Carlos Tomada: “El peronismo siempre fue transversal”


–Para usted, ¿sigue vigente en nuestra sociedad, distinta a la de los ’50 o ’70, la idea de que el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo?


El movimiento obrero argentino es sinónimo de peronismo. La historia lo avala y lo legitima como su gran sostén. Lo interesante de este tiempo es que con el reverdecer de la militancia, la masa crítica que se encolumna en el peronismo se potenció en volumen. También es interesante entender que es una militancia que se resignificó a partir de la tarea y el impulso de Néstor Kirchner. La columna vertebral del peronismo es, fue y será el propio peronismo, pero su motor y su sostén siempre ha sido el movimiento obrero. Yo creo que la pregunta en realidad podría ser: “¿Se puede mencionar al movimiento obrero sin pensar en Perón?”
–¿Qué novedades cree que introdujo el kirchnerismo en esa idea?

Lo dicho. La militancia. La mística. El despertar de los jóvenes. El volver a vivir con más compromiso. Con solidaridad. Pensando en términos políticos. Ampliando horizontes. Revalorizando la bandera del trabajo como motor de inclusión y crecimiento. Rompiendo la histórica brecha entre producción y trabajo pero sin traiciones como las que se vivieron en los ’90. Yo adhiero a la idea de que estas premisas crearon un fuerte vínculo con los jóvenes.

–¿La idea de transversalidad fracasó como sumatoria de estructuras políticas?
–La transversalidad es inherente al peronismo en tanto movimiento político. El peronismo ejerce una atracción natural hacia otras corrientes, con anclaje en lo popular. En estos años se potenció desde el kirchnerismo. Es un ida y vuelta, a veces provocado por nosotros y otras, desde otros ámbitos de la política. No me parece que se pueda hablar de fracaso, hay alianzas y provincias que demuestran lo contrario. Pero es bueno hablar de transversalidad porque siempre estuvo presente en el peronismo. ¿O no era lo que ocurría en los ’70? Para mí, la transversalidad en nosotros no es una excepción sino una constante.
–¿Sigue vigente pero de otro modo?

–Los modos pueden ser cambiantes, la transversalidad es permanente. ¿Quién, con objetivos similares, se va a negar a juntar voluntades y fuerzas? Además, en esto tenemos que tener en claro que es difícil representar un pensamiento nacional y popular sin coincidir con el peronismo. Yo le diría que hay muchos que no se definen como peronistas que terminan siendo más peronistas que otros que dicen serlo. En esta lógica se podría decir que el kirchnerismo es ideal porque funciona como una síntesis. El discurso de Cristina en Huracán es un fiel reflejo de estas ideas de convocatoria amplia y plural a partir de los valores compartidos.
–¿Progresismo y peronismo se oponen, se complementan, se enriquecen? ¿El peronismo manda?

–En la eterna discusión entre progresismo, peronismo o como usted lo quiera llamar mi ubicación es bien definida. Yo valorizo el kirchnerismo peronista. En cuanto al progresismo, yo diría según quién. Y en qué época. Había una Elisa Carrió que se posicionaba como una progresista en el pasado y hoy representa otra cosa, pero mejor no entrar en nombres y comparaciones que son bien odiosas. Yo estoy convencido de que el progresismo genuino se complementa y se enriquece con el peronismo. Si revalorizar el trabajo, ampliar el piso de cobertura social como se está haciendo con la AUH, recuperar los fondos para las jubilaciones, combatir el trabajo en negro y crecer incluyendo es progresismo, entonces no cabe duda de que sí. Que se enriquecen, se complementan y se potencian. El peronismo siempre va a ser convocante en estas alianzas porque es el de mayor fuerza popular y larga tradición frentista

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