A cara o cruz..


América Latina vive una etapa muy convulsionada. Casi todos los países de la región están envueltos en crisis políticas y económicas, con protestas sociales en las calles, que cuestionan todo el orden vigente.
¿Por qué  una región relativamente estable en la primera década del siglo XXI ha ido degenerando nuevamente en escenas del pasado, que se creían superadas?
Golpes de estado tradicionales, como Bolivia, golpes “blandos” o palaciegos en Paraguay o Brasil, "lawfare", o sea el ataque contra oponentes utilizando indebidamente los procedimientos legales, para dar apariencia de legalidad, injerencia de la embajada yanky en las políticas internas de los países, caso emblemático es Venezuela, atacada y saboteada sistemáticamente por los intereses yanquis asociados, siempre como antaño, a oligarquías locales.

Progresismo, populismo y el siempre presente neoliberalismo.

Experiencias nacionales y populares, relativamente exitosas, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Venezuela, etc, fueron desmanteladas una a una, desde el golpe palaciego en Paraguay contra Lugo, hasta el golpe parlamentarios a Dilma en Brasil, que continuó  con la persecución sistemática a Lula, líder histórico del PT, encarcelado y proscripto, para que ganara un ignoto militar, Jair Bolsonaro.
La cooptación de Lenin Moreno por parte del establishment ecuatoriano y la embajada yanki, su traición y la persecución al ex presidente Correa es otro de los jalones del proceso de  destruir cualquier intento, aunque tímido, de políticas populares y de integración.
Atrás quedaron los BRICS, el Mercosur, el banco sudamericano y todas las organizaciones que tendían a la organización y unidad de un espacio latinoamericano.
Tal vez el país más “estable” de ese grupo sea Argentina, que a pesar de cambios de gobierno y de modelo político económico, casi antagónicos, ha permitido cambios dentro de un marco democrático consensuado. Si bien el país atraviesa una nueva crisis originada en la deuda externa, tomada por el gobierno anterior, los mecanismos de la democracia formal funcionan con cierta normalidad.
La crisis también tomó por sorpresa a los países alineados al Consenso de Washington y las políticas neoliberales. El mejor alumno, Chile, usado como ejemplo a seguir, mostró  claramente su cara oculta. Una partidocracia corrupta que se alterna en el poder, pero que solo sigue profundizando el modelo pinochetista, de acumulación de riquezas en un pequeño grupo social, una economía extrativista y de servicios, una privatización total de la vida cotidiana de la ciudadanía, donde solo prima el individualismo extremo y el éxito material como meta, un estado ausente en los asuntos cotidianos, pero armado para dar sostén a los negocios de ciertos sectores y reprimir y castigar cualquier insubordinación al orden establecido. Un pueblo y sobre todo los jóvenes han dicho basta y desde hace meses las protestas se expresan en las calles, a pesar de la brutal represión por parte de los carabineros y otras fuerzas.
Perú vive una inestabilidad política muy fuerte desde hace décadas, jaqueada su clase política por la corrupción, desde Fujimori en los 90, hasta Kuczynski, destituido por el caso Odebrech. La crisis continua con su vice presidente Vizcarra, enfrentado al Congreso y la demás fuerzas políticas.
En México, los graves enfrentamientos armados en Culiacán, Sinaloa, tras la detención del hijo de "El Chapo" Guzmán, Ovidio Guzmán López, son solo una muestra de un país fracturado, un Estado muy débil y el manejo del territorio y las armas por parte del narcotráfico. Producto de la  violencia política, el narcotráfico y las bandas para militares, la cifra de asesinatos en México durante 2019 asciende a más de 26.000 víctimas. El nuevo  gobierno de López Obrador abre un panorama alentador, ya que rompe la vieja hegemonía de los partidos tradicionales, sin embargo la crisis del estado mexicano es demasiado profunda, para tener por ahora,  expectativas optimistas.
En Centroamérica, Nicaragua, Guatemala y Honduras, por distintos motivos, presentan un escenario problemático en términos de estabilidad económica y gobernabilidad.

