Último round.

 De cara al último año de mandato del actual gobierno.

Estamos viendo tal vez el comienzo de un nuevo escenario político y económico de cara al último año de mandato del actual gobierno.

Decíamos en artículos anteriores que  en ocasiones en la historia ocurren hechos o acontecimientos que de golpe , de manera  impensada, hacen evolucionar a las sociedades.  No hay duda de que el ataque a CFK tocó un límite que sacudió la apatía que la pandemia, la crisis económica y la dubitativa gestión del gobierno habían producido en la muy politizada sociedad argentina. La jugada de la oposición que buscaba ‘jubilar’ a CFK resultó en todo lo contrario, su retorno al centro de la escena.

 

El gobierno de Alberto Fernández venia en estos tres años de gestión jaqueado por una oposición cerril, muchas veces violenta,  que desde el primer día estuvo tratando de esmerilar constantemente su accionar. Sumado a la crisis económica generada por la gestión macrista, con una brutal devaluación de nuestra moneda, una inflación cercana al 50%y una deuda impagable, contraída en forma irresponsable y la atadura a las políticas del FMI comprometidas por Mauricio Macri. Si a esta herencia, se le suma la pandemia del Covid19, la larga cuarentena producto de esta, con el golpe muy fuerte sobre la economía, no solo local, sino también global. Y apenas superada la pandemia la guerra ruso ucraniana que puso de cabeza la ya vapuleada economía mundial y la política global, desquiciando los precios de los alimentos y la energía. Los efectos globales de este conflicto todavía son difíciles de mensurar pero se prevé un invierno boreal complicado, sobre todo para la vieja Europa, que quedó  presa de los intereses geo políticos yankys.

En suma este gobierno sufrió los efectos de una tormenta perfecta, y es aún peor porque a estas situaciones imponderables le sumó  su propia impericia en muchos estamentos de la gestión.

Si bien manejo la situación de la pandemia con bastante solvencia y buenos resultados, en el plano político y económico fue haciendo agua, con políticas timoratas, un miedo al conflicto con los factores de poder, un consensualismo que no tenía respuestas del otro lado. Que por el contrario, como los perros, cuando la oposición veía debilidad, olían sangre, iban con más odio y violencia.

Como un boxeador golpeado y siempre al borde del nocaut, solo atina  a defenderse y a tirar golpes esporádicos, esperando el final del round.

El quiebre fue cuando en su afán de odio, los sectores empresarios y políticos de derecha, buscaron destruir a la mayor dirigente del oficialismo, Cristina Fernández de Kirchner. No es casual el ataque a su persona como no lo fue la feroz campaña de calumnias sobre su figura desde hace años. CFK es el punto más alto de acumulación del movimiento popular, y solo su figura y liderazgo político pone freno a las aspiraciones de la derecha de volver a una Argentina pre peronista, sin derechos laborales, ni sociales ni ciudadanos para las mayorías populares. La ola neo conservadora que asola al mundo, liberal en lo económico, pero casi fascista en lo  político, busca a través de sus expresiones en la Argentina, un reseteo de la sociedad, de acuerdo a valores fracasados y pasados en el tiempo. Estos sectores saben que su  principal antagonista fue y es el peronismo y su líder CFK.

Una campaña basada en la mentira y el agravio por los medios de prensa,  por periodistas venales y luego tomado por un aparato judicial, cooptado por los servicios y los intereses corporativos. Uno a uno se fueron cayendo los juicios en su contra, por falta de sustento en sus acusaciones. Solo les quedaba el juicio por la obra pública en Santa Cruz, un engendro que lleva más de tres años de sustentación y que ahora está en las etapas finales. La sobre actuación de los fiscales, trasmitido  casi en cadena por los medios opositores, que terminó pidiendo 12 años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos públicos para CFK, generó  un efecto contrario, la movilización de la militancia y de muchos simpatizantes silvestres en su defensa y apoyo. De forma auto convocada los simpatizantes hicieron guardia frente a su domicilio durante días, convirtiendo cada entrada y salida de su casa en una acto político. Estos hechos colocaron a CFK en el centro de la escena política, ubicándola, como si hubiera hecho falta, en la líder indiscutida del movimiento popular y alineó   a todos los espacios peronista bajo su conducción.

Todos los dirigentes del FDT dejaron sus diferencias y salieron a apoyar enfáticamente a la vicepresidenta. También los dirigentes sindicales, los movimientos sociales, personajes de la cultura, intendentes y líderes políticos mundiales. Este giro político al interior de la alianza de gobierno se profundizó luego del intento de magnicidio, que de haberse concretado hubiera hundido al país en la noche más oscura desde la última dictadura militar.

