CONCLUSIONES DE LA CONFERENCIA DE LA CENTRAL DE TRABAJADORES DE LONDRES

Latinoamérica vuelve a ser el ejemplo

Parlamentarios, sindicalistas, periodistas y escritores europeos resaltaron la recuperación del Estado, el aumento de inversión en salud, educación y servicios sociales, y la reducción de la desigualdad y la pobreza en la región latinoamericana.
 Por Marcelo Justo

Desde Londres
América latina vuelve a ser ejemplo y modelo para la desorientada izquierda europea. Ese fue el mensaje de la conferencia Latin America 2014 este sábado en la sede de la Central de Trabajadores en Londres, que congregó a parlamentarios, sindicalistas, periodistas, escritores británicos, cuerpo diplomático regional y contó con la presencia de la hija del Che Guevara, Aleida.
En los ‘70 la región encarnó la utopía. En la Europa de la austeridad y la orfandad ideológica post Muro de Berlín se ha convertido en un faro más realista para revertir el credo neoliberal. “América latina es un ejemplo descollante para Europa. Tenemos mucho que aprender de su historia y sus luchas”, sintetizó en la inauguración Linda Perks, vicepresidenta de Sertuc, la regional de trabajadores del sudeste inglés.
Las palabras de Perks marcaron el tono para las intervenciones de más de 70 oradores y panelistas que resaltaron la recuperación del Estado, el aumento de inversión en salud, educación y servicios sociales, y la reducción de la desigualdad y la pobreza en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Esta evaluación optimista contrasta con las falencias de una Europa que, más allá de los movimientos opositores de Podemos en España y Syriza en Grecia, no ha podido construir una alternativa luego del estallido financiero mundial de 2008. “Lo que tenemos que ver acá en Europa es cómo incorporar estas políticas de América latina a nuestros propios procesos políticos”, indicó a Página12 uno de los panelistas, el diputado laborista Chris Williamson (ver recuadro).
El optimismo sobre América latina no hizo olvidar las amenazas que pesan sobre las transformaciones de los últimos 15 años. Celebración por las recientes victorias electorales de Evo Morales en Bolivia y Dilma Rousseff en Brasil, tranquila expectativa por los comicios en Uruguay, pero preocupación por la “revuelta de los ricos en Venezuela” y “la conjura de los fondos buitre y las cortes de Estados Unidos contra Argentina”, según la definición de uno de los oradores, el periodista del The Guardian Seumas Milne. El espantoso fin de la utopía de los ‘70 fue también evocado como una advertencia del pasado. El escritor Owen Jones, autor de Chavs, la demonización de la clase obrera, rememoró cómo su familia de trabajadores del norte del país alojó a una refugiada chilena y sus dos hijos y cómo la mujer años después se suicidó, incapaz de soportar el recuerdo de las torturas sufridas.
Una de las intervenciones más celebradas fue la de la hija mayor del Che Guevara, la doctora Aleida Guevara, quien reivindicó este nuevo escenario regional que hace que su “isla no esté aislada”. Carismática, relajada, ocurrente, Guevara fue ovacionada por toda la sala de pie al final de un discurso en el que reivindicó la salud y educación como bienes inalienables del ser humano, música para los oídos de las 800 personas que colmaban el recinto de la Central de Trabajadores, agobiados por los continuos recortes presupuestarios de la coalición conservadora-liberal demócrata que hacen vaticinar un invierno de emergencia en el sector salud del Reino Unido.
En el cierre de la jornada, la embajadora de Argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, compartió el podio con el diputado laborista Jeremy Corbyn y el de Respect, George Galloway. “Se puede decir que un fantasma recorre Europa, el fantasma de las lecciones que se pueden aprender sobre América latina”, apuntó Castro. “Nuestra esperanza es que América latina pruebe que es posible otro mundo y que hay alternativas económicas y sociales en el siglo XXI.”

“Es la punta de un iceberg”

El ministro sostuvo que los datos abren camino a una investigación y elogió el trabajo de la AFIP. “Todo el mundo sabía que había como 150 mil millones de dólares argentinos depositados en el exterior, pero ahora apareció algo concreto”, afirmó.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, sostuvo ayer que la investigación por las cuentas no declaradas en Suiza de ciudadanos argentinos “es la punta de un iceberg, porque abre el camino a una investigación”, y elogió el trabajo de la AFIP en la pesquisa de estas actividades ilegales. “Es un excelente trabajo de la AFIP, porque se ha logrado rastrear los mecanismos de cómo se arman los engranajes para que los más ricos del país se lleven la plata al exterior”, aseguró el funcionario.
