Votar por Frei (aunque sea con un broche en la nariz) O favorecer al imperio

Raul Isman
Docente. Escritor.
raulisman@yahoo. com.ar


En las presentes líneas- escritas bajo la forma de carta abierta para votantes de izquierdas que se abstienen- argumentaremos acerca de algo que ya está anticipado en el título: la necesidad de optar por el mal menor y no resolver el voto hacia el ballotage en cuestiones vaciadamente principistas. Luego de la primera vuelta quedó claro que de convocar en su totalidad al voto de izquierda y progresista, el candidato de la Concertación le hará morder el polvo a Joaquín Piñera, el Maurizio Macri chileno. Y en nuestra modesta opinión no poco es el triunfo popular, más si se logra que el pinochetismo del siglo XXI no fuera legitimado electoralmente. El autor de estas líneas es un observador de la política latinoamericana que no pudo menos que sorprenderse por la absoluta similitud verificada entre los discursos de ambos derechistas citados. En efecto, Piñera hablaba de la delincuencia (inseguridad) y de la necesidad de aportar a un cambio, omitiendo en todo momento precisar a que transformaciones se refería. Igual que Macri. Sería bueno que quienes, desde ka ingenuidad, creen en el discurso del dueño de la empresa aérea consulten a tantos votantes poco críticos que creyeron ilusamente en Macri.
Dividiremos nuestra exposición en una sucinta argumentación teórica; para luego discurrir acerca de los motivos políticos para sufragar por Frei.
En la tradición revolucionaria más lúcida políticamente sólo se acepta votar en blanco, anular el sufragio o abstenerse cuando se dan dos condiciones, a saber:
a) Las masas obreras y populares han superado en conciencia, organización y actividad práctica y autónoma el horizonte conceptual, histórico y político de la democracia burguesa. Y
b) En la sociedad en cuestión no existen condiciones políticas democráticas para participar. De modo que la abstención, en realidad, no es más que la continuidad de la proscripción. La reciente elección en Honduras podría ser un ejemplo de lo que decimos.
Claramente las dos condiciones no se verifican en Chile, más allá de la necesidad de modificar un sistema electoral inficionado por la trampa pinochetista, en el país hermano no hay dudas que existe democracia. De todos modos es evidente que existen infinidad de ejemplos que pueden aducirse acerca de cómo es reprimido el movimiento popular. Pero, si gana Piñera. ¿Habrá más o menos democracia; más o menos represión? La respuesta nos parece obvia.
Por otra parte la conciencia y la actividad autónoma de las masas chilenas han quedado por debajo de lo que se verificaba hasta el triunfo dictatorial de 1973. El rechazo y el escepticismo hacia la actividad política- que puede verificarse en toda América Latina y en el mundo- es en realidad una postura inducida e impulsada por el poder real para favorecer la vigencia de opciones conservadoras. Sólo una lectura infantil e impresionista puede confundirla con la superación por izquierda de la democracia parlamentaria. Este es el punto decisivo, que además nos conduce a mensurar si conviene defender un voto crítico por Frei o manifestarse por las diversas formas del abstencionismo.
Las posiciones que toman en política organizaciones sociales, partidos revolucionarios o reformistas, agrupaciones sindicales, intelectuales izquierdistas y todo colectivo contestatario deben ser resultado de una reflexión; en la cual- en nuestra opinión- un primer punto de análisis central y necesario es el conflicto decisivo en nuestra América. Es decir, el enfrentamiento entre los gobiernos independentistas y el imperio del norte. Una cuestión que debe ser pensada por los votantes es si a Chávez, Evo y Correa les da lo mismo Frei que Piñera. Modestamente nuestra opinión se inclina sobre la afirmación que no es lo mismo. En ocasión del bombardeo que Colombia hizo en Ecuador el 1 de marzo de 2008, en la conferencia de UNASUR posterior la presidente Michelle Bachelet no alineó su diplomacia de modo automático e incondicional con los E.E.U.U y su alfil neogranadino. O cuado la derecha pretendía desplazar por medio de un golpe a Evo Morales, hacia septiembre del 2008. Si gana Lavín y Chile se alinea sin más trámite con Colombia, Méjico y Perú, implicaría un retroceso del A.L.B.A., aunque por cierto la patria de O’Higgins no juega en el bando bolivariano. Para decirlo fácil, no es lo mismo un elenco gubernamental alienado con pitos y matracas con el imperio que otro muy vacilante frente a la potencia del mal. Esas son las opciones y es preciso no equivocarse al elegir. Por otra parte, no puede soslayarse que el resultado en Chile influirá en el resto de América. El triunfo del Frente Amplio uruguayo, como el de Evo en Bolivia, alteró el mapa triunfalista del imperio. Y si la derecha se impone en Chile o en Brasil, no dejará de influenciar en la Argentina ; donde el gobierno nacional y popular presidido por Cristina Fernández se halla jaqueado por fuerzas reaccionarias y de una supuesta “izquierda”.
En el plano interno de lo que ocurre más allá de la cordillera, nuestra opinión discurre por senderos similares. No se nos escapa que la Concertación gobernante careció de voluntad e iniciativa política para modificar los condicionamientos políticos, institucionales y legales que la infame dictadura de Augusto Pinochet le deparó a la etapa democrática posterior. Pero votar por Frei abre el camino para proseguir el debate de los necesarias trasformaciones a implementar. Con el voto (por vía de la abstención) a Piñera se cierra casi definitivamente la posibilidad de desarrollar cambios institucionales en el plazo más breve. La segunda vuelta electoral puede ser una oportunidad para fijar, mediante un pacto, una agenda de modificaciones institucionales que permitieran una vida más democrática; tal como el pueblo chileno merece. En especial debe controvertirse el forzado bipartidismo ideado por el genocida ya muerto; cuya finalidad esencial es obturar la llegada de nuevas agrupaciones políticas a la representació n parlamentaria.
La represión de los movimientos sociales debe ser puesta sobre el tapete a los efectos de arrancar algún compromiso a la fuerza oficialista- a cambio del voto- que no se tratará a los sujetos que canalicen sus demandas por medio de protestas con los “modales” acostumbrados. La represión salvaje a los mapuches debe finalizar de inmediato; así como las violaciones tan comunes a los derechos humanos.
La creación de un sistema educativo democrático, con contenidos críticos, que prepare ciudadanos libres y aptos para el trabajo digno, público y gratuito puede ser otro de los puntos decisivos que las fuerzas de izquierda pueden negociar con el oficialismo a cambio de un apoyo crítico. Nadie puede esperar que el pinochetismo mueva un dedo para ello. La concertación se ha abstenido en dos décadas de avanzar por este necesario camino. Pero si gana Piñera, semejantes reivindicaciones estarán mucho más lejos.
En el plano económico-social no es un secreto para nadie que poco y nada se alteró en Chile del neoliberalismo salvaje instaurado por la dictadura genocida. El solo hecho que los continuadores del chacal hayan obtenido mas de 44% en la primer vuelta y pueden imponerse en la segunda da cuenta de las dificultades para modificar tal matriz perversa. No es el momento de debatir las causas por las cuales el pinochetismo ostenta semejantes niveles de aceptación. Lo que debe quedar claro es que un eventual gobierno Piñera traerá mas saqueo, más privatizaciones, más precariedad laboral, más represión, menos acceso a la vivienda para los más pobres, menos educación y más cara. Menos derechos en general, en suma. De modo que en estas cuestiones queda claro que una presidencia Frei no alterará semejantes injusticias. Pero es el contexto en el cual los chilenos pueden luchar por sus derechos. El gobierno del yuppie colocará a los sujetos subalternos varios escalones más abajo.
Concluyamos, sólo el pueblo salvará al pueblo. Pero para que el pueblo salve al pueblo es preciso que sepa elegir matices en una elección de segunda vuelta, muestre pericia para la negociación y fina sensibilidad política para actuar. Y voluntad indomable para luchar por sus derechos y bienestar. Que sólo se pueden lograr en el marco de la gran patria latinoamericana. En la segunda vuelta, votar por Frei, aunque fuera con broches en la nariz. O el triunfo de la derecha será un logro del imperio; siempre dispuesto a capitalizar las derrotas y errores populares.
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Carta a Pino Solanas

"Anónimo"

Es de una asistente social de "época"...

Compañero Pino:

Como esas adolescentes que le cuentan al diario lo que el príncipe jamás leerá, quiero decirle cosas que no escuchará. Pero es que las palabras (sobre todo si están escritas) no son de nadie porque son de todos. Y como mis amigos me bancan ...
Estamos todos viejos (basta mirarle la panza a Pepe Mujica), somos todos compañeros.
Sin embargo en los comienzos y por mucho tiempo, usted fue uno de mis maestros.
Tenía 20 años, el pelo muy largo y renegrido, cuando con algunos compañeros militantes del sindicato de campesinos salíamos por los pueblitos perdidos a compartir reflexiones con los trabajadores. El disparador era su película "La hora de los hornos". El proyector estaba a cargo de un viejo gringo con un apellido tan enrevesado como Incatasciata que, mirado a la distancia, además de lo que cobraba por trasladar el proyector tamaño baño y ruido de generador villa en su Estanciera y proyectar la cinta, algo de simpatía debía sentir por estos jóvenes locos que invertían sus fines de semana en andar por la polvareda a escondidas de los patrones.

Luego fue "Conducción política, táctica y estrategia", ese largo reportaje al viejo Perón. Revisar, reescuchar y discutir, básicamente entre los militantes y aquellos campesinos que tuviesen el aguante para tan largo ensayo. Debo confesar que siempre tuve alguito para desconfiarle al viejo y que, como buena escriba, cada vez que me mandaban a hacer un panfleto, folleto o lo que fuere, le buscaba la vuelta para no santificarlo. De puro contrera nomás.



Después vino la democracia con su llamada primavera camporista (la más corta desde los romanos a la fecha) y luego el Perón al poder (sapos de Ezeiza y Chabela & Lopecito mediante). Fue por ntonces cuando dejé de militar porque se hacía imposible un trabajo político por la persecución de las AAA, porque no entendía que hubiese que acompañar una acción armada que ponía en riesgo a un altísimo porcentaje de militantes o simples trabajadores que no habían hecho más que pelear por sus derechos y porque me moría de miedo (lo heroico nunca fue lo mío salvo en la poesía épica).

Hoy invertiría el orden poniendo en primer lugar el cagazo, en segundo las listas negras y en tercero porque sentía ir en contramano de los hombres y mujeres del pueblo por quienes había considerado correcto ese lugar de militancia si con ellos deseaba compartir el camino. Allí, creo hoy, mi gran
avance. En medio de la adrenalina, el fracaso y la pulsión de supervivencia, pude comenzar a construir la idea de que no siempre - y es deseable que nunca -el poder debe nacer de la boca de un fusil. Una revisión también de esa concepción enraizada en las ideas de Sartre, Fanon y tantos otros que en la década del 60 (más allá de lo poco que se podía leer de Sartre por lo complicado que era el viejo para las neuronas terrestres) legitimaban la violencia de los dominados, cuando hasta ese momento la violencia sólo había sido bendecida para los dominadores. No viene al caso abundar en el
tercermundismo y la teología de la liberación para quienes proveníamos del cristianismo.

En esas corridas perdí todo (afane en allanamiento mediante). Entre las ropitas de bebé de mi primera hija, los apuntes, libros de Fanon, fotos de casamiento y cartas de amor dos tesoros devenidos ya en bienes personales: dos enormes cajas de aluminio redondas donde se enrollaban La hora de los hornos y Conducción política.
Después la hecatombe, el dolor en el estómago como estado natural. Cuando ya casi creía que era cierto que habían venido para siempre, la pequeña luz. El exilio de Gardel como metáfora maravillosa del dolor de ausencia.
La democracia, con sus esperanzas y sus desencantos. La enorme compañía que me dio su actitud valiente, coherente durante el menemato que le costó un dolor de piernas no reumático.

Y por mucho tiempo la espera de cada película suya, de cada reportaje. Corroborar que reflejaba lo que muchos sentíamos: la sabiduría que da el fracaso y la esperanza que se resiste a no intentar los sueños, vicio congénito de nuestra generación.

Cada vez que su candidatura se me puso a tiro lo voté. Aun en su postulación a presidente, a sabiendas de que sería nuevamente del bando de los perdedores, porque siempre pensé (acompañada por usted) que más vale perder por una causa justa que ganar bajándose los lienzos.

