Pareciera que en Argentina las políticas
económicas han ido fracasado sistemáticamente. El país viene perdiendo hace
décadas participación en el PBI mundial. Mucho se ha hablado sobre este hecho
concreto. Aunque mucho de lo hablado no tiene sustento histórico ni económico.
Por el contrario la historiografía oficial ensalza una etapa de glorias perdidas,
una edad de oro que quedó en el pasado.
Por supuesto que esta visión, clasista y
prejuiciosa, culpa de todos los males al
peronismo y a sus intentos de construir una nación industrial, integrada
socialmente.
Sin embargo esta visión edulcorada de la
generación del ochenta y del modelo agro exportador dependiente que pretendió
instalar, deja mucho de tener validez histórica. Gran parte de nuestro fracaso
como país ha sido y es el papel parasitario de la oligarquía, que al apropiarse
de las tierras fértiles de la región pampeana acaparó para si la renta extraordinaria que ellas producían.
La
generación del ochenta.
En 1852 es derrocado Rosas y desde entonces
hasta 1886 gobiernan sucesivamente: Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento,
Avellaneda y Roca. Es el período difícil y polémico de la organización
nacional. En este periodo terminan las guerras civiles, a sangre y fuego, por
parte del ejercito nacional, que en una política de exterminio y genocidio
arrasa con las poblaciones de las provincias del Norte, en especial La Rioja, la
federalización de Buenos Aires, la campaña del desierto, la guerra con el Paraguay, etc.
El país deja de ser un conjunto mal unido de
provincias con vocación nacional y comienza a ser de verdad una Nación con un
poder central fuerte.
La
etapa se caracterizó por un fuerte crecimiento económico, basado en un flujo
constante de inmigrantes proveniente de
Europa, que se asentaron básicamente en la zona pampeana y el litoral, aumento
significativo en toda la producción económica agro pecuaria, lanas, carnes y
más tarde trigo, cuya producción iba destinada a proveer a los mercados
europeos, en especial Inglaterra, embarcada esta en su segunda revolución
industrial, el tercero fue una política
de inversiones públicas y privadas para desarrollar infraestructura (trenes,
puertos, caminos, frigoríficos, comunicaciones, etc.)
En esos años se va consolidando un modelo
agroexportador, dada la fuerte demanda y buenos precios de esos productos en
los mercados mundiales. Aumentan notoriamente las exportaciones, aunque también
las importaciones. Ayudo a consolidar este modelo la política de bajos
aranceles de importación, coherente con la posición librecambista de los
sectores de mayor gravitación y opuesta a quienes pretendían el fomento de una
industria nacional y la defensa de ciertas económicas regionales.
El crecimiento se concentró en la zona central
del país, la pampa húmeda y el litoral, en detrimento de la mayor parte de las
provincias del norte, que vieron la destrucción de sus economías locales en
beneficio de la elite comercial porteña. En esos años y posteriores se van
desarrollando en esas provincias producciones de monocultivos, como el azúcar
en Tucumán, tabaco en Salta, yerba mate en el litoral, forestal en Chaco y provincias aledañas. Todas actividades
basadas en la explotación de la mano de obra local, muchas veces en carácter de
cuasi esclavitud. Los propietarios de estas empresas eran en general la elite
local, asociada a la elite porteña o capital extranjeros, casi siempre inglés.
En el periodo 1860/1914 la elite pampeana
alcanzó su momento de esplendor, convirtiéndose en la más opulenta de América
del Sur. Entre 1880 y 1914, las ventas externas se multiplicaron unas diez
veces, convirtiendo a la Argentina (que poseía menos del 10% de la población de
la región), en la responsable de cerca de un tercio de las exportaciones de
América Latina (Bulmer-Thomas 1994).
“Este crecimiento fue, en primer lugar, el
resultado de la aceleración del proceso de integración del país a la expansiva
economía inglesa. Nuevos sistemas de transporte (barco a vapor y ferrocarril)
ampliaron los mercados para la producción exportable pampeana, mientras que el desarrollo del mercando
internacional de capitales y el incremento del flujo migratorio aportaron los
recursos de capital y la energía humana que permitieron el cambio tecnológico y
el crecimiento del producto. La expansión de los mercados europeos para la
lana, y luego la carne (ovina y vacuna) impulsó una profunda renovación de la
ganadería, realizada a través de inversiones en la mejora de praderas y
ganados. En estas últimas dos décadas del siglo, el veloz desarrollo de la red
ferroviaria también hizo posible un dramático crecimiento de la producción
granífera, que se prolongó hasta fines de
la década de 1920 (Míguez 2006; 2008; Hora 2010)”
Como decíamos en el epígrafe la historia
oficial nos habla de un modelo altamente exitoso, una Argentina agro
exportadora subordinada a los intereses de la economía mundial y atribuyen el
fracaso posterior al abandono de estas políticas.