“Todo el mundo sabía que había como 150 mil millones de dólares argentinos depositados en el exterior, pero ahora apareció algo concreto a través de un convenio de intercambio de información con Francia”, agregó el ministro. Kicillof desmintió además que su viceministro, Emmanuel Alvarez Agis, tenga una cuenta en Suiza como denunció el diario Clarín: “Nos tienen acostumbrados, por no decir hartos, con estas operaciones. Aparecen estos temas y en lugar de dar a conocer la cuestión e investigarla lo primero que hacen es tratar de embarrarla. Quisieron embarrarla diciendo que gente de mi equipo tenía cuentas en Suiza. Era una operación que parecía joda. Alvarez Agis en 2006 tenía 25 años, era ayudante ad honorem en una materia. La pifiaron, imposible que tuviera una cuenta en Suiza”, remarcó. “Es la desesperación por ocultar la información. Tiran petardos, cañitas voladoras para ocultar que hay directivos de Clarín y dirigentes de la oposición implicados.”
Por otra parte, el ministro de Economía desestimó que haya cambios de fin de año en el Impuesto a las Ganancias y reivindicó el gravamen como mecanismo redistribuidor de ingresos. “Es una contribución solidaria de los trabajadores que más ganan. En Argentina tenemos más o menos 11 millones de trabajadores, de los cuales pagan Impuesto a las Ganancias sólo 1,029 millones. La verdad es un impuesto a los altos ingresos, a los trabajadores que más ganan; a nadie le gusta pagar impuestos, pero este impuesto es una contribución solidaria de los trabajadores que más ganan al Estado, pero no es para los funcionarios, como todos los impuestos, va a las políticas de Estado como la Asignación Universal por Hijo, la construcción de escuelas, obra pública”, señaló en diálogo con FM Nacional Rock.
En ese sentido, remarcó que el “2014 ha sido un año en el mundo malo, donde el Gobierno ha sacado innumerables planes, Pro.Cre.Auto, refuerzo del Pro.Cre.Ar, Progresar, Ahora 12 –que está funcionando muy bien–, montones de medidas encaminadas a que se sostenga el empleo y una serie de elementos en los que el Estado cumple y ejerce su función contracíclica”. El ministro también apuntó a que algunas empresas “han tenido ganancias altísimas”, por lo que consideró que “cada sindicato tiene que discutir su salario con cada uno de sus sectores y ahí tratar de conseguir mejores condiciones, los empresarios también son un elemento de distribución”, señaló.
A su vez, el ministro volvió a cuestionar a las mediciones que arrojan una inflación en torno del 40 por ciento. Con respecto al “IPC Congreso” dijo que se trata de “un grupito de opositores” que son parte de “una campaña mediática que pretende instalar que la inflación es de 40 por ciento, pero no tengo la más pálida idea de donde surge, porque la verdad que viendo cómo están elaborados, lo hacen a mano alzada, hacen tres llamados, bajan al mercadito de abajo de la oficina”. “Esa bandera de que la inflación es de 40 por ciento apareció cuando se les pinchó lo del dólar ilegal, lo de que las paritarias iban a ser de 60 por ciento y que se venía el Rodrigazo. Todo el mundo está un poco harto de tanta mentira que inventan para perjudicar al Gobierno y al país”, añadió.
Kicillof dijo que el índice oficial “cerrará este año en 24 por ciento, pero habrá que ver cómo evoluciona, faltan noviembre y diciembre, y está muy lejos de ese 40 por ciento”.
“Cuando dicen que hay mucha inflación porque hay mucho gasto y mucha emisión, es el mismo discurso que usaban para imponer el ajuste en la etapa neoliberal, con esa idea impusieron el plan de convertibilidad; hoy en Argentina podemos discutir un montón de cosas, pero hay cosas que no se pueden discutir”, remarcó.
En este contexto, se refirió a “los grupos concentrados, la elite económica de Argentina que muchas veces intenta influir en los actos del Gobierno, de cualquier gobierno y, después, cuando vienen las elecciones financian candidatos”.
“Durante los ’90 –agregó–, estaban acostumbrados a dictar leyes, a poner ministros, a condicionar muy fuerte. Cuando hablan del Estado, dicen que no quieren que los controlen y todo el mundo sabe que aún los países más liberales tienen enormes controles sobre los capitales; esto debe leerse en esa clave, hay algunos nostálgicos de ese Estado cómplice, que trabajaba para los intereses de las corporaciones”, concluyó.

