Lecciones de la historia:
Estamos ante un cambio de gobierno el próximo
11 de diciembre, y con él la vuelta de una coalición popular hegemonizada por
el peronismo.
Una vez más el neoliberalismo mostró en los cuatro años de gobierno macrista su
incapacidad para generar un proyecto de país que incluya a todos los argentinos
y dejando una crisis económica profunda que condicionara al próximo gobierno.
El gobierno de Alberto Fernández – Cristina
Fernández se encontrara con un país en
crisis, endeudado, con alta inflación, recesión, pobreza e indigencia en
aumento, bajas reservas, alta desocupación, etc.
Agravado porque estamos en un mundo complejo, muy
convulsionado, en medio de una guerra
comercial y política entre China e EEUU, por la hegemonía mundial en el siglo
XXI.
Y una Latinoamérica en ebullición, dado el
agotamiento del modelo neoliberal en la región, Ecuador y Chile, con grandes
protestas populares en las calles, crisis y inestabilidad política en Perú, Venezuela
atacada y jaqueada por las políticas imperialistas de EEUU, Brasil en una etapa
de derechización con Bolsonaro, que no
tiene destino y más temprano que tarde estallara en masivas protestas en las calles,
Centro América y Méjico azotadas por la violencia, en “guerras civiles”
larvadas, donde se mezclan las luchas populares, las organizaciones cuasi
delictivas, la guerrilla , el narcotráfico, la organizaciones paramilitares, la
DEA y la CIA, donde el Estado ha perdido
su capacidad de control sobre su población y territorio.
Es indudable que el próximo gobierno tendrá un
camino azaroso, lleno de escollos y dificultades.
Es importante analizar el periodo 2003 -2015
para detectar los problemas, restricciones y oportunidades de una estructura
política y económica construida a partir de una lógica liberal durante el
proceso militar y completada durante el menemismo en los 90, dentro de la cual
se desenvolvió, no sin contradicciones, el kirchnerismo,.
Analizar ese periodo es importante, con sus
éxitos y fracasos y debe dejarnos enseñanzas para afrontar el próximo gobierno
popular.
No está de más decir que este análisis debe
hacerse desde una óptica argentina y latinoamericana, ya que es necesario romper con los moldes
eurocéntricos que limitan nuestra visión. Es necesario pensar nuestra
realidad, situados en el aquí y ahora,
de un continente sometido y agredido por
los intereses imperiales.
Es por ello que nos proponemos entender el
fenómeno económico no como un hecho aislado y autónomo, sino como la resultante
de situaciones y actores políticos en
conflicto, con dimensiones históricas,
sociológicas y hasta culturales, en el marco de una estructura dependiente.
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De la
libertadora al menemato
El
periodo de industrialización tardía en Argentina comienza en la década del 30
cuando la crisis mundial hizo entrar en crisis el viejo modelo agro exportador
vigente desde el triunfo de la burguesía comercial porteña sobre el interior.(1860)
Este proceso
de industrialización se basó en la sustitución de importaciones (ISI) y
puede ponerse como fecha del periodo 1930/1976.
Según Mario Rapoport el proceso de
industrialización fue realmente exitoso llegando a 1974 con altos índices
desarrollo industrial, altos salarios y una creciente exportación de bienes industriales. Dos datos simplemente
para marcar la etapa, la pobreza era en 1976 del orden del 4% de la población,
mientras la deuda externa apenas superaba los seis mil millones de dólares. Sin
embargo este proceso fue abortado adrede
por las políticas neo liberales del
gobierno militar (1976/83).
Una limitación que tuvo el proceso de
industrialización fue las periódicas restricciones externas, la falta de
divisas generaba periódicamente un freno
a la actividad económica conocido como “stop and go”, “freno y arranque”, sin
embargo estas situaciones no detuvieron la ISI,
Esta dinámica cíclica de la economía, que se agudiza después del golpe de 1955, articulaba con los
distintos intereses sociales y las relaciones de clase, encarnados en dos
modelos de país en conflicto permanente. Por un lado los intereses agro
pecuarios ligados al sector exportador y aliado a los capitales trasnacionales
, a su vez subordinado a los intereses primero ingleses y luego en la posguerra
, de EEUU, enfrentados a los sectores
industrialistas , en general el sector pyme, aliado, aunque en una relación a veces conflictiva, con los sectores obreros
organizados.
