«En búsqueda del país perdido»

 Claves para reconstruir un modelo argentino.

Argentina enfrenta una paradoja persistente: posee vastos recursos naturales pero sufre índices de pobreza estructuralmente elevados. Esta contradicción no es reciente; es el resultado acumulado de más de varias décadas de alternancia entre modelos económicos incompletos y contradictorios.

Por Antonio Muñiz


El país se debate entre su vocación natural como exportador de materias primas y la necesidad imperiosa de construir una base industrial sólida que garantice empleo masivo y valor agregado.

La historia reciente demuestra que ni el mero aprovechamiento de las ventajas comparativas en commodities ni los intentos aislados de industrialización por sustitución de importaciones han logrado romper el ciclo de crisis recurrentes.

El desafío actual, por lo tanto, trasciende el manejo macroeconómico coyuntural y apunta a la construcción de un consenso social y político para un proyecto de desarrollo a largo plazo.



Un poco de historia

El proceso de desindustrialización que sufre la economía argentina tiene una fecha de inicio claramente identificable: la dictadura militar de 1976. Las políticas económicas de José Alfredo Martínez de Hoz implementaron conscientemente un modelo financiero y especulativo, desarticulando el entramado industrial que se había desarrollado durante las décadas previas.

Este proceso no fue accidental sino deliberado, destinado a reorientar la economía hacia la renta financiera y la explotación extensiva de recursos primarios. La década de 1990, con las reformas de Carlos Menem y Domingo Cavallo, profundizó esta tendencia mediante privatizaciones, apertura importadora y valorización financiera, completando la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional. Las consecuencias sociales no se hicieron esperar: el desempleo estructural, la pobreza y la marginalidad se instalaron como características permanentes del panorama social argentino.

Tras la crisis de 2001, que mostró con crudeza el fracaso del modelo neoliberal, los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner intentaron reencauzar el proceso de industrialización mediante políticas de sustitución de importaciones y recuperación del mercado interno. Este período logró avances significativos en el crecimiento del PBI y mejoras sustanciales en los indicadores sociales, reduciendo la pobreza y generando empleo industrial. Sin embargo, estos logros se vieron limitados por restricciones estructurales, particularmente la crónica falta de divisas para financiar la importación de insumos y bienes de capital necesarios para el proceso productivo.

El triunfo de Mauricio Macri con una receta neoliberal tradicional frustró ese proceso. Comenzó nuevamente una política desindustrializadora con un auge de la economía rentística financiera, con el gravoso retorno a las fauces del FMI y a la deuda externa.

El gobierno de Alberto Fernández navegó sin rumbo claro entre las restricciones que le marcó la coyuntura: pandemia, guerra y sequías, internas varias y sus propias limitaciones políticas y personales. Situación esta que llevó al triunfo de Javier Milei y una fuerza anarcocapitalista y reaccionaria, con un proyecto de reformular la economía y la sociedad argentina. Su modelo es un retorno a una Argentina del siglo XIX, productora de comoditys y subordinada al poder internacional.

Los resultados, cumplidos casi 20 meses de gobierno, muestran la inviabilidad histórica de estos proyectos neoliberales. Caída brutal del consumo y de la actividad industrial, disparada del dólar y sobre todo del riesgo país, En el horizonte asoma nuevamente una devaluación y  el fantasma del default.

Como resultado de toda esta nueva experiencia neoliberal queda consolidada otra vez la restricción externa de la deuda, la falta de dólares para el funcionamiento de la economía real pero también para hacer frente a los compromisos de la deuda.



Escenarios y desafíos

La situación actual presenta desafíos complejos.

La deuda externa se constituye como un instrumento de condicionamiento estructural,  como un factor limitante para cualquier proyecto de desarrollo político y económico autónomo.

El contexto global está marcado por tensiones geopolíticas, guerras comerciales y crisis múltiples en los órdenes sanitario, climático y alimentario.

En este escenario, la relación con bloques emergentes como los BRICS, y particularmente con China, presenta oportunidades pero también riesgos. La tentación de insertarse en el mundo como mero proveedor de materias primas es fuerte, especialmente ante la demanda creciente de alimentos y energía por parte de las potencias asiáticas.  Esta además la próxima firma el acuerdo del MERCOSUR con la Unión Europea, que abre mercados pero también genera los mismos riesgos de primarización de la economía.

Caer en esta tentación significaría repetir el error histórico de subordinación a los intereses de las potencias hegemónicas de turno.

La oportunidad real reside en negociar acuerdos que incluyan transferencia tecnológica y condiciones para industrializar los recursos naturales nacionales.

El principal desafío para el desarrollo argentino ya no es la sustitución simple de importaciones, sino la necesidad de dar un salto tecnológico que permita recuperar el tiempo perdido. Argentina cuenta todavía, aun con los ajustes y golpes por parte del gobierno mileista, con recursos humanos altamente calificados y instituciones científicas de excelencia, como el CONICET y las universidades nacionales.



La inversión en investigación y desarrollo como porcentaje del PBI hoy es inexistente, pero siempre fue históricamente insuficiente en comparación con países que han logrado desarrollos tecnológicos significativos.

Además, históricamente el ecosistema emprendedor enfrentó obstáculos casi insalvables: falta de crédito, alta tributación, macroeconomía inestable y ausencia de políticas de Estado consistentes. El resultado es una de las tasas de fracaso emprendedor más altas del mundo, cercana al 80% en los primeros dos años de vida de los proyectos.