El círculo rojo .   Eduardo Aliverti

Técnicamente, de las crónicas del hecho no es posible inferir en qué habría consistido ese tal consenso. Tampoco hace falta mucha imaginación que digamos. Nuestros fogosos amantes de la dictadura del mercado pecan de conciencia culposa: sólo a regañadientes toleran que se los defina como de centroderecha. Se dicen republicanos, libreempresistas, demócratas liberales. Pero la mención de “derecha”, aun morigerada, les significa una patada al hígado. Y entonces, no. Se expresan narrativamente a través de vaguedades y lugares comunes. En el salón Juan Pablo II de la UCA, lo más demostrativo del establishment juntó a Sergio Massa, Mauricio Macri, Ernesto Sanz, Hermes Binner y Julio Cobos. En primera fila, sonrieron plácidos, hubo algunos chistes y se retrataron cómodos en forma conjunta. Del presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, escucharon que, a pesar de los 30 años de democracia, subsisten problemas como la pobreza y el desempleo. De Claudio Cesario, titular de la Asociación de Bancos de la Argentina, habrán registrado el reconocimiento de que “fuera del sistema hay unos 220 mil millones de dólares en activos de argentinos”, a la espera de volver para financiar el desarrollo toda vez que concluya el despotismo populista. Juan Manuel Vaquer, en nombre de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, se plantó cual víctima del orden establecido y aseguró que “en un país sin instituciones sólidas, con funcionarios discrecionales, los exitosos son los que están cerca del poder; los aventureros”. Jaime Campos, de la Asociación Empresaria Argentina, blanqueó que los medios de prensa independientes deben disponer de “todo el poder para actuar”. Los asistentes contaron con la bendición del filósofo Santiago Kovadloff, quien arguyó que al presente hay que mirarlo desde el porvenir. Amerita recordar a Tulio Halperin Donghi, muerto hace muy poco. Un relevante historiador argentino que era tan gorila como corrosivo. Un provocador de aquellos, situado entre lo mejor, o lo más atendible, que haya producido el pensamiento de derecha de estas pampas. Donghi remarcaba que un argumento, cualquiera, sólo puede sostenerse de haber otro igualmente considerable en dirección exactamente inversa. Si alguien afirma a secas que le importa la unidad nacional, el desarrollo productivo, la felicidad del pueblo, el combate contra la inseguridad y la inflación, estamos hablando de un tonto estimabilísimo porque nadie en su sano juicio podría pretender lo contrario. Sin embargo, en política aunque no únicamente, lo insustancial de las vaguedades puede obrar como reafirmación de aquello que se quiere escuchar y, esencialmente, de lo que se desea exhibir. Lo trascendente es la construcción de sentido.
Massa, Macri & Cía. no fueron a la UCA para que les advirtieran sobre la necesidad de ajustar por abajo, achicar el gasto público, eliminar retenciones al agro, devaluar, volver a endeudarse para financiar negociados. Fueron a sacarse la foto que representa todo eso. No les hace falta detenerse en su explicación. No les conviene, y por algo será. Quienes presentaron el “consenso inédito” fueron sus patrones ideológicos y ellos, como políticos subalternos, hicieron saludo uno-saludo dos. Tuvieron un afán obligatorio de pleitesía, pero a la hora de los bifes sólo uno de ellos contará con la artillería mediática favorable y el resto será ninguneado. Es un dato que Scioli no haya ido, pero podría tenerse por seguro, o muy probable, que el establishment guarda varias fichas para apostar al gobernador bonaerense. El episodio, en su conjunto, no movió un pelo de repercusión popular. De hecho, este Foro de Convergencia Empresarial que nucleó a lo más espeso del poder económico concentrado no ganó, siquiera, la portada de sus diarios, la relevancia en sus portales, la atención prioritaria de los comunicadores que les sirven de amplificador. La información sobre el foro cayó después de la semifinal entre Boca y River, en medio de los cruces entre el Gobierno y uno de los jueces servilleta, relegada por el invariable predominio de las informaciones policiales. Ningún noticiero de tevé le dio notabilidad. Entre las audiencias atentas, la porción del electorado con solidez kirchnerista habrá renovado sus arcadas. El odio anti K se habrá reafirmado en sus presuntas convicciones de que al país debe conducirlo el mercado y no el Estado. Habría que ver qué sucedió, si es que algo sucedió, con ese (alrededor de) tercio voluble que no define para dónde enfilar y que muy probablemente decida su voto de acuerdo con la coyuntura económica vigente al momento de las urnas. La presunción del firmante es que esa foto de la oposición en la UCA, con sus dirigentes más figurados en carácter de vasallos ante esos referentes de la industria, el campo, los servicios, los bancos, fue más inadvertida que otra cosa. Uno cree tener la responsabilidad de comentarlo, pero de ahí a imaginar una sociedad ligeramente interesada por el asunto hay mucha diferencia. También es cierto que un suceso no requiere necesariamente de representatividad social para poder abordarlo. Basta con que sea significativo.
