de Alberto J. Lapolla
Una nueva época histórica
Balancear el año 2008 y pensar la perspectiva por delante no aparece como tarea fácil, pues los hechos ocurridos en nuestro bendito país, se insertan en una situación mundial de crisis sistémica del modelo neoliberal. Modelo impuesto a sangre y fuego por los EE.UU., luego de nuestra derrota de los Setenta (casi un millón de muertos indoamericanos entre 1954 y 1990) y profundizado hasta el hartazgo luego del colapso soviético. Completado luego con el pasaje del comunismo chino a ser el ‘motor’ del nuevo capitalismo mundial. El derrumbe del modelo neoliberal, ése que Francis Fukuyama había caracterizado como la ‘culminación de la historia humana’, dando una vez más la razón al harto reaccionario Menéndez y Pelayo, que afirmaba con justicia ‘que nada envejece tan rápido como un libro de historia’, abre sin duda alguna el inicio de un nuevo tiempo histórico que podemos calificar de cambio de época. Cuestión que ya habíamos señalado luego de la imposibilidad manifiesta del Imperio por revertir la ola revolucionaria y de cambios que sacude a Nuestrámérica. Como una maldición –seguramente satánica para él- el preverbal Bush observaba que cada una de sus intervenciones para apagar el fuego en Venezuela o en Bolivia era acompañada por el surgimiento de un nuevo país que se adhería al cambio, como Ecuador o Nicaragua. Así a la revolución Bolivariana, que sin dudas disparó el proceso al poner en tela de juicio el modelo neoliberal en su conjunto, retomando la idea del Estado como rector de la economía y la justicia social como motivo de la política, se le agregó la impresionante –por todo su valor simbólico e histórico- revolución indígena boliviana que comienza a cerrar 500 años de dominación blanco-católico-europea sobre los sufridos pueblos de América. Nuestra Revolución emancipatoria comenzó hace 229 años en los Andes sagrados y todo indica, como señalaran Bolívar, Monteagudo, San Martín o el Che que allí concluirá. Hoy Suramérica, Nuestramérica, la Patria Grande o Indoamérica, se encuentra cerrando el capítulo abierto allá, por el 25 de mayo de 1809, cuando nuestros patriotas chuquisaqueños abrieron la senda de la Revolución continental, tomando la posta dejada por nuestro padre Túpac Amaru. Quien con toda razón había exclamado, en queshwa y castellano, antes de que los piadosos españoles le cortaran la lengua para someterlo al suplicio: ‘volveré y seré millones’. Hoy nos encontramos transitando –y esa es una de las razones del colapso imperial- un nuevo tiempo americano caracterizado por la unidad continental, por la reconstrucción de nuestras economías, por la autonomía creciente de nuestras sociedades respecto del imperialismo norteamericano o europeo. La posibilidad cierta de lograr saltos de integración continental esbozados en el Plan maestro de la Revolución por nuestros padres Miranda, Moreno, Castelli, Monteagudo o Bolívar, es hoy un hecho palpable. Esto puede constarse en la increíble jornada de creación del Banco del Sur, allá por los inicios del gobierno de la Presidenta Cristina Fernández, en el rol decisivo de la Unasur y su existencia efectiva más allá de los gritos y lamentos de toda la derecha continental o en la reciente gira de nuestra Presidenta por Cuba y Venezuela en el mismo momento en que un nuevo presidente norteamericano asumía, hecho absolutamente impensado hace pocos años. Al igual que luego de la derrota de Napoleón, y en su nombre de la Revolución Francesa, Nuestra América vuelve a ser el centro revolucionario del mundo. Mientras Europa gira brutalmente al racismo y a la xenofobia que la caracterizaron desde siempre y que la llevó a cometer en América, África, Asia y en su propio territorio los mayores genocidios que conoce la historia de la humanidad, en América campea la revolución, el cambio, el ansia de justicia e igualdad, la revancha milenaria de nuestros pueblos humillados. En Europa