La experiencia internacional ofrece lecciones valiosas. Países como China, Corea del Sur, Israel y los llamados «tigres asiáticos» demostraron que el desarrollo tecnológico requiere de un Estado activo que articule todos los sectores involucrados, establezca reglas claras y provea financiamiento para actividades de alto riesgo.

Las actividades de investigación y desarrollo tienen inherentemente alta tasa de fracaso, lo que dificulta el desarrollo de un mercado de capitales privado para este sector. El Estado puede y debe compensar estas fallas de mercado mediante apoyo directo (subvenciones, préstamos) e indirecto (incentivos fiscales, compras públicas).

El caso de Israel es particularmente ilustrativo: el gobierno financia el 85% de los proyectos de I+D en etapas tempranas, creando las condiciones para que luego el sector privado tome la posta.

Argentina tiene ventajas competitivas en áreas estratégicas donde podría concentrar sus esfuerzos: energías convencionales y alternativas, biotecnología, industria farmacéutica, tecnologías aeroespaciales, minería con valor agregado y la transición hacia la electromovilidad. En cada una de estas áreas existen desarrollos incipientes que podrían escalarse con políticas adecuadas.

La energía nuclear es un ejemplo destacable: Argentina es uno de los pocos países que domina el ciclo completo del combustible nuclear, desde la extracción del uranio hasta la fabricación de elementos combustibles. Las empresas INVAP y CONUAR, con proyectos como el CAREN,  son ejemplos de capacidades tecnológicas nacionales que han logrado insertarse en mercados internacionales competitivos.

La construcción de un modelo de desarrollo sostenible requiere, fundamentalmente, de un gran Acuerdo Nacional que trascienda los ciclos políticos y establezca políticas de Estado a largo plazo. Este acuerdo debe contemplar varios ejes centrales: un sistema educativo que priorice la ciencia y la tecnología; un mercado de capitales que financie  la innovación; una reforma fiscal que incentive las actividades productivas sobre las especulativas; y una inserción internacional inteligente que priorice los intereses nacionales.

La soberanía en el siglo XXI ya no se mide solamente por la independencia política formal, sino por la capacidad de un país de producir tecnología, generar empleo de calidad y satisfacer las necesidades de su pueblo.

El tiempo apremia. Cada crisis cíclica profundiza la desesperanza y erosiona el tejido social. La alternativa es clara: o Argentina logra construir un modelo de desarrollo productivo con inclusión social, o seguirá repitiendo el ciclo de auge y caída que caracteriza a las economías dependientes de recursos primarios.

La historia demuestra que los países que han logrado desarrollarse lo hicieron mediante la constante agregación de valor y la apuesta al conocimiento. Argentina tiene todos los elementos para seguir ese camino; lo que falta es la voluntad política y el consenso social para emprenderlo de manera definitiva. El futuro del país depende de esta elección.

Desarmar la Argentina clandestina

Debajo de los discursos y la coyuntura, persiste un entramado oculto de poder económico, judicial y mediático que define el rumbo del país más allá de los gobiernos.

Por Antonio Muñiz.

 


Tras la superficie de la política visible opera una red de acuerdos entre poder económico, judicial y mediático. La verdadera reforma debe comenzar por desarticular estas estructuras ocultas que han moldeado el destino del país.

La realidad argentina excede la mera sucesión de eventos coyunturales. El proceso político actual representa la expresión más aguda de un régimen de corrupción estructural que precede al gobierno presente. Comprender los desafíos del llamado «día después» requiere analizar este entramado sistémico desde una perspectiva que supere el análisis superficial.

La simbiosis del poder

La corrupción en Argentina constituye un régimen establecido que trasciende los actos ilícitos aislados. Se manifiesta como una red de acuerdos tácitos y explícitos enquistada en la médula del Estado y la economía, donde operan en simbiosis actores aparentemente disímiles pero profundamente interconectados.

El poder económico concentrado representa uno de los pilares de este sistema. Grandes conglomerados locales y multinacionales han encontrado en su relación con el Estado la vía más rentable para acumular capital, mediante mecanismos que incluyen sobreprecios, adjudicaciones directas y evasión fiscal consentida. El sistema financiero actúa como facilitador de este circuito, permitiendo la fuga de capitales y el blanqueo de dinero ilícito, mientras se beneficia de la especulación y el endeudamiento permanente del Estado.

Dentro del aparato estatal, funcionarios de diversos signos políticos han operado como administradores de este régimen, direccionando recursos públicos hacia actores económicos aliados a cambio de prebendas o futuras posiciones. La impunidad garantizada por segmentos del poder judicial corona este esquema, mediante la dilación de causas, fallos arbitrarios y persecución selectiva de opositores.

Los grandes medios de comunicación cumplen una función dual: como actores económicos que se benefician de publicidad oficial discrecional y regulaciones favorables, y como arquitectos del sentido común que visibilizan selectivamente los actos de corrupción según convenga a sus intereses.

La radicalización del sistema

Lejos de significar una ruptura, el proyecto oficial representa la radicalización de este régimen preexistente. Lo que antes era una red de corrupción que coexistía con un Estado de bienestar residual, se transforma ahora en un mecanismo acelerado de transferencia de riqueza desde los sectores populares hacia los núcleos duros del poder económico.

Las herramientas tradicionales dieron paso a desregulaciones masivas que eliminan protecciones ambientales, laborales y productivas. El ajuste sobre el gasto social opera como una forma de corrupción estructural, al desviar recursos de la población vulnerable hacia el pago de una deuda cuestionable con el sector financiero.