El gran Satán

Está claro que en cada país los problemas y el descontento son diferentes y se expresan de distinta manera de acuerdo a cada escenario.  Sin embargo un análisis político e histórico nos puede indicar que si hay causas comunes.
El primero y más trascendente es el avance de las políticas del “gran garrote” y la doctrina de “América para los americanos” por parte del Departamento de Estado yanky. La vuelta de EEUU a la política de cuidar su patio trasero, a partir de sus fracasos evidentes en Medio Oriente y el retroceso, como potencia económica y militar, frente al nuevo eje ruso chino. Como lo marca la historia latinoamericana la injerencia norteamericana en los países del sur solo genera inestabilidad política y económica. La matriz es siempre similar, la acción de los organismos de inteligencia, CIA, DEA, etc, en el interior de los países, la cooperación de los servicios locales, la prensa concentrada, la justicia y los sectores económicos parasitarios, que terminan boicoteando a su país y se asocian a los intereses extranjeros son el ariete que llevó  adelante los golpes blandos y la destitución de Lugo, Manuel Melaya y Dilma, la cárcel y proscripción de Lula, la persecución mediática y judicial contra Cristina Fernández de Kirchner y muchos dirigentes sociales y políticos alineados con ella.
Este accionar proscriptivo es sistemático y se reproduce en todos los países, Correa en Ecuador, Evo Morales y muchos de los dirigentes del MAS, fraude en Honduras, boicot de las elecciones en Venezuela, et, etc, Siempre con la complicidad de la OEA y su presidente el “canalla mayor” Luis Almagro.
El objetivo estratégico de Washington es llevar a América Latina a la condición neocolonial imperante durante el siglo XX y abortar cualquier  intento de desarrollo de fuerzas populares en la región.
Por el otro lado analizando la realidad política de cada país se pueden encontrar semejanzas en los procesos. Por un lado la aplicación de recetas económicas neoliberales desde mediados de los 70, con las experiencias pilotos de Chile y Argentina, durante las dictaduras militares, y luego se extendió a casi todos los países  fue modelando la región a los requerimientos del Consenso de Washington y el FMI. Estas políticas llevaron a las crisis de deuda que azotaron la región durante casi toda la década del 80 y 90, terminando con la crisis en Argentina en 2001. Esta crisis permitió el “veranito”  de regímenes más o menos nacionales y populares, que dieron un giro y un  freno al neoliberalismo extremo, terminado ese proceso se volvió a políticas neoliberales, el caso más notorio fue Argentina.
El resultado de todo ese proceso fue por un lado el surgimiento de ciertas capas medias, y como contraparte un empobrecimiento de sectores de la población que fueron quedando excluidos del sistema. Siempre dentro de una concentración creciente de la riqueza en sectores de las elites tradicionales.
La retracción del estado benefactor que marcó la región hasta mediados de los 70, las reformas laborales y previsionales, que pauperizaron las condiciones laborales y salariales, un libre comercio que fue destruyendo la industria local, un extrativismo depredador del medio ambiente, la falta de oportunidades para los jóvenes, etc, consecuencias directas del modelo van sumando frustración, resentimiento, odio, etc, en los sectores más vulnerados, que cuando sale a la superficie lo hace violentamente, tomando por sorpresa a los mismos dirigentes.

Un conflicto global

Por otro lado surge, producto del sentido común que construye el neoliberalismo, pero también de los sistemas democráticos vigentes y las clases políticas, muchas veces alejadas de las demandas sociales, un odio a la política y los políticos, que van generando un caldo de cultivo para experiencias autoritarias, xenófobas y racistas como la de Bolsonaro en Brasil.
Es indudable que las instituciones de la democracia liberal representativa están siendo cuestionadas, junto a los políticos y las elites empresarias y sociales.
La respuesta del sistema dominante y las elites es la represión y el uso de las fuerzas armadas como garantes del orden, esta lógica autoritaria, caso Chile, muestra la incapacidad de las elite política de entender que está pasando en sus bases sociales, y como dar respuesta a los reclamos y expectativas de mayor bienestar, igualdad y libertad.
En Latinoamérica se está jugando una partida global de difícil pronóstico, porque como en el billar es a varias bandas.
Por un lado los intereses norteamericanos en la región, de someter y reconfigurar a estos países en un modelo neocolonial dependiente, cerrando las puertas a su rival, China, que tiene intereses políticos y económicos fuertes y pretende continuar el proceso de inversiones.
Por el otro las oligarquías locales tradicionales, asociadas al capital financiero internacional, obsesionadas con mantener sus intereses parasitarios sobre el resto de la población y los recursos, que intentaran bajo cualquier alternativa mantenerse en el poder, el camino elegido seguramente será la bolsonarización, un gobierno de derecha, muy autoritario en lo político, neo liberal en lo económico, cerrado, racista y xenófobo.
Desde el campo popular es necesario construir un modelo alternativo y superador del neoliberalismo dependiente y de esta democracia restringida que nos quieren imponer. Para ello debemos  trabajar por la unidad de los espacios populares, defender la democracia en todo el continente, levantar la bandera de la unidad latinoamericana,  recuperar la política como herramienta de construcción de poder ciudadano, abrir la democracia formal hacia mecanismos de democracia directa, social y participativa, reconstruir el Estado, como vehículo de integración y desarrollo social y económico, construir un sistema productivo que genere puestos de trabajo, sustentable y respetuoso del medio ambiente. En síntesis construir sociedades más abiertas, participativas y consensuar un nuevo pacto fundacional que tenga en claro programas de inclusión y ascenso social para todos.
La moneda está en el aire, a cara o cruz, los pueblos tienen la palabra, pero lo que se está jugando en Latinoamérica tendrá repercusiones globales y de largo plazo.


Antonio Muñiz
Febrero 2020
genialujan@gmail.com
https://causapopularynacional.blogspot.com/


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