Argentina 2025, en camino hacia un final anunciado

 La economía argentina enfrenta un escenario de alta complejidad, caracterizado por una presión cambiaria constante, inconsistencias macroeconómicas y un modelo económico que revive dinámicas cíclicas del pasado.


El gobierno de Javier Milei intenta sostener el esquema actual con estrategias que, aunque prometen resultados inmediatos, plantean dudas profundas sobre su sostenibilidad a mediano y largo plazo.

Restricción externa y deuda

El 2025 se presenta como un año crítico para el modelo económico de Milei y su equipo. Las necesidades de divisas para afrontar vencimientos de deuda ascienden a unos USD 20.600 millones, distribuidos entre bonistas, el FMI y organismos multilaterales. Además, el crecimiento económico proyectado por el oficialismo generaría una mayor demanda de importaciones, estimada entre USD 84.000 millones y USD 91.000 millones, según escenarios de crecimiento moderado o optimista. Este panorama resalta la dependencia de las exportaciones primarias y el financiamiento externo como pilares del esquema actual.

La estrategia liderada por Luis Caputo, Santiago Bausili y el propio Milei incluye el uso del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), exportaciones del agro y energía, y un eventual nuevo acuerdo con el FMI. Este último, según fuentes cercanas al gobierno, dependería de una intervención política de Donald Trump tras su regreso al poder. Sin embargo, las condiciones actuales distan de las de 2018, cuando Argentina negoció su último gran acuerdo con el organismo. La deuda acumulada, sumada a la falta de apoyo directo de actores clave como Mauricio Claver-Carone, reduce las posibilidades de éxito de esta apuesta.

Presión cambiaría y vulnerabilidad estructural

La reciente escalada del dólar blue, que superó los 1200 pesos en apenas cuatro días, evidenció la fragilidad del sistema. La intervención del Banco Central en el mercado financiero logró contener la brecha cambiaría temporalmente, pero al costo de incrementar la exposición de las reservas netas, pese a lo cual las reservas continúan siendo negativas. Este tipo de maniobras, aunque efectivas a corto plazo, profundizan las dudas sobre la sostenibilidad del esquema.

Además, la presión sobre el tipo de cambio tiene raíces en factores como la caída del precio de la soja, la devaluación del real brasileño y el creciente stock de deuda en pesos. Estas vulnerabilidades recuerdan las dinámicas que llevaron a la crisis de las Lebac en 2018, con el agravante de que los pagos de deuda en el primer semestre de 2025 generan incertidumbre adicional.

Un modelo económico insostenible

El gobierno enfrenta críticas por la contradicción entre su discurso de libre mercado y las intervenciones activas en el mercado de cambios. La reciente legalización de USD 22.000 millones mediante un blanqueo de capitales, que incluye fondos de dudoso origen, reeditó prácticas de “carry trade” similares a las de la tablita devaluatoria de Martínez de Hoz. Este esquema fomenta la entrada de capitales especulativos, pero también enfrenta una salida limitada, lo que inevitablemente conduce a crisis recurrentes.

La economía argentina ha atravesado ciclos similares desde 1976, caracterizados por la fuga de capitales y un empobrecimiento estructural de amplios sectores de la población. Ni los ingresos de Vaca Muerta ni los provenientes del agro logran revertir esta dinámica, ya que también terminan fugándose hacia paraísos fiscales. El resultado es un país cada vez más dependiente de bienes primarios y expuesto a los vaivenes del mercado internacional.

¿A costa de qué?

El esquema económico de Milei y Caputo permite cerrar precariamente las cifras en el corto plazo, pero plantea costos elevados para el futuro. La dependencia del endeudamiento externo, la fragilidad cambiaria y la desindustrialización configuran un modelo que prioriza beneficios inmediatos para una élite financiera, mientras sacrifica el bienestar de la mayoría.

El desafío no es solo conseguir los dólares necesarios para sostener el tipo de cambio, sino también evitar que el costo sea un país más desigual y vulnerable. Frente a este panorama, el debate económico debe centrarse en construir un modelo que privilegie el crecimiento sostenible, la inclusión social y la soberanía económica.

