En principio está claro que esta pandemia
podría desencadenar una gran depresión, la primera desde la Gran Recesión de
2008-2009.
Lo que está sucediendo es que golpeó justo en un momento en el que las
principales economías capitalistas ya mostraban signos de debilidad. La
economía capitalista mundial ya se había desacelerado hasta una caída cercana
al 2.5% anual. Estados Unidos está creciendo a solo el 2% anual, Europa y Japón
a solo 1%; y las principales economías emergentes de Brasil, México, Turquía,
Argentina, Sudáfrica y Rusia están básicamente estancadas. Las enormes economías
de India y China también han caído significativamente en el último año. Es
probable que una pandemia global y de largo tiempo pueda sumirnos en un periodo
largamente recesivo.
Sobre llovido mojado
La baja del precio internacional del petróleo
provocó un "lunes negro" en
las bolsas de valores de los principales países del mundo, con caídas promedio
del 9 % y máximas del 11,2 % como en Italia, uno de los países más golpeados
por la enfermedad.
En
tanto, el precio del barril del crudo Brent, de referencia en Europa, se
desplomó un 26,31 %, hasta cotizar a 33,36 dólares, la mayor caída en una
jornada desde la primera Guerra del Golfo. El derrumbe comenzó en Asia, pasó
luego a Europa y llegó a Wall Street. En los días subsiguientes hubo un rebote
hacia arriba, seguramente será lo que los economistas llaman “el rebote de un
gato muerto”, a pesar de las medidas de Trump de comprar a estos precios a fin de estoquear, lo cual
originó de inmediato un aumento del
precio del barril y un aumento en los índices bursátiles.
Todas estas movidas y juegos de ajedrez en la
economía y la política mundial, más allá de resultados de corto plazo, solo
hacen vislumbrar una recesión global, por ahora de tiempos y pronósticos
reservados.
"El
ciclo ya está muy avanzado, y el coronavirus es básicamente un golpe doble.
Pero ya estábamos avanzando hacia la recesión antes de que alguien hubiera oído
hablar del coronavirus". (Colombo)
"Por
muy malo que fuera el 2008, lo que vendrá será peor, porque ahora hay mucha más
deuda: casi 100 billones de dólares en deuda nueva", advirtió el
economista Colombo, quien además
sostiene que una serie de nuevas burbujas estallarán en los mercados de todo el
mundo. (Colombo) (1)
Crisis global
Nada de esto es casual, el mundo actual vive una crisis estructural, sistemática y
global de difícil y complejo diagnóstico y por ende de difícil salida.
Como venimos diciendo en artículo anteriores,
la crisis del modelo capitalista global
está en su seno mismo. Solo faltaba una chispa que encendiera la pradera
En
necesario profundizar el debate y la reflexión en busca de una construcción
social alternativa que pueda reemplazar el modelo neoliberal existente.
En el caso de Argentina, el escenario es
altamente complejo, dada su vulnerabilidad externa producto de la deuda
contraída por el gobierno anterior. Hoy por hoy enfrenta una dura negociación
con el FMI y los bonistas de difícil pronóstico.
También la pandemia ha llegado a estas playas,
más rápido de lo esperado, y está ocasionando daños económicos que se irán
sintiendo en los próximos meses.
La herencia dejada por el macrismo de
endeudamiento, inflación y recesión, juega hoy como un pesado yugo, a la que habrá que sumar la crisis
externa y la recesión mundial. Un escenario muy complicado, casi una tormenta
perfecta sobre Argentina y Latinoamérica.
Más grande aun es el peligro, ya que la
historia muestra que los países centrales tienden a hacer pagar los costos de
sus crisis a los países periféricos.
Por ello los países periféricos deberían ir
cerrando sus fronteras, no solo para evitar el ingreso de personas que pueden
traer y contagiar la enfermedad, sino también para evitar el daño económico y
comercial que la situación global nos va a infligir. Así como la pandemia llegó
y nos está pegando de frente, también llegaran los efectos de la situación de
la economía mundial. O sea, no se trata de evitar que lleguen sus efectos, sino
minimizar los daños.
En este marco de crisis global es necesario
pensar modelos de desarrollo social y económico que rompan las lógicas
neoliberales que han condenado a estos países a crisis periódicas y repetidas.
Desde mediados de la década del 70 se ha ido
configurando un modelo caracterizado por la reconversión del capitalismo hacia
lógicas financieras rentística, basadas en el neoliberalismo monetarista y
enancada en la revolución tecnológica que permitió la globalización informativa
y comunicacional, el libre de comercio y
la libre circulación de los flujos de capital, etc. Como hemos dicho en
innumerables veces el neoliberalismo es un
proyecto de dominación imperial, que pretende ordenar el mundo a imagen
y semejanza de los postulados del Consenso de Washington.