La reaparición de CFk, luego de más de tres años en un perfil relativamente bajo, originó  en los sectores opositores una reacción. No es casual que en los últimos tres o cuatro meses la aparición pública de pequeños grupos muy agresivos, que originaron diversos escraches contra ella y contra dirigentes de su partido. Fueron frecuentes los actos intimidatorios de estos grupos frente a su domicilio, frente al Instituto Patria, en el Congreso y hasta en la misma Casa Rosada, siempre con  total impunidad y cobertura que le daba la policía metropolitana.

El intento de asesinato de CFK tiene que entenderse en este marco, más allá del ejecutor material del hecho y sus colaboradores  cercanos hay una derecha violenta y anti peronista que no tiene límites en su proyecto político. Es necesario estar muy atentos a la evolución de la causa llevada a adelante por la jueza Capuchetti y el fiscal Carlos Rimolo, ambos de reconocida pertenencia al macrismo, de llegar hasta los responsables directos y los ideológicos. Alguien financió  a estos grupos en su accionar y otros seguramente le dieron letra para el relato magnicida que querían llevar adelante.

Para quien le guste o no, Cristina Fernández sigue siendo la figura líder la política argentina, es al decir de Cooke “el hecho maldito de la oligarquía argentina”. Si quisieron hacerla desaparecer, la jugada le salió totalmente al revés.

Queda todavía la continuación del juicio, donde el prevaricato de los jueces y el fiscal ha quedado de manifiesto. La sentencia de condena ya la tienen escrita los jueces en su escritorio, se la hicieron llegar los abogados de Magnetto y la Nación, arietes perversos de círculo rojo de poder en la Argentina. La duda es si ante estos acontecimientos tendrán el valor de firmarla. Si lo hicieran lamentablemente escalaria el conflicto hasta límites hoy impredecibles.

La economía:

La renuncia  de Guzmán al Ministerio de Economía, muy criticada por lo sorpresivo para algunos, fue una salida, fomentada por algunos sectores internos, pero sobre todo una situación donde el ministro carecía de poder suficiente como para afrontar el golpe del mercado contra las política del gobierno, buscando una devaluación brutal que llevara mayores ingresos hacia los sectores exportadores y concentrados en contra de los ingresos populares. La salida de Guzmán era inevitable, sobre todo por la falta de apoyo político por parte del presidente. Las políticas dubitativas del Alberto Fernández solo hicieron debilitar aún más la  gestión de Martin Guzmán.

La llegada de Sergio Massa, como superministro y con el poder que se le había negado a Guzmán,  fue un golpe muy duro para los sectores que promovían la devaluación.

Massa cuenta con peso político propio, y  contactos muy fluidos con grupos empresarios locales, ejemplo Banco Macro o el grupo Vilas - Manzano, pero además tiene relaciones profundas con el establishment político norteamericano.

El excesivo  consensualismo de Alberto Fernández,  la falta de una metodología para la toma de decisiones en una alianza de gobierno, una comunicación ineficaz, el desorden macroeconómico heredado, evaporaron buena parte del capital político del Frente de Todos, al tiempo que la deuda externa, la escasez de dólares y la corridas cambiarias que tuvo que afrontar, lo obligó  a acordar una agenda política y económica con el FMI.

 Massa asume en un momento muy crítico,  en medio de una corrida muy fuerte  buscando una devaluación importante, basada en la falta de divisas en el Banco Central, una inflación galopante y salarios muy deprimidos: haber cedido a las presiones devaluatorias podría haber generado un caos económico que hubiera puesto en riesgo el gobierno mismo.

Massa, con una voluntad de poder de la que careció el presidente encaro rápidamente las tareas de recomponer reservas, reducir el déficit y morigerar la espiral inflacionaria. Hasta el momento podríamos decir que la gestión Massa es altamente positiva en cuanto al cumplimiento de objetivos fijados. Sus políticas acuerdistas tanto internas con los grupos empresarios más importantes como con el Fondo y el Departamento de Estado Norteamericano, le dieron una espalda  fuerte para encarar algunas políticas de ajuste presupuestario, y algunas medidas cuestionada por lo bajo,  pero tal vez necesarias para sumar reservas, como el dólar soja.

A corto plazo las variables macro económica parecen estar estables, con signos muy positivos en cuanto a actividad económica, crecimiento del PBI, aumento de la ocupación, algunos sectores con una tasa de crecimiento alta y constante. El cuello de botella es y seguirá siendo las reservas de divisas, hoy en un límite muy bajo; la cuestión de la inflación y los bajos salarios, que golpean más directamente a los trabajadores, quedaron  como asignaturas pendientes.