Un Año de Javier Milei: Entre el Dogmatismo y la Realidad


El primer año de Javier Milei como presidente de Argentina quedó marcado por un intento ambicioso y disruptivo de transformar la estructura política y económica del país.


Con una narrativa libertaria que prometía refundar la nación, Milei enfrentó el desafío de convertir sus principios ideológicos en políticas concretas. Sin embargo, los resultados obtenidos en estos doce meses ofrecen un balance lleno de contrastes, con logros discutibles y un costo social alarmante.

Reformas Económicas: La Dura Cara del Ajuste

El eje central de la gestión de Milei fue su propuesta de ajuste fiscal severo, basado en la reducción del gasto público y la desregulación de sectores clave. Las políticas implementadas incluyeron la eliminación de subsidios a servicios básicos y un intento por estabilizar el peso tras una fuerte devaluación inicial. Si bien logró avances parciales en el ordenamiento macroeconómico, las consecuencias fueron devastadoras para los sectores más vulnerables.

La promesa de dolarización, uno de los pilares de su campaña, quedó a mitad de camino ante la falta de reservas suficientes. En su lugar, el gobierno optó por fortalecer el peso, lo que derivó en una apreciación cambiaria que redujo la competitividad de la economía. La actividad económica se contrajo un 3,1% interanual, y sectores como la construcción y la industria manufacturera sufrieron pérdidas significativas de empleo. Desde noviembre de 2023 hasta agosto de 2024, más de 261.000 puestos de trabajo registrados desaparecieron.

Impacto Social: Retroceso y Desigualdad

El ajuste también golpeó duramente a los sectores más desfavorecidos. Los jubilados, en particular, padecieron el impacto de una nueva fórmula de movilidad que redujo sus ingresos en un 14,3% real respecto a la anterior. Además, el veto a leyes que buscaban recomponer haberes y los recortes en la dispensa de medicamentos del PAMI profundizaron la precariedad de un sector ya vulnerable.

La subida de tarifas de servicios públicos y la eliminación de programas sociales exacerbaron las desigualdades. El desfinanciamiento de la educación, la asistencia social  y la salud públicas, junto con la quita de subsidios a sectores como ciencia y tecnología o cultura, no solo debilitó el tejido social, sino que también atacó la memoria colectiva de un pueblo que lucha por preservar sus conquistas históricas.

Además, la inexperiencia y un ideologismo precario de gran parte de su equipo generó desorden en la ejecución de políticas publicas, esta falta de gestión, además de  alimentar críticas sobre la falta de capacidad técnica y estratégica, agravó muchos problemas ya existentes.

Política Exterior: Aislamiento y Consecuencias

En el plano internacional, Milei apostó por un alineamiento con las derechas de Estados Unidos, Israel y Europa, rompiendo vínculos con los BRICS y debilitando las relaciones con socios históricos como el Mercosur. Esta desideologización de la diplomacia, según su discurso, tuvo como efecto colateral el aislamiento estratégico de Argentina, afectando negativamente el comercio y la inversión extranjera en un momento de necesidad urgente de capitales.

Contradicciones y Escándalos

La retórica anticasta de Milei contrasta con acuerdos evidentes con sectores concentrados de la economía, principal sostén del modelo libertario  o escándalos de corrupción, como el caso del senador Kueider y su vinculación con la compra de votos ante el tratamiento de los DNU y el rechazo a los vetos presidenciales. este caso podría ser la punta de un iceberg de corrupción mucho mas amplio.

Perspectivas: Promesas y Realidad

El balance de este primer año de gestión deja una mezcla de avances parciales y costos sociales elevados. Si bien Milei ha consolidado una base de apoyo entre quienes aplauden su discurso disruptivo, los resultados tangibles plantean serias dudas sobre la viabilidad de su modelo.

