“En un país colonial las oligarquías son las dueñas de
los diccionarios.” John William Cooke.
Una vez más vemos al aparato mediático
cultural de la derecha argentina en pleno desarrollo , superados los primeros
meses del gobierno de AF , han puesto en marcha toda su artillería para
desgastar la gestión de gobierno y la figura presidencial, que hoy goza de
amplio apoyo popular.
En estas semanas los centros de
trolls de Macri y Marcos Peña Braun están trabajando activamente en las redes en la desestabilización de un
gobierno que asumió hace poco más de cuatro meses, en medio de una crisis
económica heredada por las erradas y
corruptas políticas económicas del gobierno anterior, pero agravadas por una
pandemia global de difícil pronóstico.
Por supuesto que sobre estas campañas en la
redes se montan y lo hemos visto claramente en la últimas semanas una brutal
campaña de instalar un “periodismo de guerra”, por parte de las empresas
mediáticas a través del “periodismo mercenario”. Estas acciones están destinadas a movilizar el odio, siempre presente de las
clases altas hacia el peronismo, a través de la mentira descarada, la notica
absurda, la manipulación de información, la calumnia y la difamación. Para
ellos, en esta campaña todo “vale”.
Como ejemplo
se ve como en un discurso común y pautado, en distintos medios y con distintos voceros se ha hecho campaña por la
rebaja del salario y el gasto político, boicot a la medidas de aislamiento
social por la pandemia del Covid19, privilegio de los negocios de los grandes
empresarios en detrimento de la salud de la población, campaña contra el
acuerdo por la deuda, han instalado un mensaje contra los intereses del país, y
que sirve solo a los acreedores, han instalado un miedo, a través de la
mentira, al default, cuando este ya existe de hecho desde el gobierno anterior,
y por ultimo hasta hoy , en una brutal y despiadada campaña basada en las más descaradas “fakenews” han motorizado una
jornada de protesta y caceroleo contra una supuesta liberación masiva de presos
comunes.
Todo esto tiene un objetivo destinado a
preservar las instituciones jurídicas e ideológicas que hacen a su dominio y
control social, a sus intereses y privilegios de clase, a sus negocios de
apropiación de la renta nacional, buscando un gobierno débil y dócil que no
avance en políticas distributivas, ni en la investigación judicial de los
negociado e ilícitos ocurridos en el lustro anterior. En este caso, sobre todo,
el endeudamiento y la fuga de capitales, donde están todos involucrados.
No es casual, que ante la popularidad
creciente del AF, debida a un manejo racional y prudente de la crisis sanitaria
y económica, y exactamente cuando este lanza la idea de cobrar un impuesto
patriótico a los empresarios más ricos del país, Estos y los aparatos que los sirven le hayan
declarada la guerra.
Este fenómeno no es nuevo, ni se circunscribe
solo a nuestro país, es una técnica que se usa a nivel mundial y que ha ido
perfeccionando desde hace varias décadas, desde la masificación de la prensa
escrita, la radiofonía la televisión después y ha llegado al paroxismo con
internet y el desarrollo de las redes sociales.
Por un lado negar el poder comunicacional de
estas operaciones es suicida para un gobierno que es acosado por ese poder. Particularmente
cuando ese proceso tiene una lógica de penetración y dominación imperial y
cuando la conducción tiene un pensamiento duro, ideológico y autoritario, que
tiene en Trump y Bolsonaro como expresiones, y en Macri, Peña, Bullrich,
Magnetto y Rocca, etc, como voceros de ese pensamiento neoliberal dependiente
en Argentina.
Colonización,
miedo y dominación:
Por el otro hay algo más profundo donde estas
campañas encuentran suelo fértil para sembrar ya alcanzar sus frutos.
Hay un “inconsciente colectivo”, un “sentido
común” colonizado, que va siendo construido desde la escuela primaria hasta la
universidad, desde la cultura, los medios y los opinadores profesionales,
periodistas, escritores, etc, que van sembrando las bases de un pensamiento
acrítico y dependiente.
Ya Jauretche escribió y describió los
mecanismos de penetración cultural de los intereses del imperialismo y el
liberalismo como doctrina política y económica del establishment.
Como este construye una superestructura cultural, una “intelligentzia”, que da soporte a una
colonización cultural y pedagógica, que moldea una ciudadanía, que denosta lo
propio y admira lo extranjero, sobre todo lo europeo. Construye un país sin
pasado, un pueblo sin historia, que adopta categorías e ideas acríticamente y fomenta un modo de
pensamiento importado desde Europa. Esta construcción de un “sentido común”, expresa una incapacidad para comprender lo
propio. Construye una conciencia
nacional atrofiada, que expresa los intereses de una minoría social
determinada, aliada a los intereses del imperialismo de turno, ayer inglés y
hoy yanqui. Oculta el pasado de nuestro
pueblo, heterodoxo, complejo, bárbaro y contradictorio, constituido
por la tradición indo-hispano-criolla
más las corrientes inmigratorias,
en una nueva síntesis americana.
“Es así
como la mente humana en nuestros días se ha convertido en el botín más preciado
del poder manipulador. Por eso, colonizar la mente se presenta como una
práctica atractiva para ejercer desde el descuido ajeno un poder devastador y
alienante mediante el debilitamiento generado por la sumisión de individuos,
comunidades y grupos que carecen de recursos psico-emocionales para pensar con
autonomía.” Nora Merlín.
“Somos
al fin y al cabo, hijos de ella (de la colonización pedagógica) y nuestras
realizaciones materiales sólo se asentarán sobre terreno firme si se integran a
los factores culturales propios, porque la liberación del país sólo será medida
por la liberación de los espíritus, cuando esto se asiente sobre la realidad
del país tal como es, hoy y aquí". Arturo Jauretche. Los
Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica.
Antonio Gramsci escribió también sobre el tema y marcó la importancia de la lucha cultural en la
política. Resumiendo su pensamiento, la lucha cultural es una batalla por lo que
él denominó “sentido común”. Este se
constituye como un territorio siempre en
disputa, atravesado por las viejas ideas, costumbres, paradigmas y prácticas, todas, escombros del pasado, pero también por las
nuevas ideas, los nuevos vientos que se van generando en toda época y sociedad.
El que
triunfe en esta lucha, lograra la hegemonía, impondrá su pensamiento y por ende
sus intereses sobre los otros.
En las últimas décadas han aparecidos otros
actores como los grandes medios de comunicación audio visuales y las redes
sociales, que se han convertido en generadores de un pensamiento único,
imponiendo los valores del neoliberalismo globalizador. La hegemonía cultural del neoliberalismo ha
convertido al egoísmo del individuo en una
ideología política, económica y
social. No hay sociedad, decía Thatcher, solo hay individuos.
Imponen
una lógica de pensamiento único, la primacía del egoísmo y el sálvese
quien pueda, en el odio por el otro, el distinto, el enemigo. Es una ideología que se basa en el odio,
pero a su vez en el miedo.
Es que en las sociedades modernas es posible
el control social sin recurrir al discurso del miedo.
Siempre
el temor siempre ha sido un recurso eficaz de dominio y hoy más, ya que es un factor
central para el control social e ideológico.
Si el
comunismo, la subversión, etc, desaparecieron como enemigos, en el imaginario
colectivo, han sido reemplazados por los pibes chorros, el narco menudeo, los
musulmanes, el terrorismo, el narcotráfico, el populismo, los pobres, los inmigrantes, etc.
La sensación de inseguridad es en la actualidad una
construcción desde los medios, y se traduce
eficazmente en fobia a los pobres y por ende hacia los sectores
populares. Se trata, por supuesto de una construcción mediatizada y estereotipada,
el “pibe chorro” con gorrita, el “planero”, que no quiere trabajar y hay que
mantener con nuestros impuestos, el
migrante de países de la región “que viene a robar”, que nos saca
nuestro trabajo y al que hay que darle servicios básicos, y que como un latiguillo hay que
sostener “con nuestros impuestos”, etc, etc.
La imposición del liberalismo como pensamiento
único y el triunfo final del capitalismo como el final de la historia,
marcó un vacío en la política. Sin
disputa ideológica, la política pierde dinamismo e iniciativa y pasa a ser un
espectáculo más, una herramienta más al servicio del mercado y los negocios.
No es casual el horror de neoliberalismo hacia
la política. Porque siempre “la política es la herramienta que tenemos
los pueblos para cambiar la sociedad en la que vivimos”, decía German
Abdala.
Se demoniza
la política, el rol del Estado,
la intervención en la economía y todo lo nacional y popular. Se trata de
colonizar nuestra subjetividad. Nos
quitan nuestro pensamiento crítico, no roban nuestra historia, rompen con nociones
básicas como patria, derechos sociales y humanos, el respeto por el “otro”, el
prójimo. Así un pueblo sin historia y sin patria es fácil presa del imperialismo de
turno.
El crisis y la oportunidad
de construcción de un contra poder popular.
De la experiencia histórica y la evidencia
disponible se desprenden algunas conclusiones, por lo menos para Argentina y
los países de la región:
1)
Que la democracia se convertirá
cada vez más en una ficción en la medida que se continúe con la concentración
de los medios de prensa gráfica, audiovisuales, internet y redes en manos de
empresas extranjeras y/o capitales
provenientes de las oligarquías locales, asociadas ideológicamente y por
negocios con los intereses del imperio.
2)
Que lo mismo sucederá mientras internet
siga controlada por Estados Unidos y dominada por las gigantescas corporaciones
Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft.
3)
Que es necesario desde las
organizaciones y partidos populares intentar
democratizar el acceso a la información, des monopolizar la producción y difusión de la
información, reconstruir una cultura
nacional con base en la cultura popular y una pedagogía que trasmita los
valores de la comunidad destinada a mejorar las condiciones de vida de los
sectores populares
4)
Que es necesario construir un
pensamiento crítico, basado en los propios
intereses, tradición, conocimientos e historias nacionales, desmontando
todo el aparato cultural construido por el pensamiento neoliberal dependiente.
5)
Que es necesario en un proceso
como al que aspiramos una fuerte inversión de recursos públicos y privados para
el desarrollo tecnológico que permita a nuestros pueblos un salto cualitativo y
sumarnos a la próxima revolución industrial que se avecina, basada en las
nuevas tecnologías de la información. Pero desde un desarrollo propio y no como
hasta ahora, dependiente y subalterno.
Este pequeño y modesto programa parecería
imposible de lograr ante el poder brutal que tiene hoy el aparato político,
económico y cultural del imperio y sus socios locales, sin embargo la historia
continua y nos está dando una nueva oportunidad
El covid19 rompió todos los paradigmas sobre
el que se basaba la sociedad neoliberal. El mercado mostró su impotencia ante la pandemia global. Los
mejores alumnos del modelo neoliberal son hoy las víctimas de la catástrofe de
la epidemia, Europa, EEUU, Brasil, etc. Liderazgos mediocres, prejuicios
ideológicos, ignorancia y una lógica, subyacente en el neoliberalismo, de la
primacía de la ganancia del capital sobre la vida nos llevan a esta situación
extrema.
Esto da una oportunidad para las fuerzas
populares, es posible desde el campo popular dar una batalla, sabiendo que se
está en minoría, no de voluntades, sino de fierros, pero que es posible
reorganizar y reorientar las luchas de
la ciudadanía en torno a actos de afirmación, resistencia y lucha.
Los movimientos populares, sobre todo en
Latinoamérica, deben encarar una acción política transformadora, de potenciar
las contradicciones que sufre el sistema mundo, ir construyendo ideas,
experiencias y modelos alternativos, ir generando desde abajo, una contrapoder
que cuestione el orden vigente y cimente
un nuevo sentido común hegemónico. Es fundamental en ese terreno avanzar sobre la conquista del Estado. El Estado es la herramienta de liberación
de los pueblos.
Perón sostenía que, que la política, “…. es construcción de relaciones de fuerza, implica oposiciones,
voluntades que se enfrentan, que se asocian, que disputan la apropiación de
recursos materiales y simbólicos. Es conflicto, es contradicción, pero es
también la capacidad de aunar y conducir fuerzas diversas”.
"Debemos
comprender que la acumulación política se da en el terreno cultural, y que la
producción simbólica –así como la generación de subjetividades que ella modula,
para usar terminología en boga– requiere ser tomada en consideración como un
eje estratégico para el desarrollo del proyecto político que pueda integrar a
la Argentina sobre sí misma, saldando la brecha heredada de dos siglos de
centralismo, como hacia una América Latina que reclama que nos hagamos cargo
del papel que nos corresponde en la historia." Federico Escribal. Políticas Culturales De
Estado Para La Reconstrucción De La Argentina
Creo que esta frase marca uno de los ejes
centrales de la lucha política actual. Es difícil porque "ellos"
tienen los fierros, pero hay que darla porque es la madre de todas las
batallas.
Antonio Muñiz
Mayo 2020
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