CONCLUSIONES DE LA CONFERENCIA DE LA CENTRAL DE TRABAJADORES DE LONDRES

Latinoamérica vuelve a ser el ejemplo

Parlamentarios, sindicalistas, periodistas y escritores europeos resaltaron la recuperación del Estado, el aumento de inversión en salud, educación y servicios sociales, y la reducción de la desigualdad y la pobreza en la región latinoamericana.
 Por Marcelo Justo

Desde Londres
América latina vuelve a ser ejemplo y modelo para la desorientada izquierda europea. Ese fue el mensaje de la conferencia Latin America 2014 este sábado en la sede de la Central de Trabajadores en Londres, que congregó a parlamentarios, sindicalistas, periodistas, escritores británicos, cuerpo diplomático regional y contó con la presencia de la hija del Che Guevara, Aleida.
En los ‘70 la región encarnó la utopía. En la Europa de la austeridad y la orfandad ideológica post Muro de Berlín se ha convertido en un faro más realista para revertir el credo neoliberal. “América latina es un ejemplo descollante para Europa. Tenemos mucho que aprender de su historia y sus luchas”, sintetizó en la inauguración Linda Perks, vicepresidenta de Sertuc, la regional de trabajadores del sudeste inglés.
Las palabras de Perks marcaron el tono para las intervenciones de más de 70 oradores y panelistas que resaltaron la recuperación del Estado, el aumento de inversión en salud, educación y servicios sociales, y la reducción de la desigualdad y la pobreza en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Esta evaluación optimista contrasta con las falencias de una Europa que, más allá de los movimientos opositores de Podemos en España y Syriza en Grecia, no ha podido construir una alternativa luego del estallido financiero mundial de 2008. “Lo que tenemos que ver acá en Europa es cómo incorporar estas políticas de América latina a nuestros propios procesos políticos”, indicó a Página12 uno de los panelistas, el diputado laborista Chris Williamson (ver recuadro).
El optimismo sobre América latina no hizo olvidar las amenazas que pesan sobre las transformaciones de los últimos 15 años. Celebración por las recientes victorias electorales de Evo Morales en Bolivia y Dilma Rousseff en Brasil, tranquila expectativa por los comicios en Uruguay, pero preocupación por la “revuelta de los ricos en Venezuela” y “la conjura de los fondos buitre y las cortes de Estados Unidos contra Argentina”, según la definición de uno de los oradores, el periodista del The Guardian Seumas Milne. El espantoso fin de la utopía de los ‘70 fue también evocado como una advertencia del pasado. El escritor Owen Jones, autor de Chavs, la demonización de la clase obrera, rememoró cómo su familia de trabajadores del norte del país alojó a una refugiada chilena y sus dos hijos y cómo la mujer años después se suicidó, incapaz de soportar el recuerdo de las torturas sufridas.
Una de las intervenciones más celebradas fue la de la hija mayor del Che Guevara, la doctora Aleida Guevara, quien reivindicó este nuevo escenario regional que hace que su “isla no esté aislada”. Carismática, relajada, ocurrente, Guevara fue ovacionada por toda la sala de pie al final de un discurso en el que reivindicó la salud y educación como bienes inalienables del ser humano, música para los oídos de las 800 personas que colmaban el recinto de la Central de Trabajadores, agobiados por los continuos recortes presupuestarios de la coalición conservadora-liberal demócrata que hacen vaticinar un invierno de emergencia en el sector salud del Reino Unido.
En el cierre de la jornada, la embajadora de Argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, compartió el podio con el diputado laborista Jeremy Corbyn y el de Respect, George Galloway. “Se puede decir que un fantasma recorre Europa, el fantasma de las lecciones que se pueden aprender sobre América latina”, apuntó Castro. “Nuestra esperanza es que América latina pruebe que es posible otro mundo y que hay alternativas económicas y sociales en el siglo XXI.”

“Es la punta de un iceberg”

El ministro sostuvo que los datos abren camino a una investigación y elogió el trabajo de la AFIP. “Todo el mundo sabía que había como 150 mil millones de dólares argentinos depositados en el exterior, pero ahora apareció algo concreto”, afirmó.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, sostuvo ayer que la investigación por las cuentas no declaradas en Suiza de ciudadanos argentinos “es la punta de un iceberg, porque abre el camino a una investigación”, y elogió el trabajo de la AFIP en la pesquisa de estas actividades ilegales. “Es un excelente trabajo de la AFIP, porque se ha logrado rastrear los mecanismos de cómo se arman los engranajes para que los más ricos del país se lleven la plata al exterior”, aseguró el funcionario.
“Todo el mundo sabía que había como 150 mil millones de dólares argentinos depositados en el exterior, pero ahora apareció algo concreto a través de un convenio de intercambio de información con Francia”, agregó el ministro. Kicillof desmintió además que su viceministro, Emmanuel Alvarez Agis, tenga una cuenta en Suiza como denunció el diario Clarín: “Nos tienen acostumbrados, por no decir hartos, con estas operaciones. Aparecen estos temas y en lugar de dar a conocer la cuestión e investigarla lo primero que hacen es tratar de embarrarla. Quisieron embarrarla diciendo que gente de mi equipo tenía cuentas en Suiza. Era una operación que parecía joda. Alvarez Agis en 2006 tenía 25 años, era ayudante ad honorem en una materia. La pifiaron, imposible que tuviera una cuenta en Suiza”, remarcó. “Es la desesperación por ocultar la información. Tiran petardos, cañitas voladoras para ocultar que hay directivos de Clarín y dirigentes de la oposición implicados.”
Por otra parte, el ministro de Economía desestimó que haya cambios de fin de año en el Impuesto a las Ganancias y reivindicó el gravamen como mecanismo redistribuidor de ingresos. “Es una contribución solidaria de los trabajadores que más ganan. En Argentina tenemos más o menos 11 millones de trabajadores, de los cuales pagan Impuesto a las Ganancias sólo 1,029 millones. La verdad es un impuesto a los altos ingresos, a los trabajadores que más ganan; a nadie le gusta pagar impuestos, pero este impuesto es una contribución solidaria de los trabajadores que más ganan al Estado, pero no es para los funcionarios, como todos los impuestos, va a las políticas de Estado como la Asignación Universal por Hijo, la construcción de escuelas, obra pública”, señaló en diálogo con FM Nacional Rock.
En ese sentido, remarcó que el “2014 ha sido un año en el mundo malo, donde el Gobierno ha sacado innumerables planes, Pro.Cre.Auto, refuerzo del Pro.Cre.Ar, Progresar, Ahora 12 –que está funcionando muy bien–, montones de medidas encaminadas a que se sostenga el empleo y una serie de elementos en los que el Estado cumple y ejerce su función contracíclica”. El ministro también apuntó a que algunas empresas “han tenido ganancias altísimas”, por lo que consideró que “cada sindicato tiene que discutir su salario con cada uno de sus sectores y ahí tratar de conseguir mejores condiciones, los empresarios también son un elemento de distribución”, señaló.
A su vez, el ministro volvió a cuestionar a las mediciones que arrojan una inflación en torno del 40 por ciento. Con respecto al “IPC Congreso” dijo que se trata de “un grupito de opositores” que son parte de “una campaña mediática que pretende instalar que la inflación es de 40 por ciento, pero no tengo la más pálida idea de donde surge, porque la verdad que viendo cómo están elaborados, lo hacen a mano alzada, hacen tres llamados, bajan al mercadito de abajo de la oficina”. “Esa bandera de que la inflación es de 40 por ciento apareció cuando se les pinchó lo del dólar ilegal, lo de que las paritarias iban a ser de 60 por ciento y que se venía el Rodrigazo. Todo el mundo está un poco harto de tanta mentira que inventan para perjudicar al Gobierno y al país”, añadió.
Kicillof dijo que el índice oficial “cerrará este año en 24 por ciento, pero habrá que ver cómo evoluciona, faltan noviembre y diciembre, y está muy lejos de ese 40 por ciento”.
“Cuando dicen que hay mucha inflación porque hay mucho gasto y mucha emisión, es el mismo discurso que usaban para imponer el ajuste en la etapa neoliberal, con esa idea impusieron el plan de convertibilidad; hoy en Argentina podemos discutir un montón de cosas, pero hay cosas que no se pueden discutir”, remarcó.
En este contexto, se refirió a “los grupos concentrados, la elite económica de Argentina que muchas veces intenta influir en los actos del Gobierno, de cualquier gobierno y, después, cuando vienen las elecciones financian candidatos”.
“Durante los ’90 –agregó–, estaban acostumbrados a dictar leyes, a poner ministros, a condicionar muy fuerte. Cuando hablan del Estado, dicen que no quieren que los controlen y todo el mundo sabe que aún los países más liberales tienen enormes controles sobre los capitales; esto debe leerse en esa clave, hay algunos nostálgicos de ese Estado cómplice, que trabajaba para los intereses de las corporaciones”, concluyó.