El desafío para los próximos años será convertir su narrativa en políticas que realmente beneficien a la mayoría. En un contexto de creciente descontento popular y un escenario internacional que parece vislumbrarse como amenazante , el gobierno enfrenta el difícil reto de demostrar que su propuesta no es solo un ejercicio ideológico, sino una estrategia capaz de guiar a Argentina hacia un futuro más próspero e inclusivo. De lo contrario, corre el riesgo de conducir a la Argentina  a un nuevo fracaso histórico, perpetuando un ciclo de exclusión y desigualdad que profundice las di

Promesas rotas y un modelo insostenible


El primer año de Javier Milei al frente del gobierno argentino ha dejado en evidencia una profunda contradicción entre sus promesas de campaña y los resultados obtenidos. El líder que prometió que el ajuste recaería sobre la «casta política» terminó descargándolo sobre los sectores más vulnerables y estratégicos de la economía, desmintiendo así su discurso central.

Impacto económico: ajuste brutal y desempleo creciente

Según el informe del CEPA, de cada $100 ajustados en 2024, solo una fracción mínima afectó a los privilegios políticos. En cambio, el grueso recayó sobre jubilaciones (24,2%), obra pública (23,6%), prestaciones sociales (12,8%) y subsidios (12,7%). Estos recortes profundizaron la crisis al reducir el consumo interno y paralizar obras de infraestructura vitales para el desarrollo del país.

El sector privado también sufrió graves consecuencias. Durante el primer año de gestión, cerraron 16.500 pymes, responsables del 90% del empleo registrado. A esto se suma la pérdida de más de 260.000 puestos de trabajo, situando a la Argentina entre los países con peores perspectivas laborales para 2025, según Manpower Group.

El costo social del ajuste

El ajuste también golpeó a los sectores más vulnerables. Los recortes a jubilaciones y programas sociales, como los subsidios a medicamentos gratuitos, evidenciaron un claro incumplimiento de las promesas de campaña. En paralelo, los despidos masivos en el sector público, justificados como “optimización administrativa”, desmantelaron áreas clave del aparato estatal.

Modelo extractivista: riqueza para pocos

La política económica de Milei privilegió al sector energético con un enfoque extractivista que no generó beneficios tangibles para la mayoría. Mientras se facilitaban exportaciones de recursos naturales, las pymes enfrentaban un tipo de cambio desfavorable y una presión impositiva asfixiante, profundizando su crisis.

Incluso economistas ortodoxos, como Carlos Rodríguez, cuestionaron la viabilidad de este modelo. El plan de Milei no solo consolidó desigualdades, sino que demostró ser insostenible incluso para sus propios aliados ideológicos.

Narrativa oficial vs. realidad

El gobierno intentó instalar un discurso de éxito basado en metas fiscales. Sin embargo, los resultados desmienten esta narrativa. En lugar de ser una herramienta para el crecimiento, el ajuste debilitó las bases productivas y sociales del país, aumentando la desigualdad y la exclusión.

Un futuro incierto

Argentina enfrenta un desafío monumental. Las promesas de liberalización y «dinamitación del Estado» han demostrado ser insostenibles. El país necesita un modelo que combine estabilidad macroeconómica con políticas que fomenten el desarrollo productivo y la inclusión social.

El balance del primer año de Javier Milei es contundente: lejos de cumplir sus promesas, su gestión consolidó un modelo que incrementa la desigualdad y debilita las perspectivas de desarrollo. El camino tomado no solo es ajeno al prometido, sino que pone en riesgo el futuro económico y social de la nación.

La calma aparente del dólar blue: ¿preámbulo de una tormenta cambiaria?

A pesar de una leve caída en su cotización, el dólar blue enfrenta crecientes presiones por factores locales y externos, con Brasil y la soja como piezas clave en el tablero regional.


El dólar blue cerró la primera semana del año con una caída acumulada de $5, vendiéndose a $1.205 en las cuevas del microcentro porteño. Aunque esta baja podría sugerir una estabilización, analistas advierten que los riesgos de nuevas presiones cambiarias son inminentes. Factores como la depreciación del real brasileño, los bajos precios de la soja y un escenario global desfavorable para los mercados emergentes colocan a la Argentina en una situación delicada.

