El clima de protesta y malhumor social crece día tras día. Viene creciendo dese hace dos años y medio prohijado por las políticas de ajuste permanente del gobierno macrista.
El contundente paro nacional de la CGT, fue un paso más en la protesta social contra el modelo neoliberal del FMI.
Seguramente será el comienzo de una nueva etapa de lucha y confrontación.
En la medida que Macri eligió el acuerdo con el FMI como su política central y profundice las reformas neoliberales, los sectores populares deberán actuar con más firmeza en defensa de sus derechos.
La grieta y el agotamiento del relato
Hasta diciembre de 2017, el sistema político, social y mediático estaba atravesado por una “grieta” que partía en dos a la sociedad. Esa grieta existente desde los comienzos de nuestra historia, fue alentada y alimentada por el odio de clase de la burguesía dominante y las corporaciones mediáticas, a través de sus periodistas mercenarios, ante el avance de los sectores populares representados por el gobierno de Néstor y CFK. Un avance tímido, que no llego a tocar los verdaderos intereses de la clase gobernante, pero no tolerado por la élite, que se siente dueña del país.
Esa grieta que dividía en dos el país fue alimentada por el propio gobierno primero como estrategia de campaña y luego como estrategia de gobierno. Construyeron y demonizaron un “Otros”, el enemigo Kirchnerista, “el populismo”, el mal absoluto. Y un “nosotros”, la gente capaz, bien vista, educada, racional, buena administradora, gente linda y rica. Eran una nueva derecha, moderna, democrática, eficiente, etc. Construyeron un discurso sencillo, que apelaba a las consignas basada en el New age, en un individualismo extremo, en un liberalismo simplón, en un emprededorismo y una meritocracia, todo en mensajes vacíos, y como dice Duran Barba destinados a “un receptor de escaso nivel intelectual, sin capacidad de pensamiento abstracto, un individuo de una edad mental de 9 años”. A pesar de este desprecio por sus votantes, las técnicas de comunicación y marketing fueron usadas con eficiencia. Por ejemplo la marca “Cambiemos” fue un hallazgo ya que lo convirtieron en un significante vacío, donde cada uno ponía lo que quería o deseaba.
Sin embargo, las técnicas de marketing que te ayudan a llegar al gobierno, no alcanzan para gobernar. El marketing y la comunicación no pueden tapar la realidad, y menos la falta de política.
La estrategia general fue dando resultados hasta las elecciones de 2017, de ahí en más el macrismo aceleró su proyecto político de reformas de las estructuras sociales, a partir de quitar derechos a los trabajadores y los jubilados, desarticulando sectores para ellos ineficientes como la industria pymes, bajando salarios y abriendo la economía al capital financiero internacional.
Cuando la oposición y la sociedad ganaron la calle en diciembre, con manifestaciones masivas a pesar de la represión estatal, el gobierno perdió la iniciativa a pesar de algunas victorias pírricas y quedó preso de sus propias contradicciones y de la inviabilidad de su proyecto político. Agravado por una pésima gestión de la economía, su escaso “timing” político para manejar el ajuste, los tarifazos y el endeudamiento, y una lectura sesgada e ideológica de la política internacional.
“Veníamos bien, pero pasaron cosas” dijo Macri en un reportaje. Y, si, pasaron cosas, pasó la política y pasó la realidad.
Cuando se cortó en enero el flujo de dólares, todo el esquema “atado con alambre” del macrismo se derrumbó.
La crisis se manifestó en las corridas cambiarias, devaluación, inflación, etc, sin embargo no fue ni es solo económica, también fue política.
La Alianza Cambiemos se quedó sin relato, las fórmulas que le permitieron gobernar dos años se desmoronaron, ya no tenían efectos los globos amarillos, ni las promesas vacías de un mundo feliz por venir y menos la demonización del kirchnnerismo, ni la pesada herencia.
Sin respuestas políticas, sin un plan económico alternativo, Macri quedo desnudo en medio del escenario, mostrando todas sus limitaciones y las de su equipo. Pasó de ser un estadista que nos proponía un escenario individual y colectivo venturoso a dar consejos de cómo ahorrar energía. El “mejor equipo” paso a ser un conjuntos de “chicos bien” caprichosos, torpes y soberbios, que corrieron a meterse debajo de la cama cuando las papas empezaron a quemar
La salida, por ahora, fue arrojarse a los brazos del FMI para ganar tiempo y apoyo político para avanzar en las reformas estructurales que ya venían aplicando.
Perdida de la hegemonía
Decíamos más arriba que a partir de diciembre de 2017 en la medida que avanzaron sobre la reforma previsional y laboral, a fin de bajar salarios y condiciones de trabajo y bajar los ingresos reales de jubilaciones y pensiones, fueron perdiendo consenso y adhesión en sectores medios y bajos, muchos de los cuales lo habían apoyado hasta ese momento. El ajuste permanente, el traspaso de recursos de los jubilados de cien mil millones de pesos hacia las arcas de la gobernadora Vidal o el brutal tarifazo, un manotazo en los bolsillos de las clases medias hacia las empresas de energía, cuyos dueños son los amigos, socios o testaferros de Macri, son un saqueo a los trabajadores y sectores medios para beneficiar al capitalismo de los amigos.
Esta brutal transferencia de riqueza, en un mercado que se achica, una alarmante concentración de la riqueza, una galopante deuda externa y una fuga de divisas hacia los paraísos fiscales, hacen crecer el mal humor y el descontento social, aun en franjas que votaron o apoyaron en su momento al gobierno.
Las encuestas muestran esta realidad, la perdida de Macri y su gestión está entre un 65/70 % de imagen negativa.
La alianza Cambiemos construyó una imagen de sí misma, de una “nueva derecha”: Democrática, republicana, respetuosa de los derechos humanos, eficiente, tolerante, dialoguista, generadora de consensos, hegemónica, etc.
Muchos politólogos, analistas y algunos políticos de la oposición compraron esa imagen, así como los mitos tradicionales, pero todos falaces, sin sustento histórico, de la derecha liberal
Sin embargo, rápidamente mostró la hilacha, esta derecha es la misma de siempre, violenta, autoritaria, poco democrática, amoral, y sobre todo como sus antepasados, es una clase saqueadora, que construyó su poder y fortuna sobre la sangre de indios y criollos, apropiándose de tierras y recursos del Estado.
Su modernidad pasa por las formas y herramientas, no tanto por el contenido. Su proyecto sigue siendo un país agro exportador, extrativista, y servicios, sobre todo financieros. Un modelo parecido a la chilena, pero inviable aquí porque excluye a millones de argentinos. En su precariedad política e ideológica, buscan un volver a una Argentina pre peronista.
Su credo en la “mano invisible” del mercado como regulador de la vida social y económica, por ende el achique del Estado en sus funciones, los debilita; el mercado no se auto regula, no genera política, ni construye hegemonía, por el contrario solo destruye el tejido social y económico de un nación, afectando o dañando sobre todo a los más débiles.
Su incapacidad y a su vez su imposibilidad de construir consenso sociales que apoyen su modelo de país los convierte en una fuerza política peligrosa para la democracia. El descontento y la protesta social están creciendo, y es indudable que el conflicto escalara en la medida de la profundidad del ajuste. ¿Cómo manejara el conflicto en la calle? ¿Con Violencia y represión?
Sin dudas, que el apego por las formas democráticas y republicana no son su fuerte, por el contrario hasta el momento han avasallado a la justicia, colonizando el sistema con jueces amigos funcionales a sus políticas represivas, criminalizando la protesta social y política. Treinta presos políticos en su haber, siendo el caso emblemático Milagro Sala, o la criminalización de la protesta mapuche, con dos asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad, son ejemplo de persecución de la oposición real o potencial. Muestran en estos casos el miedo de clase que esta derecha tiene por la organización y movilización popular.