La opacidad se institucionalizó mediante la concentración de poder y el debilitamiento deliberado de los órganos de control. Este marco facilita tanto la corrupción tradicional como nuevas modalidades donde la transferencia de recursos ocurre mediante decisiones administrativas que benefician a grupos específicos.


El desafío de la reconstrucción

Frente a este panorama, cualquier alternativa política debe entender que su tarea principal no será simplemente administrar el Estado, sino desmantelar activamente este régimen de corrupción estructural. La transformación requerida trasciende ampliamente un plan económico.

Un programa creíble exige una reforma judicial que independice realmente la procuración y la judicatura del poder político y económico. Es imprescindible establecer fueros anticorrupción con fiscales independientes y recursos propios, además de implementar juicios por jurados para casos graves. Democratizar el acceso a la función judicial, rompiendo la “familia judicial”, verdadera casta, y aumentando los controles internos sobre el desempeño de los funcionarios judiciales, transparentando sus actos.

La transparencia necesita una revolución mediante leyes de acceso a la información con mecanismos efectivos, plataformas de datos abiertos sobre gasto público y contrataciones, y veedurías ciudadanas con participación real en la fiscalización de obras públicas.

La democratización del sistema mediático requiere criterios transparentes para la distribución de la publicidad oficial y el fomento de medios comunitarios que rompan el oligopolio informativo.

La reforma política debe incluir financiamiento público de campañas y mecanismos que democraticen las estructuras partidarias.

La política económica debe reorientarse hacia la soberanía mediante una reestructuración audaz de la deuda externa, principal matriz de corrupción sistémica, ya que encubre el proceso de saqueo, apropiación y fuga de divisas, la revisión de contratos leoninos y la investigación judicial de todos los hechos y los funcionarios involucrados.

La encrucijada actual

Las fuerzas de la oposición política enfrentan una crisis donde su viejo modelo, en parte contaminado por este régimen de corrupción, muestra signos de agotamiento. La renovación necesaria no puede limitarse a lo ideológico o programático, ni siquiera generacional; debe ser fundamentalmente moral y anti-sistémica.

La construcción del día después no comenzará con un cambio de gobierno. Comienza hoy con la formación de un nuevo bloque de poder alternativo, una coalición amplia de fuerzas políticas, sociales, sindicales, culturales e intelectuales que tenga como horizonte común desarticular el régimen de corrupción y fundar una nueva República.

Este desafío exige liderazgos con autoridad moral inquebrantable, dispuestos a confrontar con los poderes reales que han capturado el Estado. La pregunta central es si existe en la Argentina la voluntad política y la lucidez estratégica para librar esta batalla, que representa la única posibilidad de asegurar un futuro de justicia social, soberanía política e independencia económica auténticas. El porvenir de la Nación depende de esta capacidad de regeneración.

septiembre 18, 2025

 

Tormenta perfecta: Milei enfrenta su mayor crisis política y económica.

 Escándalos de corrupción en el centro del poder, un ajuste que golpea a gran parte de la población, y la presión de los mercados por el dólar. El gobierno llega debilitado al 7 de septiembre, en un clima que combina incertidumbre y desconfianza.

 Un escándalo que golpea el corazón del oficialismo

El gobierno de Javier Milei transita sus horas más difíciles. A dos semanas de las elecciones en la provincia de Buenos Aires —consideradas clave para el escenario nacional— estalló un caso de corrupción que sacudió a la Casa Rosada y puso bajo sospecha a su núcleo más íntimo.

Los audios filtrados de Diego Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), revelaron la existencia de un presunto sistema de cobro de coimas equivalente al 8% en las compras estatales de medicamentos. Según las grabaciones, parte de esos fondos se habrían distribuido entre la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem.

La Justicia federal actuó con rapidez: allanó 14 domicilios, secuestró documentación clave e incautó 266 mil dólares en efectivo. La reacción oficial no tardó: Spagnuolo y su segundo, Daniel Garbellini, fueron desplazados en menos de 24 horas.

La realidad muestra que el gobierno sintió el golpe y tardo mucho en reaccionar. Cuando intento contener el daño, lo hizo tarde y mal. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos,  puso en duda la credibilidad del ex funcionario: “Si tenía sospechas y no denunció en su momento, incumplió su deber como funcionario público”. Por otro lado, Martín Menem, involucrado en la denuncia, defendió a su primo Eduardo “Lule” Menem y a Karina Milei: “Pongo las manos en el fuego por ellos. Esto es una operación electoral”.

Las primeras mediciones muestran un alto impacto en la opinión publica, por ejemplo una encuesta de Proyección Consultores, el 75% de los argentinos ya conoce el caso y uno de cada dos votantes libertarios cree que Karina Milei está involucrada.

Inflación en baja, economía estancada

En paralelo, el oficialismo intenta exhibir logros en el frente económico. El propio Milei celebró que la inflación de mayo fuera de apenas 1,5%, la más baja en cinco años. A pesar que ese numero comenzó a subir en los meses siguiente , el gobierno expone que su “motosierra” está dando resultados y cuenta con alto respaldo social. Sin embargo, debajo de esos datos se esconde una realidad menos alentadora.

El freno inflacionario se sostiene con tasas de interés del 70%, lo que encarece el crédito y asfixia a las pequeñas y medianas empresas. Los préstamos productivos cayeron drásticamente, y las tasas para descuento de cheques saltaron hasta el 125 %.