El círculo rojo .   Eduardo Aliverti

Técnicamente, de las crónicas del hecho no es posible inferir en qué habría consistido ese tal consenso. Tampoco hace falta mucha imaginación que digamos. Nuestros fogosos amantes de la dictadura del mercado pecan de conciencia culposa: sólo a regañadientes toleran que se los defina como de centroderecha. Se dicen republicanos, libreempresistas, demócratas liberales. Pero la mención de “derecha”, aun morigerada, les significa una patada al hígado. Y entonces, no. Se expresan narrativamente a través de vaguedades y lugares comunes. En el salón Juan Pablo II de la UCA, lo más demostrativo del establishment juntó a Sergio Massa, Mauricio Macri, Ernesto Sanz, Hermes Binner y Julio Cobos. En primera fila, sonrieron plácidos, hubo algunos chistes y se retrataron cómodos en forma conjunta. Del presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, escucharon que, a pesar de los 30 años de democracia, subsisten problemas como la pobreza y el desempleo. De Claudio Cesario, titular de la Asociación de Bancos de la Argentina, habrán registrado el reconocimiento de que “fuera del sistema hay unos 220 mil millones de dólares en activos de argentinos”, a la espera de volver para financiar el desarrollo toda vez que concluya el despotismo populista. Juan Manuel Vaquer, en nombre de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, se plantó cual víctima del orden establecido y aseguró que “en un país sin instituciones sólidas, con funcionarios discrecionales, los exitosos son los que están cerca del poder; los aventureros”. Jaime Campos, de la Asociación Empresaria Argentina, blanqueó que los medios de prensa independientes deben disponer de “todo el poder para actuar”. Los asistentes contaron con la bendición del filósofo Santiago Kovadloff, quien arguyó que al presente hay que mirarlo desde el porvenir. Amerita recordar a Tulio Halperin Donghi, muerto hace muy poco. Un relevante historiador argentino que era tan gorila como corrosivo. Un provocador de aquellos, situado entre lo mejor, o lo más atendible, que haya producido el pensamiento de derecha de estas pampas. Donghi remarcaba que un argumento, cualquiera, sólo puede sostenerse de haber otro igualmente considerable en dirección exactamente inversa. Si alguien afirma a secas que le importa la unidad nacional, el desarrollo productivo, la felicidad del pueblo, el combate contra la inseguridad y la inflación, estamos hablando de un tonto estimabilísimo porque nadie en su sano juicio podría pretender lo contrario. Sin embargo, en política aunque no únicamente, lo insustancial de las vaguedades puede obrar como reafirmación de aquello que se quiere escuchar y, esencialmente, de lo que se desea exhibir. Lo trascendente es la construcción de sentido.
Massa, Macri & Cía. no fueron a la UCA para que les advirtieran sobre la necesidad de ajustar por abajo, achicar el gasto público, eliminar retenciones al agro, devaluar, volver a endeudarse para financiar negociados. Fueron a sacarse la foto que representa todo eso. No les hace falta detenerse en su explicación. No les conviene, y por algo será. Quienes presentaron el “consenso inédito” fueron sus patrones ideológicos y ellos, como políticos subalternos, hicieron saludo uno-saludo dos. Tuvieron un afán obligatorio de pleitesía, pero a la hora de los bifes sólo uno de ellos contará con la artillería mediática favorable y el resto será ninguneado. Es un dato que Scioli no haya ido, pero podría tenerse por seguro, o muy probable, que el establishment guarda varias fichas para apostar al gobernador bonaerense. El episodio, en su conjunto, no movió un pelo de repercusión popular. De hecho, este Foro de Convergencia Empresarial que nucleó a lo más espeso del poder económico concentrado no ganó, siquiera, la portada de sus diarios, la relevancia en sus portales, la atención prioritaria de los comunicadores que les sirven de amplificador. La información sobre el foro cayó después de la semifinal entre Boca y River, en medio de los cruces entre el Gobierno y uno de los jueces servilleta, relegada por el invariable predominio de las informaciones policiales. Ningún noticiero de tevé le dio notabilidad. Entre las audiencias atentas, la porción del electorado con solidez kirchnerista habrá renovado sus arcadas. El odio anti K se habrá reafirmado en sus presuntas convicciones de que al país debe conducirlo el mercado y no el Estado. Habría que ver qué sucedió, si es que algo sucedió, con ese (alrededor de) tercio voluble que no define para dónde enfilar y que muy probablemente decida su voto de acuerdo con la coyuntura económica vigente al momento de las urnas. La presunción del firmante es que esa foto de la oposición en la UCA, con sus dirigentes más figurados en carácter de vasallos ante esos referentes de la industria, el campo, los servicios, los bancos, fue más inadvertida que otra cosa. Uno cree tener la responsabilidad de comentarlo, pero de ahí a imaginar una sociedad ligeramente interesada por el asunto hay mucha diferencia. También es cierto que un suceso no requiere necesariamente de representatividad social para poder abordarlo. Basta con que sea significativo.
El paro de los gremios del transporte público, por ejemplo, entre la madrugada y el amanecer del jueves, representó bronca social desde las dificultades para llegar al trabajo. Nada más. Pero tiene la significación de que fue una medida de fuerza contra el Gobierno, exclusivamente, porque, como la inmensa mayoría de los paros que convocan las burocracias sindicales, no cuestionan a las patronales. En esos paros sectoriales de Moyano, Micheli, la UTA y sus etcéteras, en esas movilizaciones sin documento final ni oradores, a que cada tanto llaman desde sus kioscos gremiales, el patrón no existe como objeto de denuncia. Se educaron para vivir de las prebendas oficiales, hasta el punto de que sólo les cabe cuánto podrían arrancarle al capanga estatal que ora es amigo y ora enemigo. Con unos toques favorables en las arcas de sus obras sociales se les acaba la combatividad. Van contra el Gobierno, nunca contra la lógica del capital acumulado bajo las artimañas que fuere. Al enemigo, para el caso o llegado el caso, son capaces de representarlo en Cristina, y si les fuera necesario, hacen y harán alianzas tácticas con cuanta derecha les haga falta. Es un andar mucho antes extorsivo que ideológico. Cuando la 125 ya vimos a trotskistas en arrumacos con estancieros. Ahora vemos a jerarcas sindicales, otrora proclamadores de que el gobierno de Kirchner es lo mejor que pasó después de Perón, en amoríos con Macri. O Massa. No tienen otra ideología que los negocios del prebendarismo estatal, de los cargos o bancas en canje por bajar cambios de conflictividad, de que el poder económico asista a sus apetencias personales. A los burócratas sindicales les cuesta entender que el kirchnerismo podría ser una etapa superadora del peronismo. Y a los factores de poder empresariales, habituados a la fácil transa con aquéllos, mucho más. Así sea que no les han tocado el bolsillo gravemente, ni mucho menos, les cuesta asumir esta cosa de cierta efervescencia disruptiva, con porciones juveniles entusiasmadas; con sectores humildes en parte reparados, con que ya no bastan unas tapas periodísticas en contra para tumbar, dañar o chantajear a un gobierno.
Un gobierno que, ya se sabe, afronta el serio problema de no tener al candidato. Tiene mística. Tiene gestión redistributiva de casi doce años. Tiene la única capacidad de movilización realmente existente. Tiene la demostración progresista más acabada que haya conocido este país en, por lo menos, los últimos cuarenta años, incluyendo el impulso y concreción de libertades civiles que dejaron sin discurso ni destino histórico a los radicales y demases oradores sarmientinos: Alfonsín fue el último y gran constructor de la épica que les era probable. El kirchnerismo tiene además la aceptación mayoritaria a favor de Cristina, según lo que admiten las encuestas encargadas por la propia oposición a sus consultores amigos, a pesar de los corruptos o sospechosos oficiales que no serían menos si administraran los republicanos que Carrió representa en joda, Macri bajo el amparo de que roba pero hace, o Massa detrás de su eficiente alcaidía en Nordelta. Pero no tiene candidato, el kirchnerismo. Tiene a la líder del espacio, pero eso no se vota. Es un problema grande. Muy grande.
Lo que debería ser más seguro para seguir avanzando –este modelo– es una incógnita. Y la incógnita de lo que significa la oposición es lo seguro de la foto en la UCA.


