El debate sobre la primacía de la política sobre la economía ha atravesado las reflexiones teóricas y prácticas de la historia argentina. Desde los albores de la nación hasta las disputas del siglo XXI, la interacción entre ambas dimensiones ha definido modelos de desarrollo, crisis recurrentes y proyectos de poder.
La historia reciente de Argentina demuestra que la subordinación de la política a las lógicas del mercado conduce a crisis recurrentes y debilitamiento institucional. En contraste, los periodos donde la política ha tomado las riendas del desarrollo económico han generado avances significativos en términos de inclusión y soberanía, aunque también han enfrentado resistencias y limitaciones.
Política y Economía en los Orígenes de la Nación
Desde la independencia, el debate entre federalismo y centralismo reflejó la tensión entre los intereses económicos de las provincias y el poder central en Buenos Aires. Como señala Tulio Halperín Donghi, “la lucha por el control político fue inseparable de las disputas sobre el modelo económico” (Halperín Donghi, 1987). Las provincias querían preservar economías de subsistencia, mientras Buenos Aires buscaba consolidar un modelo agroexportador. La victoria del centralismo consolidó el predominio económico de la élite porteña, pero también dejó un legado de inequidad estructural.
El Peronismo: La Política como Rectora del Desarrollo
Con el advenimiento del peronismo en 1946, la política se erigió como fuerza organizadora del desarrollo económico. El gobierno de Juan Domingo Perón implementó una serie de medidas que subordinaban los intereses del capital a un proyecto nacional inclusivo, basado en la justicia social y la soberanía económica. “La economía debe estar al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de la economía”, afirmó Perón en su “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” (1951).
Las políticas de industrialización por sustitución de importaciones, el fortalecimiento de los sindicatos y la redistribución del ingreso marcaron un periodo de crecimiento con inclusión social. Sin embargo, estas transformaciones también generaron resistencias de los sectores tradicionales de poder, que encontraron en la economía una herramienta para desestabilizar al gobierno. El golpe de Estado de 1955 fue, en parte, una reacción de las elites económicas contra un proyecto que desafiaba su hegemonía.
Neoliberalismo y la Despolitización de la Economía
El retorno de la democracia en 1983 marcó un intento de reconciliación entre la política y la economía, sin embargo los errores propios y los desequilibrios macro económicos heredados limitaron las posibilidades del gobierno de Raúl Alfonsín. La hiperinflación de 1989 selló su mandato y abrió paso a un periodo de hegemonía neo liberal bajo Carlos Menem (1989-1999).
El modelo de convertibilidad instaurado por Domingo Cavallo priorizó la estabilidad monetaria sobre cualquier consideración política o social. La desregulación de la economía, las privatizaciones masivas y la apertura comercial irrestricta desarticularon el tejido productivo y social del país. Como advierte Eduardo Basualdo, “el neoliberalismo despolitizó la economía, reduciendo el Estado a un mero gestor de los intereses del mercado” (Basualdo, 2006).
Aunque inicialmente exitoso en controlar la inflación, este modelo demostró ser insostenible y desembocó en la crisis de 2001. La “primacía de la economía”, entendida como el sometimiento de la política a las lógicas del capital financiero, se tradujo en una de las peores crisis sociales y políticas de la historia argentina.
La Década Ganada: Retorno de la Política
El ascenso de Néstor Kirchner en 2003 marcó un giro hacia la revalorización de la política como herramienta de transformación económica y social. Bajo su mandato y el de Cristina Fernández de Kirchner, se implementaron políticas que buscaron recuperar la soberanía económica, fortalecer el mercado interno y promover la inclusión social.
La reestructuración de la deuda externa, la renacionalización de empresas estratégicas como YPF y Aerolíneas Argentinas, y la expansión de programas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) reflejaron un modelo donde la política retomó su lugar preeminente. Como señala Ernesto Laclau, “la política es el ámbito donde se construyen las demandas populares y se disputa la hegemonía” (Laclau, 2005).
Sin embargo, este periodo también enfrentó críticas por su dependencia de los precios internacionales de los commodities y por la falta de transformaciones estructurales en el aparato productivo. El conflicto con el campo en 2008 y la polarización política evidenciaron las dificultades de articular consensos duraderos.
El Retorno del Neoliberalismo y sus Consecuencias
La elección de Mauricio Macri en 2015 marcó un retorno al paradigma neoliberal, con un discurso centrado en la gestión tecnocrática y la promoción de inversiones extranjeras. Sin embargo, las políticas de endeudamiento externo, ajuste fiscal y liberalización financiera profundizaron las desigualdades y condujeron a una nueva crisis económica.
El gobierno de Javier Milei, iniciado en diciembre de 2023, ha implementado una serie de políticas económicas y políticas orientadas a estabilizar la economía argentina. Si bien puede mostrar algunos logros parciales, el costo social ha sido muy alto.
Una vez mas enfrentamos una etapa donde el predominio de las ideas neoliberales ha generado un relato de economicista y de desprecio a la política y a los políticos, muy peligroso porque avanza hacia formas y practicas anti democráticas. El predominio en el gabinete de tecnócratas y ceos, muy alejados de la política, la falta de construcción de consensos sólidos, la tendencia a la concentración del poder, la paralización de las sesiones en el congreso, la compra venta de voluntades, la falta de seguridad jurídica, por la deficiencias del poder judicial, feroces internas dentro del espacio libertario, la falta de liderazgos territoriales, etc, muestran un armado político muy deficiente, que a corto plazo puede constituirse en su talón de Aquiles.
El fracaso de las experiencias liberales confirma que la economía no puede ser gestionada al margen de la política. Como afirma Mariana Heredia, “la despolitización de las decisiones económicas es una estrategia destinada al fracaso en sociedades desiguales como la argentina” (Heredia, 2019).
El desafío actual radica en construir un modelo de desarrollo donde la política recupere su lugar preeminente, articulando un proyecto de largo plazo que combine crecimiento económico con justicia social. Como señala Arturo Jauretche, “cuando la economía domina a la política, la patria queda al servicio de intereses ajenos”. Recuperar la primacía de la política es, por tanto, una condición indispensable para un futuro más justo y soberano.
AM
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