El superávit fiscal, otra de las banderas del gobierno, se alcanzó gracias a recortes profundos en áreas sensibles. Por ejemplo según el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), jubilados, científicos y personas con discapacidad perdieron hasta 34,7% de ingresos reales en el último año. El Hospital Garrahan, emblema de la salud pediátrica, sufrió una desfinanciación del 30% en términos reales. Estos recortes se multiplicaron en todas las áreas estatales como universidades, Conicet,  INTI, INTA,  con miles de despidos, tanto del sector publico como el privado. Estos datos  son solo una muestra del alto costo social que el experimento mileista esta haciendo pagar a la sociedad argentina.

Otro dato  que el gobierno esconde, en los últimos meses, sobre todo, se disparó el déficit cuasi fiscal a partir del pago de intereses sobre girados por la política del carry trade fomentada  para contener el dolar. Según evaluaciones privadas el monto total de pagos de intereses cuadriplica el gasto en jubilaciones, lo cual muestra claramente que el relato de  que no hay plata para mejorar las jubilaciones, sino que hay una decisión política del gobierno de privilegiar los pago al sector bancario - financiero.

El dolar sigue siendo el centro del problema económico. El gobierno no tiene dolares, no acumula reservas, mientras el tipo de cambio esta planchado por las políticas activas, pero queda cada día  mas atrasado frente a la inflación. Estas políticas generaron  y un peso sobrevaluado y un país muy caro en dolares. Por ende menos competitivo internacionalemente.  Para tener una idea del desfasaje,0 En comparación con la región, Argentina aparece entre los países más caros: un Big Mac cuesta 7,37 dólares, por encima de Brasil (4,90) y Chile (5,20).

El crecimiento previsto por el FMI para 2025, de 5,5% del PBI, hoy ajustado al 4.5 %, se concentra en la intermediación financiera (+30,2%), mientras sectores como salud (-0,5%) y educación (+0,5%) permanecen prácticamente estancados. Igualmente este pronóstico parece demasiado optimista, a pesar de la corrección de estos días, dado que tanto el consumo como la inversión están muy por debajo de los pisos históricos. Sin motores de crecimiento es casi imposible que la actividad económica se despegue. La paradoja es evidente: el modelo baja la inflación enfriando la demanda, pero lo hace a costa de paralizar totalmente la economía real.

El 7 de septiembre: un termómetro político

En este escenario, las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre se presentan como un verdadero plebiscito sobre la gestión de Milei. La Libertad Avanza necesita un triunfo para mostrar fortaleza de cara a las elecciones de octubre, sobre todo por consolidar su poder y afrontar los cambios drásticos que planean para después de diciembre. Esto ante la desconfianza de los mercados que están perdiendo la paciencia ante una situación económica asfixiante.

La estrategia oficialista se concentraba en nacionalizar la campaña bonaerense, saliendo el propio presidente a hacer actos en los distritos importantes,  tras el estallido del caso ANDIS la campaña se paralizó.  Las tensiones internas pre existentes entre los distintos sectores se agudizaron, con acusaciones y sospechas mutuas. Aunque públicamente se descarta una ruptura, por debajo el conflicto puede escalar y alcanzar a otros funcionarios. Un asesor cercano al Presidente reconoció que “se desperdiciaron siete días preciosos de campaña”, con el riesgo de que el escándalo “opaque los logros en materia económica”.

El mismo Jose Luis Espert, candidato a diputado nacional por LLA, manifestó ante sus pares me cagaron la campaña, ante el temor que las denuncias afecten un escenario electoral, donde el gobierno había puesto todas las fichas.

Un gobierno acorralado

El gobierno de Milei se enfrenta a lo que varios analistas ya llaman su “tormenta perfecta”:

Políticamente, el escándalo de corrupción golpea el corazón del gobierno, pero ademas anula el relato anticasta y erosiona la credibilidad presidencial. Pero ademas esta siendo jaqueado por el congreso que ha comenzado a rechazar sus vetos o aprobar leyes que tienden a reparar mucho de los daños de las políticas oficiales. Otro dato es el nuevo ordenamiento que se esta gestando alrededor de los gobernadores y el consiguiente rearmado en las cámaras marcan el comienzo de un limite fuerte para su gobierno.

Económicamente, el modelo depende de dolares que no tiene,  deuda cara, tasas altísimas y un ajuste recesivo que profundiza las desigualdades. El circulo empresario que apoyó fuerte en el primer año y medio, hoy mira con desconfianza y algunos voceros dicen por lo bajo que le han picado el boleto a Milei.

Socialmente, las protestas se multiplican mientras todos los indicadores sociales empeoran dia a dia y la pobreza supera el 55%.

Tal vez el síntoma mas grave es la perdida de centralidad del gobierno, la perdida de la iniciativa, la agenda y el relato. Los últimos discursos de Javier Milei muestran una disociación con la realidad que genera preocupación hasta en sus mismo colaboradores.

En este escenario las elecciones bonaerenses serán más que una disputa provincial: funcionarán como un veredicto sobre el rumbo del país. Lo que está en juego no es solo el futuro de Milei, sino la viabilidad de un proyecto que solo se basa en un ajuste perpetuo con  un costo social brutal, acusaciones de corrupción y una parálisis económica sin salida a la vista.

Un analista político lo resumió en diálogo con Noticias Argentinas: “Cuando se rompe la política, es muy difícil gobernar. Y cuando se rompe la confianza, es casi imposible recuperarla”.

