La pandemia del Covid 19 aceleró los tiempos de una crisis económica
financiera, que venía arrastrándose desde el estallido de la burbuja
especulativa de la Lehman Brother en crisis
en 2008/9.
La economía global, viene de tumbo en tumbo de hace décadas, siendo este, seguramente el de mayor impacto en los últimos cuarenta
años.
Los economistas creen que la pandemia podría costar al mundo
al menos $ 5 billones de dólares en producción perdida en los próximos dos
años. Eso representa casi el 8% del PIB
bianual 2020/21. El costo para la economía global, será mayor que al de las dos
mayores recesiones de 2008/09 y 197/75.
Donde se sentirá fuertemente el impacto será en la tasa de
desempleo, en EEUU donde la contratación es muy flexible, lleva hoy alrededor
de 16 millones de empleos perdidos,
pudiendo pasar los 20 millones en los próximos meses.
En el resto de los países centrales el impacto será fuerte
pero no alcanzará los números de catástrofede EEUU, ya que en general el
empleo en esos países cuenta con una legislación protectora.
En los países emergentes y del Tercer Mundo, el impacto más
fuerte será en el precio de los commoditys, o sea de su producción primaria
exportable (granos, carne, minerales, energía, etc). Con el agravante que estos
productos vienen bajando su precio internacional desde la crisis del 2008.
El FMI estima que estamos
“asistiendo a un colapso de los precios de los productos básicos y a un
colapso del comercio mundial, el más grave de todos lo visto desde la década de
1930",
La caída pronosticada de la actividad rondara en entre el 1
y el 2 % en los países en desarrollo.
Está ocurriendo además, un hecho preocupante, que poco se
habla y que afectara aun más a estas economías. La volatilidad de los capitales
golondrinas especulativos, característico de la economía neoliberal global,
están abandonando rápidamente estos países yendo a los países centrales. Además
se está produciendo una fuga masiva de
capitales hacia las guaridas fiscales.
Esto llevara inexorablemente a muchos países emergentes al
default de su deuda pública, con lo cual, de no tomarse medidas, esto acentuara
la profundidad de la crisis.
Si bien el Banco Mundial y el FMI tienen o contarían con
fondos importantes para salir en “ayuda” de estos países, las políticas
tradicionales de estos organismos hacen peligrar, cualquier atisbo de
recuperación. Las políticas de ajuste económico que estos organismos imponen
como condición a su aporte, lo muestra
la historia económica de lo últimos setenta años, solo hace echar nafta al
fuego, agudizando las crisis estructurales.
Si bien han ido mutando su discurso en estos últimos meses,
y hacia posiciones más heterodoxas y más humanitarias, está por verse cuales
será su ayuda y los condicionamientos que imponen.
También es justo reconocer que existen gurúes económicos que
no concuerdan con estos escenarios pesimistas; en general no se minimiza el
daño que esta situación está causando pero sostienen que aplicar las viejas
recetas keynesianas permitirá salir rápidamente de la crisis. Inyectar dinero
en la economía familiar, para que las familias consuman más y puedan dar satisfacción a una demanda insatisfecha
por la imposibilidad del libre tránsito en estos meses. El aumento del consumo
hará que comience una expansión de la economía en su conjunto en pocos meses.
Este escenario no es descabellado, siempre y cuando, no
ocurra lo que sucedió en la crisis del 2008, donde ingentes cantidades de
dólares fueron volcados por los Estados para sostener la economía, pero fueron
apropiados por la banca trasnacional, lo que les permitió volver a generar
otras burbujas especulativas. Estas políticas de especulación global son la
causa de no haber podido superar las consecuencias de la crisis del 2008, pero
además son la causa de la actual crisis. El covid19 nos muestra la gravedad de
la crisis pero esta ya estaba antes que se desatara la pandemia.
El otro condicionante es
hasta donde la prolongación de esta situación afectara la capacidad de producción de los
países. Este párate global, si bien
todos los pronósticos, transitorio, está generando una gran masa de deudas, que
podrían sacar del mercado a muchas empresas muy endeudadas. Cuando comience la
reactivación muchas empresas, sobre todo las pymes, no podrán subirse al tren nuevamente
Es probable que una política neo keynesiana pueda ser
efectiva, pero solo si se regula la actividad financiera, se restringe la
circulación de capitales especulativos y
se controlan fuertemente las guaridas fiscales.