Cuando lo veo al lado de De Narváez, Carrió (sus declaraciones son iguales a las de la pitonisa!), Macri, ¡Duhalde! la verdad, creo que se le aflojó el cinto y me imagino la sonrisa compadecida del viejo Incatasciata (por mí y por usted)... Estoy segura de que lo que busca es una mejor posición para negociar con el oficialismo y me parece bien. Lo que me parece doloroso es que deba hacerse de cualquier manera. Cuando sostenemos que no de la boca del fusil ¿no es acaso lo que dicen sus películas y sus propuestas condenadas de denuncia pero preñadas de esperanza y caminos posibles? no estamos diciendo que junto a los fusiladores ¿no? (hablando de eso... no sé si en el bando donde se paró ayer no habrá algún autor intelectual de los balazos que casi lo dejan de a ruedas.



¿Es que la construcción de un pequeño pero coherente espacio, trabajoso y lento donde estamos tantos es despreciable? ¿Los nadies no son nadie? Creo que no.
Espero que no. Veremos qué hace en el parlamento aunque, a decir verdad, Claudio Lozano ya tuvo agachadas en nombre de la diferenciación. ¿No es acaso un espacio de real centro izquierda ¡qué poco pedimos ya, compañero Pino! El ámbito privilegiado para la diferenciación y la construcción de lo nuevo?

No voy a rifar un amor de tanto tiempo por una sola canita al aire... Pero se lo quiero decir a tiempo. Le ando sintiendo un perfume que no es el mío. Ya se sabe, las que no nos cocinamos en un solo hervor, hemos pasado ya varios desengaños amorosos... no moriré en este.

Pero de sobrevivir ya está bastante. De vivir se trata y, ya se sabe, la vida y la dignidad tienen un mucho que ver con las elecciones. No vaya a ser que de tanto ver elecciones truculentas elija mal el lugar donde sentarse

El esquema se repite siempre.

por José Pablo Feinmann

Viejito pero no pierde actualidad!

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La izquierda pide tanto que todo gobierno le parece escaso. Al final, como el PO, en el conflicto de la presidenta Cristina Fernández con el llamado "campo", termina alineándose con la derecha. No es casual. Para la derecha, lo que hace el Gobierno es demasiado. Para la izquierda es poco. Son dos formas de coincidir en la oposición. De pronto, se miran las caras y -sorprendidos- se encuentran en el mismo podio, en el mismo terreno, en la misma plaza. A la derecha no le importa: si hay que sumar, suma. Total, después liquidará al molesto zurdaje que se vio necesitada de utilizar. Es como los pequeños productores del agro: recién ahora, más o menos, advierten que los usaron, según se dice, de forros. Pero el conflicto de la izquierda es mayor: ¿qué hacemos aquí? Se encuentran con personajes inusitados. Viene el poderoso (oli)garca señor Miguens y les dice: "Muy bien, muchachos: tenemos que estar juntos para echar abajo a este gobierno que no nos representa ni a ustedes ni a nosotros". Viene la señora Pando y les dice: "Los felicito por acompañarnos. Hay que echar a estos Montoneros del Gobierno". No sé si le pasó al Robi Santucho en el '73. Pero si se encontraba con Mayorga y López Aufranc le habrían dicho: "Vos matate diez empresarios y tres generales y nosotros te tiramos a este gobierno reformista de mierda. Después vos hacés la reforma agraria". No hay matices para la izquierda. No es casual que el libro de María Seoane sobre Santucho se llame Todo o nada. Un título perfecto. No, Santucho, la política no es todo o nada. Mucho más lúcido fue el planteo de la juventud peronista. Infinitamente más lúcido. La diferencia entre Gobierno y Poder fue uno de los aportes conceptuales más importantes de la filosofía política argentina. Lo hizo la Jotapé. Hoy, cuando los periodistas de los diarios opositores, que juegan a la "lucha contra el poder", a la libertad de prensa ante los "aprietes del poder", o son brutos o mienten.
No luchan contra el poder. El poder son ellos.
Ellos, la Sociedad Rural, la clase media alta, los (oli)garcas de los barrios exquisitos, los medios televisivos de los oligopolios y la omnipresente Embajada de los Estados Unidos, que está en esto hasta las manos.
¿Conocen el viejo y sabio chiste? ¿Saben por qué no hay golpes de estado en Estados Unidos? Porque no hay Embajada Norteamericana. Es el Poder el que lucha contra un Gobierno.
¿O alguien expresa más acabadamente el poder que el agro-hipermillonario Luciano Miguens, que lideró el conflicto del campo con el Gobierno durante 2008?..........

¡Clarín… Clarín… qué grande sossss!

Por Claudio Díaz
Periodistas de Clarín acaban de ponerle la firma a un documento que enviarán en las próximas horas a Néstor Kirchner, al que repudian por el cuestionamiento que el ex presidente de la Nación efectuó respecto de la cobertura informativa que viene realizando el emporio periodístico.



Si recurriéramos al estilo semántico del que hace gala el gran diario argentino, que toda vez que refiere a noticias sobre el gobierno nacional o el sindicalismo apela a categorías militares, habría que decir que la mayoría de los firmantes son coroneles de la tropa magnettiana, aunque tampoco faltan algunos soldados rasos dispuestos a demostrar la subordinación y el valor intrínsecos en cualquier espíritu que haga fe de obediencia debida.


La carta, dirigida al Editor General del diario, Ricardo Kirschbaum, manifiesta en uno de sus párrafos que “los periodistas de Política de Clarín buscan la solidaridad del resto de los trabajadores del diario ante las agresiones del ex presidente... Queremos dejar en claro nuestra condición de independientes...”. Y otras comicidades por el estilo.


En otra parte sostiene: “Los periodistas abajo firmantes repudiamos las declaraciones del miércoles 25 de noviembre del ex presidente Néstor Kirchner, quien se refirió a nuestro trabajo con actitudes cómplices hacia la dictadura militar”. En otro párrafo agrega: “… queremos dejar en claro que los periodistas profesionales que trabajamos en la redacción de Clarín defendemos nuestra cláusula de conciencia, mantenemos nuestra independencia de los intereses empresarios, no representamos a ningún interés oscuro y, más allá de los errores que podamos cometer, ejercemos esta profesión de forma digna, calificada y alejada de la corrupción.”


Hay que decir que la mayoría de estos periodistas no trabajaba en tiempos de la dictadura en el medio. Y, también, que no se pone en tela de juicio su honestidad intelectual, pero suena dudoso y muy hipócrita que —con candor digno de monaguillos y novicias de convento (el de Nuestra Santísima Señora de Noble, claro)— sostengan sin ponerse colorados que se mantienen independientes de los objetivos lucrativos y políticos del diario como grupo económico y de poder.


¿Acaso alguno de los firmantes planteó una voz discordante al discurso clarinesco sobre la Ley de Medios, que más allá de las disputas generadas entre diversos sectores de la comunidad constituye, sin lugar a duda, una norma que beneficia en líneas generales a los periodistas porque se abrirán nuevas fuentes de trabajo y los monopolios que controlan el negocio de la información verán recortado su poder?
Encabeza la lista de firmantes Daniel Santoro, un colega al que tanto asusta la posibilidad de que algún lector distraído lo asocie al kirchnerismo, que antes de la elección del 28 de junio se hizo publicar en la sección Política un recuadro en el que aclaraba que el Daniel Santoro que había firmado una solicitada de apoyo a los candidatos del oficialismo no era él sino un homónimo, el notable artista plástico identificado desde su juventud con el peronismo.


Luego aparecen los nombres de casi todos los lugartenientes del General Blanck, alguien que a pesar de los dichos de sus compañeros parece apartarse de aquella declaración de principios que habla de la ética y el rechazo a toda conducta cercana a la corrupción. Es que del Editor General de Política se sabe que gusta mucho de saborear unos buenos chivos que le mandan, entre otros, el conservador José Antonio Romero Feris y el progresista Martín Sabbatella.


La lista de servidores fieles a Blanck que pusieron su rúbrica está compuesta por Walter Curia, Daniel Juri, Gerardo Young, Pablo Calvo, Claudio Savoia, Lucio Fernández Moores y Natasha Niebieskikwiat. De Economía firman Gustavo Bazzán, Silvia Naisthat, Daniel Leyba y Alcadio Oña. En representación de la sección Internacionales, Paula Lugones, Alejandra Pataro, Georgina Elustondo y el corresponsal de guerra del siglo XXI Gustavo Sierra.

Otro nombre es el de Sergio Persoglia, que tiene una historia interesantísima. Ahora se dedica a tareas informativas vinculadas a los amigos del agro. Pero trabajaba en Internacionales. Su traslado al campo empezó a madurar cuando empezó a colaborar con el barón de la soja Héctor Huergo, hombre de Monsanto que gracias a Felipe Solá fue designado en 1994 como Director del INTA, desde donde logró convencer al entonces Secretario de Agricultura y Ganadería, hoy figura del pejotismo disidente, para que habilitara la soja transgénica.


De acuerdo a sus ex compañeros, Persoglia y Huergo chiveaban tanto que un día el Editor General de la sección de exterior, Marcelo Cantelmi, le pidió que se fuera. Huergo, entonces, le dio protección. ¿Cómo no iba a firmar el repudio a Kirchner?
El editor general Ricardo Roa debe estar orgulloso de la fidelidad de sus hijos. Mariano y Rafael (que trabajan en los Zonales del Gran Buenos Aires) estamparon sus rúbricas. En cambio no lo hizo Gonzalo, pero porque trabaja en La Razón. Como se ve, el notable periodista que a diario, desde la página 2, pontifica contra los abusos del gobierno y la familia presidencial, no le hace asco a la influencia que ejerce sobre el patrón y así logró llevar a trabajar al grupo, como periodistas, a sus vástagos, aunque en la redacción la mayoría sostenga que el oficio les queda grande.


De Sociedad e Información General apoyan la declaración contra el ex presidente, Diana Baccaro, Sergio Danishevsky y su mujer, Silvina Schuchner. No podía faltar el apoyo del ilustrado Hermenegildo Sabat, rancio gorila que hizo un arte de sus dibujos antiperonistas y antisindicales. Se recuerda de fines de 2007 la imagen de Hugo Moyano con las manos manchadas de sangre, celebrando (e incriminándolo) por el asesinato de su compañero y amigo Abel Beroiz, dirigente camionero de Santa Fe. El uruguayo ya tuvo que responder ante la Justicia por este ejercicio de libertad de expresión.


Es curioso el disímil comportamiento que han tenido estos periodistas. Hace nueve años, contando con el concurso de la Guardia de Infantería, el Grupo Clarín despedazó la Comisión Interna de Delegados que integraba, entre otros, el periodista Pablo Llonto. Desde ese día los trabajadores de prensa de Clarín no tuvieron más representación gremial. ¡Justo el diario que por estos días, para acicatear a su enemigo público Nº 1, es decir, el líder de la CGT, Hugo Moyano, habla de la necesidad de respetar la libertad sindical!


Pero a ninguno de los denunciantes de hoy se les ocurrió entonces firmar declaración alguna contra la persecución ejercida contra sus compañeros. Tampoco lo hicieron este año, cuando cuatro compañeros gráficos fueron llevados a juicio oral y público y embargados en 40 mil pesos cada uno (un hecho sin precedentes en la historia de lucha de los trabajadores argentinos), acusados de tomar la planta impresora de Pompeya. Fueron absueltos, aunque todavía no reincorporados por la empresa, que con la impunidad que le caracteriza se niega a acatar el fallo judicial.
Una más: no se recuerda, yendo al fondo de la historia, que estos periodistas, muchos de los cuales trabajan en el diario desde hace más de 20 años, hayan enviado condena alguna al ex presidente Raúl Alfonsín, que en 1988 ya hablaba del ejercicio demonizante, extorsivo y manipulador de Clarín. A contrapelo de la actitud indecorosa demostrada por este grupo de escribas, vaya el reconocimiento a una gran cantidad de dignos y honrosos periodistas de Clarín que no firmaron pese a que sus jefes de sección les enviaron correos y les hablaron en los pasillos de la Redacción para que se sumaran al repudio. La entereza que han demostrado para no doblegarse ante la indisimulada presión por parte de la empresa habla de su grandeza de espíritu.