Un eslabón concentrado

Por Martín Ayerbe *
En general los temas como el comercio exterior y la actividad del flete marítimo parecen reservados a los especialistas, que en estos casos reflejan la opinión de las multinacionales interesadas en la materia. Ese tipo de análisis plantea que en el sector del flete fluvial existe competencia entre firmas rivales, rige la ley de oferta y demanda, la riqueza desborda hacia las firmas más modestas y que existe en general eficiencia de la empresa privada. Sin embargo, no advierten que nueve empresas se reparten el 82 por ciento del movimiento de contenedores del país. Lejos de la competencia que se postula, el ambiente es absolutamente conservador, prácticamente un coto de caza en donde la Argentina se encuentra cautiva. Estas empresas extranjeras se presentan bajo múltiples nombres, pero en realidad son un solo grupo económico e integran verticalmente la cadena de valor del flete, con sus flotas subsidiarias de buques, barcazas, trenes y camiones, en un proceso de constante concentración económica. De alguna forma la situación es similar en el caso del movimiento de graneles y de hidrocarburos, que completan el despliegue del comercio exterior argentino.
Si se toma una serie estadística desde 1998 a 2008 (las dos puntas del máximo nivel de actividad y mayor importación del país) las siguientes son las empresas que acumularon más ganancias en el comercio exterior argentino: Mediterranean Shipping Company, que explica el 18,6 por ciento del mercado, facturó 196.726.900 dólares; Hamburg Süd, con el 17,3 por ciento de las cargas, 180 millones de dólares; Maersk Sealand, con el 13,6 por ciento, 205 millones; Compañía Sudamericana de Vapores, con el 12,1 por ciento, 117 millones; Hapag Lloyd, con el 5,6 por ciento, 65,7 millones; Maruba, con el 4,1 por ciento, 87 millones; Evergreen, también con el 4,1 por ciento, 103 millones; Compagnie Maritime d’Affrettement, con el 3,4 por ciento del Mercado, facturó 45,5 millones y Nippon Yusen Kaisha, con el 3,2 por ciento, 56,6 millones. El resto del mercado se lo dividen entre CSCL, Mitsui OSK, Cosco, Pacific Int., CCL, Grimaldi, Israel y American, entre otras, que facturaron 297,8 millones de dólares. Por el total de la carga conteinerizada la factura asciende a los 1356 millones de dólares. Sumado a los montos por las maniobras de carga y descarga y al movimiento de estiba, que totalizan 264 millones, el total de la facturación del sector llega a los 1620 millones de dólares. Si la cuenta se extiende a 2014 el total es de 2398 millones.
Estas multinacionales, junto a sus “hermanas de los graneles” (donde se destacan Cargill, ADM, Continental, Bunge y Dreyfus) facturaban en 2008, 4000 millones de dólares. Hoy la Argentina paga en concepto de fletes alrededor de 7000 millones de dólares a empresas que no construyen un solo buque en el país.
El proceso privatizador del neoliberalismo se apropió de la totalidad de los fletes de nuestro comercio exterior. Sólo nueve multinacionales explican la mayor parte de la facturación de contenedores y fueron (y son) los beneficiarios del decreto 1772/1991 de cese de bandera nacional de Menem-Cavallo y la liquidación de ELMA. Ningún armador privado se presentó para sustituir al Estado, que fue destruido en esa maniobra y todas las que siguieron en esa dirección. Por el contrario, fueron y son funcionales a la destrucción. En esta materia, el Estado tiene una asignación pendiente en la recuperación de la intervención directa como empresario, para intervenir en la renta de fletes que el país genera anualmente. En este sentido, los proyectos de ley Transporte por Agua con Reserva de Cargas y del Fondo de Desarrollo de la Industria Naval Nacional, creados por los trabajadores del Astillero Río Santiago luego del triunfo contra la privatización menemista, constituyen un plexo jurídico interesante para la reconstrucción de la Marina Mercante Argentina. Esa normativa nos permitiría recuperar el 50 por ciento de los fletes del comercio exterior para buques de bandera nacional inscriptos en el registro, construidos en astilleros nacionales y tripulados por argentinos. También prevé un gravamen del 2 por ciento a todos los fletes marítimos, para financiar proyectos productivos dentro de la propia actividad de la navegación. Eso podría financiar la construcción de entre 5 y 7 buques Panamax por año, creando más de 145 mil puestos de trabajo.
En 1984 el Astillero Río Santiago construyó los buques portacontenedores Malvina y Soledad con enorme capacidad de carga refrigerada y con maniobra propia, capaces de realizar carga y descarga en sólo 36 horas. Cada buque costó a valores de la época unos 42 millones de dólares y dejaban de ganancia 1,5 millón cada 40 días en su tráfico al norte de Europa. Se amortizó el costo de construcción en los primeros 5 años. Ya lo hicimos y es nuestro deber volver a hacerlo.
* Presidente del Foro Naval Argentino Hipólito Bouchard.
La colonialización del comercio exterior
Integradas verticalmente desde el estratégico eslabón marítimo, poseen los puertos privatizados, con silos, elevadores, grúas y muelles. Los especialistas analizan qué se debería hacer para revertir la situación.


