El patriorismo de los medios

de Jorge Rachid

En el año del Bicentenario es necesario –desde mi punto de vista– ubicar el grado de patriotismo que poseemos los argentinos, después de 34 años de degradación constante del ser nacional, de la capacidad de nuestro pueblo en generar riquezas y conocimientos, además de denigrar a todo dirigente de cualquier sector social o político que demuestre compromiso y voluntad de cambiar la realidad.

De la mano de la cultura dominante neoliberal –verdadera invasión extranjera del fin del siglo pasado– la importancia de la Patria pasó a un plano secundario en el marco supuesto de la globalización y la modernidad.

Así como los viejos mal llamados”liberales”, para ponerlo en contenidos, verdaderos cipayos del coloniaje (cipayos llamaban a los soldados indios a órdenes de los británicos en India) de la década del 80 estamparon a nuestros héroes nacionales de la Independencia en el bronce para que no tengan representación humana, congelando su imagen, escondiendo la historia y barnizando de acuerdo a sus intereses el desarrollo de la misma. Ahora son los medios de comunicación masiva, quienes juegan un rol al lado de los intereses concentrados del poder internacional y locales de ubicación ideológica virreynal.

Si observamos desde el exterior las noticias que fluyen sobre nuestro país durante un par de semanas –como he tenido la suerte de seguir–. las mismas exponen un país en llamas, que no respeta la reglas de juego democrático, que avasalla desde el gobierno las instituciones, que amordaza la libertad de prensa, que corrompe lo que toca, que no tiene justicia, entre otras noticias de las pocas que salen en el exterior voceadas por eminentes “patriotas” locales de alto protagonismo, dedicados a expandir una imagen negativa de nuestro país por intereses menores especulativos y electoralistas.

Como si eso fuese poco, en el ámbito local los medios gráficos en especial toman la información de acuerdo a aquellos sectores internacionales que hieren los intereses del país, a saber:

1. Cuando se realiza un reclamo por las Islas Malvinas exigiendo el cumplimiento de las decisiones de la ONU de 1967, los diarios titulan “enérgica respuesta de Gran Bretaña al reclamo argentino” o “tensión con Gran Bretaña”, sin profundizar su propia posición ante el mismo ni los contenidos del reclamo.

2. Si un argentino es elegido por unanimidad de los presidentes del UNASUR para conducir por primera vez dicho desafío, lo esmerilan desde lo doméstico y se lo intenta condicionar desde nuestro propio país, en vez de expresar nuestro orgullo nacional por dicho logro.

3. Cuando un juez norteamericano embarga fondos argentinos haciendo lugar a los fondos buitres, fondos inembargables por otra parte, los diarios hablan del manejo irresponsable del gobierno sin caracterizar la codicia y la operación facciosa del sector financiero.

4. Cuando los presidentes de Alemania y Francia juntos, piden a la Comunidad Europea que limiten las calificadoras de riesgo Modys y Standar por los ataques especulativos sobre el euro, acá nada informan, ni siquiera de la magnitud de la crisis en sus aspectos más íntimos y cómo es que nuestro país está fuera de ello, ni porqué, ocultando las políticas aplicadas que permitieron evadir la encerrona financiera y especulativa.

5. Si los bonistas italianos reclaman por la propuesta de desendeudamiento realizada desde aquí, los medios parecen abogados defensores de los mismos, cuando callaron durante años el tráfico y el saqueo de las AFJP sobre el ahorro interno genuino de trabajadores que le costó al país miles de millones de dólares, en papeles de bonistas argentinos AFJP que aparecieron en las quiebras de Parmalat en Italia y la de ENROM en EE.UU.

6. Si la presidenta argentina en la Cumbre América Latina/Europa les dice a los presidentes reunidos que las crisis no se resuelven con medidas de ajuste que llevan a escenarios sociales convulsivos y estallidos de violencia –según los medios locales– ella les está faltando el respeto a los anfitriones, como si las reuniones fuesen de mano de plástico y comidas sociales, en vez de discutir los temas de la humanidad donde los argentinos tenemos voz y experiencia para aportar.

7. Si en esa misma reunión se pide que las crisis no las paguen aquellos sectores de inmigrantes que ocupan las posiciones laborales más débiles y esforzadas –como siempre ocurre–, defendiendo no sólo el trabajo sino la concepción del hombre como eje de reconstrucción de la sociedad, los medios dicen que nos inmiscuimos en cuestiones ajenas.

