“Solo la imaginación, la audacia y el sueño permiten tantear y anticipar lo que por definición es siempre inesperado”. Rafael Poch de Feliu
A partir de la nota publicada por Jorge Alemán se puso en
evidencia un debate dentro del FdT, que ya estaba, en forma más o menos
larvada.
Es evidente que existe malestar en distintos sectores del
frente gobernante sobre el perfil de la gestión de AF. Estas disonancias las
expuso, con todo el peso de su palabra, Cristina Fernández de Kirchner.
En normal que en una alianza amplia, construida con la
lógica de ganar una elección, haya diferencias a la hora de gobernar.
Pero es necesario analizar la etapa en toda su complejidad, primero la crisis
económica heredada, con la hipoteca de la deuda con los fondos buitres y el
FMI, y para completar la situación, la pandemia de coronavirus, con sus
consecuencias en el ámbito de la salud de la población pero también con muy
fuerte impacto sobre la actividad económica global.
Con estas restricciones el gobierno de AF comenzó a funcionar,
condicionado también por una oposición muy fuerte, y sobre todo muy agresiva. La
alianza de los productores rurales, los
grupos concentrados, con los grandes medios periodísticos, un sector de la
justicia, la mano de obra de los “servicios”,
con el mascaron de proa del macrismo. Esta alianza opositora cuenta además, con
el siempre presente accionar, en Latinoamérica, de agentes de la CIA, DEA y
otros organismos de inteligencia financiados por el gobierno de EEUU.
También es necesario tener en cuenta que vivimos una
etapa atípica para la acción política, por lo menos tal cual la conocíamos o
llevamos adelante los argentinos. El trabajo político perdió presencialidad, no
hay reuniones en los locales partidarios, no hay actos, no hay asambleas ni
grandes marchas, el debate y la política se circunscribió a las redes, a los
grupos de washapp y a las video conferencias. En ese terreno la derecha cuenta
con mayor bagaje técnico, experiencia y sobre todo los “fierros” necesarios
para dar esa batalla por el control de la agenda y el “sentido común”.
Como corolario de este año, el gobierno ha mostrado
debilidades y fortalezas. La fortaleza fue haber gobernado en unidad una
coalición muy dispar, sin grandes disidencias.
Tal vez el manejo de la pandemia. La minimización de los daños que esta
podría haber alcanzado, y sobre todo el
manejo de la provisión de vacunas y la puesta en marcha, a pesar de los
contratiempos, del proceso de vacunación, siendo uno de los pocos países del
mundo en llevarlo adelante; le ha dado al ejecutivo una fortaleza en la opinión
pública.
También en el haber podemos mencionar como logros del
gobierno:
prohibición de despidos y doble indemnización, congelamiento
de alquileres y desalojos, servicio básico a las telcos, impuesto a las grandes
riquezas, acuerdo con los fondos buitres, créditos a tasa 0 y subsidios a los
sectores más golpeados por la cuarentena, AUH y asistencia directa con
alimentos hacia los sectores más golpeados por la pandemia y la caída
económica, ayuda a empresa privadas para el pago de sueldos vía subsidios y
ahora vía repro, acuerdo con los bonistas en condiciones favorables, Negociación con el FMI en marcha, Interrupción voluntaria del embarazo, el
programa 100 días, los aumentos periódicos a los jubilados, etc.
Por otro lado mostró claras debilidades de gestión y orientación
política. Hay deudas pendientes, donde el gobierno se muestra lento o indeciso.
El caso Vicentín es el ejemplo más serio, dado que una decisión estratégica, se
dio marcha atrás ante algunas movilizaciones de vecinos de la zona santafesina.
El gobierno de AF pareciera tenerle miedo al conflicto, ante el menor atisbo
retrocede o no avanza donde se debería. Esto es evidente, en por ejemplo, la
reforma judicial que duerme en la cajones de
la cámara de diputados, mientras que la corporación judicial se auto
protege, sigue manteniendo presos a funcionarios del anterior gobierno y “blinda”
de manera escandalosa a los funcionarios del gobierno macrista denunciados. Los
presos políticos, en especial Milagro Sala, son una afrenta a la democracia y
una deuda de este gobierno.
En esto hay que aprender de la derecha argentina, conocen
el poder y lo usan sin miramientos, como los demostró la gestión de Macri,
donde se llevaron puesto a todas las instituciones de la democracia. Hay que
recordar como sostenía Nietzsche “cuando no se hace uso del poder, este se
empieza a perder”.
La
política es acción pero también
ideología.
Es evidente, como dicen algunos funcionarios, que el
gobierno debe ir construyendo poder y apuestan a ganar las elecciones de medio
término y aumentar el número de diputados en una cámara donde la mayoría propia
es limitada. Ahora para ganar las próximas elecciones se requiere un gobierno
eficiente que dé respuesta sobre todo a los sectores populares que lo votaron
en 2019 y después ir por más, por esos sectores “independientes”, más alejados
de la política.
En esta coyuntura el Gobierno debería no solo apuntar a
consolidar la unidad del espacio, sino, es más, aumentar el nivel de
representación hacia sectores
independientes y sectores populares que hoy están fuera.