El tiempo de las explicaciones se agota.

Agosto 2025

Cierre de listas 2025: polarización reforzada, fragmentación y una democracia sin rumbo.

El cierre de listas para las elecciones legislativas 2025 dejó una fotografía clara y preocupante del estado del sistema político argentino:  estructuras partidarias debilitadas, atravesadas por lógicas personalistas, pactos circunstanciales y un vacío creciente de proyectos colectivos. En lugar de marcar un punto de inflexión, este cierre profundizó la fragmentación, la precariedad del liderazgo y la desconexión entre la dirigencia y la sociedad.

Por Antonio Muñiz

El peronismo: unidad de superficie, crisis de dirección

El frente Fuerza Patria, con Axel Kicillof como figura predominante, evitó una fractura interna, pero mostró su límite estratégico. Los acuerdos logrados en la provincia de Buenos Aires —con Gabriel Katopodis y Verónica Magario encabezando en la Primera y Tercera Sección— respondieron más a un delicado equilibrio de poder entre los distintos grupos, que a una visión de país o una hoja de ruta común. Hay unidad, pero sin conducción clara ni proyecto superador.

La Libertad Avanza: blindaje interno y polarización programada

El oficialismo cerró filas bajo el férreo control de Karina Milei, quien ordenó las listas con disciplina vertical. Los acuerdos con sectores del PRO, especialmente el bullrichismo, reforzaron la estrategia de expansión territorial sin diluir el núcleo ideológico libertario.

Acosado por la incertidumbre económica, un dolar que se dispara y una crisis del sector externo a corto plazo, apuesta a un triunfo rotundo en las próximas elecciones. Aunque este triunfalismo parece mas un relato hacia su núcleo duro, que a un hecho concreto que ni las encuestas ni la calle permiten visualizarlo.

Por ahora solo la motosierra, el relato mesianico y el discurso del enemigo interno siguen siendo los pilares de una campaña basada en la polarización total. Milei apuesta a un electorado movilizado por el rechazo, más que por la esperanza.

El PRO: subsumido y sin brújula

El otrora partido de gobierno llega a esta instancia política en su momento más crítico. Desdibujado, sin liderazgo y con fuerte dispersión territorial, el PRO fue absorbido por La Libertad Avanza en buena parte del país y reducido a una expresión marginal en los armados distritales. Sus figuras de peso, entre la sumisión y el aislamiento, no lograron imponer una estrategia propia.

Tercera vía: entre promesa frustrada y caos interno

Somos Buenos Aires, que aspiraba a convertirse en una opción de centro moderado, terminó como un espacio sin cohesión ni relato. La interna se desbordó en múltiples secciones: Julio Zamora impuso su candidatura en la Primera, mientras que en la Tercera y Sexta Sección estallaron disputas entre radicales, peronistas disidentes y figuras cercanas a Elisa Carrió. La salida de algunos referentes, entre ellos Margarita Stolbizer evidenció el colapso político del armado: sin programa, sin conducción y con un perfil desdibujado, el espacio perdió su sentido original.

Un sistema político sin centro ni dirección

Lo que deja este cierre de listas es un escenario donde la representación política se ha vaciado de contenido estratégico. El oficialismo radicaliza su oferta y se encierra en un núcleo duro. El peronismo intenta reorganizarse, pero arrastra las mismas debilidades estructurales desde hace años. El PRO se desintegra. Y las opciones intermedias se disuelven en sus propias contradicciones.

La democracia argentina transita una etapa de estancamiento: se negocian candidaturas, pero no se debaten ideas; se cierran listas, pero no se abren horizontes. En este contexto, las elecciones de 2025 no son solo una disputa por bancas legislativas, sino una oportunidad —tal vez la última en mucho tiempo— para reconstruir el vínculo roto entre política y sociedad.

El único interrogante que tiene toda la clase política, es saber si la tendencia al ausentismo seguirá siendo preponderante en las elecciones por venir. Un dato que los dirigentes de todos los espacios no pueden soslayar.

Sin embargo la dirigencia argentina y no solo la política, parece no ver o no querer ver la situación de crisis terminal , no solo económica, sino tambien social y sobre todo moral que la lógica de la motosierra y la destrucción del  estado están llevando a la sociedad argentina. ¿Como se reconstruye una sociedad y se sanan sus heridas después de una gestión que solo se caracteriza por la destrucción del tejido social y productivo de una nación?.

Si la dirigencia persiste en administrar el corto plazo con pactos de supervivencia, sin proyecto de nación, sin  una estrategia de crecimiento , desarrollo y mas y mejor democracia, lo que sigue puede no ser simplemente más inestabilidad, sino un salto al vacío.

 

Zona de riesgo

El modelo de Javier Milei, hacia una crisis anunciada.

por Redacción Data Política y Económica

Tras su mayor derrota legislativa, el gobierno enfrenta una crisis institucional sin precedentes. A las internas palaciegas y el desgaste de su relato confrontativo, se suma la desconfianza creciente del mercado, con JP Morgan y Wells Fargo recomendando desarmar posiciones en Argentina. El modelo libertario cruje en todos los frentes.

Lo que hasta hace poco se leía como una tensión previsible entre un presidente sin mayoría parlamentaria y el Congreso, derivó esta semana en un colapso político de mayor magnitud. El Senado sancionó una batería de leyes que golpean en el corazón del programa de ajuste de Javier Milei y abrió una crisis de múltiples dimensiones: conflicto de poderes, fractura interna en el oficialismo, pérdida de respaldo del mercado y creciente rechazo social a un modelo que no cierra.

