Todos estamos en peligro.


“Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada” (Edmund Burke)
“Justicia, justicia perseguirás para que puedas vivir y heredar la tierra” (Deuteronomio 16.20)

Los tragicómicos incidentes que llevaron al papelón de la suspensión del partido River - Boca, el próximo G20 y el silencio mediático de una prensa canalla han ocultado la muerte en manos de la policía de dos trabajadores, Rodolfo Orellana en La Matanza y Marcos Soria  en Córdoba. Con una diferencia de 48,  la represión policial se llevó dos vidas, por el solo hecho de protestar y defender sus derechos.

Poco a poco la lógica macrista de meter palos y balas a la protesta va logrando sus objetivos.  Los muertos son funcionales a una lógica represiva del macrismo, meter miedo en las filas populares a fin de controlar la protesta social. Poco a poco la doctrina Chocobar, planteada por Bulrich, disparar primero y si es por la espalda mejor, va adquiriendo nuevos adeptos en las fuerzas de seguridad.
Hay que entender y lo vemos diariamente que las fuerzas de seguridad en Argentina, son poco profesionales, mal preparadas, incapaces de manejar situaciones de violencia individual o grupal sino es con la utilización de la violencia y  la represión.  Conceptos básicos como la prevención, la persuasión y el dialogo carecen de significado para estas fuerzas.
Para agravar los mensajes de la conducción política de las fuerzas son alentar la represión y la violencia lo cual está complicando  más la situación. Estamos ante fuerzas autónomas que carecen de criterio para manejar situaciones de conflicto.
No es nuevo, desde el comienzo del gobierno macrista y ante su fracaso político,  económico y el malestar social que va creciendo la respuesta es la violencia. No es nuevo la derecha argentina van a meter balas para defender sus negocios.
Desde el comienzo de la gestión de Macri con su Ministra de Seguridad Bulrich y sus políticas de mano dura le han costado la vida a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel, en manos de la gendarmería y la prefectura en el Sur, mandadas por el gobierno nacional a reprimir una supuesta guerrilla mapuche, que solo existía en los sueños etílicos de la ministra  pero que es funcional  para reprimir a las comunidades mapuches y despojarlas de sus tierras, para luego entregarla a precios viles a terratenientes de la zona.


La persecución a la comunidad sirio libanesa, de centenaria radicación en la Argentina. a través de allanamientos e investigaciones buscando una célula de Herbolad o Al Qaeda llevo a dos jóvenes argentinos a la carcel por una denuncia anónima, otros detenidos por twitear  consignas anti macri, o los detenidos y procesados, capturados al boleo por las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones populares, etc,  hablan del delirio de esta gobierno, pero también de su peligrosidad.

Podemos seguir enumerando otros casos menos conocidos de gatillo fácil en la provincia a de Buenos Aires, la muerte de presos en comisarías, también de la provincia o las situaciones de cautiverio inhumana en las cárceles denunciada hasta por la Iglesia católica. 
La persecución de dirigentes políticos y sociales, mediante la intimidación por parte de la Justicia, convertida en un órgano de represión del gobierno.
La prisión lisa y llana, con causas inventadas, sin el derecho a la legítima defensa, con un abuso de las prisiones preventivas, son una manera de amordazar, intimidar y callar a parte de la dirigencia política y gremial opositora,
Milagro Sala,  Amado Boudou, Fernando Esteche,  Julio De Vido, son solo algunos ejemplos.
También es bochornosa la prisiones de  dueños de medios como  C5N, Cristóbal López y Fabián de Sousa,  o Gerardo Ferreyra, de Radio del Plata,  al solo efecto de intimidar al resto, silenciar medios opositores, y desguazarlos después en  beneficio de Clarín y sus medios amigos.
Es preocupante el juego perverso judicial mediático contra la figura de la ex presidenta Cristina Fernández  de Kirchner, tal como una  espada de Damocles que hacen jugar contra su persona o contra sus hijos, para neutralizarla y si es necesario encarcelarla,  si tiene posibilidades de ser candidata y ganar las elecciones del 2019. La situación brasileña de la prisión de Lula para sacarlo del juego electoral puede ocurrir también en Argentina.
El aparato judicial argentino, cooptado por el gobierno y los servicios de información se han convertido en cómplices y actores necesarios, por que avalan por acción u omisión todos estos crímenes, para tapar, no investigar, dejar que el tiempo pase y la verdad no salga a la luz.
En la misma dirección, los grandes medios con Clarín, TN y Canal 13 a la cabeza van moldeando un “sentido común” que naturaliza estos hechos, los tergiversa y enmaraña, como pudo verse en la lamentable cobertura del caso Maldonado, o silenciándolo para que se borre de la memoria colectiva.
Lo grave es la perdida de libertad general, todos podemos ser víctimas de esta locura represiva.
La situación económica, política y social está desmadrándose ante la impericia, pero también la voracidad de un grupo de ceos que pretenden apropiarse de la riqueza de todos los argentinos. Este saqueo va a tener un límite porque la protesta en las calles ira escalando y es de temer que esta lógica de represión escale a limites incontrolados
Mas grave aún  es la naturalización de la situación, el silencio cómplice de la dirigencia opositora, el tabique informativo de este y otros temas por parte de una prensa corrupta, comprada por las pautas o el miedo, la aprobación de una parte de población que añora las políticas represivas del pasado y la pasividad  del resto de la sociedad que no reacciona.