Finalmente, y aunque la primera persona no resulte un estilo aconsejable para la comunicación periodística, en la piel de ex compañero de trabajo y como colega, uno no puede menos que preguntarse y preguntarles a los firmantes: ¿No les da un poquito de vergüenza hacer pasar como una defensa de la libertad de prensa lo que a todas luces es una política del Grupo para defender los negocios de la empresa?
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A VUELO DE PÁJARO

Un salpicón agridulce

Por Juan Salinas

Ayer por la noche un dúo de picaros promocionaba la supuesta decisión del Colo-Colo (Colorado-colombiano) de competir en la internas adentro del Partido Justicialista como la noticia más importante del día. Del modo en que la presentaban, quedaba implícito que se trataba de una mojada de oreja para Néstor Kirchner. Me pregunté si el Colo-Colo estará afiliado al PJ, y si es lógico considerarlo peronista sólo porque tuvo el dinero suficiente como para comprarse el último uniforme del General y algunos de sus libros. Del mismo modo en que Macri podría haber pedido participar en las internas de Ríver o Santilli en las de Boca a condición de haber comprado una camiseta de su rival. Escuchando anoche al dúo podría darse por supuesto que el Colo-Colo (colorado, colombiano, co…) desafiaba a K en la interna pejotista luego de haberlo batido en la provincia. Pero hoy, leyendo el diario, veo que no es así, que se trata de que Colo-Colo apenas si plantea que, reforma política mediante, como mantiene su ilusión de alcanzar la gobernación de la provincia, se verá obligado a presentarse a las internas del PJ bonaerense, única manera en que considera que puede lograrlo.

Su falta absoluta de respuesta al hecho de haber llamado varias veces al teléfono de un capo del narcotráfico conocido como “El rey de la efedrina” hace que al Colo-Colo algunos lo llamen Cococo. Los que así lo hacen suelen agregar que “sólo le falta ser puto”. Exageran: si de algo no es sospechoso el Colorado es de pasividad. Al contrario, se ha vanagloriado públicamente de “haberle roto el culo a los pingüinos”. No es así como se expresa un manfloro, aunque sí acaso lo que los castizos llaman buja y los lunfas bufa, acaso por su característica de soplanucas. Aquella frase es lo único recordable de la actividad del ínclito líder opositor desde su triunfo electoral del 28 de junio hasta ahora. Aunque debe reconocérsele que fue aquél efímero día de gloria cuando exigió que se procediera a una reforma política. Del mismo modo en que hay que reconocerle a los K que prontamente la ejecutaron, satisfaciendo su petición. “¿Querés reforma? ¡Te la vas a comer toda!”, se diría que exclamaron a dúo aquella noche aciaga, cuando Néstor, furioso, se subía por las paredes.

Una noticia verdaderamente importante es que el Senado brasileño se apresta a aprobar, después de larguísimas dilaciones, el ingreso de Venezuela al Mercosur. Que es tanto más importante ahora que el Premio Nobel de la Paz se dispone a meter tropas en nada menos que siete bases militares de Colombia. Es decir, cuando la Venezuela de Chávez tiene un revólver apuntándole a la sien. Que Cristina y el Pepe Mujica hayan resuelto aislar y encapsular el conflicto por la pastera de Botnia y que se relance con fuerte énfasis en las instituciones políticas el proceso de integración suramericano es una gran noticia, que ojalá sea coronada en Chile por la derrota en segunda vuelta de la derecha pinochetista al socaire de la certeza de que la muerte del ex presidente Eduardo Frei en 1982, luego de una operación programada que desembocó en una infección fulminante, fue un asesinato ejecutado por médicos de la Central Nacional de Inteligencia (CNI, ex Dina), es decir, aunque jamás vaya a poder probarse, por orden de Pinochet. Recuerdo que la primera vez que expresé mi parecer de que así habían ocurrido las cosas (después de enterarme qué clases de experimentos se hacían en el laboratorio que regenteaba en el barrio de Las Condes santiaguino el químico Eugenio Berríos –posteriormente asesinado en Montevideo– que se había jactado de que “nadie resiste el golpe de una sola espora dorada”), un querido amigo residente en Nueva York me tachó de “complotista”. ¡Qué dirá cuando quede establecido que lo del 11-S en su querida NY y en Washington DF fue un montaje!

Pero hay que estar muy pero muy atento a lo que pasa en Paraguay. Todas las prevenciones son pocas después de lo que pasó en Honduras. Es prácticamente seguro que después de su éxito allí, los golpigorilas pitiyanquis lo intentarán en Paraguay donde vastos estamentos del Estado son enemigos del presidente Fernando Lugo, que está en minoría en el Congreso y carece de un partido bien organizado. Hay que parar el golpe en marcha y eso se hace con señales claras de Brasil y Argentina de que no se lo tolerará, y que se apoyará por todos los medios al presidente constitucional.

Hay alegrías menores. Como que Adriana Varela cante para las Madres de Plaza de Mayo (lo que nunca haría me temo el admirador de su “garganta de arena”, Cacho Castaña) y que Spinetta, después de haber firmado el documento constitutivo de Carta Abierta, se haya despegado de la prédica derechista de Rozichtner hijo, apodado “El Nono” y asesor de Macri, el factotum de una policía que ya antes de nacer se corrompió hasta los tuétanos, médula o caracú. Un ídolo El Flaco, acaso el único que nunca defraudó.

El otro día, hablando animadamente con dos compañeros treintañeros, uno planteaba que los dirigentes de Montoneros, en particular, y de la guerrilla de los años ’70, en general, hubieran sido más sabios y menos suicidas si alguna vez hubieran fumado un porro. Y tendí a estar de acuerdo, tras recordar que Spinetta y sus amigos Emilio Del Guercio y Edelmiro Molinari fueron radiados de las Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional (Jaen) de Rodolfo Galimberti y Beto Ahumada porque El Flaco no quiso dejar de fumarlos. Pero no me puedo imaginar a Firmenich fumando un porro. Ni a palos.

El nuevo ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad es un reaccionario feroz, partidario de la dictadura y misógino perdido. Lo nombraron al mismo tiempo que aparecía una nota suya en La Nación que no tiene desperdicio. Es increíble la manera abyecta en que le chupa las medias a los grandes medios enfrentados a los K. Y por muchas otras cosas. Léanla aquí.

Y si a Abel Posse le gusta arremeter contra los “estupidizados por el rock” (sic), al policía Julio Simón, alías “El Turco Julián”, un feroz torturador, le gustaba poner óperas de Verdi a todo volumen a la hora de golpear, romper huesos, violar. Y otro represor, un tal “Quintana” (cuyo nombre verdadero es Eugenio Pereyra Apestegui) que tenía complejo de petiso, es recordado por sus víctimas como el que en medio de feroces “bailes” militares los obligaba a escuchar discursos de Hitler y canciones de Nino Bravo… ¡Qué horror! (para mí, la música de fondo de la represión son las canciones almibaradas hasta la náusea de Julio Iglesias, que sonaban en casi todos los bares y “confiterías” allá por aquél año aciago de 1976). Todo esto viene a cuento del inicio de los grandes procesos por Campo de Mayo (seguramente el mayor campo de concentración del país, del que apenas hubo sobrevivientes), ESMA y el circuito Club Atlético-Banco-Olimpo, el circuito de campos de la Policía Federal, que siempre tuvo su centro neurálgico en la antigua Coordinación Federal de la calle Moreno 1417, que en la dictadura se llamaba Superintendencia de Seguridad Federal. Los grandes juicios están poniéndose en marcha con muy pobre cobertura por parte de los diarios y canales que en aquellos tiempos eran tan pero tan obsecuentes con la dictadura asesina.

Ahora ya no se mata por política. Pero sí por cualquier pavada. Ha muerto Rubén Carballo, de 17 años, al que policías no sólo le rompieron la crisma cuando se disponía, entrada en mano, a ver el show de Piti Alvarez y Las Viejas Locas en Vélez, sino que además lo tiró a unas cuadras de ahí, negándole una atención que acaso hubiera podido salvar su vida. Carballo es como se llama en gallego a los robles, y el pibe era tan fuerte que agonizó durante 23 días, pero lo cierto es que había ingresado al hospital prácticamente descerebrado. Las versiones más persistentes hablan de que efectivos de la comisaría de Liniers están asociados con la barra brava de Vélez, y que aquél día reprimieron y dispersaron a los que tenían entradas a la vez que abrían paso para que dicha barra brava ingresara al campo. Lo cierto es que miembros de la barra brava de Vélez oficiaban de “trapitos” acomodando los autos de quienes fueron a ver el concierto de Luis Alberto Spinetta y sus bandas eternas. Los acomodaban en abierta infracción (por ejemplo, verticales sobre las ochavas) bajo la mirada de los ocupantes de un patrullero de la seccional, y cobraban de 20 pesos hasta, dicen, 40 pesos (a alguno al que le vieron cara de zonzo). Es de esperar que el caso Carballo se investigue como es debido, y no quede impune, como quedó el homicidio de Walter Bulacio allá por 1991, que fue detenido cuando quería ingresar al estadio de Obras (Sanitarias, hoy Pepsi Music) a ver a Los Redonditos de Ricota.

A VUELO DE PÁJARO

Un salpicón agridulce

Por Juan Salinas

Ayer por la noche un dúo de picaros promocionaba la supuesta decisión del Colo-Colo (Colorado-colombiano) de competir en la internas adentro del Partido Justicialista como la noticia más importante del día. Del modo en que la presentaban, quedaba implícito que se trataba de una mojada de oreja para Néstor Kirchner. Me pregunté si el Colo-Colo estará afiliado al PJ, y si es lógico considerarlo peronista sólo porque tuvo el dinero suficiente como para comprarse el último uniforme del General y algunos de sus libros. Del mismo modo en que Macri podría haber pedido participar en las internas de Ríver o Santilli en las de Boca a condición de haber comprado una camiseta de su rival. Escuchando anoche al dúo podría darse por supuesto que el Colo-Colo (colorado, colombiano, co…) desafiaba a K en la interna pejotista luego de haberlo batido en la provincia. Pero hoy, leyendo el diario, veo que no es así, que se trata de que Colo-Colo apenas si plantea que, reforma política mediante, como mantiene su ilusión de alcanzar la gobernación de la provincia, se verá obligado a presentarse a las internas del PJ bonaerense, única manera en que considera que puede lograrlo.

Su falta absoluta de respuesta al hecho de haber llamado varias veces al teléfono de un capo del narcotráfico conocido como “El rey de la efedrina” hace que al Colo-Colo algunos lo llamen Cococo. Los que así lo hacen suelen agregar que “sólo le falta ser puto”. Exageran: si de algo no es sospechoso el Colorado es de pasividad. Al contrario, se ha vanagloriado públicamente de “haberle roto el culo a los pingüinos”. No es así como se expresa un manfloro, aunque sí acaso lo que los castizos llaman buja y los lunfas bufa, acaso por su característica de soplanucas. Aquella frase es lo único recordable de la actividad del ínclito líder opositor desde su triunfo electoral del 28 de junio hasta ahora. Aunque debe reconocérsele que fue aquél efímero día de gloria cuando exigió que se procediera a una reforma política. Del mismo modo en que hay que reconocerle a los K que prontamente la ejecutaron, satisfaciendo su petición. “¿Querés reforma? ¡Te la vas a comer toda!”, se diría que exclamaron a dúo aquella noche aciaga, cuando Néstor, furioso, se subía por las paredes.

Una noticia verdaderamente importante es que el Senado brasileño se apresta a aprobar, después de larguísimas dilaciones, el ingreso de Venezuela al Mercosur. Que es tanto más importante ahora que el Premio Nobel de la Paz se dispone a meter tropas en nada menos que siete bases militares de Colombia. Es decir, cuando la Venezuela de Chávez tiene un revólver apuntándole a la sien. Que Cristina y el Pepe Mujica hayan resuelto aislar y encapsular el conflicto por la pastera de Botnia y que se relance con fuerte énfasis en las instituciones políticas el proceso de integración suramericano es una gran noticia, que ojalá sea coronada en Chile por la derrota en segunda vuelta de la derecha pinochetista al socaire de la certeza de que la muerte del ex presidente Eduardo Frei en 1982, luego de una operación programada que desembocó en una infección fulminante, fue un asesinato ejecutado por médicos de la Central Nacional de Inteligencia (CNI, ex Dina), es decir, aunque jamás vaya a poder probarse, por orden de Pinochet. Recuerdo que la primera vez que expresé mi parecer de que así habían ocurrido las cosas (después de enterarme qué clases de experimentos se hacían en el laboratorio que regenteaba en el barrio de Las Condes santiaguino el químico Eugenio Berríos –posteriormente asesinado en Montevideo– que se había jactado de que “nadie resiste el golpe de una sola espora dorada”), un querido amigo residente en Nueva York me tachó de “complotista”. ¡Qué dirá cuando quede establecido que lo del 11-S en su querida NY y en Washington DF fue un montaje!