8. Lo mismo que acompañar a aquellos hombres y mujeres sacrificados en pos de los derechos humanos, como el ejemplar juez español, perseguidos por la reacción y el conservadurismo patético de sectores marginales e ideológicamente partidarios de las dictaduras de cualquier signo de base nazi, estamos ignorando la justicia española para los medios argentinos, después que dicho juez permitió conocer al mundo las atrocidades que ahora los sectores mencionados no quieren ni escuchar hablar en su propio país.

9. Si un argentino representante de los movimientos sociales –verdaderos emergentes de la crisis y nuevos protagonistas políticos en nuestro país– es invitado a integrar uno de los foros mundiales más reconocidos, integrado por ex presidentes de países desarrollados, su información es ignorada o desmerituada en función de la opinión generada en nuestro medio.

10. Cuando los miembros de los organismos internacionales o las consultoras financieras o las cámaras empresariales de medios juzgan a la Argentina, nuestros diarios históricos aplauden la seriedad y el comportamiento de los verdaderos saqueadores de riquezas que han visto limitado su accionar ante la nueva realidad latinoamericana.

Estos son sólo unos pocos ejemplos de cuánto se han alejado los factores de poder que se expresan a través de los medios de los verdaderos ejes del patriotismo. Hasta han denigrado los festejos del Bicentenario y los han comparado con los del lamentable centenario de la Argentina pastoril y el viaje en carroza de la monarca infanta Isabel, ignorando una valoración de la sumisión europeísta y del pensamiento eurocéntrico que operaba en ese tiempo.

Son los mismos que siguen presentando a Belgrano como un hombre de batallas cuando fue un precursor de educación y de economía; a un Moreno como buen chico en vez de describirlo como un verdadero revolucionario que nos dejó en su corta vida –sesgada por intereses externos– su Manual de Operaciones; lo mismo que ignorar a Monteagudo o al perseguido, encarcelado y expatriado Castelli por patriota. No se menciona que la independencia fue declarada en Tucumán por hermanos latinoamericanos que liberaron las provincias del Río de la Plata, entre ellos bolivianos y peruanos actuales. Se esconde la grandeza de Bolívar para enaltecer a San Martín como si nuestro héroe necesitase de esas comparaciones para ser inmenso por sí mismo.

Es la historia escrita por los supuestos vencedores de Caseros que hoy pretenden seguir hegemonizando la idea de Patria de acuerdo a sus intereses, despreciando en aquel momento al criollo, matando al indio y hoy estigmatizando al inmigrante, condicionando al trabajador y esquilmando al Estado mientras piden menos gasto social. Los que denigran a los pobres bajo el amparo de una supuesta beneficencia, los que creen que por ser pobres son ignorantes y por ser ignorantes no quieren ni tienen derecho a aspirar a una mejor calidad de vida para sus hijos.

Los mismos que en nombre de las supuestas libertades y anhelos democráticos, mataron, fusilaron y desaparecieron argentinos patriotas desde 1955 en adelante; que se apropiaron de niños en delitos que siguen abiertos por negación de identidad. Los que se oponen a la Justicia cuando es en nuestro país, pero aplauden cuando se cazan nazis por el mundo por delitos de lesa humanidad, como si acá hubiese habido un juego de chicos en vez de una matanza planificada y ejecutada por intereses económicos aún vigentes.

El término Patria viene de padre enterrado, de nuestros ancestros, es decir de nuestra historia. Ser patriota es una cuestión cultural cotidiana de no resignarse ni rendirse a la prepotencia intelectual de los enemigos de la Nación, que existen más allá de los llamados a los consensos, siempre vigentes cuando se trata de limitar el poder del pueblo.

La democracia es una expresión de mayorías que se construye desde lo cotidiano, desde los pequeños gestos y no desde grandilocuencias exitistas.
Los argentinos tenemos un largo camino que recorrer en la recuperación de la identidad con Justicia Social. Han sido muchos años de “discurso único” y prepotencia financiera, bajo una cultura dominante egoísta e individualista. Es hora de recuperar nuestra concepción de Patria desde la escuela primaria: debemos sembrar sin esperar cosechas como nuestros antepasados, hombres y mujeres de carne y hueso, con virtudes y con defectos, pero con vocación nacional y latinoamericana.

JORGE RACHID
CABA, 19 de mayo de 2010
jorgerachid@yahoo.com.ar

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