Antonio Muñiz
Noviembre de 2018

Apuntes sobre el pueblo, populismos varios y el peronismo.



A partir del discurso de CFK se plantean nuevos disparadores y cuestiones para definir el tiempo presente pero sobre todo el accionar político futuro.
La idea del presente artículo no es analizar el discurso sino ciertas ideas expresadas que tienen a nuestro criterio una gran fuerza política.
El concepto de “pueblo”, muy superador de la categoría “ciudadanos”, expresa un giro hacia una concepción más peronista de la construcción política.
Esta concepción de pueblo tiene base en toda la doctrina peronista pero también en “La teología del pueblo”  una corriente nacida en la Argentina tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968) como rama autónoma de la teología de la liberación que, según varios autores,​ ha influido fuertemente en el pensamiento del papa Francisco.

La teología del pueblo toma la crucial "opción preferencial por los pobres" de la teología de la liberación, pero se diferencia de ésta por no centrarse en la "lucha de clases", sino las nociones de "pueblo" y "antipueblo" y las particularidades que toman las luchas populares y la cultura en América Latina.
La Teología del Pueblo define cultura como práctica cultural, esto es, como modo de vivir, como estilo o ethos de un pueblo. La cultura se va haciendo en la práctica de un pueblo, se construye desde el pueblo y en el tiempo…. De este modo “el único sujeto  y agente de la historia humana es el pueblo”… el agente es el mismo pueblo en la comunidad organizada.

Que es el pueblo?

El concepto de "población" define  a la totalidad de habitantes de un lugar, aun cuando no exista otro rasgo en común que el de co habitar un territorio, sin embargo en general, mayoritaria o centralmente, tienen una misma lengua y quizás el mismo origen étnico.
En cambio el “pueblo” es una creación cultural. "Pueblo", en efecto, es una unidad de individuos en torno a objetivos comunes, un vínculo que con lleva una voluntad de acción conjunta.
Al ser una construcción cultural, no hay una esencia de pueblo, la esencia no es pre existente  al ser. Si bien en general hay una historia en común, una lengua, una identidad compartida, siempre el pueblo es un sujeto en construcción.
Esta claro que puede haber y hay sectores de una misma población que no tengan objetivos comunes con el resto, es más puede haber y la historia está llena de ejemplos de objetivos tan contrapuestos, que solo pueden ser resueltos por la violencia.

Los objetivos del "pueblo"

Podría resumirse que los objetivos de un pueblo son la concreción de un proyecto histórico común, no necesariamente explicitado, manifestado en un estilo de vida, de estructuras e instituciones políticas y económicas y culturales, que lo van configurando,
En términos generales, cabe afirmar que la meta común, cuya búsqueda une entre sí a los integrantes del "pueblo",  es la realización humana, individual y colectiva, la satisfacción de las necesidades básicas y la realización de esa  comunidad de  pertenencia, por ende la organización del país en una nación independiente, en cuyas decisiones el pueblo  participe.
Una voluntad de ser soberano, de constituir y constituirse como sujeto político. Cuando el pueblo pierde esa voluntad, pierde su rol histórico y se convierte en un sujeto pasivo, un mero espectador de su historia.

"Pueblo" y "nación"

 Decíamos que uno de los objetivos comunes que hacen a un pueblo está el ideal de ser una nación independiente y soberana.  Aquí el concepto de Nación es un pueblo organizado, afincado en un territorio dado, en búsqueda de alcanzar la plenitud individual y colectiva.
 Entra aquí el otro elemento constitutivo: el Estado. Que podríamos definirlo como las estructuras legales, económicas y políticas que le dan armazón al concepto Pueblo- Nación.

“Pueblo y anti pueblo “

Si partimos de que existe un objetivo común que delimita y contiene al pueblo es probable que haya grupos dentro de la población que no comulguen con esos objetivos nacionales.  Es más ocurre, por ejemplo en Latinoamérica,  que existen minorías que se oponen al proyecto de nación de sus pueblos, que prefieren, para mantener su hegemonía aliarse a potencias imperiales para favorecer su situación tanto económica como política en detrimento del resto.
Podríamos definir una concepto de “no pueblo” a aquellos grupos que no concuerdan con el proyecto común. En cambio incluiremos, en el concepto de "anti pueblo" a los individuos o grupos que se oponen al "pueblo" en la consecución de sus objetivos. Que como decíamos en el párrafo de arriba, no solo no concuerdan, sino ademas combaten y obstruyen los intereses populares.

"Pueblo" y "anti pueblo" en América latina

Si bien los conceptos pueden parecer demasiado esquemáticos y que si bien Latinoamérica tiene lazos e historias en común ente sus países, también es dable reconoce que no todos los procesos nacionales han sido iguales. Sin embargo podemos hacer un esquema básico que los incluye a todos  y luego hacer alguna disquisiones del caso argentino.
En Latinoamérica esta dicotomía Pueblo - Anti pueblo está claramente evidente. Existen en todos los países Oligarquías, algunas veces aliadas a los sectores medios que luchan, en muchos casi en forma violenta y autoritaria, contra el pueblo y sus organizaciones. Estas minorías siempre están ligadas a intereses de estados imperiales (Inglaterra en el siglo XIX y EEUU en el XX y XXI). Basan su poder interno en estas alianzas pero también en la posesión de la tierra y el manejo grandes negocios bancarios y financieros. Ahora le han agregado el manejo monopólico de los medios de difusión, con lo que se apropian o generan un sentido común, una cultura que los legitima como elite superior.