Sin embargo este proceso no ha sido lineal,
por el contrario ha sido jalonado por diversas crisis sectoriales y regionales,
conflictos armados y un deterioro estructural y sistémico del sistema
capitalista, cuya expresión mayor fue la recesión de 2007/08, cuyas
consecuencias aún no han sido superadas.
Cuarenta años de neoliberalismo han construido
un mundo sumido en el caos y la violencia, regiones como el medio oriente
azotados por guerras por el control del petróleo, zonas devastadas por la
explotación desmadrada de recursos naturales, que destruyen los ecosistemas
naturales, hambrunas generalizadas en regiones de África, migraciones masivas,
genocidios planificados en África y Asia,
Es indispensable tener presente que hablamos de recursos naturales
finitos, sometidos a una utilización y explotación descontrolada, como si esos
recursos fueran inagotables. En verdad enfrentamos un descalabro multidimensional de
carácter “terminal”, el funcionamiento “normal” del capitalismo,
nos lleva a una crisis civilizatoria.
Según el Papa Francisco estamos ante la Tercera Guerra mundial, en etapas
y es cierto, el/los conflictos bélicos en todo Medio Oriente, lejos de
calmarse, tienden a crecer y expandirse. El conflicto entre Turquía y Siria,
con los Kurdos en el medio y detrás
tropas rusas y yanquis en la zona, pueden estallar en cualquier momento; el “Plan
de Paz” de Trump para el conflicto judío palestino, ira
generando más resistencias y violencias por parte del mundo árabe, también los
ataques por parte del eje Washington – Tel Avic contra Irán son otra bomba de
tiempo, la guerra empantanada contra el Talibán por parte del ejército yanqui
en Afganistán, etc, son situaciones que pueden escalar rápidamente en una
guerra regional y de ahí a una guerra mundial. Los intereses chino rusos son
muy fuerte en la región, además el conflicto se estaría dando en sus fronteras.
En ese caso los resultados serían de catástrofe global, casi terminal.
Aun en un escenario de conflictos regionales,
como el actual, los peligros de una crisis civilizatoria siguen estando
vigentes. Según Samir Amin “detrás de esta crisis se
perfila a su vez la verdadera crisis
estructural sistémica del capitalismo” y de que “la continuación del modelo de
desarrollo de la economía real, tal y como lo venimos conociendo, así como el
del consumo que le lleva emparejado, se ha vuelto, por primera vez en la
historia, una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y del planeta”.
La lógica neoliberal monetarista
característica de esta etapa ya muestra los limites materiales de una expansión sin control y sus consecuencias geopolíticas”.
Según estudios la profundización y
diversificación de la crisis iniciada en 2007 y cuyas consecuencias todavía
padecemos nos muestran los “límites de
la financiarización del
capitalismo”, la lógica extrativista de los
recursos limitados, el uso desmedido de la energía proveniente de combustibles
fósiles, con su consecuente contaminación atmosférica y el ya evidente efecto
invernadero y el cambio climático, la explotación y la pauperización de
poblaciones enteras que quedan fuera de los intereses capitalistas, etc, nos
lleva a un cercano colapso.
De no mediar correcciones importantes en el rumbo,
solo nos queda, dada la dinámica económica actual, prepararnos a un largo
periodo de crisis económicas constantes, recesión, conflictos comerciales y por
ende continuos conflictos militares, potencialmente peligrosos, en el centro y la
periferia capitalista.
Cabe acotar que en este análisis no estamos
profundizando los cambios climáticos y los efecto devastadores de las políticas
de explotación de los recursos sobre el ecosistema mundo, que hoy son un
peligro cercano.
También hoy vemos una pelea de fondo sobre la
supremacía económica, comercial, tecnológica y por supuesto militar en un
futuro mediato. La hegemonía anglo norteamericana vigente se ve claramente
cuestionada por nuevos actores y bloques de países. China, sobre todo, emerge como el gran ganador de esta lucha
hegemónica; según diversos autores China
será la próxima potencia global en las próximas décadas. El gran riesgo, que la
historia nos muestra, es que estas
luchas solo se dirimen en conflictos armados.
Las dos grandes guerras mundiales
del siglo XX, en realidad una sola gran guerra que se dio en dos etapas, fue
por la supremacía y el reparto imperial de territorio coloniales de la
periferia. Aunque es probable que en la actualidad una guerra de esas
características solo lleve a una destrucción masiva donde solo haya perdedores.
Sería ilógica una salida por ese lado, pero como alguien dijo “lo único
infinito es la estupidez humana”.
Mirando al Sur
En principio y sin hacer proyectiva, solo un
poco de historia reciente, el imperialismo anglo yanqui, con su manual de
penetración imperial, el neoliberalismo, solo muestra su gran fracaso de
construir una paz global, con integración y desarrollo armónico. Hoy solo puede
mostrar genocidios, tragedia, dolor y
muerte.