Su Discurso se endurece día a día; lejos quedaron los mensajes que anunciaban un futuro idílico de unidad para todos los argentinos. Al no tener relato, muestran su verdadero rostro, el de la derecha prepotente y excluyente. Así Vidal, sin “coaching”, se muestra tal cual es, le niega el derecho a la universidad a los pobres o cierra hospitales en los centros urbanos del gran Buenos Aires; Macri, mientras regala millonarios negocios a sus amigos, le niega a los trabajadores la posibilidad de usar gas o electricidad, Patricia Bulrich equipa a las fuerza de seguridad con tecnología de punta para reprimir la protesta social, mientras asesina a activistas mapuches desarmados.
El gobierno acordó con el FMI para salvar la coyuntura jaqueada por las corridas cambiarias producidas por sus propios amigos y socios, como el JP Morgan o el Deutsche Bank. Ahora necesitan, ante el desastre causado por las políticas erráticas del Banco Central que financiaron la fuga de capitales, garantizar a los que todavía están dentro del sistema (sobre todo los fondos buitres) una salida rentable. Los fondos que aporta el FMI solo servirán para financiar esta salida y la fuga de divisas. En el camino quedaran los encajes de los bancos, que servirán también para garantizar la salida de las Lebac, pero que nos dejara al borde de una corrida bancaria.
EL gobierno festeja en su falta de buenas noticias la declaración de “país emergente”, como si eso trajera las esperadas inversiones externas y lo único que garantizan es aumentar el saqueo de nuestra riqueza. En todo este plan macabro solo les falta apropiarse de los bonos y acciones del Fondo de sustentabilidad del Anses. Van por él, rápido, antes que todo se les derrumbe.
Y decimos plan macabro porque cuesta pensar que todo este desquicio económico y financiero sea solo una mala praxis, torpeza o ignorancia; más bien parece ser un plan metódico de apropiación de la riqueza de los argentinos por parte de la banca concentrada y las corporaciones, y su posterior fuga hacia paraísos fiscales o casas centrales, dejando un país arrasado, con una economía concentrada en sus manos y endeudado por varias generaciones. La deuda funciona así, como limitante de cualquier intento de llevar adelante políticas o un programa distinto al modelo imperante.
El próximo gobierno deberá y tiene la obligación de llevar a todos estos funcionarios ante la Justicia. Ante una justicia que investigue en forma independiente tanto ante el poder político, pero sobre todo frente a las corporaciones, beneficiarios eternos de la corrupción institucionalizada.
Final anunciado
El gobierno macrista ha perdido la iniciativa, deambula sin rumbo, aplicando con entusiasmo un programa de ajuste, empobrecimiento de la población, mientras ellos y sus amigos generan negocios millonarios a costa del resto.
Seguramente la inviabilidad del proyecto generará cada vez más irritabilidad y mal humor social. Este ajuste violento solo promoverá resistencia y violencia social.
Decíamos en artículos anteriores que el tiempo de Macri ya fue, corre por ahora con tiempo de descuento.
La derecha neoliberal es un tren que corre a toda velocidad, inexorablemente, hacia un paredón. Cuando eso ocurra dejara una vez más tierra arrasada, un pueblo empobrecido y endeudado por décadas.
Los sectores populares deben una vez más hacerse cargo de la crisis, primero para frenar esta política de saqueo y luego prepararse para gobernar y sortear la crisis.
Para ello hay que recuperar la política como arma de lucha, las respuestas serán políticas. Hay que organizar la protesta, poner política y conducir el conflicto social.
Lo que viene no es bueno, el daño será grande, pero hay que organizarse y empezar a pensar el día después. ¿Cómo seguimos? ¿Cómo reconstruimos el país? Y sobre todos como cambiamos la matriz productiva de Argentina, que rompa el circulo vicioso de gobiernos populares versus gobiernos de derecha. El objetivo central debe ser romper la estructura legal, cultural y económica que da sustento al modelo neoliberal basado en agro exportación, commodities y servicios bancarios y financieros, implantado durante la dictadura militar y consolidado en los 90.
La historia continua, no es lineal ni esta predeterminada, la construyen los hombres día a día, ladrillo a ladrillo. Hay que prepararse para ser protagonistas de esta etapa o resignarnos a ser meros espectadores de la decadencia argentina.
Antonio Muñiz
Presidente del Partido Justicialista- Luján
26 de junio de 2018
La primacía de la política.
Por
Antonio Muñiz
Marea Verde
La media sanción de la ley es un triunfo que marca la nueva realidad.
Es contra factico, pero es muy probable que sin esa manifestación callejera de
mujeres la ley no hubiera sido aprobada.
La presión de la gente movilizada en la calle logró en principio que la
mayoría de la Cámara de senadores expresaran que la ley tendrá sanción
definitiva cuando pase por esa cámara. La calle ganó la pulseada a la
burocracia política. Algo que no estaba en lo cálculos de nadie.
Garantizar la gobernabilidad
Días atrás el senado transformó en Ley el proyecto aprobado en la
Cámara de Diputados para retrotraer las tarifas a los valores de fines del
2017. Inmediatamente el Presidente Mauricio Macri vetó la nueva legislación.
Todo sigue como estaba antes del debate, el gobierno privilegió los
intereses de las empresas, cuyos dueños son amigos y en algún caso testaferros
de Mauricio Macri. Seguirán ganando millones por mes apropiándose de gran parte
de los ingresos de los sectores medios y bajos. Un verdadero saqueo a los
asalariados.
Más allá de la ley y de consideraciones éticas y políticas el veto
presidencial es una atribución que la Constitución da al presidente de la
república.
Podemos traer otros ejemplos anteriores, cuando la “oposición
peronista” o así autodefinida votó y avaló todas las medidas propuestas por el
PE en cuanto a pago a los fondos buitres, o avalaron por acción u omisión el escandaloso
endeudamiento externo o callaron ante escándalos como el arresto político de
Milagro Salas, el hundimiento del Ara San Juan o el asesinato de Santiago
Maldonado.
Existe y siempre ha existido una lógica “política institucionalista”,
el ejemplo más notorio de esa lógica es el Senador Pichetto que pasó de
presidir el bloque kirchnerista del senado a ser el “Hombre de estado” que
garantiza la gobernabilidad, a ser el principal sostén de la Alianza gobernante
durante los primeros dos años y medio.
Por supuesto que esta lógica esconde detrás de ese discurso institucional y defensa de la
república, una política de roscas y contra roscas, reparto de cargos,
canonjías, obras públicas y muchas veces aporte del tesoro para que algún
gobernador amigable pueda pagar los sueldos en tiempo y forma. Es política de
palacio, que a su vez esconde políticas de clase y de intereses económicos y
empresarios no siempre visibles.
Es cierto y es posible verlos y oírlos a algunos legisladores que
asumen un papel de opositor férreo, un defensor o un tribuno del pueblo. En
general son casos aislados, algunos de ellos son de partidos de izquierda,
otros más aislados todavía son parte del kirchnerismo, Ni unos ni otros mueven
el amperímetro social. Es mas sobre todo la izquierda termina siendo funcional
al modelo que pretende cuestionar, ya que al no tener políticas de toma del
poder se convierten en una minoría simpática aunque un poco molesta. Distinto
es el caso del Kirchnerismo, que si
tiene una política y una praxis de poder que el régimen abomina pero sobre todo
teme. Igualmente en estos dos años y medio no ha sido una oposición fuerte, más
allá de los declamativo. Quedó preso del discurso del adversario, no quiso ni
quiere aparecer como el que pone palos en la rueda, el que atenta contra la
gobernabilidad y por lo tato navega en aguas poco profundas sin hacer grandes
olas.
A la CGT en particular y al movimiento obrero en general lo pasa algo
parecido no han querido ser la oposición en serio, no quieren ser acusados de
golpistas ni destituyentes. Ese análisis más el miedo a terminar presos como
Pedraza, Zanola o el Caballo Suarez los obligo a una política complaciente y en
muchos casos cómplice del gobierno.
Ninguno de ellos, sobre todo alguno de los miembros del triunviro, se
animó a ser el Ubaldini de la etapa.
