“Es una tontería hacer de la filosofía algo oscuro”

Por Francisco Balázs. "Miradas al Sur". fbalazs@miradasalsur.com

El filósofo y escritor presentó su último libro, "La filosofía y el barro de la historia". En esta entrevista repasa su trabajo como profesor y escritor, adelanta fragmentos de su próxima novela y aborda el presente político del país.


José Pablo Feinmann afirma con satisfacción que ha logrado que no sólo lo lean los convencidos, sino también los otros, los que no están de acuerdo con él; los detractores, el enemigo. Un rato antes de la presentación de su último libro, dialogó animadamente con Miradas al Sur, de quien se reconoce lector. “Son una voz tan rara... Salvo ustedes y Página/12 no hay voces así.”

Tras estas declaraciones de Feinmann, este cronista comienza felizmente su trabajo


–Este nuevo libro es un paso más de sacar la filosofía a la calle, de urbanizarla, ensuciarla, como le gusta a usted decir. ¿Cómo logró despertar tanto interés por la filosofía?


–En realidad, es difícil que te diga cómo lo logré, porque tendría entonces que haber un plan previsto, anterior. Pero lo logré al seguir dando clases de la misma manera que las doy desde hace muchísimos años. Yo empecé a dar clases a los 23 años y desde ahí fui siempre un profesor claro. Tampoco un profesor que se obsesionaba por ser claro, era naturalmente claro. Y también a veces, decididamente claro, es decir con la intención de ser claro. Y eso me llevaba, al comienzo, a repetir muchas veces y algunos me decían mirá que repetís mucho, pero hay cosas que hay que repetir, incluso hay una frase de Heidegger que dice lo que se repite se piensa dos veces (Heidegger justifica todo lo que hace, como se repite tanto...). Después di muchísimas clases en unidades básicas de la JP, que era mi tipo de militancia, no necesariamente de montoneros, porque viste que hay toda una maniobra ideológica para intentar identificar a la JP con los montoneros.


–Y de intentar confundirlo todo. Incluso cuando lo tildan de ultrakirchnerista y hasta de ex montonero.


–Son pelotudos. Pero bueno, eso puede provenir de los foros de ciertos diarios en internet, como La Nación y otros, que son una cloaca, repito: una cloaca. Yo ya dije: no hay boludo que no tenga su blog, y lo sigo sosteniendo. Alguien que diga que soy ultrakirchnerista es un tarado. Y que digan que fui montonero... En el numero 10 de la revista Envido (la única revista teórica de la izquierda peronista) dije: “Yo no estoy”, lo cual no quiere decir nada malo de mis compañeros. Sobre todo a partir del asesinato de Rucci. Pero además nunca estuve en la orga.


–¿Los veía como algo lejano a usted?


–La verdad es que no lo sabía. Para mí Montoneros era una cosa como que venía de afuera. Se habían mandado lo de Aramburu, que a mí nunca me gustó, porque es una cosa así, de piel, la violencia no me funciona, no me gusta.


–Hubo quienes lo festejaron, lo sintieron como una reivindicación...


–A mí me preocupó siempre. La violencia venía de antes, pero ahí empezaba una cosa jodida. Y hubo hechos de violencia, como el día que matan a Sánchez y Sallustro, que a mí me dejaba consternado. No era el camino. El camino era la lucha totalizadora del pueblo por el retorno de un líder, las masas, todo eso que en La sangre derramada (1998) lo explico muy detalladamente; un libro que me valió por parte de mucha gente muchas puteadas, y ahora que sale lo de Del Barco, que es más fuerte, también lo putean. Yo estoy haciendo el suplemento sobre el peronismo, para Página/12, y ahí voy a desarrollar al tema. Ahora terminé de escribir una novela sobre el secuestro de Aramburu, una novela de cien paginas que se llama Timote, donde, bueno, hay que escuchar lo que dice Aramburu cuando Fernando Abal le dice: “Vamos al sótano”, y Aramburu le pregunta: “Usted ¿me va a fusilar en un sótano? ¿Ustedes que me echaron en cara que había fusilado al general Valle en una penitenciaría me van a fusilar en un sótano?” Y Abal Medina le contesta: “Nosotros somos una organización clandestina, para usted tenemos un sótano, nada mas”. “Pero en un sótano no entran fusileros. Esto no es un fusilamiento”. “"No, yo le voy a dar un tiro de gracia”. “Un tiro de gracia sin fusileros es un asesinato”. Luego Fernando (Abal Medina) le dice cosas terribles a Aramburu, y Aramburu le contesta: “Pibe, estás arruinando tu vida por un viejo de mierda, del que yo te podría contar cosas abominables”. “Perdone, general –le contesta Abal Medina–, yo crecí escuchando cosas abominables de Perón, por eso estoy aquí. Ustedes me inventaron. Soy lo que ustedes hicieron de mí.”Es la historia de una gran complejidad. Nadie sale indemne. En un momento hablan de la tortura y Aramburu les dice: “No puedo decirles nada más de Evita; no sé nada más. Sé que está en Roma. Sé que está en uno de los cementerios de Roma y nada más”. “No hay tantos cementerios en Roma. –le contesta Fernando Abal Medina–. Usted tiene que saber en cuál está”. “No sé en cuál está" responde Aramburu. “Se dará cuenta, general, que éste es el momento en el que lo tenemos que torturar.” Y Aramburu les dice: “Si, sé lo que es la tortura, estudié las técnicas de tortura”. Y larga toda una teoría de la tortura, y les habla un rato largo, como para hacerles ver que la tortura no lleva a ningún lado, entonces Fernando Abal Medina le dice: “No. No es por eso que no lo vamos a torturar, por nada de lo que usted dijo. Es porque Montoneros no tortura. Porque no queremos ser como ustedes.”


