Trolls, traiciones y rupturas

 El gobierno de Milei atraviesa su fase más compleja. El modelo económico se desgasta, las disputas internas lo fragmentan, y los escándalos de corrupción erosionan su imagen. La motosierra empieza a mostrar efectos negativos en sectores clave del entramado social: salud, ciencia, producción, y jubilaciones. La narrativa épica ya no alcanza para tapar el deterioro.

Antonio Muñiz


El dólar presiona desde abajo, las internas se intensifican, las denuncias de corrupción escalan y la estructura territorial de La Libertad Avanza muestra señales claras de desgaste. A esto se suma una política que abre frentes de conflicto por todos lados, incluso en áreas particularmente sensibles: el ajuste al Hospital Garrahan, los recortes en salud pública, las pensiones por discapacidad y los haberes jubilatorios. Ahora también avanza contra organismos clave para el desarrollo nacional como el INTI y el INTA.

Lo que comenzó como una narrativa de ruptura y refundación, hoy se topa con los límites concretos del malestar social y la resistencia institucional.

El dólar como señal de alarma

La economía, que Milei había prometido “ordenar”, se vuelve cada vez más volátil. Informes de JP Morgan y Wells Fargo advirtieron en los últimos días sobre el final del ciclo del carry trade y recomendaron desarmar posiciones en pesos. El mercado ya descuenta una nueva devaluación: lo que resta saber es cuándo ocurrirá y con qué consecuencias.

Luis Caputo, el ministro de Economía y pieza clave del experimento libertario, reconoció en reuniones privadas que “vienen meses muy duros”. El relato oficial, sin embargo, insiste en mostrar fortaleza. Pero la inflación sigue comiéndose los salarios, el consumo no repunta y las reservas del Banco Central no alcanzan para sostener el tipo de cambio artificial.

Los mismos sectores financieros, como el FMI, que promovieron este esquema ahora especulan con  una salida rápida, una devaluación con el argumento de que “reactivará la economía”, aun cuando se sabe que su primer efecto será licuar ingresos y profundizar la recesión.

Internas, trolls y ruptura en las alturas

La reciente sesión del Senado, en la que se aprobaron una serie de leyes contrarias al Ejecutivo, marcó un punto de inflexión en la interna libertaria. Además de mostrar claramente la ruptura con los gobernadores, varios de ellos muy afines, por la disputa de fondos coparticipables y promesas no cumplidas. La ausencia de interlocutores validos y la falta de una política de acuerdo por parte del gobierno, lo dejo desnudo y vulnerable  ante una embestida de los lideres provinciales. Es difícil el pronostico de como puede evolucionar el conflicto. Mientras hay sectores del gobierno que intentan recomponer un dialogo, el propio presidente sigue echándole leña al fuego, a través de las redes.

También la vicepresidenta Victoria Villarruel sufrió el ataque de los trolls, muchos de ellos retuiteados por el propio Milei, acusándola de traición. Villarruel en su rol de presidenta del cuerpo, habilitó el debate parlamentario y no obstaculizó el tratamiento de las iniciativas impulsadas por bloques opositores, lo que generó una durísima reacción desde el corazón del oficialismo digital.

La respuesta de los sectores más radicalizados del mileísmo fue inmediata y violenta: la acusaron de “traidora” en redes sociales, la señalaron como parte de la “casta” y llamaron incluso a su destitución. Trolls libertarios, cuentas anónimas y militantes virtuales se lanzaron en masa a atacarla en la plataforma X. El episodio expuso con crudeza la fractura que atraviesa al oficialismo.

Villarruel, lejos de retroceder, respondió con firmeza y ataco al mismo presidente, aunque sin nombrarlo. La vicepresidenta dejó en claro que no está dispuesta a tolerar presiones  ni a asumir un rol decorativo en la institucionalidad democrática.

El episodio desnudó las tensiones internas dentro del gobierno y la dificultad creciente de Milei para sostener una coalición sin fisuras. La salida del esquema de poder de Santiago Caputo y el empoderamiento de Patricia Bulrich muestra que el gobierno tiende a  instalarse en una política mas autoritaria y represiva, dejando atrás cualquier alternativa de búsqueda de consensos.

La épica electoral pierde fuerza

Pese a este escenario adverso, Milei insiste en proyectar una imagen de triunfo inevitable en las legislativas de octubre. Habla de una “ola libertaria imparable”, apoyado en encuestas sin demasiada solidez metodológica y en un núcleo duro que sigue fiel. Pero los números reales y el termómetro social dicen otra cosa.

La Libertad Avanza carece de estructura en la mayoría de las provincias. Las candidaturas se definen en un círculo cerrado y las recorridas por el territorio son escasas. A eso se suma un malestar creciente en los sectores populares, incluso entre quienes votaron al oficialismo con la expectativa de un cambio.

El triunfalismo del gobierno parece cada vez más un acto de voluntad que una lectura realista del escenario. Ni los datos, ni las calles, ni el humor social reflejan un clima de victoria consolidada.

La historia reciente enseña que los gobiernos sin base social, sin organización territorial y sin respuesta concreta a las demandas populares, terminan por derrumbarse.

 

 

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