Cuesta abajo
Pasada las elecciones de medio término donde el macrismo ganó
cómodamente y sintió que tenía el camino libre para la reelección de Macri en
el 2019. Así creyendo que le habían dado un cheque en blanco avanzó en
diciembre con la reforma previsional y laboral, dos reformas claves para su
modelo.
Sin embargo nuevamente la calle fue la caja de resonancia de la
política. Masivas marchas y movilizaciones acontecieron en el mes de diciembre.
Si bien el gobierno pudo, con el apoyo de los bloque opositores, aprobar la reforma previsional no pudo y tuvo
guardar para tiempos mejores la reforma laboral.
Las movilizaciones populares hicieron retroceder al gobierno. Si bien
algunas marchas fueron reprimidas formas violenta, la represión no pudo parar
la voz de la calle. Macri pagó un alto costo por esa ofensiva reformista y ya
nada volvió a ser como antes.
Comenzó allí una cuesta abajo, lenta e inexorable.
Las inconsistencias del programa económico eran visibles para cualquier
persona medianamente informada. Las consecuencias de los errores de
diagnóstico, el brutal aumento de tarifas para beneficiar al capitalismo amigo,
el quite de retenciones al campo y a la minería, la quita de impuestos a los
sectores más altos ingresos, más por otro lado una devaluación inicial, un
endeudamiento feroz e innecesario, un quita de salarios, inflación, despidos,
llevaron a un modelo que solo era sostenible en el tiempo con endeudamiento.
Cuando este se cortó, se acabó el flujo de dólares y comenzó la corrida que
sigue hasta nuestro día.
El gobierno sigue corriendo de atrás a la crisis y a la devaluación
diaria, mientras se ata al FMI y plantea como solución un ajuste más feroz. Los
caminos que nos condujeron hasta esta situación no nos van a llevar a la
salida, por el contrario van a profundizar la crisis con un costo social y
económico suicida para el país.
El macrismo es hoy un conductor autista, corre detrás de los
acontecimientos y de los mercados sin atinar a gobernar, así sigue quemando
capital político aceleradamente y arrastrando a sus aliados y principales
figuras.
Rotos los pactos de palacio con la “oposición”, intenta obtener
gobernabilidad a través del acuerdo con el fondo. Sabe que para profundizar el
ajuste necesita apoyo político y con lo que tiene ya no le alcanza, por eso busca
alianzas con grupos económicos locales como la UIA, Techint, etc y
desesperadamente con gobernadores “amigos” y sus legisladores.
Si bien la “oposición amigable” le dio una mano al gobierno al no dar
quorum a la sesión que debía tratar el acuerdo con el FMI, todo hace parecer
que el peronismo en su conjunto se va a ir alejando del gobierno en la medida
que se acerca el 2019 y la crisis se agudiza.
A pesar de que a los economistas no les gusta reconocerlo la economía
es básicamente política. Todo se reduce a la política.
El gobierno está inmerso en una crisis política que el mismo generó y
que por limitaciones ideológicas e intereses de clase no puede resolver.
Este gobierno inventó una crisis que no existía para justificar el
ajuste a los sectores populares, y por su avaricia por los negocios y su
incapacidad política genero un plan de gobierno que era y es inviable
políticamente, no solo excluye a millones de argentinos, sino que deja afuera a
muchos de sus posibles aliados.
Las relaciones sociales están siempre atravesadas por relaciones
políticas, esto es, por relaciones de fuerza, conflictos de poder, tensiones
entre grupos con intereses contrapuestos, cada uno de los cuales pugna, desde
posiciones que rebasan ampliamente el marco político formal, por construir un
determinado ordenamiento social y no otro.
Por ende siempre hay un elemento sustancial, precisamente la dimensión política en sentido
amplio, es decir, no reducida al terreno “formal”, “institucional”,
estatal-partidario, sino extendida a toda la sociedad.
Este es el cuello de botella de las concepciones neoliberales. Al
plantear la economía sobre la política, error común del marxismo ortodoxo como
del liberalismo económico, hay una variable fundamental que no ven, la dimensión política.
La política y la calle:
Como decíamos más arriba la política atraviesa toda la sociedad. Por lo
tanto una visión que solo tenga en cuenta lo formal- institucional, o lo
estatal – partidario carecerá de eficacia, la política también se juega en la
calle.
Las movilizaciones populares y todos los intentos de organización
social, fueron siempre demonizados por el pensamiento hegemónico y los medios de comunicación. El Pensamiento
que inyectan en la sociedad es que no sirven, que nada se logra, que son la expresión
de grupos minoritarios y violentos.
Sin embargo Argentina tiene larga historia en este sentido, desde las
movilizaciones en la semana de mayo de 1810, que forzaron la salida del Virrey
y aceleraron la ruptura con el modelo colonial, hasta el 17 de octubre de 1945,
que hicieron irrumpir a los trabajadores a la escena política, las
movilizaciones populares de fines de los sesenta y comienzo de los setenta, la
movilizaciones en defensa de la democracia en los ochenta, la lucha en las
calles del 2001, ante la crisis del modelo neoliberal, las marchas contra la
ley del 2 x1, y más recientemente en diciembre de 2017 que pusieron un límite
al “reformismo” neoliberal del macrismo.
La calle fue el escenario de todas las luchas
populares.
Es indudable que el ajuste que plantea el gobierno y hoy acordado con
el FMI está generando un profundo malestar social, existe un mal humor social
en aumento, ante la funesta realidad que nos plantea el ajuste permanente:
tarifazo, inflación, devaluación, recesión, despidos, cierre de empresas, una
situación económica y social que poco a poco va asfixiando a la sociedad. La
respuesta, ante la falta de políticas opositoras que pudieran poner freno al
macrismo, fue la protesta, la movilización, la organización de base, etc, Así
la dinámica del conflicto fue creciendo y extendiéndose. Hoy son numerosos los
focos de conflicto en el interior, por ejemplo Jujuy, Chubut o Neuquén, hasta
la propia Buenos Aires. La marcha federal de hace una semanas fue ejemplo de la
masividad del daño que el modelo neoliberal está haciendo en todo el entramado
social y productivo del país.
Todo hace suponer ante la agudización de las medidas de ajuste que la
dinámica del conflicto se retroalimentara. Estamos ante un paro general en unos
días, que seguramente será light porque
la dirigencia de CGT fue forzada por las bases y la realidad a llevarlo
adelante, sin estar convencida de ello, pero es un paso importante en la lucha
de los sectores populares.
Decíamos en un artículo anterior que las luchas y movilizaciones
sectoriales, por muy legítimas que fueran, muchas veces no alcanzan los
objetivos deseados, provocando un desgaste y desmoralización de la militancia
que no ve resultados concretos, la mayoría de las movidas sectoriales no hacen
mella en el gobierno.
Sin embargo también sostenemos que estamos ante un enemigo muy
poderoso, que cuenta con fierros para la represión, los medios de comunicación
para tergiversar la realidad y una justica corrupta y cooptada para
criminalizar la protesta política y social, es necesario actuar con
inteligencia y paciencia. La lucha puede ser larga y prolongada. Es este marco una acción coordinada de ganar
la calle, movilizar, organizar, avanzar, golpear y retroceder para volver a
organizarse y volver a golpear, desgasta al poder, pero requiere de unidad, organización,
tiempo y paciencia.
Ríos subterráneos.
La crisis política y económica esta, se va a profundizar, porque la
lógica de ajuste y saqueo va a persistir. El conflicto va a escalar como
respuesta de la sociedad.
Ahora las pregunta que debemos hacernos es
¿podemos generar un movimiento político que dé respuesta a todos los reclamos
sectoriales? ¿Podemos generar un proceso de unidad de todos los sectores
populares que pueda frenar primero y derrotar después el avance neoliberal
conservador? ¿Puede ser la calle el ámbito donde se de esa síntesis?
Muchas preguntas y pocas certezas, ya que las respuestas las tiene que
generar el propio pueblo en lucha.