Por Agata Grinberg *
Luego de cinco siglos de disputa por la navegación y los mercados mundiales, las coronas europeas, los angloamericanos y otros imperialismos orientales constituyeron la alianza marítima que reguló de forma definitiva los mercados, en un nuevo orden mundial. Con presencia en Holanda, India, Alemania, Inglaterra, Rusia y Argentina; Cargill, André, Continental, Dreyfus y Bunge y Born constituyen el monopolio de la cadena de valor del comercio exterior mundial. Integradas verticalmente desde el estratégico eslabón marítimo, controlan los puertos privatizados, con silos, elevadores, grúas y muelles en la Argentina desde la década del ’90. Además del flete, el seguro, el acopio y la maniobra, definen el perfil productivo de nuestro país proveyendo a los productores rurales del paquete tecnológico. En la línea de Don Corleone, “I’ll make him an offer he can’t refuse”, proveen de la semilla, el fertilizante, el herbicida; con “la garantía” de comprarle en la tranquera la cosecha. En la Argentina de hoy se reproduce una semilla extranjera, con úrea y glifosato extranjeros. Así, la tierra más fértil del mundo expulsa a sus trabajadores rurales, porque el modelo de siembra directa pone el valor agregado en el paquete tecnológico de las multinacionales. Los economistas no pueden explicar la caída abrupta del precio de la soja de 550 dólares la tonelada a 350 dólares, porque no comprenden que en el mercado de Chicago en el precio tiene especial incidencia el accionar de las multinacionales.
Una economía de escala como la argentina, donde se producen alimentos para más de 460 millones de habitantes, requiere del control del comercio exterior por medio de una corporación estatal que actué de forma independiente del capital privado. Argentina necesita un Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, un IAPI del siglo XXI. Que esté actualizado tecnológicamente, sea ágil y comercialmente agresivo. Que realice las exportaciones argentinas de las 100 millones de toneladas a granel, otorgándole al productor semilla desarrollada por el INTA; además de un seguro multiriesgo contra la seca, la inundación o el granizo; con estaciones de campaña, silos, elevadores y nacionalizando los puertos privatizados en los ’90. No hay que olvidar que de las 100 millones de toneladas que el país produce, el 92 por ciento es exportado y sólo el 8 por ciento es consumido internamente.
El Estado también tiene que poder planificar la demanda de las 30 millones de toneladas de importación, sustituyendo los productos que estamos en condiciones de fabricar en el país. Una pequeña muestra de la potencialidad del Estado en la materia lo ofrece nuestra propia historia: con lo acumulado por Miguel Miranda (ministro de Economía de Juan Perón) del ’46 al ’48, el gobierno en ese momento pagó los ferrocarriles a ingleses y franceses, creó la Flota Argentina de Navegación de Ultramar, la flota fluvial, Aerolíneas Argentinas, los camiones del IAPI, la construcción del Astillero Río Santiago, Somisa, el Gasoducto Comodoro Rivadavia-Bs. As., el desarrollo del Pulki, Rastrojero, Justicialista, los Institec y Graciela; la moto Puma y el tractor Pampa. Los pactos bilaterales y equilibrados entre Estados nacionales son el camino a la equidad en el intercambio. Por ejemplo, Venezuela ha intercambiado hidrocarburos por productos argentinos a través de fideicomisos donde no es necesario el intercambio en divisas.
De igual y complementaria importancia es un brazo logístico multimodal que integre una flota mercante estatal, que realice el 50 por ciento de los fletes del comercio exterior que le corresponden al país; que integre al ferrocarril en las cargas y las largas distancias por tierra; con las recuperadas Aerolíneas Argentinas y una flota de camiones que llegue con los productos de consumo a todas las provincias, a todos los pueblos, a todos los barrios. Un Estado que ejerza la producción y preste el servicio, además de regular la actividad, porque en el ejercicio de la actividad está la verdadera regulación. Para ello, nuestro movimiento impulsa la creación de la Empresa de Líneas Multimodales Argentina ELMA XXI, que permitiría al pequeño productor o pequeño industrial una estatal hacia el mar, que proteja los precios de nuestros productos y realice el flete y el seguro en toda la cadena del transporte, desde el camión al tren, la barcaza o el buque.
* Presidenta de la Federación Popular del Transporte Argentino Eva Perón.

ECONOMIA › INFORME OFICIAL SOBRE LA POLITICA HABITACIONAL ENTRE 2003 Y 2013 Viviendas para más de un millón


El Estado nacional construyó casas nuevas o mejoró existentes por 1,1 millón de unidades, lo que benefició a más de cinco millones de personas. El reporte no incluye las viviendas en construcción por el plan Pro.Cre.Ar, que aporta otros 100 mil hogares.

La construcción de viviendas nuevas y las soluciones habitacionales financiadas por el Estado nacional desde 2003 superarán a fin de año 1,1 millón de unidades. Así lo indicó un reciente informe de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación. La totalidad de viviendas construidas o refaccionadas beneficiarán a un total de cinco millones de habitantes. La mayor cantidad de casas terminadas durante el período bajo análisis se ubica en las provincia de Buenos Aires, con 124.000, seguida por Santa Fe (26.000), Mendoza (25.700) y Córdoba (23.000). Estos datos no incluyen al Plan Pro.Cre.Ar, que el próximo 10 de junio realizará un nuevo sorteo para poner a disposición 110.000 créditos destinados a la construcción sobre un terreno propio, ampliación, o refacción.
La construcción de viviendas ha sido uno de los ejes de las políticas llevadas adelante desde el Ministerio de Planificación Federal. Según un detallado informe de la subsecretaría del área, las viviendas realizadas desde el Estado y finalizadas en el período 2003-2013 en distintos barrios, asentamientos y villas de emergencia alcanzaron a 400.000 unidades, mientras que más de 150 mil se encontraban en ejecución al primer trimestre de este año.
Además de la edificación de casas nuevas o conjuntos habitacionales, las inversiones que se realizan en los distintos barrios del país contemplan “aportes adicionales en materia de provisión de agua potable, ayuda social y saneamiento básico; e incluyeron planes encarados, por organizaciones no gubernamentales”, sostuvo el trabajo.
Además de las viviendas terminadas, las inversiones incluyeron las soluciones habitacionales (mejoras o ampliaciones de viviendas existentes), que totalizaron 372.000, mientras 115.000 están actualmente en curso. “De este modo, el total de soluciones habitacionales, que incluye viviendas terminadas y mejoradas fue de 770.000”, puede leerse en el informe que será presentado en la Comisión de Vivienda de la Cámara de Diputados. A estos números hay que sumarle otros 267 mil emprendimientos que comenzarán en los próximos meses.
Si bien la mayor cantidad de viviendas fueron realizadas en las grandes urbes, el principal impacto ha sido en las jurisdicciones del interior, teniendo en cuenta el déficit habitacional en cada una de las regiones. En este sentido, sobresalen por ejemplo los casos de Misiones, con 22.400 viviendas terminadas y 7000 en ejecución; Santiago del Estero (21.400 y 5500, respectivamente) y Chaco (18.200 y 12.700).
En el caso de Jujuy se terminaron 18.500 viviendas y otras 6200 están en ejecución. En Salta fueron 17.700 y 5100, respectivamente. En Tucumán fueron 15.800 y 8400 en proceso, y en Formosa, 13.100 y 4300.
“El mismo panorama se observa en lo que respecta a los mejoramientos de viviendas ya realizados o que terminarán de concretarse en los próximos meses. El ranking nacional en esta materia lo encabeza Misiones, con 106.500, seguido por Buenos Aires con 66.400 y Chaco con 41.100”, sostiene el informe. La lista de mejoramientos habitacionales continúa con Salta (33.400), Entre Ríos (22.200) y Jujuy (20.800).
“El 70 por ciento de los proyectos encarados en el sector vivienda a partir de los planes del gobierno nacional atendió a las necesidades de las provincias de menor tamaño relativo, por sobre las grandes urbes como Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza”, concluyó el trabajo.
Todos estos números no incluyen al plan Pro.Cre.Ar. A través de este programa, se encuentran en construcción 110.911 viviendas en todo el país. Ya fueron entregados 76.906 créditos a familias por un total de 20.287 millones de pesos, mientras que hay 34.005 unidades en desarrollos inmobiliarios sobre terrenos que eran propiedad del Estado nacional, provincial o municipal.

BOUDOU CRITICO A LIJO Y LE SOLICITO QUE ADELANTARA SU LLAMADO A INDAGATORIA EN LA CAUSA CICCONE Un pedido para acelerar los tiempos


En el escrito, el vicepresidente cuestionó al juez tanto por anunciar la citación a indagatoria al día siguiente del acuerdo con el Club de París como por convocarlo a declarar recién el 15 de julio, cuando se encontrará a cargo de la Presidencia.
 Por Raúl Kollmann

