JUAN MANUEL PEREIRA BENÍTEZ. CAUSA POPULAR ALMIRANTE BROWN
"Nosotros no buscamos dirigentes que puedan salir en el titular del diario, nosotros no estamos ni vamos a estar a la caza de estrellas del PJ decadente, nosotros queremos llamar a los dirigentes intermedios, hombres y mujeres del justicialismo, porque estamos buscando al pueblo peronista" ELISA CARRIÓ, antes de las elecciones presidenciales del 2007.
El teórico y político Antonio Gramcsi, afirma que: “Un partido se vuelve históricamente necesario, cuando las condiciones para su triunfo, para su ineludible transformación en Estado, están al menos en vía de formación y dejan preveer normalmente su desarrollo ulterior”. Entonces cabrían las preguntas lógicas al caso: ¿Cuál es el partido que actualmente está en condiciones de transformarse en Estado? ¿Transformarse en Estado es ganar una elección presidencial? ¿En qué consiste transformarse en Estado? Interrogantes de semejante envergadura tiene varios niveles de análisis, vayamos por el primero.
Transformarse en estado requiere necesariamente, la subordinación de determinados grupos sociales por otros, es decir, que se acepte como natural la división en las cadenas de mando y obediencia, en otras palabras, que la unidad de los grupos dominantes se dé a partir de la cristalización de una relación de fuerza hacia el interior del Estado. Se suma a esta complicada trama que, en las sociedades modernas la frontera entre sociedad civil (momento hegemónico: medios, sindicatos, iglesia, clubes, sociedades de fomento, ONGs) y estado en términos llanos (momento represivo: Estructura jurídica, policial, poderes constitucionales), tiene un límite difuso. En sociedades complejas y democráticas como las actuales, no se puede entender al estado, como la suma del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sino como la suma de las organizaciones de la sociedad civil con los poderes políticos constitucionales, lo cual implica entender que el Estado es un campo de constante disputa. Esta lucha política en la arena estatal, se aleja rápidamente de una contienda electoral, ya que los movimientos políticos se corresponden a acciones diarias dirigidas en función de ocupar trincheras enemigas, erosionar la legitimidad del “otro”, la toma del poder pasa de lo intensivo (que pude ser ganar una elección) a lo extensivo (el desarrollo territorial objetivo de las organizaciones). Lo electoral, debe ser entendido en términos de grandes batallas o guerra de maniobras y lo territorial, en pequeñas acciones de tipo comando o guerra de posición/ trinchera.
Entendiendo este esquema, cualquier frente electoral de Centroizquierda, de Centroderecha o Panradical tiene la capacidad objetiva de ganar una elección y ocupar los Poderes constitucionales del Estado Nacional y de la Provincia de Buenos Aires, pueden disponer de 20.000 cuadros políticos, técnicos y administrativos, para hacerse cargo de la administración, el diseño y la decisión de un programa de políticas públicas. El problema surge en la implementación de estas políticas, no es en vano la vieja declaración de Carrió, la búsqueda de dirigentes intermedios del Justicialismo, poco tiene que ver con la tropa propia a cargo del Poder Ejecutivo, sino que tiene un sentido claro, ya que la gobernabilidad no depende de acuerdos superestucturales con la elite dirigencial del PJ, sino con el conjunto de organizaciones comandadas por peronistas a lo largo y ancho del territorio nacional, desde pequeñas postas sanitarias, pasando por clubes barriales, redes de ayuda dependientes de la iglesia católica y evangélica, hasta poderosos sindicatos asentados en una representatividad mayúscula sobre los trabajadores (sobre todo los ligados al MTA en los 90´s), tanto en la CGT como en la CTA. Desde la lógica de la transformación del partido en Estado, no importa la figura del Secretario general o de un Intendente, lo que importa son sus delegados de planta y sus Unidades Básicas. Carrió es un bicho inteligente y un cuadro político de envergadura, porque sabe que sin los peronistas, puede tener el programa de gobierno más progresista de la historia, pero no puede gobernar, porque si los excluye, excluye a las organizaciones que canalizan el conflicto social en las fronteras del sistema democrático, ya que si estos intermedios del Justicialismo hacen la gran Poncio Pilatos, las demandas desbordan el sistema y se acaba el sueño del 83.