incluida Israel, gobiernan Sarkozy, Merkel, Berlusconi, Olmert y otros payasos vergonzantes tan reaccionarios como éstos. En América cada día que pasa un nuevo gobierno asume las banderas de la justicia social, la integración continental, la búsqueda de una mayor distribución de la riqueza y el abandono del modelo neoliberal. De allí que hablar de una nueva época histórica no es gratuito, si además agregamos que en los EE.UU., acaba de asumir un presidente negro, o mulato, para mayor precisión. Algo absolutamente impensado en el momento en que George Bush decidiera transformar al mundo en una gigantesca ESMA, para impedir el derrumbe de la hegemonía norteamericana. A diferencia del amigo Petras, no creemos que sea lo mismo que gobierne un mulato, un indio o un negro, o el nieto de un esclavo, o un obrero. Casualmente eso diferencia a la izquierda colonial de la que no lo es. Sino basta verles las caras radiantes a los negros norteamericanos, a nuestros ‘paisanos los indios’ de Bolivia o a los negros y mulatos brasileños para ver que no es lo mismo. No siempre la revolución es un problema de programas y economía. La economía ‘determina el rumbo de la política, pero no la reemplaza’, como muy bien se encargó de aclarar varias veces Federico Engels. La historia mostró desde el 1600 hasta aquí, que las revoluciones son esencialmente culturales, tal como descubriera Vladimir Lenin al final de su vida, cuando ya era tarde para evitar la muerte a manos de su amigo Koba. Nuestra revolución cultural había emergido con fuerza maravillosa en los Sesenta y Setenta, el imperio la ahogó en sangre. Como siempre en Nuestramérica, nuevas generaciones retomaron la posta y le insuflaron nueva sabia y más sabiduría. Todo indica que hoy el Imperio no puede aplastarnos, el camino de la liberación está ante nosotros. Por un sendero distinto claro está, al de los Sesenta y Setenta. Esa es la diferencia que va de El Che a Evo, o si se quiere de Castelli a Túpac Amaru. Hoy los indios y los negros hablan por sí solos. Y esa revolución es indetenible.
El retorno de la oligarquía
Si algo caracterizó a la nuestro país en 2008, fue el retorno de la sacrosanta oligarquía reciclada en rentismo sojero. Si la rebelión popular del 2001, nos devolvió al pueblo y se llevó a la ‘gente’, no podía dejar de ocurrir, que nuestra oligarquía terrateniente irrumpiera en escena nuevamente. Y lo hizo. Con todas las repeticiones históricas que harían las delicias del viejo Karl o de don Georg Wilhelm. La oligaquía volvió y le dijo basta al gobierno kirchnerista, en esa cuestión de redistribuir y de tratar de redesarrollar el país devastado por la traición menemista. ‘-De ninguna manera. A mi no me van a sacar mi plata para que esos negros del conurbano coman bife de lomo.’ ‘-A mi no me van a sacar mi plata para volver al país industrial de antes.’ ¿Mirá si vuelven los paros, o esos sindicatos poderosos y terribles que hicieron el 17 de Octubre, el Lisandro de la Torre, el Cordobazo y el Rodrigzao? ‘¡De ninguna manera! ¡Hay que acabar con los Kirchner cuánto antes!. ‘Sobre todo ahora que gobierna esta mina tilinga y montonera.’ ‘Débil además, porque es una mina’. ‘A mi esta mina no me va a decir lo que tengo que sembrar. Mirá si yo le hiciera caso a mi mujer, para eso está en la casa todo el día, del campo me ocupo yo.’ El golpe fue bien planeado –¿con aliados dentro del gobierno?