Para el mediano y largo plazo, las políticas están orientadas a desarrollar los cuatro mayores áreas generadoras de dólares: exportaciones agropecuarias, minería, energía e hidrocarburos e industrias del conocimiento.

Como factores positivos también  podemos citar que se destrabó el desembolso de fondos por parte del BID,   la financiación china para la construcción  de la dos represas en Santa Cruz, la Cepernic y la Néstor Kirchner y la Planta nuclear Atucha III. Existen, además, otros datos alentadores, como la expansión de YPF o la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que unirá Vaca Muerta con los puertos, para la exportación de Gas.  Todas acciones de importancia estratégica para lograr el autoabastecimiento energético y también convertir a nuestro país en un exportador de energía .

 Las dos caras de la misma moneda.

El crecimiento de la macroeconomía se mantiene en niveles altos, cercanos al 6% y la caída del desempleo al 6,7%, la menor tasa desde 2015. Sin embargo estos números se ven empañados por una alta inflación cercana al 100 % anual. Se observa  una tendencia persistente de trabajadores con ingresos por debajo de la línea de pobreza, a pesar de ser trabajos de tiempo completo.

Por otro lado puede verse un aumento en el  consumo de sectores de las clases media alta y alta, en supermercados, espectáculos, turismo, ocio y restaurantes contrapuestos al empobrecimiento de pensionados y  jubilados y aquellos trabajadores, la mayoría, cuyos salarios no han acompañado el crecimiento de la inflación, sufriendo un deterioro sostenido desde 2015.

Estamos ante un fenómeno nuevo en la Argentina, es indudable que la concentración de la riqueza que vivimos desde 2015 se ve plasmada en esta nueva realidad: “el crecimiento económico no reduce los índices de desigualdad”. En otras palabras la teoría del derrame resulta ser falsa, como todo el andamiaje teórico del neoliberalismo. Sin políticas activas de redistribución del ingreso el mercado se apropia de los excedentes, generando ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

El presupuesto 2023 Proyecciones moderadas y mucha disciplina fiscal

En los acuerdos con el FMI, se comprometieron medidas de estabilización de la economía de corte ortodoxo, principalmente fuertes recortes del gasto público y de la emisión monetaria.

Las proyecciones económicas señalan para el año 2023 una inflación del 60% un crecimiento del PBI del 2%, un déficit fiscal primario equivalente a 1,9 puntos del PBI y déficit financiero (sumado el pago de intereses de deuda) de 3,9 puntos, y un superavit en el comercio exterior de 12.300 millones de dólares. El tipo de cambio promedio del año sería de 219 pesos por dólar, y el correspondiente al cierre del año, de 269 pesos.

Una novedad importante en este proyecto de presupuesto se le planteará a los legisladores que si se dispusiera la eliminación de una serie de beneficios fiscales en favor de sectores, empresas, regiones, etc, se «podría mejorar la performance del presupuesto en 2,4 puntos del PBI». Es decir que el déficit fiscal de 1,9 puntos del PBI pasaría a ser un superavit de 0,5 puntos.

«Si se elimina el déficit fiscal, desaparece la necesidad de financiamiento, que es el principal motor de la inflación», señaló una muy alta fuente del Palacio de Hacienda en referencia a dicha separata.

Lógicamente, la propuesta de Sergio Massa al Congreso se formula por separado «porque se requiere de una decisión política de mucho coraje de los diferentes bloques para votar las leyes que eliminen esos beneficios, como la exención del pago de Ganancias a jueces y otros funcionarios del Poder Judicial, exenciones impositivas a determinadas empresas, diferenciales de tasas de impuestos internos a determinadas provincias…».

Por ahora quedaron en carpeta la leyes que gravan a la renta inesperada y la que buscaba crear un fondo para pagar al FMI con los dólares fugados durante el gobierno de Macri, que impulsa el bloque de senadores del Frente de Todos (FdT). En su lugar, Massa prefirió impulsar un régimen de anticipo del pago del impuesto a las ganancias para las empresas.

En lo relacionado con la inflación, el punto más débil de la gestión económica de AF, el nuevo ministro rechaza las medidas coercitivas. Su estrategia sigue siendo convencer al establishment para llegar acuerdos de precios. En este tema, que golpea fuertemente los ingresos populares, la urgencia ha sido menor y las definiciones se han aplazado para adelante, mientras se diseñaron algunas medidas compensatorias como el adelantamiento de paritarias y los bonos para jubilados. Sin embargo, hasta ahora, la inflación sigue ocupando un lugar principal en el estado de ánimo de los ciudadanos. Habrá que ver el resultado de estas políticas de acuerdo de precios; hasta ahora, AF y Martin Guzmán quemaron gran parte de su caudal político buscando un acuerdo que las grandes empresas nunca cumplieron.