Pero hay que estar muy pero muy atento a lo que pasa en Paraguay. Todas las prevenciones son pocas después de lo que pasó en Honduras. Es prácticamente seguro que después de su éxito allí, los golpigorilas pitiyanquis lo intentarán en Paraguay donde vastos estamentos del Estado son enemigos del presidente Fernando Lugo, que está en minoría en el Congreso y carece de un partido bien organizado. Hay que parar el golpe en marcha y eso se hace con señales claras de Brasil y Argentina de que no se lo tolerará, y que se apoyará por todos los medios al presidente constitucional.

Hay alegrías menores. Como que Adriana Varela cante para las Madres de Plaza de Mayo (lo que nunca haría me temo el admirador de su “garganta de arena”, Cacho Castaña) y que Spinetta, después de haber firmado el documento constitutivo de Carta Abierta, se haya despegado de la prédica derechista de Rozichtner hijo, apodado “El Nono” y asesor de Macri, el factotum de una policía que ya antes de nacer se corrompió hasta los tuétanos, médula o caracú. Un ídolo El Flaco, acaso el único que nunca defraudó.

El otro día, hablando animadamente con dos compañeros treintañeros, uno planteaba que los dirigentes de Montoneros, en particular, y de la guerrilla de los años ’70, en general, hubieran sido más sabios y menos suicidas si alguna vez hubieran fumado un porro. Y tendí a estar de acuerdo, tras recordar que Spinetta y sus amigos Emilio Del Guercio y Edelmiro Molinari fueron radiados de las Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional (Jaen) de Rodolfo Galimberti y Beto Ahumada porque El Flaco no quiso dejar de fumarlos. Pero no me puedo imaginar a Firmenich fumando un porro. Ni a palos.

El nuevo ministro de Educación del Gobierno de la Ciudad es un reaccionario feroz, partidario de la dictadura y misógino perdido. Lo nombraron al mismo tiempo que aparecía una nota suya en La Nación que no tiene desperdicio. Es increíble la manera abyecta en que le chupa las medias a los grandes medios enfrentados a los K. Y por muchas otras cosas. Léanla aquí.

Y si a Abel Posse le gusta arremeter contra los “estupidizados por el rock” (sic), al policía Julio Simón, alías “El Turco Julián”, un feroz torturador, le gustaba poner óperas de Verdi a todo volumen a la hora de golpear, romper huesos, violar. Y otro represor, un tal “Quintana” (cuyo nombre verdadero es Eugenio Pereyra Apestegui) que tenía complejo de petiso, es recordado por sus víctimas como el que en medio de feroces “bailes” militares los obligaba a escuchar discursos de Hitler y canciones de Nino Bravo… ¡Qué horror! (para mí, la música de fondo de la represión son las canciones almibaradas hasta la náusea de Julio Iglesias, que sonaban en casi todos los bares y “confiterías” allá por aquél año aciago de 1976). Todo esto viene a cuento del inicio de los grandes procesos por Campo de Mayo (seguramente el mayor campo de concentración del país, del que apenas hubo sobrevivientes), ESMA y el circuito Club Atlético-Banco-Olimpo, el circuito de campos de la Policía Federal, que siempre tuvo su centro neurálgico en la antigua Coordinación Federal de la calle Moreno 1417, que en la dictadura se llamaba Superintendencia de Seguridad Federal. Los grandes juicios están poniéndose en marcha con muy pobre cobertura por parte de los diarios y canales que en aquellos tiempos eran tan pero tan obsecuentes con la dictadura asesina.

Ahora ya no se mata por política. Pero sí por cualquier pavada. Ha muerto Rubén Carballo, de 17 años, al que policías no sólo le rompieron la crisma cuando se disponía, entrada en mano, a ver el show de Piti Alvarez y Las Viejas Locas en Vélez, sino que además lo tiró a unas cuadras de ahí, negándole una atención que acaso hubiera podido salvar su vida. Carballo es como se llama en gallego a los robles, y el pibe era tan fuerte que agonizó durante 23 días, pero lo cierto es que había ingresado al hospital prácticamente descerebrado. Las versiones más persistentes hablan de que efectivos de la comisaría de Liniers están asociados con la barra brava de Vélez, y que aquél día reprimieron y dispersaron a los que tenían entradas a la vez que abrían paso para que dicha barra brava ingresara al campo. Lo cierto es que miembros de la barra brava de Vélez oficiaban de “trapitos” acomodando los autos de quienes fueron a ver el concierto de Luis Alberto Spinetta y sus bandas eternas. Los acomodaban en abierta infracción (por ejemplo, verticales sobre las ochavas) bajo la mirada de los ocupantes de un patrullero de la seccional, y cobraban de 20 pesos hasta, dicen, 40 pesos (a alguno al que le vieron cara de zonzo). Es de esperar que el caso Carballo se investigue como es debido, y no quede impune, como quedó el homicidio de Walter Bulacio allá por 1991, que fue detenido cuando quería ingresar al estadio de Obras (Sanitarias, hoy Pepsi Music) a ver a Los Redonditos de Ricota.

Una derrota impensada,de alcances ya no impredecibles.

Por Raúl Isman



““Quienes por una comisión más en el parlamento, tiraron por la borda una historia de lucha que los supo distinguir, deberán trajinar mucho si quieren recuperar la dignidad perdida en un abrazo letal con los eternos adversarios del pueblo argentino”.

Jorge Giles. Periodista y militante político.




Introducción



En las líneas siguientes continúa el análisis desplegado en la primer parte del presente trabajo; en este caso desgranado algunas ideas y propuestas (necesariamente con un alcance limitado) para revertir la relativa derrota sufrida en las el 28 de junio del corriente año 2009. Por otra parte, analizamos también algunas características del extraño segundo semestre de 2009. La primera sección del presente trabajo- con el desarrollo de las causas del referido revés- puede consultarse para aquellos lectores que la desconozcan desde:

http://www.redaccionpopular.com/#principal__state=articulo&idArt=5731

Al finalizar estas líneas se desgranan algunas ideas para interpretar la complejidad de la situación nacional actual. La batalla política que es preciso desplegar- y que el gobierno ya está conduciendo, lo demuestra la aprobación post- revés en los sufragios de la ley de medios y otras medidas progresistas- implica como transfondo necesario librar un constante debate cultural de resonancias y contenidos estratégicos para el futuro de nuestro país y el bienestar popular. Ya le hemos demostrado a la (desunida y sólo unificada por la tirria a lo nacional y popular) oposición que supimos conseguir algo que ni siquiera imaginaban: que ni aún perdiendo nosotros las elecciones, lograrían dejarnos en la situación de quedar a la zaga de sus iniciativas neocoloniales. Por otra parte, también les dejamos claro que no podrán diseñar nuestros contenidos programáticos ni las medidas gubernamentales. Como había declarado de Narvaez: esperaban luego de los comicios un cambio de gabinete que dejase a Cristina en el sitio de bella figura decorativa. Para su sorpresa, velamos la derrota con capacidad de iniciativa que a ellos les falta por completo; salvo para parapetarse detrás del poder económico, al que sirven de modo tan obsecuente como infatigable. Pero no existen dudas que sin desplegar todas las posibilidades del combate referido, cualquier triunfo se convertirá en tímido y balbuceante y cualquier derrota resultará enormemente agigantada. Y semejante lucha cultural excede por completo las posibilidades de la dupla Kristina-Néstor; que sólo ejercen el liderazgo político del proyecto nacional.


Una somera agenda para poder afrontar la batalla cultural


No es que se aproxime una pelea por lograr el sentido (y por ende, la conciencia) de las masas populares: la cuestión es más urgente ya que tal enfrentamiento llegó hace mucho, llegamos tarde a la comprensión de su importancia y por ende vamos perdiéndola por goleada. A continuación realizaremos un listado provisional, tentativo e incompleto de contenidos imprescindibles que no deben faltar en la ardua batalla cultural que la militancia revolucionaria, progresista, nacional y popular tiene por delante. Se trata de una cuestión más que decisiva, dado que darle sentido (valor) a las palabras resulta fundamental y es consustancial para el proyecto nacional; ya que el vaciamiento del lenguaje hace propicio verdaderos campeonatos intergalácticos de petrofacialidad como los que se hicieron acreedores Maurizio Macri (a mediados de septiembre del 2009) y Elisa Carrió (en un no tan lejano 2006) al acusarnos de nazi-fascismo. La temeraria acusación- vomitada por el jefe de gobierno porteño; experto en sumar represores a su elenco y en espiar ilegalmente a la población civil- consistente en que el gobierno nacional es el más fascista en muchos años remite a dos comentarios: uno serio, el segundo jocoso. El más serio no puede menos que aludir a la grotesca impunidad conferida por los movileros televisivos; ya que nadie le pidió mínimamente fundamentos de tan estrambótica categorización. Se trata de la conocida impunidad que los periodistas “independientes” le confieren a los esperpentos que juegan siempre en la banda derecha del campo. Nadie hablo de la U.C.E.P. del gobierno porteño; mucho más cercana a una patota fascista de tiempos mussolinianos que a un grupo de cultores del new ageo o de “apolíticos” floggers. El segundo, ya ficticio, alude al hecho que si debiere dar cuenta de semejantes dichos Maurizio naufragaría frente a su más que franciscana pobreza discursiva. Es que su asesor estrella, el ecuatoriano Jaime Durán Barba- no se halla siempre a su lado para guionar sus paupérrimos parlamentos. Sólo desde la impunidad generada por la complicidad massmediática y vaciando por completo el sentido del discurso pueden afirmarse sandeces de tanta imbecilidad; proferidas además por connotados procesistas y defensores de golpistas pasados y presentes.

Parafraseando a al filósofo alemán Frederick Nietzsche, podemos decir que el primer acto de la clase dominante al constituirse como tal es ponerle nombre a las cosas y situaciones. Reafirma de tal (lingüístico) modo su “voluntad de poder” estatuyendo los discursos que hacen posible la comprensión de la compleja trama de lo social. Tal es el origen de la centralidad que asumen los massmedia en toda nuestra América, en general. En nuestra sociedad, en particular. Y de la lucha por la ley de medios en concreto. El poder real (económico) se apoderó de los medios de comunicación en la prehistoria de tales medios; y por razones explicables, resistirá con toda la saña de la que es capaz cualquier intento de democratizar la palabra y la información. Con más razón aún se opondrán a ceder un ápice en la propiedad de los medios de producción para los vitales mensajes mediáticos. Piénsese- a modo de ejemplo- la facilidad con que contó la derecha para invisibilizar (en el barrio se dice ningunear) detrás de la voz “campo” a los auténticos campesinos, a los trabajadores rurales en negro y a los niños utilizados como señaladores durante las tóxicas fumigaciones sojeras.