El vicepresidente Amado Boudou acusó, tácitamente, al juez Ariel Lijo de actuar basado en motivaciones políticas y en sintonía con los diarios Clarín y La Nación. En un escrito de cuatro páginas, Boudou pide que se adelante la declaración indagatoria a la que lo convocó el juez: “... curiosamente, sin que haya novedades en el expediente, usted hace la convocatoria el mismo día en que el país logró encauzar de manera exitosa la deuda con el Club de París, noticia que ha pretendido ser eclipsada por las citadas empresas de medios con lo resuelto por ese juzgado el mismo día. Como corolario, el señor juez decidió la urgente convocatoria, no para la semana subsiguiente, sino para CUARENTA Y CINCO DIAS (las mayúsculas están en el escrito original) más adelante”. En el juzgado no adelantaron anoche cuál va a ser la respuesta. El 15 de julio, el día original, Boudou estará ejerciendo la presidencia por el viaje a Brasil de Cristina Fernández de Kirchner a la reunión del Brics.
El escrito fue presentado ayer por la mañana por los abogados del vicepresidente, Diego Pirota, Eduardo Durañona y Déborah Lichtman, y está formulado en primera persona, con Boudou como la voz del texto: “... he manifestado mi plena e incondicional disposición a prestar declaración en caso de ser debidamente convocado. Habré también de reclamar al señor juez un tratamiento ajustado a las prescripciones legales”. Ambas frases sugieren que habría cuestionamientos al llamado a indagatoria.
Como se sabe, Lijo fijó la cita para el 15 de julio en el marco de un escrito en el que imputa al vicepresidente ser el propietario del fondo The Old Fund, el que rescató a la quebrada Ciccone, y que por esa vía es también el propietario de la sofisticada imprenta. Según el magistrado, Boudou es dueño de Ciccone en sociedad con su amigo de la juventud José María Núñez Carmona y con su también amigo –así lo sostiene Lijo– Alejandro Vandenbroele. El vicepresidente, en cambio, dice que no tiene ninguna relación con Ciccone y que nunca habló ni conoce a Vandenbroele.
La controversia se dará sobre las pruebas. Lijo afirma que Boudou operó sobre la AFIP para que ésta concediera un plan de pagos a Ciccone. Boudou contesta que no tenía firma para otorgar ningún plan de pagos de la AFIP, que el organismo recaudador otorgó mucho más tarde un plan de pagos correcto, que se dio a otras empresas como Frávega, y que el dictamen del Ministerio de Economía (en ese momento Boudou era ministro) fue ajustado a derecho y a lo que decían sus asesores. El juez utilizará una serie de comunicaciones telefónicas para probar el vínculo con Vandenbroele y con The Old Fund, mientras que la defensa afirma que el magistrado sacó conclusiones equivocadas de los entrecruzamientos y que no existen los vínculos de los que habla Lijo. Y así sucesivamente con un largo listado de lo que el juez considera evidencias y la defensa responde que son lecturas unilaterales de lo ocurrido.
Pero la impresión es que el escrito presentado ayer marca un enfrentamiento ya muy duro con el magistrado. El texto dice específicamente que Lijo juega a favor de un “linchamiento mediático” y que “Clarín y La Nación han venido anticipando con ajustada certeza y copioso nivel de detalle las medidas o resoluciones que el juzgado ha venido ejecutando”. En otras palabras, Boudou sostiene que Lijo actúa políticamente. Desde el juzgado contestan que la convocatoria a indagatoria no fue adelantada por ningún medio e insisten en que están interviniendo con criterios jurídicos.
En cambio Boudou expresa que “no se logran advertir entonces las razones jurídicas por las que se habría adoptado la decisión de convocar a las partes a declarar, cuando resulta a todas luces notorio que en la causa se contaba desde mucho tiempo atrás con todos aquellos elementos probatorios que ahora convenientemente el juez relata y en un sentido diametralmente distinto al que la propia prueba del expediente ha venido arrojando. Y siendo así, restaría entonces conocer ¿cuáles habrían sido las verdaderas razones por las que recién ahora el magistrado decide las convocatorias? Todas estas cuestiones serán sin dudas materia de un exhaustivo tratamiento en posteriores oportunidades procesales”.
Lo que entonces sostiene el vicepresidente es que el juez se mueve por razones políticas, en combinación con dos grandes medios, que lanzó la convocatoria para opacar los anuncios del acuerdo con el Club de París, que dilata sin razón, por 45 días, la convocatoria y que lo cita el día en que ejercerá la presidencia porque se concreta la reunión del grupo Brics –Brasil, Rusia, India, China y Su-dáfrica– a la que fue invitada la Presidenta. Ese encuentro se hará en Brasil, por lo que CFK estará fuera del país y será reemplazada por Boudou. En el juzgado dicen que Lijo leerá recién hoy el escrito y lo contestará.

“La Justicia lleva a la paz”

Agustín Rossi expuso en la Casa América de Cataluña sobre los 1500 biblioratos y registros que fueron hallados en octubre pasado en la sede de la jefatura de la Fuerza Aérea. Viajará a Chipre para visitar a los militares de la misión de paz.

 Por Santiago Rodríguez

Desde Barcelona
“Sólo se llega a la verdad a partir de la memoria y de la aplicación de la Justicia”, afirmó ayer en Barcelona el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y destacó que ése ha sido un “hilo conductor” del Gobierno desde el año 2003. Rossi hizo una escala en la capital catalana antes de seguir viaje a Chipre para visitar allí a los militares argentinos que integran la misión de paz que las Naciones Unidas tiene en ese país y aprovechó para exponer sobre las actas de las juntas militares de la última dictadura, encontradas en el subsuelo del Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea, a las cuales les asignó “un valor histórico indudable”.
Rossi expuso en la Casa América de Cataluña, una entidad que desde 1911 apoya proyectos para difundir las realidades de los diferentes paìses de Amèrica Latina. Lo acompañó la directora de Derechos Humanos de Defensa, Stella Segado, quien se encargó de analizar, sistematizar y digitalizar los 1500 biblioratos, libros y registros que fueron hallados a fines de octubre pasado en la sede de la jefatura de la Fuerza Aérea.
Entre todo lo que se encontró en el Edificio Cóndor sobresalen –como precisó Rossi– “las 280 actas que reflejan las 280 reuniones que realizó la Junta Militar desde el 24 de marzo 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983”. El ministro de Defensa realizó un pormenorizado relato acerca del modo en que se produjo el hallazgo por parte de integrantes de la Fuerza Aérea. Contó de las múltiples referencias al tema Papel Prensa y a la situación de la familia Graiver que hay en las actas de las juntas entre el ’76 y el ’77, así como también las menciones al diferendo con Chile por el canal de Beagle, a detenidos y a la visita a la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También explicó acerca de las listas negras de la dictadura y cómo los militares clasificaban a las personas según fueran o no “marxistas”.
Rossi subrayó, además, el papel que jugó el jefe de esa Fuerza Aérea. “Ni siquiera estaba obligado a mentirme; sólo con no informarme lo que habían encontrado y ahora no tendríamos esta documentación”, reflexionó para luego rematar: “Hoy tenemos Fuerzas Armadas mirando al futuro y no ancladas en el pasado”.Toda esa documentación está hoy a disposición de quien quiera verla en la Sala de Consultas de la Biblioteca Aeronáutica.
Rossi destacó ese hecho ante los argentinos y catalanes que se acercaron a escuchar la exposición que compartió con el director general de la Casa América de Cataluña, Antoni Travería, y con Joan Saura, ex consejero de Interior de la Generalitat de Catalunya y dirigente de Iniciativa por Cataluña Verde. Delfina Rossi, hija del ministro de Defensa, milita en ese mismo partido por el que acaba de postularse por primera vez a diputada europea. Ella participó de la organización de la charla que corrió por cuenta de la Casa América, la fundación Nous Horizons, el consulado argentino en Barcelona y el Centro Argentino de Cataluña.
Saura agradeció a la “Argentina porque ha abierto una causa contra los crímenes del franquismo, cosa que no se ha hecho aquí”. Esa causa está en manos de la jueza argentina María Servini de Cubría, quien días atrás viajó a España para tomar testimonios (ver página 10). Saura recordó que tras la entrevista con Servini una de las víctimas de la dictadura española declaró que era “el día más feliz de su vida” y apuntó que “la memoria es fundamental porque sin memoria no hay identidad”.
Rossi retomó la idea de futuro y señaló que la documentación encontrada en el jefatura de la Fuerza Aérea, como otras de menor relevancia halladas en otras fuerzas “alimenta la esperanza de encontrar lo que todavía falta”. Por caso, remarcó en ese punto que “ya son 113 los nietos recuperados a partir del esfuerzo de las Abuelas de Plaza de Mayo, pero hay más de 400 que aún no han recuperado su identidad”. Para el cierre dejó un par de definiciones: enfatizó que “intentar tapar la verdad es como tratar de tapar el sol con las manos” y también que “lo único que lleva a la paz de la sociedad es la aplicación de la Justicia”.

Forster, secretario del Pensamiento Nacional


El filósofo e integrante de Carta Abierta Ricardo Forster fue designado por la ministra de Cultura, Teresa Parodi, como secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional. El flamante funcionario aseguró que su objetivo será generar "debate en un espacio abierto para discutir todo lo que es imprescindible en la Argentina de hoy". La designación fue publicada en el Boletín Oficial, con la firma de la presidenta Cristina Kirchner.