La historia nos muestra que estas oligarquías locales siempre se han negado a constituir una nación soberana y transferir o dejar que el pueblo soberano ejercer su poder constituyente, ya que esto quitaría las bases de su propio poder. Podría hacer peligrar sus privilegios y su hegemonía, ya que su poder se afianza en la alianza externa con el imperio; pero a su vez pondría en riesgo su legitimidad ya que esta  se asienta en regímenes autoritarios o en el mejor de los casos en regímenes democráticos formales, pero acotados. Un pueblo soberano y empoderado en un riesgo para las minorías oligárquicas.
En el caso argentino donde esta confrontación del pueblo con los sectores oligárquicos, extractivitas y rentístico financieros viene desde los comienzos como nación y explican más de 70 años de luchas civiles durante el siglo XIX y los momentos de fuerte violencia política durante el siglo XX.

Populismos varios y peronismo

Populismos es un término político para definir determinados regímenes políticos, que cuestionan el régimen existente, tanto el neo liberalismo, la globalización y en algunos casos la misma democracia formal. Sin embargo  es un término bastardeado y ya carente de significado. Es populista  el Papa Francisco, Berlusconi, los  neo nazi de Europa, Trump, Putin, Podemos en España o Maduro en Venezuela, de derecha o izquierda.
Se convirtió así en un término despectivo, asociado, según el relato neoliberal,  con la corrupción, el clientelismo, la falta de eficiencia, el despilfarro, etc,  Así hoy el  relato neoliberal lo utiliza para cuestionar todos aquellos regímenes más o menos anti sistema

Sin embargo el filósofo post-marxista Ernesto Laclau propuso un sentido positivo al concepto que puede sernos de utilidad para comprender el fenómeno de construcción del sujeto pueblo.  
El pensamiento de Laclau, muy influyente en Latinoamérica y en Argentina en la últimas décadas, planteó la necesidad de reemplazar la noción de “lucha de clases” tradicional, por la idea de que en la sociedad existe una pluralidad de antagonismos, tanto económicos, políticos, sociales, grupos minoritarios, etc. En tal escenario, no puede darse por sentado que todas las demandas democráticas y populares confluyan naturalmente en un programa común unificado contra el bloque dominante. Por la tanto debe ser  la política  el articulador de esas demandas y antagonismos, generando un “pueblo” en contraposición a una elite o una minoría privilegiada, hegemónica.
El populismo, según Laclau, comienza allí donde los elementos populares -democráticos son articulados como una opción antagónica contra la ideología del bloque dominante”. Este antagonismo activo generara una  “radicalización de la democracia”, que tensionara todo el andamiaje político pre existente.
Queda así demarcado dos bloques en oposición “Pueblo”  “Anti pueblo”.

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Hoy se da un fenómeno de  negación por parte de las elites culturales y académicas, muchas de izquierda o supuestamente progresistas,  del  carácter de movimiento nacional y popular del peronismo, para menoscabarlo como un simple populismo, negándole su condición de pueblo y asignándole un carácter de movimiento demagógico, clientelistico, que se asume como popular para satisfacer a algunas minorías, caracterizado como la chusma, los cabecitas, los choriplaneros, etc, según las épocas.
Esta negación de lo popular, y esos lenguajes despectivos hacia aquellos sujetos populares, tiene que ver con negarle entidad, no reconocerlos y condenarlos a ser los “otros”, los que están afuera. Ejemplos en la historia argentina hay muchos, sobre todo en los últimos años del gobierno de CFK, donde el empoderamiento, parcial  y  a veces inocuo, de los sectores populares,  despertó la ira y el odio oligárquico hacia el peronismo en general y hacia CFK en particular. Nada nuevo, ya había ocurrido durante el primer gobierno peronista donde el odio de las clases altas hacia la figura de Eva Perón alcanzo niveles extremos.
La historia de los últimos setenta años muestra esa lucha del peronismo contra la oligarquía agro exportadora, aliada siempre a los intereses del imperio de turno. La oligarquía sabe y tiene claro quiénes son sus enemigos, en Argentina es el peronismo, en casi todas sus formas. 

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Volviendo a CFK y tomando lo escrito como base,  tiene sentido histórico y político su  convocatoria  a un Frente Patriótico, dejando de lado  esquemas ideológicos perimidos, por lo menos en Latinoamérica,  como “derechas” o “izquierdas”, o las contradicciones secundarias, como el aborto, o la lucha contra el patriarcado, etc, que solo podrán ser resueltas en tanto se pueda construir una nueva hegemonía que desplace al bloque oligárquico del poder.
En síntesis toda división de lo popular es funcional al neoliberalismo.

Es necesario construir unidad  y mayorías amplias en esta nueva etapa política, dar poder al pueblo. Empoderar al pueblo significa empoderar al individuo pero también y sobre todo a aquellas instituciones que hacen conformar el poder popular.
Está claro que esta unidad debe plasmarse desde el punto de vista electoral en un gran frente patriótico, nacional y popular que enfrente al neoliberalismo; que asuma, combine y supere dialécticamente todas las diferencias que anidan en el campo popular.  El desafío es generar un programa, una “nueva arquitectura institucional” que refleje una “nueva distribución de poder” en favor del pueblo.