Nada van a venir de dirigentes providenciales ni mesiánicos. Nada va a
venir de acuerdos de dirigentes de cúpula.
Lo que surja será el fruto de la militancia y del pueblo organizado. Lo nuevo tiene que venir
de abajo hacia arriba.
En principio como hemos sostenido anteriormente en otros artículos que
las reivindicaciones sectoriales sumadas no constituyen en sí misma un programa
alternativo. Para nosotros desde una lógica peronista es necesario un proyecto
más amplio, abarcador, que contenga esas reivindicaciones sectoriales pero a su
vez las supere en un proyecto nacional, que tenga como objetivos la integración
latinoamericana, la inclusión social, la independencia económica, la liberación
de la patria, etc.
Se debe trabajar mucho desde la política con la militancia y con el
pueblo organizado para lograr unidad de acción y unidad política, que
sintetice en un movimiento nacional y popular que pueda enfrentar y derrotar a la alianza hegemónica.
Seguramente, como venimos sosteniendo la batalla final para frenar el
proyecto neoliberal será en las calles, para luego derrotarlos rotundamente en
las urnas,
Para ello debemos construir ese proyecto político, hoy ausente, pero
latente en nuestra historia y nuestro inconsciente colectivo, que pueda pensar
la realidad desde modelos propios, pensarnos como una nación y un pueblo
integrado a la Patria Grande, con una visión universalista, como planteaba
Perón
No basta con la crítica puntual, ni con la creencia de que nosotros lo
haríamos mejor, es necesario cuestionar
el modelo neo liberal vigente y las instituciones políticas y estatales que le dan sustento; construir una democracia social, directa y
participativa y una sociedad donde el hombre sea el centro de todas las cosas,
donde la economía este supeditada a la política y ambas al bienestar general.
Claro que no es simple, tal como lo demuestran la experiencia social y
política, pero ese es el desafío que nos plantea la historia,
La historia muestra que muchas veces las ideas y los cambios van como
ríos subterráneos, se van formando, creciendo y tomando presión, hasta
encuentran un espacio libre y salen a la superficie con la fuerza de una
inundación.
Tal vez estamos en ese proceso, que no vemos,
pero que todos con nuestro trabajo diario estamos alimentando.
Antonio Muñiz
20 de junio de 2018
Algo huele mal en Luján, una ciudad abandonada a la buena de Dios
Lamentablemente los vecinos de Luján vemos una
ciudad cubierta de basura producto de más de dos meses de conflicto con los
trabajadores municipales. Basurales a cielo abierto en las calles, incluido el
centro comercial, que ve desbordados los contenedores que el municipio puso de
apuro, para paliar el problema.
El conflicto lleva larga data por la
incapacidad del gobierno de la alianza Unión Vecinal, Pro y UCR, de dar una
respuesta medianamente satisfactoria a los trabajadores.
La situación es grave, pero esto es resultado
de un largo proceso de decadencia del gobierno local.
Un intendente ausente en el sentido más
literal del término. No está, no se ocupa, no va siquiera al municipio. Por
ende, una gestión municipal que está paralizada, no hay equipo, no hay
funcionarios que cumplan su tarea, funcionarios de jerarquía que van tres horas
por día al municipio o el secretario de Obras Públicas, que en medio del
conflicto de la basura, se fue muy campante a Rusia a ver el Mundial.
Para agravar más la situación, Luján es el
principal polo textil en tejido plano del país, trabajan en la actividad más de
5000 personas, más todo el trabajo indirecto que esta industria genera. Este
sector está en una crisis muy seria, víctima de las políticas económicas del
gobierno nacional, contra las industrias Pyme. La principal empresa del Parque
Industrial Flandria, productora de telas para jean, cerró sus puertas por 30
días.
En este caos económico y productivo que
vive Luján, la gestión del intendente
Luciani tiene un comportamiento autista. No se ocupa de nada y no da respuesta
alguna a los problemas. Muchos, producto de la crisis que vivimos, pero muchos
otros de larga data, que el gobierno arrastra sin darle respuesta, haciendo que
casi nos acostumbremos a ese estado calamitoso de la ciudad. Entre otros: la
planta depuradora sin funcionar, la Terminal de colectivos en franco deterioro,
falta de inversión y trabajos en la
cuenca del Rio Lujan, con el riesgo de las inundaciones, toda la zona turística
ribereña abandonada, esperando un plan de desarrollo turístico que anuncian año
tras año, pero que nunca implementan.
Así, la municipalidad arrastra un déficit de
más de 240 millones de pesos, no puede pagar los sueldos y lo hace en cuotas;
llena la planta de personal con ñoquis y militantes de Cambiemos, contrata un
número exagerado de funcionarios con sueldos muy altos y desmedidos. Todo esto
hace un cóctel complejo para el futuro de Luján.
Las desprolijidades de gestión van en aumento,
un ex secretario de Economía y actual concejal en juicio oral y público por
comprar(se) alimentos secos a una empresa de su propiedad, en una clara
flagrancia de hacer negocios estando en los dos lados del mostrador.
O lo más grave, la instalación de una usina
termoeléctrica, en un barrio de Luján, violando toda la normativa vigente, que
prohíbe en todo el partido de Luján empresas contaminantes de 3ra. categoría.
Todo el trámite administrativo y su paso por el HCD muestran el desprecio de
esta gestión hacia la ciudadanía y también a todo precepto ético y legal. El
colmo de la arrogancia y la desfachatez, fue llevar patotas al concejo
deliberante para amenazar a la oposición o lanzar una campaña de desprestigio y
calumnias hacia aquellos concejales que no se fueron “permeables” a los dineros
de la empresa, ni se dejaron amedrentar
por las patotas.
Un verdadero mamarracho político y
administrativo que muestra la impericia de los funcionarios y en algún caso
sospechas de venalidad en muchos de ellos.
La lista de problemas que arrastra Luján es
larga y en algunos casos muy complejos de resolver, dado el deterioro creciente
por falta de políticas y de gestión adecuada:
Medio Ambiente, Seguridad, el estado
calamitoso de un hospital municipal convertido en una “caja negra” para
recaudar para un sector del radicalismo local; la falta de servicios públicos
esenciales en barrios y localidades y, entre otras cosas, las obras iniciadas
para la campaña electoral de 2017 y no terminadas, siendo esto una verdadera
estafa a la población. Por ejemplo, la continuación de la remodelación de la
calle San Martin, que quedó paralizada o más grave aún, las obras prometidas en
el barrio Ameghino, iniciadas y canceladas al mes, por falta de presupuesto.
Todo muestra una improvisación que asombra y asusta, porque les quedan todavía
18 meses de gestión.
Todos los vecinos de Luján tenemos la
sensación de que esto no va más, que es necesario dar un giro y dar vuelta esta
situación de decadencia material, pero también moral y ética que sufre nuestra
localidad.
Una de las ciudades más hermosas de la
provincia de Buenos Aires, bendecida por la presencia de la Virgen de Luján,
capital histórica del mini turismo, con un calidad de vida envidiada por otras
ciudades de la región, está hoy convertida en un gran basural, arrastrando los
problemas de una conurbanización creciente, todo fruto de una gestión
ineficiente, que no entiende los cambios políticos, sociales y demográficos que
estamos viviendo y sufriendo: que no tiene un diagnóstico preciso y por lo
tanto no hay planificación.
Hoy la gestión municipal en general requiere
de una mirada distinta, una visión global para dar respuesta integrales a los
problemas. Los municipios no son sólo prestadores de servicios de recolección
de la basura, la limpieza o el mantenimiento de calles. Esa es la visión
tradicional y pasada de época que tiene y lleva adelante Cambiemos.