Nacionalismo publicitario

Hugo Muleiro expone las prácticas publicitarias de empresas internacionales que pretenden exaltar y explotar sentimientos y valores asociados a la Selección de Fútbol.



 Por Hugo Muleiro *

Es frecuente que los mundiales de fútbol generen un gran movimiento en el universo de la comunicación, por el hecho sencillo de que grandes porciones de receptores de los medios gráficos, radiales y televisivos están abocadas al acontecimiento. Esto determina una alteración profunda de las prioridades informativas, un cambio en las agendas causado por estos certámenes, incluso en sus etapas previas. El fenómeno ya fue visitado, en ocasiones innumerables, por expertos en comunicación, sociólogos y politólogos, con las ópticas más diversas.
Algunos posicionamientos se mantienen sin embargo en el tiempo. Uno de los más repetidos es el que empieza y termina en la denuncia del aprovechamiento político de cada mundial por parte de los gobiernos, en especial el del país sede, aunque no exclusivamente. Experiencias nefastas, como el Mundial de 1978 en la Argentina asolada por la dictadura cívico-militar, alimentan conclusiones rápidas y el trazado fácil de paralelismos a menudo carentes de rigor. En este punto, lo más común es que todo gesto o acción de identificación y simpatía de un gobierno con la selección nacional de fútbol sea señalado mecánicamente como acto “populista” y de usufructo ilegítimo del deporte para “fines políticos”, puestos de manera invariable bajo las peores sospechas. Esto es frecuente por parte de quienes quieren para sí y sus intereses sectoriales el espacio que la política llegue a ocupar.
Está visto y verificado que muchísimos deportes, y en primer lugar el fútbol profesional, fueron convertidos en una industria, privatizada en gran cantidad de países y para los mundiales, con la constitución de un verdadero cartel global, dotado de fuerza económica capaz de operar por encima de cualquier frontera y de pisar las soberanías nacionales. Bien lo sabe el gobierno brasileño: sólo para dar un ejemplo, se vio forzado a hacer enmendar una ley local y permitir con ello la venta de cerveza en inmediaciones de los estadios en que se jugarán los partidos, bajo la amenaza de perder la sede, con las consecuencias políticas desastrosas que para cualquier gestión puede tener un hecho de esas características. El cartel coaccionó, en este caso, en defensa de la multinacional Budweisser. Lo que los mundiales agregan en el campo de la comunicación es un repentino resurgimiento de sentimientos y valores que son exaltados y explotados, más que por actores políticos locales, por esos mismos poderes empresariales internacionales, ajenos por completo a cualquier noción de pertenencia a lo nacional. En la Argentina, las multinacionales de las telecomunicaciones, expertas en expoliar a sus clientes y estafarlos mediante un sinfín de estrategias frente a las cuales los Estados suelen ser por demás ineficientes, se calzaron la celeste y blanco y nos están dando lecciones de patriotismo.
Uno de los casos más alevosos es el mensaje que en estos días nos está diciendo que a los argentinos “juntos no nos para nadie”, que nos respetamos y cuidamos y mancomunamos por la Selección de Fútbol y que, en esto, nos volvemos “mejores”. Esta reivindicación de una supuesta argentinidad, estructurada en un crescendo patético de entonaciones nacionalistas, viene de la mano de una de las empresas que se sirve de la debilidad de las soberanías para quedarse con servicios esenciales y llevarse ganancias: Claro, perteneciente a América Móvil, que igual que Telmex es propiedad del Grupo Carso, cuyo accionista principal es el multimillonario mexicano Carlos Slim.
La multinacional de origen estadounidense Procter & Gamble, presente en 160 países, invita también a involucrarse en sentimientos nacionalistas apelando a la conductora Susana Giménez, que se calza para la ocasión la casaca a barras celestes y blancas por más que su patria de preferencia, como se sabe, es la ciudad de Miami. P&G es, desde 2007, propietaria de Gillette, explotadora tradicional de la argentinidad futbolística.
Si la pasión con un equipo deportivo como expresión de nacionalismo es un asunto por demás complejo y discutible, pocas dudas dejan las apelaciones patrióticas hechas por multinacionales, cuya razón de ser consiste en expoliar a los países en los que operan.
* Escritor y periodista, presidente de Comunicadores de la Argentina (Comuna).

Nosotros... los periodistas

A propósito de la próxima conmemoración del Día del Periodista, Washington Uranga reflexiona sobre el momento actual de la profesión, las exigencias éticas y políticas de cara a las audiencias y, también, ante hechos recientes, sugiere la necesidad de una autocrítica por parte de los profesionales de la comunicación.

 Por Washington Uranga

Ignacio Ramonet, el periodista español que fue director del periódico francés Le Monde Diplomatique y es reconocido en todo el mundo, escribió en su libro La explosión del periodismo que “un buen número de periodistas cree que las que son sagradas son sus –no siempre demostrables– opiniones, y no dudan por tanto en deformar los hechos para adaptarlos como sea a sus prejuicios”.
Es seguro que no pocos, por razones ideológicas y políticas si bien no profesionales, podrán poner en tela de juicio las afirmaciones de Ramonet a pesar de su trayectoria. Cuando conviene a determinados intereses el intento será descalificar a la fuente, al autor, sin reparar siquiera en sus dichos. En otros casos, si las palabras sirven para apuntalar las acusaciones o los prejuicios, bastará con sobredimensionar el valor del enunciatario para justificar así un titular, un zócalo televisivo, una noticia que está lejos de ser tal.
La frase citada de Ramonet ha sido extractada de un capítulo que lleva por título “Mentirosos compulsivos” e incluye el relato de varios casos famosos de todo el mundo donde la intervención de los medios y los periodistas para falsear la verdad de los hechos se transformó en un argumento fundamental para la acción política y militar de los centros de poder. Recuérdese, sólo a modo de ejemplo, las denuncias sobre las “armas químicas”, la “bomba atómica” y, en general, “las armas de destrucción masiva” adjudicadas a Irak –información luego desmentida por los propios invasores norteamericanos– y que justificaron la guerra de aniquilamiento perpetrada a partir de marzo del 2003.
Lo que sucede entre nosotros con el ejercicio del periodismo está muy lejos de tener los alcances de la tragedia iraquí. Pero los métodos no son muy diferentes. Quizá la próxima conmemoración del Día del Periodista (7 de junio) podría ser una ocasión para que los periodistas intentemos una reflexión autocrítica –largamente postergada– sobre nuestra labor, la responsabilidad que nos cabe, nuestras condiciones laborales y, sobre todo, acerca del servicio que podemos prestar a la sociedad. También para sincerarnos sobre aquello que no somos.
Ayudaría a esto revisar hechos recientes como, por ejemplo, todo lo acontecido, visto y leído en torno de la carta del papa Francisco a la presidenta Cristina Fernández. Episodio en el cual, al margen de la endeblez de la fuente y de los errores cometidos desde el Vaticano, quedó en evidencia la manipulación de los hechos, la tergiversación de la verdad y la utilización política por parte de grupos empresarios, medios y periodistas.
Nosotros... los periodistas no somos objetivos. Parte de la falacia es pretender serlo. Pero ello no implica que no podamos atenernos a la verdad de los hechos. Ser veraces, exponer los acontecimientos con el mayor esfuerzo de rigurosidad –aunque cualquier recorte esté impregnado por la mirada de quien selecciona– tiene que ser un imperativo ético. Recortar, ocultar parte de la verdad o inducir al error de las audiencias es manipulación y atentar contra la libertad y el derecho a la comunicación de la ciudadanía. Es también faltarles el respeto a quienes nos leen y nos escuchan.
Nosotros... los periodistas no somos los guardianes de la democracia. La democracia tiene sus propios mecanismos y recursos. A nosotros sí nos corresponde aportar datos, elementos, informaciones plurales, apoyadas en fuentes ciertas y diversas, para que los ciudadanos y las ciudadanas puedan adoptar sus propias decisiones.
También podemos opinar. Después de informar y por nuestra calidad de ciudadanos y ciudadanos que asumen –como otros– su compromiso con la sociedad. En nuestro caso, contar con información supuestamente privilegiada y la utilización de los medios de comunicación no hace sino aumentar la responsabilidad de nuestros actos.
El enfrentamiento político e ideológico, la polarización de intereses y posiciones, está generando una situación poco agradable y cómoda para el ejercicio del periodismo. Y no por el presunto enfrentamiento entre quienes se presumen “independientes” y aquellos que se autotitulan “militantes”. Sino porque el periodismo como tal pierde credibilidad y, a renglón seguido, se desvirtúa y se desdibuja su necesario aporte a la sociedad y la ciudadanía.
Ojalá podamos –todos y todas– los que estamos en esta profesión revisar autocríticamente nuestras propias prácticas profesionales. Sin olvidar ni subestimar nuestra condición de trabajadores en relación de dependencia antes que “profesionales liberales”, nuestras inevitables relaciones con el poder y la atención a las condiciones de trabajo que, para la gran mayoría, son cada vez más precarizadas. Quizá, reflexionando sobre el periodismo real, podamos rescatar el sentido de la profesión en torno del servicio y a la búsqueda de la verdad.