Antonio Muñiz
Noviembre de 2018


4)      http://nuso.org/articulo/teologia-y-politica-en-el-discurso-del-papa-francisco-donde-esta-el-pueblo/

Las patas de la mentira: toda la culpa la tuvo el peronismo.

La historia liberal, ensalzo siempre y ahora con nuevos bríos, la Argentina del centenario, la Argentina agro exportadora de fines del siglo XIX o primeras décadas del XX. Muchos funcionarios del actual gobierno están reconstruyendo un relato tendencioso, falso tanto en términos históricos como económicos, sobre un quiebre en un destino manifiesto que nos garantizaba la argentina agro exportadora con la irrupción del peronismo. Todos los males de la Argentina provienen de 70 años de políticas peronistas. 
El país floreciente, meca de millones de inmigrantes europeos, gran granero del mundo, una oligarquía que tiraba manteca al techo, pero con un pueblo sojuzgado, reprimido y mano de obra barata para sostener el modelo exitoso. Mientras Inglaterra y algunos otros países europeos eran demandante de materias primas que acompañaran su proceso de industrialización Argentina tenía un lugar en el mundo, dentro de la división internacional del trabajo.
Este Modelo hace crisis después de la primera guerra mundial, donde Europa deja de ser esa aspiradora de los productos argentinos, donde Inglaterra pierde su liderazgo mundial y este pasa a los EEUU, que estaba en un proceso de industrialización acelerada después de su guerra civil, pero que no necesitaba las materias primas que producíamos, ya que nuestra economías primarias eran y son competitivas.
El mundo en crisis llevo a la gran crisis del capitalismo mundial en 1929 y está a la segunda guerra mundial, donde se consolido el liderazgo económico político y militar de EEUU y la decadencia de Inglaterra.
El modelo agro exportador dejo de ser viable. Comienza así, primero casi espontáneamente un proceso industrialización, luego sobre todo durante el gobierno peronista un proceso planificado de industrialización basado en la SI.
Es posible encontrar en los últimos años numerosos artículos, trabajos académicos y ensayos que apuntan a desarrollar y profundizar una historia de este proceso. Tal vez buscamos en ellos las claves de un proceso rico y contradictorio que ocupó gran parte del siglo XX.
Siguiendo la definición de Mario Rapoport “La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentístico-financiero. Si llamamos modelo a un esquema simplificado que pretende reflejar una realidad compleja en sus principales rasgos, nos estamos refiriendo a tres etapas que representan los elementos sobresalientes de distintos modelos de país, aunque en cada uno de ellos subsistieran trazos de los otros.”
Es cierto que Argentina, a partir de la finalización de las guerras civiles hasta casi hasta fines de la década del 20, pasó de ser un país atrasado y marginal a figurar entre los primeros del mundo.
Sin embargo, y contrariamente a lo que hicieron otras naciones agro exportadoras como Canadá o Australia , la elite gobernante en Argentina mantuvo a rajatabla el modelo de libre comercio, que favorecía el modelo agro exportador y por lo tanto impedía, por acción u omisión cualquier intento de industrialización. 