–¿Cuándo se publicará este libro?


–Espero que Planeta lo publique pronto.


–Volviendo a La filosofía y el barro de la historia, aunque no fue premeditado, usted logró hacer llegar la filosofía, autores y textos que suelen presentarse como inaccesibles, y así romper con lo oscuro...


–Es una tontería hacer de la filosofía algo oscuro. Yo creo que es una herramienta extraordinaria para entender la realidad. En la medida en que te esfuerces, en que hagas dos lecturas de un libro, por ejemplo en Ser y Tiempo, de Sartre, hago una primera lectura para mí, y luego hago una segunda lectura para ver cómo lo transmito. Pero esa segunda lectura ya es pedagógica, y ahí veo cómo puedo entrar con eso, y sin bajar el nivel.


–Lo que desmiente que a un texto complejo no le corresponde inevitablemente una explicación igual de compleja...


–Claro, quien afirma lo contrario es el profesor oscuro, el que no sabe transmitir. Se trata de saber transmitir el conocimiento, lo cual es un arte. Entonces no hay cuestión que no pueda transmitirse. Lo que pasa es que a los filósofos les gusta mucho armar conceptos oscuros.


–Hay como una intención de encerrarse en una utilización encriptada del lenguaje, como sinónimo de mayor intensidad.


–Sí, bueno, los post-estructuralistas estaban todos de acuerdo en eso de ser oscuros. Kant también. Así se alejó a la filosofía de la gente.


–¿Cómo observa que se enseña filosofía hoy?


–Actualmente la filosofía es cuidar el puesto académico que cada uno tiene. Son todos temerosos. Tenemos este puesto, hagamos unos papers, tenemos un sueldo, podemos seguir leyendo lo que queremos, y así tenemos una vida segura. Esto cunde en toda Europa también. El que hizo el prólogo de este libro, Franco Volpi, un filósofo bárbaro, quedó loco con mi libro y me manda un mail poniendo: Bravo! Bravo!, “Vos estás loco”, me dice en italiano, “lo que hacés, aquí no se hace. Uno no es un salvaje acá, no nos animamos a romper, a decir esas cosas de Heidegger, Deleuze, Hegel”.


–A tutearlos casi...


–Sí, a tutearlos, claro. Y el tipo está fascinado. Mandó mi libro a editoriales europeas, como diciendo: “Miren lo que está pasando por allá, el quiebre filosófico viene de América latina”(se ríe), lo que a mí me halaga, por supuesto. Pero no es raro que pase eso porque allá están anquilosados, no salen de Heidegger, es terrible. Y todo el post-estructuralismo es también Heidegger, y todo el giro lingüístico es Heidegger, es terrible. El único fue Foucault, un tipo excepcional, extraordinario. Pero también, lo que le pasa a Foucault es que estudia tanto el poder que finalmente no elabora cuál es el sujeto que se opone al poder. Este es el punto del que parte Sartre, y si Sartre está tan olvidado es porque justamente es el filosofo de la libertad, el último gran marxista, el filosofo de una dialéctica que no es la de Marx. Yo discutía mucho con Miguel Ríos, que es un filosofo nietzschano, foucaultiano, mientras hacía el suplemento para el diario, y le decía: “Está bien, todas las determinaciones de la trama histórica ahogan al sujeto; lo ahogamos hasta donde quieran, pero en algún lugar, el sujeto tiene que ser el sujeto absoluto, porque si no no podemos condenar, juzgar moralmente a nadie.


–Lo que anula toda categoría de juicio...