Hoy una gestión municipal debe dar respuestas
en Salud, con criterios de salud pública que le den sustento y no ser considerada un “gasto”; debe tener una
política de Seguridad ya que, instalar dos camaritas más -que seguro son
negocios de algún funcionario- o poner un policía retirado a cargo, no es tener
política de Seguridad. En una crisis económica como la que viene a Luján,
encabezada por el sector Pyme industrial -sobre todo textil- es necesario que
el municipio implemente políticas para al menos paliar los gravísimos efectos
directos que se producirán y acompañar a los sectores dañados por las políticas
nacionales anti pymes. También la cultura y la educación hoy son áreas de
incumbencia de un estado municipal que debe ser un actor presente y activo,
gran articulador de los recursos humanos y materiales con que cuenta la
sociedad en función de resolver los problemas comunitarios. Para todo esto hace
faltan funcionarios capacitados, con formación y experiencia en administración
municipal, pero sobre todo, con conciencia social y compromiso con la
comunidad. Un cargo en la función pública no es una “beca”, es una
responsabilidad que se asume ante sí y ante los demás.
Luján necesita planificación, pero debe ser
participativa, donde sea la comunidad la que defina hacia dónde vamos y qué
Luján queremos para las próximas décadas.
La gestión Luciani aún está a tiempo de torcer
este rumbo, debe modificar muchas cosas pero sobre todo, y en principio,
necesitamos un Intendente que dé la
cara, que esté presente haciéndose cargo de su responsabilidad. Además debe
transparentar su gestión, ya que lamentablemente hay muchas áreas sospechadas
de serias irregularidades, y no sólo la “termoeléctrica”, existen y es “vox
populi” en la municipalidad “cajas” para financiar la política de seudos
candidatos o grupos políticos minoritarios.
Si no hay un cambio, la figura del Intendente
de estos días, recorriendo los pasillos de los tribunales de Mercedes, podrá
hacerse lamentablemente muy frecuente.
Antonio
Muñiz
Presidente del Partido Justicialista. Lujan
“Tiempo de tormentas”
En
estos días el gobierno firmó el acuerdo con el FMI por 50 mil millones de
dólares. Este hecho marca varias cosas que deben ser evaluadas con seriedad,
porque condicionan el futuro de corto y largo plazo.
-
El gobierno quemó sus naves, ya no tiene vuelta atrás. Se
acabó el relato y el supuesto gradualismo. De aquí en más debe profundizar el
ajuste y la reestructurar económica y productiva del país a los designios del
FMI, el Consenso de Washington y los grupos concentrados de la economía
argentina.
-
Ese ajuste pactado con el fondo significa un ajuste salvaje
sobre los sectores medios y bajos de la sociedad, las Pymes, el comercio y casi
todos los sectores asalariados ligados al mercado interno.
-
De más esta decir el alto costo que pagarán estos sectores y
el consecuente daño sobre todo el tejido social y productivo que generará este
acuerdo. Lo más grave es que, además, condicionara también las generaciones
futuras. Argentina tiene varios recuerdos todavía frescos en la memoria, y si no, hay que ver el resultado de estas
políticas en los países donde se aplican.
-
Muestran también la incapacidad manifiesta de la clase
política tradicional. La UCR es socia y cómplice del gobierno de Cambiemos y
gran parte de la dirigencia política y gremial del peronismo se comporta como
le pide el sistema: ser una oposición seria y moderna, que garantiza la
gobernabilidad. Para ser más sencillo, por acción u omisión, la dirigencia peronista
se convierte en cómplice del modelo de saqueo y destrucción. La dirigencia de la
central obrera muestra en estos días su lado más genuflexo ante el poder, traiciona a sus bases y a la patria.
-
Los sectores de izquierda deambulan como siempre entre su
autismo ideológico y su anti peronismo militante, que los termina alejando de
los sectores populares que dicen o quieren representar. Al no reconocer a su
enemigo principal, la oligarquía y los sectores concentrados, terminan volcando
su energía militante, que la tienen, en un anti peronismo pueril y asociándose
muchas veces con los enemigos del pueblo trabajador. El ejemplo más notorio
aunque no el único, fue el apoyo de los partidos de izquierda al “campo”
durante el conflicto de la 125.
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Las políticas de ajuste han generado muy diversas manifestaciones sectoriales de repudio por
parte de sectores afectados y dos grandes movilizaciones multitudinarias. El 25
de mayo, bajo la consigna “La Patria está en peligro”; la otra reeditó una idea
y el nombre de una convocatoria de la
década del 90, la Marcha Federal.
-
La primera, si bien muy numerosa, fue convocada formalmente
por artistas y algunos dirigentes sociales, congregó en su mayoría al
kirchnerismo disperso, algunas organizaciones sociales y barriales, gremios
alineados o cercanos al kirchnerismo.
Fue un acto fuerte, con discursos contrarios a los acuerdos con el FMI.
Por los menos en las primeras imágenes se vio mucha gente suelta, de clase
media porteña y del primer cordón.
-
La segunda
movilización se convocó a partir de los movimientos sociales: CETEP, Movimiento
Evita. Barrios de Pie, agrupaciones de izquierda y gremios como Camioneros y
Bancarios, etc. Se hizo evidente la
participación de organizaciones muy ligadas al Papa Francisco.
-
Resultó notorio en ambos actos que la dirigencia gremial y
política no subiera a los escenarios, salvo excepciones, y vieran los actos
desde la multitud.
-
Además, en ambos casos quedó evidenciada la falta de
conducción del conjunto y la de un proyecto común convocante. Las consignas
contra el FMI no alcanzan para conformar un espacio opositor mayoritario frente
a la alianza gobernante.
-
Es justo reconocer que así planteada la lucha en las calles desde posiciones sectoriales o reclamos
puntuales, por más valederos que estos sean no alcanzan a mover el amperímetro
de la realidad social y política.
-
Lamentablemente, terminan siendo expresiones catárticas por
parte de sectores de la sociedad que se sienten agredidos por las políticas
gubernamentales, que no esmerilan al gobierno y que, a veces, logran el efecto
contrario al adherir al gobierno a sectores que se ven agredidos por los
cortes, el caos en el tránsito y el desorden generalizado.
-
Es indudable que la crisis de la economía es muy grave. El
acuerdo con el Fondo y las políticas de salvataje del último mes fueron
victorias pírricas, ya que con un muy alto costo no solucionaron los problemas,
sino simplemente los postergaron. Por lo que es de prever una escalada en la
conflictividad social.
-
Y por la tanto hay que esperar una escalada de la represión
gubernamental para controlar la protesta. Hay que tener claro que la derecha
gobernante es una derecha violenta y represiva, que no ahorrará sangre popular
para mantenerse en el poder y sostener su esquema de negocios. Es la misma
clase que masacró los gauchos del interior en el siglo XIX, peones en la
Patagonia en el siglo XX, bombardeo Plaza de Mayo en 1955 o “desapareció” a más 30 mil militantes populares durante el Proceso.
Un poco de prospectiva:
Debemos
construir y analizar posibles escenarios futuros sobre el devenir político,
económico y social, para poder diagramar acciones, tácticas y una estrategia
política de enfrentamiento con el modelo de restauración neoliberal
conservadora.
- El ajuste salvaje a implementar por el
gobierno irá alejando y radicalizando cada vez más a los sectores
agredidos, esto agudizara el conflicto y la presencia de protestas
populares en la calle. La represión estatal, que sin duda aplicará el
gobierno para disciplinar a los revoltosos, hará que el conflicto crezca
exponencialmente hasta que haya movilizaciones masivas que nucleen a los
obreros agremiados, movimientos sociales, juventudes, clase media y
sectores de la pequeña burguesía, como empresarios Pymes o comerciales que
hagan caer al gobierno de Macri.
- El mismo escenario, acelerado por una
crisis económica interna, producto de la inviabilidad del modelo gobernante
y la impericia de los cuadros de gobierno.
- El escenario anterior se ve agravado por la
agudización de las crisis internacionales de EEUU, Europa y la guerra en Medio
Oriente.
- Políticas de ajuste, protestas sociales
en escalada, represión sobre la protesta, situación de caos permanente
pero que, el gobierno puede manejar como hasta ahora y le permita llegar,
aun desgastado, a las elecciones de 2019, con Macri a la re elección o en
su defecto alguno alternativo que garantice la continuidad. EL más evidente
es la candidatura de María Eugenia Vidal, pero no la única.
