Luego de la crisis del modelo neoliberal en
2001, Néstor Kirchner, el presidente
electo que debió enfrentar la implosión de la economía argentina, expresó desde un principio su intención de “rescatar
a la economía argentina de las ruinas del neoliberalismo”. Declaró además, que “es imposible construir un proyecto
nacional si no consolidamos la “burguesía nacional”.
De hecho, en varios de sus discursos
posteriores enfatizó la necesidad de
tener un “capitalismo nacional”.
También en Brasil, el ascenso al poder de Luis
Ignacio Lula Da Silva y el “Partido de los Trabajadores” reavivó el hablar
de un pacto social entre el trabajo y el capital y la posibilidad de forjar un espacio para el desarrollo de Brasil
por medio de una alianza con los “industriales nacionales”.
Ambos procesos resultaron exitosos en cuanto a logros de inclusión social, disminución de la
pobreza, desarrollo de algunos sectores industriales, autonomía con integración
regional, etc, también mostraron las limitaciones de estas burguesías
nacionales, que terminaron en Argentina favoreciendo y apoyando el modelo neo
liberal saqueador de Macri y en Brasil apoyaron primero el golpe palaciego
contra Dilma Rouseff y luego la proscripción y cárcel de Lula, permitiendo el
escandalosos gobierno de Bolsonaro.
Un
poquito de historia:
Este modelo de alianza entre el sector obrero
y la burguesía nacional más el Estado fue la alianza social que sustentó, si
bien con marchas y contramarchas, contradicciones y conflictos, casi todo el proceso de
industrialización por sustitución de importaciones, desde la crisis del 29
hasta la crisis del petróleo a mediados de los 70.
En Argentina, si bien el proceso de
industrialización también comienza en los años 30, con la depresión y el
comienzos de la segunda guerra mundial, es luego de la asunción del gobierno de
Juan domingo Perón, que el proceso se acelera, basado en una fuerte
participación del Estado con políticas muy activa, con planes nacionales de
desarrollo y una alianza social entre el trabajo y la producción, en el marco
de un “proyecto nacional”.
Durante los primeros gobiernos peronistas
(1946-1955), los cambios económicos, políticos y sociales provocan profundas
transformaciones en el desarrollo del movimiento de la sociedad argentina,
plasmándose una nueva conformación de fuerzas sociales enfrentadas.
A su vez ya superada la guerra emerge un mundo
bi polar en el marco de una “guerra
fría” entre las dos potencias
“ganadoras” del conflicto mundial.
Este nuevo orden político y económico marcó la necesidad de un cambio en las políticas
económicas del peronismo hacia el desarrollo de las industrias pesadas y
energía. Además el modelo requería un aumento en la productividad de toda la
economía. En ese marco se realiza el Congreso de la Productividad y el Bienestar
Social, convocado conjuntamente por la Confederación General del Trabajo (CGT)
y la Confederación General Económica (CGE), con apoyo institucional del Estado
justicialista, en marzo de 1955, se propuso discutir la forma de llevar
adelante un proceso de racionalización de la producción para incrementar los
niveles de productividad, de acuerdo con las metas planteadas ya en el Segundo
Plan Quinquenal
El Congreso fracasó, ya el golpe militar
estaba en marcha y la burguesía se estaba alineando con las fuerzas golpistas,
junto a la Iglesia, un sector de las fuerzas armadas, las oligarquías agro
ganaderas y las empresas de capital extranjero.
Sin embargo es interesante el análisis de las posiciones en conflicto,
mientras el sector obrero se mantuvo muy fuerte en defensa de las conquistas
logradas en ese periodo, para la representación empresaria nucleada en la CGE
las ‘excesivas’ conquistas obreras eran en definitiva un freno a la
organización de los planes de producción”.
Para Alejandro Horowicz, a partir del año 1952
se va a producir una ofensiva del capital norteamericano basado en la difícil
situación financiera nacional producto de la caída de los precios
internacionales de las materias primas exportadas por nuestro país y de las
nuevas relaciones de fuerza a partir de la consolidación de EE.UU. como
potencia hegemónica. Según el autor, la “estructura productiva nacional
constituía un obstáculo para el avance del capital norteamericano”
Al mismo tiempo, y ante la imposibilidad de
seguir importando bienes de capital debido a la falta de divisas, los
industriales comenzarán a presionar para “aumentar la productividad del trabajo
como único camino para incrementar ingresos”.