 

Nuevo escenario

Es evidente que la emergencia de Massa renovó la capacidad de gestión del gobierno y a su vez abrió canales de diálogo con la mayor parte del establishment nacional y buena parte del internacional.

Tanto Alberto como Cristina han venido buscando acuerdos y vías de diálogo con la oposición, conscientes que la crisis económica y política y la violencia imperante en algunos grupos de derecha ameritan acuerdos sobre políticas  básicas de estado que garanticen la vida democrática y un piso mínimo de convivencia.

La respuesta de Macri al pedido de dialogo por parte de la vice presidenta, por un lado diciendo que “solo con la constitución al lado” como si alguna vez hubiera respetado las leyes y la instituciones. En el programa de Majul en su canal La Nación + habló  descarnadamente sobre su supuesto próximo gobierno: Ajuste brutal  sobre los derechos populares (baja de sueldos y jubilaciones, despidos masivos, anulación de la leyes del trabajo, cierre de aerolíneas y cualquier empresa del estado, eliminación de las indemnizaciones por despido, etc ) o palos.

Un líder debe bancarse muertos si es necesario en el logro de su proyecto. Peligroso concepto de liderazgo.

También Patricia Bulrich, Presidenta del PRO contestó con un exabrupto el pedido de dialogo, “primero le rompemos la boca y cuando sangren conversamos”.

La coalición de derecha opositora muestra una vez más su cara de violencia y agresión. Su odio al pueblo y a sus derechos: Lejos quedaron los  globos amarillos y los bailes y saltitos ante las cámaras, ya no hay mensajes de paz y esperanza, solo muestran su mueca de odio y venganza.

En este marco no es difícil relacionar a los grupos neo fascistas que intentaron asesinar a Cristina con sectores y dirigentes  del Pro. Los discursos de odio envenenan a la sociedad en su conjunto y por supuesto prende más en aquellos grupos más vulnerables y más primitivos en su pensamiento.

Son notorias las diferencias entre los espacios que conforman Cambiemos. Por un lado el radicalismo no se resigna a ser “segundon” detrás del liderazgo de Mauricio Macri. Cuentan con estructuras en todo el país, numerosos intendentes y gobernadores, tienen una territorialidad que los demás partidos que conforman Cambiemos no cuentan. La Coalición Cívica con su líder se muestra molesta y trata de distanciarse., Larreta el mejor posicionado para un posible 2023, se ve acorralado por  los sectores de los halcones, que lo empujan, más allá de sus deseos, a posiciones muy duras.

El corrimiento hacia la derecha extrema por parte de todo el espacio Cambiemos, lo está haciendo  perder a potenciales votantes moderados y/o  independientes. La ciudadanía argentina tiene todavía memoria histórica sobre la violencia política y los trágicos resultados que trajo en su momento.

Cambio político

 La persecución y el intento de homicidio a CFK jugaron como un factor de unidad donde todos los espacios salieron a apoyarla enfáticamente. El ataque a CFK despertó a las bases del kirchnerismo, devolviéndole una épica y una movilización muy fuerte. Las movilizaciones callejeras en las últimas semanas fueron un síntoma claro de una nueva etapa. Además la consolidación de CFK en su liderazgo y protagonismo la colocan, si ella lo desea, como un candidato presidenciable en 2023.

 Sergio Massa, en su nuevo cargo como súper ministro, le dio al gobierno una capacidad de gestión que no tenía. La híper actividad del ministro y los buenos resultados obtenidos hasta ahora, muestran su capacidad de trabajo, pero también su afán de poder de cara al 2023. Si consigue resolver positivamente la batalla más importante, controlar los precios y a su vez aumentar los salarios, puede ser un candidato muy potable para el FDT, si CFK decide no ser y acompañar desde una candidatura a senadora por la Provincia de Buenos Aires.

En cuanto a Alberto Fernández, en estos días por EEUU visitando la ONU y entrevistándose con figura mundiales, además hay que recordar que es presidente de la CELAC, puede convertirse actor privilegiado para iniciar un movimiento regional a favor de la construcción de la Patria Grande, Malvinas, la deuda externa, el lawfare, o liderar un movida contra los paraísos fiscales, o sea la construcción de un nuevo orden financiero global.

Para finalizar, lo central del nuevo escenario es el retorno de las bases a las calles. Sostener la  presencia de la militancia en la calle y abrir el debate interno, permitirá tensar el conflicto al mismo tiempo que se abra un compromiso de dialogo.

Podemos vislumbrar un escenario futuro con optimismo, si  se sostiene una  economía en crecimiento, con una inflación  controlada, un aumento en el salario real, el reforzamiento de la unidad del peronismo y la movilización popular. En síntesis si se retoma la iniciativa política y económica, hay 2023.