Sin embargo, no se toma en cuenta que el
vertiginoso crecimiento de esa etapa estaba asociado a diversos factores que marcaron la época,
Inglaterra y en menor medida Europa embarcadas en su segunda revolución
industrial, que requería materias primas para sus industrias, por ejemplo
algodón y lana para su industria textil, alimentos para su clase trabajadora,
carne y granos. Ese cambio tecnológico que motorizó la revolución industrial, también favoreció
el comercio mundial, el barco a vapor o instalaciones frigoríficas, permitieron
hacer rentable el comercio argentino europeo a pesar de la gran distancia que
los separaban. También el tren, los caminos y los puertos, permitieron extender la extensión de la
frontera agropecuaria, anexando a la producción vastas regiones conquistadas a
los indios en décadas anteriores y en ese momento ya en manos de la elite
porteña.
Argentina aplicó un modelo de absoluta
apertura, endeudamiento, apropiación por unos pocos de las tierras públicas, un
fuerte autoritarismo político, en algunas etapas fuertemente represivo sobre
los sectores populares, en especial inmigrante. El informe elaborado por Biale-
Mase sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora de esa época es
lapidario sobre el nivel de
pauperización y pobreza en que vivían esos sectores.
El informe de
Bialet-Massé, mostró que, en medio de una Argentina opulenta, que se mostraba
como “paraíso” en el mundo, la explotación de su pueblo era brutal.
En esos años, EEUU, partiendo
de una situación similar, se inserta en el mundo desde una lógica distinta. El
reparto de la tierra conquistada en su expansión hacia el oeste en pequeñas
parcelas productivas, favoreciendo así el acceso a la tierra a los grandes
contingentes inmigratorios. A la par que impusieron una feroz conquista de
territorios, caso la guerra con Méjico que les permitió apropiarse de más el 50 % de territorio mejicano en 1848 y tener una política de tierras para
los colonos, impusieron una política proteccionista a su producción nacional, más
la destrucción, mediante una feroz guerra civil, de la clase terrateniente del Sur y su modelo agro exportador esclavista; estos les
permitió iniciar un proceso de industrialización altamente exitoso. ¨Para 1914,
con el inicio de la primera guerra mundial EEUU, era ya una potencia industrial
mundial.
Sin quitarles méritos
a algunos dirigentes liberales del siglo XIX, como fue la pasión de crear una
Nación, el fomento a la educación, la modernización y a la inmigración, los intereses de clase y su miopía política
generaron un desarrollo dependiente llamado a agotarse cuando cambiaran las
condiciones de la economía mundial. Mientras EEUU se potenciaba a partir del
desarrollo industrial, Argentina construía un modelo, con pies de barro, solo
para beneficio de una elite.
La tan elogiada, por
historiadores y economistas liberales, generación del 80, llevó, por ejemplo, al
país a la crisis de 1890, con un
gigantesco default que arrastró a la
banca inglesa, que había concentrado en nuestro país – o casualidad - una
porción demasiado grande de su capacidad de crédito.
Fue una crisis
provocada por la desenfrenada corrupción del régimen, abultado déficit fiscal, un alto endeudamiento
con la banca externa y una descontrolada especulación bursátil, que no sólo
llevo al país a la bancarrota, al pueblo a la miseria y a la quiebra del Banco
Nacional, sino que también provocó la
caída del gobierno de Juárez Celman. La crisis originó la Revolución del Parque, donde nace el radicalismo encabezado por
Leandro Alem.
Se sucedieron varias
crisis de menor envergadura, 1893 y 1905, acompañadas estas crisis por
levantamientos armados de la Unión cívica Radical contra el régimen.
Ante esta inestabilidad
política, sumada a fuertes resistencias activas
y protestas por parte de los
sectores obreros, nucleados en los gremios anarquistas o socialistas, la elite
gobernante solo atina a aumentar la represión policial. Se vivía bajo un estado
de sitio permanente. En ese marco se dicta la Ley de Residencia (1902) y luego
la Ley de Defensa Social (1910) destinados a disciplinar a la ingente masa de
inmigrantes. En la primera década del siglo XX, miles de ellos fueron
deportados a sus países dada su militancia o activismos gremial y político.
Hacia 1912, el
Presidente Sáenz Peña dicta la ley de voto secreto y obligatorio, lo que
permite al radicalismo conducido por Hipólito Yrigoyen participar y ganar en la
elecciones que se realizaron en 1916.
Este movimiento
político de la elite gobernante, detrás de las buenas intenciones
anunciadas de “erradicar todas las
prácticas fraudulentas en materia electoral”, que habían permitido la
permanencia de gobiernos oligárquicos desde 1862, excluyendo la mayoría de las
decisiones a nivel político y económico a los demás habitantes del país,
ocultaba la lógica de cambiar algo para que todo siga igual.
Las convulsiones
políticas y sociales, frente a un régimen económico agro exportador y
fuertemente autoritario en lo político que se iba resquebrajando día a día,
llevaban al peligro de que la insurrección se generalizase y permitiera el
triunfo a sectores anti sistemas la toma del poder.
Para 1920 el modelo
agro exportador llega a su techo, a
pesar de continuas crisis, originadas por los vaivenes en los precios
internacionales.