Solo cuando la crisis mundial del 29 puso de golpe final al modelo se comenzó a pensar en un proceso de sustitución de importaciones. Como decíamos anteriormente países como Canadá y Australia, de economías similares, habían iniciado el proceso de industrialización a principios de siglo cuando ya el modelo agro exportador empezaba a mostrar signos de agotamiento.
Citando a Mario Rapoppot “Muchos economistas e historiadores sostienen todavía que las riquezas de la época agroexportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. El país fracasa, como veremos, porque no completa su ciclo de industrialización no porque se industrializa.
El modelo de industrialización basado en la sustitución de importaciones, permitió grandes logros durante el período 1930/75. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico, el desarrollo de una clase media y un sector obrero con altos salarios, con bajos niveles de indigencia y pobreza y con tasas de desocupación mínimas. En síntesis una sociedad homogénea e integrada.
Pero el proceso industrializador resultó incompleto debido a la falta de desarrollo de algunos eslabones productivos claves. Esa industrialización trunca impidió una mayor diversificación y complejización de la estructura industrial argentina, generando una dinámica cíclica, conocida bajo el nombre de stop and go (pare y arranque).
En la fase de expansión crecía sustancialmente el mercado interno, aumentando las importaciones de bienes e insumos intermedios destinados a la industria, y por ende, la necesidad de divisas. Pero aumentaba también el consumo de bienes de origen agropecuario, debido a los mayores salarios que pagaba la economía y a los niveles de mayor empleo, con lo cual se reducían los saldos exportables. Cabe acotar que durante todo ese período hubo, a nivel internacional, un aumento constante de los bienes industriales y un estancamiento de los precios de las materias primas exportables, produciendo en la economía local un proceso denominado “deterioro de los términos de intercambio”.
Este desequilibrio en la balanza de pagos traía aparejado un estrangulamiento externo que, según las teorías clásicas, “obligaba” a un ajuste recesivo que se desencadenaba vía una devaluación cambiaria. Se reducía el salario real y el consumo, los saldos exportables crecían y las cuentas externas mejoraban porque crecían las exportaciones y se reducían las importaciones. De esa manera, el ajuste recesivo permitiría alcanzar un nuevo equilibrio y el ciclo se reanudaría nuevamente.
A pesar de las marchas y contramarchas en estos ciclos económicos, siempre el crecimiento del sector industrial fue positivo durante el período. Pero este proceso se cortó bruscamente en 1976, impidiendo la consolidación del modelo y la superación de las trabas estructurales.
La industria entró en la crisis de 1975-76 en las mejores condiciones de su historia. Venía de varias décadas de crecimiento continuo, signado por algunas crisis coyunturales, y estaba en un proceso de expansión que la había llevado, hacia 1974, al uso de toda su capacidad instalada, mientras se lanzaban los nuevos proyectos de expansión de las ramas básicas.
La experiencia de otros países, caso Brasil, mostraron que el proceso era viable y que Argentina sería otra, de no haberse aplicado una política económica neoliberal que durante 25 años favoreció el sistema financiero, abrió los mercados, destruyó el mercado interno y desmanteló la industria nacional, tirando por la borda 45 años de un proceso contradictorio pero rico en experiencias individuales y colectivas.
La interrupción del ISI no sobrevino por su agotamiento o fracaso, basta recordar que entre 1964 y 1974 el crecimiento anual promedio fue del PBI fue del 5 %, mientras que la tasa promedio del PBI industrial fue del 7 %. Otro dato significativo es que el porcentaje en 1974 de exportaciones de productos manufacturados fue del 24 % del total, contra un 3 % en 1960. Además en eso años se alcanza la mayor participación de los asalariados en el ingreso nacional, casi el mítico 50/50.
En síntesis el modelo de industrialización (ISI), permitió grandes logros durante el período 1930/76. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico, el desarrollo de una clase media y un sector obrero con altos salarios, con bajos niveles de indigencia y pobreza y con tasas de desocupación mínimas. En síntesis una sociedad homogénea e integrada.
“Aceros o caramelos”.
En esos años del Proceso cívico militar se instauro una gran zoncera: decían que nos daba lo mismo producir aceros o caramelos,
Esta frase, tan poco feliz, sobre que el mercado decidiría si Argentina producía aceros o caramelos, marcaba cual sería la tendencia del nuevo programa económica: la renuncia a una Argentina industrial.
El golpe militar de 1976, tenía como objetivo modificar la compleja estructura económica, política y social, generada luego de 1930 y más concreto a partir de 1945 con la impronta que le dio el peronismo. El objetivo fue modificar en forma irreversible las bases de una Argentina industrial.
Por supuesto que esta política se basó en una feroz represión de los sectores populares a través de 30.000 desaparecidos, la mayoría de ellos, trabajadores con activa participación gremial.
La persistencia de las elevadas tasas de interés, la apertura indiscriminada
a las importaciones, el atraso cambiario fueron cambiando la economía Argentina. Esos factores, junto con los cambios en la demanda local, sorprendieron a la industria y, rápidamente se vio el resultado.
A partir de 1977 con la reforma del sector financiero bancario el núcleo dinámico de la economía paso a ser el sector rentístico - financiero.
Un gran número de empresas clásicas desapareció en ese remolino. El mercado bursátil, donde se podía comprar el paquete de control de algunas empresas a muy bajo precio, fue un ámbito privilegiado de esas maniobras. Lo mismo ocurrió con muchas otras; con el tiempo se convirtieron en depósitos, supermercados, shoppings, esperando caer sobre la piqueta para dejar espacio libre a nuevas actividades.
