En un contexto global marcado por el avance de las derechas con discursos autoritarios y excluyentes, es imperativo que los sectores populares en América Latina y el Caribe retomen la disputa política e ideológica.
Nuestra región ha sido históricamente un terreno fértil para las luchas emancipadoras, pero también el epicentro de intervenciones imperiales que han tratado de frenar nuestros procesos de liberación. Este artículo busca no solo entender las causas del actual ascenso de las derechas en la región, sino también plantear una autocrítica desde los movimientos populares, cuya fragmentación y falta de conexión con las masas han dejado espacio para que las ideas reaccionarias ganen terreno.
La lucha ideológica como terreno de batalla en América Latina
Tal como lo muestra la historia las ideas de la clase dominante son las que prevalecen en cada época. En América Latina, hemos visto cómo las fuerzas conservadoras, tanto locales como extranjeras, han logrado imponer un discurso que legitima el ajuste, la competencia voraz y el individualismo, bajo la fachada de una falsa "libertad".
Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿qué ha pasado con las ideas de justicia social, integración regional y soberanía que fueron las banderas de nuestras luchas populares? La derecha ha sabido vestir su proyecto de sometimiento con el ropaje de la rebeldía, mientras que las fuerzas progresistas han tenido dificultades para articular una respuesta contundente, atrapadas en fragmentaciones y debates internos que no siempre conectan con las urgencias de nuestros pueblos.
La pérdida de rumbo en la izquierda y el campo popular
Desde la caída del Muro de Berlín y el auge de las políticas de globalización neoliberal, los movimientos de izquierda en el mundo han enfrentado una profunda crisis. En América Latina, los procesos populares como los liderados por Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia o los Kirchner en Argentina, trajeron consigo avances significativos en la lucha por la soberanía y la justicia social. Sin embargo, la arremetida de la derecha en años recientes, aliada con el capital transnacional y los organismos financieros internacionales, ha sabido explotar los errores y limitaciones de estos gobiernos progresistas para revertir dichas conquistas.
Pero no podemos culpar únicamente a la derecha. También es necesario asumir nuestras propias responsabilidades. ¿Por qué el neoliberalismo ha logrado seducir a sectores populares que sufren sus consecuencias más brutales? La respuesta está en la desconexión de las dirigencias populares con las realidades concretas de nuestros pueblos. Los debates teóricos y las internas politiqueras han desviado la atención de las necesidades inmediatas de las mayorías: el trabajo, el acceso a la tierra, la vivienda, la salud y la educación. En este sentido, la autocrítica debe ser profunda, pues sin un proyecto de transformación que ponga en el centro a las grandes mayorías postergadas, no hay horizonte emancipador posible.
El populismo (1) latinoamericano como respuesta soberana
En América Latina, las ultimas respuestas desde el campo popular han sido diversas. Gobiernos como los de Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia o Boric en Chile, han buscado retomar un camino de justicia social y soberanía nacional. Sin embargo, estas experiencias también requieren una mirada crítica, se convirtieron en gestiones fallidas, ya que no han podido dar las respuesta esperadas por la sociedad.
¿Porqué los gobiernos de los movimientos populares no han querido o podido superar los límites del capitalismo dependiente y construir una verdadera alternativa al modelo de acumulación hegemónico?
En el caso del peronismo, que desde sus orígenes enfrentó al imperialismo y a las oligarquías locales, el desafío no es solo defender lo conquistado, sino avanzar en la construcción de un proyecto de país profundamente inclusivo. Como recordaba Juan Domingo Perón: “La verdadera libertad se encuentra en la justicia social”. Es aquí donde los movimientos populares deben recuperar su capacidad de transformación, para que la justicia social no sea una consigna vacía, sino una realidad palpable en la vida de nuestro pueblo.
La batalla cultural y la disputa por el sentido común
La derecha ha comprendido que la batalla no se da únicamente en el terreno económico, sino que se libra principalmente en el campo cultural. Han logrado imponer la idea de que el Estado es ineficiente y que solo el mercado puede generar bienestar. Este discurso, promovido por los grandes medios de comunicación y los sectores más concentrados del poder, ha calado profundamente en sectores populares, generando divisiones internas y debilitando la solidaridad de clase.
Frente a este avance, es fundamental que los movimientos populares latinoamericanos recuperen la disputa por el sentido común. Debemos reivindicar las conquistas históricas de nuestros pueblos, recordando que cada derecho ganado fue fruto de la lucha y el sacrificio. La soberanía nacional y popular no es un concepto abstracto; es una necesidad urgente en una región que sigue siendo tratada como patio trasero por las potencias extranjeras.
La unidad del campo popular: un desafío latinoamericano
El desafío central para el campo popular en América Latina es construir una unidad amplia que, sin perder la identidad y las perspectivas locales, pueda enfrentar el avance de las derechas. No se trata solo de resistir, sino de avanzar hacia un modelo de desarrollo basado en la integración regional, la independencia económica y la justicia social. Como planteaba Perón, “para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino”, y este principio de unidad nacional debe proyectarse a toda América Latina, bajo el ideal de la Patria Grande.
El futuro de América Latina: soberanía y emancipación
En última instancia, la lucha por la soberanía no es solo territorial, sino también económica, cultural e ideológica. La liberación de nuestros pueblos no se logrará si seguimos sujetos a los dictados de las potencias extranjeras y los organismos financieros internacionales. Como latinoamericanos, tenemos la responsabilidad histórica de avanzar hacia un proyecto de integración que priorice los intereses de nuestros pueblos y no de las élites que siempre han gobernado en función de sus propios privilegios.
La batalla contra el neoliberalismo y el imperialismo sigue vigente y es más urgente que nunca. Y como nos enseña la historia de nuestras luchas, solo con la organización popular, la unidad y la claridad en nuestros objetivos podremos construir una América Latina verdaderamente soberana y justa.
1- En el ámbito latinoamericano se han etiquetado como populistas a todas aquellas políticas económicas implementadas en beneficio de las clases populares y excluidas.
ANTONIO MUÑIZ
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