El contexto regional: Brasil en el ojo de la tormenta

El deterioro del real brasileño (€BRL€), que acumuló una depreciación del 24,8% en el último año, sigue siendo un factor de presión en la región. Según Grupo SBS, esta situación obliga al Banco Central de Brasil (BCB) a intervenciones costosas, habiendo utilizado más de u$s 20.200 millones de sus reservas en los últimos meses. Aunque el BCB aún cuenta con reservas robustas, su tendencia bajista limita su capacidad futura de estabilizar la moneda.

Para la Argentina, un real débil impacta directamente en el tipo de cambio real bilateral, generando presiones sobre el dólar contado con liquidación (CCL). “A menos que Brasil implemente reformas fiscales significativas, la presión sobre el BRL continuará”, advierte el informe de Grupo SBS.

La soja y su peso en el comercio exterior

El precio internacional de la soja, otro factor clave para la economía argentina, se encuentra en niveles reales mínimos desde 2006. Este escenario golpea las exportaciones y genera tensiones adicionales sobre el tipo de cambio real (TCR). En este contexto, los ingresos de divisas se ven restringidos, agravando la fragilidad del mercado cambiario local.

Intervenciones y estrategias del gobierno argentino

El gobierno argentino ha demostrado su disposición para intervenir en el mercado cambiario cuando sea necesario. La denominada «Fase II» de intervenciones cuenta con un margen de hasta u$s 2.000 millones, respaldado por compras en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) durante el segundo semestre de 2024. Sin embargo, estas intervenciones no están exentas de costos: el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha perdido casi u$s 1.000 millones debido a la esterilización de pesos.

Además, el Tesoro ha utilizado divisas para cumplir con vencimientos de deuda externa, disminuyendo su margen de maniobra. Aunque la «base monetaria amplia» ha permanecido estable, la emisión de créditos en dólares complica el equilibrio cambiario.

Factores globales y locales: un equilibrio frágil

El escenario internacional también juega un papel crucial. La posibilidad de una política monetaria más restrictiva en Estados Unidos, junto con los bajos precios de las commodities y una creciente aversión al riesgo en los mercados emergentes, añaden presiones externas al tipo de cambio argentino. Mientras tanto, a nivel local, la demanda de dólares por dolarización de carteras tras un año exitoso de carry trade también contribuye a la volatilidad del CCL.

Aunque el dólar blue cerró la semana en baja, las perspectivas cambiarias siguen siendo inciertas. Las debilidades del real brasileño, los bajos precios de la soja y un desafiante contexto global plantean riesgos significativos para la estabilidad del mercado cambiario en Argentina. Si bien el gobierno ha mostrado capacidad para intervenir, los costos asociados y la complejidad del panorama exigen un monitoreo constante y estrategias coherentes.

En este entorno volátil, la combinación de factores exógenos y endógenos determinará el rumbo del dólar en las próximas semanas. Los inversores y analistas deberán permanecer atentos a las señales del mercado y a las respuestas del gobierno para mitigar nuevas presiones cambiarias que podrían desestabilizar aún más la economía nacional.

AM

Reformas extremas, tensiones crecientes y el futuro incierto de Argentina

 Con un modelo económico controvertido y un panorama político frágil, el gobierno de Javier Milei concluye su primer año de gestión entre elogios, críticas y crecientes dudas sobre la sostenibilidad de sus medidas.


Un año de transformaciones y conflictos

El 10 de diciembre, Javier Milei celebró su primer aniversario como presidente de Argentina, destacando en un discurso cargado de optimismo, la moderación en los índice de precios y la estabilización inicial del dólar y prometiendo un futuro próspero.

Sin embargo, detrás de estas palabras, los indicadores económicos exponen una realidad preocupante: inflación persistente, desempleo en aumento y una pobreza alarmante que afecta a más del 50% de la población.