La democracia conservadora

Por Edgardo Mocca


La imposibilidad de reelección de Cristina Kirchner les da a las próximas elecciones presidenciales una tonalidad particular. Entre las múltiples facetas de esa particularidad está el hecho de que no existirá una figura capaz de polarizar radicalmente el territorio político entre quienes la apoyan y la rechazan; el impedimento constitucional tiene, visto así, un efecto que modifica la geometría de la disputa, en el sentido de una mayor pluralidad de candidaturas realmente competitivas y un mayor nivel de incertidumbre respecto del resultado. Vuelve, de la mano de ese diagnóstico, un renovado interés por los partidos políticos argentinos y se acentúa una suerte de balance sobre su evolución en la última década y sus perspectivas de desarrollo.
Una vasta literatura politológica da cuenta de las transformaciones producidas en las últimas décadas en la naturaleza de los partidos políticos, sus formatos organizativos, los discursos sobre los que se sostienen y la estructura del sistema en el que “compiten”. Como ocurre siempre con las teorías sociales, la descripción de los cambios está siempre asociada a su interpretación y su valoración prescriptiva. Así, se afirma que los partidos políticos han ido abandonando sus anclajes ideológicos en la dirección de un mayor pragmatismo; que se han ido corriendo de los extremos programáticos para ocupar el “centro” y desde allí convocar el apoyo de una población poco intensa y definida en sus inclinaciones político-ideológicas. Se sostiene que, en consecuencia, el sistema de partidos ha ido perdiendo polaridad ideológica. La descripción nos habla también de un aumento de la tasa de “alternancia”, entendida por tal la frecuencia con que partidos diferentes se suceden mutuamente en el gobierno. Todos esos cambios, se interpreta, confluyen en la doble dirección de una mayor “previsibilidad” de los gobiernos y una consiguiente mayor “estabilidad” de la democracia. El trasfondo de esta prescriptiva es una filosofía política de cuño liberal cuyo núcleo esencial es la desconfianza en el Estado, la sospecha de que su fortalecimiento conlleva siempre la amenaza del autoritarismo y la consiguiente exaltación de los derechos individuales como núcleo excluyente de la vida política.
La época en la que se desarrolla este canon teórico como sentido común dominante del pensamiento político coincide con la etapa civilizatoria abierta en el mundo hace cuarenta años. Es la etapa de desarrollo y posterior triunfo mundial de un nuevo paradigma económico, social, cultural y político que nuestro tiempo reconoció con el ambiguo nombre de “globalización”. En lo económico significa la hegemonía del capital financiero y un salto gigantesco en la capacidad de reproducción mundial del capital. En lo social es el triunfo contundente del capital frente al trabajo, el debilitamiento a escala mundial del movimiento obrero. En lo cultural es la expansión del individualismo, la erosión de las identidades propias de la sociedad industrial-salarial, el crecimiento de las incertidumbres y la inestabilidad social, la centralidad cultural del consumo y sus subproductos (la publicidad, la comunicación de masas, la industria cultural).
En el terreno político, es la época de un doble movimiento aparentemente paradójico: por un lado la afirmación de una oleada mundial de avance democrático y caída de los autoritarismos; por otro la progresiva pérdida de autonomía de la política respecto del poder económico que ha llegado al punto de la colonización de la democracia parlamentaria por parte de los grandes grupos empresarios. Hace poco se celebró el 40o aniversario de la caída del autoritarismo portugués a través de la llamada Revolución de los Claveles. En estas cuatro décadas cayeron sucesivamente los autoritarismos europeos en España, Grecia y Chipre, los autoritarismos del Cono Sur de América hace tres décadas y los de Europa Central de cuya fecha emblemática –la caída del Muro de Berlín– se cumplirán pronto 20 años. Sin embargo, el balance democrático no puede cerrarse de modo triunfalista; en estas horas los europeos votan en cada país la representación en el parlamento regional en un clima que pronostica muy alta abstención, el retroceso de los partidos paradigmáticos de la democracia liberal de las últimas décadas y el auge de fuerzas cuestionadoras del sistema en un arco que va desde una izquierda crítica de la socialdemocracia hasta las variantes más radicales de la ultraderecha racista y la xenófoba. Es el fruto de una visible rendición de los sistemas políticos a los dictados del poder económico encarnado en la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). La política –no solamente la europea– empieza a marcar los límites de una evolución mundial que viene recogiendo críticas de una amplitud de perspectivas filosóficas que va desde los análisis de economistas que supieron pasar por la conducción de grandes organismos internacionales hasta pronunciamientos eclesiásticos como el documento de los obispos latinoamericanos de Aparecida o las más recientes intervenciones del papa Bergoglio.
Hay quien sostiene que en el mundo no pasa nada importante. Que estamos en el mismo punto que cuando cayó el sistema hegemonizado por la Unión Soviética y cuando el neoliberalismo se convirtió en la verdad definitiva del planeta; que solamente asistimos a dificultades circunstanciales del capitalismo, vinculadas con esquemas “técnicos” particulares, fácilmente corregibles. Y hay también quien considera que asistimos, por fin, a los estertores finales del sistema. La discusión, en la que lógicamente participan también interpretaciones más matizadas y críticas, no tiene solución en el campo teórico: nadie puede dictaminar definitivamente acerca del curso futuro de una situación como la que vivimos. La discusión es, en realidad, un conflicto político y no un debate teórico. Son apuestas antagónicas y están en la base misma de cualquier interpretación de la realidad por mucho que se pretenda ocultarlas. De esa apuesta política está cargada la interpretación dominante de la política, de los partidos y los regímenes. Cuando se dice que la alternancia es mejor que el dominio prolongado de un partido, que el acercamiento hacia el centro es mejor que la polarización ideológica, que los partidos deben ser pragmáticos y no involucrarse en perspectivas ideologizadas, que es una suerte para la estabilidad democrática que la militancia política no exista, que la ausencia de pasiones políticas es un activo de la democracia, entonces se está abogando de modo rotundo por una visión conservadora del mundo; una concepción legítima como cualquier otra pero que no merece revestirse, como de hecho lo hace, con la pompa de la “ciencia política”.
Dice esa “ciencia”, con mucha difusión mediática últimamente, que los partidos se han debilitado durante esta década y que con el “fin del ciclo” comenzará su reverdecimiento. Los epígonos “científicos” embellecen su diagnóstico (su programa) con nobles alusiones a las instituciones, al pluralismo, a la concordia y la tolerancia. Necesitados de un fantasma para validar su apuesta acuden a la noción de “régimen”: creen ver en la política de estos años una tendencia a la instalación de un “régimen autoritario”. Curioso autoritarismo que soporta las más infames mentiras repetidas las veinticuatro horas de todos los días (la última importante no dudó en involucrar al Papa, la penúltima alude a un personaje que declaró en la Justicia a favor de Boudou y ahora insinúa que el Gobierno lo amenaza sin explicar por qué). Pero la invocación al autoritarismo es casi un reflejo condicionado en la legitimación del neoliberalismo. Fue, como vimos, el derrumbe de los viejos autoritarismos de diferente signo el telón de fondo sobre el que se desplegó la ofensiva política neoliberal. La “nueva democracia” surgida de los escombros autoritarios tenía (tiene) que ser de bajas calorías; puede llorar lágrimas de cocodrilo sobre la desigualdad social pero tiene que abstenerse de cuestionar el núcleo duro de la estructura que la sostiene y la reproduce. Al fin y al cabo, el mecanismo de la legitimación del orden vigente estuvo siempre vinculado (como magistralmente lo enseñó Albert Hirschman) con el recurso retórico de dar por sentado, al mismo tiempo, que la transformación es perjudicial, que es riesgosa y que es imposible. En los últimos años la agitación del fantasma autoritario –inseparable de cualquier intento de cambio– fue y sigue siendo su núcleo principal de la retórica reaccionaria. Mientras tanto en nuestro país y en varios otros de nuestra región, la política de partidos ha renacido porque han resurgido los conflictos silenciados durante el largo período del consenso neoliberal.
Hay otra apuesta posible en la Argentina. Es la de pensar la democracia como una sociedad que se gobierna a sí misma, en la que los partidos no son empresas o aventuras personales sino portadores de proyectos colectivos. A la política como el reconocimiento de un bien público irreductible al magma de las inclinaciones individuales. Como una práctica sin la cual no hay frontera alguna para la rapacidad, la explotación y la destrucción de la vida en común. Es una apuesta para la que el cinismo político es el obstáculo principal. Es la apuesta que ve en el autoritarismo de mercado el peligro actual más importante para la democracia.