Por otro lado la proscripción del peronismo,
la persecución de sus dirigentes
políticos y gremiales, generó la resistencia activa por parte de los
sectores populares durante toda la década del 60 y principios de los 70,
provocando una situación de extrema
inestabilidad política y económica, con la sucesión de gobiernos
democráticos débiles y gobiernos de facto fuertemente autoritarios.
El golpe de Estado de marzo de 1976 llegó con el claro objetivo de poner fin a esa
Argentina “peronista”, que sobrevivía a pesar de la fuerte represión post
1955, sobre todo quebrar la alianza de
los trabajadores, verdadero sujeto político de la etapa, con la burguesía industrial
“nacional”. Las políticas económicas inspiradas en las doctrina monetaristas de
Milton Friedman y la Escuela de Chicago, de libre comercio y la desregulación
de los mercados, tuvieron el claro objetivo de desmantelar las bases económicas
productivas que daban sustento el proceso de ISI, y por el otro a través de una
política represiva se atacó a los sectores obreros más combativos, a través de
la cárcel y la desaparición de muchos dirigentes de base, así como se dispuso la intervención de todos los sindicatos
organizados y la prohibición de toda actividad gremial y política. No es casual
que si se analizan las listas de detenidos desaparecido, el grueso de ellos
fueron delegados de bases y miembros de las comisiones gremiales internas.
Por un lado se avanzó en la destrucción de
gran parte de estructura industrial pyme que producía para el mercado interno,
con su secuela de desocupación y empobrecimiento de los sectores populares, vía
la precarización laboral y la pérdida constante del salario real, por el otro como contraparte la
consolidación del sector del capitalismo más concentrado ligado a los intereses
extranjeros y a un nuevo actor en la escena mundial, el capitalismo financiero.
Esta nueva sociedad generó un masivo
endeudamiento tanto del sector privado como del público, esto se dio por el
ingreso de ingentes sumas de petro dólares en el mercado financiero mundial,
luego del aumento de precios del petróleo (1973).
La políticas llevadas adelante por la
dictadura modificaron toda la estructura
productiva del país El masivo endeudamiento externo encarado por la dictadura
modificó la dinámica del sector externo y el
comportamiento de ciertos sectores sociales. Uno de ellos fue la
dolarización de la economía y el otro la acumulación y posterior fuga de
divisas. Lejos de resolver los problemas que estaba enfrentando la economía
argentina, la deuda provocó la fuga de capitales, y aunada a los pagos de
intereses, generó consecuencias negativas, profundas y duraderas.
A pesar de la caída y fracaso del Proceso
militar, en medio de una crisis económica provocada por la deuda y el mal
manejo de las variables económicas y de una aventura bélica desastrosa, un
último manotón de ahogado para sostenerse en el poder, las principales
herramientas y objetivos continuaron durante el gobierno radical (1983/89) y se
afianzarían aún más durante la etapa de la convertibilidad (1991/2001)
Según autores como Basualdo, Kulfas y otros,
en esa década se incrementaría notablemente la dependencia financiera debido a la profundización de las reformas
neoliberales iniciadas por la dictadura militar y la imposición de una caja de
conversión, la cual anulaba la política cambiaria y monetaria, y restringía
notablemente los márgenes de acción fiscal. La fuerte dependencia del ingreso
de capitales condujo a un aumento exponencial de la deuda externa pública y
privada, a una acelerada concentración y extranjerización de la estructura productiva, acompañada por
un continua desindustrialización y primarización de la economía.
El ciclo neoliberal 1976/2001 modeló un país
distinto al anterior, los cambios no solo fueron económicos o en la faz
productiva, consolidaron un nuevo bloque de poder y sobre todo una matriz cultural hegemónica.
Los cambios en la sociedad argentina fueron profundos, marcaron a varias generaciones y sus secuelas
de pobreza e indigencia todavía nos quedan como una llaga abierta en una
sociedad que fue hasta los 70 la más integrada y desarrollada de Sudamérica.
Como una de las consecuencias de la crisis, más del 20 % de desocupación y más del 50 % de
la población de bajo la línea de pobreza, fue generándose un nuevo fenómeno
político, los movimientos sociales, primero como acto de resistencia el
“piquete” y luego fueron evolucionado hacia organizaciones más complejas para dar respuestas a
necesidades comunitarias, trabajo, alimento, educación, y sobre en actores
políticos activos y movilizados.