La lógica imperial de garrote y saqueo
mostrada en Vietnam, Corea, Camboya, Indonesia y en fechas recientes en Irak,
Siria, Afganistán, Libia, etc, que tuvo
además brutales manifestaciones en América latina por parte de estados Unidos, pero acompañada
siempre por los países europeos, que no han dejado nunca de lado su ambición imperial,
aunque sea, como en este caso de segundo orden y haciendo seguidismo.
El retroceso manifiesto de EEUU y su fracaso
militar en Medio Oriente, sumado al gran fracaso económico y social del modelo
neoliberal monetarista auspiciado por
los países centrales hace prever un retroceso de este país hacia sí mismo y su
“patio trasero” América Latina. Cabe acotar que el aislacionismo yanky es una postura
que tiene bases firmes la su cultura de ese país, como también considerar, por
la proximidad geográfica al resto de América, como un territorio que les
pertenece.
La historia de todo el continente Americano
está llena de hechos traumáticos originados en el intervencionismo y las
políticas coloniales de la potencia norteña.
Las naciones latinoamericanas han sufrido de
manera especial las consecuencias de un esquema represivo de saqueo de sus
recursos, así como la explotación de sus trabajadores, presente siempre dentro
de un esquema imperial asociado a algunas oligarquías locales, lo que ha consolidado 500 años de regímenes coloniales, primero por parte de las
potencias europeas y luego el imperialismo yanqui. Muchas veces este
colonialismo se manifestó de manera salvaje, como el exterminio del 90% de la
población nativa en las primeras décadas de la ocupación, y en otras más
sutiles, como golpes militares, con la injerencia de los intereses norteamericanos,
pero utilizando a la oligarquía asociada y a las fuerzas armadas locales como
fuerza policial de represión. Siempre el objetico es el mismo, la defensa de sus
empresas y negocios, y siempre destruyendo cualquier atisbo de gobiernos
populares o que defendieran, aun tímidamente, los intereses propios por sobre
los del imperio.
La relación traumática y conflictiva de los
países americanos con su “hermanos del Norte” a lo largo de los siglos XIX y XX ha sido
compleja y muchas veces “difícil”, como lo puede ver quien se asome al colosal
listado de hechos, desde la sangrienta
guerra contra Méjico y la anexión de más de la mitad del territorio original
mejicano en 1848, las agresiones, la implantación y el apoyo a sangrientas
dictaduras que cuidaban sus intereses en la región, la vulneración de derechos,
leyes y tratados internacionales con total impunidad.
Sin embargo América Latina fue y
es el escenario de experiencias políticas y sociales anti imperiales de
resistencia y organización popular. Sin entrar en demasiados listados
históricos y solo tomando las últimas décadas, la experiencias populares, tal
como la revolución mejicana, la revolución cubana, el peronismo, tal vez la
versión más sólida en cuanto a organización y contenido ideológico de los
movimientos populares latinoamericanos, el sandinismo, y ya más cercanos las
experiencia de Chávez, Evo, Lula, Kirchner, Correa, el zapatismo, etc, que
marcaron toda la primera década del siglo XXI.
En esta etapa de procesos de sociales y
políticos, repletos de vigor y no exentos
de contradicciones, fueron construyéndose nuevas experiencias de
gobernanza que fueron marcando un camino de construcción antagónico al
neoliberalismo global:
la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA),
la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), PetroCaribe y a finales de 2011 la
puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(CELAC), que excluye a Estados Unidos y Canadá. Quedaron en el camino otras
iniciativas que hubieren permitido un
grado de avance en la integración
y una mayor consolidación del proceso.
A pesar de los avances y retrocesos de estos
procesos políticos alternativos, Latinoamérica sigue siendo el escenario donde
se está librando la gran batalla por la construcción de sociedades más libres,
democráticas, integradas, con justicia social y respeto por la naturaleza.
Sin dudas hoy el escenario latinoamericano no es el mismo al
de principios del siglo XXI, sin embargo con un mundo en crisis y la mayoría de
los países centrales cerrándose sobre si mismos abren una nueva oportunidad
para nuestra región.
Si bien también es cierto que las realidades
de cada uno de nuestros países son disimiles, hay algo en común, la fuerte
disidencia y rebelión de los pueblos contra el modelo neoliberal imperante,
pero también la incapacidad de las elites locales de dar respuestas a la crisis
y proponer alternativas, que superen los
escasos límites de sus intereses de clase.
Es importante desde los movimientos populares
latinoamericanos volver a intentar construir un modelo de desarrollo e
integración diferente, que rompa las cadenas de imperialismo, muestre otro
camino de construcción de otra economía y otras formas de la política, que
tenga como centro al hombre, su comunidad
y su entorno natural.
Hay experiencias prácticas a lo largo de
nuestra historia, hay ideología y hay teoría construida en la acción popular de
resistencia.
Y aunque pequemos de setentista, el desafío
sigue siendo el mismo, liberación o dependencia, patria o colonia.
Es el momento, es aquí y es ahora
Antonio Muñiz
Marzo 2020
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