Crecimiento e inflación


por Andrés Quintana(GEENaP Formosa),
Buenos Aires Económico, 19 de febrero de 2010.


Existe regularidad empírica en ciertas variables económico-sociales como el tándem desocupación - deflación por un lado y crecimiento-inflación por otro.

Debemos insistir, la economía no es una ciencia exacta. Es una ciencia social, por lo tanto los conceptos elaborados desde la economía política de un país o momento histórico determinado, no pueden trasplantarse a otras naciones sin tener en cuenta la idiosincrasia del país o región a implementar, ya que la economía no se desarrolla conforme a leyes naturales. Cuando se analiza un fenómeno económico, si no se lo somete a verificación, obtendremos inverosímiles conclusiones.

En el matutino del 31/1, el multimedio, convoco a economistas para analizar el aumento en el nivel general de precios. Con honestidad, el economista Todesca sostiene que se percibe una relación entre crecimiento e inflación y acto seguido menciona que la forma de evitar que el crecimiento genere inflación es mediante la estabilidad de las políticas públicas.

¿Qué se entiende por estabilidad de las políticas públicas? Parafraseando al responsable norteamericano para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, “en los 90 existía seguridad jurídica” ergo “las políticas públicas eran estables”. Además, desde la óptica neoliberal “la estabilidad de políticas públicas” se relaciona estrechamente con el manejo monetario de metas de inflación. Esto supone, ante el crecimiento de precios, elevar la tasa de interés como mecanismo-freno. Después del 2001, conocemos los efectos devastadores sobre la inversión y el consumo que estas aplicaciones han tenido en nuestro país.

En este análisis, se utilizarán tres variables de verificación: la tasa de variación del PBI en moneda constante, la de desocupación e inflación, entre 1991 y 2009. ¿Quizá se preguntará porque aparece la tasa de desocupación en este estudio? Simple, porque cuando aumenta el PBI, la desocupación tiende a la baja. Esta es una variable que el pensamiento neoliberal siempre soslaya. Por lo tanto determinaremos la relación empírica entre estos tres elementos

1) Se ha demostrado que en el corto y mediano plazo la relación entre inflación y desocupación es inversa, es decir aumentan los precios y se reduce la desocupación. Las investigaciones de Philips, Solow y Samuelson en 1960 alumbraron esta relación empírica estable.

2) Se ha demostrado la relación directa entre el crecimiento de la cantidad de bienes y servicios que produce una economía y el nivel de desempleo, es decir cuanto mayor es la cantidad de bienes y servicios (PBI), la desocupación se reduce. Para que ocurra esto el PBI debe crecer a una tasa del 2,25%, era lo que sostenía Arthur Okun.

3) El postulado que debemos confirmar y que se deriva de los anteriores es el siguiente: si el aumento de la cantidad de bienes y servicios producidos aumenta el número de empleos, y la reducción del desempleo se vincula inversamente con la inflación, encontraríamos el siguiente mecanismo: al aumentar la producción de bienes y servicios aumenta la inflación.

Las tres variables aplicadas durante la Convertibilidad

Definiremos periodos de variación del PBI, dejando como variables de efecto la inflación y desocupación.

Empezaremos por el postulado que sostenía que aumento del PBI generan reducción de la desocupación.

Por lo tanto, en el periodo 1991-94 encontramos un crecimiento acumulado del 34,63%, a una tasa anual de 7,72%. La desocupación llegaba al 6,45% en 1991, al final del periodo fue de 11,45%. Esto implica un aumento del 39%, a una tasa anual del 8,6%. La regularidad empírica “a mayor PBI menor desocupación” en nuestro país no se verificó, ya que el crecimiento del desempleo no solo acompaño, sino que supero la tasa de crecimiento del PBI.

El periodo 1996-98 (en 1995 decreció). El PBI creció al 5,5% anual, en tanto la desocupación (que había llegado al 17,5% en 1995), llega en 1998 al 12,8%.

Comparando los datos del modelo convertible con el modelo económico actual, podemos afirmar que, transcurrieron 18 años, para que se recuperara el nivel de empleo en Argentina, dada la tasa de desocupación en 1990 de 7,45% y en 2008 de 7,9%.

Analizando las tasas de inflación, luego de la híper de 1.344% en 1990, se llegó a una inflación del 0,7% anual en 1998. La desaceleración fue tan impresionante como la aceleración de la desocupación. Aquí vemos, el aumento del desempleo generó reducción de la inflación, sin embargo, el aumento del PBI no generó reducción de la desocupación.

