La evasión sojera y la 125

Santiago Fraschina

Un mayor control del Estado en la producción de granos lograría más recaudación tributaria, para que ésta se traslade a los gastos públicos. En un año y medio, la AFIP detectó una operación fraudulenta del sector agroexportador por más de 570 millones de pesos.


En el mismo momento en que la Bolsa de Cereales porteña anunciaba que la campaña sojera 2009/2010 superaba en más de siete millones de toneladas a la pasada zafra, el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) Ricardo Echegaray, anunció que se había detectado la comercialización de 6,5 millones de toneladas “en negro”, entre enero de 2009 y junio de 2010.

Esto equivaldría a un valor de 5.200 millones, representando una evasión de 570 millones de pesos. Echegaray aseguró que los controles en rutas, de las cartas de porte y en los procedimientos en los molinos y acopios fueron eficaces para detectar la evasión. Se trata de operaciones sojeras y, en menor medida, de trigo y maíz, por las cuales no se pagaron IVA ni Ganancias.

Consideramos que la AFIP debe tecnificar más el control en la producción de los agronegocios, aplicando mayor tecnología, como la vigilancia satelital.
Si bien gracias a las cartas de porte por ejemplo, el Gobierno Nacional endureció la vigilancia para evitar evasiones impositivas y disminuir en el futuro la producción en “negro”, algo fundamental para el aumento de la recaudación.

Si hubiésemos logrado la aplicación de la resolución presidencial 125, que determinaba las retenciones móviles, disminuiría la evasión en el agro y hoy el Estado contaría con mayores recursos para incentivar otros rubros que no sean específicamente la soja.

Las entidades agrarias quieren que sigamos siendo un país periférico abastecedor de productos primarios y sin ningún valor agregado. Este modelo no genera fuente de trabajos y evita la diversificación productiva, esa es la lógica de un país agroexportador.

Las demandas globales de oleaginosa, sobre todo por el aumento de consumo de India y China, y el crecimiento sostenido de los precios de la soja derivaron en la expansión de la frontera agrícola, con el corrimiento sobre montes nativos y selva para la producción de cereales destinadas al mercado de la exportación.

La liberación de la semilla transgénica en 1996 no hizo más que robustecer el aumento de la producción sojera, estimada en la actualidad en 55 millones de toneladas, superando la mitad del área agrícola argentina.

Los actores económicos más importantes lo constituyen grandes agroexportadores liderados por Cargill, Bunge Argentina, LCD Argentina (Dreyfus) Los Grobo; entre otros.


Grupo de Estudios de Economía Nacional y Popular -

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