Apuntes en tiempos de crisis permanente.

“La estrategia sin táctica es el camino más lento hacia la victoria. La táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota”. Sun Tsu 

Hubo en esta última semana dos hechos altamente positivos para el gobierno de AF y para la democracia en la región. Una es la masiva movilización popular el pasado 17 de octubre en apoyo al gobierno, mostrando que el peronismo puede, si quiere, “ganar la calle” en apoyo a su gobierno. Un dato, no menor, poco citado por las crónicas de ese día, la fuerte presencia de la clase media porteña de la ciudad y del conurbano en la movilización. Por el otro, el gran triunfo del MAS de Evo Morales en la elecciones en Bolivia, dejando atrás 11 meses de un gobierno golpista auspiciado por la OEA y los intereses norteamericanos.

Sin embargo el conflicto interno, expresada entre otras cosas por la corrida del dólar, o la acción destituyente de minorías en las calles o la acción de desgaste permanente de los medios concentrados contra todo el gobierno nacional sigue con ímpetu.

La derecha argentina se muestra, como en otras ocasiones, muy  activa, trabajando para el desgaste del gobierno, buscando de mínima debilitarlo y condicionarlo sobre sus futuras políticas. Está en juego el modelo de país para las próximas décadas.

La derecha, por darle un nombre, está compuesta por los grandes grupos ganadores en las últimas décadas, el círculo rojo del empresariado agro exportador, los grupos trasnacionalizados, los medios concentrados y detrás como empleados el periodismo mercenario, parte del aparato judicial y los  servicios de información y como siempre presente la CIA y la embajada. Esta composición muestra su poderío. La alianza Cambiemos es hoy su herramienta electoral, pero mañana puede ser otra. Como dice “no hay lealtades permanente, sino intereses permanentes”.

La minoría activa que se moviliza, es parte de una minoría social y política que siempre estuvo presente en la sociedad argentina. La novedad es que ahora ha ganado la calle detrás de una agenda que les marcan los medios.

No es casual esta acción destituyente, estas se enmarca en una campaña muy fuerte de los intereses anglo yankis en la región, asociados como siempre a la oligarquías locales. Este nuevo “Plan Condor 2” tiene como objetivo barrer todos los movimientos populares en Latinoamérica y resetear a estas naciones en el marco del neoliberalismo globalizante.

Tampoco es casual que Argentina sea un foco de acción muy concreta. Hoy puede decirse que el único gobierno que encarna, ahora junto a Bolivia y Méjico,  una alternativa nacional y popular frente al modelo hegemónico de la derecha.

Tampoco es casual que este sea el momento donde hacen más ruido las acciones destituyentes, ya que luego de un comienzo muy complejo para el gobierno, condicionado por la deuda externa y una crisis social y económica heredada, se le sumo la pandemia del Covid19, ha iniciado un programa de reformas en el modelo económico social. Podría decirse que a pesar de ser medidas que la ciudadanía voto en octubre de 2019 y que además son reformas tímidas y acotadas, estas generan una acciones cada vez más violentas en sectores de la oposición.

 También es justo reconocer que existen áreas importantes del gobierno que no terminan de arrancar, a pesar de los 10 meses de gestión, ministros y funcionario sin peso político y de gestión en áreas claves, que se convierten en contra pesos, así como la continuidad en la segundas líneas de funcionarios macristas, que se ha convertido en verdaderas quinta columnas.

Subestimar a los grupos oligárquicos argentinos es suicida, es una minoría apátrida, saqueadora, violenta y para peor tremendamente bruta e ignorante. Su lógica de acumulación es la especulación, la apropiación por desposesión, el usar al estado para sus negocios, un capitalismo de amigos y de clase.  Carece de proyecto nacional. La gestión de Macri mostró  claramente la incapacidad de estos sectores de generar un programa de gobierno que incluya a los cuarenta y cinco millones de argentinos. Encarnan un modelo que excluye a amplias franjas de la población, lo cual lo hace inviable económica y políticamente bajo un sistema democrático.