En el plano político, la crisis ha escalado con escándalos como el del senador Edgardo Kueider, acusado por hechos de corrupción, internas feroces, carpetazos y denuncias contra figuras cercanas al gobierno. Estas controversias van generando desgastes y han incrementado las tensiones dentro del oficialismo y con la oposición.

Reservas en caída libre y tensiones cambiarias

En las últimas semanas, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) intensificó sus esfuerzos para contener la escalada del dólar financiero, destinando USD 870 millones en apenas cinco jornadas, además de los más de USD 800 millones utilizados en el segmento del dólar oficial. Esta política ha generado una presión alarmante sobre las reservas internacionales, que se encuentran en niveles críticos.

El punto de inflexión se dio hace dos semanas, cuando la última licitación del año no logró renovar todos los vencimientos, generando nerviosismo entre los inversores. La estrategia de carry trade, que había servido de refugio para muchos especuladores, dejó de ser rentable ante la aceleración de las cotizaciones del dólar, poniendo en jaque la estabilidad cambiaria. Este contexto derivó en una corrida cambiaría moderada, que persiste a pesar de las intervenciones del BCRA.

El modelo y sus límites

El esquema económico de Milei, basado en un dólar barato y tasas de interés altas, favoreció la especulación financiera pero mostró serias debilidades estructurales. Cuando las reservas alcanzan su límite, el peso se convierte en dólares que terminan fugándose al exterior, dejando tras de sí una mayor deuda y una economía en crisis. La dolarización propuesta como solución definitiva fue quedando en carpeta, tanto por su inviabilidad técnica como por sus posibles efectos devastadores sobre los sectores productivos y el mercado laboral.

Un ejemplo emblemático fue la automotriz Toyota, que demandó USD 780 millones en un solo día para cubrir importaciones diferidas, desnudando los límites del modelo actual.

Además, la cesación de pagos del Grupo Los Grobo, clave en el sector agroindustrial, refleja las tensiones financieras en sectores productivos esenciales. Estas dificultades no solo complican la actividad económica sino que también aumentan la incertidumbre sobre la sostenibilidad de las políticas actuales.

Impacto en los sectores productivos y exportaciones

La crisis también afecta al entramado productivo, con caídas significativas en construcción, industria y comercio. La caída de la actividad productiva, perdida de los salarios y jubilaciones  y el aumento de la pobreza y la indigencia, mas allá de los dibujos estadísticos del gobierno, muestran una economía real muy por debajo de los niveles del año anterior

El sector agropecuario enfrenta un triple golpe: dólar barato,  insumos más caros en dólares y una caída en los precios internacionales. El sector reclama por quita de retenciones y sobre todo  una devaluación, dos objetivos que el gobierno no puede convalidar. Esta situación de perdidas continuas amenaza con profundizar la concentración de tierras y la expulsión de pequeños y medianos productores.

A nivel internacional, factores como la desaceleración de China, la guerra en Ucrania y la depreciación del real brasileño han complicado el panorama exportador argentino. Mientras tanto, la apertura de importaciones y el éxodo vacacional masivo continúan drenando reservas.

Economistas liberales afines al gobierno han advertido que el tipo de cambio oficial está atrasado, sugiriendo un ajuste que podría oscilar entre un 30/40 por ciento, lo que tendría graves consecuencias sociales y políticas.

La dupla Milei – Caputo apuestan todo a un acuerdo con el FMI, que le permita el ingreso de 20 mil millones de dólares y sostener el modelo, por los menos hasta las elecciones próximas. Por el momento, mas allá de mensajes optimistas por parte del gobierno el fondo no parece dispuesto a acompañarlo el modelo, si no hay cambios en la política económica y sobre todo en la paridad del dólar, la acumulación de reservas y la salida del cepo.

Fracturas políticas y el rol de la oposición

En el plano político, el gobierno enfrenta tensiones internas y externas. Escándalos como el caso de Edgardo Kueider y los conflictos con figuras como Mauricio Macri y Victoria Villarruel, la ruptura de los bloques de la UCR, etc, han debilitado la coalición gobernante, que abren serias dudas sobre el curso del proceso político en el 2025.

