¿Cruzar el Rubicón? Axel y el dilema entre la lealtad y la construcción de su liderazgo





Axel Kicillof atraviesa un momento crucial en su relación con el liderazgo histórico del peronismo, representado en la figura de Cristina Fernández de Kirchner.


Su elección de tomar distancia frente a la candidatura de la expresidenta para presidir el Partido Justicialista (PJ) marca una encrucijada en su trayectoria política, especialmente considerando que cualquier  decisión  marcará su futuro.

La tensión entre el deseo de Kicillof de consolidar su independencia política y la necesidad de mantener el respaldo del núcleo duro kirchnerista revela un juego de equilibrios que podría definir el rumbo de su carrera.

En este contexto, la actitud del gobernador bonaerense evoca los dilemas de liderazgo dentro de movimientos políticos históricos. Kicillof parece consciente de que el peronismo debe actualizar sus formas de conducción para responder a las demandas de una nueva etapa política, donde el verticalismo característico del kirchnerismo enfrenta mayores desafíos de legitimidad. Su estrategia de autonomía, sin embargo, no significa una ruptura abierta con su antigua mentora, sino una afirmación de su propio poder en un contexto donde la subordinación pasiva puede verse como debilidad o falta de carácter. La decisión de mantenerse al margen de la contienda por la presidencia del PJ, pese a la presión de La Cámpora y del Instituto Patria, apunta a este deseo de definir su propio rumbo sin someterse a lógicas de poder tutelado.

La reciente reelección de Kicillof en la provincia de Buenos Aires le da una base de legitimidad, pero no necesariamente un poder político sólido en términos institucionales. La influencia de Cristina Kirchner y de La Cámpora sigue siendo predominante en el armado de listas y en la representación legislativa, lo que restringe el margen de maniobra de Kicillof para consolidar un bloque propio en el Congreso. Esta situación, sin embargo, también le brinda una oportunidad para confrontar, con un discurso renovador, el tradicional esquema de lealtades en el peronismo. Su postura busca, en definitiva, avanzar hacia una figura de liderazgo alternativo dentro del espacio nacional-popular, donde se le reconozca tanto su trayectoria como su autonomía de criterio.

La comparación con los liderazgos de figuras como Alberto Fernández, quien asumió en 2019 bajo una estructura de poder compartido que resultó disfuncional, subraya las limitaciones de un modelo político donde el poder no es ejercido plenamente por quien ocupa el cargo. A diferencia de Fernández, que tuvo que lidiar con las constantes intervenciones de Cristina Kirchner, Kicillof parece decidido a trazar una línea de independencia que, aunque no esté exenta de riesgos, busca una redefinición del rol del gobernador en el liderazgo peronista. La incomodidad de La Cámpora y de Cristina Kirchner frente a este movimiento refleja el temor de que Kicillof pueda cuestionar su autoridad y romper con la estructura jerárquica del movimiento.

En este juego político, las tensiones no son sólo personales o tácticas, sino que tocan aspectos profundos del propio peronismo, cuya capacidad para adaptarse a los tiempos es puesta en duda. La negativa de Kicillof a apoyar la candidatura de Cristina Kirchner para la presidencia del PJ es leída por algunos sectores como un acto de deslealtad, mientras que para otros representa un necesario avance hacia una conducción menos vertical y más abierta. La acusación de «Poncio Pilatos» y «Judas» lanzada por la expresidenta en el último acto público revela el grado de desaprobación que su decisión ha provocado, pero también denota una fragilidad en el liderazgo de la exmandataria, que parece haber sido desafiado por su antiguo protegido.

El conflicto interno que enfrenta Kicillof tiene un trasfondo histórico: ¿Cómo puede el peronismo renovarse sin perder su identidad? La posición del gobernador bonaerense podría interpretarse como una tentativa de reconstrucción que apela a un nacionalismo popular menos dependiente de figuras mesiánicas y más orientado hacia una institucionalidad de largo plazo. Esto no implica abandonar el núcleo ideológico del kirchnerismo, sino reconfigurarlo para adaptarse a un escenario político donde la centralidad del líder único se ve cada vez más cuestionada.

En definitiva, la tensión entre Kicillof y el liderazgo tradicional del kirchnerismo representa un capítulo significativo en la evolución del peronismo. La habilidad del gobernador para gestionar este conflicto sin romper definitivamente con su núcleo electoral será decisiva para sus aspiraciones futuras, y podría abrir la puerta a una nueva forma de liderazgo en la política argentina, capaz de combinar autonomía con pertenencia ideológica.

AM

Del conocimiento a la charlatanería: Una sociedad en retroceso




En la actualidad, el mundo se enfrenta a un fenómeno creciente: el desprestigio de los expertos y el auge de los «chantas». Por Antonio Muñiz


Históricamente, los expertos han sido vistos como figuras de autoridad, quienes a través de años de estudio y experiencia brindaban claridad y orientación en áreas complejas. Sin embargo, el escenario ha cambiado radicalmente con la aparición de internet y las redes sociales, donde cualquiera puede auto proclamarse experto y ganar audiencias masivas. La inmediatez y la masificación de la información han diluido las barreras entre el conocimiento validado y la opinión sin fundamento, creando un terreno fértil para que los charlatanes—individuos que aparentan conocimiento sin tenerlo—ganen influencia.