No puede omitirse, en el presente y necesariamente incompleto listado, lo que sin dudas resulta una necesidad primordial: colocar siempre en el centro del debate los contenidos decisivos del proyecto nacional. Una somera enunciación indica que no pueden estar ausentes los siguientes: tópicos

a)Industrialización orientada hacia el crecimiento del mercado interno (incluyendo defensa prioritaria del empleo).

b)Reafirmación del patrimonio nacional y de la identidad y la cultura popular.

c)Carácter principista de la democracia y de la participación de masas.

d)Centralidad de un estado interventor Sin él, el pueblo se halla impotente frente a los designios del mercado, un oculto poder sin rostro.

e)Destinó común con los otros pueblos latinoamericanos que luchan contra el imperialismo.

f)Prioridad para la producción propia de contenidos culturales contra los enlatados provenientes del imperio.

g)Defensa de las miradas centradas en las construcciones colectivas; rechazando de plano la visión individualista que- además de falsa- es marcadamente liberal.

h)Reafirmación prioritaria e incondicional de los derechos humanos como conquista general de la civilización; en general. Y del pueblo argentino en particular. La campaña de la derecha acerca de la inseguridad (como si pudiera haber algún estado en el orbe que le garantizase a sus ciudadanos que con seguridad ningún delincuente los molestaría) tiene por finalidad instalar miradas autoritarias e invisibilizar el nudo ético de los derechos humanos. Los mencionados son algunos de los ejes para derrotar la vigencia de la derecha neoliberal; que huye de estas necesarias polémicas derivando la discusión a cuestiones formales, banalidades menores, tonterías cosméticas o cuestiones psicológicas; ya que un debate a fondo con estos ejes imprescindibles desnudaría a fondo su servilismo o vínculos orgánicos con la reacción antipopular y sus mandantes: nada menos que el imperio del mal.

i)Por otra parte, una cuestión a nuestro entender decisiva es la necesidad de derrotar la vigencia del discurso anti-corrupción. La importancia de la referida temática resalta por sus implicancias tanto teóricas como prácticas; tal como veremos más adelante. Lo hemos afirmado en infinidad de oportunidades: la finalidad esencial y decisiva de las constantes denuncias hacia la corrupción de los dirigentes políticos es invisibilizar a los causantes del sufrimiento popular. Se trata de los auténticos dueños del verdadero poder: el económico. Es decir lo que realmente desean los periodistas derechosos, las luminarias televisivas, los distintos dirigentes políticos que sirven a la reacción, los pequeño burgueses petulantes y suficientes que pontifican desde los bares, los publicistas cómplices de la subordinación neocolonial no es que no se robe; si no que el pueblo percibiese a “los políticos” (como si todos ellos fueran iguales) como exclusivos causantes del sufrimiento padecido por los sujetos subalternos. No se trata de negar la existencia de maniobras delictivas. Pero si ellas fueran las verdaderas causantes de miseria de las masas bastaría una simple gestión honesta para transformar la realidad. Lo cual no es cierto; ya que ningún gobierno probo modifica por imperio de su decencia las coordenadas centrales de una economía dependiente con relación al imperio y una sociedad injusta, por su propia ontología constitutiva; como es el capitalismo, en general y la versión neoliberal en particular. Y con una consecuencia política central para obturar todo proyecto de transformación: demasiadas personas perciben que desde la política no puede transformarse nada. Y si no se puede cambiar la sociedad desde la política lo único que resta es observar la realidad desde una mirada conservadora y resignada; objetivo central de las derechas al difundir e instalar los discursos que hemos glosado sintéticamente. Por otra parte, desde el punto de vista teórico se verifica una cuestión de enrome importancia: la reducción de la ciudadanía (condición elevada desde el punto de vista ético y político, si las hay) a la mera situación de simple y vulgar soplón para la justicia penal. En efecto, resulta patético comprobar el modo en que se enredan muchas personas al debatir por quién votarían: la única cuestión acerca de la cual polemizan es si tal o cual candidato, robó, roba o robará. Hasta da la impresión que el delito de genocidio es de importancia mucho menor que lo que le correspondería a la sección de Robos y Hurtos. Y lo peor de todo es como no reflexionamos acerca de cómo saldan dichas personas los referidos debates: sufragando por quienes bailan el reggaeton, imitan a su imitador televisivo y cuestiones similares, que además son conocidos enemigos del pueblo, por cierto. Por lo tanto, un objetivo estratégico de la militancia en ese punto reside en resignificar la política como arma insustituible de compromiso y cambio social. Para ello es preciso dejar el monopolio del discurso anti-corrupción- que degrada a los ciudadanos a la condición de alcahuetes o jueces penales- para la derecha, sus verdaderos dueños y abocarse a sumar fracciones significativas de nuestro pueblo en un frente que sea sustento para la política del proyecto nacional.

j)Concomitantemente con lo señalado recién es preciso desentrañar la dimensión política del discurso conformista desarrollado por vía del sentido común. En la vida cotidiana, existe una verdadera compulsión por demostrar un estado de bienestar en aguda contradicción con la realidad ostensible. El máximo ejemplo de lo que afirmamos es el giro lingüístico “todo bien”. Si realmente todo estuviera tan bien, no sería necesario cambiar absolutamente nada. Y por el contrario, son muchas las condiciones de vida que merecen y deben modificarse. Tanto en lo social, como en lo cultural y aún en lo individual. Complementariamente se impone el discurso consistente en la imposibilidad de esperar cualquier mejoría (lo cual fortalece la vigencia de contenidos conservadores) y ni siquiera un apoyo solidario: “total, no es posible cambiar nada y nadie se preocupa por vos”. Al obturar toda visión realmente crítica se impone la mirada derechista sobre la realidad. Piénsese en cuantas oportunidades los propios militantes no utilizan los citados tópicos. Por otra parte, se llega a negar la propia condición humana para los sujetos subalternos. En efecto, lo propio de la condición human es la capacidad de desear. Y si se les niega a marginados, oprimidos y explotados hasta la posibilidad de anhelar una mejoría, se los deshumaniza. Algo en lo cual no caen los sujetos partícipes del poder; ya que a pesar de contar con una situación privilegiada, ni aún así quedan conformes y siempre van por más. Lo cierto es que el consenso con el que cuentan las fuerzas conservadoras se construye molecular y cotidianamente. Es que no hay dudas que la imposición de las frases señaladas no es inocente. Se trata de presentar los contenidos conceptuales que hacen a la vigencia de las derechas como si fuera un sentido natural (propio de “los países y las personas sensatas”) y único aparataje conceptual para comprender la realidad. De tal modo, afirman sus postulados al mismo tiempo que nos invisibilizan en la percepción colectiva, al tiempo que nos niegan la identidad y la propia existencia (digna).

Luego de la derrota del 28 de junio, el Proyecto Nacional siguió su marcha adelante con medidas que sorprendieron a la oposición neocolonial; hasta que esta reaccionó a comienzos de diciembre del 2009, como veremos brevemente a continuación.


Proyecto Sur: Más Pro que yecto



A menudo puede observarse que los criterios utilizados por la reacción política y sus corifeos por izquierda (la “soberbia”, por ejemplo) son más dúctiles para un simposio de psicólogos, que para posicionarse en cuestiones tanto tácticas como estratégicas correspondientes a la arena pública. Las fuerzas políticas argentinas, por el contrario, deben contextualizar su accionar en el marco de la conflictividad que sacude a Latinoamérica y luego referirse a como continúan y se verifican tales conflictos en el marco de nuestro particular particular escenario político nacional; con el agregado de las contradicciones específicas propias de cada país.

Otro aspecto que merece colocarse en el centro de los debates es la tendencia existente en diversos espacios consistente en colocar el programa de máxima como recurso discursivo para defenestrar un proyecto cualquiera que no se ajuste a semejante prisma; pero que pudiera significar una mejoría indudable para los sectores populares. En tal posición incurren tanto las inefables fuerzas de izquierda troskosaúricas; como las huestes seguidoras de Pino Solanas, pasando por el fundamentalismo progresista que caracteriza a segmentos de las clases medias. En estos últimos destacamentos se refieren incansablemente naderías del tipo: “nosotros no vamos con el P.J”, como si los aliados (que acompañan muy a menudo sólo circunstancialmente) fueran el único modo de calificar un determinado proyecto. Y no fuera necesario analizar también sus realizaciones y proyectos tangibles que benefician- como decíamos previamente- al pueblo. Parece ser que su única propuesta de máxima fuera vehiculizar su gorilisno contumaz; sin dudas originado en sus raíces sociales pequeño burguesas. Como si las claudicaciones del progresismo, por otra parte, frente al neoliberalisnmo no hayan sido importantes y continúen realizándose de modo harto significativas.

En lo internacional la realidad nos muestra de modo incuestionable que el enfrentamiento es entre los pueblos que luchan por su autonomía, su dignidad, sus recursos y la democracia (sea o no el socialismo el destino final de semejante lucha) contra el imperio y sus corifeos de diverso color, pelaje y graduación zoológica. La piedra de toque entonces, diría Lenín, es no hacerle el juego al imperialismo ni a sus esbirros internos. De nada sirve llenarse la boca con loas a Evo o al comandante Chávez si luego se favorece el plano nacional a quienes sin duda alinearían al país en la senda Pro-imperialista.

Por otra parte, en la Argentina el conflicto fundamental se viene desarrollando muy agudamente desde el año 2008. Por un lado, el gobierno nacional que- con límites, inconsecuencias y defecciones, pero también con encomiable voluntad política- viene impulsando un proyecto progresista, de reformas sociales, con ampliación de la autonomía nacional y desarrollo de la capacidad interventora del estado. Pese a que nos ha deparado este 2009 aciago (por las derrotas), también nos confirió la suprema alegría de haber aprobado una legislación de avanzada; vista con características de ejemplareidad en todo el mundo progresista: la Ley de Servicios Audiovisuales. Y enfrentando al F.P.V. se halla lo peor del poder en la Argentina. En nuestra opinión, semejante lucha es un prolongadísimo golpe de estado que realiza el poder económico contra el pueblo personificado para la reacción en el matrimonio presidencial. De modo que al hablar de los enemigos del proyecto nacional no nos referimos exclusivamente a los representantes políticos, si no al auténtico sujeto de la dominación: las grandes empresas, las corporaciones oligárquicas campestres, los grandes medios y su despiadada capacidad de fuego, que no descansa jamás. También se anotan con su antikirchnerismo rabioso todos los nostálgicos de la dictadura. Que por cierto ni siquiera agradecerán a Fernando Solanas por los importantes servicios prestados (que analizaremos más adelante). Se puede no ser simpatizante del gobierno; pero en este enfrentamiento la opción no deja lugar a dudas. Es factible construir política por fuera del P.J. y el F.P.V, pero si en ocasión de semejante choque se favorece a la variante más derechista estamos sin dudas frente a dos posibilidades: o bien se es un cómplice de la reacción o un tonto (en el barrio lo llaman perfecto pelotudo). El gobierno sufrió dos derrotas parlamentarias dolorosas y serias. En ambas tuvo una función rutilante Fernando “Pino” Solanas, Y por cierto que en ambas se benefició la oligarquía. Cuando se definió la resolución 125, el lugarteniente del director cinematográfico Claudio Lozano operó incansablemente para lograr los dos votos de los Senadores Fueguinos; decisivos para el empate resuelto contra el interés popular por el Judas mendocino.

Inmediatamente de producida la derrota electoral del 28 de junio, la Presidente llamó a Solanas para construir una coalición de hecho. La respuesta del veleidoso cineasta fue pedir cabezas en el gabinete, en sintonía con La Nación y Clarín. Si bien acompañó las medidas importantes como la Ley de Medios, como se dice en el campo, guardaba el cuchillo bajo el poncho. Durante la semana previa a la votación que el 3 de diciembre dejó en delicada posición parlamentaria al gobierno nacional Solanas se mostró como impulsor del acuerdo entre la centroizquierda y la derecha (sin centro) neoliberal y peronista que se impuso. Luego declaró. “que a partir de la nueva conformación parlamentaria "se acabó eso de que el oficialismo quería llevarse puesto a todos", e insistió en que culminó la etapa de "la máquina levantamanos" que imponía el kirchnerismo“. Veamos quienes coinciden con el director de cine para “descubrir” quienes ganaron. La Nación, el diario de la reacción más tradicional, predica slogans similares desde el 2003 y no podía ocultar su inmensa satisfacción. ¿La oligarquía se habrá convertido en nacional y popular?, Por otra parte, las declaraciones de Solanas resultan en todo coincidentes con similares de Carrió, Macri, Solá, y la diputada Graciela Caamaño de Barrionuevo, quién se manifestó a favor que Kirchner cumpliera su palabra. Parece no haberse dado cuenta la legisladora de marras que el apellido de su conyugue no evoca precisamente a un filósofo que haya hecho de la ética un modo consecuente de vida. Ella misma ocupa su banca por el F.P.V, del cual defeccionó. ¿Presentarse frente al electorado por una fuerza y abandonarla en el parlamento es el modo que tiene Caamaño de Barrionuevo de honrar la palabra empeñada? En síntesis, digamos, para concluir estas líneas, dedicadas a quien realmente se impuso que el gran ganador fue el conjunto de la reacción, que festejó de modo estentóreo el traspié de Kirchner y el proyecto nacional. Y la causa real es que no sólo no le perdonan sus aciertos; si no que lo que fundamentalmente no soportan es que- ni aún vencido en las urnas- pudieran imponerle a él y a la presidente su programa reaccionario. La derecha quiere políticos dóciles, como Alfonsín, De La Rúa o Menem. Es probable que luego del 3 de diciembre se agudice la demolición final de la figura del patagónico. Pero si es así, quedará en la historia como un dirigente que no cedió al chantaje salvaje y golpista de la reacción. Y Solanas como el megalómano que hablaba (hipócritamente) de defender los recursos naturales al tiempo que fortalecía a la peor derecha. La experiencia de la Argentina y nuestra América demuestra hasta el hartazgo que los neoliberales son buenos aliados para depredar nuestro patrimonio; pero jamás para defenderlo o aplicar medidas tendientes a beneficiar al pueblo. No importa si el tiempo biológico de Solanas le hará pagar sus culpas de cara al pueblo. Su imagen provocadora- como si fuera la star de uno de sus largometrajes- dirigiéndose a la barra del F.P.V. lo condena como persona que se alía con la peor derecha y vehiculiza las necesidades de la reacción, cuando a esta no le dan los números.