Caos y confusión en la peor crisis de Milei | Con los mercados en rojo y el  dólar disparado, el Gobierno no reacciona y hay diferencias internas |  Página|12

La aprobación de la recomposición jubilatoria, la emergencia en discapacidad y el reparto automático de fondos a las provincias –por amplias mayorías y, en algunos casos, por unanimidad– no solo marcó el mayor revés legislativo del presidente, sino que expuso una pérdida dramática de poder real. La amenaza de vetos, la presión a los gobernadores y el intento de vaciar la sesión con el retiro de la bancada oficialista fracasaron. Incluso su propia vicepresidenta, Victoria Villarruel, desobedeció las órdenes de retirarse, lo que le valió acusaciones públicas de «traición» por parte del propio Milei.

Santiago Caputo, ¡afuera!: Karina Milei lo apartó del armado bonaerense de  La Libertad Avanza

Fractura en el oficialismo: el “triángulo de hierro” se rompe

La escena política del oficialismo también vive una implosión silenciosa, pero cada vez más visible. Se ha roto lo que se conocía como el “triángulo de hierro” del poder libertario: Karina Milei, Santiago Caputo y el propio Milei. Hoy, Karina y los sectores que orbitan alrededor del clan Menem toman el control de la estrategia política, desplazando a Caputo –el gurú de la comunicación– y generando un vacío en la coordinación del poder real.

Las tensiones internas se agravan por la puja entre Villarruel y Patricia Bullrich, que cruzaron declaraciones durísimas luego de la sesión en el Senado. Mientras Villarruel defendió su institucionalidad diciendo que “la ley es la ley” y acusándola de integrar en el pasado organizaciones terroristas, Bullrich la acusó de “traición”, calificativo que fue acompañado por el propio Javier Milei, quien también habló de una traidora, aunque  sin nombrarla. En simultáneo, el ministro de Economía, Luis Caputo, quedó desautorizado por la aprobación de medidas que le cuestan parte del superávit, en un  momento donde el mercado duda de la viabilidad  de su programa económico.

José Mayans

El gobierno parece empantanado entre internas palaciegas, una agenda económica que no encuentra resultados visibles para la mayoría de la población, y una narrativa beligerante que, aunque exitosa en campaña, ya muestra signos claros de agotamiento.

El mercado empieza a dar la espalda

La fragilidad institucional y la falta de previsibilidad económica ya empiezan a reflejarse en el frente financiero. Esta semana, JP Morgan recomendó a sus clientes desarmar posiciones en activos argentinos, advirtiendo que la acumulación de tensiones políticas podría afectar la sostenibilidad del programa económico. A esa advertencia se sumó Wells Fargo, que calificó al escenario argentino como “demasiado volátil” para inversiones de mediano plazo.

El dólar blue y los financieros retomaron la senda alcista en las últimas jornadas, mientras el Banco Central tuvo que intensificar su intervención en el mercado de futuros para evitar un salto abrupto en la cotización. Las acciones argentinas, por su parte, cerraron en baja, y los bonos mostraron señales de debilidad tras semanas de euforia.

El propio gobierno reconoce que las medidas votadas representan un impacto fiscal cercano al 1,3% del PBI, una cifra menor pero que muestra lo efímero  de un superávit primario alcanzado hasta ahora con recortes severos en jubilaciones, subsidios, transferencias a provincias y gasto público esencial.

Mayans llamó “jamoncito” a Milei y Villarruel le agradeció por recordarla  entre risas - LA NACION

El modelo libertario entra en crisis

El problema es más profundo que una coyuntura desfavorable. Lo que cruje es el corazón del modelo libertario: la idea de que puede gobernarse sin negociar, sin construir mayorías y sin atender a las consecuencias sociales del ajuste.

La gente no vive en “un estado opresor” como ente abstracto, sino en provincias y municipios donde el deterioro en la calidad de la vida cotidiana, en los servicios de salud, transporte, educación y seguridad es cada vez más evidente. La estrategia de “ajustar sin anestesia” parece haber llegado a su techo político.

Incluso aliados históricos del oficialismo comienzan a marcar distancia. gobernadores y legisladores que acompañaron muchas de las medidas de ajuste y le dieron gobernabilidad en esta primera etapa, hoy se muestran enfrentados, sobre todo por el destrato del gobierno nacional hacia ellos y sus provincias,

El senador Luis Juez, uno de los sostenes más firmes del proyecto mileísta, votó a favor de la emergencia en discapacidad y expresó: “Nuestros hijos no son un número ni una contabilidad. El Estado debe hacerse cargo”. Sus palabras reflejan el límite ético y político del ajuste.

Caída de imagen y desgaste del relato

A esto se suma la caída lenta pero persistente en la imagen pública del presidente, según varias encuestas conocidas en las últimas semanas. El relato de “Milei contra todos”, que le sirvió para crecer electoralmente en 2023 y consolidarse en los primeros meses de gestión, comienza a mostrar señales de hartazgo en amplios sectores de la sociedad.

La épica confrontativa, que buscaba justificar cualquier medida en nombre de la lucha contra “la casta” o levantar al kirchnerismo como el gran monstruo a vencer, empiezan a perder efectividad. Las promesas de recuperación económica no llegan y el shock de confianza anunciado por el Presidente se diluye en medio de tensiones políticas, parálisis legislativa y conflictos con los propios aliados.