Esta tendencia, que desafía el papel tradicional de los especialistas en la toma de decisiones y en la construcción del conocimiento, ha sido impulsada en gran medida por las nuevas tecnologías y la transformación de las plataformas de información. A medida que la sociedad se encuentra cada vez más interconectada, los espacios digitales facilitan la propagación de discursos simplificados, emocionales y, en muchos casos, basados en la desinformación.



 

Este fenómeno tiene profundas implicancias para la sociedad. En primer lugar, la proliferación de voces desinformadas socava la confianza en las instituciones tradicionales, desde la ciencia hasta la política, fomentando el escepticismo hacia aquellos que poseen conocimiento genuino. Las redes sociales han potenciado esta crisis al premiar la viralidad sobre la veracidad. Un mensaje provocador, aunque esté plagado de falsedades, puede captar millones de interacciones en cuestión de horas, mientras que las explicaciones complejas y matizadas de los expertos quedan relegadas al margen.

El desprestigio de los expertos también está alimentado por la creciente polarización política y cultural. En un entorno en el que la opinión pública se construye en función de intereses ideológicos, los expertos son a menudo acusados de tener sesgos o de estar al servicio de determinadas élites. Esto ha dado lugar a un rechazo de los conocimientos científicos y a la proliferación de teorías conspirativas que erosionan aún más la credibilidad de aquellos que poseen conocimientos especializados.

Además, las plataformas digitales han dado lugar a nuevos «líderes de opinión» que, sin la validación de estudios formales ni experiencia relevante, logran generar seguidores basándose en el carisma, una retórica simplista o apelaciones emocionales. Estos charlatanes, habilitados por las tecnologías digitales, aprovechan el anhelo de soluciones rápidas y fáciles para problemas complejos, así como la desconfianza generalizada en el status quo. Utilizan herramientas como la desinformación, el sensacionalismo y la manipulación emocional para ganar legitimidad, lo que a menudo conduce a la confusión y la polarización.

El auge de estas figuras trae consigo serias consecuencias. En el ámbito de la salud, por ejemplo, lo hemos vivido en carne propia durante la pandemia de Covid, las campañas negacionistas anti vacunas, teorías conspirativas,  difusión de remedios pseudo científicos, han generado una agudización de la crisis sanitaria que podrían haberse evitado.

En la política, los líderes que se presentan como “outsiders” y desprecian el conocimiento experto han puesto en jaque la gobernabilidad, alimentando divisiones sociales y tomando decisiones basadas en percepciones erróneas o desinformadas, con altos costos económicos y sociales,

Las nuevas tecnologías, lejos de ser neutrales, han exacerbado este fenómeno. Los algoritmos de las plataformas digitales priorizan el contenido que genera más interacción, sin importar su veracidad.

Esto ha permitido que las teorías conspirativas, la desinformación y las falsas promesas se difundan a un ritmo alarmante, erosionando aún más la confianza en los expertos y en las instituciones tradicionales. Además, las  «cámaras de eco« creadas por las redes sociales refuerzan las creencias preexistentes de los usuarios, haciendo que los discursos simplificados y extremistas se amplifiquen, mientras las voces más fundamentadas quedan enterradas bajo una montaña de ruido informativo.

Ante este panorama, surge la necesidad urgente de reivindicar el prestigio y el valor del conocimiento experto y de las instituciones que lo respaldan. La lucha contra la desinformación requiere tanto la promoción de una cultura de pensamiento crítico como la regulación de las plataformas tecnológicas que permiten la difusión masiva de contenidos falsos o engañosos. Asimismo, es fundamental que los expertos se adapten a las nuevas dinámicas de la comunicación digital, utilizando las mismas herramientas que han permitido el auge de los charlatanes para llegar a audiencias más amplias, de manera accesible y cercana, sin perder rigor.

En conclusión, el desprestigio de los expertos y el auge de los charlatanes es uno de los desafíos más importantes que enfrentamos en la era digital. Las nuevas tecnologías han transformado radicalmente cómo se produce y se distribuye la información, creando un entorno donde la verdad y la mentira coexisten de manera indistinguible para muchos.

Para proteger el conocimiento y el bienestar colectivo, es crucial fortalecer la educación, recuperar la confianza en los expertos y exigir a las plataformas digitales que asuman su responsabilidad en la veracidad de la información que difunden.