-, con el monopolio absoluto del poder informativo de su lado, y un discurso premoderno que nos devolvía a los conceptos económicos y sociales de los fisiocrátas: ‘la riqueza del país se produce en el campo’, ‘los productores son humildes chacareros que crean la riqueza nacional’. Tal como si estuviéramos en 1850 o en 1900, olvidando que ya hace mucho tiempo el producto bruto agrario es menos de un tercio de la riqueza nacional y solo emplea 1.3 millones de personas de las cuales sólo un tercio en blanco. Peor aun, sobre 40 millones de habitantes sólo tenemos 330.000 productores agrarios, de esos, sólo 110.000 poseen mas de 100 has y de ellos sólo 80.000 son sojeros. Pero allí estaban todos al borde de la ruta, habiendo comenzado un intento destituyente el 25 de marzo, es decir el día en que los genocidas reivindican su obra. Recibieron apoyos insospechados. Porque claro, el retorno de la oligarquía no la iba a encontrar sola. Jamás lo hizo. Si algo caracterizó a esa clase ‘estéril e infecunda’ desde Pizarro y Hernandarias hasta Martínez de Hoz, fue siempre su astucia política y el golpear por sorpresa. Sino pregúntenle a Moreno, a Castelli, a San Martín, a Dorrego. O a Artigas, traicionado por sus lugartenientes Ramírez y López comprados desvergonzadamente por la oligarquía porteña. Sarratea negoció, mientras Martín Rodríguez y Don Juan Manuel juntaron la plata y el ganado para ‘contentar’ a Don Estanislao, el ‘padre del federalismo’ traidor y así poder aislar y aplastar sin miramientos a Artigas y su revolución india. El principal enemigo de esa clase poseedora de todas la tierras y los ganados de nadie. Y de paso liquidar los planes de San Martín que había pactado en secreto con Artigas dejando aplastar al Directorio y así unir todo América en una única nación. Siempre actuó así la astuta oligarquía. Buscar el núcleo duro del enemigo y golpearlo hasta destruirlo. Así lo hizo de uno en uno con la lista antes enumerada. Esta vez –y ella lo sabe mejor que nadie- el núcleo duro a derrotar es el eje Buenos Aires, Caracas, Brasilia. Ese es el eje de la unidad continental y no otro. Esa alianza es estratégica en términos geopolíticos globales. Y lo que se exigía en las rutas, era el abandono de cualquier aspiración de reindustrialización, integración y reconstrucción del mercado interno. Las señoras de Barrio Norte que decían ‘yo no quiero que mi país sea como Venezuela o Cuba’ lo escribían blanco sobre negro. Debíamos seguir siendo sin chistar, una factoría sojera y un país para pocos y de pocos. Pero el golpe venía de antes. ¿O alguien cree qué decirle no al ALCA en la cara de Bush fue gratuito?
Los aliados insospechados de la oligarquía
Lo notable, y para eso sirven las crisis políticas, es que cuando el hormiguero se revuelve aparecen las partes que no se veían a simple vista. Y entonces, como nos pasó siempre, ante cada crisis política, cuando se discute el modelo de acumulación y este puede rozar a la oligarquía, aparecen insospechados aliados. Así en 1930 comunistas y socialistas coloniales ayudaron a voltear a don Hipólito en medio del colapso del modelo agroexportador. Claro que don Hipólito había ayudado con sus tareas ‘de limpieza’ en la Semana trágica, en la Patagonia y en la Forestal. Casi 5000 trabajadores pasados por las armas por reclamar. Al margen, estos hechos deberían hacer reflexionar a los que hablan sólo de lo nacional, sin el aditamento de lo democrático, lo social, lo revolucionario y lo continental. Con lo nacional solo, podemos llegar a la AAA, por ejemplo. Pero volvamos, en 1945 otra vez comunistas y socialistas, ahora acompañados por los radicales ya desnacionalizados, volvieron a ser peones de la oligarquía, que marchaba orgullosa del brazo de Rodolfo Ghioldi, contra ese Coronel Perón y su deseo de industrializar la nación, distribuir la riqueza y reducir el poder del latifundio. Ahora en 2008, la oligarquía contó con aliados insospechados ¿o no? Veamos. La Doctora Carrió atravesando una nueva conjunción astral, podría decirse que era lógico. El Radicalismo es hoy esencialmente un partido vinculado a la propiedad de la tierra. El PRO, bueno es la oligarquía. Felipe Solá, es el padre de la sojización, no iba a actuar contra su criatura. La Federación Agraria, porque hace rato dejó de representar a productores, que ahora son rentistas sojeros, tal como hemos intentado explicar.