Así, el comienzo del fin de la etapa nacional
y popular y el fin de la alianza de
entre el sector obrero y los empresarios nacionales. Estos en el nuevo bloque
hegemónico pasaron a realizar una
“ofensiva política, ideológica y económica para instalar socialmente la
convicción de que el problema radicaba en la excesiva intervención y gasto
estatal y en el elevado nivel de los salarios y las elevadas condiciones de
trabajo que limitan la productividad”
Este pensamiento simplista y falaz, se
mantendrá constante hasta nuestros días. La pregunta es ¿Porque la “burguesía
nacional” nacida al calor de las políticas del estado y que había prosperado
notablemente tira por la borda toda la
experiencia y termina asociándose y subordinándose a la oligarquía campera, al
capital norteamericano, a la banca y los sectores rentísticos.?
Este renunciamiento de la burguesía nacional
muestra su incapacidad para liderar un proceso de desarrollo autónomo,
incapacidad que se volverá a mostrar en las décadas siguientes. (1)
A lo largo de las siguientes décadas la
burguesía industrial busco su camino lejos de los sectores obreros, abandonando
el proceso de desarrollo nacional y popular y apostando a un desarrollismo de
carácter liberal. Este modelo fue complicado, con idas y vueltas, pero de
crecimiento del sector durante toda la década del 60, llegando a principio de
los 70,
En 1966, con el gobierno militar de Ongania,
el primer Ministro de Economía, fue un empresario nacional, Jorge Salimein, Ceo del grupo Sasetru y
presidente de la CGE
Salimei expresaba una estrategia diferente a
la de la UIA, y afín a la política reformista impulsada por las fracciones de
la burguesía representadas por la Confederación General Económica. La
resolución de la crisis económica, cuya principal expresión era la caída de la
tasa de ganancia industrial, requería para la UIA medidas diferentes que anudaban
una serie de alianzas distintas a las tejidas por Salimei. Para la UIA la
salida para superar la crisis de acumulación demandaba la caída de los
salarios reales y la reestructuración de los gastos estatales, el aumento de la
productividad y la eficiencia, el disciplinamiento de los sectores obreros y la
restructuración de la legislación laboral y previsional en virtud de disminuir
el costo de la mano de obra. A su vez, se demandaba el apuntalamiento
estatal para generar la competitividad industrial que permitiera apuntar hacia
la conquista de los mercados internacionales.
La
gestión Salimei estaba muy lejos de coincidir con los objetivos de la UIA, así
duro apenas 6 meses y fue reemplazado por Krieguer Vasena, con posiciones más
liberales y cercanas a la UIA. El proceso militar termina en medio de fuerte
movilizaciones populares, motorizados por los sectores obreros organizados
contra las políticas económicas y la fuerte políticas represivas.
El desarrollo logrado permitió grandes logros
durante el período 1930/76, entre los primeros se puede mencionar una elevada
tasa de crecimiento económico: entre 1964 y 1974 el crecimiento anual promedio
fue del PBI fue del 5 %, mientras que la tasa promedio del PBI industrial fue
del 7 %. Otro dato significativo es que mientras el porcentaje en 1960 de
exportaciones de productos manufacturados fue del 3 %, en 1974 fue de un 24
% sobre el total de exportaciones.
Sin embargo en toda la década se ve que la
burguesía fracturada y subordinada a los capitales extranjeros, con una
economía cada vez más extranjerizada y más concentrada.
La experiencia del gobierno peronista de
1973/76 reedita el modelo de Pacto social entre la CGe , liderara por José
Ver Gelbard, tal vez el más lúcido exponente de esa burguesía nacional, con un
claro proyecto político y económico, de desarrollo industrial, la CGT liderada
por José Rucci y el fuerte apoyo del Presidente Perón, que hizo de ese Pacto
Social y el Plan Trienal, ejes centrales
de su gobierno.
Fue un periodo complejo, donde primaba la
lógica de la violencia sobre la política, el asesinato de José Rucci, dio un
golpe muy fuerte al proyecto, la muerte de Perón en 1974, le quitó poder político a Gelbard y al Pacto social,
que finalmente renuncia 4 meses después.