Lo que vendrá: Pino se planta (por derecha
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Lo hemos dicho más de una vez en trabajos anteriores. Resulta casi una ley de la política (argentina): el antikirchnerismo a ultranza deposita mansamente a quienes lo practican en las procelosas aguas de la peor derecha. Desde los delirios troskosauricos del Partido Obrero (marchando alineadito con Blumberg y sus fascistas de vela blanca) o la inefable enfermera Vilma Ripoll (grotescamente fungiendo de ala plebeya de la oligarquía) hasta las reaccionarias Corriente Clasista y Combativa y Coalición Cínica (Cívica), los ejemplos son incontables. Por otra parte, el deplorable espectáculo de ciertas izquierdas pegando con su mano sinistra para favorecer a la peor de las derechas no es en absoluto inusual; ni en nuestro país, ni en el subcontinente ni en el mundo. En los primeros días de diciembre del 2009 visitó la argentina un dirigente sindical venezolano de “izquierda” y antichavista; que no puede comprender que en la patria llanera si no estás con Chávez, defiendes al imperio; aunque (de modo puramente discursivo) prediques el socialismo a escala intergaláctica. Tal vez en un futuro no demasiado lejano acometamos un estudio sobre la temática de estas orientaciones extrañas y esquizofrénicas. Pero en las presentes líneas dejaremos constancia de las que son- a nuestro juicio- las causas de porque los sectores de centro izquierda se aliaron con lo peor de la reacción en la sesión preparatoria de la Cámara de Diputados de la Nación..

Resulta un lugar común en ámbitos militantes referir la atávica incapacidad de Solanas para construir política. Así se le diluyó el prestigio que había conseguido oponiéndose al latrocinio neoliberal en los ‘90, lo cual le valió inclusive ser herido de bala. Hacer política, según diversos teóricos de la actividad, significa partir de consideraciones en base a un análisis similar al que hemos glosado más arriba, como paso preliminar. Y luego, saber trazar una línea de acción tras haber definido lo más certeramente posible tanto aliados, como adversarios. La opción de Solanas contra la resolución 125 (objetivamente a favor de la oligarquía) significo que sectores que lo habían acompañado; tanto en su fuerza militante, Proyecto Sur, como votantes rasos básicamente de la provincia de Buenos Aires lo abandonasen. Al pasar a la Capital como territorio electoral, el director de cine tomó, de hecho, la decisión de construir sobre otra franja social, la veleidosa y antiperonista clase media porteña. Desde el punto de vista pragmático no le fue mal. Pero su elección lo terminó de encadenar a una franja de condición marcadamente gorila. De cara a semejante opción fue su gesto de darle aire a la coalición de derecha que “flota en el aire” en nuestro sistema político. Además no puede obviarse que su único vínculo con su universo ahora sufragante es el antokircherismo (antiperonismo) rabioso que caracteriza a dirigente y votantes. Ciertamente que la defensa del petróleo nacional les importa tanto a los votantes capitalinos de (Pro)yecto Sur como la supervivencia de las focas y ballenas a los tripulantes de barcos factoría dedicadas a la captura de los citados cetáceos. El camino para la construcción política favorable al pueblo implica dejar (un poco) de lado el lucimiento personal. Y Solanas podría haber sido un excelente candidato en la ciudad para arrebatársela a la derecha en el 2011; en una lábil e informal alianza con el Frente para la Victoria y otras opciones progresistas. Pero escogió jugarse por una imposible opción por la presidencia. En ese lastimoso menester continuará con sus gestos operísticos en defensa del patrimonio nacional, mientras sigue sirviendo a la derecha en lo concreto. Ya lo demuestra la elección de sus laderos en el interior, más que a menudo comprometidos con el neoliberalismo y lo peor de la reacción telúrica.

Solidaridad e Igualdad (S.I.) es una fuerza progresista emergida del A´R.I. de Elisa Carrió; del cual se separó luego de la elección del 2007, cuando la adiposa dirigente ya había colmado con creces toda capacidad de asombro en su marcha hacia las posiciones más reaccionarias que pudieren imaginarse. El origen social de semejante orientación- vinculado a las titubeantes, veleidosas y francamente antiperonistas clases medias- fue plenamente confirmado por la acción de los legisladores del S.I. como veremos. El 2 de diciembre del 2009 había declarado Eduardo Macaluse, su principal vocero y operador parlamentario que “El oficialismo tiene que retener la titularidad de la Cámara de Diputados y de la presidencia de las comisiones que hacen al ejercicio del gobierno.” Diario Página 12 del día citado. Luego convalidó el acuerdo favorable a la derecha que no contempla las condiciones enunciadas por el propio Macaluse y que no es más que la continuidad institucional del golpe de estado (de baja intensidad) que la derecha impulsa contra el pueblo. Para valorar adecuadamente como actuó el S.I. en la presente coyuntura le dejamos la palabra una vez más alpropio Macaluse: “Entonces, sumar votos de toda la oposición para arrebatarle la presidencia al FpV es una acción espuria y desestabilizadora”. La presidencia no; pero si la mayoría en todas las comisiones y la dirección de las centrales para la gobernabilidad: lo cual coloca al S.I. en el difícil lugar de fuerza progresista de laboratorio o de cartón. En nuestra opinión, los referentes de la citada corriente deben hacer un esfuerzo por sacudirse las peores rémoras de las clases medias para asumir una orientación correcta. No hay muchos caminos posibles: O se es realmente progresista o se sirve a la reacción. Como las fuerzas del G.E.N. que reconocen el carácter favorable al pueblo de muchas iniciativas del gobierno nacional. Pero como las toma este gobierno (o sea el peronismo, no se animan a decir por miedo a ser catalogados con el correspondiente mote de gorilas) las sabotean. Lo dicho, el S.I. debe reflexionar acerca si desea sumar (sin disolverse) en un proyecto favorable al pueblo o se embandera con la reacción. Son los caminos de Sabatella o Carrió. La alianza de Carrió con la derecha no tiene retorno. Tal vez Macaluse, Solanas y otros referentes (como los miembros de Libres del Sur y Diálogo por Buenos Aires) quieran transitarlo. Tal vez les vaya bien electoralmente. Pero sin dudas de este modo no aportarán para construir una fuerza nacional, popular, progresista y revolucionaria; a fin que el pueblo argentino alcance los niveles de dignidad y bienestar que merece. O se está con la patria y con el pueblo o se esta con el Pro, la U.C.R., la Coalición Cínica y otros aquelarres neocoloniales. Los ejemplos de Carrió, Aníbal Ibarra y tantos otros nos demuestran a que conduce errar en la definición de objetivos, aliados y enemigos

Cuando se gana con la derecha, gana la derecha

Por Carlos Raimundi, Emilio García Méndez y Oscar Belbey *

La frase del título pertenece al histórico dirigente del ala izquierda de la Democracia Cristiana chilena, Radomiro Tomic. Fue, en cierto sentido, un anuncio premonitorio de la violencia que acabó arrasando con los mejores sueños de la región. Es probable que en la incapacidad de forjar un compromiso razonable entre sectores progresistas se encuentre alguna de las causas de los sucesos que, siendo historia, siguen condicionando hasta hoy la suerte de los intereses populares. Es obvio que ninguna extrapolación de hechos históricos es posible y mucho menos deseable. Sin embargo, sería un desprecio gratuito de la experiencia ignorar el aprendizaje de hechos de esta magnitud, sobre todo cuando el debate actual sobre los cargos ante la nueva composición del Congreso nacional presenta algunos puntos inquietantes.

“Quien no recuerda la historia está condenado a repetirla”, una frase que por error se atribuye al Carlos Marx del “18 Brumario”, pero que en realidad pertenece a ese lúcido y heterodoxo conservador llamado George Santayana. ¿Es posible alcanzar objetivos legítimos, coherentes con las posiciones de un centroizquierda democrático sin reparar en las alianzas para lograrlo? ¿Es posible evitar un extravío político irreparable en esas condiciones?

“Progresistas y de derecha hay en los dos lados.” Esta aseveración parte de reconocer, implícitamente, la lógica binaria que el SI procuró romper desde los albores de su acción parlamentaria. Pero además, lejos de ser un análisis político, constituye una simple obviedad. Ninguna alternativa, en ningún orden de la vida, concentra a los buenos de toda bondad de un lado y del otro a los malos de toda maldad. Lo que trasciende a las circunstancias del momento es una impronta política, en este caso tendiente a recuperar la memoria como interrogación sobre nosotros mismos, instituir –al menos desde el discurso– el olvidado concepto de la recuperación del Estado y las políticas públicas, a definir la comunicación social como un derecho ciudadano antes que un negocio, a rescatar una herramienta central de política pública como los aportes jubilatorios. Todo ello insuficiente y teñido, muchas veces, de fuertes sospechas de una corrupción que hemos sido tenaces en denunciar. Todo ello muy distante, sin duda, desde lo conceptual, del espíritu privatizador de los años ’90, del alineamiento incondicional de la política exterior o de bajar salarios y jubilaciones, como ha ocurrido.

Bajo el razonable argumento de respetar la expresión popular del 28 de junio se cae en la simplificación de que todo el que no votó al oficialismo forma parte de un proyecto homogéneo, y eso no es así. Lo único que varios de sus actores tienen en común ha sido frenar toda iniciativa, aun aquellas con las que algunos estuvieron históricamente de acuerdo, con tal de no apoyar propuestas del Poder Ejecutivo. Son los que, en definitiva, se regocijan cada vez que escuchan “a éstos hay que bajarlos...”, sin reparar en los autores de esta frase y mucho menos en sus consecuencias.

Es cierto que lo que creemos debería ser un tercer espacio autónomo merece presidir algunas comisiones. Pero es ingenuo creer que se pueden captar voluntades en ese sentido, apoyándose en la oposición más desmesurada sin que ésta resulte, a su vez, favorecida por el centroizquierda para fortalecerse en sus propias pretensiones. Significativamente, si esos sectores prevalecieran en las comisiones estratégicas a las que aspiran, hoy los grupos multinacionales seguirían manipulando millones de dólares del sistema previsional en la tómbola financiera, Aerolíneas seguiría siendo una jibarizada empresa privada y no tendríamos ley de comunicación audiovisual.

Por ello, es un contrasentido afirmar que apoyarse en una de las dos grandes estructuras parlamentarias es neutro políticamente. Por el contrario, esta posición fortalece, objetivamente, una impronta que, como mínimo, no compartimos. Hacer valer el peso de la unidad y la autonomía del espacio es, en cambio, el camino más coherente y en el tiempo más eficaz, para honrar la expresión popular de los últimos comicios.

* Partido SI (Solidaridad e Igualdad).

Cómo entender a esa rara gente de “pigmento oscuro”


(por Norberto Galasso)

Las incomprensiones y conflictos entre parte de las izquierdas y el peronismo siguen vigentes hasta hoy. Lo mejor del diálogo entre ambas tradiciones nació en los mismos días de octubre de 1945. Los grandes hitos de esa historia.

El Socialismo nace en Europa como consecuencia de las protestas obreras ante la explotación capitalista desarrollada en forma implacable e intensiva desde fines del siglo XVIII. Décadas después, el progreso alcanzado por las ideas en el plano económico, filosófico e histórico permite superar la primera reacción ingenua –el socialismo utópico– y posibilita el surgimiento del socialismo científico. Así, en 1848, se lanza el Manifiesto proclamando que “el fantasma de la Revolución recorre Europa”. Sin embargo, un cuarto de siglo más tarde, el capitalismo ingresa a su etapa superior –el imperialismo– que al explotar colonias y semicolonias, MODERA EL ANTAGONISMO DE CLASES en los grandes países desarrollados, en donde el socialismo se vuelve entonces reformista (del rojo al rosado, de Marx a Bernstein).