Por supuesto que necesario construir mucha fortaleza
política, generar nuevos liderazgos, y
esto solo se puede lograr articulando con las organizaciones populares
(sindicatos, cámaras empresarias, organizaciones de base, sociales, clubes,
agrupaciones estudiantiles, y toda expresión de la comunidad organizada), la lucha política debe ser claramente una
lucha por el poder y para ello hay que
abandonar ciertos infantilismos izquierdosos de subestimar la lucha por tomar
los resortes del estado. Así como la siempre presente opción de los gobiernos
populares por sumar y dejar en las estructuras del estado a cuadros de la
derecha neoliberal, que reconvertidos en “cuadros técnicos”, se convierten en
“quinta columnas”, que terminan ´por hacer fracasar los procesos populares. En
la historia de los gobiernos populares y sobre todo en los gobiernos peronistas
sobran los ejemplos de esta práctica nefasta.
En una etapa
convulsionada como esta, los movimientos populares deben articular la política de otra forma. Es
necesario retomar la política como eje central, profundizar la relación directa
con los sectores populares y sus organizaciones
para poder llevar adelante la política en todos los ámbitos y momentos.
Hay que dar las batallas en el territorio, en el barrio,
en la calle, en el cara a cara con la gente.
Si nos cerramos en una lógica puramente electoral o en
una batalla en las redes sociales, la guerra está perdida. Un pensamiento
básico del Arte de la Guerra es que hay que dar la batalla donde el enemigo es
más débil, hay que elegir el terreno que nos sea más propicio. Y para el
movimiento popular la lucha es en la calle. Sin descuidar lo electoral por
supuesto, pero entendiendo la política como una acción permanente y constante.
Fortalecer
el espacio
La llegada de Máximo Kirchner a la presidencia del PJ bonaerense puede ser
una piedra basal en la reconstrucción y fortalecimiento del PJ, preservando la
unidad lograda pero sumando al mismo tiempo a otros sectores y organizaciones, abriendo la afiliación, el debate y la
participación.
La vieja disyuntiva entre movimiento y partido que
planteaba Perón, hoy carece de sentido, ya que el movimiento nacional se
encuentra fragmentado y sin conducción estratégica clara.
Ya va a haber tiempo para ir reconstruyendo el movimiento
nacional en la medida que se vaya construyendo una nueva síntesis política ideológica.
El fortalecimiento del PJ, como núcleo central del FdT
puede ser un paso adelante. Siempre y cuando se entienda que el primer desafío
de la dirigencia del FdT es abandonar las lógicas de “orgas”, para, entre
todos, conducir el conjunto. Este es un
requisito que la militancia en su conjunto debe exigir.
Construir
una agenda propia
Hay que construir una agenda propia, nos pasamos
discutiendo el pasado o los temas que nos impone el aparato mediático.
Hay que animarse a decir lo “políticamente incorrecto”,
aquellos que se calla, expresar la voz de los sectores que están afuera del
sistema, aquellos que nadie quiere expresar, construir una voz colectiva desde
lo nacional y popular, aunque este discurso espante algunos votos “ de sectores
medios”.
Es necesaria la construcción de fuertes consensos
sociales y políticos que den sustento a las políticas del gobierno.
Ahora, estos consensos se generan abriendo el debate,
profundizando la discusión política, generando la agenda, hacia toda la
comunidad y por supuesto que también hacia dentro del movimiento. Encauzar el
debate interno, darle forma y contenido es prioritario en un movimiento de
carácter popular. Este debate debe ser alentado y sostenido por la conducción.
En el caso argentino y en el peronismo en particular existe
una larga tradición de participación ciudadana, donde se discuten y debaten las
acciones políticas, organizativas, instrumentales e ideológicas. Es necesario
volver a esa tradición, ir construyendo desde el barrio, desde el local
partidario o la asociación de fomento
poder popular, y desde ahí ir creciendo y profundizando la participación
y el debate, hasta llegar a los consejos de la comunidad.
El fortalecimiento de estos ámbitos permitirán la construcción
de consensos sociales y políticos que aíslen
y ponga límites a los grandes grupos
económicos que se sienten dueños de la riqueza y a su vez permitan desmontar
todo el “aparato legal del coloniaje”, que permite y avala “legalmente” y
“culturalmente” el coloniaje y el saqueo.
El
conflicto como escenario
Por ejemplo es claro en la política actual que no es viable pensarla sin considerar el
conflicto como inherente a la misma. En todo caso podrá discutirse como se
resuelve el conflicto pero no negarlo. El neoliberalismo con su lógica de
apropiación por desposesión, solo puede generar procesos de violencia para
llevar adelante su saqueo y por ende va a generar resistencia y lucha de los
sectores populares. El conflicto es
inherente a cualquier sociedad humana, es la esencia que da origen a lo
político y a la política, pero el colonialismo y su versión actual el
neoliberalismo lleva el conflicto al límite.
El objetivo de sociedad más justa, de igualdad e inclusión, lleva aparejada una
lucha, casi nunca pacifica, por la
apropiación de los excedentes que esa economía produce para volcarla en el bien
común.
Perón sostenía que,
que la política, “…. es
construcción de relaciones de fuerza, implica oposiciones, voluntades que se
enfrentan, que se asocian, que disputan la apropiación de recursos materiales y
simbólicos. Es conflicto, es contradicción, pero es también la capacidad de
aunar y conducir fuerzas diversas”.
La tares es ardua y compleja, pero es ahora.
Antonio
Muñiz
Presidente
del PJ Luján
Febrero
2021