Lo que la tormenta nos dejó.



“Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no nace”. Indio Solari

Introducción:

Este artículo pretende plantear un breve resumen de la herencia ideológica y cultural  del neoliberalismo tras cuarenta años de predominio de esas ideas en la Argentina y en general en toda Latinoamérica.
En estos días queda claro que, al cabo de casi cuatro décadas,  la experiencia neoliberal en América Latina y el Caribe muestra su fracaso en el terreno de la economía, dejando a su paso una secuela de destrucción del aparato productivo, saqueo de los recursos, y empobrecimiento de las distintas sociedades,  muestra también claros signos de debilitamiento, especialmente en los ámbitos de la cultura y la política. Sin embargo frente a la ausencia de un modelo sociopolítico que lo reemplace,  el pensamiento  de la ortodoxia neoliberal está lejos de estar en retirada.
Cuarenta años de hegemonía, han dejado estructuras e instituciones que le dan sustento, pero sobre todo han remodelado la cultura y lo valores de amplios sectores sociales, modificando hábitos y costumbres sociales y políticas.

Si Dios ha muerto..

Venimos repitiendo una y otra vez que el neoliberalismo no es solo un modelo económico, sino un modelo político, económico, social y cultural, de remodelar nuestras sociedades a un modelo que sirva a los países centrales. Es básicamente un proyecto imperial para someter a nuestros pueblos. Es indudable que el predominio de estas ideas, más los grandes cambios tecnológicos que han ocurrido en ese mismo periodo más la globalización cultural, comercial y financiera que sufre todo el mundo occidental están generando cambios importantes, difícil de mensurar hoy en nuestras sociedades.
En principio puede verse un individualismo extremo, que se ha extendido a todos los ámbitos de la sociedad. Lo que importa es el bienestar del individuo, no de la sociedad o la nación. En palabras de Margaret Thatcher: “No existe tal cosa como sociedad. Existen hombres y mujeres individuales, y también existen familias”.
El individualismo que pregona el neoliberalismo, basado en las teorías del egoísmo, como motor de la toma de decisiones, el exitismo extremo, la meritocracia, el consumo exacerbado, el dinero y el lujo como sinónimos de triunfo, fueron construyendo un hombre alienado, alejado de su historia y de su comunidad. El hombre solo se realiza en comunidad, esta ruptura genera quiebres profundos en el tejido social, ya que rompe los lazos del hombre con su cultura y su pueblo. Destruye comunidad y por ende debilita a la sociedad en su conjunto, generando un requisito básico para el  triunfo del neoliberalismo, el debilitamiento del estado y la desaparición de la política y lo político. Este hombre alienado solo se comunica a través de las redes sociales, en una forma de comunicación totalmente impersonal, recibiendo a su vez una cantidad  importante de información diaria, que no puede procesar y no solo eso, tampoco puede verificar  su autenticidad.
Este individuo aislado de su historia y de su comunidad va perdiendo su capacidad y sus derechos de ciudadano para en el mejor de los casos convertirse en un sujeto productor – consumidor de bienes, Y decimos que en el mejor de los casos porque el sistema excluye a amplios sectores, que no le son útiles, y los degrada a quedarse afuera del circuito producción – trabajo –consumo y los condena a ser parias en su propia tierra, ya que además de perder derechos económicos van perdiendo derechos civiles y políticos.
Tanto más grave aún es el quiebre moral que el neoliberalismo genera en el entramado social, la única regla “ético moral” que pregona es la lógica del éxito económico, la maximización de la utilidades, sobre explotando los recursos naturales, pero también al hombre, que deja de ser un trabajador con derechos a ser un recursos más en el circuito productivo.
Si Dios ha  muerto, si los grandes relatos histórico– políticos han mostrado su fracaso,  si ya no hay certezas, en esta post modernidad “liquida” los valores trascendentales dejan de tener sentido, lo único que prima es el egoísmo y la búsqueda de la salvación individual, entendida esta solo como el triunfo material a cualquier precio.     