El modelo estalló en 2001, con una profunda recesión, el
default, la salida traumática de la convertibilidad y masivas manifestaciones
populares de protesta, que provocaron la
caída del gobierno de De la Rúa.
El fin
del ciclo neoliberal y el reinicio del proceso de industrialización
Con la crisis en diciembre del 2001, termina
en Argentina el ciclo neoliberal iniciado en 1976. Este fin de ciclo se fue
dando en muchos países latinoamericanos casi al mismo tiempo.
Superada la sucesión de presidentes y
afianzada la figura de Duhalde liderando la salida de la crisis, comienza otra
etapa.
El kirchnerismo gobernó Argentina durante 12
años (2003-2015), aunque en ese lapso pueden diferenciarse dos grandes fases,
viendo en conjunto puede verse un periodo relativamente exitoso, aunque no pudo
superar algunas situaciones internas y externas que lo condicionaron y limitaron.
La primera fase comprende los cuatro años del
gobierno de NK y los primeros dos años de CFK, partiendo de una situación de
crisis casi terminal producida por el fracaso y estallido del modelo neoliberal
de los noventa, logró altos índices de crecimiento y mejores sociales significativas. El
segundo periodo fue marcado por el crack de la firma Lemans
Brothers y la crisis en la economía mundial que se desató a partir de
allí, el conflicto con el campo en lo
interno por el aumento de las retenciones y algo poco nombrado, pero de
funestos resultados, la agresión permanente por parte del fondos buitres en una
campaña de ataque al gobierno de CFK y a la República Argentina. Esta etapa fue
mostrando una ralentización de las mejoras económicas, por ende con menores
avances sociales, sin embargo hubo en el
periodo importante avances políticos: el triunfo de CFK en 2011 con el 54% de
los votos, la sanción de ley de medios, la ley de matrimonio igualitario, la
AUH y otros programas de inclusión social, la fuerte presencia internacional de
CFK con una posición muy clara contra el orden financiero global imperante,
etc.
Con el default de la deuda pública y la mega devaluación del
peso en 2002, sumados a un aumento de los precios de los commodity exportables, en especial la
soja, a caída de las importaciones dada
la recesión interna y luego ya en el gobierno de Néstor Kirchner la
renegociación de la deuda con quitas importantes Argentina inició un
periodo de superávit en su balanza de pagos, acumulando reservas.
Dicho superávit permitió, incluso, cancelar anticipadamente
la deuda pendiente con el Fondo Monetario Internacional, 9 600 millones de
dólares, sin afectar la posición externa
del país.
En un escenario de superávit fiscal y de balanza de pagos, el gobierno de Néstor
Kirchner logro un crecimiento del
PBI promedio del 8,4 % anual, con un
fuerte rol protagónico del sector industrial, lo que permitió también disminuir
el desempleo del casi 20 % a un 8%, el salario real aumentara un 17 % y una
inflación en gran parte del periodo por debajo del 10%, reduciendo el peso de
la deuda a un 45 % del PBI.
Los grandes ganadores de esta etapa fueron sin
duda los productores agropecuarios y los grandes exportadores, beneficiados por
un dólar alto y precios internacionales en alza, si bien estos vieron mermados
los precios finales por la aplicación de retenciones, en segundo lugar el
sector industrial y comercial volcado al mercado interno.
Perdedores, relativos, fueron el sector
bancario financiero y las empresas de
servicios públicos privatizadas en los 90.
Los límites del modelo
La política expansiva de Néstor Kirchner
perdura hasta los primeros dos años del gobierno de CFK, ya para 2008 se
produce el estallido de la burbuja financiera de las “subprime” que desencadenó
una crisis que afectó a toda la economía mundial y cuyas consecuencias llegan a
nuestros días, internamente en marzo de 2008 de produce el lockout patronal de
las organizaciones agropecuarias en contra
de la resolución 125 que aplicaba una alícuota mayor en las retenciones.
Golpeado por la crisis externa, imposibilitado
de captar el excedente de la renta de los sectores exportadores, con una fuerte
presión que ejercían las importaciones, el pago de la deuda, la remisión de ganancias
al exterior y la intensificación de la
fuga de capitales, en un proceso inflacionario
creciente, desaparece el superávit fiscal y se reduce el superávit de la
cuenta corriente.