(1) ¿El PCR? Creemos que por dos razones: por el colonialismo congénito heredado de Codovilla y porque son empleados de China, que necesita que sigamos siendo un país sojizado. Ellos nos compran la soja –sin industrializar- y nosotros les compramos todo tipo de producción industrial, incluso basura, que destruye el trabajo argentino. ¿El MST? Bueno hace rato que los muchachos cruzaron el charco. ¿Proyecto Sur? Bueno además de los intereses directos de varios de sus dirigentes con la sojización, estaban los compromisos económicos y políticos asumidos con la FAA, que hizo que hasta un amigo de Seineldín y enemigo de Cuba y Venezuela como Alfredo De Ángelis votara por Pino Solanas. También el deseo de profecía autocumplida ‘de que Cristina tenga destino de helicóptero’. También el odio feroz de Lozano y De Gennaro contra los Kirchner. Además de sus estrechas relaciones con Bergoglio, enemigo declarado del gobierno ‘sexista, montonero y abortista’. Sin embargo, todo esto no alcanza a explicar. Uno podría preguntarse ¿por qué compañeros que dicen luchar contra el imperialismo terminan apoyándolo o siendo funcionales a los planes de la derecha? Podría pensarse en esos piolines extraños que unen a un sector de la CTA, con la Iglesia de Bergoglio, al PCR, al MST, a Castells, a sectores afines a la embajada norteamericana con algunos referentes de los derechos humanos que parecen creer, como señalara recientemente Pino Solanas que ‘el enemigo no es Macri sino Kirchner’.(2) Cuesta creerlo pero parecería que Gardel también envejece.
Qué es el kirchenrismo.
Lo notable es que producido el enfrentamiento en que el gobierno cometió errores, es cierto, pero no cometió el principal que caracterizo siempre a la burguesía argentina en su pelea con la oligarquía, incluido el propio Perón que claudicó en 1955 y luego en Ezeiza. En este caso la Presidenta Cristina Fernández no defeccionó. No hubo ‘Felices pascuas’. Por el contrario se aceptó la derrota infligida por la traición de Cobos y un nuevo escenario político se perfiló, con un gobierno debilitado pero dispuesto a pelear, profundizando su programa y una oposición pronorteamericana que veía el campo orégano. Como ocurre siempre después de tamaño enfrentamiento con el enemigo histórico de la nación, nada fue igual. Ni los aliados, ni las alianzas, ni los amigos, ni los adversarios. Rápidamente los oportunistas que huelen la derrota en el horizonte y deben renovar bancas o cargos, pusieron pies en polvorosa apelando a cualquier pretexto. Siempre los hay. Rico, la ley de bosques la ley de glaciares, las caras carteras de nuestra Presidenta. Total hay que rajar antes que el barco se hunda. ¿Pero se hunde? ¿Se hundirá?, ¡uhmmm! Otros aprovechan la volteada y piensan que es mejor ser la oposición de un nuevo menemato, en versión de Carrió, Macri o Cobos, haciendo entonces discursos garndilocuentes sobre el imperialismo y la oligarquía, qué enfrentar en lo concreto y con las fuerzas que se tienen aquí y ahora, a ese imperialismo. Imperio que esta reculando fuertemente en América y en el mundo, por obra de pueblos y gobiernos que van desde posiciones revolucionarias, socialdemócratas, hasta moderados o casi neoliberales como los de Tabaré o Bachelet. Pero que sólo en el 2008 y por la decisión directa de nuestros Presidentes –primero Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández- impedimos dos guerras en América. Una entre Colombia, Ecuador y Venezuela y la otra en Bolivia. En ambos casos armadas directamente por los EE.UU. Y esto es absolutamente nuevo y obra de nuestros gobiernos, el kirchnerista el primero. ¿Es posible qué tamaña hazaña, que haría lagrimear de emoción a San Martín y a Bolivar no haga reflexionar a nuestros compañeros que se pasaron al otro bando, sobre el real contenido del gobierno kirchnerista? ¿Es posible que no se entienda que fue la acción decidida de dos Presidentes argentinos la que logró tamaño éxito, obligando incluso a jugar de este lado a aliados de EE.UU., como Bachelet