–No sólo eso, ¿qué vas a decir de Videla entonces? ¿Que era un tipo que dependía del lenguaje que había recibido?; como dice Lacan, qué tanto uno sabe manejar una lengua y es la lengua lo que lo maneja a uno. Entonces llegás a un momento en el cual no hay ninguna subjetividad en el sujeto, ¿entonces que le podés decir? Es producto de miles de cosas que han hecho un monstruo en este caso. Pero, como ese monstruo no actuó libremente desde sí, no se puede juzgar a nadie. Lo único que le falta a Foucault es el sujeto de la rebelión. El poder lo demostró totalmente, ahora falta quién es el sujeto que se enfrenta a todo eso. Esto es lo que intento hacer en este libro, con Foucault, con Sartre.–En sus clases de filosofía que se emiten por canal Encuentro, usted se dirige al televidente, y le dice, en forma cruda, directa: “Señor, lo que le vengo a traer aquí es un problema”, y le propone que rompa con su rutina, que se ponga a pensar en lo que generalmente no piensa y, finalmente, le advierte que seguramente no le va a gustar lo que encontrará como respuesta...

–Y le digo: “Usted está solo. Ahí, usted está solo”. Entonces como tratan de evitar esto, ahí se aturde y entra todo, la tele, los culos, las tetas, los caños de Tinelli, “No piense, no se quede solo, no piense que es terrible”, le dicen. Por eso, mi intención es despertar, decirle: “Usted va a valer en la medida en que sea libre y haga un corte para ser libre; apártese de todo el barullo mediático que lo vuelve un tonto, lo anula... Ahora, cuando Usted corta, está solo.” Hay que tener el coraje de cortar. Volver a Descartes, que corta.


–Ese sujeto que no piensa y no se anima posee un gran temor a salirse de ese barullo aunque lo perjudique y se teme dejar todo aquello que lo hace un ser desdichado.


–Sí, es cierto. Woody Allen dice que somos como dos buenos zapatos viejos, esos que calzan bien, justos. Es temor a lo nuevo, al cambio. Y ven pasar muchas cosas:, viajes, otros empleos, otras mujeres; distracciones temibles. Es una linda temática de la literatura, que está muy bien tratada en muchos textos. Por ejemplo, el tipo al que de pronto le entra en su vida una mina, o una mujer, y manda todo a la mierda. La libertad da angustia, porque la libertad revela la nada, y la nada es la incertidumbre total. Lo ves por ejemplo en la película The Truman Show. Al final, el protagonista abre la puerta negra para irse por su camino sin saber qué hay del otro lado. Mientras que el creador del programa, Christoff, como un Dios, le dice que se quede, que ahí él tiene todo lo que necesita, y sin embargo le contesta: “Buenos días, adiós”, y se mete en ese agujero negro. Esa es la imagen de la libertad, que además, al no ser nada, porque vos vas hacia algo que no tiene contenido, te revela la nada y la nada te revela la muerte y la angustia... el miedo a la libertad.


- Cuestión que, afortunadamente para todos, no ha quedado solo en manos de Erich Fromm...


–Bueno, los existencialistas han tratado este tema mejor, por ejemplo Heidegger en Ser y Tiempo, cuando se ocupó del existencialismo, y Sartre, que fue genial en eso, aunque hoy esté tan olvidado...


–La repercusión de su actividad como escritor y profesor, las conferencias y este nuevo libro que está presentando, ¿demuestra que hay una mayor inquietud intelectual, o siempre se trata del mismo reducto de personas con inquietudes similares, que la humanidad va arrojando cada tanto?


(Se ríe...) Yo me inclino bastante más por esta segunda posibilidad. Que somos los de siempre. Te juro que durante este maldito conflicto con el campo me sentí solo, no quería ni salir a la calle. Me preguntaba ¿en qué ciudad estoy viviendo? ¿Con quiénes estoy viviendo? “Me equivoqué, me equivoqué”, repetía, “no vivo donde creo que vivía...” Ayer di una conferencia y había tanta gente que estaba en la misma, defendiendo los valores de América latina, dándose cuenta de que este gobierno es la última muralla frente a un abismo, aunque tenga miles de fallas... y bueno, toda gente que se daba cuenta de esto y te venían a decir horrores como “la presidenta es bipolar, ¿vissste?”. Entonces, en un momento, me sorprendí y dije: ¡pero nosotros también somos clase media! O sea, sí, estamos los locos de siempre. Hubo muchos locos así, pero los mataron a todos. Pero viste lo que es el costo del cambio, de un cambio en serio dentro de estos países...


–Que piensa de todo este derrumbe financiero de los países centrales que estamos presenciando?


–No sé, quizás lo levantan en dos o tres días y se acaba toda esta ilusión de la implosión capitalista. No sé, habrá que ver....

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