El paro de los gremios del transporte público, por ejemplo, entre la madrugada y el amanecer del jueves, representó bronca social desde las dificultades para llegar al trabajo. Nada más. Pero tiene la significación de que fue una medida de fuerza contra el Gobierno, exclusivamente, porque, como la inmensa mayoría de los paros que convocan las burocracias sindicales, no cuestionan a las patronales. En esos paros sectoriales de Moyano, Micheli, la UTA y sus etcéteras, en esas movilizaciones sin documento final ni oradores, a que cada tanto llaman desde sus kioscos gremiales, el patrón no existe como objeto de denuncia. Se educaron para vivir de las prebendas oficiales, hasta el punto de que sólo les cabe cuánto podrían arrancarle al capanga estatal que ora es amigo y ora enemigo. Con unos toques favorables en las arcas de sus obras sociales se les acaba la combatividad. Van contra el Gobierno, nunca contra la lógica del capital acumulado bajo las artimañas que fuere. Al enemigo, para el caso o llegado el caso, son capaces de representarlo en Cristina, y si les fuera necesario, hacen y harán alianzas tácticas con cuanta derecha les haga falta. Es un andar mucho antes extorsivo que ideológico. Cuando la 125 ya vimos a trotskistas en arrumacos con estancieros. Ahora vemos a jerarcas sindicales, otrora proclamadores de que el gobierno de Kirchner es lo mejor que pasó después de Perón, en amoríos con Macri. O Massa. No tienen otra ideología que los negocios del prebendarismo estatal, de los cargos o bancas en canje por bajar cambios de conflictividad, de que el poder económico asista a sus apetencias personales. A los burócratas sindicales les cuesta entender que el kirchnerismo podría ser una etapa superadora del peronismo. Y a los factores de poder empresariales, habituados a la fácil transa con aquéllos, mucho más. Así sea que no les han tocado el bolsillo gravemente, ni mucho menos, les cuesta asumir esta cosa de cierta efervescencia disruptiva, con porciones juveniles entusiasmadas; con sectores humildes en parte reparados, con que ya no bastan unas tapas periodísticas en contra para tumbar, dañar o chantajear a un gobierno.
Un gobierno que, ya se sabe, afronta el serio problema de no tener al candidato. Tiene mística. Tiene gestión redistributiva de casi doce años. Tiene la única capacidad de movilización realmente existente. Tiene la demostración progresista más acabada que haya conocido este país en, por lo menos, los últimos cuarenta años, incluyendo el impulso y concreción de libertades civiles que dejaron sin discurso ni destino histórico a los radicales y demases oradores sarmientinos: Alfonsín fue el último y gran constructor de la épica que les era probable. El kirchnerismo tiene además la aceptación mayoritaria a favor de Cristina, según lo que admiten las encuestas encargadas por la propia oposición a sus consultores amigos, a pesar de los corruptos o sospechosos oficiales que no serían menos si administraran los republicanos que Carrió representa en joda, Macri bajo el amparo de que roba pero hace, o Massa detrás de su eficiente alcaidía en Nordelta. Pero no tiene candidato, el kirchnerismo. Tiene a la líder del espacio, pero eso no se vota. Es un problema grande. Muy grande.
Lo que debería ser más seguro para seguir avanzando –este modelo– es una incógnita. Y la incógnita de lo que significa la oposición es lo seguro de la foto en la UCA.