Si no se modifican las estructuras que sostienen el
andamiaje de lógica rentistica global, de acumulación financiera, el dinero que se inyecte va a ser apropiado
por la banca trasnacional y va generar otra ola especulativa, dejando que los
pueblos, sobre todo los del Tercer Mundo, paguen los costos de esta nueva
crisis.
En el caso argentino, el Estado lanzó una serie de medidas orientadas a inyectar
dinero en el mercado y un amplio programa de apoyo para el sostén de la
actividad económica. Por el momento el estado se hará cargo del pago de un
porcentaje de sueldo de los trabajadores privados, una línea de créditos a tasa
0 para trabajadores autónomos y monotributistas. Esto se suma a medidas ya
tomadas como el Ingreso Familiar de Emergencia o la Tarjeta Alimentaria para
los sectores más vulnerables, créditos para pymes con destino a capital de
trabajo y pago de salarios, etc.
Todas estas medidas implican un aumento en la emisión
monetaria importante, ya que la recaudación de impuestos ha caído
estrepitosamente y en muchos casos se ha
diferido su pago, así como cargas sociales, para después de junio.
Indudablemente algunas de estas medidas son resistidas por
el sistema bancario y aquellos sectores aliados a una estrategia de acumulación
financiera global. Por ejemplo los bancos han puesto trabas al otorgamiento de
créditos al sector pyme, al diferimiento en el pago de los saldo de las tarjeta
de crédito, etc, los empresarios ms ricos del país se niegan a pagar un
impuesto de emergencia sobre su patrimonio para solventar los efectos de la
pandemia, grupos empresarios locales, aliados a los fondos buitres están
saboteando el acuerdo por la reprogramación de la deuda externa y una cohorte de economistas y
periodistas están haciendo campaña
defendiendo los intereses de estas
minorías
Igualmente dentro del mismo gobierno, sobre todo en el Banco
Central hay una fuerte oposición a esta política de inyectar dinero en la
economía, prima en muchos economistas, aun los que se precian de heterodoxos,
un visión clásica, que la emisión genera por si sola inflación y que una
emisión “exagerada” podría llevarnos a un híper inflación. Esto a priori parece
más un prejuicio ideológico, ya que las posibilidades de una corrida de precios
son pocas. Sobre todo en una economía prácticamente parada, donde no hay
transacciones, donde hay exceso de stock, que debe ser liquidado rápidamente, y
por ende donde no hay precios, salvo, relativamente, en el sector alimentario
Siguiendo en el caso argentino es necesario además hay que
ir por un Estado muy fuerte que regule
la actividad económica, con premios y castigos; una regulación del sector
financiero, por ejemplo sería conveniente la reforma a las Leyes de Entidades
Financieras y de Inversión Extranjera, dictadas por Videla – Martínez de
Hoz en 1976; avanzar en la des
concentración de sectores de la
economía, en especial el sector alimento fuertemente oligopolizado en cuatro o
cinco grupos empresarios; una reforma impositiva progresiva, donde sean los que
más tienen quienes más paguen, etc. Es necesario que el Estado tenga un rol
dinamizador de la economía, volver al estado empresario, que garantice no solo
los servicios básicos de salud, educación y seguridad social, sino que sea un
motor de un desarrollo industrial basado en las pymes.
Es fundamental
recuperar una cultura del trabajo y la producción de bienes y servicios.
Sin esto, no hay salida, porque pasada la pandemia volveremos a la lógica de la
especulación, la usura, la explotación del trabajo y los recursos naturales. Un
modelo inviable, pero que asegura a sectores minoritarios fuertes ganancias y
el control político y social de la sociedad. Hoy los vemos, como impúdicamente
hacen campaña contra los intereses nacionales o tergiversan y sabotean las acciones
del gobierno ante la pandemia, con la lógica de privilegiar sus negocios sobre
la salud de sus connacionales. Para esos sectores la vida no vale nada, la de
los demás por supuesto, solo vale para ellos maximizar su tasa de ganancia.
Antonio Muñiz
Abril 2020
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