¿Un punto de inflexión?

La crisis que atraviesa el gobierno no es definitiva, pero sí significativa. El desenlace dependerá de la capacidad (o voluntad) del Presidente para correrse de la lógica del enfrentamiento permanente y construir un mínimo consenso institucional que le permita gobernar.

Por ahora, Milei parece elegir el camino opuesto: vetar, judicializar, polarizar. Pero el poder real –territorial, legislativo, judicial y económico– le está marcando límites. La política no se rinde, el mercado empieza a dudar, y la sociedad, con su paciencia cada vez más erosionada, empieza a pedir respuestas.

Trolls, traiciones y rupturas

 El gobierno de Milei atraviesa su fase más compleja. El modelo económico se desgasta, las disputas internas lo fragmentan, y los escándalos de corrupción erosionan su imagen. La motosierra empieza a mostrar efectos negativos en sectores clave del entramado social: salud, ciencia, producción, y jubilaciones. La narrativa épica ya no alcanza para tapar el deterioro.

Antonio Muñiz


El dólar presiona desde abajo, las internas se intensifican, las denuncias de corrupción escalan y la estructura territorial de La Libertad Avanza muestra señales claras de desgaste. A esto se suma una política que abre frentes de conflicto por todos lados, incluso en áreas particularmente sensibles: el ajuste al Hospital Garrahan, los recortes en salud pública, las pensiones por discapacidad y los haberes jubilatorios. Ahora también avanza contra organismos clave para el desarrollo nacional como el INTI y el INTA.

Lo que comenzó como una narrativa de ruptura y refundación, hoy se topa con los límites concretos del malestar social y la resistencia institucional.

El dólar como señal de alarma

La economía, que Milei había prometido “ordenar”, se vuelve cada vez más volátil. Informes de JP Morgan y Wells Fargo advirtieron en los últimos días sobre el final del ciclo del carry trade y recomendaron desarmar posiciones en pesos. El mercado ya descuenta una nueva devaluación: lo que resta saber es cuándo ocurrirá y con qué consecuencias.

Luis Caputo, el ministro de Economía y pieza clave del experimento libertario, reconoció en reuniones privadas que “vienen meses muy duros”. El relato oficial, sin embargo, insiste en mostrar fortaleza. Pero la inflación sigue comiéndose los salarios, el consumo no repunta y las reservas del Banco Central no alcanzan para sostener el tipo de cambio artificial.

Los mismos sectores financieros, como el FMI, que promovieron este esquema ahora especulan con  una salida rápida, una devaluación con el argumento de que “reactivará la economía”, aun cuando se sabe que su primer efecto será licuar ingresos y profundizar la recesión.

Internas, trolls y ruptura en las alturas

La reciente sesión del Senado, en la que se aprobaron una serie de leyes contrarias al Ejecutivo, marcó un punto de inflexión en la interna libertaria. Además de mostrar claramente la ruptura con los gobernadores, varios de ellos muy afines, por la disputa de fondos coparticipables y promesas no cumplidas. La ausencia de interlocutores validos y la falta de una política de acuerdo por parte del gobierno, lo dejo desnudo y vulnerable  ante una embestida de los lideres provinciales. Es difícil el pronostico de como puede evolucionar el conflicto. Mientras hay sectores del gobierno que intentan recomponer un dialogo, el propio presidente sigue echándole leña al fuego, a través de las redes.

También la vicepresidenta Victoria Villarruel sufrió el ataque de los trolls, muchos de ellos retuiteados por el propio Milei, acusándola de traición. Villarruel en su rol de presidenta del cuerpo, habilitó el debate parlamentario y no obstaculizó el tratamiento de las iniciativas impulsadas por bloques opositores, lo que generó una durísima reacción desde el corazón del oficialismo digital.

La respuesta de los sectores más radicalizados del mileísmo fue inmediata y violenta: la acusaron de “traidora” en redes sociales, la señalaron como parte de la “casta” y llamaron incluso a su destitución. Trolls libertarios, cuentas anónimas y militantes virtuales se lanzaron en masa a atacarla en la plataforma X. El episodio expuso con crudeza la fractura que atraviesa al oficialismo.

Villarruel, lejos de retroceder, respondió con firmeza y ataco al mismo presidente, aunque sin nombrarlo. La vicepresidenta dejó en claro que no está dispuesta a tolerar presiones  ni a asumir un rol decorativo en la institucionalidad democrática.

El episodio desnudó las tensiones internas dentro del gobierno y la dificultad creciente de Milei para sostener una coalición sin fisuras. La salida del esquema de poder de Santiago Caputo y el empoderamiento de Patricia Bulrich muestra que el gobierno tiende a  instalarse en una política mas autoritaria y represiva, dejando atrás cualquier alternativa de búsqueda de consensos.

La épica electoral pierde fuerza

Pese a este escenario adverso, Milei insiste en proyectar una imagen de triunfo inevitable en las legislativas de octubre. Habla de una “ola libertaria imparable”, apoyado en encuestas sin demasiada solidez metodológica y en un núcleo duro que sigue fiel. Pero los números reales y el termómetro social dicen otra cosa.

La Libertad Avanza carece de estructura en la mayoría de las provincias. Las candidaturas se definen en un círculo cerrado y las recorridas por el territorio son escasas. A eso se suma un malestar creciente en los sectores populares, incluso entre quienes votaron al oficialismo con la expectativa de un cambio.