  1. https://www.politicaexterior.com/el-desprestigio-de-los-expertos-y-el-auge-de-los-charlatanes/

Néstor Kirchner: «Un Legado Inquebrantable de Soberanía, Justicia y Dignidad»

 El 27 de octubre se cumplen catorce años de la muerte de Néstor Kirchner, una figura central en la política argentina contemporánea, cuyo legado continúa influyendo en la arena política nacional y en el peronismo en particular. Su llegada a la presidencia en 2003 representó un punto de inflexión en el país, rescatando a la Argentina de una de sus peores crisis y reestableciendo un modelo de inclusión y reconstrucción económica que marcó un nuevo rumbo en la historia reciente del 

Una Historia de Militancia y Compromiso Político

Néstor Carlos Kirchner nació el 25 de febrero de 1950 en Río Gallegos, Santa Cruz, en una familia de clase media. Desde joven, mostró interés en la política, influenciado por el contexto de efervescencia y compromiso social de la década de 1970. Su militancia comenzó en la Juventud Peronista y se consolidó en el activismo universitario, donde se graduó como abogado en la Universidad Nacional de La Plata. En aquellos años, Kirchner forjó una visión política que años después marcaría sus decisiones de gobierno: la necesidad de un Estado fuerte y la importancia de un liderazgo que represente las demandas populares.

Kirchner inició su carrera política en Santa Cruz, donde se desempeñó como intendente de Río Gallegos en 1987, y posteriormente como gobernador en tres mandatos consecutivos, desde 1991 hasta 2003. En este período se destacó por una gestión con impronta desarrollista, priorizando la obra pública, el fomento de la industria y una administración fiscal ordenada. Su figura ganó fuerza en el ámbito nacional como parte de un grupo de gobernadores peronistas que buscaban proyectar un modelo de desarrollo distinto al liberalismo hegemónico de los ’90.


Llegada a la Presidencia: Rescate y Reconstrucción

El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner asumió la presidencia con tan solo el 22% de los votos, en un país profundamente golpeado por la crisis de 2001-2002, que dejó millones de personas en la pobreza y al sistema político sumido en una crisis de legitimidad. Su gobierno representó una apuesta por la recuperación económica y social, desde un peronismo que buscaba retomar su vocación transformadora y solidaria.

Kirchner tomó decisiones audaces que marcarían el rumbo de su mandato y su legado: renegoció la deuda externa en condiciones históricamente favorables, desafiando al FMI y priorizando la soberanía económica de Argentina; impulsó una política de derechos humanos que posicionó al Estado como un actor activo en la búsqueda de justicia por los crímenes de la dictadura, reabriendo los juicios a los represores; y consolidó el liderazgo de la Corte Suprema, nombrando jueces independientes que contribuyeron a la credibilidad de las instituciones judiciales.

En el ámbito económico, Kirchner implementó políticas de inclusión social y crecimiento económico con foco en el empleo, lo cual permitió la creación de millones de puestos de trabajo y la expansión de la clase media. Su administración defendió el valor de la producción nacional y promovió un modelo de desarrollo industrial. La inversión en infraestructura, la protección de sectores estratégicos y el impulso al mercado interno marcaron el período de mayor crecimiento sostenido en décadas, llevando a la desocupación a niveles históricamente bajos.

Un Legado de Soberanía y Justicia Social

El legado de Néstor Kirchner trasciende su mandato y está profundamente ligado a su visión de un país soberano e inclusivo. Su liderazgo renovó al peronismo en su dimensión nacional y popular, rescatando el compromiso social y la intervención estatal como herramientas para garantizar justicia y equidad. La recuperación de la política como una herramienta para transformar la realidad fue una de las grandes contribuciones de Kirchner, quien impulsó un activismo que integró a las nuevas generaciones y reavivó la militancia juvenil en los sectores populares.

En términos de política exterior, Kirchner promovió una integración regional basada en la cooperación con los países de América Latina y en la independencia frente a las potencias extranjeras. Fue un líder cercano a figuras como Hugo Chávez en Venezuela, Lula da Silva en Brasil, y Evo Morales en Bolivia, con quienes compartía una visión común de construir una región que priorizara la justicia social y el desarrollo con soberanía. Su liderazgo en el bloque regional, incluyendo su rol clave en la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), dejó una marca imborrable en la diplomacia latinoamericana.

Néstor Kirchner en el Imaginario Popular

La figura de Néstor Kirchner está indisolublemente unida al concepto de un “Estado presente” y a una política que responde al clamor de los sectores históricamente relegados. Su imagen es recordada con cariño y admiración en muchos sectores, donde se valora su audacia y su habilidad para tomar decisiones difíciles, incluso enfrentándose a los poderes económicos y políticos tradicionales.

Más allá de las posturas encontradas, es innegable que Néstor Kirchner dejó un modelo de liderazgo que transformó la política argentina. Su legado trasciende las fronteras de su gestión presidencial y su influencia se mantiene viva en la política actual. Sus ideas de inclusión social, justicia económica y soberanía nacional siguen presentes en el discurso político, no solo dentro del peronismo, sino también como una referencia en las discusiones sobre el rol del Estado en la Argentina contemporánea.

Un Legado que Persiste

A catorce años de su partida, Néstor Kirchner sigue siendo un referente para quienes creen en un país con justicia social, independencia económica y soberanía política. Su vida y su obra permanecen como un símbolo de la lucha por un Estado que esté al servicio del pueblo, y su legado continúa inspirando a aquellos que buscan construir una Argentina con más igualdad, solidaridad y desarrollo. En un contexto de desafíos y crisis, recordar su legado no es solo un homenaje, sino también una reflexión sobre el futuro y el modelo de país que aspiramos a construir.

AM

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.