Por su parte, el peronismo, lejos de desaparecer tras su derrota en 2023, se mantiene como la principal fuerza opositora.

La conducción de Cristina Fernández de Kirchner en el PJ ha generado mayor dinamismo pero también profundizó  divisiones ya existentes.

Tensiones internas entre La Cámpora y Axel Kicillof, así como la ruptura en bloques legislativos, reflejan la fragmentación del espacio opositor.

En este escenario  Kicillof emerge como una figura clave para las próximas elecciones, con una estrategia basada en una gestión eficiente y una convocatoria a un gran frente político y social.

Un futuro incierto

Como decíamos mas arriba el primer año de Javier Milei en el poder deja un saldo mixto. Mientras el oficialismo sostiene una narrativa optimista, los costos sociales y estructurales de sus políticas son alarmantes. Las tensiones internas, la volatilidad económica y los retos internacionales marcarán un 2025 decisivo para Argentina.

El panorama actual plantea interrogantes sobre la viabilidad del modelo económico y la capacidad del gobierno para sostener su relato de éxito, si no logra mostrar resultados mas concretos.

En tanto, la oposición peronista deberá  fortalecerse con ejes claves en la unidad, la construcción de consensos, nuevos liderazgos y sobre todo una agenda de futuro, que lo conecte con una sociedad golpeada y fragmentada  por las políticas oficialistas, pero que también lo mira con desconfianza, porque esta presente en la memoria las limitaciones del gobierno peronista anterior.

Los próximos meses serán cruciales para definir si el rumbo actual puede sostenerse en el tiempo o como ha ocurrido tantas veces en la historia argentina, el país se verá obligado a buscar un nuevo camino.

Antonio Muñiz

Claves del fracaso argentino «La subordinación de la política a los intereses del mercado «

 El debate sobre la primacía de la política sobre la economía ha atravesado las reflexiones teóricas y prácticas de la historia argentina. Desde los albores de la nación hasta las disputas del siglo XXI, la interacción entre ambas dimensiones ha definido modelos de desarrollo, crisis recurrentes y proyectos de poder.


La historia reciente de Argentina demuestra que la subordinación de la política a las lógicas del mercado conduce a crisis recurrentes y debilitamiento institucional. En contraste, los periodos donde la política ha tomado las riendas del desarrollo económico han generado avances significativos en términos de inclusión y soberanía, aunque también han enfrentado resistencias y limitaciones.

Política y Economía en los Orígenes de la Nación

Desde la independencia, el debate entre federalismo y centralismo reflejó la tensión entre los intereses económicos de las provincias y el poder central en Buenos Aires. Como señala Tulio Halperín Donghi, “la lucha por el control político fue inseparable de las disputas sobre el modelo económico” (Halperín Donghi, 1987). Las provincias querían preservar economías de subsistencia, mientras Buenos Aires buscaba consolidar un modelo agroexportador. La victoria del centralismo consolidó el predominio económico de la élite porteña, pero también dejó un legado de inequidad estructural.

El Peronismo: La Política como Rectora del Desarrollo

Con el advenimiento del peronismo en 1946, la política se erigió como fuerza organizadora del desarrollo económico. El gobierno de Juan Domingo Perón implementó una serie de medidas que subordinaban los intereses del capital a un proyecto nacional inclusivo, basado en la justicia social y la soberanía económica. “La economía debe estar al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de la economía”, afirmó Perón en su “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” (1951).

Las políticas de industrialización por sustitución de importaciones, el fortalecimiento de los sindicatos y la redistribución del ingreso marcaron un periodo de crecimiento con inclusión social. Sin embargo, estas transformaciones también generaron resistencias de los sectores tradicionales de poder, que encontraron en la economía una herramienta para desestabilizar al gobierno. El golpe de Estado de 1955 fue, en parte, una reacción de las elites económicas contra un proyecto que desafiaba su hegemonía.