En la segunda etapa kirchnerista (2008-2015)
el PBI creció a un promedio de 1.5% por año, la desocupación paso de 7.3% a
6.6% y el salario real se incrementó un
4.5%, aumento de la inflación, expansión del gasto público y continuo deterioro
del sector externo.
Este comenzó a hacerse sentir muy fuerte a
partir del 2011, cuando comenzaron a perderse reservas. Pueden enumerarse
varias razones que hicieron llegar a esta situación, algunas coyunturales, como
la crisis internacional, la sequía de 2009 que disminuyó los excedentes exportables, otras que
claramente tienen que ver con restricciones estructurales, la Argentina sigue
dependiendo casi exclusivamente de la venta de commoditys agro pecuarios. A su
vez el proceso de industrialización requiere un aumento importante de la
importación de bienes de capital y productos intermedios, la existencia de
áreas industriales de fuertemente deficitarias como el automotriz o el área
industrial de Tierra del Fuego; más la fuga de capitales y el pago de la deuda y la
remesa de utilidades de las firmas extranjeras a sus casas matrices. A esto hay
que sumarle el déficit energético producido por el aumento de la capacidad
industrial productiva y la falta de
generación de energía por parte de las empresas privatizadas, incapaces de
proveer la demanda solicitada. El ejemplo más perverso fue YPF en manos de la
española Repsol, que con una lógica de saqueo de nuestros recursos, sobre explotó
las reservas existentes y no invirtió
en la exploración de nuevos yacimientos. Esta situación llevo al
gobierno a la nacionalización de la compañía española, a fin de recuperar
soberanía energética.
Esta situación en que las exportaciones se
volvieron insuficientes para financiar la demanda de divisas, la debilidad de
la posición externa de la economía argentina hizo evidente la necesidad de
financiamiento para cerrar la brecha externa.
El gobierno de CFK intentó acordar las
cuestiones irresueltas en el frente externo, especialmente la deuda pendiente
con el Club de París, los fondos buitres
y las empresas extranjeras que habían obtenido fallos favorables en los
Tribunales internacionales.
La negativa del gobierno de volver a acordar
con el FMI, dada las imposiciones políticas de este ante cualquier aporte de
divisas, la cuestión irresuelta con los fondos buitres, más la crisis
internacional hicieron muy complejo el acceso a los mercados financieros
internacionales.
Ante esta situación el gobierno optó por imponer restricciones en
el uso de las divisas internacionales, control de importaciones, límites a la
compra de monedas extranjeras para atesoramiento y/o turismo y trató de
postergar la remisión de utilidades de las empresas y bancos extranjeras.
Además acordó con el gobierno chino una línea de swap y con otras medidas
transitorias logro un aumento de las reservas. También tuvo que avanzar con un
ajuste parcial de la economía a partir de la devaluación de la moneda, el
aumento de las tasas de interés y una menor emisión monetaria.
Todo esto en medio de una guerra política,
económica y mediática por parte de los
círculos de poder donde se conjugaban los grandes medios de prensa, la banca,
las empresas más concentradas, los “servicios”, parte del poder judicial, los
fondos buitres y la siempre presente embajada yanqui, etc.
A pesar de todo esta situación el gobierno de
CFK logro completar su mandato sin una crisis política - económica ni una
crisis externa grave en la balanza de pagos.
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En cuanto el “modelo” comenzó a mostrar
ciertos límites, comenzaron las tensiones entre el gobierno y ciertos sectores superiores de la burguesía.
El primer gran conflicto fue con las patronales del “campo”, cuando el gobierno
pretendió subir en un pequeño porcentaje las retenciones (2008). Esta
pretendida apropiación por parte del estado de la renta extraordinaria de la
producción sojera fue violentamente resistida, con piquetes y cortes de ruta,
hasta que finalmente el gobierno tuvo que retroceder en esa postura.
Se ve en este periodo que a pesar de verse
beneficiada con los cambios en los precios relativos, y una política económica
expansiva, la burguesía no modificó en
lo esencial el carácter que representó en las décadas anteriores.
En este sentido, puede decirse que la
burguesía tuvo una vez más la
oportunidad de convertirse en una “burguesía nacional”, es decir una burguesía
que fuera capaz de poner en juego sus intereses de clase y liderar un proyecto
industrializador para la Argentina.