o Alan García?. ¿Es posible que no se entienda que luego de la derrota frente a los sojeros el gobierno, no se corrió a la derecha, sino que por el contrario profundizó el proceso de distribución y de recuperación de soberanía? ¿Es posible que no se entienda el tremendo viraje que implicó la nacionalización de las AFJP? El mayor éxito obtenido por el campo popular desde 1976 hasta aquí. Como diría Saclabrini, cuando algo que está tan claro no se entiende, uno tiene que creer que lo quieren estafar. ¿Será así nomás? ¿Qué intereses defienden los que están armando una nueva Unión Democrática para destruir a un gobierno al que deberían apoyar incluso críticamente, pero que consideran que es su enemigo y que deben terminar con él?. ¿Será posible que prefieran el narcisismo autoerotizante y estéril de ser ‘la oposición’ de un gobierno manejado por Macri o Carrió, qué tratar de unirse para impedir que ello ocurra?. ¿Será posible?. Todo es posible cuando los intereses neocoloniales que alimenta nuestra oligarquía se ponen en movimiento, y se apoyan en rasgos antipopulares y elitistas. Ambos gobiernos kirchneristas han hecho cosas que compartimos profundamente, otras que compartimos, otras que no compartimos, otras que no nos gustan y otras que haríamos de otra manera. Pero, y eso es lo determinante, fue el gobierno de Néstor Kirchner quien devolvió la primacía a la política por sobre la ‘economía’. O lo que es lo mismo del Estado por sobre el ‘mercado’, o del pueblo por sobre el gran capital. Algo que no ocurría desde 1973 y eso sólo ya basta para trazar una línea de un lado y del otro. Y esto es lo que enloquece a la derecha y lo que quiere revertir apelando a todas sus espadas. Y las tiene de derecha, de centro y de ‘izquierda’ , como quedó demostrado en el debate y votación sobre las retenciones y el lamentable papel jugado por Claudio Lozano, Pino Solanas y Alcira Argumedo, quienes pasaron a defender abiertamente las posiciones de la Sociedad Rural Argentina. Ahora de manera sorprendente son acompañados en su camino, hacia la recolección de pedazos del barco herido, por los compañeros Tumini y Bonasso. En última instancia las diferencias deberían ser, diferencias dentro del Frente de Liberación nacional. Frente que hay que recordarlo, incluye a la burguesía nacional, y la burguesía nacional en Argentina después de su destrucción por Martínez de Hoz y el menemato, esta en reconstrucción. El principio del Capital siempre es ‘lodo y sangre’, por eso es mafiosa, corrupta, vive del Estado y es poco nacional. Pero es la burguesía que hay, no es la de Gelbard, sino la de Mendiguren y Heller. Eso no excluye sino por el contrario, la lucha de clases, claro está. Por el contrario, nos obliga a levantar otro programa más radical y profundo, y que esa burguesía jamás llevará adelante. Pero para ello debemos crear las fuerzas políticas y sociales dispuestas a llevarlo adelante. Hoy no las tenemos. Para eso hay que estar dentro del proceso y no afuera, del otro lado de la raya. Es decir del lado de la oligarquía tirando piedras. Pero, y esta es una razón muy dura, nada hay hoy a la izquierda de los Kirchner en lo real. Nada real existe construido a la izquierda. Podemos expresar ideas, proyectos, programas que se ubican a la izquierda de los Kirchner, eso es cierto. ¿Pero podemos aplicarlos? ¿Podemos llevarlos al gobierno? ¿Podemos disputar poder, en verdad? Por supuesto que no. Todo lo que está en condiciones de disputarle el poder al kirchnerismo está a su derecha, y se está uniendo para cerrar el pequeño camino de desarrollo que se ha recorrido desde la rebelión popular de diciembre hasta hoy. En particular quieren cerrar el retorno al crecimiento de la economía y del Estado que ambos gobiernos Kirchneristas lograron y vienen profundizando. Y eso es intolerable para el poder oligárquico y multinacional de la Argentina sojizada y privatizada. ¿Puede ser que no lo entiendan?