El sector empresario no acompañó el proyecto,
más bien hubo un saboteo constante, con aumentos de precios, desabastecimientos,
agio y especulación. El último discurso de Perón el 12 de junio hace referencia y denuncia estas
acciones de sabotaje. (2)
El posterior golpe militar de 1976 marco el
fin del proceso de industrialización por sustitución de importaciones, no porqué
estuviera agotado sino por la decisión de la
burguesía argentina de acoplarse al mundo a través de un modelo de
acumulación basada en lo rentístico financiero. Este escenario de predominio de
la especulación sobre la producción
potenció la concentración del capital, el endeudamiento externo, el
desmantelamiento del tejido industrial, desocupación, indigencia y un alto
nivel de exclusión social.
Es decir pasar de un modelo industrialista
basado en la producción y el trabajo a un modelo de acumulación basado en la
especulación financiera.
Para esto debió apoyar el golpe militar de
1976, con la represión brutal incluida, para poder imponer el programa económico
de Martínez de Hoz, que les garantizaba su inserción en los negocios de la
intermediación financiera, pero renunciaba a un desarrollo industrial autónomo.
Estas políticas neo liberales generaron una
fuerte concentración económica, sobre todo en los grandes grupos locales y las
empresas trasnacionalizadas, que pudieron insertarse en el nuevo orden,
aquellas industrias que producían para el mercado interno o en escalas muy baja
no pudieron competir, así ramas enteras de producción nacional pymes desaparecieron o quedaron en una mínima expresión.
En el periodo 76/83 dejo una argentina
fracturada, con un tejido social y económico hecho añicos, endeudada y
condicionada por las siguientes décadas.
“De nuestra famosa “burguesía nacional”
podríamos decir que maduró tarde y se pudrió bien temprano. Incapaces de
conducir el proceso de sustitución de importaciones que tuvo lugar durante la
segunda mitad del siglo XX “, aceptaron y apoyaron las políticas neoliberales
de desindustrialización de Martínez de Hoz
y más tarde durante el gobierno menemista subordinándose a las
firmas trasnacionales. (3)
Hubo grupos económicos que pudieron acoplarse
al nuevo orden, aprovechando su internacionalización, pero también los vínculos
con el estado, a través de prebendas pero también vía corrupción. Durante los
80 un tercio de las empresas eran de capitales argentinos. Sin embargo ya sus
intereses y forma de acumulación no tenían que ver con los intereses
nacionales. Por el contrario comienza un proceso perverso de acumulación interna
a partir de negocios asegurados y de
alta rentabilidad, para luego dolarizar sus ganancias y fugarla hacia paraísos
fiscales.
También durante el menemismo se asocian con
grupos extranjeros en las privatizaciones y el desguace del estado, a fin de integrarse
verticalmente y consolidar su posición de oligopolio en algunos mercados
Hacia el final del periodo 89/2001, en el panel de las 200 empresas líderes en la estructura
productiva del país, solo 47 eran nacionales.
Por un lado puede contactarse el afianzamiento
estructural de un puñado de grupos especializados en procesar, comercializar y exportar materias primas, por el
otro se continuó con la extranjerización de gran parte de estructura productiva
así como una mayor concentración de las cadenas productivas y de
comercialización.
La
década kirchnerista
Como decíamos al comienzo los gobiernos de
Néstor y Cristina Kirchner intentaron recrear una burguesía nacional que
acompañara el proceso de reindustrialización que llevaron adelante durante los doce
años de gestión.
Haciendo un balance del periodo puede decirse
que más allá de errores y contradicciones el proceso fue exitoso en cuanto al
crecimiento de la economía, y del sector industrial en particular, aumento de
los puestos de trabajo, mejora de salarios, reducción de la pobreza, inclusión de sectores marginados.
Basada en el objetivo de defender el mercado
interno, aumentar la demanda a partir de paritarias libres, fuertes inversiones
del estado, salario mínimo y jubilaciones, aumento de las exportaciones, el
periodo 2003/08 fue un quinquenio donde se crecía a “tasas chinas”,
estancándose ese crecimiento hacia el 2008/9 dada la crisis global originada
por la debacle de la “Lehman Brothers”.
Sin embargo el crecimiento de la economía argentina
en todo el periodo 2003/15 marco un crecimiento que nos da un tercer lugar en
el mundo después de China e India.