Este socialismo llega al Plata con los inmigrantes. No nace aquí como consecuencia de la concentración y la revuelta proletaria local –se trata de una semicolonia agropecuaria sin industrias– sino de la difusión realizada en idiomas extranjeros, por los recién llegados que desean continuar en estas tierras la lucha que venían realizando en sus países de origen. Desde el principio, pues, ese socialismo NO SE ENCUENTRA con la clase obrera... porque ella NO EXISTE (existen, sí, artesanos y empleados de servicios). No extraña que su dirección política se integre con abogados y médicos y que, aunque hable en nombre de los “obreros”, éstos no nutran sus filas. Con el correr de los años, su BASE SOCIAL SERÁ GRAN PARTE DE LA CLASE MEDIA PORTEÑA fuertemente influida por el liberalismo oligárquico de la clase dominante: mitrista en historia, liberal en economía (especialmente libre importadora para consumir artículos baratos), blanca y hasta racista respecto a sus compatriotas mestizos –“oscuramente pigmentados”, según un dirigente conservador– adoradora de la civilización europea o yanqui y enemiga de la barbarie popular y la política criolla.

Su lucha se centrará en algunas REFORMAS sociales, en el laicismo, el divorcio, el antimilitarismo abstracto y el internacionalismo... en un país DOMINADO POR EL IMPERIALISMO.

Así, no distingue entre la causa radical y el régimen conservador, “falaz y descreído” según lo calificaba don Hipólito. Y así LEGITIMA EL FRAUDE concurriendo a elecciones. De sus viejas banderas sólo le quedará la influencia sobre algunos gremios no industriales: empleados de comercio (Borlenghi), empleados municipales (Pérez Leirós).

Por esta razón, cuando la crisis económica mundial en los años treinta y luego, la segunda guerra mundial impulsan la industrialización, el Partido Socialista NO PUEDE ser cauce político para los nuevos trabajadores industriales, ahora sí obreros, migrantes internos desde lo más profundo de la desocupación del interior del país.


CODOVILLA Y EL CORONEL

Asimismo, la escisión que constituyó el Partido Socialista Internacional, convertida luego en Partido Comunista, TAMBIÉN SE SUSTENTA EN SECTORES MEDIOS porteños. Para su desgracia, asume la teoría del “socialismo en un sólo país” predicada por Stalin y se constituye en un partido amigo de la URSS cuya función no es hacer la revolución en el país sino acompañar la política exterior de la burocracia soviética. En 1942, su Secretario General Victorio Codovilla sostendrá que hay que “convencer a los obreros que no se debe hacer huelga a las empresas británicas y norteamericanas en Argentina pues ingleses y yanquis son aliados de la URSS”. Sólo podría hacerse a las empresas alemanas pues tienen vínculos con el nazismo, enemigo de la URSS. Así, los nuevos obreros que se acercan al partido SE VEN DEFRAUDADOS y los camaradas gremiales pierden sus cargos. Sólo Rubens Iscaro logra mantenerse como secretario general porque tiene la suerte de que en el gremio de la construcción (UOCRA) los empresarios son alemanes y entonces se puede ser un buen defensor de los trabajadores y al mismo tiempo, servir a la URSS. Los demás, como Muzio Girardi en metalúrgicos, pierden la conducción gremial ya en 1942, cuando se crea un sindicato nuevo: la UOM. También esta izquierda, en nombre del socialismo, va por caminos desacertados y frustrantes.

Los obreros, por su parte, irrumpen en la historia un 17 de octubre de 1945, integrando un movimiento nacional liderado por un militar. ¿Y la izquierda? Integra la Unión Democrática cuyo principal impulsor es el embajador norteamericano Spruille Braden. Surge entonces el peronismo, un movimiento nacional policlasista nutrido de obreros, clase media de bajos recursos, sectores del ejército y de un empresariado nuevo (hijos de inmigrantes, de capitales nacionales, sin conciencia de burguesía nacional) y sectores de la Iglesia. Los trabajadores industriales participan así en un PROCESO DE LIBERACIÓN NACIONAL: ruptura de los mecanismos imperialistas ingleses y rechazo del avance del imperialismo norteamericano, no ingreso al FMI, deuda externa cero, amplia franja de la economía estatizada, depósitos bancarios y comercio exterior nacionalizados, sindicatos fuertes y avance en conquistas sociales y laborales, política latinoamericanista, pacto social entre CGT y empresarios nacionales. Su líder –Perón– denomina a ese frente como “comunidad organizada” y enarbola tres banderas: Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica, todo en el marco de relaciones capitalistas, aunque con fuertes perfiles no burgueses.

Diez años de gobierno, bombardeo a Buenos Aires, dieciocho años de proscripción y luego, en el 73, otra vez peronismo. Y aún hoy. Muchos supusieron que cuando muriese el líder se terminaba, pero no fue así. Y todavía son muchos los que en nombre del socialismo continúan confundidos, sin comprender la naturaleza histórica del peronismo.


TRES PREGUNTAS

Sólo un pequeño grupo socialista logró entender desde 1945: Frente Obrero que calificó al peronismo como históricamente progresivo y se planteó la necesidad, no de incorporarse a él, sino de cabalgar a su lado como izquierda nacional –según lo habían sostenido los maestros del socialismo para los países dominados– desde una perspectiva independiente en lo político, ideológico y organizativo, para “golpear juntos” al enemigo reaccionario, aunque “marchando separados”. Aunque –y aquí se equivocaron– creyeron que ese frente policlasista no duraría mucho tiempo. Pero estuvieron donde deberían estar porque sabían responder políticamente a estas tres preguntas:

1. ¿quién es el enemigo principal?
2. ¿cuál es la correlación de fuerzas entre el campo popular y el campo oligárquico?
3. ¿cuál es el nivel de conciencia política de las grandes masas de trabajadores?

Son sólo tres cuestiones y todavía sirven para no equivocarse.

Desde el peronismo, Hernández Arregui decía: “Soy marxista y porque soy marxista, soy peronista”. Y Cooke sostenía que en el 45 “el peronismo fue el movimiento que surgió y triunfó contra todos los partidos, que hizo saltar el esquema de los partidos... No es que la izquierda hiciera crisis: es que era una parte de la superestructura del imperialismo y saltó junto con los demás pedazos... Fue una situación revolucionaria donde los esquemas teóricos no servían. Faltaba una izquierda nacional y ese papel pasó a ocuparlo el peronismo, aunque sin definirse como tal”. Desde el Socialismo, Manuel Ugarte planteó en 1912: “En América Latina el socialismo tiene que ser nacional”. Y el Che también lo entendió y por eso escribió: “La caída de Perón me amargó profundamente” (24/9/1955, Carta a la madre). Es una constante que los sectores más combativos del peronismo y la izquierda nacional han tendido siempre a confluir: la más importante construcción política del campo popular y la estrategia hacia el Hombre Nuevo. Por eso, hoy, a América Latina también la recorre un fantasma: El Socialismo del siglo XXI

Un país que olvida a la niñez renuncia al porvenir

Por Antonio Cafiero


La asignación por hijo recientemente implementada por el gobierno nacional representa un cambio sustancial en la concepción de las políticas sociales dirigidas a la infancia en la Argentina. Podemos hablar de un cambio de paradigma en el sistema de protección social. En este sentido, puede ser entendida como una medida enmarcada en lo que en otras oportunidades denominé la segunda reforma social. Mientras en la década de 1940 la primera reforma construyó el andamiaje legal que garantizó los derechos sociales alrededor del trabajo formal –seguridad social, obras sociales, salario familiar–, la segunda debe dar nuevas respuestas a las necesidades sociales de esta época. Si el empleo estable en relación de dependencia fue la base donde se apoyó la justicia social en la primera reforma, los cambios verificados en las últimas décadas han excluido a muchos trabajadores de las conquistas sociales de entonces. El trabajo sigue siendo la manera más efectiva para asegurar la integración social y la dignidad de las personas, pero en todo el mundo han surgido nuevas formas de inserción e informalización laboral que obligan a reajustar las normas para poder garantizar esos mismos derechos a la generalidad de los trabajadores.

La decisión a la que nos estamos refiriendo es una respuesta en este sentido. Será el subsidio destinado a los niños más cuantioso y de mayor alcance de nuestra historia. Puede asimilarse en su lógica a una nueva modalidad de políticas sociales masivas, basadas en transferencias de ingresos y condicionalidades vinculadas con la salud y la educación de los niños, como la Beca Familia en Brasil o el Plan Oportunidades en México, pero de un monto muy superior a éstas.

En nuestro caso, lo más significativo no radica sólo en la extraordinaria magnitud en cuanto a cobertura y presupuesto, sino también en que representa una política esencialmente democrática, en tanto recoge una demanda social de larga data. El consenso en torno de la implementación de una renta mensual para los niños en nuestro país es públicamente conocido, más allá de las diferencias operativas –no sustantivas– en torno de su aplicación y administración. Por ello, todos los sectores debemos ser cuidadosos y no confundir medios y fines. El interés político inmediato de un puñado de dirigentes no puede ser fundamento para socavar una conquista de sustancial importancia para millones de niños argentinos. No han faltado tampoco en esta oportunidad los supuestos especialistas que critican esta medida al confundir la universalidad de un derecho con la universalidad de una prestación: en ninguno de los proyectos que fueron seriamente discutidos se planteó la posibilidad de transferir ingresos a niños de hogares ricos, porque ellos no necesitan de esta prestación para ver garantizado su derecho.

En este sentido, mi gratificación es mayor porque esta política viabiliza una antigua iniciativa nuestra en la Comisión de Población y desarrollo humano del Senado de la Nación, que se había ido configurando con los informes sobre desarrollo humano iniciados en 1995. En aquel momento nos propusimos impulsar una profunda reforma de los sistemas de protección social para la infancia. Entendíamos que las asignaciones familiares, al cubrir solamente los empleos formales, excluían a los hijos de desocupados y trabajadores informales, que eran justamente quienes más necesitaban del apoyo del Estado para poder quebrar la reproducción intergeneracional de la pobreza.

Sostuvimos que el sistema de seguridad social argentino contribuía a reproducir la inequidad social. En aquel momento estudiamos los posibles mecanismos para proteger a la población infantil sin discriminaciones ni exclusiones y analizamos las ventajas y desventajas de las prestaciones en cuanto a cobertura, montos y formas de financiamiento. Así, entendimos que lo más adecuado era mantener el sistema formal de asignaciones familiares, producto de intensas luchas sociales, al tiempo que propusimos extender una asignación similar a todos los hijos de padres desocupados o insertos en la economía informal, utilizando para su aplicación la larga experiencia de la Anses en el tema. Obviamente, en aquel momento la prioridad eran los niños que no accedían a ningún tipo de beneficio social, pero progresivamente el proyecto establecía una cobertura homogénea y similar en su monto a las asignaciones familiares ya existentes.

El aspecto que diferenciaba aquel proyecto de otros en circulación era que garantizaba una renta mensual a todos los niños, independientemente de la condición laboral de sus padres. La urgencia de la medida estribaba en el hecho de que, a principios de esta década, sólo un tercio de la población económicamente activa podía recibir las asignaciones familiares. El proyecto fue nutrido por la opinión de prestigiosos especialistas, así como debatido con organizaciones de la sociedad civil en varios encuentros organizados para tal fin. Semejante trabajo de concertación permitió que fuera aprobado por unanimidad en el Senado, aunque no llegó a ser tratado en Diputados al agravarse aún más las ya dramáticas restricciones presupuestarias del año 2002.

Hoy vemos con enorme satisfacción el resurgimiento de este sistema universal de protección social para la infancia. Alentamos su implementación y consideramos que la misma debe ser refrendada mediante una legislación que consagre esta política con carácter permanente, irrenunciable y garantice la intangibilidad de su financiamiento. Se trata de un derecho que expresa correlativamente la obligación, regida por la justicia distributiva, de procurar la subsistencia básica a los miembros de una comunidad, y en especial a aquellos que no pueden garantizarse la subsistencia por sus propios medios, los niños y adolescentes. Es un derecho de carácter universal, no una concesión graciosa o un subsidio temporario. Por lo mismo, escapa al campo de las contraprestaciones y los contratos, si bien el Estado puede exigir, en función de garantizar la inserción de los niños en el sistema educativo y su adecuada atención sanitaria, la acreditación del cumplimiento de las obligaciones de los padres.

La asignación por hijo es portadora de una necesidad indiscutible que, como nos enseñó Evita, debe plasmarse legítimamente en un derecho para todos los niños de nuestro país. Esta es la tarea que, gracias a la iniciativa del gobierno nacional, debería asumir ahora el Congreso Nacional para institucionalizarlo como un compromiso irrenunciable del Estado.

