Políticas para un plan de desarrollo industrial


Respuesta frente a la crisis financiera mundial
Por Bernardo Tirelli
Publicado en Buenos Aires Económico el 7 de octubre de 2008


Los EE.UU. resolverán su crisis financiera, lo que no está claro es si resolverán su crisis económica que está en la base de sus problemas actuales. El modelo de la abundancia es contradictorio con cualquier análisis de la ciencia de los recursos escasos, o sea de la economía, salvo que dicho modelo esté sustentado en prácticas imperiales de explotación, guerra y dominio mundial de recursos y mercado. Para la Argentina importa entender el escenario, para saber qué puede cambiar, pero más importa que no se introduzcan ni recetas ni agendas extrañas que, en estas situaciones, buscan exportar a otros países su crisis y conducen a desviar la construcción de un modelo propio y sustentable.

EE.UU. en una trampa estratégica
El imaginario de un mundo unipolar, emergente de la caída del muro de Berlín en 1989, bajo la hegemonía de los EE.UU. y la creativa y falsa teoría de la globalización que tuvo entre sus mentores a Fukuyama anunciando que había llegado el “fin de la historia” con la expansión globalizada de la libertad de mercado, ha llegado a su fin. Pero este final no se produce por la crisis financiera, ésta es sólo la expresión visible de problemas económicos que, hasta hoy en EE.UU., no tiene solución.
Gasta más de lo que produce, por tanto no sólo no ahorra sino que se ha convertido en el país más endeudado del mundo con fabulosos déficit gemelos, fiscal y comercial, los que financia con títulos del tesoro. El déficit actual de la cuenta corriente es de U$S 800.000 millones y sólo Japón y China poseen más de U$S 1,7 billones en divisas y activos norteamericanos. La deuda de EE.UU., aumentó un 10,1% a U$S 4,085 billones y representa un 58,8% de todo el crédito otorgado globalmente el año pasado. Eso significa que expandió el crédito a un ritmo mucho más rápido que el crecimiento de la economía, o sea pidió prestado para mantener un nivel de vida superior en el intento de pagar por él en el futuro.
Dentro del gasto y consumo se destaca el energético, con 300 millones de habitantes – 5% de la población mundial – consume el 30% de toda la energía mundial producida. El consumo medio mundial per cápita es de 2.200 vatios, pero el consumo en EE.UU. es casi 6 veces más, de 12.500 vatios.
En el 2001, en circunstancias en que la Argentina, por fuerza de los hechos, abandonaba su política de endeudamiento, los EE.UU. intentaban activar su economía interna a través de importantes aportes de capital del Tesoro al mercado inmobiliario con la idea de movilizar la industria de la construcción. Lo hacían, al mejor estilo keynesiano, a través de dos empresas semipúblicas, Fannie Mae y Freddie Mac, que pasaron a dominar el sector con la protesta del sector industrial y petrolero a quienes finalmente se los conformó con la participación en el desarrollo de la industria bélica y de negocios en la guerra de Irak.
El estancamiento de la economía es atraso salarial, entonces la demanda disminuye y los negocios comienzan a flaquear. La única manera de incitar a más compras es la reducción de las tasas de interés o la expansión del crédito personal, y entonces es cuando comienzan a aparecer las burbujas. Es lo que sucedió con el mercado bursátil antes de 1929 y ahora con el mercado inmobiliario.
Fannie y Freddie han sostenido los precios inmobiliarios manejando más de 5 billones de dólares, a fin de permitir a los compradores de vivienda ofrecer precios cada vez más altos por sus hogares y ganando miles de millones de dólares en bonificaciones, beneficios e intereses para los banqueros, los intermediarios hipotecarios y los empaquetadores de deuda de Wall Street, que son los beneficiarios financieros de la burbuja inmobiliaria creada. El valor nominal de las hipotecas que han garantizado es casi tan grande como toda la deuda federal estadounidense en manos del público. Eso significa que la deuda federal nominal se multiplicará por dos con la caída de estas dos empresas.
La inversión extranjera ya no anhela adquirir la fastuosa deuda de EE.UU., entonces lo único que puede hacer la Reserva Federal es aumentar las tasas de interés para atraer capital extranjero o dejar que caiga el valor del dólar. El problema es que si la Reserva Federal aumenta las tasas el mercado inmobiliario se derrumbará aún más rápido, lo que estrangulará el gasto de los consumidores y reducirá el PBI. En otras palabras, están con dos crisis separadas pero relacionadas: una crisis económica y una crisis monetaria. Una trampa estratégica.

