sensación quedaría instalada: el gobierno está en retirada, pierde
en todos lados, la oposición gana una elección tras otra levantando
las banderas de la renta agraria. Todo resumido en una frase: fin de
fiesta, retraducción del famoso ?postkirchnerismo?.

A nadie se le escapa que la movida oficial vuelve a colocar
definitivamente al gobierno en el centro del ring y en la iniciativa
absoluta de la política. Hay quienes interpretan la movida como un
desesperado gesto de debilidad, se ilusionan con un partido de final
anticipado y se suman, esperando masticar la carne kirchnerista
todavía caliente, como De Narváez o la senadora Chucky Duhalde. Apoyan
porque creen que se trata de un suicidio. Se ilusionan con un Titanic
que ya ha colisionado.

En ese escenario, poco importa si estalla la alianza con Feli Pillo o
si Macri elige refugiarse en su exarcado capitalino como el príncipe
Próspero ante la ?muerte roja? del cuento de Edgar Allan Poe,
olvidando momentáneamente sus apetencias nacionales en virtud de
conservar lo que tiene.
Lo que importa al menemismo residual (que es el duhaldismo y sus
variantes peronistoides), es que el kirchnerismo desaparezca. Creen
que así recuperarán el aparato y con éste, el Poder. Lo demás importa
poco.

El gorilaje de lomo negro (el histórico, representado por la Alianza
2.0), en cambio, desconfía. Para ellos el peronismo es una bestia de
siete cabezas, a la que no alcanza con cortarle una, puesto que le
crecen otras siete. Solamente la acumulación de titulares mediáticos
con noticias de derrotas fraccionadas, administradas en cuotas
mensuales, podría anestesiar a la bestia y propiciar la sangría de
dirigentes con la que ya han exagerado y con la que sueñan en secreto.

La utópica migración de dirigentes de un oficialismo en desbandada
hacia tierras republicanas, era miel sobre hojuelas en el imaginario
gorila. El fin del populismo. Ese era todo el plan político del
conglomerado gorila: instalar un microclima en el que un oficialismo
agónico, derrotado en octubre y ya sin mayoría en ambas cámaras,
radicalizaría sus posiciones ideológicas y se transformaría ante ?la
gente? en el enemigo que ellos ya ven, tomando medidas desesperadas
como la nacionalización del comercio exterior, la nacionalización del
banco hipotecario y otras medidas ?peronistas? que asustan a las
señoras en la peluquería. Y por fin, con todo ?el país? en contra, la
caída.

Ese escenario polarizado, de un gobierno en retirada, lanzando
decretos ?vengativos? de necesidad y urgencia y obviando al Congreso
(opositor), era el ?momentum? deseado por el rejunte gorila, quien lo
aprovecharía para forzar un gobierno parlamentario ?de facto?,
imponiendo medidas de corte liberal que beneficiara a los grupos de
interés que representan.

La hipótesis de máxima de los dirigentes aliancistas, más los Medios,
más los patrones agrarios, que era la renuncia en diciembre o antes de
la presidenta, luego de perder las elecciones de octubre, encuentra en
la decisión gubernamental de adelantar el acto comicial un escollo
insalvable: no hay tiempo físico para rosquear lo necesario, no hay
tiempo para instalar candidatos, para disimular las guerras internas
por las cabeceras de listas, para blindar los distritos a fuerza de
presencia mediática. Un verdadero lío.

La jugada oficialista no deja de tener riesgos. Pero en el balance
político tiene mucho más en del haber que en el debe. Juntar las
elecciones, por ejemplo, con la ?sofisticada? Buenos Aires,
significará un dolor de cabeza para la ?jefa? de la oposición. Elisa
Carrió deberá jugar ella misma en la Capital, donde su candidato Prat
Gay tiene menos vuelo que un chancho, para no perder posibilidades a
nivel nacional.

En la provincia de Buenos Aires, con Néstor Kirchner encabezando la
lista del FpV, Stolbizer y las variantes cobistas y panradicales
desaparecen como por arte de magia y Feli Pillo queda sin chances ante
el que pone los billetes, el Colo, quien encabezará la lista del
neomenemismo esperando rascar votos de la bronca ruralista y de paso
instalarse para el 2011. Tipos como De Narváez, con la tranquilidad
que dan los millones en las Islas Caimán, piensan que una derrota
digna ante NK vale más que un empate con un cuatro de copas.
El cálculo no es malo: Kirchner gana, pero jerarquiza a sus oponentes.
Todos quieren pelear con Mohamed Alí, así te rompa la jeta. Es una
cuestión de chapa.

De cualquier manera, el mejor de los efectos causados por la movida
política más inteligente de los últimos tiempos, sea acaso el forzar a
todos los actores a ser ellos mismos. Adiós a las máscaras de
corrección política y de declamado republicanismo y albas vestiduras
de independencia periodística. En la emergencia, todos saldrán a tirar
con la munición que tengan. Sonarán los clarines de guerra y cada
quien quedará situado en el casillero que realmente le corresponde,
defendiendo los intereses que realmente defiende. La falta de tiempo
obliga a dejar los eufemismos de lado. Eso no puede ser malo.

Nos espera un período agitado, tormentoso, de nuestra historia.
Acunado por la crisis internacional, los actores políticos que buscan
volver al pasado de ajuste y exclusión, deberán mostrar las cartas y
el pueblo argentino se verá forzado a elegir por dos modelos de país.
El que rige actualmente, que lo sacó de su infierno circular o el que
pretende imponer la oposición, que es el que lo puso en ese infierno.
No hay más que sacar cuentas y pensar qué le conviene a la Patria. O
si uno piensa en pequeño, qué le conviene a cada uno.

Publicado por MP
http://pensando-la-argentina.blogspot.com/

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.