Antonio Muñiz

Septiembre

Argentina: “En busca del tiempo perdido”.

 Argentina lleva más de cuatro décadas de continuas crisis sin encontrar un modelo sustentable en el tiempo, pero que a su vez pueda contener e integrar al total de la población. La contienda siempre permanente en la historia argentina entre un modelo agro exportador dependiente y un modelo autónomo de desarrollo industrial y pleno empleo no ha podido ser saldada.

Romper ese estancamiento requiere una estrategia de largo plazo, que vaya  más allá de los shocks redistributivos pendulares, con distintos beneficiarios según la fuerza política que gobierne, como forma de solucionar los problemas socioeconómicos.

 

El fracaso del modelo neoliberal financiero agro exportador, vigente, aunque con intervalos, desde 1976, nos llevó  a esta crisis estructural que hoy padecemos. Esta situación de crisis permanente, debería llevarnos a pensar un nuevo modelo desarrollo productivo que tenga como objetivo una rápida industrialización y un programa de desarrollo social y económico sustentable e integrador.

 

Un poco de historia.

 

Muchos economistas e historiadores liberales sostienen todavía que las riquezas de la época agro exportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado en la economía, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. “El país fracasa  porque no completa su ciclo de industrialización, y no porque se industrializa.” (1) Mario Rapoport.

 

El periodo que podemos denominar de industrialización por sustitución de importaciones (ISIS) duro desde 1930 hasta 1976. Algunos índices muestran lo dinámico que fue este proceso, así por ejemplo en el periodo 1955/65 el crecimiento fue del 34 % siendo desde 1966 hasta 1974 del 6 % anual.  

 

Puede comprobarse que hubo cambios significativos en la matriz productiva: química, petroquímica, automotriz, metalmecánica, adquirieron una gran protagonismo. Todo el período, hasta 1976, puede definirse como un proceso que resultó incompleto debido a la falta de desarrollo de algunos eslabones productivos claves, e impidió una mayor diversificación y complejización de la estructura industrial argentina, generando una dinámica cíclica, conocida bajo el nombre de stop and go (pare y arranque).

En la fase de expansión crecía sustancialmente el mercado interno, aumentando las importaciones de bienes e insumos intermedios destinados a la industria, y por ende, la necesidad de divisas. Pero aumentaba también el consumo de bienes de origen agropecuario, debido a los mayores salarios que pagaba la economía y a los niveles de mayor empleo, con lo cual se reducían los saldos exportables. Cabe acotar que durante todo ese período hubo, a nivel internacional, un aumento constante de los bienes industriales y un estancamiento de los precios de las materias primas exportables, produciendo en la economía local un proceso denominado “deterioro de los términos de intercambio”.

Este desequilibrio en la balanza de pagos traía aparejado un estrangulamiento externo que, según las teorías clásicas, “obligaba” a un ajuste recesivo que se desencadenaba vía una devaluación cambiaria. Se reducía el salario real y el consumo, los saldos exportables crecían y las cuentas externas mejoraban porque crecían las exportaciones y se reducían las importaciones. De esa manera, el ajuste recesivo permitiría alcanzar un nuevo equilibrio y el ciclo se reanudaría nuevamente.

 

Sin embargo podemos decir que a pesar de las marchas y contramarchas en estos ciclos económicos, siempre el crecimiento del sector industrial fue positivo durante el período.

También en lo que respecta a las condiciones de vida, resultó evidente que durante este período el crecimiento económico fue acompañado por un desarrollo social mucho más incluyente con relación a los sectores de menores recursos, por una alta participación de los asalariados en el ingreso nacional y por escasos niveles de desocupación.

Pero este proceso se cortó bruscamente en 1976, impidiendo la consolidación del modelo y la superación de las trabas estructurales.

 

La interrupción del ISI no sobrevino por su agotamiento o fracaso, basta  ver los números de la economía en todo el periodo. Para muestra también vale otro dato significativo es que mientras el porcentaje en 1960 de exportaciones de productos manufacturados fue del 3 %, en 1974 fue de un 24 % sobre el total de exportaciones.

 

El modelo de industrialización (ISI), permitió grandes logros durante el período 1930/76. Entre los primeros se puede mencionar una elevada tasa de crecimiento económico, el desarrollo de una clase media y un sector obrero con altos salarios, con bajos niveles de indigencia y pobreza y con tasas de desocupación mínimas. En síntesis una sociedad homogénea e integrada.

 

1976 y después es otra historia.

 

Con el golpe militar de 1976 empezó una larga noche para la Argentina. La aplicación de las ideas de Milton Friedman y la escuela de Chicago, las nuevas teorías monetaristas y el neoliberalismo que tuvieron a Argentina y Chile como los dos primeros experimentos.  