Es indudable que el gobierno debe recalcular su estrategia frente a estos sectores. Hasta ahora las buenas intenciones y los gestos de buena voluntad del gobierno solo se han respondido desde el primer día con agresiones y un claro objetivo destituyente.

Está claro que esa estrategia “amistosa” no ha funcionado. Es necesario construir mucha fortaleza política,  generar nuevos liderazgos, nuevos consensos y esto solo se puede lograr articulando con las organizaciones populares (sindicatos, cámaras empresarias, organizaciones de base, sociales, clubes, agrupaciones estudiantiles, y toda expresión de la comunidad organizada),  la lucha política debe ser claramente una lucha por el poder  y para ello hay que abandonar ciertos infantilismos izquierdosos de subestimar la lucha por tomar los resortes del estado.

Los movimientos populares deben ir por el estado, arrebatárselo a los sectores oligárquicos. Tomar el Estado para transformarlo.

Se requiere construir un estado fuerte y organizado, que pueda llevar adelante el proceso de reindustrialización acelerada, como estado empresario, pero también como regulador de la economía, como estado que lleve adelante y conduzca el desarrollo económico y social.  No se trata de volver al viejo estado burocrático, sino de un estado ágil y  eficiente, pero fuerte, para enfrentar y poner límites a los grandes intereses económicos. Hay que refundar el estado bobo, neoliberal, por un nuevo Estado Desarrollador.

Hay que animarse a decir lo “políticamente incorrecto”, aquellos que se calla, expresar la voz de los sectores que están afuera del sistema, aquellos que nadie quiere expresar, construir una voz colectiva desde lo nacional y popular, aunque este discurso espante algunos votos “progres”.

Por ejemplo es claro en la política actual que  no es viable pensarla sin considerar el conflicto como inherente a la misma. En todo caso podrá discutirse como se resuelve el conflicto pero no negarlo. El neoliberalismo con su lógica de apropiación por desposesión, solo puede generar procesos de violencia para llevar adelante su saqueo y por ende va a generar resistencia y lucha de los sectores populares.  El conflicto es inherente a cualquier sociedad humana, es la esencia que da origen a lo político y a la política, pero el colonialismo y su versión actual el neoliberalismo lleva el conflicto al límite. 

El objetivo de sociedad más justa,  de igualdad e inclusión, lleva aparejada una lucha, casi nunca pacifica,  por la apropiación de los excedentes que esa economía produce para volcarla en el bien común.

Es necesario la construcción de fuertes consensos sociales y políticos que de sustento a estas políticas de redistribución del ingreso y pongan límites a los grandes grupos económicos que se sienten dueños de esa porción de la riqueza y a su vez permitan desmontar todo el “aparato legal del coloniaje”, que permite y avala “legalmente” y “culturalmente” el coloniaje y el saqueo.

En el caso argentino existe una larga tradición de participación ciudadana, a partir de consejos económicos sociales, donde los actores discuten y debaten las acciones gubernamentales en cuanto a salarios, precios, condiciones de trabajo, etc. Es conveniente en esta etapa profundizar la apuesta hacia un gran consejo de la comunidad donde se puedan fijar y consensuar los grandes objetivos nacionales y planificar las acciones tácticas.  Igualmente se requiere una fuerte presencia del estado como dador de premios y castigos, como ejecutor de las acciones planificadas. A su vez hay que recuperar el rol del estado empresario en las áreas estratégicas de la economía y en los servicios públicos.

Toda apelación a una burguesía nacional para que ate sus intereses a los de una Argentina desarrollada e inclusiva está condenada al fracaso y la frustración. El gran empresariado argentino es una burguesía fallida, saqueadora, que ha atado sus intereses con los intereses del imperio y sus socios locales, la oligarquía.

También otra falacia es apostar a “una lluvia de inversiones extrajeras”: estas no existen y menos en el mundo post pandemia. Las inversiones que podrían venir tienen solo una lógica especulativa, de rápidos negocios y fuga o ir a financiar actividades extractivistas de saqueo de nuestros recursos. En ambos casos solo sirven para perpetuar la dominación, la primarización de nuestra economía y la pobreza generalizada.

