Daniela Bambil
“Y cuando uno de ellos fuese liberado, y obligado a alzarse repentinamente, y girar el cuello y caminar, y mirar hacia la luz... ¿no sentiría dolor en los ojos, y huiría, volviéndose a las sombras que puede mirar, y no creería que estas son más claras que los objetos que le hubieran mostrado?... Y si alguien lo arrastrase a la fuerza por la espesa y ardua salida y no lo dejase antes de haberlo llevado a la luz del sol, ¿no se quejaría y se irritaría de ser arrastrado, y después, llevado a la luz y con los ojos deslumbrados, podría ver siquiera una de las cosas verdaderas? Glaucón: No, ciertamente, en el primer instante. Sócrates: Sería necesario que se habituase a mirar los objetos de allá arriba. Y al principio vería más fácilmente las sombras, y después, las imágenes de los hombres reflejadas en el agua y, después, los cuerpos mismos; en seguida, los cuerpos del cielo, y al mismo cielo le sería más fácil mirarlos de noche ...y, por último, creo, el mismo Sol... por si mismo, ...Después de eso, recién comprendería que el Sol...”
Alegoría de la Caverna. Platón
Los cambios culturales generaron resistencias históricamente, imaginarse un país en el cuál cada ciudadano tenga realmente libertad de pensamiento, esto es, sin influencias que responden a determinado sector con un único relato orientado a formar opinión parece ser el gran desafío del fortalecimiento de la democracia.
Para quienes militamos activamente en política, en cualquier espacio y de acuerdo a nuestra formación ideológica, nos es sencillo visualizar el tablero, identificar las piezas y ver cuáles serán los movimientos que irán constituyendo el entramado que se avecina, ¿pero qué sucede con el ciudadano que no participa, no se involucra y está acostumbrado a leer como única verdad lo que aparece en letra de molde? No es tan simple.
Durante más de 30 años el diario Clarín, no solo ha marcado la agenda como escuchamos decir a algún nostálgico golpista devenido en portavoz del monopolio, sino que como un alfarero ha moldeado la voluntad de la población, ha decidido quienes y cuanto tiempo gobernaban, ha decidido políticas económicas y como un gran pac-man ha ido devorando todo el universo comunicacional.
La semántica de términos como democracia, libertad, totalitarismo, autoritarismo ha cambiado radicalmente para quienes escriben sus páginas y quienes desde las bancas, en que deberían representar los intereses del pueblo que los votó, no se sonrojan repitiendo el mismo derrotero. El gran objetivo parece ser convencernos que la libertad de expresión pasa por la unidireccionalidad del mensaje único, si se me permite la licencia.
La violencia verbal ejercida es inusitada, quienes se jactan de reclamar libertad de expresión no trepidan un instante en denostar la envestidura presidencial una y otra vez, toda voz que se alce en contra de sus intereses es sistemáticamente acusada de oficialista con el prejuicio que conlleva los sucio y sospechoso de deshonestidad.
Esto, por sentido común, debería despertar al menos sospechas, la gran contradicción que implica vociferar “no hay libertad de expresión” mientras se publican páginas enteras y se dedican horas en televisión y radio a hablar sobre la actitud totalitaria del estado, debería movilizar a la sociedad a rever su percepción de la realidad en tanto de información se trata.
Sin embargo aún pueden escucharse voces de ciudadanos comunes que continúan consumiendo el discurso, es ahí adónde cobra fundamental importancia la urgente implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el terrorismo informativo comandado por Magnetto nos ha llevado a un punto de no retorno, adónde fijar posturas y mantenerse alertas es indispensable.
El ciudadano alejado de la vida política toma diferentes posturas y como en un secreto de familia que se revela hay quienes lo enfrentan, quienes lo niegan, quienes prefieren no enterarse, y quienes van tomando posiciones móviles de acuerdo al pariente con el que hablan, en este caso a lo que dice quien están acostumbrados a leer o escuchar.
La gran diferencia en este momento histórico es la aparición de las nuevas tecnologías de la información, adónde salen a la luz herramientas que le permiten a cualquier ciudadano recibir de primera mano el pensamiento de quienes constituyen el arco político nacional y la distribución de miles de ideas de personas de diferentes orígenes sociales, políticos, religiosos e ideológicos, el uso de estas herramientas podrían significar la ruptura de los cepos que nos obligan a mirar solo las sombras de la pared, pero aún falta un largo camino hacia la luz y los ojos acostumbrados a ver solo sombras necesitan un tiempo de adaptación para poder ver finalmente el sol.
La embestida del monopolio que será más cruenta con el correr de los días y el avance de la Justicia, la mezquina actitud de gran parte de la oposición, que solo visualiza su posibilidad de acceder al gobierno a costa de cualquier cosa, sin proyecto claro, sin propuestas concretas, conformarán las variables que determinarán el humor social, y es ahí adónde vuelve a adquirir vital relevancia la actitud militante de quienes consideramos que este momento marcará el tan cuestionado cambio de paradigma que nos conducirá a una democracia definitivamente consolidada , sin libertades condicionadas, la verdadera soberanía está en juego y el enemigo bien identificado… La distribución de la palabra a nuestro alcance, avancemos hacia la constitución de una sociedad más madura y comprometida que solo después de esto estará capacitada para comprender el sol.
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