Nuevas construcciones para un nuevo tiempoEl 2008 también nos dejó un fuerte aprendizaje y una mayor reorganización del campo popular que apenas se percató del feroz ataque oligárquico. Dos construcciones nuevas La Carta Abierta y la Central de Movimientos Populares (CMP), muestran que el pueblo tiene inmensas reservas que puede poner en movimiento para frenar a la oligarquía, disputar a los confundidos y aislar a los travestidos de campo popular que juegan para el imperialismo. La Carta Abierta juega un rol decisivo para rescatar a las capas medias y los intelectuales de la larga noche neoliberal y la maceración mental y conciente, que producen los medios de comunicación. Su rol es tan decisivo que provoca la ira de los falsos demiurgos de los derechos humanos y la pobreza que la atacan pero no dudan en fumigar sus campos para producir soja transgénica, propagando la enfermedad y la miseria. El papel de los intelectuales nucleados en Carta Abierta ha sido determinante para penetrar el interior del país devastado ideológicamente por la desaparición de la clase obrera industrial, la ferroviaria la primera. Razón por la que el interior quedó en manos de la oligarquía y sus instrumentos de dominación como la jerarquía católica –voz de los terratenientes en América desde 1492- y la TV. Carta Abierta ha sido una reacción muy sana de nuestra intelectualidad, en las mejores tradiciones de nuestro pensamiento nacional, popular, democrático, revolucionario y antiimperialista. Pero también como producto de la lucha contra la oligarquía sojera se produjo un realineamiento de sectores populares, antaño piqueteros y movimientos sociales no representados, ni por la CGT ni por la CTA y que se expresaron en la conformación de la CMP. Esta nueva organización de pobres urbanos y suburbanos, representa, una nueva etapa de construcción de la organización del proletariado luego del genocidio social neoliberal. Hoy sólo el 27% de los trabajadores están sindicalizados y un enorme sector de los mismos son cuentapropistas o tienen empleos informales transitorios o están desocupados. Se hacía necesario entonces, una nueva organización de los trabajadores, que tome como base de su organización el territorio, dado que hoy el lugar de trabajo es mucho más hostil y aleatorio. Sólo el 8 5 de las empresas del país tienen hoy Cuerpos de Delgados y la mayoría de las empresas que abren sus puertas o se radican el país, ponen como condición para hacerlo, no permitir la organización sindical, ante la mirada cómplice de funcionarios que deben impedirlo y de los sindicalistas corruptos que no defienden los intereses de sus compañeros. La CMP llenará ese vacío y retomará las banderas históricas y gloriosas del proletariado argentino. Sin dudas será una herramienta estratégica en este nueva época histórica que transitamos en la América morena. Seguramente en la medida que el año avance las aguas políticas irán despejando más las cosas y quedará claro que, de un lado estará la oligarquía y sus aliados y del otro quienes apoyamos un proceso de cambio y transformación profundamente americano con un desarrollo nacional y popular, con las limitaciones que el tiempo y la organización popular irán resolviendo.
Un negro con olor a Indoamérica
Si bien se perfila un año difícil y duramente disputado, creemos que la derecha no tiene las condiciones para ganar. Le juega en contra el derrumbe mundial de su esquema teórico y productivo. Su razón de ser acaba de ser barrida por la historia. Y si bien podrá obtener algún triunfo transitorio, la marcha de la historia viene para este lado. Claro que con eso sólo no alcanza, además hay que crear las condiciones para el triunfo y la no derrota. Nos ayuda sin dudas la tremenda situación de cambio suramericana, que empuja la situación hacia nuestro lado y no para el del Imperio. A nosotros no nos parece una casualidad que un ciudadano negro gobierne hoy los EE.UU., cuando hace pocos años eran quemados en la hoguera. Creemos que la propia potencia del movimiento revolucionario indoamericano ha golpeado el corazón del monstruo. Y así como la primera reacción mundial a la revolución norteamericana de 1776 fue la gran rebelión de Túpac Amaru de 1780, pese a que los libros de historia lo sigan negando, de la misma manera las fuertes improntas de la revolución bolivariana y boliviana no podían dejar de impactar en el pueblo negro, hispano y trabajador de los EE.UU. Hoy pese al poder plutocrático no es posible ocultar la revolución con el pulgar, aunque sea el del Tío Sam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario