“Los dioses habían
condenado a Sísifo a transportar sin cesar una roca hasta la cima de una
montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con
algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin
esperanza”
La maldición de Sísifo
-Albert Camus-
Es
propio de la filosofía occidental moderna creer que el progreso es indefinido y
siempre unilineal, hacia adelante,
Sin embargo, en otros
sistemas filosóficos, como los orientales, o en
autores occidentales como Vico o Maquiavelo se encuentra la idea de una “historia cíclica”.
La idea de eterno retorno
se refiere a un concepto circular, los acontecimientos se repiten una y otra
vez, vuelven a producirse bajo otras formas o circunstancias pero básicamente
semejantes,
Pareciera que la historia argentina corrobora
esta teoría.
Hay
hechos que parecen repetirse una y otra vez.
Como
el mito de Sísifo parecemos condenados a repetir una y otra vez una lucha
absurda e inútil, porque que nuestra
sociedad parece estar atrapada “condenado por los dioses”.
La Deuda externa
La deuda externa ha
funcionado a los largo de nuestra historia como un yugo que nos condiciona y
nos obliga. Desde 1824, con el recordado
préstamo de la Baring Broder hasta el desquicio endeudador del gobierno
macrista, la deuda ha sido un mecanismo
de dominación y sujeción de la Nación al imperialismo de turno, pero siempre al
servicio del sistema financiero
internacional
Durante
todo el siglo XIX y gran parte del XX, la integración al mundo estuvo
condicionada siempre por el pago de la deuda y sus intereses.
Nos
integramos al mundo como mero productor
de alimentos y materias primas, importador de bienes industriales de las
metrópolis. Por supuesto este modelo generó una minoría, rentística
agropecuaria, conformada por los dueños de la tierra, sectores financieros
locales y la gran banca internacional en
detrimento de la mayoría de la población, nacional y extranjera,
condenándola a mano de obra barata, y
pagador de última instancia de la deuda. Nunca está mal recordar la triste
frase de Nicolás Avellaneda, ante una de las tantas crisis de pagos, “se pagara
con el hambre y sed de los argentinos” (1877. Nicolás Avellaneda)
Aquel
primer préstamo se terminó pagando 80 años después, con casi 20 veces más del capital original. Lo
interesante de aquel primer empréstito, que se repetiría a lo largo de la
historia, es que del millón de libra se
descontaron intereses y comisiones que hicieron que la suma efectiva fuera
notablemente menor y que esta fuera destinada a financiar el comercio de bienes
de Inglaterra al Rio de la Plata. Otro dato es que la garantía fueron las
tierras públicas, o sea las tierras de la pampa húmeda, una de las más ricas y
productivas del mundo.
Para
los festejos del bicentenario, 1910, la burguesía comercial porteña había
modelado un país según sus intereses. Un modelo de sujeción y sometimiento de
las provincias del interior, políticamente una sociedad oligárquica y
autoritaria, ultra liberal en lo comercial y económico.
La
deuda fue una de las herramientas para sostener ese modelo basado en el comercio de productos
carne y granos hacia Europa.
La
deuda permitía a la burguesía apropiarse de los excedentes que generaba el
comercio internacional. Así que el objetivo de la deuda ha sido siempre la
apropiación de la riqueza de los argentinos hacia manos extranjeras y sus
socios locales, vía comisiones y altas tasas de retorno, también la deuda aseguraba
un modelo dependiente del imperialismo.
Este
modelo tuvo una larga etapa de éxito relativo, el modelo funcionó, con crisis
cíclicas profundas, en general producto de crisis en la balanza de pagos o
crisis producidas por una especulación desenfrenada en una economía libre de
controles. Algo que seguirá sucediendo en las décadas futuras.
El
modelo entra en crisis, con el colapso mundial del 29, sin embargo ese mundo
estaba muriendo desde la guerra entra imperialista del 14/18, el surgimiento de
la Unión soviética y de los movimientos
fascista en Europa en las décadas del 20 y 30, que cuestionaban el orden
económico político de le época.
Hoy como ayer.
La
dos guerras mundiales, el surgimiento de la Unión Soviética como potencia
económica y militar, la guerra fría, el surgimiento de movimientos
nacionalistas como el peronismo, el varguismo, el nazerismo y los movimientos
de liberación en los países coloniales de áfrica y Asia van reconfigurando un
mundo distinto donde la hegemonía del gran capitalismo imperialista anglo
americano es cuestionado desde diversos ángulos y actores.
Sin
embargo la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética
posterior, marcaron el fin de la guerra fría y el triunfo del capitalismo ultra
liberal. Era el final de la historia, según Fukuyama.
Sin embargo la
historia es construcción humana y continuará mientras el ser humano siga
caminando sobre el planeta.
Así que no fue el fin de nada sino la
continuación de un proceso que había empezado unas décadas antes: el
surgimiento de los países de la OPEP, el alza del petrolero y el excedente de
petro dólares en el mercado financiero mundial, una “nueva” pero “vetusta” idea
de un individualismo extremo, un liberalismo basado en la moneda como fin último de la actividad
económica. Esta ideología pregonada y aplicada por Ronald Regan y Margaret
Thacher se extendió por el mundo, dejando un campo orégano para la aplicación
de las nuevas doctrinas monetaristas que fueron cambiando el perfil del mundo.
Por
ultimo otro cambio profundo que fortaleció el capitalismo, fueron las nuevas
tecnologías que revolucionaron la faz
productiva, mejorando notoriamente la rentabilidad de capitalismo occidental y
fortaleciendo el poderío del aparato industrial militar estadounidense.
Es
por ello que a partir de mediado fines de los 70 comienza una etapa que se ha dado
en llamar globalización. La deuda volvió a ser una herramienta de grandes
negocios para el sistema financiera mundial y el nuevo orden colonial que
comienza a configurarse.
Así
Argentina y la mayoría de los países sudamericanas se endeudan en dólares, en
tasas de ese momento relativamente bajas, empezando nuevamente un proceso de
apropiación de la riqueza de los pueblos hacia los mercados centrales y su
socio locales. El endeudamiento de los países emergentes hasta los noventa fue un mecanismo de dominación de los
países, sometiendo a sus pueblos a pobreza y pago de intereses de la deuda.
En
los 70 comienza la doble mano del endeudamiento. En Argentina, mientras el país se
endeudaba, la burguesía local se enriquecía y luego fugaba hacia el exterior, hacia
mercado offshore y paraísos fiscales.
En
síntesis un mecanismo perverso para apropiarse de la riqueza social acumulada y
ajustar el sometimiento de los países, ya que impide cualquier desarrollo
soberano.
Lo que viene….
Decíamos
que deuda, apropiación, fuga y condicionamientos futuros son elementos de una misma cadena, Sin
embargo hay otro elemento, no del todo evaluado. Estos procesos tienen otro
hecho fundamental, las periódicas crisis económicas y financieras, o crisis de
la deuda, tan común en el mundo en los 80 y 90, que parecen ser generadas ex
profeso. Golpes de mercado, para
acelerar o profundizar una crisis
económica y social vía default, híper inflación con recesión, lo cual tiene un
doble objetivo: garantizar el saqueo de
las riquezas de los países y domesticar a los sectores populares y medios, para
futuros ajustes. (1)
Las
políticas económicas del macrismo tuvieron esta lógica, esperaron durante una
década una crisis de las políticas kirchnerista, que nunca llegó.
Necesitaron
generarla, culpando a la pesada herencia del gobierno anterior, para poder someter a la nación argentina a
otra brutal transferencia de riquezas de los sectores medios y bajos hacia los grupos más concentrados vía aumento
de tarifas, quita de retenciones, dolarización de la economía, devaluación,
alta inflación y altas tasas de interés y nuevamente volver al endeudamiento
externo.
Nuevamente
surge nuestra inserción en el mundo a partir de la división internacional del
trabajo que nos asigna el rol de productores de semillas, granos y algo de
carne. Nuevamente nos quieren obligar a ser meros exportadores de commoditys.
Que renunciemos a todo proceso industrializador.
Esta
lógica extractivista tiene además otro correlato la concentración de la
economía. Los agro negocios requieren de una alta concentración, los negocios
quedaran en manos de los pool de siembra, los grandes acopiadores y
comercializadores de granos. La desaparición en estos días de un tambo por día
muestra cual es el camino, la
desaparición de los pequeños productores, chacareros, cooperativas, la
expulsión de antiguos ocupante s de la tierra “flojos de papeles”, y como
siempre el despojo de los pueblos originarios en beneficio del gran capital, en
muchos casos extranjeros, como sucede en la Patagonia con los mapuches o en el
norte salteño con los wichis
Con
estos objetivos desean que nos des industrialicemos. Nos hablan del modelo
australiano, que no es otro que renunciar a cualquier destino industrial.
Todas
las políticas económicas de este gobierno apuntan a la destrucción de las pymes
industriales, sobre todo aquellas que producen para el mercado interno
(textiles, metalúrgicas, cuero, etc, y toda aquellas que no puedan competir en
un mercado abierto e irrestricto donde llueven productos importados de Oriente.
Es
de prever que en los próximos meses quedaran en el camino cientos de empresas
pymes y muchas otras cambiaran de
dueños, pasando a manos de empresas más grandes y concentradas a precios viles.
La
política y el rumbo económico hoy es marcada por el FMI. El gobierno macrista
ha renunciado a toda política soberana entregando los destinos del país a los
organismo internacionales y a la gran banca mundial.
En
ese marco no pueden existir proyectos de inversión productiva porque se
prioriza lo financiero merced de un mercado interno que se achica, se concentra
y se extranjeriza.
Estamos
en manos de una burguesía que no solo no
invierte en el país y prefiere dejar sus excedentes en el exterior, sino que
continúa con su vieja costumbre de endeudar el país y apropiarse de esos dólares para fugarlos hacia paraísos
fiscales. En los últimos tres años se
fugaron 60 mil millones de dólares, dólares que entraron como préstamos y que
forman parte de la deuda externa. (2)
Una
vez más la burguesía argentina muestra su angurria y sus limitaciones como clase dirigente, nos
condenan con su avaricia a crisis
periódica que golpean a toda la población, que termina pagando la fiesta de unos pocos, a través del pago de
la deuda externa con pobreza y desocupación.
Dejavu
El
gobierno y el FMI saben que el costo social de estas políticas va a ser muy
alto, dejando una secuela de sangre y dolor por varias décadas. Solo la deuda y sus intereses se van a llevar gran
parte de nuestro trabajo durante décadas hipotecando el futuro de nuestros
hijos y nietos.
Saben
por historia que el conflicto social escalara en los próximos meses, pretenden controlarlo con represión y
políticas de subsidio, pero sobre todo con una política que ahogue y
deslegitime los reclamos a partir del inmenso aparato mediático cultural que
sostiene el modelo, que divida el campo popular, que genere conflictos pobres
contra pobres, desviando la mirada sobre los verdaderos enemigos.
Una
sensación de “deja vu” recorre nuestro presente, una sensación de ya haber
vivido estas políticas, de que todo parece repetirse. Y en realidad se repite,
desde 1955 a la fecha estas estrategias de imponer modelos monetaristas se han repetido una y otra vez. Todas condenadas al
fracaso, todas terminaron en crisis políticas y sociales muy graves. Pero
vuelven una y otra vez a intentarlo porque en cada oleada se llevan y se
apropian de tajadas mayores de la riqueza de todos.
La historia no es
lineal, pero seguramente no es cíclica, la historia es construcción humana, día
a día, ladrillo a ladrillo.
La
historia argentina tiene en su seno dos modelos de país. Desde el principio de
nuestra historia existe una lucha a veces explicita, a veces larvada entre una oligarquía
parasitaria aliada al imperialismo anglo yanqui y los sectores medios y
populares, con una vocación de nación, prospera y soberana.
Los
movimientos populares debemos aprender
de la historia, es necesario organizarnos y unirnos para poner fin a estas
políticas de saqueo.
Pero
no alcanza con una victoria electoral, es necesario generar políticas profundas
de construcción de una nación independiente y soberana, que ponga fin a todas
las estructuras políticas y legislativas que condicionan el desarrollo autónomo
pero que también favorecen la vuelta de estos programas de gobierno y peor aún,
los mismos personajes.
Es necesario
construir un “nunca más” sobre la deuda, y sus ejecutores.
Los
responsables de este desastre han violado todos los límites de la legalidad.
Hubo una política clara de uso de las estructuras del estado para el
enriquecimiento ilícito de un grupo de empresarios y banqueros inescrupulosos,
endeudadores y fugadores seriales, que han hecho mucho daño a la sociedad
argentina.
1) 1) La
doctrina del shock - Naomi Klein
3)
Noviembre de 2018
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