El legado de Perón: el Modelo Argentino como brújula civilizatoria.

 En un mundo fracturado por la crisis terminal del proyecto postmoderno -donde convergen el colapso ecológico, la implosión de la globalización neoliberal,  la disolución de los pactos sociales y el fin de los relatos totalizadores- el pensamiento de Juan Domingo Perón emerge como un horizonte de inteligibilidad política para repensar la argentinidad en clave soberana.


Su «Modelo Argentino para el Proyecto Nacional» (1974), lejos de ser un mero documento programático, constituye una ontología política que interpela los fundamentos mismos de la construcción nacional en el siglo XXI. En esta era de un capitalismo senil y neofascismos emergentes, la relectura de Perón trasciende el debate historiográfico para convertirse en un ejercicio de imaginación geopolítica.

Genealogía de un proyecto civilizatorio: los tres ejes de la razón peronista

El modelo peronista articula una tríada conceptual que subvierte los paradigmas dominantes de la modernidad occidental:

  1. Justicia social como praxis decolonial: Contrario al liberalismo igualitarista, Perón concibe la justicia no como mera redistribución sino como revolución de las subjetividades. Al sintetizar el pensamiento cristiano con un socialismo nacional y popular, propone una refundación del contrato social desde los cuerpos sufrientes de la Patria. Su teoría del salario vital (1947) y la propiedad social (Art. 38-40 de la Constitución de 1949) anticipan las críticas al capitalismo rentístico que hoy articulan teóricos como Thomas Piketty.
  2. Soberanía económica como epistemología del Sur: La doctrina de la Tercera Posición (1949) no fue simple neutralidad geopolítica, sino un proyecto de desacople cognitivo de la racionalidad centro-periferia. Al nacionalizar los resortes estratégicos (ferrocarriles, comercio exterior, energía), Perón ejecutó lo que Samir Amin denominaría «desconexión creativa» -estrategia que hoy resurge en los debates sobre transiciones ecosociales y neoproteccionismo inteligente.
  3. Poder popular organizado como eje de gobierno: El Movimiento Nacional Peronista diseñó una ingeniería institucional única que hibridó democracia representativa con democracia  social y participativa, una democracia de masas (Congreso de la Productividad, 1954). Esta «democracia de alta intensidad» (Boaventura de Sousa Santos) prefigura los actuales experimentos de democracia participativa en América Latina.

Peronismo en el fin de la globalización: actualización política y doctrinaria de un proyecto nacional

La actual dependencia cuasi-colonial del FMI y la crisis económica y social exigen repensar el modelo desde cuatro tensiones contemporáneas:

a) Neoextractivismo vs. Bio-soberanía:

Una economía basada en la extracción  de commoditys, la explotación de granos, minerales  y energía,  plantea el interrogante  ¿Cómo detener la lógica destructiva del capital extractivista sin renunciar al desarrollo? La respuesta podría estar en la actualización del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) como ente  captador del excedente de la renta, garantizando que los bienes comunes financien la transición a una economía mas integrada, con una base verde y un uso racional de los recursos y la  energía.

b) Cuarta Revolución Industrial vs. Productivismo nacional:

Frente a la desmaterialización digital de la economía, el modelo necesita incorporar lo que Maristella Svampa llama «giro ontológico territorial»: reconvertir el complejo industrial – científico-tecnológico en clave de soberanía tecnológica (desarrollo de satélites, nuclear civil, biotecnología), evitando caer en el fetichismo del crecimiento infinito.

c) Crisis de hegemonía vs. Nueva comunidad organizada:

El 52% de pobreza no es solo fracaso distributivo, sino síntoma del colapso del ethos comunitario. Recuperar el concepto de «comunidad organizada» implica reconstruir lo que Axel Honneth denomina «gramáticas del reconocimiento»: sistema de cuidados comunitarios, economía popular articulada al Estado, y pedagogías de la memoria colectiva.

d) Geopolítica del caos vs. Integración estratégica:

La actual guerra por la hegemonía global exige actualizar el concepto de unidad  latinoamericana, ampliar y profundizar organismo como el Mercosur y la Unasur, transformándolo en plataforma para un nuevo Bretton Woods del Sur. La creación de una moneda común (inspirada en el ECU suramericano de 2008) y un banco de desarrollo con capacidad crediticia soberana podría ser el primer paso.

Hacia una razón utópica peronista: principios para un nuevo contrato histórico

  1. Ecoperonismo: Articular justicia social y transición ecológica mediante un Plan Marshall Nacional que combine obras de adaptación climática con industrialización verde, financiado con impuestos a la renta financiera y canje de deuda por clima.
  2. Tecnoperonismo: Creación de un polo estatal de tecnologías estratégicas (inteligencia artificial soberana, farmacéutica pública, energía nuclear de cuarta generación) bajo gestión tripartita (Estado, universidades, empresas y cooperativas).
  3. Cultura nacional: Batalla cultural contra el nihilismo posmoderno a través de un nuevo Instituto Nacional de la Cultura Popular que recupere el legado de Fermín Chávez, Rodolfo Kusch, Marechal o Jauretche, y otros tantos tantos pensadores,  articulando tradición y vanguardia.

 El peronismo como filosofía de la praxis nacional

Más que doctrina, el Modelo Argentino es un método para pensar la argentinidad en estado de emergencia histórica. Su vigencia reside en su capacidad de metabolizar las contradicciones del presente: entre soberanía y globalización, entre justicia y productividad, entre memoria y futuro. Como señala Ernesto Laclau, el peronismo opera como «significante vacío» capaz de articular nuevas constelaciones de sentido en tiempos de crisis orgánica.

La pregunta crucial no es si aplicar recetas del ’74, sino cómo recrear ese espíritu constituyente en la era del colapso. Requiere volver a la raíz filosófica del peronismo: aquella que entendía que la única política posible es la que convierte el dolor del pueblo en proyecto histórico. En este siglo de incertidumbres, Argentina tiene ante sí el desafío de escribir, con letras peronistas, un nuevo capítulo de la epopeya de los pueblos del Sur.

ANTONIO MUÑIZ

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