La cigarra y la hormiga
El canto de la cigarra de la globalización cambió el sentido de la fábula y las hormigas trabajadoras terminaron entregando el fruto de su trabajo al capital financiero globalizado. Claro, no para todos fue así y hoy la producción industrial de EE.UU. está disminuyendo mientras millones de puestos industriales con buenos salarios parten a China, donde el costo laboral es mucho menor. La globalización como mecanismo de internacionalización de comunicación y mecanismos financieros, o sea difusión mundial de cultura y aparente nuevo paradigma para la colocación de capitales –deuda- que permita adquirir bienes manufacturados centralizados no funcionó con todos los países.
Las millones de hormigas chinas no compraron el canto de la cigarra globalizada y basaron su economía en lo único que crea valor, que es el trabajo con mecanismos idóneos para defenderlo. Otros países con diferencias políticas y sociales siguieron ese camino como Rusia o Australia entre otros.
Producto del aislamiento financiero internacional a la que fue sometida desde el 2001, la Argentina saldrá prácticamente indemne de la crisis. ¿Qué enseñanzas deja? En primer lugar una verdad elemental, dejada de lado en los 90, y que es necesario revalorizar y es aquella que establece que nadie crece, se desarrolla o crea trabajo endeudándose. La segunda cuestión vinculada a esto es preservar el principio racional de gastar menos que lo que se produce. El tercer aprendizaje es que si la acumulación dentro de la sociedad es desigual entonces disminuye la demanda que incentiva la producción, por tanto una sociedad más igualitaria tiene más posibilidades de crecimiento social y económico.
Otro elemento es que los incentivos a la producción no pueden ser exclusivamente financieros y mucho menos especulativos o centrados en una sola actividad. EE.UU. fue víctima, por un lado, de elementos especulativos y por otro de su propia doctrina de libertad de mercado que hizo vulnerable su desarrollo industrial exportando trabajo a regiones con costo laboral competitivo.
Finalmente no puede pasar inadvertido el concepto de derroche, en particular en el sector energético que lo somete a altos costos y dependencia externa.
Fiel a su esencia lo más probable es que EE.UU. no sólo establezca algunas regulaciones en el sistema financiero, sino que fundamentalmente busque fortalecer y proteger su industria y a su vez intente exportar la crisis para que su recuperación la paguen otros. A su vez habrá una tendencia a dar más valorización a las actividades productivas que a los paquetes financieros.
Con la experiencia propia, más estas enseñanzas, el desafío para la Argentina es terminar de pasar de la situación de excepción a la convicción del rumbo trazado. Esto significa afirmar la política de desendeudamiento y por tanto de ahorro interno junto a las políticas de protección del trabajo nacional mediante el sostenimiento de la paridad cambiaria competitiva.
También significa valorar los recursos estratégicos como el energético generando las condiciones de su desarrollo diversificado y soberano.
Pero todo esto resultaría insuficiente sino está orientado a volcar el ahorro interno al desarrollo industrial recuperando las capacidades nacionales que la Argentina supo tener recreando las industrias madres de industrias, reconstruyendo cadenas de valor sobre la base del desarrollo agropecuario, integrando y sacando del atraso a amplias regiones del país que nunca vieron una industria, haciendo crecer los salarios en forma sustentable porque estarán basados en desarrollo industrial y tecnológico.
La crisis mundial indica que no se puede esperar, es hora de iniciar un plan nacional de desarrollo industrial. Si esto se hiciera así en vez de ser la hormiga dependiente de la cigarra financiera globalizada se volvería a la fábula de origen y, como en otras épocas, la hormiga argentina recibirá y será solidaria con la cigarra hambrienta.

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