 

A partir de esas políticas  se modifica el régimen de acumulación, yendo hacia uno basado en la valorización financiera, donde la apertura económica, la apreciación del tipo de cambio, la desregulación y las privatizaciones fueron los ejes centrales. Las exportaciones vuelven a concentrarse en el sector primario y el crecimiento lo dinamiza los flujos de capital internacional y no en el mercado interno. El resultado lo conocemos: mayor pobreza y desempleo y un PBI per cápita en caída libre.

 

El resultado final es que desde 1976 a la fecha, Argentina fue uno de los países del mundo de peor desempeño económico y social. El PIB per cápita creció apenas 0,5% anual entre 1974 y 2019, una de las cifras más bajas del mundo.

 

La distribución del ingreso se “latinoamericanizó”, en tanto pasó de ser una sociedad rica e integrada, con una fuerte clase media y un índice de pobreza similar a países europeos a una nación con índices latinoamericanos, con cerca del 50% de su población bajo la pobreza.

Argentina fue también uno de los países del mundo que más se desindustrializó: entre 1974 y 2019 el PIB industrial per cápita se contrajo 23,4%. A modo de comparación, en Estados Unidos el producto industrial per cápita creció un 65,9% en el mismo período, en Alemania un 71,9%, en Japón un 133%, en Corea del Sur un 2456% y en China un 5829%.

 

Como resultado de todas estas políticas no sorprende que hayan caído todos los indicadores sociales como la formalidad en el mercado de trabajo, el acceso a la vivienda, o la salud, etc, tanto la pobreza estructural como la pobreza por ingresos se deterioraron significativamente. A modo de ejemplo, en 1974 la pobreza por ingresos en el GBA rondaba el 11% -medida con la vara actual del INDEC-. Para 2019 dicha cifra había superado el 35% y, pandemia de por medio, superó  el 40%.

 

 

 

Más allá de la cháchara insoportable de los economistas liberales, que predican el ajuste perpetuo, las reformas laborales y previsionales, la “liberación de los mercados”, que no son otra cosa que la quita de derechos a los trabajadores o el endeudamiento externo constante para tener a la economía argentina encorsetada y atada a los grupo usureros globales. Todas medidas responsable del descalabro económico y financiero argentino, pero que sin embargo vuelven una y otra vez a someter a nuestro pueblo. 

 

Durante 45 años hemos vivido bajo políticas neoliberales de ajuste permanente y sumisión a los organismos internacionales de crédito, con el resultado de una profunda desindustrialización, pobreza e indigencia y en una crisis casi permanente. 

Una breve excepción tuvo lugar entre 2003-2015, período de recomposición de capacidades productivas que permitió retornar a los niveles de actividad industrial per cápita de 1974. Pero dicho proceso se desacelera, producto de la crisis mundial, a partir del 2011 y, particularmente desde 2015, con la desastrosa política macrista que vuelve a hacer caer la producción industrial. A nivel per cápita la industria retrocedió 17%, lo que pone a Argentina entre los países del mundo que más se desindustrializaron; la cantidad de empresas industriales -que había crecido con fuerza entre 2003 y 2011- retrocedió año tras año, calculándose que cerraron cerca de 25000 pymes en el periodo 2015/2019.

 

En este contexto, el actual gobierno, además de heredar una deuda externa irresponsable e impagable y sobre llovido una pandemia que afectó  y cuyas secuelas todavía están presentes en la economía global, debe enfrentar el desafío de sacar al país de la crisis.

 

Así podemos resumir que las periódicas crisis productivas, económicas y financieras, muchas veces reales, otras muchas inducidas por los grupos de poder, han generado un profundo deterioro en las capacidades humanas, productivas y tecnológicas nacionales.

 

Como  el mito de Sísifo, pareciera que nuestro país está condenado una y otra vez a repetir su historia de fracasos permanentes.

 

Revertir este proceso requerirá tanto construir un entorno macroeconómico estable como un nuevo modelo de desarrollo industrial que genere los incentivos para incrementar la inversión, las exportaciones, la innovación tecnológica, con salarios altos y desarrollo de un mercado interno.

 

A continuación, presentamos algunas ideas y propuesta para trabajar y profundizar, para el desarrollo de una agenda que permita salir de esta situación de estancamiento permanente.

 

Una agenda para el desarrollo

 

a)      Recuperar el Estado. Sin un Estado fuerte, o sea un estado desarrollador que regule y a su vez planifique el proceso de desarrollo y que  direccione sus recursos hacia aquellos sectores más dinámicos y prioritarios es imposible encarar el camino del desarrollo.