Aldo Ferrer en su libro “La Posguerra” un programa para la reconstrucción del desarrollo económico argentino”, escrito ya en el final del proceso, luego de la derrota de Malvinas, describe como saldo de la gestión, que, “el PBI por habitante en 1982 era 15% inferior al de 1975. La producción industrial había caído 25% con respecto a 1970, la capacidad ociosa de la infraestructura productiva era del 50 %. Los quebrantos y el endeudamiento han devorado el patrimonio neto del sector privado. Se ha producido una transferencia nominal del control del aparato productivo al sector financiero.”
“La deuda externa plantea un problema sin precedentes en la experiencia argentina, las amortizaciones e intereses en 1982 superan los 12.000 millones, esto es, representan 1,2 veces el valor de las exportaciones previstas para el año”
“Los gastos en personal cayeron en más del 30% como consecuencia de la reducción de los salarios reales. En ese texto Ferrer afirma que el ajuste socio económico de entonces, comandado por las Fuerzas Armadas, no cerraba sin una represión salvaje.
“Bajo la conducción liberal monetarista”, “la Argentina pasó de ser un país en proceso de desarrollo a otro en proceso de subdesarrollo”. (1982)
Está claro que todo ese proceso buscaba desmontar toda la industria nacional, ir hacia una Argentina pre industrial, pre peronista. Corregir y borrar esa aberración histórica que fue el peronismo para esa oligarquía neoliberal.
Indudablemente el modelo industrializador fue derrotado en 1976. El golpe militar estuvo dirigido a destruir el aparato productivo, cultural, educativo e ideológico de una Argentina industrial. La feroz represión a los trabajadores en esos años, sobre todo a las comisiones internas de las grandes empresas engrosan las listas de detenidos, desaparecidos o exiliados. No fue casual, fue una política destinada a desmontar la sociedad argentina, hija del peronismo. Fue un ataque a una sociedad igualitaria, solidaria, de salarios altos, pleno empleo, con fuerte ascendencia social y económica. Fue una guerra cultural y política del régimen militar oligárquico contra la argentina integrada, moderna, contra las pymes, contra la clase media argentina y los sectores obreros, con una feroz transferencia de ingresos de los sectores populares hacia las clases altas y las empresa concentradas.
En ese sentido puede decirse que el proceso cívico militar fue exitoso en el logro de esos objetivos. Todavía, 40 años después, seguimos sufriendo las secuelas de aquellas políticas en la matriz cultural, ideológica de la sociedad.
Hubo dos herramientas que el régimen uso para desbaratar cualquier intento futuro de desarrollo industrial productivo, el brutal endeudamiento que nos condiciono por décadas y la corrupción en el manejo de la cosa pública que se instala en nuestras instituciones y en las empresas. Surge allí la tristemente recordadas “patria contratista”, acuerdo entre el gobierno y las empresas contratistas para apropiarse de los recursos del estado y fugarlos. Hay que recordar que deuda externa, fuga de capitales y corrupción son tres herramientas hermanas para saquear y dominar nuestro país. Este esquema corrupto se repite a lo largo de nuestra historia reciente.
El modelo neo liberal siguió aplicándose con los gobiernos democráticos posteriores, con matices y contradicciones durante el gobierno radical, con mucha fuerza y convicción durante los noventa. Este modelo nos llevó a la crisis del 2001, que puso fin al proceso. A partir de allí y como respuesta a la crisis se comienza a instrumentar un programa industrializador, que continuó hasta el 2015.
Sin embargo las estructura gestadas durante el proceso siguen vigentes, los gobiernos de 2003/15, si bien alentaron la industrialización y hubo políticas de integración social y mejoras en salarios, y fuerte desarrollo del mercado interno, no pudo desmontar el aparato legal, económico y cultural del procesismo. Las leyes de entidades financieras o la ley de inversiones extranjeras que fueron piedra basal del neoliberalismo siguen vigentes. El aparato monopólico cultural mediático surgido en los noventas, marca la cancha y fija “un sentido común” liberal en lo económico y autoritario en los político.
La derrota del FPV en las elecciones de octubre de 2015, producto entre otras cosas por estas limitaciones políticas e ideológicas y el triunfo del candidato neoliberal Mauricio Macri, marca un contra ataque de la derecha oligárquica. Abrió un nuevo periodo de políticas anti industrialistas, y una vuelta al modelo rentístico financiero de los noventa. En casi 3 años de gobierno las políticas neoliberales llevan el objetivo de reconvertir a la industria, hacer desaparecer rubros enteros como el sector textil, indumentaria, cueros, plásticos y sectores de la metalmecánica, bajar salarios en dólares, achicar el mercado interno, generar un piso de dos dígitos de personal desocupado. El daño que está causando nuevamente en todo el entramado productivo, pero sobre todo en lo institucional, social y cultural es tremendo, sumándole una corrupción institucional que se extiende como una mancha de aceite sobre todas los sectores sociales.
Un verdadero genocidio sobre toda la sociedad argentina. Cuanto más puedan profundizar sus políticas, mayores serán sus consecuencias y mayor será el tiempo para reparar el daño hecho.
Es tarea fundante del movimiento nacional y popular dar una pelea en todos los frentes contra la restauración oligárquica, y aprender de la historia. Argentina no tiene destino dentro del modelo rentístico financiero que quieren imponernos. Que no tenemos futuro como país sin un fuerte desarrollo industrial y que este, debe estar basado en salarios altos, mercado interno, con un estado fuerte, activo, pero también, vamos a necesitar un estado empresario, que canalice la inversión publicas hacia los sectores planificados, que movilice la Investigación y el desarrollo tecnológico, en síntesis un modelo de país basado en una cultura en el trabajo y la producción.
Antonio Muñiz