Consensos imposibles

MAYORIAS QUE FLUYEN Y RENOVACION PARLAMENTARIA

Por Jorge Devincenzi


Gobernar en minoría es un sentimiento, apretar es un pecado. El escenario político carece de mayorías claras y el nuevo Congreso abrirá un nuevo panorama tras el 10 de diciembre. La mesa de arena y el verso de la Moncloa argentina.
Aunque la política sobresale entre todas las artes como una de formas sutiles (o florentinas, por Maquiavelo), las clases dirigentes argentinas se dedican preferentemente al apriete desembozado, un modo arrabalero de practicarla, entre la civilización y la barbarie.


Los senadores romanos solían glorificar las crucifixiones masivas para los rebeldes del imperio, pero se horrorizaban cuando los galos hacían lo mismo frente a sus lánguidos ojos de clase patricia con un solo prisionero empalado.

En términos políticos, la técnica del apriete suena como equiparar a Clausewitz con el Gordo Valor o a Carnera con San Martín. Es cosa de jugar fuerte, como Elliot Ness con Frank Nitti. En nota anterior la llamamos “vandorismo”, pero no porque el Lobo haya sido su creador sino porque su figura escabrosa da el pinet, con trazo grueso, para un fácil reconocimiento.

Los cultores del apriete, entretanto, argumentarán que la amenaza es un atributo esencial de la guerra; que es la política por otros medios, y por carácter transitivo, que la política es la guerra por otros medios.

Para tomar un ejemplo cualquiera entre muchos, el radical Morales ya meritaba la actitud “destituyente” de ahora unos meses antes de que se discutiera la re-estatización de Aerolíneas Argentinas, pero su oposición ciega no obedecía a mucho más que hacer lobby por la política de cielos abiertos de la empresa multinacional LAN. Es decir, estamos hablando en términos de chiquitaje. Cuando el apriete se ejerce sobre la debilidad es doblemente amoral, y eso realza a quienes hacen de la debilidad fortaleza, acaso más de lo que lo merecen.

Técnicas de demolición
El apriete es la principal herramienta de la oposición para presentarse como lo que parece y no siempre es.

Ahora arguyen –y con eso los medios entusiasman a sus lectores por unas horas– que quieren presidir (sabremos la verdad el 3 de diciembre) veinticinco de las cuarenta y cinco comisiones en Diputados, el 55,6% de la totalidad de los puestos expectables aunque se dicen dueños del 70% del electorado.

Como si eso fuera poco, se vienen por la vicepresidencia primera en el Senado, la tercera figura en la sucesión presidencial de puro costumbrismo parlamentario, por una ley de acefalía que ya no está vigente, como un common law al uso nostro.

El artículo 88 de la Constitución nada dice sobre sucesiones o acefalías en términos de heredad porque el nuestro es un sistema democrático con una Ley Fundamental: “En caso de enfermedad, ausencia de la Capital, muerte, renuncia o destitución del Presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el vicepresidente de la Nación. En caso de destitución, muerte, dimisión o inhabilidad del Presidente y vicepresidente de la Nación, el Congreso determinará qué funcionario público ha de desempeñar la Presidencia, hasta que haya cesado la causa de inhabilidad o un nuevo Presidente sea electo”.

No son los Kirchner, ni siquiera el locuaz senador Pichetto, quienes “otorgan” graciosamente la vicepresidencia. Lo establece el art. 58: el Senado elige a sus autoridades por el voto de la mayoría de sus miembros.

El porotómetro todavía no cierra: a los 32 propios se le podrán sumar otros 3, pero se necesitan 3 más. Clarín, tribuna de doctrina, adelanta y es escéptico: “la oposición unida está en condiciones de arrebatarle el cargo, pero no será sencillo que todos tiren del mismo carro”. Hoy una promesa, mañana una traición... Es difícil imaginar a Cabanchik acordando con Rodríguez Sáa y saliendo impoluto de la partida.

Al gobierno le resultará menos difícil encontrarlos.

Un viaje oportuno y obligatorio, una enfermedad molesta, pueden quebrar todas las tradiciones. Los casos Lastiri y Puerta son dos antecedentes, y si olvido alguno sería bueno que el lector me refrescara la memoria. Dentro de la ley, todo.

Intermezzo
El escenario principal en este momento carece en todo sentido de mayorías claras, y nadie puede consolidar su dominio con tranquilidad, como para respirar. El gobierno apresta una batería de respuestas: está harto comprobado que no es de entregarse.

Néstor Kirchner estaría al frente de la cámara de Diputados (con lo cual se convierte en un potencial candidato a la Rosada) y mediante la nueva ley de partidos políticos intentará dar otra de las varias madres de todas las batallas en el PJ. Cristina hará uso del veto presidencial, y a juzgar por su ánimo institucional, en pocas oportunidades, sin exagerar. Como su marido, la depresión la fortalece. Junto con Rossi, la presencia de Néstor promete convertir al recinto en una plaza de toros.

Funcionaría como disuasor, como un Reagan amenazando a la URSS con la guerra de las galaxias. La medida tiene su riesgo, porque dará argumento a los medios para escandalizarlos: que vivimos una plutocracia o mafiocracia peruca, o lo que fuera. Es decir, el disuasor recibirá todos los misiles, y allí se sentirá en su salsa.

Si la única salida viable luego de las elecciones de junio fue el recueste del gobierno sobre los pequeños partidos progresistas, y el proyecto de reforma política dejó a esos aliados con la sangre en el ojo porque la reglamentación concentra el poder en los grandes, habrá que ver si pasan factura con lo que queda para el futuro, que no es poco.

De todos modos, el despecho no parece unirlos: Sabbatella luce con una actitud más abierta hacia el gobierno que Pino, y Solanas no es lo mismo que Lozano. En este sentido, hay que anotar el pase de Saín al partido de Sabbatella, al que se le nota mayor coherencia que a Proyecto Sur, al menos para no colocar al gobierno en el rol de Enemigo del Pueblo. Hasta Gerardo Sofovich puede sentirse un Ibsen en sus ratos de delirio.

Este oficialismo no es idéntico al de 2003-2007 porque Cristina valoriza de otro modo la tarea del Congreso y el efecto de la ley. Esperemos, por ejemplo, que para neutralizar a la oposición en el tema inseguridad, no se recurra a otra Reforma Blumberg. La política económica (holdouts) sigue por otros carriles, con su propia lógica menos crispante para la oposición.

Representaciones
En esos aprietes resuenan y seguirán resonando los tambores lejanos del acuerdo a que puedan arribar el moyanismo de la CGT y el sector Yasky de la CTA, y allí es decisivo el papel de Tomada. Tanto el ministro como su segunda, Noemí Rial, y Recalde, abogados laboralistas, conocen el hilado fino de lo que se teje en Azopardo.

Saben, por ejemplo, que si aceptan al nuevo sindicato de empleados de Metrovías, Moyano llorará por un ojo. Y si no lo aceptan, el PO habrá encontrado su coartada perfecta con la consiguiente ocupación de calles, medios que entran en estado de crispación, etc. Lo cual no dejará de ser incómodo para la interna de la CTA, que no quiere verse en el papel que le asignó Belén. Hay otra cuestión que no se le puede endilgar a la dirigencia de los subtes: es representativa de sus bases como nunca antes.


El papel de Cobos
La foto del mendocino luce como la de mayor cantidad de alfileres clavadas en el odio kirchnerista, pero se exagera.

Es cierto que Cobos ha mantenido reuniones públicas y no tan públicas con la oposición, y que públicamente ha estado en contra de las principales iniciativas presidenciales. Pero da para dudar, teniendo en cuenta que la principal cualidad que atraviesa a esta oposición, desde Cobos a Macri pasando por De Narváez y Solá, no es la calidad de estadista sino una sólida boludez y una dificultad extrema por acordar gracias a los intereses particulares contradictorios que defienden. El entuerto de Macri con la policía es un ejemplo insuperable de esa vulgaridad.

Contra la opinión generalizada, quien firma este artículo descree que Cobos sea el mascarón de proa del proyecto destituyente. En todo caso es solo un mascarón, ese adorno puesto en la base del bauprés, pero es otro el piloto que timonea el buque. La función mítica del mascarón, dirán los viejos lobos de mar, es augurar buenos vientos a las embarcaciones. Precisamente por eso.

Aquí no hay políticas de largo plazo sino maniobras de combate que a veces se quedan en escaramuza. Pocos recuerdan hoy que Reutemann era la Esperanza Blanca de K a fines de 2008, y luego Cobos pasó a ser la Esperanza Blanca de lo anti-K con la 125. En esta Argentina, las Esperanzas Blancas no corren: Pierre Nodoiuna, como lo bautizó Artemio López, las demuele sin compasión.

El verdadero papel de Cobos es una sospecha instalada con el no-positivo de la 125 y a pesar de varios hechos en contrario. Una serie de sólidos argumentos que le quitarían entidad (desde los dichos de José P. Feinmann –“Kirchner está loco”– hasta los documentos de Carta Abierta) no logran quitarle toda su pertinencia. Si Kirchner es, como afirma Rouvier, un “animal político”, su reflejo principal es conservar el poder, y con un voto sí-positivo habría estado al borde de perderlo. Lo demostró una y otra vez, como por ejemplo a las 48 horas de las elecciones de junio, cuando todos lo creían definitivamente derrotado.

En aquel momento, cuando el Senado le dijo no a las muy oportunas reformas de Diputados al proyecto chirle de la versión Lousteau de la 125, el empate ponía al país en un serio apuro institucional que pudo ser aprovechado por los reunidos en el Monumento A los Españoles para intentar la quema del Palacio de Invierno. No hacía falta mucho: sólo la complicidad de alguno de los traidores y falsarios que trabajan en el Congreso con abundantes sueldos de asesores de nada. Otra vez la puerta sin llave que permitió a Rodríguez Sáa acceder a la presidencia, con un compañero muerto en las escalinatas. Con lo que a la crisis institucional se le hubiera agregado una situación violenta que requería represión policial, de consecuencias imprevisibles. Con esa jugada, los sectores medios habrían tenido la oportunidad de estar reviviendo la Comuna de París porque todos eran el campo, y ponerse en víctimas propiciatorias del peroncho-kirchnerismo. ¿Qué habría pasado con un muerto en ese ucrónico enfrentamiento? ¿Quién lo habría tomado como bandera de lucha? Cuando suenan los disparos, aunque sean de goma, la lógica es la lógica de las armas.

En definitiva, cabe aventurar que Cobos no es tan enemigo de Kirchner como parece, y que ambos sobreactúan el enfrentamiento. Al fin y al cabo, no fueron razones programáticas las que los unieron para definir la fórmula con Cristina. El fenómeno Colombi es todavía un misterio en este mismo sentido, y se exagera cuando se le da la bienvenida al campo nacional y popular.

Cobos intuye que no tiene chances de gobernar aunque hipotéticamente (tendrá que pasar tres gólgotas electorales) ganara las presidenciales, porque una cosa es el origen y otra el ejercicio. Sería un módico De la Rúa, lo que es mucho decir, no importa que la UCR le perdone la traición, y el poder económico concentrado sabe que no es cosa de jugar con fuego. Es imposible imaginar un país en el que Leopoldo Moreau vuelva a bajar línea desde los medios.

De liderazgos y otras yerbas
Kirchner sí es de jugar con fuego.

Enfrente no existe hoy una derecha orgánica, ni cuenta esta con un liderazgo, no digo definido hoy mismo sino uno que se avizore para el futuro próximo. Los grupos económicos, a la vez, pugnan por terminar siempre en el PJ, que al parecer asegura gobernabilidad, pero en un PJ amaestrado, y no tienen que rebuscar mucho para hallarlo.

El radicalismo podrá unificarse, aunque muchos terminen votando a Cobos con un broche en la nariz. En cuanto al PJ, la batalla interna dejará muchos contusos y no pocos odios irreconciliables que significará nuevas rupturas a la derecha de su televisor, hacia el PRO liberal. Ahora dicen que Alberto Fernández firmó un pacto con Macri. Una tercera fuerza de centro izquierda tiene posibilidades de arrimar el bochín pero no hay que desestimar el poder vitriólico de Carrió, que jugará entre esta y el radicalismo, en ambos sin ninguna convicción.

Con semejante panorama, la marcha hacia mayorías firmes, que aseguren el avance en una determinada dirección, quedará para nuevas ocasiones. Y la enunciación de eventuales pactos, como el de la Moncloa o cualquier otro, para solaz de diletantes y embusteros. Como lo precisaba el politólogo Mocca la semana pasada, semejantes acuerdos requieren consensuar entre oficialismo y oposición temas como la distribución de la riqueza, los servicios privatizados y el rol del Estado, y en eso no hay arreglo posible.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.