Un eslabón concentrado

Por Martín Ayerbe *
En general los temas como el comercio exterior y la actividad del flete marítimo parecen reservados a los especialistas, que en estos casos reflejan la opinión de las multinacionales interesadas en la materia. Ese tipo de análisis plantea que en el sector del flete fluvial existe competencia entre firmas rivales, rige la ley de oferta y demanda, la riqueza desborda hacia las firmas más modestas y que existe en general eficiencia de la empresa privada. Sin embargo, no advierten que nueve empresas se reparten el 82 por ciento del movimiento de contenedores del país. Lejos de la competencia que se postula, el ambiente es absolutamente conservador, prácticamente un coto de caza en donde la Argentina se encuentra cautiva. Estas empresas extranjeras se presentan bajo múltiples nombres, pero en realidad son un solo grupo económico e integran verticalmente la cadena de valor del flete, con sus flotas subsidiarias de buques, barcazas, trenes y camiones, en un proceso de constante concentración económica. De alguna forma la situación es similar en el caso del movimiento de graneles y de hidrocarburos, que completan el despliegue del comercio exterior argentino.
Si se toma una serie estadística desde 1998 a 2008 (las dos puntas del máximo nivel de actividad y mayor importación del país) las siguientes son las empresas que acumularon más ganancias en el comercio exterior argentino: Mediterranean Shipping Company, que explica el 18,6 por ciento del mercado, facturó 196.726.900 dólares; Hamburg Süd, con el 17,3 por ciento de las cargas, 180 millones de dólares; Maersk Sealand, con el 13,6 por ciento, 205 millones; Compañía Sudamericana de Vapores, con el 12,1 por ciento, 117 millones; Hapag Lloyd, con el 5,6 por ciento, 65,7 millones; Maruba, con el 4,1 por ciento, 87 millones; Evergreen, también con el 4,1 por ciento, 103 millones; Compagnie Maritime d’Affrettement, con el 3,4 por ciento del Mercado, facturó 45,5 millones y Nippon Yusen Kaisha, con el 3,2 por ciento, 56,6 millones. El resto del mercado se lo dividen entre CSCL, Mitsui OSK, Cosco, Pacific Int., CCL, Grimaldi, Israel y American, entre otras, que facturaron 297,8 millones de dólares. Por el total de la carga conteinerizada la factura asciende a los 1356 millones de dólares. Sumado a los montos por las maniobras de carga y descarga y al movimiento de estiba, que totalizan 264 millones, el total de la facturación del sector llega a los 1620 millones de dólares. Si la cuenta se extiende a 2014 el total es de 2398 millones.
Estas multinacionales, junto a sus “hermanas de los graneles” (donde se destacan Cargill, ADM, Continental, Bunge y Dreyfus) facturaban en 2008, 4000 millones de dólares. Hoy la Argentina paga en concepto de fletes alrededor de 7000 millones de dólares a empresas que no construyen un solo buque en el país.
El proceso privatizador del neoliberalismo se apropió de la totalidad de los fletes de nuestro comercio exterior. Sólo nueve multinacionales explican la mayor parte de la facturación de contenedores y fueron (y son) los beneficiarios del decreto 1772/1991 de cese de bandera nacional de Menem-Cavallo y la liquidación de ELMA. Ningún armador privado se presentó para sustituir al Estado, que fue destruido en esa maniobra y todas las que siguieron en esa dirección. Por el contrario, fueron y son funcionales a la destrucción. En esta materia, el Estado tiene una asignación pendiente en la recuperación de la intervención directa como empresario, para intervenir en la renta de fletes que el país genera anualmente. En este sentido, los proyectos de ley Transporte por Agua con Reserva de Cargas y del Fondo de Desarrollo de la Industria Naval Nacional, creados por los trabajadores del Astillero Río Santiago luego del triunfo contra la privatización menemista, constituyen un plexo jurídico interesante para la reconstrucción de la Marina Mercante Argentina. Esa normativa nos permitiría recuperar el 50 por ciento de los fletes del comercio exterior para buques de bandera nacional inscriptos en el registro, construidos en astilleros nacionales y tripulados por argentinos. También prevé un gravamen del 2 por ciento a todos los fletes marítimos, para financiar proyectos productivos dentro de la propia actividad de la navegación. Eso podría financiar la construcción de entre 5 y 7 buques Panamax por año, creando más de 145 mil puestos de trabajo.
En 1984 el Astillero Río Santiago construyó los buques portacontenedores Malvina y Soledad con enorme capacidad de carga refrigerada y con maniobra propia, capaces de realizar carga y descarga en sólo 36 horas. Cada buque costó a valores de la época unos 42 millones de dólares y dejaban de ganancia 1,5 millón cada 40 días en su tráfico al norte de Europa. Se amortizó el costo de construcción en los primeros 5 años. Ya lo hicimos y es nuestro deber volver a hacerlo.
* Presidente del Foro Naval Argentino Hipólito Bouchard.