Un estado fuerte tiene que tener un poder de control y regulación, a través de incentivos y castigos, Un estado “bobo” como el que tenemos hoy, que no tiene estructura ni siquiera para controlar precios o el abastecimiento, solo le sirve a los grupos monopólicos que hacen su negocio sobre las necesidades del pueblo y de la nación.

 

b)      Un modelo de desarrollo sostenible, tanto desde lo macroeconómico como en lo ambiental para el futuro  requiere ante todo consensos y acuerdos políticos que involucren a todos los actores, tanto económicos, como sociales y políticos. Sin este acuerdo político planteado como un gran acuerdo nacional será difícil sino imposible implementar un modelo sostenible en el tiempo. Argentina, bajo gobiernos peronistas,  tiene experiencias de acuerdos políticos y sociales.

 

c)      Integración territorial: es fundamental corregir un viejo error del modelo agro exportador, la macro cefalia urbana generada alrededor del puerto de Buenos aires.  El desarrollo desparejo de la zona metropolitana AMBA, ha generado un área relativamente pequeña del territorio nacional pero donde concentra la riqueza, las industria y gran parte de la población. Como dato de esa desproporción CABA posee un PIB per cápita 6 veces mayor a las provincias más pobres Formosa y Misiones.

 

En un  nuevo modelo de desarrollo es fundamental generar políticas que desconcentren y se ocupe de manera eficiente todo el territorio. Por un lado tenemos un Norte pobre, cuya población emigra hacia las áreas urbanas y por el otro un sur, desierto, ocupado por grandes terratenientes, muchos de ellos extranjeros, y con grandes recursos mineros, energía y alimentos. También es necesario ocupar el mar argentino, rico en petróleo y alimentos. Hoy ocupado por fuerzas de la OTAN, desde la base de Malvinas y saqueado por las grandes flotas pesqueras europeas y asiáticas.

 

d)     Aumentar los ingresos de los trabajadores, bajar la pobreza, las desigualdades, la precarización laboral y el desempleo requieren sí o sí que Argentina incremente su ingreso per cápita, en caída en la última década y directamente en el tobogán a partir de la crisis cambiaria iniciada en 2018. El crecimiento es fundamental para crear puestos de trabajo formales (aproximadamente, por cada punto que crece el PIB el empleo asalariado formal privado crece en 0,7%), y tales puestos de trabajo son la clave para mejorar los ingresos de las familias, reducir el desempleo y la precarización laboral.

e)      Generación y ahorro de divisas, vía aumento de las exportaciones y sustitución eficiente de importaciones:

 

Hay que tener claro que el problema del desarrollo tiene restricciones en el sector externo que históricamente han sido un bloqueo a cualquier política industrialista. Una economía dependiente requiere dólares para sostener el proceso, si no hay divisas, la moneda se devalúa, la inflación se acelera, los ingresos de los trabajadores retroceden, el consumo se desploma y, dado que éste explica más del 60% del PIB, la economía en su conjunto también lo hace.

 

Del mismo modo, por cada punto que crece nuestra economía, nuestras importaciones lo hacen aproximadamente en 2% o sea el doble!, de modo que necesitamos divisas para financiarlas y que el crecimiento no se trunque. Por lo tanto, una de las principales máximas a tener en cuenta es que necesitamos generar divisas sí o sí para incrementar la calidad de vida de nuestro pueblo.

En este sentido, esta agenda debe tener en cuenta como primera necesidad el aumento  sostenido  las exportaciones  y como contraparte un programa de sustitución importaciones eficiente. Aquí es necesario tener un férreo control para evitar la fuga constante de dólares hacia el exterior, además de buscar herramientas de ahorro interno que eviten la fuga hacia el dólar ahorro. Generar herramientas financieras en pesos que puedan garantizar un rendimiento normal contribuirá a la consolidación de una moneda nacional y evitar la especulación frente al dólar y posibles devaluaciones.

Argentina tiene un enorme potencial exportador, no solo alimentos, sino también minería, pesca, energía, etc. en estos casos hay que  romper la lógica extrativista  y tener políticas de fomento para agregar valor a toda nuestra producción. Abrir mercados tanto para productos tradicionales como productos industriales, en ese sentido Latinoamérica es un mercado donde los productos industriales argentinos son altamente competitivos.

Los precios internacionales de los commoditys son beneficiosos para Argentina, es más la crisis global manifestada en estos días en el conflicto de Ucrania, bien utilizada genera oportunidades para nuestro país.

La experiencia de los gobiernos de kirchneristas 2003/15, el único período de movilidad social ascendente desde los años setenta, en el cual la pobreza pasó del 70% de la población -medida con la vara actual del INDEC- a menos del 30% y la desigualdad, el desempleo y la precarización laboral bajaron como no lo habían hecho en décadas. La condición de posibilidad de esa extraordinaria mejora de las condiciones de vida fue la triplicación de las exportaciones de bienes y servicios en una década (de 30 a casi 100 mil millones de dólares).