Cobos en tanto, no le hace ni sombra a Lilita, él prefiere el La Moncloa con Duhalde y llevar al colorado de gobernador, con eso generaría un reaseguro de gobernabilidad, pagándole a la UCR y al Socialismo como prestamistas de los cuadros de gestión pública. Sin embargo, el cabezón genera resistencia en el aparato, su desarrollismo edulcorado y sus giros drásticos a la derecha, no convencen a quienes quieren pasar de administración de la pobreza a poder consensuar alternativas de desarrollo viable en sus ciudades amuralladas. Por otro lado De Narváez, se ve obligado a jugar por adentro del PJ, porque sabe que si su sector desea transformarse en Estado, no puede prescindir absolutamente de nadie, su cruce con Moyano tratándolo de correr por izquierda, ratifican un rumbo ya decidido por el titular de UNION-PRO. Carrió sabe por donde pasa la cosa, pero el seguidismo absoluto de los humores de la clase media y la runfla de dirigentes mediáticos que la acompañan asustan a los compañeros, sobre todo por el gorilismo explícito, y la tildación innecesaria de “clientelismo” a todas y cada una de las actividades de la estructura, no tiene quien le baje al territorio sin ser apedreado o cuestionado, porque a los compañeros les chupa un huevo la socialdemocracia noruega, les aburre muchísimo que les hablen de esas giladas. Con lo cual, en la variante cobista o la de los lilitos, el ACyS se ve en una gran encrucijada, imagínense cerrando ciento de comedores, merenderos, centros sanitarios, clubes y centros de distribución de mercadería, parar la legalización de asentamientos o las tomas de tierra, porque los pobres deben comer en familia y acceder a la vivienda a través del préstamo hipotecario, o mejor aún, para evitar el uso clientelar que hace el enemigo pejotista, se les cae el país encima.
Aquí quedan dos alternativas viables de transformación del partido en Estado, o se genera una alternativa real de desarrollo territorial, sumando con todos los condicionamientos requeridos a la dirigencia intermedia Justicialista, o se va por la disputa hacia el interior del PJ.
Los compañeros del progresismo y el peronismo no pejotista, parecerían estar más pendientes del juego mediático que de otra cosa, Pino Solanas, Claudio Lozano y Victoria Donda, son hoy por hoy columnistas estrella de Clarín, porque sus discursos generan el desgaste propio de la guerra de posición, en total sintonía con la línea editorial del multimedio. De Gennaro por otro lado, pretende la utilización de la estructura territorial de la CTA, poniéndola al borde de la fractura, para generar una alternativa electoral propia, sin embargo la dirigencia intermedia de la central, ha sido educada en base a postulados autonomistas que le escapan a todo lo que signifique compromiso con un poder fáctico. Todo el arco progresista (K y anti-K) ha renegado de la nueva norma electoral, que les puede resultar sumamente beneficiosa, ya que los puede unir el espanto, ante cualquier duda fijarse la composición del Frente Amplio Uruguayo. Priorizar las diferencias circunstanciales, ha llevado a todo el progresismo a un vedetismo infantil, en donde se ha perdido toda capacidad de disputa, la guerra de maniobras (elecciones) depende de los puntos de consideración de la opinión pública digitada desde los grandes medios, democracia de audiencias como le llama la ciencia política, y su desarrollo territorial depende de organizaciones como el Partido Socialista Auténtico (que no pone los pies en el barro ni aunque les paguen) o de orgas autonomistas, que consideran todo trabajo en el territorio, mero asistencialismo que impide el desarrollo fructífero de una conciencia de clase que vaya Dios a saber dónde está. La nueva ley de partidos políticos, podría generar un marco de unificación electoral y territorial plausible de generar alternativas de poder, pero es preferible llorar la carta en TN sobre la dictadura pejotera.
Ante este esquema pareciera que el único partido que es “históricamente necesario” es el Justicialismo, que está encarnando profundas transformaciones en su interior, con un cambio en las relaciones de fuerzas hacia el interior del movimiento, que en el pos 2011, mostrará su nuevo rostro.
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