El neo liberalismo: un proyecto imperial

Como decíamos párrafos arriba el  neoliberalismo es una forma de gobernar los problemas públicos y  entender a la sociedad. El neoliberalismo no es simplemente un cambio en la economía, es un proyecto político, de sujeción de los países periféricos hacia los países centrales, pero a su vez internamente genera  una concentración de riquezas en una elite en detrimento de las mayorías.
El concepto clave en el pensamiento neoliberal es el mercado. Esta primacía del mercado   va evolucionado desde el liberalismo clásico del “dejar hacer, dejar pasar” al “nuevo liberalismo” donde el estado debe estar subordinado a los intereses del mercado, generando condiciones favorables para la ampliación o creación de nuevos mercados. En otras palabras lo que hace el gobierno neoliberal es crear políticas públicas que empujan a sectores enteros a reorganizarse  en base a los objetivos de negocio de los mercados.
Así fueron rediseñando el mundo, aun con violencia donde fuera necesario, como un “mundo amigable” a los intereses de los países centrales, a efectos de ganar mercados, apropiarse de recursos naturales o países donde fabricar con costos salariales y ambientales más bajos
“Este mundo globalizado, dominado por un pensamiento único, según Ramonet (1995)
 tiene como sus principales rasgos  la preminencia de la  economía sobre la política,  el mercado como  único medio para una asignación eficaz de los recursos. Como corolarios de estos dos pilares, Ramonet citaba la globalización (desaparición de fronteras económicas), la competitividad para sobrevivir en el mercado, la división internacional del trabajo para bajar los costos salariales, la moneda fuerte
como consecuencia de la disciplina monetaria  y, en general, una reducción
tendencial del Estado en todas sus formas”.
Por ultimo está claro que esta aceptación pasiva de la hegemonía del pensamiento neoliberal y su construcción de un mundo globalizado, como único posible se basa en la construcción de consensos y en una cultura y un aparato cultural y mediático que va dando a un sentido común, una forma de ver la realidad, que muchas veces bloquean otras visiones alternativas.
 “ La forma de consumación de la neoliberalización y la implementación de esta, al menos en países como Chile y Argentina en la década de los 70’ fue mediante golpes militares respaldados por las clases altas tradicionales ,   sin embargo, la revolución neoliberal que se le atribuye a Thatcher y Reagan, después de 1979 tuvo que consumarse a través de medios democráticos, para lo cual fue necesaria la construcción de un consentimiento político, un “sentido común”.- Breve historia del neoliberalismo” – David Harvey 
Este proceso de construcción de hegemonía requirió ingentes recursos económicos, tecnológicos y humanos. La fuerte presencia de intelectuales, actores, artistas, economistas, escritores, políticos, generadores de opinión cumplen un rol fundamental en la legitimación de esta ideología.
En este marco toda la industria de medios de información, cultural y audiovisual ha tendido a la concentración en grandes grupos que a su vez, a veces con matices, reproducen la idea del pensamiento único, y el objetivo de ir afianzando un sentido común afín con los objetivos de dominación de los países centrales, pero a su vez, en Latinoamérica se ve claramente, que los grandes medios han ido concentrándose y monopolizándose en manos de las oligarquías locales, dueñas de los medios de producción.
A título de ejemplo,  toda la industria cinematográfica hollywoodense es una maquinaria colosal de penetración cultural e ideológica que le da sustento a las políticas imperiales de EEUU.
A su vez el control del sistema cuenta con tres “gendarmes”, el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, que actúan como voces autorizadas y prestigiosas de la ortodoxia libre cambistas, acordando siempre la ayuda a los países en crisis con recetas recesivas y de libre comercio y circulación del capital, que van amordazando y atando a los países  a los intereses imperiales.
Y si todo falla siempre tienen a los ejércitos de la OTAN para llevar la “democracia y la libertades” a aquellos países que se resistan. 

 Otro mundo es posible:

El neoliberalismo está en crisis, las calles de Chile, Ecuador, Haití, Medio Oriente, algunos países europeos, etc., muestran el descontento de los pueblos, la insatisfacción que el sistema genera.  A su vez los pésimos resultados sociales, políticos, económicos, ambientales, militares, etc, solo muestran el gran fracaso de este modelo.
Sin embargo este crack inminente carece todavía de un modelo alternativo, con lo cual alarga la agonía y hace perdurar en el tiempo sus daños estructurales. Se está dando aquello de Gramsci “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados".
Sin embargo es necesario acelerar los tiempos de debate y acción  para construir otro modelo.
Los argentinos contamos con la memoria colectiva de diversas experiencias de modelos alternativos al capitalismo salvaje, las experiencias de las gobiernos peronistas 45/55 y 2003/15,  dos textos fundacionales, la Constitución de 1949 y el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional de 1974, de Juan Perón y un bagaje de experiencia populares de resistencia al neoliberalismo.
Hay que terminar con los paradigmas del pensamiento único: “Otro mundo es posible” debe ser la consigna de trabajo:
En principio hay que reconstruir la política y lo político como un acto de rebeldía. La herramienta de los pueblos es la política y a ella subordinar la economía y los “mercados”;
Dar una fuerte batalla cultural para apropiarnos del relato de nuestra historia, construir relato y el sentido común de amplias franjas población´;
Construir un nuevo pacto fundacional entre todos los argentinos, en base a la discusión y el debate amplio entre todos los sectores del trabajo, el empresariado, los movimientos sociales, las organizaciones no gubernamentales, las iglesias, etc, consensuando entre todos un modelo de país.
Construir un nuevo pacto ético. La democracia requiere de dirigentes políticos, empresarios, gremiales, sociales que asuman una responsabilidad ética en sus funciones. La   corrupción destruye a una sociedad, pero no hay que ser hipócritas la misma es trasversal a todos los sectores de la sociedad;
Construir un “nosotros” que reemplace el yo individual: el hombre solo se realiza en comunidad;
Democratizar el acceso a la información y la cultura. Consolidar espacios de información y cultura popular;
La organización,  el empoderamiento y la movilización popular deben ser el otro camino rector;
Fuerte inversión en educación en los sectores populares, democratizar el acceso a la educación y la formación continua;
Acelerar un proceso de industrialización, usando el estado como motor del desarrollo y la industrialización;
Limitar y controlar los flujos de capital, estricto control de cambios y defensa de nuestras reservas;
Reconstruir el estado y ponerlo al servicio de los intereses populares;
Crear comunidad, res establecer los lazos sociales y comunales. Fortalecer las organizaciones libres del pueblo;
Construir y ampliar los alcances de la democracia liberal hacia una democracia participativa, social y directa, la única fuente de poder es el pueblo;
Fortalecer nuestras costumbres y cultura, reconstruir la Nación y lo nacional, como un proyecto colectivo que contenga a las grandes mayorías;
Un nacionalismo que se nutra de nuestra historia, pero abierto a la integración con los demás países latinoamericanos. La liberación solo es posible si tiene carácter continental.

Antonio Muñiz
Enero de 2020


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