 

f) Creación de empleos. Necesitamos políticas productivas que estimulen el desarrollo de sectores que puedan crear puestos de trabajo de calidad y bien remunerados. En especial destinados a sectores hoy desocupados, de baja calificación, pero los más vulnerables en el mercado de trabajo.

Sería conveniente planificar la radicación de aquellas industrias, basadas en el armado. Estas industrias generan puestos de empleo, pero a un costo fiscal y precios internos altos. En ese sentido será necesario políticas de fomento de sustitución paulatino de parte importadas por nacionales, mejorando nuestra capacidad productiva pero mejorando nuestra balanza de pagos.

 

Dentro de la política de empleo es conveniente implementar programas de promoción e igualdad de géneros. En Argentina el sector transables están altamente masculinizados, y en muchos de ellos las oportunidades para las mujeres son limitadas. Agravado la situación por el alto porcentaje de trabajo en negro del sector femenino en la industria, donde tres de cada cuatro puestos de trabajo no está registrado y además en general con salarios menores que los trabajadores masculinos.

 

f)       Por último, la dimensión ambiental: debe quedar como premisa “no existe desarrollo posible si no es ambientalmente sustentable”. En ese sentido los modelos de desarrollo tradicionales no siempre cuidaron el aspecto medio ambiental. En general se fue pasando de una aptitud totalmente permisiva, con las consecuencias que estamos viviendo a modelos totalmente restrictivos. Están cuestionadas o directamente prohibidas muchas actividades como la minería a cielo abierto, las semillas modificadas, la ganadería, energía térmica, energía nuclear, etc, renunciando a oportunidades de desarrollo y empleo.

Es necesario un camino donde prime el sentido común y un equilibrio mesurado entre desarrollo y medio ambiente.

Una salida es el desarrollo de nueva energías, con tecnologías no contaminantes, eólico, nuclear, hidrogeno verde, etc, para apuntalar la eficiencia energética son algunas líneas de acción clave de cara al futuro, y que empiezan a ser incorporadas en el diseño de las políticas productivas.

 

Pegar un salto

 

Un programa de industrialización basado en la sustitución de importaciones es hoy relativamente posible, sin embargo tiene varias limitaciones: la primera y más clara es que argentina perdió cincuenta años de políticas neoliberales que no solo destruyeron gran parte del aparato productivo sino que además amplio la brecha entre los países ricos desarrollados y países pobres o sub desarrollados. Perdimos cincuenta años en la carrera por el desarrollo. El proceso de sustitución de importaciones es muy lento hoy para nuestras necesidades. Por lo que es necesario pegar un salto, recuperar el tiempo perdido. Y eso solo se puede hacer con un sólido programa de investigación y desarrollo, donde prime una cultura que busque nuevas tecnologías, nuevos procesos, nuevos modos de hacer las cosas, nuevos productos, etc, para elevar la productividad del trabajo.

Para que esto sea posible se requiere una política de estado que tienda a la construcción de una cultura emprendedora e innovadora.

Esta política debe incluir y darles protagonismo a los  actores de la comunidad: empresarios, trabajadores, científicos e investigadores, ong, los distintos estamentos y organismos del estado, (universidades, Inti; Inta, Conicet, etc) y el sector financiero.

Argentina cuenta con los recursos humanos y materiales altamente calificadas, podríamos  decir sin equivocarnos que Argentina es una fuente de iniciativa emprendedoras, sin embargo tiene uno de los índices de fracaso más altos del  mundo, cerca del 80% fracasan dentro de los primeros dos años. Esto se debe a que por un lado la macro economía y sus continuas crisis quitan previsibilidad a los mercados, por el otro el nulo acceso al crédito para este tipo de iniciativas y la falta de un acompañamiento por parte del estado, sobre todo en los primeros años de vida del emprendimiento.

Las nuevas tecnologías 4 y 5G, la energía, tanto la convencional como las alternativas, los alimentos, la biotecnología, la industria farmacéutica y la salud, las tecnologías aeroespaciales y la industria de la defensa, minería, la industria automotriz y su cambio hacia la electro movilidad, etc, son ámbitos donde nuestro país tiene desarrollos interesantes y ventajas competitivas importantes desde donde construir una base de desarrollo futuro, que permitan saltar etapas en integrar nuestra gente en el trabajo, la educación, el consumo y los derechos ciudadanos.

 

 

Antonio Muñiz

Septiembre 2022

 

 

 

 

 

 

 

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.