La tares es ardua y compleja, pero es ahora. Hay que ir desmontando la vieja Argentina que muere y sembrar las semillas de una nueva estructura política, social, legal y económica que de forma y sustentabilidad a la Nación Argentina que queremos.

Antonio Muñiz

Octubre 2020

La construcción de un nuevo modelo de desarrollo sustentable.

Escribir una nota de no más de 5000 caracteres como me pidieron los amigos de Motor Económico es una tarea ardua para mí, que tiendo a ser muy extenso, pero el tema que me pidieron lo hace aún más complejo. Trataremos de ser sintéticos y concretos, aunque algunos temas queden en un mero titulo

La llegada del gobierno de Alberto Fernández abrió  la esperanza de que un nuevo modelo de país inclusivo, productivo, generador de riqueza y conocimientos fuera posible.

El nuevo gobierno debió enfrentar de entrada  una crisis económica y social producto de la mala praxis del gobierno macrista. Sin embargo la vida te da sorpresa, y a poco de iniciar la gestión se desató  la pandemia global de Covid19, que puso al mundo en cuarentena.

Para completar el cuadro de crisis la derecha o sea los grandes grupos económicos concentrados, agro exportadores, bancos, energía, comunicación, etc,  únicos ganadores del proceso de cuarenta años de neoliberalismo le están marcando “la cancha” al nuevo gobierno a través de corridas de precios y cambiarias o manifestaciones en la calles, minoritarias pero potenciadas por los grandes medios de prensa. Hay claramente dos modelos en lucha, uno minoritario pero poderoso y otro popular votado por la ciudadanía hace escasamente 12 meses.

Mirar hacia adentro.

Argentina necesita, y es la oportunidad, cambiar drásticamente su proyecto  de país,  debatir otros modelos  alternativos de desarrollo para abandonar el ya caduco, basado en la exportación de materias primas, en la lógica extrativista de la explotación de los recursos naturales no renovables, servicios y sobre todo la financiarizacion de la economía, en detrimento de la economía real de bienes. Este modelo imperante desde 1976, ha entrado en crisis, pero en el medio dejo más del 50 % de población en la pobreza y la indigencia, un aparato productivo monopolizado y extranjerizado, un país endeudado y una sociedad desintegrada.

Si queda una enseñanza de la experiencia neoliberal de los últimos cuarenta años es que es inviable para un país y sobre todo para Argentina, basarse en la explotación de recursos naturales, con una lógica puramente extrativista, cuando el país no maneja los precios, por lo que queda dependiente de los mercados internacionales, sea la soja, carne,  trigo, petróleo o la minería.

Sin Estado  y planificación participativa no habrá desarrollo.                                                                                           

El fracaso mostrado por el modelo neoliberal, con su altísimo costo social, económico y productivo, nos obliga a desandar el camino, debemos pensar con otra lógica, abandonar los paradigmas del neoliberalismo, romper con los tabúes que nos impuso. Repetir lar recetas ya fallidas nos llevara a otra frustración.

Por ello debemos pensar estrategias de desarrollo propias, aprender desde nuestra historia pero también de experiencias exitosas de desarrollo en otros países.

Primero hay que recuperar al Estado, cualquier país moderno requiere de un estado fuerte, dinámico, ágil, movilizador y orientador de los recursos de la comunidad. Un estado que arbitre en los conflictos, pero que premie o castigue, que lleve adelante los objetivos fijados por la comunidad. Es importante perder el miedo al tabú del estado empresario. El estado debe tener un rol empresario en aquellas áreas críticas y estratégicas o donde el capital privado flaquea y no cumple los objetivos. Es síntesis necesitamos un “estado desarrollador”.