El futuro llegó hace rato


“Quiero convocar a todos los argentinos, a que a esta década ganada le siga otra década más en la que los argentinos sigan ganando (...) es necesario empoderar al pueblo, a la sociedad, de estas reformas y de estas conquistas, para que ya nunca nadie más pueda arrebatárselas.” Cristina Fernández de Kirchner, 25 de mayo de 2013
Hace exactamente un año Cristina nos invitaba a celebrar los logros de la década iniciada el 25 de mayo de 2003 con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada. En el marco de un nuevo aniversario de la gesta que abrió las puertas de nuestra independencia hace más de 200 años, la celebración fue, sin embargo, una celebración curiosa. Lejos del confort de la autocomplacencia y la satisfacción por lo realizado, el mensaje de Cristina fue profundamente movilizante: nada de lo hecho era suficiente. Mientras persistieran en nuestro país resquicios de desigualdad, la tarea debía seguir adelante.
Cargados de futuro, aquel 25 de mayo nos fuimos con la responsabilidad de estar a la altura de ese desafío, que no es otro que el de honrar a los hombres y mujeres de una tradición histórica que hunde sus raíces en los revolucionarios de mayo, se nutre con los caudillos populares de nuestra Argentina profunda, toma forma con los liderazgos de Yrigoyen y Perón, se hace intensamente plebeya y solidaria con el sacrificio de Evita y la militancia revolucionaria, crece con la valentía de Alfonsín y retoma su capacidad de modificar la historia con Néstor y Cristina.
La transformación de nuestro país, durante estos últimos diez años, se vive en cada casa, lo experimentan los pibes en las escuelas, los científicos en las universidades, nuestros abuelos con sus últimas travesuras y los trabajadores en los lugares de trabajo. Los enormes avances sociales, económicos, culturales y políticos hacen irreconocible aquella Argentina de principios de siglo.
Cuando en 2003 asumió Néstor Kirchner la Argentina estaba sumergida en la peor crisis de su historia. El panorama se componía de un cóctel de desconfianza ciudadana en sus instituciones y sus dirigentes, altísimos niveles de desocupación, caída de actividad económica, fuerte endeudamiento exterior y un enorme porcentaje de argentinos en situación de alta vulnerabilidad social. El primer objetivo de aquel gobierno fue asegurar la paz, para inmediatamente luego reconstruir el tejido social a través del fortalecimiento del Estado y la generación de trabajo. En una década se crearon más de 5 millones de nuevos puestos de trabajo y surgieron 200 mil nuevas empresas. Hoy el salario real es el más alto de los últimos veinte años.
La ampliación de la ciudadanía y la profundización de nuestra democracia se hizo a través de la generación de trabajo, que es el ordenador medular de nuestra sociedad, pero también se densificó a través de la política de derechos humanos, del matrimonio igualitario, de la ley de medios, del acceso a las nuevas tecnologías, de la Asignación Universal por Hijo, del Plan Pro.Cre.Ar y del recientemente lanzado programa Progresar. Un Estado activo, eficiente, armonizador de las inevitables tensiones, pero no neutral, siempre del lado de los más vulnerables.
Sobre el telón de fondo de esas decisiones de rumbo, también se sentaron las bases para el desarrollo del futuro. En estos años se inauguraron más de 12 nuevas universidades nacionales, donde más del 75 por ciento de los estudiantes son primera generación de universitarios. Se jerarquizó la política científica con la creación de un Ministerio para el área; hoy nuestros científicos vuelven al país y estamos produciendo tecnología de avanzada como el satélite Arsat-1.
Este nuevo país genera ahora desafíos aún más complejos. Los argentinos y las argentinas somos, afortunadamente, muy inconformistas y siempre queremos más. Aquel desocupado de 2003 hoy es un trabajador formal: cada año negocia salarios y condiciones de trabajo, tiene obra social, sus hijos van a una escuela mejor y aspiran a ir a la universidad. Hoy ese ciudadano tiene diferentes preocupaciones y más ambiciones.
Las rutas y las vías que durante el estancamiento económico eran suficientes por la falta de actividad, hoy se vuelven un embudo que dificulta el ir y venir de los laburantes y de la riqueza producida en todos los rincones del país. Desde el 2003 se pavimentaron miles de kilómetros de rutas productivas, fundamentales para industrializar la ruralidad. También hemos encarado la refundación del transporte ferroviario, además de recuperar la aerolínea de bandera, multiplicando los destinos. El compromiso es profundizar la tarea. Las telecomunicaciones se saturan porque nos incorporamos de a millones al uso de nuevas tecnologías. Por ese motivo, ya se ha tendido una red de fibra óptica de más de 30 mil km que permitirá conectar a casi todo el territorio. La intensidad de la actividad económica y los niveles de consumo domiciliarios nos exigen producir más y mejor energía. La emblemática recuperación de YPF y la reversión de los declinantes niveles de producción hidrocarburífera muestran el camino a seguir. Los enormes avances en la integración regional deben ser aún mejor institucionalizados para que la cooperación con nuestros vecinos en la defensa de la democracia, y en la complementariedad económica, ya no dependan exclusivamente de la buena sintonía personal de nuestros presidentes. La actividad de articulación de la Unasur y la Celac son las referencias para cristalizar los avances.
Los logros producen nuevos desafíos. Cuando uno sube un escalón, se anima a intentar con el siguiente. El desafío de las fuerzas políticas del campo popular es acompañar a los argentinos y argentinas que están dando esos pasos.El peronismo, tal como lo entendemos y sentimos nosotros, es una pulsión igualitarista, profundamente rebelde, que nos obliga a ir por más, a ensanchar continuamente los límites de nuestra democracia. La movilidad social ascendente es un imperativo ético, pero también una decisión estratégica para que nuestro país crezca equilibradamente. Como dice Cristina, no se trata de que todos seamos iguales, sino de que todos tengamos las mismas oportunidades. La construcción de una patria libre, justa y soberana, que albergue a los 40 millones de argentinos no es tarea de un solo gobierno. Es el resultado de la participación de un pueblo organizado, comprometido con su presente y futuro.
La invitación entonces es a organizarnos para profundizar lo hecho y asumir los desafíos de lo que falta; debatiendo apasionadamente, sin prejuicios, pero sin negociar nuestras convicciones.
Del sueño que nos propusieron Néstor y Cristina a este futuro que llegó hace rato. Este es el punto de partida para nuestra generación. Nunca menos.
* Diputado FpV. Militante de La Cámpora.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.