La colonialización del comercio exterior
Integradas verticalmente desde el estratégico eslabón marítimo, poseen los puertos privatizados, con silos, elevadores, grúas y muelles. Los especialistas analizan qué se debería hacer para revertir la situación.


Por Agata Grinberg *
Luego de cinco siglos de disputa por la navegación y los mercados mundiales, las coronas europeas, los angloamericanos y otros imperialismos orientales constituyeron la alianza marítima que reguló de forma definitiva los mercados, en un nuevo orden mundial. Con presencia en Holanda, India, Alemania, Inglaterra, Rusia y Argentina; Cargill, André, Continental, Dreyfus y Bunge y Born constituyen el monopolio de la cadena de valor del comercio exterior mundial. Integradas verticalmente desde el estratégico eslabón marítimo, controlan los puertos privatizados, con silos, elevadores, grúas y muelles en la Argentina desde la década del ’90. Además del flete, el seguro, el acopio y la maniobra, definen el perfil productivo de nuestro país proveyendo a los productores rurales del paquete tecnológico. En la línea de Don Corleone, “I’ll make him an offer he can’t refuse”, proveen de la semilla, el fertilizante, el herbicida; con “la garantía” de comprarle en la tranquera la cosecha. En la Argentina de hoy se reproduce una semilla extranjera, con úrea y glifosato extranjeros. Así, la tierra más fértil del mundo expulsa a sus trabajadores rurales, porque el modelo de siembra directa pone el valor agregado en el paquete tecnológico de las multinacionales. Los economistas no pueden explicar la caída abrupta del precio de la soja de 550 dólares la tonelada a 350 dólares, porque no comprenden que en el mercado de Chicago en el precio tiene especial incidencia el accionar de las multinacionales.
Una economía de escala como la argentina, donde se producen alimentos para más de 460 millones de habitantes, requiere del control del comercio exterior por medio de una corporación estatal que actué de forma independiente del capital privado. Argentina necesita un Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, un IAPI del siglo XXI. Que esté actualizado tecnológicamente, sea ágil y comercialmente agresivo. Que realice las exportaciones argentinas de las 100 millones de toneladas a granel, otorgándole al productor semilla desarrollada por el INTA; además de un seguro multiriesgo contra la seca, la inundación o el granizo; con estaciones de campaña, silos, elevadores y nacionalizando los puertos privatizados en los ’90. No hay que olvidar que de las 100 millones de toneladas que el país produce, el 92 por ciento es exportado y sólo el 8 por ciento es consumido internamente.
El Estado también tiene que poder planificar la demanda de las 30 millones de toneladas de importación, sustituyendo los productos que estamos en condiciones de fabricar en el país. Una pequeña muestra de la potencialidad del Estado en la materia lo ofrece nuestra propia historia: con lo acumulado por Miguel Miranda (ministro de Economía de Juan Perón) del ’46 al ’48, el gobierno en ese momento pagó los ferrocarriles a ingleses y franceses, creó la Flota Argentina de Navegación de Ultramar, la flota fluvial, Aerolíneas Argentinas, los camiones del IAPI, la construcción del Astillero Río Santiago, Somisa, el Gasoducto Comodoro Rivadavia-Bs. As., el desarrollo del Pulki, Rastrojero, Justicialista, los Institec y Graciela; la moto Puma y el tractor Pampa. Los pactos bilaterales y equilibrados entre Estados nacionales son el camino a la equidad en el intercambio. Por ejemplo, Venezuela ha intercambiado hidrocarburos por productos argentinos a través de fideicomisos donde no es necesario el intercambio en divisas.
De igual y complementaria importancia es un brazo logístico multimodal que integre una flota mercante estatal, que realice el 50 por ciento de los fletes del comercio exterior que le corresponden al país; que integre al ferrocarril en las cargas y las largas distancias por tierra; con las recuperadas Aerolíneas Argentinas y una flota de camiones que llegue con los productos de consumo a todas las provincias, a todos los pueblos, a todos los barrios. Un Estado que ejerza la producción y preste el servicio, además de regular la actividad, porque en el ejercicio de la actividad está la verdadera regulación. Para ello, nuestro movimiento impulsa la creación de la Empresa de Líneas Multimodales Argentina ELMA XXI, que permitiría al pequeño productor o pequeño industrial una estatal hacia el mar, que proteja los precios de nuestros productos y realice el flete y el seguro en toda la cadena del transporte, desde el camión al tren, la barcaza o el buque.
* Presidenta de la Federación Popular del Transporte Argentino Eva Perón.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.