Con(tra) Busch estábamos mejor

Por Raúl Isman

El año 2010- aceptado e institucionalizado en toda nuestra América como el del bicentenario- impone la necesidad de debatir no sólo los temas históricos; si no también los políticos, culturales, comunicacionales, estratégicos, ecológicos y toda cuestión que resultare vital para construir en esta parte del mundo un modus vivendi digno para todos los pueblos que lo habitan.
La llegada al poder en los E.E.U.U. hace algo más de un año de un presidente progresista y casi negro, Barack Hussein Obama, alteró para peor las relaciones del imperio con los países empeñados en hacer realidad la segunda (y esperemos que definitiva) independencia de esta América Criolla. Durante las dos presidencias del arbusto (Busch) el empeño puesto en saquear el petróleo iraquí y en estimular el narcotráfico que se irradia desde Afganistán- entre otros afanes- le presionó para descuidar relativamente esta parte del universo. Por lo esa hendija se coló la acción disolvente para la dominación norteamericana emprendida por los pueblos. Cuando Obama anunció un cambio, debió decir que la transformación se verificaría en los modos de prepotencia imperial en nuestra América. El mejor ejemplo fue el golpe en Honduras, en el cual la administración demócrata actuó al modo de la “viveza criolla argentina” poniendo cara tonta de yo no fui, mientras cierta plana estable del Departamento de Estado y la totalidad del Pentágono financiaban, apoyaban y se regodeaban con la dictadura de nuevo tipo. Para que quede más que claro, los gobiernos más pro-imperialistas de esta parte del mundo se apresuraron a reconocer al gobierno espurio presidido por Porfirio Lobo, hijo dilecto de la asonada golpista del 28 de junio de 2009. Ningún funcionario del Servicio Exterior de los E.E.U.U. reclama por la seguridad jurídica del pueblo hondureño violada cotidianamente por bandas (para)policiales y (para) militares. Así como las promesas de cerrar el campo de concentración de Guantánamo quedo pospuesta para el siglo XXV y la desclasificación de documentos oficiales norteamericanos, en los cuales surge claramente el papel criminal de Henry Kissinger, no da como resultado procesamiento alguno.
En rigor, a la conducción imperialista no le falta coherencia. Jamás critica a gobernantes neoliberales que hambrean y reprimen a sus pueblos, a los fraudulentos (Calderón) que entregan la soberanía de la cual deberían ser férreos custodios, a las empresas que saquean nuestras riquezas o a los bancos que fugan nuestros ahorros. Sus dardos se dirigen invariablemente contra Evo Morales o el comandante Chávez, (nada casualmente) los verdaderos conductores estratégicos de esta lucha bicentenaria por nuestra dignidad: cuyo horizonte ha sido llamado por ellos mismos socialismo del siglo XXI. Contra Busch o contra Obama debemos sacar conclusiones del modo de actuar imperial,. Así como ellos se cuidan y protegen, en nuestro espacio no puede admitirse debilitar ningún movimiento, partido, gobierno o líder que luche por el proyecto independentista. Ser el ala izquierda de3l imperio es el papel más nefasto que pudiere desempeñar una fuerza contestataria.

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