Por supuesto que en la realidad pueden acontecer estas
y otras variantes mezcladas de las mismas. Un escenario que sectores del poder
económico barajan es que cuando el ciclo macrista se termine, es necesario que
el peronismo sea el garante de la continuidad del modelo. Para eso instalan
figuras como Urtubey o Massa, como referentes de “un peronismo moderno y
serio”.
Es cierto que sectores importantes de la oposición ven
como escenario el 1ro. con una salida anticipada de Macri en helicóptero. Que
una gran movilización popular se exprese en las calles y obligue a una fuga del
macrismo.
A priori, todos estos escenarios y algunos otros más
apocalípticos pueden parecer factibles, dada nuestra experiencia histórica y la
profundidad del colapso financiero y de la economía real a que nos llevarán las
políticas del macrismo y del FMI.
Hay
que tener claro que enfrentamos a un enemigo muy poderoso. La alianza
gobernante está compuesta por un partido político con estructura nacional como
la UCR; un partido como el PRO, que es una usina de dirigentes y cuadros medios
formados en la lógica empresarial, los sectores de la economía más
concentrados, el sector bancario financiero, los medios, etc, que manejan con
destreza, por lo menos hasta ahora, los
resorte de la justicia, la prensa, los aparatos de represión, etc. Hay que sumarle a eso su alianza con EEUU y
los regímenes de derecha del mundo y enancados en una oleada neo conservadora
que tiene peso sobre todo en Latinoamérica.
Como
decía un viejo director técnico “uno
puede plantear la mejor estrategia en el pizarrón, pero no hay que olvidad que
el otro equipo también juega”.
De
la protesta sectorial al movimiento nacional y popular.
Decíamos más arriba que las protesta callejeras,
algunas muy numerosas, muestran las limitaciones de estas políticas. La
manifestación de diciembre contra la reforma previsional y laboral fueron
exitosas porque hicieron retroceder al gobierno en la reforma laboral y le hicieron
pagar un costo muy alto por la reforma previsional, a pesar de que fue
aprobada.
Si bien hay que tener claro en la lucha política callejera todo suma
hacia el objetivo final; que en etapas de resistencia hay que pensar la
política como una “guerra de guerrillas”: golpear al retroceder y volver que a
golpear, buscando el agotamiento y el desgaste
del enemigo.
Sin embargo, como señalamos más arriba, las últimas movilizaciones dejan como corolario, que este tipo de manifestaciones sectoriales,
por más legítimas que estas sean, contra un enemigo tan poderoso, son insuficientes
y a la vez peligrosas para las fuerzas populares, porque implican un fuerte
desgaste de la tropa propia, y una causa de desmoralización sino se ven
resultados rápidos.
Perón decía en Conducción Política “El principio de
la economía de fuerzas establece como condición fundamental para vencer en la
lucha política que es necesario ser más fuerte en la acción, en el momento y en un el lugar donde se produce
la decisión”. Juan Domingo Perón
O más claro: “El principio de la
economía de fuerzas consiste en ser más fuerte, vale decir, en dominar la
situación política en un lugar y en un momento: en el lugar donde sea decisiva y principal.”
La unidad del campo
popular (1)
La unidad de las fuerzas populares es requisito
indispensable para conformar una coalición política potente, que pueda
enfrentar a la alianza hegemónica.
Pero además se requiere trabajar un concepto algo
olvidado, la unidad nacional. Debemos poner fin a la construcción de la
“grieta”, idea desarrollada por Clarín y sus adláteres, para dividir y restar
al campo popular. La división argentina siempre ha sido la misma, pueblo versus
oligarquía, o nación o colonia. Por eso es necesario recuperar estos viejos
conceptos como directrices estratégicos hacia el futuro.
La unidad debe ser amplia, sin sectarismos ni
exclusiones. Quien divide por derecha o por izquierda le hace juego al
macrismo. Debemos sumar a todos aquellos sectores cuyos intereses concuerden
con el ideario nacional y popular, a aquellos agredidos por el modelo, a todos
aquellos que quedan afuera del sistema.
Como decíamos, el criterio de unidad debe ser
amplio, y tener claro que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
La unidad nacional no es sólo necesaria para
enfrentar al neoliberalismo, sino sobre todo para gobernar después. La herencia
que ese gobierno dejará a las futuras generaciones será terrible, por eso será
necesario un gran trabajo colectivo para restaurar las heridas y reconstruir la
patria.
La herramienta de construcción para alcanzar el objetivo
de la unidad, el gobierno en el 2019 y gobernar después es la reconstrucción
del Movimiento Nacional y Popular de liberación. Es necesario generar además un
programa de gobierno, que dé potencia, pero
también contención y pertenencia al movimiento.
Movimiento
y proyecto nacional.
Es necesario generar
un movimiento nacional que supere los
estrechos límites de los partidos políticos. Por supuesto que
estos, con pertenencia popular, deben formar parte de ese movimiento. Pero, sólo
eso no alcanza, hay que sumar al sector obrero organizado, a los empresarios, a
las organizaciones sociales, clase media, colectivos culturales, feministas,
ecologistas, etc., y todas las “organizaciones libres del pueblo”, como las
definía Perón.
Para unir a todos estos
sectores, a veces con intereses contradictorios, es necesario generar un proyecto
nacional colectivo e integrador, que además pueda enamorar a amplios sectores
sociales.
El Gral. Perón nos lego
meses antes de su muerte “El modelo
argentino para el proyecto nacional”. Allí están las bases para la
formulación de un modelo de país.
El
“Modelo” representa desde su título la orientación ideológica del pensamiento
peronista, una doctrina que reivindica la inteligencia nacional de un país que
necesita pensarse como primer protagonista de su desarrollo económico y
cultural: “Una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir y
una doctrina que sistematice los principios fundamentales de esa ideología”.
Por este motivo, un proyecto nacional sólo puede encontrar sus bases en un
“método argentino”, es decir, situado de manera realista en su contexto
histórico, social y político. (JDP. 1974). (2)
Ejes
para el Proyecto nacional.
Es necesario pensar un
proyecto de país diferente, que rompa la lógica de gobiernos populares versus
gobiernos neoliberales. Es necesario llamar a una asamblea constituyente que
nos dé una nueva constitución, moderna, que garantice la democracia directa y
social y a su vez desmontar todo el aparato legal que da sustento al modelo de
dominación y al neoliberalismo: la ley de inversiones extranjeras, la ley de
entidades financieras, profundizar la ley de medios, ordenamiento de la
justicia federal, corroída por la corrupción y la injerencia de los servicios,
nacionalización del comercio exterior y de los recursos naturales y
energéticos. Reforma fiscal que permita cobrar impuestos a los que tienen
capacidad contributiva, reforma educativa que desburocratice y la ponga al
servicio de la comunidad.
Una alianza entre el Estado, los gremios y el sector
empresario Pyme para impulsar el desarrollo productivo basado en la industria,
en el mercado interno, el pleno empleo y salarios altos. Sumarle a esto la
investigación y el desarrollo que generen las universidades nacionales para la
producción.
Entre otras muchas cosas por hacer, es
fundamental saldar una deuda con los sectores más vulnerables, un ambicioso
plan de acceso a la tierra y a la vivienda, que además pueda generar puestos
trabajo.
La tarea por venir es
titánica, porque además de los problemas que vamos a heredar, nos van a dejar
la deuda como un condicionante a futuro.
El movimiento nacional estará
obligado a ir a fondo contra la estructura económica concentrada, extranjera y
oligopólica de la Argentina, a la vez que construye una base social solida
sobre la cual sustentarse a través de la
organización popular y una democracia social. Sólo el apoyo de un pueblo
movilizado y organizado, consciente de sus derechos, podrá dar el respaldo
necesario para dar las batallas decisivas contra las oligarquías y el
imperialismo.