La Maldición de Sisifo


“Los dioses habían condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”
La maldición de Sísifo -Albert Camus-

Es propio de la filosofía occidental moderna creer  que el progreso es indefinido y siempre unilineal,  hacia adelante,
Sin embargo, en otros sistemas filosóficos, como los orientales, o en  autores occidentales como Vico o Maquiavelo  se encuentra la idea de una “historia cíclica”.
La idea de eterno retorno se refiere a un concepto circular, los acontecimientos se repiten una y otra vez, vuelven a producirse bajo otras formas o circunstancias pero básicamente semejantes,
Pareciera que la  historia argentina corrobora esta teoría. 
Hay hechos que parecen repetirse una y otra vez.
Como el mito de Sísifo parecemos condenados a repetir una y otra vez una lucha absurda e inútil, porque  que nuestra sociedad parece estar atrapada “condenado por los dioses”.




La Deuda externa

La deuda externa ha funcionado a los largo de nuestra historia como un yugo que nos condiciona y nos obliga.  Desde 1824, con el recordado préstamo de la Baring Broder hasta el desquicio endeudador del gobierno macrista, la deuda ha sido un mecanismo de dominación y sujeción de la Nación al imperialismo de turno, pero siempre al servicio del sistema financiero  internacional
Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, la integración al mundo estuvo condicionada siempre por el pago de la deuda y sus intereses.
Nos integramos  al mundo como mero productor de alimentos y materias primas, importador de bienes industriales de las metrópolis. Por supuesto este modelo generó una minoría, rentística agropecuaria, conformada por los dueños de la tierra, sectores financieros locales y la gran banca internacional  en detrimento de la mayoría de la población, nacional y extranjera, condenándola  a mano de obra barata, y pagador de última instancia de la deuda. Nunca está mal recordar la triste frase de Nicolás Avellaneda, ante una de las tantas crisis de pagos, “se pagara con el hambre y sed de los argentinos” (1877. Nicolás Avellaneda)
Aquel primer préstamo se terminó pagando 80 años después, con casi  20 veces más del capital original. Lo interesante de aquel primer empréstito, que se repetiría a lo largo de la historia, es que del millón de libra  se descontaron intereses y comisiones que hicieron que la suma efectiva fuera notablemente menor y que esta fuera destinada a financiar el comercio de bienes de Inglaterra al Rio de la Plata. Otro dato es que la garantía fueron las tierras públicas, o sea las tierras de la pampa húmeda, una de las más ricas y productivas del mundo.
Para los festejos del bicentenario, 1910, la burguesía comercial porteña había modelado un país según sus intereses. Un modelo de sujeción y sometimiento de las provincias del interior, políticamente una sociedad oligárquica y autoritaria, ultra liberal en lo comercial y económico.
La deuda fue una de las herramientas para sostener ese  modelo basado en el comercio de productos carne y granos hacia Europa.
La deuda permitía a la burguesía apropiarse de los excedentes que generaba el comercio internacional. Así que el objetivo de la deuda ha sido siempre la apropiación de la riqueza de los argentinos hacia manos extranjeras y sus socios locales, vía comisiones y altas tasas de retorno, también la deuda aseguraba un modelo dependiente del imperialismo.
Este modelo tuvo una larga etapa de éxito relativo, el modelo funcionó, con crisis cíclicas profundas, en general producto de crisis en la balanza de pagos o crisis producidas por una especulación desenfrenada en una economía libre de controles. Algo que seguirá sucediendo en las décadas futuras.
El modelo entra en crisis, con el colapso mundial del 29, sin embargo ese mundo estaba muriendo desde la guerra entra imperialista del 14/18, el surgimiento de la Unión soviética  y de los movimientos fascista en Europa en las décadas del 20 y 30, que cuestionaban el orden económico político de le época.

Hoy como ayer.  

La dos guerras mundiales, el surgimiento de la Unión Soviética como potencia económica y militar, la guerra fría, el surgimiento de movimientos nacionalistas como el peronismo, el varguismo, el nazerismo y los movimientos de liberación en los países coloniales de áfrica y Asia van reconfigurando un mundo distinto donde la hegemonía del gran capitalismo imperialista anglo americano es cuestionado desde diversos ángulos y actores.
Sin embargo la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética posterior, marcaron el fin de la guerra fría y el triunfo del capitalismo ultra liberal. Era el final de la historia, según Fukuyama.
Sin embargo la historia es construcción humana y continuará mientras el ser humano siga caminando sobre el planeta.
 Así que no fue el fin de nada sino la continuación de un proceso que había empezado unas décadas antes: el surgimiento de los países de la OPEP, el alza del petrolero y el excedente de petro dólares en el mercado financiero mundial, una “nueva” pero “vetusta” idea de un individualismo extremo, un liberalismo basado  en la moneda como fin último de la actividad económica. Esta ideología pregonada y aplicada por Ronald Regan y Margaret Thacher se extendió por el mundo, dejando un campo orégano para la aplicación de las nuevas doctrinas monetaristas que fueron cambiando el perfil del mundo.
Por ultimo otro cambio profundo que fortaleció el capitalismo, fueron las nuevas tecnologías que revolucionaron  la faz productiva, mejorando notoriamente la rentabilidad de capitalismo occidental y fortaleciendo el poderío del aparato industrial militar estadounidense.
Es por ello que a partir de mediado fines de los 70 comienza una etapa que se ha dado en llamar globalización. La deuda volvió a ser una herramienta de grandes negocios para el sistema financiera mundial y el nuevo orden colonial que comienza a configurarse.
Así Argentina y la mayoría de los países sudamericanas se endeudan en dólares, en tasas de ese momento relativamente bajas, empezando nuevamente un proceso de apropiación de la riqueza de los pueblos hacia los mercados centrales y su socio locales. El endeudamiento de los países emergentes hasta los  noventa fue un mecanismo de dominación de los países, sometiendo a sus pueblos a pobreza y pago de intereses de la deuda.
En los 70 comienza la doble mano del endeudamiento.  En Argentina,  mientras el país   se endeudaba, la burguesía local se enriquecía y luego fugaba hacia el exterior, hacia mercado offshore y paraísos fiscales.
En síntesis un mecanismo perverso para apropiarse de la riqueza social acumulada y ajustar el sometimiento de los países, ya que impide cualquier desarrollo soberano.

Lo que viene….