La agricultura
estadounidense enfrenta esta etapa, basada en colonos propietarios y un acceso
a la tierra, busca en una mayor inversión de capital, la tecnificación y en una producción cada vez más intensiva,
aumentado rindes y bajando costos. Esta mayor inversión y tecnificación
permitió el desarrollo de industrias de maquinaria agrícola y otras industrias
que proveían a la actividad.
En cambio los grandes
propietarios de la pampa húmeda y el litoral, convertidos ya en una oligarquía
parasitaria, buscan hacer una producción extensiva, sin grandes inversiones de
capital, tecnologías o trabajo humano. Al llegar al límite de la frontera
agropecuaria la producción se estancó.
Con la primera guerra
mundial y más tarde la gran crisis del capitalismo del año 29 el mundo cambio,
Inglaterra perdió su supremacía mundial en manos de EEUU, disminuyó la demanda de los productos argentinos y
cayeron los precios, todo esto puso
punto final el modelo agro exportador.
La elite comercial
porteña, nacida durante el Virreynato, hizo su fortuna y consolidó su poderío económico a través del comercio de
esclavos y el contrabando y más tarde fue convirtiéndose en una burguesía
comercial, asociada a la banca y el
comercio inglés, no dejó nunca de ser una burguesía mercantil parasitaria.
Luego de su triunfo en la guerra civil, al apropiarse de las tierras fértiles
de la pampa, va mutando de costumbres,
imitando las europeas, haciendo de la ostentación de riquezas y lujos un
modo de vida. Su modo de producción siguió
teniendo una lógica feudal, apropiarse de las rentas extraordinarias que daba
la tierra y la explotación de la mano de obra criolla. Así se convirtió en una
oligarquía parasitaria que frustró cualquier
atisbo de industrialización del país.
Aparece con nitidez
en esta etapa un fenómeno que se repetirá a los largo de la historia argentina
hasta nuestros días, las crisis externas, producidas por el constante
endeudamiento con la banca extranjera. Durante el periodo 1860 – 1930, el
modelo se sostenía en fuerte exportaciones de productos agropecuarios, a su vez
había un nivel muy alto de importaciones de bienes, por un lado suntuarios,
para abastecer las costumbres europeas de la oligarquía en el poder y por el
otro, bienes de primera necesidad que Argentina no producía.
En muchos momentos las importaciones eran
mayores que las exportaciones, sumado a esto el pago de capital e intereses de
deudas anteriores, generaban un déficit constante en la balanza de pagos que
era solventado por más deuda. Cuando los precios internacionales bajaban la
economía argentina entraba en crisis.
Dice Aldo Ferrer
("La economía argentina", Ed. Fondo de Cultura Económica —1963—) : “...
Finalmente, dado el papel clave que el sector agropecuario jugó en el
desarrollo económico del país durante la etapa de economía primaria
exportadora, la concentración de la propiedad territorial en pocas manos
aglutinó la fuerza representativa del sector rural en un grupo social que ejerció,
consecuentemente, una poderosa influencia en la vida nacional. Este grupo se
orientó, en respuesta a sus intereses inmediatos y los de los círculos
extranjeros (particularmente británicos) a los cuales se hallaban vinculados,
hacia una política de libre comercio opuesta a la integración de la estructura
económica del país mediante el desarrollo de los sectores industriales básicos,
naturalmente opuesta también a cualquier reforma del régimen de tenencia de la
tierra. La gravitación de este grupo no llegó a impedir el desarrollo del país
en la etapa de la economía primaria exportadora, dada la decisiva influencia de
la expansión de la demanda, externa y la posibilidad de seguir incorporando
tierras de la zona pampeana a la producción. Sin embargo, después de 1930, cuando las nuevas condiciones del país
exigían una transformación radical de su estructura económica, la permanente
gravitación del pensamiento económico y la acción política de ese grupo
constituyó uno de los obstáculos básicos al desarrollo nacional”.
Esta oligarquía sigue
teniendo al día de hoy, mucho poder. No ha desaparecido como algunos quieren
hacernos creer. Por supuesto ha ido mutando en su composición y ha ido sumando
a otros sectores que se han ido enriqueciendo en las décadas siguientes y ha ido
diversificando sus negocios, pero siempre hacia actividades rentísticas y
financieras trasnacionalizadas, por donde canalizan el excedente de la renta
agropecuaria acaparado. Algunos han
incursionado en actividades
industriales, pero solo en negocios muy rentables, de carácter monopólico,
destinados al mercado interno y sin vocación de competir o salir a buscar
mercados externos.
En 1930, en medio de
la crisis mundial, generan un golpe que desaloja del poder a Hipolito Yrigoyen
y a su partido la Unión Cívica Radical. Este gobierno, si bien lleno de errores
y contradicciones, representaba a los sectores medios en ascenso y a sectores
populares urbanos. La oligarquía volvía
a tomar las riendas del gobierno de un país al que siempre creyó propio. Se inicia así una nueva etapa, llena
de golpes oligárquico -militares, inestabilidad política, fuerte protestas
sociales, represión y crisis económicas periódicas y recurrentes. Pero esa es
otra historia, aunque siempre con los mismos actores.
Antonio Muñiz
Marzo 2020
genialujan@gmail.com
http://causapopularynacional.blogspot.com/
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