En caso de no hacerlo, vamos a otro fracaso. En ese caso el
peronismo ser convertirá en un mero administrador de la crisis. La verdad es
que el peronismo no nació para eso, o es un ariete en la lucha por la
liberación nacional y social, o no tiene razón histórica de existir.
En la dura y compleja etapa
histórica que se avecina, el país requiere del compromiso, la inteligencia y el
valor de una dirigencia política con vocación nacional, patriótica y
revolucionaria.
(1)
http://causapopularynacional.blogspot.com/2017/10/partido-o-movimiento-por-antonio-muniz.html
Antonio Muñiz
8 de junio de 2018
Aumenta el mal humor social. Nuevos desafíos políticos.
Sin duda este primer tramo del 2018 ha marcado el comienzo del final del gobierno macrista.
Una crisis cambiaria, provocada por causas exógenas, pero fundamentalmente por la impericia mostrada por el presidente y su equipo para enfrentar el problema, arrastró a todo un país a una tormenta perfecta: inflación, recesión, déficit fiscal y comercial, corridas contra el peso, dolarización de la economía, deuda externa, altas tasas de interés, tarifas abusivas, y una economía real que lentamente se paraliza, pronosticando un crack en el sistema productivo más un crack en todo el sistema financiero.
Ante la crisis el gobierno sólo atina a atarse a los designios del FMI, por la tanto no solo no habrá cambios en las políticas económicas, sino que se profundizarán. De más está decir que el “ajuste” va a caer sobre los jubilados y pensionados, los trabajadores, los beneficiarios de los planes sociales, los trabajadores estatales y sobre amplios sectores medios.
Sólo el atisbo de intentar cobrar algo de retenciones a la soja y otros cultivos generó una revuelta en los aliados del gobierno. A ellos NO, la clase dirigente no paga impuestos y no se ajusta. El ajuste siempre es para los pobres.
EL tarifazo en los servicios públicos muestra un manotazo en los bolsillos de la clase media y los trabajadores en beneficio de las empresas privatizadas, empresas que pertenecen a personajes como Midlin o Caputo, amigos y testaferros de Mauricio Macri.
El apuro de Macri por vetar la ley que limitaba el tarifazo es para proteger los ingresos de las empresas de sus amigos y no afectar la matriz de negocios que sustenta el grupo Macri.
Decíamos en artículos anteriores que el gobierno mostraba como un triunfo la superación de la corrida del mes de mayo. Sin embargo, la crisis no fue superada, a lo sumo postergada, a un costo altísimo para el país.
Causa preocupación el autismo con que el gobierno pretende encarar la crisis, la falta de política, la sumisión y entrega al FMI y lo más grave es que no tienen un plan alternativo.
Einstein decía que es locura creer que haciendo lo mismo se van a conseguir otros resultados. Macri sigue con el mismo rumbo que nos llevó a esta crisis.
Sin querer ser apocalípticos, creemos que vamos en un tren a toda velocidad, no hay luz al final del camino, sino un paredón donde nos estrellaremos inexorablemente.
Todo pende de un hilo. El mundo se sume en una guerra comercial y vamos a una recesión con aumentos de la tasa de interés en los EEUU. El peor de los mundos para la economía argentina. Macri y su equipo nunca entendieron lo que estaba pasando en política internacional, cómo el triunfo de Trump aceleró un mundo nuevo, más peligroso y violento.
Ese escenario mundial nos juega en contra. Una economía abierta, tanto financiera como comercialmente, nos hace muy vulnerables ante cualquier brisa en contra.
Si a ese escenario mundial le sumamos la incapacidad del macrismo para gobernar, la inviabilidad de su proyecto económico y político, con su relato roto, sin credibilidad ante la opinión pública y comenzando a resquebrajarse las alianzas que los llevaron al poder, podemos avizorar que se nos vienen nuevas corridas, estanflación, corralitos, corte de cadenas de pago, crack en la economía real, cierres y despidos masivos, etc. Y por supuesto aumento exponencial del conflicto social.
Seguramente la respuesta del gobierno será la represión, que les permita sofocar la protesta y llegar con este modelo hasta las elecciones del 2019. Parece bastante inviable, pero… ¿cuánta represión se necesita para acallar al pueblo?
Sin duda este escenario futuro nos obliga a pensar una estrategia para enfrentarlo.
Es indudable que existe un gran mal humor social, todas las encuestas los muestran. Hay que poner política y organización a ese mal humor.
La unidad del campo popular es el otro eje. Los que dividen por derecha o por izquierda le hacen el juego al gobierno.
Es fundamental en esta etapa la reconstrucción de un movimiento nacional de liberación, donde puedan confluir todas las fuerzas políticas que se definan dentro del campo nacional y popular. También deben sumarse los trabajadores organizados, los empresarios pyme, los movimientos sociales, los estudiantes, la gente de la cultura, la iglesia, todas las organizaciones de la comunidad, etc.
Este movimiento debe ser masivo, con capacidad y sabiduría para construir un programa de reconstrucción nacional que pueda contener y representar en su seno toda la diversidad que es hoy la sociedad argentina.
Este programa debe tener como eje estratégico políticas anti imperialistas y de inserción en la Patria Grande latinoamericana. Si quedo claro algo en esta última década fue que ningún país sudamericano tiene destino solo. Solo en la unidad continental puede encontrar cada pueblo su destino.
Teniendo claro los ejes estratégicos es necesario un programa de reconstrucción nacional. No sólo hay que tomar el poder sino después gobernar, teniendo claro que el neoliberalismo nos deja una tierra arrasada, con daños profundos en el tejido social, político y económico.
Una deuda externa que nos condicionara por décadas, índices de pobreza y marginalidad altas, cientos de pymes cerradas, desocupación masiva, y más allá de lo económico, (coma) una justicia corrompida, un descrédito en las instituciones y en la política, etc, un cóctel complejo para desarmar.
Por ello, el programa de gobierno debe contemplar el inmediato llamado a una asamblea constituyente, que redacte una nueva constitución que apunte a una democracia directa y social, y que rescate los avances de la Constitución de 1949; avanzar en la nacionalización de las empresas de servicios públicos, del petróleo y de los recursos naturales estratégicos ; desmontar todo el andamiaje legal del neoliberalismo que nos viene encadenado desde hace décadas, como la Ley de inversiones extranjeras o la Ley de entidades financieras. Cadenas que nos atan y condicionan desde Martínez de Hoz y sus Chicago Boy. Reconstruir el Estado como herramienta de desarrollo económico y social.
Iniciar un programa de reindustrialización a través de las pymes, agregando investigación y desarrollo en la producción a partir de una alianza estratégica productiva entre las universidades, el estado, los trabajadores y los empresarios pymes. La tarea central del próximo gobierno será generar trabajo.
Se necesita una nueva política educativa en todos los niveles, agregando recursos pero también modernizando todo el sistema, desburocratizando y poniéndolo al servicio de la comunidad.
Dos ejes también centrales, déficit desde hace más de 70 años, hay facilitar el acceso a la tierra y a la vivienda para los sectores populares. Un ambicioso plan de tierras y viviendas además de satisfacer una demanda social pueden generar cientos de puestos de trabajo bien remunerados.
Tenemos que salir a dar esta batalla política contra el macrismo, el FMI y la oligarquía que está detrás de este modelo político económico.
Son ellos o nosotros. El pueblo argentino ha dado muestra a lo largo de la historia a su capacidad de lucha. Y esta vez no será la excepción.
Las grandes batallas de la historia argentina se han dado en la calle y ahí es donde debemos construir esta nueva alternativa de poder popular en la Argentina
Hay que construir otro 17 de Octubre, otra movilización de masas en la calle que subvierta el orden político vigente.
A su vez, junto a la lucha, es necesario profundizar el debate para lograr unidad de concepción y la mística en el seno del pueblo. La acción y la teoría deben ir de la mano en todo proceso político.
La lucha generara nuevos dirigentes o referentes o convalidara a otros que ya están.