En el último tramo de la Convertibilidad, del 99 a 2001. El PBI cayó el 8,4%, esto es una tasa anual del 2,9%. Si incorporamos 2002 al análisis, la caída del PBI llegó al 18,4%.

Entre 1999 y 2001, el PBI acumulaba la caída del 8,4%, la inflación se torno negativa. Argentina sufrió tres años de deflación acumulada del 4%, una tasa anual de -1,33%. En materia de desocupación, en 1999 asciende al 14,15% esto es 1,35 puntos porcentuales mayor a la desocupación del año anterior. Hacia 2001, la desocupación aumenta en 4,6%. Es decir, mientras los precios de la canasta básica se reducían, el nivel de consumo continuaba en retroceso debido a la perdida de los puestos laborales, consecuencia de la caída de la actividad productiva del país.

Mientras se producía un duro proceso deflacionario, la desocupación alcanzaba niveles insostenibles desde el punto de vista social, llegando al 21.5% de la población económicamente activa.

Ahora bien, la relación entre crecimiento y desocupación, se verifica que caídas del PBI se asocian con aumento de la desocupación. Como consecuencia de la salida traumática de la Convertibilidad, la inflación saltó al 41% para luego reducirse al 3,4% en el año 2003.

Conclusiones de la performance de las tres variables durante la Convertibilidad

Entre 1991–94, se produjo un aumento del PBI del 34,5%, la tasa de desocupación aumentó del 6,45% al 11,45%. La inflación en este periodo fue positiva aunque en este tramo se fue desacelerando pasando del 84% en el año 1991 al 3,9% en el año 1994 guardando una relación negativa con la desocupación. Reducciones del nivel general de precios promueven aumentos del desempleo. Y al relacionar el crecimiento económico con la inflación el vínculo es positivo.

Entre 1996-98, el PBI nuevamente crece, pero la desocupación se reduce y llega al 12,8% en 1998, permaneciendo en muy elevados niveles. Entonces, el crecimiento dio lugar a una reducción de la desocupación. La inflación se mantuvo positiva y puede asociarse con aumento del empleo. Por lo tanto se mantuvieron los dos postulados: el crecimiento genera reducción del desempleo, y el nivel general de precios positivos asociado a reducción del desempleo. En cuanto a la relación entre PBI e inflación se verifican en ambos caso tasas positivas.

Entre 1999-01 fue de crecimiento negativo del 18,37% asociado con deflación del 4% para todo el periodo y desempleo que pasa del 12,8% del año 1998 a casi el 20%. Se verifica la relación directa entre variación del PBI y el empleo, para este tramo caídas del PBI asociadas con caídas del empleo. Se verifica la relación directa entre inflación y desempleo, en este caso: caídas de la inflación (deflación asociada con aumento de desocupación), caída del PBI que da lugar a caída en el nivel general de precios.

Las tres variables hoy

El modelo económico aplicado a partir de 2003. Arroja los siguientes datos: el PBI creció un 64%, tasa anual del 7,35%. (El periodo de crecimiento más prolongado que vivió el país). En igual periodo, la desocupación que en 2002 llegó al 21.5%, retrocedió año tras año hasta la crisis de 2009 (la peor crisis económica del capitalismo desde 1929). En 2003 el desempleo fue del 17,3%; 2004 del 13,6%; 2005 del 11,6%; 2006 del 10,2%; 2007 del 8,5%; 2008 del 7,9% y 2009 del 8,4%.

Esto confirma los postulados mencionados: Crecimiento del PBI. Reducción del desempleo, y aumentos del nivel general de precios asociados con reducción de la desocupación. En cuanto a la relación entre PBI y precios también se manifiesta una relación positiva, es decir el crecimiento del PBI, genera aumentos de precios. La magnitud del aumento de precios se vinculará con la relación de fuerzas entre los detentadores de la renta del trabajo y la renta del capital y es natural, que al aumentar el tamaño de la torta a repartir, los comensales merezcan una porción mayor.

Por lo tanto es este periodo de crecimiento económico sin parangón en la historia Argentina en el que se corroboran los postulados enunciados, es decir, los aumentos del PBI se asocian con caídas en la tasa de desempleo y tasas positivas de inflación. La tasa de inflación no frena el crecimiento del consumo. No existen indicadores que vaticinen un proceso de espiral hiperinflacionario, a pesar que la ortodoxia económica pronostica una debacle, el modelo económico actual, responde con mayor generación de empleo, y tasas soportables de crecimiento de precios, que son paleados con el fomento de paritarias para la recomposición del salario real de los trabajadores.

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