Es de destacar que se crearon miles de
empresas. De 1996 a 2002 cerraron más de 9 mil empresas. Pero desde 2003 a 2014
se crearon 14.621, de las cuales más de 6 mil eran pymes. Se pasó de 80 parques
industriales en 2003 a 330 en 2014, teniendo como objetivo llegar a 660 en
2020.
En este periodo de gobierno el Estado nacional
retomó el control de algunas empresas privatizadas durante el menemismo, entre
las cuales sobresalen por su importancia los casos de YPF, Aerolíneas
Argentinas, Aysa (ex Aguas Argentinas), Correo Argentino y las Administradoras
de Fondos de Jubilaciones y Pensiones. Este proceso, que comenzó con una serie
nacionalizaciones aisladas en el gobierno de Kirchner y se intensificó desde
2008, llevó a que creciera la importancia de las firmas públicas y las
asociaciones con presencia estatal en el conjunto de las empresas más
importantes del país. Ahora bien, las estatizaciones no formaron parte de un plan
diseñado para incrementar estratégicamente la presencia del sector público en
la economía, como sí aconteció en otros países de la región, sino que más bien
fueron respuestas tácticas en determinadas coyunturas críticas.
Como paradoja, o no tanto conociendo la
historia, los grandes grupos económicos ganadores de este proceso histórico más
el sector pyme en general acompañaron el cambio de gobierno, dándole su apoyo a
un sector político que representan los intereses de los grandes grupos concentrados, el sector
agro exportador y la banca.
“En el agrupamiento de los “ganadores” de la
posconvertibilidad se encuentran algunos holdings que mantuvieron prácticamente
estable su posición, tres grupos claves del poder económico de la Argentina:
Techint, Clarín y Madanes.
Fueron doce los grupos empresarios que
aumentaron su ponderación dentro la cúpula, la mitad de los cuales posee base
agroindustrial (Urquía, Vicentín, Navilli, Mastellone, Ledesma y Arcor). Esta
inserción sectorial marca un claro punto de continuidad con las
transformaciones del capital concentrado durante la década del noventa.”
Entre los que permanecieron en la cúspide pero
perdieron importancia relativa durante estos años figuran Pérez Companc,
Eurnekián, Sancor, Temis Lostaló y Roemmers. Este proceso también estuvo
vinculado con la extranjerización de muchas, aunque las operaciones no
implicaron la enajenación total del grupo sino solo una reducción de su
tamaño.”
Un perfil diferente poseen los diez holdings
que se colaron entre los más pudientes a partir de los 90, donde sobresalen los
vinculados a la construcción y a los servicios públicos. Los conglomerados ODS
(Calcaterra), Caputo, José Cartellone e IRSA coparon el rubro de la
construcción (privada y pública).
Por su parte, Pampa Holding, Electroingeniería
e Indalo (Cristóbal López) lograron expandirse gracias a la política de
“argentinización” del sector energético que propició el Gobierno nacional.
El cambio de rumbo impuesto por el nuevo
gobierno del presidente Macri tiró por
la borda los aspectos positivos de las políticas kirchneristas, al tiempo que
profundiza los límites estructurales que restringen las posibilidades de la
economía argentina.
Cuenta una historia que al final de su mandato
Cristina Fernández preguntó a un poderoso empresario ¿Porque si con el
peronismo ganaban mucha plata, como lo demostraba el crecimiento de su empresa,
eran tan anti peronistas? El empresario balbuceo unas palabras pero no respondió la pregunta.
Una vez
más ¿porque empresarios con empresas industriales exitosas
acompañaron alegremente a sus verdugos, apoyando políticas de des
industrialización y primarización de la economía?
¿Porque
la burguesía sigue teniendo un discurso y un diagnóstico de la realidad que no
condice con sus propios intereses: liberación de los mercados financieros,
liberar importaciones, reducir salarios, ajuste del gasto estatal, políticas
monetaristas para controlar la inflación, etc. todas medidas que reducen el
mercado interno y deprimen la actividad económica, en especial la industrial?
Bibliografía:
·
De la
sustitución de importaciones a la sustitución de exportaciones. Max Flores
·
http://causapopularynacional.blogspot.com/2019/06/el-pacto-social.html
·
¿REVIVIR
EL ESTADO DESARROLLISTA? EL MITO DE LA “BURGUESÍA NACIONAL” Vivek Chibber
·
Burguesía
nacional y Estado: la acción política de la Unión Industrial Argentina durante
la Revolución Argentina (1966-1969)
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