Decíamos que deuda, apropiación, fuga y condicionamientos futuros  son elementos de una misma cadena, Sin embargo hay otro elemento, no del todo evaluado. Estos procesos tienen otro hecho fundamental, las periódicas crisis económicas y financieras, o crisis de la deuda, tan común en el mundo en los 80 y 90, que parecen ser generadas ex profeso.  Golpes de mercado, para acelerar  o profundizar una crisis económica y social vía default, híper inflación con recesión, lo cual tiene un doble objetivo: garantizar  el saqueo de las riquezas de los países y domesticar a los sectores populares y medios, para futuros ajustes. (1)
Las políticas económicas del macrismo tuvieron esta lógica, esperaron durante una década una crisis de las políticas kirchnerista, que nunca llegó.
Necesitaron generarla, culpando a la pesada herencia del gobierno anterior,  para poder someter a la nación argentina a otra brutal transferencia de riquezas de los sectores medios y bajos  hacia los grupos más concentrados vía aumento de tarifas, quita de retenciones, dolarización de la economía, devaluación, alta inflación y altas tasas de interés y nuevamente volver al endeudamiento externo.
Nuevamente surge nuestra inserción en el mundo a partir de la división internacional del trabajo que nos asigna el rol de productores de semillas, granos y algo de carne. Nuevamente nos quieren obligar a ser meros exportadores de commoditys. Que renunciemos a todo proceso industrializador.
Esta lógica extractivista tiene además otro correlato la concentración de la economía. Los agro negocios requieren de una alta concentración, los negocios quedaran en manos de los pool de siembra, los grandes acopiadores y comercializadores de granos. La desaparición en estos días de un tambo por día muestra cual es el camino,  la desaparición de los pequeños productores, chacareros, cooperativas, la expulsión de antiguos ocupante s de la tierra “flojos de papeles”, y como siempre el despojo de los pueblos originarios en beneficio del gran capital, en muchos casos extranjeros, como sucede en la Patagonia con los mapuches o en el norte salteño con los wichis
Con estos objetivos desean que nos des industrialicemos. Nos hablan del modelo australiano, que no es otro que renunciar a cualquier destino industrial.
Todas las políticas económicas de este gobierno apuntan a la destrucción de las pymes industriales, sobre todo aquellas que producen para el mercado interno (textiles, metalúrgicas, cuero, etc, y toda aquellas que no puedan competir en un mercado abierto e irrestricto donde llueven productos importados de Oriente.
Es de prever que en los próximos meses quedaran en el camino cientos de empresas pymes  y muchas otras cambiaran de dueños, pasando a manos de empresas más grandes y concentradas  a precios viles.
La política y el rumbo económico hoy es marcada por el FMI. El gobierno macrista ha renunciado a toda política soberana entregando los destinos del país a los organismo internacionales y a la gran banca mundial.
En ese marco no pueden existir proyectos de inversión productiva porque se prioriza lo financiero merced de un mercado interno que se achica, se concentra y se extranjeriza. 
Estamos en manos  de una burguesía que no solo no invierte en el país y prefiere dejar sus excedentes en el exterior, sino que continúa con su vieja costumbre de endeudar el país y apropiarse  de esos dólares para fugarlos hacia paraísos fiscales.  En los últimos tres años se fugaron 60 mil millones de dólares, dólares que entraron como préstamos y que forman parte de la deuda externa. (2)
Una vez más la burguesía argentina muestra su angurria y  sus limitaciones como clase dirigente, nos condenan  con su avaricia a crisis periódica que golpean a toda la población, que termina pagando  la fiesta de unos pocos, a través del pago de la deuda externa con pobreza y desocupación.

Dejavu

El gobierno y el FMI saben que el costo social de estas políticas va a ser muy alto, dejando una secuela de sangre y dolor por varias décadas. Solo  la deuda y sus intereses se van a llevar gran parte de nuestro trabajo durante décadas hipotecando el futuro de nuestros hijos y nietos.
Saben por historia que el conflicto social escalara en los próximos meses,  pretenden controlarlo con represión y políticas de subsidio, pero sobre todo con una política que ahogue y deslegitime los reclamos a partir del inmenso aparato mediático cultural que sostiene el modelo, que divida el campo popular, que genere conflictos pobres contra pobres, desviando la mirada sobre los verdaderos enemigos.
Una sensación de “deja vu” recorre nuestro presente, una sensación de ya haber vivido estas políticas, de que todo parece repetirse. Y en realidad se repite, desde 1955 a la fecha estas estrategias de imponer modelos monetaristas se han  repetido una y otra vez. Todas condenadas al fracaso, todas terminaron en crisis políticas y sociales muy graves. Pero vuelven una y otra vez a intentarlo porque en cada oleada se llevan y se apropian de tajadas mayores de la riqueza de todos.
La historia no es lineal, pero seguramente no es cíclica, la historia es construcción humana, día a día, ladrillo  a ladrillo.
La historia argentina tiene en su seno dos modelos de país. Desde el principio de nuestra historia existe una lucha a veces explicita,  a veces larvada entre una oligarquía parasitaria aliada al imperialismo anglo yanqui y los sectores medios y populares, con una vocación de nación, prospera y soberana.
Los movimientos populares  debemos aprender de la historia, es necesario organizarnos y unirnos para poner fin a estas políticas de saqueo.
Pero no alcanza con una victoria electoral, es necesario generar políticas profundas de construcción de una nación independiente y soberana, que ponga fin a todas las estructuras políticas y legislativas que condicionan el desarrollo autónomo pero que también favorecen la vuelta de estos programas de gobierno y peor aún, los mismos personajes.
Es necesario construir un “nunca más” sobre la deuda, y sus ejecutores.
Los responsables de este desastre han violado todos los límites de la legalidad. Hubo una política clara de uso de las estructuras del estado para el enriquecimiento ilícito de un grupo de empresarios y banqueros inescrupulosos, endeudadores y fugadores seriales, que han hecho mucho daño a la sociedad argentina.

1)     1)  La doctrina del shock - Naomi Klein
3)      

 Antonio Muñiz
Noviembre de 2018

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.