Diversificación o monocultivo
La pérdida del modelo diversificado, que dominaba la Pampa Húmeda, ha resultado en una agricultura sin agricultores y la actividad respectiva en un proceso fuertemente orientado a la obtención de renta de la tierra o a la captación de renta financiera.
Por Alejandro Rofman *
La tradicional Pampa Húmeda, otrora ocupada por decenas de miles de chacareros que organizaban la actividad productiva destinada a la exportación de cereales, oleaginosas y carnes, ha cambiado agudamente de perfil. Ello ha tenido lugar en el último cuarto de siglo en un doble proceso. Por un lado, la emigración de las familias residentes en los predios hacia ciudades ha sido una constante en ese período. Diversos factores concurrieron a ello: el deseo familiar de una búsqueda de calidad de vida que no podía obtener en la residencia campestre, el deseo de las nuevas generaciones de integrarse a estudios secundarios y universitarios inaccesibles en las cercanías de las chacras y la profunda revolución tecnológica que limitó sensiblemente el aporte laboral en las tareas propias del chacarero y su familia. Por otro lado, las nuevas exigencias que supuso la introducción de cultivos altamente sofisticados en cuanto a su proceso productivo (siembra directa, fertilización del suelo, difusión de agroquímicos para combatir malezas y recolección) se impuso como estrategia específica, en particular en lo referente a la soja.
Este cultivo era inexistente hace un cuarto de siglo y ya cubre más de la mitad de la superficie sembrada anualmente en esa región. Requiere, para obtener el producto final, de la intervención de sistemas de producción, uso de maquinaria y selección de insumos que obliga al ingreso de otros tipos de agentes económicos en sustitución de la unidad familiar. El 70 por ciento de la tierra dedicada a la agricultura en la Pampa Húmeda es arrendada. En esa superficie el propietario es rentista o es productor que agrega tierra alquilada a la propia, pero ya no vive en la finca. Su otrora chacra diversificada se ha convertido en monoproductora de soja.
La pérdida del modelo diversificado, que dominaba la Pampa Húmeda, ha resultado en una agricultura sin agricultores y a la actividad respectiva en un proceso fuertemente orientado a la obtención de renta de la tierra o a la captación de renta financiera. La diversificación, como modelo apropiado para una agricultura con agricultores ha permanecido en las áreas bajo secano o bajo riego, en donde pequeñas o medianas explotaciones siguen alojando a la familia y la base productiva se constituye con formas variadas de producción. Sembrar algodón y tener parte de la finca dedicada a tubérculos (mandioca), aves, hortalizas o legumbres, reduce el riesgo productivo y posee la virtud de cultivar con métodos no degradantes de la calidad del suelo, sin agroquímicos y con resguardo frente a inconvenientes climáticos.
Este modelo, como ejemplo, se repite en otras áreas del país con pequeños productores familiares que cultiva tabaco, caña, frutas y especies exóticas. Complementan su actividad con productos agrícolas y pecuarios para su propio consumo. Esta virtud de la agricultura diversificada se verifica en estrategias productivas que reúne, en cada finca y en forma simultánea, actividades de origen agropecuario. Ello es posible dado que la unidad familiar, mediante un proceso de división del trabajo, puede dedicar parte de la fuerza laboral disponible a la tarea de producir bienes agrícolas para el mercado (generalmente los integrantes masculinos). Y el otro segmento laboral se dedica a la actividad generadora de alimentos para el autoconsumo (especialmente la fuerza laboral femenina). Si es necesario y faltan recursos para la subsistencia, aparece como opción la venta de fuerza de trabajo en tareas extraprediales con el objetivo de obtener ingresos monetarios adicionales.
En el actual panorama del sector agrario hay una experiencia válida como modelo productivo a futuro: el de los productores familiares, que en su mayoría han conservado el criterio saludable de cultivar en sus tierras una gama amplia de opciones productivas. Esta experiencia abarca a más de 200.000 productores familiares integrantes del segmento de propietarios u ocupantes de hecho que viven en fincas (cerca del 70 por ciento de los productores agrarios del país) y les sirven como sede física y productiva a la vez. Ello es habitual en los asentamientos productivos de las regiones extrapampeanas y su perfil debería constituir el modelo de una adecuada planificación del sector. Si tal es la opción que se escoge, los numerosos ocupantes de predios diversificados requerirían, para asegurar su permanencia y garantizar un nivel de calidad de vida digno, la incorporación de medidas concretas de ofertas de bienes públicos que posibiliten cubrir la demanda insatisfecha imperante a lo largo y ancho del país rural
* Investigador principal del Conicet. Miembro fundador del Plan Fénix, Facultad de Ciencias Económicas-Universidad de Buenos Aires.
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