Una vez más defeccionó, renunció a su rol
histórico; siguió siendo una burguesía concentrada y extranjerizada.
Lamentablemente, a pesar de las oportunidades
en la economía internacional y los
importantes cambios producidos en la orientación de la política económica, no
se desarrollaron nuevos sectores dinámicos ni se diversificó significativamente
la economía argentina, es decir, no hubo cambios en la matriz productiva.
Por otra parte las “pymes”, también han mostrado
una incapacidad manifiesta y
tampoco parecen estar dispuestas a
llevar adelante un modelo de país distinto al tradicional.
Por un lado están vinculadas a empresas y
negocios tras nacionalizados o por el otro se desarrollan en sectores poco
dinámicos, con tecnología obsoleta, orientados al mercado interno.
En ambos casos las lleva a la subordinación, aunque
muchas veces conflictiva, del capital nacional a la lógica y los intereses del
capital concentrado y extranjero.
Está claro que
ningún sector capitalista está en
condiciones, ni siquiera interesado, en
liderar un proceso de cambio estructural a través de una fuerte inversión en el
desarrollo de nuevos sectores dinámicos con mayor valor agregado y alto
contenido tecnológico.
La falta de un proyecto de país a largo plazo,
la ausencia un sujeto político dinámico, que liderara el proceso, en especial
la burguesía, hacia imprescindible que el Estado fuera el motor de ese proceso.
Hubo un error o falencia en la políticas
del gobierno durante esta etapa, se hubiera requerido un mayor presencia del
estado no solo como árbitro o control, sino romper con el tabú neoliberal y
volver a construir un estado empresario en aquellas áreas estratégicas, que
permitiera romper la vieja estructura hacia una matriz productiva basada en la
innovación tecnológica y así potenciaran un fuerte desarrollo interno pero con
proyección internacional, que rompiera los lazos de dependencia financiera y
tecnológica.
Consideraciones finales
La falta de transformaciones de fondo hicieron
que volviéramos a repetir el ciclo de stop and go, dada la restricción externa
que se dio al final del gobierno de CFK, que permitió el regreso del
pensamiento neoliberal, la burguesía agro exportadora y el capital financiero globalizado al poder.
Sin embargo tampoco el modelo neoliberal y sus
principales actores y beneficiarios pueden articular un proyecto de país
integrado y viable en el largo plazo. El modelo de acumulación del
neoliberalismo lleva a una concentración de la riqueza que roza el saqueo de
los sectores populares, que pulveriza el mercado interno al destruir el salario y en muchos
casos el trabajo mismo. En un círculo perverso de ajuste permanente,
endeudamiento externo, apropiación de las divisas y posterior fuga de capitales
por parte de sectores tras nacionalizados,
no hay posibilidad de construcción de un país medianamente serio.
El fracaso manifiesto del modelo neoliberal en
argentina, permitirá el regreso de un gobierno nacional y popular.
Ahora está claro que el próximo gobierno se
encontrara con las mismas o mayores restricciones que la anterior experiencia
popular.
El desafío será romper el circuito de
dependencia externa, tanto financiera como tecnológica.
El dilema en países como Argentina y en
general en todo el sub continente es que si no
se rompen los lazos de dependencia y sub desarrollo, si el Estado no logra apropiarse en beneficio de toda la
nación del excedente de la renta agropecuaria, minera y energética y con ello
romper las restricciones externas y volcar esas divisas hacia un proyecto
acelerado de industrialización basado en agregar valor a las producciones
primarias, alimentos y minerales, petróleo, etc, no hay destino nacional.
Es fundamental desarrollar industrias basadas en las nuevas
tecnologías que están marcando la nueva revolución industrial en el mundo. El
desarrollo de procesos de vinculación de innovación tecnológica con los
procesos productivos será clave en la construcción de una nueva matriz, que
contemple el fortalecimiento del mercado interno
y también el mercado exportador.
Las nuevas tecnologías, Vaca muerta en energía,
los yacimientos de litio en el norte,
una minería sustentable, más la producción de alimentos son oportunidades en la
medida de que se agregue valor a esa producción y se pueda exportar, en un mercado
externo muy difícil, productos industrializados, que rompan nuestra dependencia
y nos permitan una inserción distinta y
ventajosa en el mundo globalizado.
Antonio
Muñiz
Octubre 2019
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