Como complemento a este rol del  estado es fundamental instrumentar un plan estratégico de desarrollo. La planificación debe basarse en un criterio participativo, donde sea la comunidad en su conjunto la que fije los objetivos y la estrategia para su concreción.  Este proceso de planificación participativa debe basarse en la premisa de tres ejes complementarios: crecimiento económico, inclusión social y protección ambiental. Sin el cumplimiento de estos tres objetivos simultáneamente no existe desarrollo sustentable. Estado y planificación participativa son las dos herramientas básicas.

También es fundamental pensar un modelo de desarrollo integrados a Latinoamérica. Argentina por sí sola no tiene escala. También en este esquema es prioritario pensar un modelo de salarios altos y pleno empleo, a fin de potenciar el mercado local y regional.  

Por lo cual es necesario de retomar los esfuerzos para poner en marcha el golpeado aparato productivo nacional, reiniciando el proceso de re industrialización.  Seguramente el camino más rápido y lógico en poner en  marcha el aparato productivo, hoy semi parado, y luego avanzar en todas las industrias relacionadas al agregado de valor a las materias primas exportables, granos, carne, minerales, petróleo, energía, etc, potenciando las cadenas de valor, generando empleos y exportándolos con mayor valor agregado.

Descartadas las inversiones extranjeras orientadas al sector productivo como motor del desarrollo, dado el cierre de las economías y las crisis en cada país. Teniendo claro también que la burguesía argentina tiene vicios de origen, taras ideológicas y una incapacidad de conducir un proceso sostenido de reindustrialización. A lo largo de la historia la burguesía nacional defeccionó  en varias oportunidades históricas  y nada hace prever que cambien su conducta. Con el agravante de que muchos de sus negocios trasnacionalizados quedaran  golpeados por las secuelas de la pandemia y la crisis global.

En este esquema es importante el rol del Estado como decíamos más arriba sino también  las mipymes y las  empresas cooperativa, en todos sus niveles y categorías.

Saltando etapas:

Es importante considerar  que un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, tal cual ha sido el modelo utilizado en nuestro país corre con la desventaja que se hace lento y pareciera nunca alcanzar los estándares internacionales, por ello es necesario pegar un salto cuali y cuantitativo, o sea saltar etapas y posicionarnos en las áreas claves.

Según los expertos estamos viviendo las postrimerías de la tercera revolución industrial, basada  en la integración de las computadoras y las tecnologías automatizadas en los procesos de producción, las redes y las telecomunicaciones también están presentes. Según otros expertos opinan que ya estamos en el comienzo de la cuarta revolución. Esta está basada en las tecnologías conectadas a internet (internet de las cosas, inteligencia artificial, "big data", la nube, robótica, realidad aumentada, drones, etc.), y que también se denominan Industrias 4.0 o industrias inteligentes.

Es por ello que será necesario y posible planificar el desarrollo industrial potenciando aquellos  sectores intensivos en tecnología, espacial, nuclear, 4 y 5G, biotecnologías, robótica, IA, farmacéuticas, software,  nuevos materiales, etc. 

Por último, otra ventaja de  esta revolución industrial está enfocada a la " economía circular " ecológica y sostenible. Todo se recicla y nada sobra. Este concepto de una eco industria verde es imprescindible para  un planeta de recursos finitos, que  todo se aproveche y nada se deseche.

Hay que plantear  una revolución educativa que prepare a toda la población para el salto tecnológico. Por eso la educación debe ser pensada como un proceso continuo, pero que a su vez  cubra a toda la población, y no solo a los jóvenes, que por supuesto deben ser los sujetos directos y más importantes, aunque no los únicos.

Queda claro que un proceso de desarrollo  como el aquí resumido requiere en principio un fuerte consenso de la comunidad, esto solo se puede lograr con una activa participación de todos los actores sociales, económicos, del conocimiento, de la cultura, etc, en la fijación de los  objetivos estratégicos, en segundo lugar además de un rol muy activo del Estado en todo el proceso productivo, de  invertir fuertemente en salud, infraestructura, educación, en formación laboral y en ciencia y tecnologías.

 

Antonio Muñiz

Octubre 2020

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.