El triunfalismo del gobierno parece cada vez más un acto de voluntad que una lectura realista del escenario. Ni los datos, ni las calles, ni el humor social reflejan un clima de victoria consolidada.

La historia reciente enseña que los gobiernos sin base social, sin organización territorial y sin respuesta concreta a las demandas populares, terminan por derrumbarse.

 

 

El dólar planchado, las reservas en picada y las provincias al límite: el modelo Caputo entra en zona de riesgo

El Gobierno insiste en anclar el tipo de cambio como estrategia electoral, pero las consecuencias ya son palpables: caen las reservas, crece la deuda y se ahogan las finanzas provinciales. La desconfianza de los mercados y las tensiones con el FMI exponen el agotamiento del modelo económico.

Antonio Muñiz


El esquema económico que conduce el ministro Luis Caputo, con el respaldo del presidente Javier Milei, atraviesa un momento de creciente fragilidad. A pesar del relato oficial que insiste en destacar los logros del “ancla cambiaria” y la “disciplina fiscal”, los datos duros comienzan a evidenciar una realidad preocupante: caída sostenida de reservas, creciente endeudamiento, desfinanciamiento de provincias, y una relación cada vez más tensa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La estrategia de intervención en el mercado cambiario para mantener contenido al dólar, en plena escalada inflacionaria y en medio de una recesión profunda, tiene un objetivo central: evitar un nuevo salto de precios antes de los comicios de medio término. Sin embargo, esta política empieza a mostrar sus límites. Durante mayo, el Banco Central habría destinado más de 2.000 millones de dólares en operaciones de futuros, una cifra que cuadruplica la intervención del mes anterior, según fuentes del mercado financiero.

Este nivel de intervención contrasta con la fragilidad de las reservas. Según estimaciones basadas en la metodología del propio FMI, las reservas netas se encuentran en rojo por más de 7.000 millones de dólares, lejos de la meta de 1.800 millones establecida para diciembre de este año. Mientras tanto, el endeudamiento externo neto creció en más de 5.000 millones de dólares solo en el primer trimestre, llevando el total de la deuda externa argentina a 278.073 millones. La presión de vencimientos también es significativa: quedan pagos por más de 32.400 millones de dólares hasta 2027.

El frente externo también da señales de alarma. El déficit comercial en el primer trimestre superó los 5.190 millones de dólares, impulsado por un fuerte aumento de las importaciones y del gasto en turismo, que por sí solo generó un rojo de 3.500 millones. Este fenómeno está asociado a la existencia de un dólar oficial artificialmente bajo, que alienta el consumo externo mientras las exportaciones siguen estancadas.

Ante este panorama, el FMI ya expresó su preocupación por el rumbo de la política cambiaria. La misión técnica del organismo en Buenos Aires se fue sin declaraciones publicas, pero esta claro que el Gobierno incumplió la meta de acumulación de reservas y se cuestionó, en voz baja,  la negativa oficial a avanzar hacia un tipo de cambio unificado. Algunos analistas del Fondo incluso advirtieron que, sin la actual intervención, el dólar podría escalar a los 1.700 pesos. Pero la Casa Rosada prioriza la estabilidad nominal, aun a costa de una creciente dependencia del financiamiento interno y una pérdida de respaldo externo.

La otra cara del ajuste es la que padecen las provincias. A través de un reciente decreto, el Ejecutivo obligó a los entes públicos y autárquicos a volcar sus excedentes en bonos del Tesoro nacional. Uno de los principales afectados es ARCA (Agencia de Recaudación de la Seguridad Social), organismo que administra fondos que incluyen partidas coparticipables. Según advirtió el ex titular de la Aduana, Guillermo Michel, más del 50% de los fondos de ARCA —unos 700.000 millones de pesos— corresponden a las provincias, que no percibirán intereses por la inversión forzosa en deuda nacional.

En los distritos, el impacto ya se hace sentir. Funcionarios municipales y provinciales alertan por la caída de la coparticipación, el ahogo financiero y una transferencia de recursos que funciona como un «rulo» insostenible. “Con esa plata, ARCA le compra deuda al Tesoro para que pague más deuda. Pero ese rulo es cada vez más caro”, advirtió un intendente de la Patagonia.

En este contexto, el financiamiento interno también se debilita. En la última licitación de deuda en pesos, el Tesoro no logró renovar más del 60% de los vencimientos: de $10 billones colocó apenas algo más de $6 billones, a pesar de convalidar tasas superiores al 2,8% mensual. La señal es clara: el mercado comienza a rechazar el riesgo argentino incluso en moneda local.

La situación golpea especialmente a la provincia de Buenos Aires y otros distritos con alta dependencia de los recursos federales. Con transferencias menguantes y una recesión que reduce la recaudación propia, la presión fiscal local se agrava, mientras los gobiernos subnacionales enfrentan crecientes dificultades para sostener servicios esenciales, pagar salarios y mantener obras públicas mínimas.

En suma, el plan económico de Caputo se sostiene en un delicado equilibrio basado en la contención artificial del dólar y el uso intensivo de recursos públicos, tanto nacionales como provinciales. Pero las señales de agotamiento se multiplican: reservas en caída libre, deuda creciente, provincias asfixiadas, y un mercado que empieza a retirarse. La apuesta del Gobierno por el “dólar quieto” como pilar del plan de estabilización puede haber sido eficaz en el corto plazo, pero su sustentabilidad está cada vez más en duda.

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.