“Que tiempos serán los que vivimos que debemos
defender lo obvio” Bertolt Brecht
En Argentina la discusión sobre libre cambio o proteccionismo existe
desde hace más de dos siglos.
Ya con las invasiones inglesas al Virreinato del Rio de la Plata, se
profundizó el debate entre estos dos
modelos, entre la burguesía comercial porteña, enriquecida por el contrabando y
la trata de esclavos y la nueva generación intelectual como Belgrano, Moreno o
Castelli. Quienes luego tuvieron un papel destacado en las jornadas de mayo y
las guerras de la independencia.
De un lado se encuentran quienes dicen que el libre comercio mejorara la
calidad de vida y el desarrollo de todos los países, que la mano invisible del
mercado llevara mágicamente a despertar las fuerzas productivas de cada
sociedad y por ende trabajara por el bien común.
Por el otro existe una corriente, que sostiene que las economías
débiles deben ejercer un proteccionismo económico sobre sus industrias y su
trabajo.
La historia económica clásica predica que el motor del desarrollo del
capitalismo, la revolución industrial y el progreso de los países centrales se
debió al libre comercio. Sin embargo existen otras visiones sobre el desarrollo
económico e industrial de las naciones.
Según Ha-Joon Chang, referenciándose en trabajos previos del economista
alemán Friedrich List, comparando los procesos de desarrollo de Europa nos dice
que “cuando eran países en desarrollo, prácticamente
ninguno de los hoy desarrollados practicaba el libre comercio (ni una política
industrial de liberalización como contrapartida doméstica). Lo que hacían era
promover sus industrias nacionales mediante aranceles, tasas aduaneras,
subsidios y otras medidas”.
“La mayor brecha entre la historia «real» y la historia «imaginaria» de
la política comercial es la que se refiere a Gran Bretaña y EE. UU., que son
considerados países que alcanzaron la cima de la jerarquía económica mundial
adoptando políticas de libre comercio cuando otros países bregaban aún con políticas
mercantilistas obsoletas. … en sus estadios iniciales de desarrollo esos dos
países fueron de hecho los pioneros y, a
menudo, los más ardientes practicantes de medidas comerciales intervencionistas
y políticas industriales.” (Chang, 2002)
Los países que hoy se consideran desarrollados usaron en épocas pasadas
el proteccionismo para defender su industria naciente y solo pasaron a predicar
las virtudes del libre comercio cuando se hallaban ya en una situación en la
que eran capaces de competir internacionalmente con otros países que no habían
avanzado en el desarrollo industrial. Como dijo Friedrich List, una vez alcanzada la cima, es una argucia común dar una
patada a la escalera por la que se
ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás, impidiendo
que otros países hicieran lo mismos. Es más, el ejemplo de Inglaterra que
predicaba el libre cambio pero abría mercados muchas veces a cañonazos y otras
contando con la complicidad de burguesías comerciales locales a las que asociaban. Por un lado buscaban mercados donde colocar su mercadería y a su vez
extraer materias primas de esos países para alimentar sus industrias. Se generó
una división internacional del trabajo, donde cada país debía especializarse en
aquellas producciones donde tenía
ventajas comparativas, Así ellos se reservaban el rol de países industriales y
a los demás como meros proveedores de materias primas poniendo limite a
cualquier posibilidad de desarrollo autónomo.
Este no es un debate del pasado, sigue vigente en nuestros días. Los
países desarrollados siguen con su retórica hipócrita librecambista. Mientras
aplican en sus países políticas proteccionistas de fomento y subsidio a sus
producciones locales mientras promueven el libre comercio para el resto del mundo.
En la actualidad, este debate tiene particular vigencia para la región.
Por un lado, se están llevando adelante negociaciones sobre acuerdos de libre
comercio con Europa y EEUU. O sea que mientras el mundo se cierra en postura
más proteccionistas, sobre todo luego de la crisis del 2008 y más luego triunfo
del Trump, a contramano la región, con nuevos gobiernos neoliberales, se abre
al libre comercio.
La Unión Europea y el proteccionismo.
La Unión Europea viene aplicando subsidios a la producción agrícola
afín de sostener a los agricultores y mantener la población rural. También
aplican barreras antidumping, barreras para arancelarias, etc, para detener el
ingreso de productos del agro desde el Mercosur, que en general son mas
competitivos
Por ejemplo en Europa se lleva adelante la Política Agrícola Común
(PAC) que establece ayudas directas por superficie (agricultura) o por cabezas
de ganado (ganadería) y garantiza un precio mínimo de venta a los agricultores
para cuando los precios internacionales bajan de determinado nivel. Esta
política abarata los costos de producción en Europa limitando la competencia
extranjera, favoreciendo las exportaciones primarias europeas e impacta a la
baja en el precio internacional de los alimentos.
Un acuerdo con la EU supondría entre otras cosas para el Mercosur una
rebaja de aranceles para las importaciones industriales, con lo cual Europa
podría colocar todos sus excedentes industriales en la región, compitiendo en
forma desleal sobre la producción local, por precio y calidad, con lo cual daño
al aparato productivo industrial puede llegar a ser terminal para varios
sectores.
Por el otro lado las empresas
europeas exigen el mismo trato
preferencial con las empresas locales en cuanto a licitaciones por obras y
servicios públicos. De concretarse Argentina
entregara el negocio de la obra pública y
los recursos del Estado a las grandes empresas constructoras extranjeras.
Más allá de la intención de los gobiernos del Mercosur por firmar el
acuerdo, este no se firma porque los países europeos, en particular Francia, no
ceden en la protección a su sector agrícola. La capacidad de negociación del
Mercosur es tan baja que ni siquiera negocia por liberar aranceles sino que
negocia porque se le habiliten cupos de exportación al viejo continente en
materia agropecuaria. En este esquema el Mercosur importara desde Europa autos, maquinaria agrícola,
máquinas y equipos, productos de consumo básico de origen industrial, alimentos
con valor agregado, etc, Demás está decir que el efecto será la desaparición de
ramas industriales completas como la automotriz, o la textil y la metal
mecánica, etc, pero además afectara a muchas economías regionales como Cuyo con
la importación de vinos y bebidas, aceitunas en el noroeste, biodiesel, etc.
O sea que desaparecerán sectores productivos enteros o quedaran
reducidos a una pequeña expresión a cambio de beneficiar a las grandes
empresas, en especial las de capital europeo, a los grandes productores del
campo y a los exportadores de carne, soja, maíz, trigo y algunos minerales, con
el consecuente aumento de la desocupación y por ende la indigencia, además de
renunciar en forma definitiva a cualquier desarrollo industrial y a cualquier
posibilidad de desarrollo autónomo,
Si bien históricamente los países centrales imponían tratados de libre
comercio a los países periféricos, ahora la debilidad política del Mercosur y
las necesidades de los gobiernos de Brasil y Argentina hace que estos sean los
que apuran la firma de acuerdo a pesar de los escasos beneficios para el
Mercosur.
Si estas teorías liberales solo logran destruir nuestras industrias y
perder grandes cantidades de puestos de trabajo, y nos condena a ser meros
proveedores de materias primas y a tener un rol periféricos y subordinado en el
contexto mundial, ¿cuál es el beneficio de los tratados de libre comercio?
Antonio Muñiz
7 de julio de 2019
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