Neoliberalismo y la Despolitización de la Economía

El retorno de la democracia en 1983 marcó un intento de reconciliación entre la política y la economía, sin embargo los errores propios y los desequilibrios macro económicos heredados limitaron las posibilidades del gobierno de Raúl Alfonsín. La hiperinflación de 1989 selló su mandato y abrió paso a un periodo de hegemonía neo liberal bajo Carlos Menem (1989-1999).

El modelo de convertibilidad instaurado por Domingo Cavallo priorizó la estabilidad monetaria sobre cualquier consideración política o social. La desregulación de la economía, las privatizaciones masivas y la apertura comercial irrestricta desarticularon el tejido productivo y social del país. Como advierte Eduardo Basualdo, “el neoliberalismo despolitizó la economía, reduciendo el Estado a un mero gestor de los intereses del mercado” (Basualdo, 2006).

Aunque inicialmente exitoso en controlar la inflación, este modelo demostró ser insostenible y desembocó en la crisis de 2001. La “primacía de la economía”, entendida como el sometimiento de la política a las lógicas del capital financiero, se tradujo en una de las peores crisis sociales y políticas de la historia argentina.

La Década Ganada: Retorno de la Política

El ascenso de Néstor Kirchner en 2003 marcó un giro hacia la revalorización de la política como herramienta de transformación económica y social. Bajo su mandato y el de Cristina Fernández de Kirchner, se implementaron políticas que buscaron recuperar la soberanía económica, fortalecer el mercado interno y promover la inclusión social.

La reestructuración de la deuda externa, la renacionalización de empresas estratégicas como YPF y Aerolíneas Argentinas, y la expansión de programas sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) reflejaron un modelo donde la política retomó su lugar preeminente. Como señala Ernesto Laclau, “la política es el ámbito donde se construyen las demandas populares y se disputa la hegemonía” (Laclau, 2005).

Sin embargo, este periodo también enfrentó críticas por su dependencia de los precios internacionales de los commodities y por la falta de transformaciones estructurales en el aparato productivo. El conflicto con el campo en 2008 y la polarización política evidenciaron las dificultades de articular consensos duraderos.

El Retorno del Neoliberalismo y sus Consecuencias

La elección de Mauricio Macri en 2015 marcó un retorno al paradigma neoliberal, con un discurso centrado en la gestión tecnocrática y la promoción de inversiones extranjeras. Sin embargo, las políticas de endeudamiento externo, ajuste fiscal y liberalización financiera profundizaron las desigualdades y condujeron a una nueva crisis económica.

El gobierno de Javier Milei, iniciado en diciembre de 2023, ha implementado una serie de políticas económicas y políticas orientadas a estabilizar la economía argentina. Si bien puede mostrar algunos logros parciales, el costo social ha sido muy alto.

Una vez mas enfrentamos una etapa donde el predominio de las ideas neoliberales ha generado un relato de economicista y de desprecio a la política y a los políticos, muy peligroso porque avanza hacia formas y practicas anti democráticas. El predominio en el gabinete de tecnócratas y ceos, muy alejados de la política, la falta de construcción de consensos sólidos, la tendencia a la concentración  del poder, la paralización de las sesiones en el congreso, la compra venta de voluntades, la falta de seguridad jurídica, por la deficiencias del poder judicial, feroces internas dentro del espacio libertario, la falta de liderazgos territoriales, etc, muestran un armado político muy deficiente, que a corto plazo puede constituirse en su talón de Aquiles.

El fracaso de las experiencias liberales confirma que la economía no puede ser gestionada al margen de la política. Como afirma Mariana Heredia, “la despolitización de las decisiones económicas es una estrategia destinada al fracaso en sociedades desiguales como la argentina” (Heredia, 2019).

El desafío actual radica en construir un modelo de desarrollo donde la política recupere su lugar preeminente, articulando un proyecto de largo plazo que combine crecimiento económico con justicia social. Como señala Arturo Jauretche, “cuando la economía domina a la política, la patria queda al servicio de intereses ajenos”. Recuperar la primacía de la política es, por tanto, una condición indispensable para un futuro más justo y soberano.

AM

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.