Es necesario dar esta batalla. Desde el peronismo no podemos quedarnos al margen, debemos por historia y compromiso liderar este proceso de renovación y transformación.
El único núcleo político, aún con contradicciones, que tiene cuadros, historia y práctica revolucionaria es el peronismo, por lo tanto no existe hoy un movimiento nacional de liberación sin el peronismo en su seno.
Una crisis cambiaria, provocada por causas exógenas, pero fundamentalmente por la impericia mostrada por el presidente y su equipo para enfrentar el problema, arrastró a todo un país a una tormenta perfecta: inflación, recesión, déficit fiscal y comercial, corridas contra el peso, dolarización de la economía, deuda externa, altas tasas de interés, tarifas abusivas, y una economía real que lentamente se paraliza, pronosticando un crack en el sistema productivo más un crack en todo el sistema financiero.
Ante la crisis el gobierno sólo atina a atarse a los designios del FMI, por la tanto no solo no habrá cambios en las políticas económicas, sino que se profundizarán. De más está decir que el “ajuste” va a caer sobre los jubilados y pensionados, los trabajadores, los beneficiarios de los planes sociales, los trabajadores estatales y sobre amplios sectores medios.
Sólo el atisbo de intentar cobrar algo de retenciones a la soja y otros cultivos generó una revuelta en los aliados del gobierno. A ellos NO, la clase dirigente no paga impuestos y no se ajusta. El ajuste siempre es para los pobres.
EL tarifazo en los servicios públicos muestra un manotazo en los bolsillos de la clase media y los trabajadores en beneficio de las empresas privatizadas, empresas que pertenecen a personajes como Midlin o Caputo, amigos y testaferros de Mauricio Macri.
El apuro de Macri por vetar la ley que limitaba el tarifazo es para proteger los ingresos de las empresas de sus amigos y no afectar la matriz de negocios que sustenta el grupo Macri.
Decíamos en artículos anteriores que el gobierno mostraba como un triunfo la superación de la corrida del mes de mayo. Sin embargo, la crisis no fue superada, a lo sumo postergada, a un costo altísimo para el país.
Causa preocupación el autismo con que el gobierno pretende encarar la crisis, la falta de política, la sumisión y entrega al FMI y lo más grave es que no tienen un plan alternativo.
Einstein decía que es locura creer que haciendo lo mismo se van a conseguir otros resultados. Macri sigue con el mismo rumbo que nos llevó a esta crisis.
Sin querer ser apocalípticos, creemos que vamos en un tren a toda velocidad, no hay luz al final del camino, sino un paredón donde nos estrellaremos inexorablemente.
Todo pende de un hilo. El mundo se sume en una guerra comercial y vamos a una recesión con aumentos de la tasa de interés en los EEUU. El peor de los mundos para la economía argentina. Macri y su equipo nunca entendieron lo que estaba pasando en política internacional, cómo el triunfo de Trump aceleró un mundo nuevo, más peligroso y violento.
Ese escenario mundial nos juega en contra. Una economía abierta, tanto financiera como comercialmente, nos hace muy vulnerables ante cualquier brisa en contra.
Si a ese escenario mundial le sumamos la incapacidad del macrismo para gobernar, la inviabilidad de su proyecto económico y político, con su relato roto, sin credibilidad ante la opinión pública y comenzando a resquebrajarse las alianzas que los llevaron al poder, podemos avizorar que se nos vienen nuevas corridas, estanflación, corralitos, corte de cadenas de pago, crack en la economía real, cierres y despidos masivos, etc. Y por supuesto aumento exponencial del conflicto social.
Seguramente la respuesta del gobierno será la represión, que les permita sofocar la protesta y llegar con este modelo hasta las elecciones del 2019. Parece bastante inviable, pero… ¿cuánta represión se necesita para acallar al pueblo?
Sin duda este escenario futuro nos obliga a pensar una estrategia para enfrentarlo.
Es indudable que existe un gran mal humor social, todas las encuestas los muestran. Hay que poner política y organización a ese mal humor.
La unidad del campo popular es el otro eje. Los que dividen por derecha o por izquierda le hacen el juego al gobierno.
Es fundamental en esta etapa la reconstrucción de un movimiento nacional de liberación, donde puedan confluir todas las fuerzas políticas que se definan dentro del campo nacional y popular. También deben sumarse los trabajadores organizados, los empresarios pyme, los movimientos sociales, los estudiantes, la gente de la cultura, la iglesia, todas las organizaciones de la comunidad, etc.
Este movimiento debe ser masivo, con capacidad y sabiduría para construir un programa de reconstrucción nacional que pueda contener y representar en su seno toda la diversidad que es hoy la sociedad argentina.
Este programa debe tener como eje estratégico políticas anti imperialistas y de inserción en la Patria Grande latinoamericana. Si quedo claro algo en esta última década fue que ningún país sudamericano tiene destino solo. Solo en la unidad continental puede encontrar cada pueblo su destino.
Teniendo claro los ejes estratégicos es necesario un programa de reconstrucción nacional. No sólo hay que tomar el poder sino después gobernar, teniendo claro que el neoliberalismo nos deja una tierra arrasada, con daños profundos en el tejido social, político y económico.
Una deuda externa que nos condicionara por décadas, índices de pobreza y marginalidad altas, cientos de pymes cerradas, desocupación masiva, y más allá de lo económico, (coma) una justicia corrompida, un descrédito en las instituciones y en la política, etc, un cóctel complejo para desarmar.
Por ello, el programa de gobierno debe contemplar el inmediato llamado a una asamblea constituyente, que redacte una nueva constitución que apunte a una democracia directa y social, y que rescate los avances de la Constitución de 1949; avanzar en la nacionalización de las empresas de servicios públicos, del petróleo y de los recursos naturales estratégicos ; desmontar todo el andamiaje legal del neoliberalismo que nos viene encadenado desde hace décadas, como la Ley de inversiones extranjeras o la Ley de entidades financieras. Cadenas que nos atan y condicionan desde Martínez de Hoz y sus Chicago Boy. Reconstruir el Estado como herramienta de desarrollo económico y social.
Iniciar un programa de reindustrialización a través de las pymes, agregando investigación y desarrollo en la producción a partir de una alianza estratégica productiva entre las universidades, el estado, los trabajadores y los empresarios pymes. La tarea central del próximo gobierno será generar trabajo.
Se necesita una nueva política educativa en todos los niveles, agregando recursos pero también modernizando todo el sistema, desburocratizando y poniéndolo al servicio de la comunidad.
Dos ejes también centrales, déficit desde hace más de 70 años, hay facilitar el acceso a la tierra y a la vivienda para los sectores populares. Un ambicioso plan de tierras y viviendas además de satisfacer una demanda social pueden generar cientos de puestos de trabajo bien remunerados.
Tenemos que salir a dar esta batalla política contra el macrismo, el FMI y la oligarquía que está detrás de este modelo político económico.
Son ellos o nosotros. El pueblo argentino ha dado muestra a lo largo de la historia a su capacidad de lucha. Y esta vez no será la excepción.
Las grandes batallas de la historia argentina se han dado en la calle y ahí es donde debemos construir esta nueva alternativa de poder popular en la Argentina
Hay que construir otro 17 de Octubre, otra movilización de masas en la calle que subvierta el orden político vigente.
A su vez, junto a la lucha, es necesario profundizar el debate para lograr unidad de concepción y la mística en el seno del pueblo. La acción y la teoría deben ir de la mano en todo proceso político.
La lucha generara nuevos dirigentes o referentes o convalidara a otros que ya están.
Es necesario dar esta batalla. Desde el peronismo no podemos quedarnos al margen, debemos por historia y compromiso liderar este proceso de renovación y transformación.
El único núcleo político, aún con contradicciones, que tiene cuadros, historia y práctica revolucionaria es el peronismo, por lo tanto no existe hoy un movimiento nacional de liberación sin el peronismo en su seno.
ANTONIO MUÑIZ
1 DE JUNIO DE 2018
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