“Burguesía nacional: ¿mito o realidad” (2 parte)

“Los argentinos tenemos que asumir que necesitamos  un empresariado que tenga éxito, un empresariado que tenga rentabilidad, necesitamos empresarios que sean triunfadores, porque eso va a ayudar a aumentar la capacidad de gerenciamiento y de inversión de la Argentina,…, y vamos a poder consolidar esa burguesía nacional, tanto industrial, agropecuaria y demás que necesita este país para poder consolidarse definitivamente” NK

Decíamos y nos preguntábamos en un artículo anterior porque el empresariado de capital nacional, los pequeños y medianos empresarios y en general los sectores medios, históricamente han apoyado proyectos políticos y económicos retrógrados, contrarios a sus intereses. (1)
En la respuesta a estas preguntas está o no la/las herramientas para construir un proyecto político nacional, popular, industrialista y soberano.
Simplificando la historia argentina, puede decirse que a los largo de los 200 años de nuestra patria y aun antes, durante el virreinato,  hubo dos corrientes enfrentadas, dos modelos de país.
Esta contradicción fundante, ya que estaba en las discusiones políticas  post invasiones inglesas y las jornadas de Mayo, es entre un país productor y exportador de materias primas, el comercio,  los servicios y subordinado al capital internacional y por el otro un modelo industrializador, con desarrollo del mercado interno, buenos salarios,  pleno empleo. Un modelo  soberano de desarrollo. Por supuesto que esta contradicción fue mutando y tomando diversas formas a lo largo del tiempo, pero la esencia siempre es la misma. En ese sentido vale la pena releer los escritos económicos de Manuel Belgrano o Mariano Moreno,  ocultados por la “historia mitrista”. (2)
Ante la proximidad de las elecciones presidenciales, y a tres años y medio de gestión del gobierno macrista se ve claramente el enfrentamiento entre estos dos modelos.  Por un lado una gestión oficial que apunta a la primarización de la economía, la desindustrialización, el desmonte del Estado de bienestar construido a lo largo del siglo XX, achique y ajuste del estado y subordinación a los intereses de EEUU y sus herramientas de dominación como el FMI y por el otro el proyecto que podríamos definir nacional y popular de fuerte desarrollo industrial, con inclusión social e integración nacional y latinoamericana.
Para este segundo modelo es necesario reconstruir una alianza política, social y económica que pueda enfrentar al bloque hegemónico hoy en el gobierno. Para ello es necesario sumar a los sectores medios, a los sectores de la educación y la cultura, profesionales y a los empresarios pymes y grandes.
Es indudable, por los menos así lo muestra la historia económica mundial,  que un proyecto de reindustrializar el país y construir un desarrollo autónomo requiere de una burguesía fuerte que lidere el proceso. Sin embargo también la historia argentina mostró la debilidad de esta clase social y su defección en momentos críticos de nuestro pasado. En un artículo anterior hacemos referencia a momentos claves donde la burguesía local renuncia a su rol y se asocia a intereses contrarios a los suyos.
Jauretche, en ese sentido había caracterizado lo que consideró tres fracasos históricos de la burguesía argentina en cuanto a transformarse en lo que denominó “burguesía nacional”, entendiendo por tal la que fuera capaz de liderar un proyecto nacional de desarrollo económico integral, utilizando las herramientas del Estado, siendo en ello fundamental impulsar el desarrollo industrial.
Jauretche situó esos tres fracasos de la burguesía argentina en tres oportunidades históricas, primero en la generación que después de la batalla de Caseros creó la Constitución Nacional de 1853, luego en la denominada “generación del ochenta” hacia fines del siglo 19 y primeras décadas del 20, cuando se agotó el modelo agro exportador y finalmente en la generación de los años 1945 a 1955.
Jauretche había sentenciado con enorme razón que esta burguesía, por su escasa o nula conciencia de clase forma parte del medio pelo argentino, ya que su grupo de referencia es precisamente la oligarquía. De ella copia no sólo un estilo de vida sino también lo que resulta más problemático para el futuro desarrollo de la Argentina: un comportamiento económico de clase, que no es burgués sino oligárquico. (3) 




Arturo Jauretche  que falleció en 1974 no alcanzó a ver los fracasos sucesivos de esa burguesía tanto 1976, al apoyar el programa de gobierno de Martínez de Hoz, la oleada liberal y privatizadora de los noventa y ahora acompañando el proceso de saqueo económico  en vigencia.
Podemos concluir que  cada vez que hubo condiciones objetivas para gestar un capitalismo nacional, la “clase burguesa” aquí defeccionó; no llegó a constituirse como tal. Asumió la lógica de acumulación capitalista  en el  circuito de la comercialización y especulación con condiciones muy favorables, no esencialmente en el de la producción. Así hemos tenido siempre  un empresariado que en realidad no es burgués. Por eso mucho más que una gran burguesía nacional ha terminado siendo oligarquía por su comportamiento objetivo de clase.  (4)
Incluso cuando han incursionada en el sector industrial, optaron por especular un mercado nacional muy reducido pero controlado monopólicamente, como los ingenios azucareros por ejemplo. (5) Rapoport Comportamiento que no ajeno al de su grupo de referencia: la oligarquía tradicional.

Bases para el proyecto industrialista.

A lo largo de la historia argentina esta demostrado que la única clase social que apoyó  consecuentemente, aun con sus limitaciones, un proceso industrializador fue la clase trabajadora.
Es más, fueron sus organizaciones sindicales las que pusieron un límite y muchas veces hicieron retroceder procesos neo liberales de desindustrialización.


Está claro también que este apoyo es necesario para encarar la industrialización, pero no suficiente para construir un bloque hegemónico que lidere el proceso. Es claro que es necesario sumar a los sectores medios, los trabajadores independientes, los profesionales,  los pequeños comerciantes e industriales, etc. Tarea no sencilla porque estos  sectores son  muy propensos a sumarse a experiencia neoliberales, que terminan jugando contra sus propios intereses.
Ha ocurrido a lo largo de nuestra historia que, aun cuando pequeños y medianos empresarios y capas medias se beneficiaron ampliamente cada vez que se intentó un proyecto industrialista, liderado por espacios políticos representativos del ancho sector popular, la gran mayoría de aquellos no solo no apoyó sino que se opuso y contribuyó activamente a su fracaso, muchas veces a través de golpes militares violentos.
Es que la subjetividad de estos sectores ha estado y está ganada por los intereses y la prédica de los sectores oligárquicos contrarios al proyecto nacional.  Su relato, su forma de ver la vida social y personal, su visión de la historia argentina, su inserción es el mundo, etc, es “hablado por otros” en el sentido heidegeriano.  Este pensamiento alienado  les permite aceptar políticas contrarias a sus intereses y necesidades, así apoyaron y apoyan  las políticas neoliberales de la  dictadura militar, pasando por el menemismo, la Alianza y el gobierno de Cambiemos,  cuyos desastrosos resultados para los sectores populares, es decir, trabajadores, capas medias, campesinos y pequeños y medianos empresarios estamos sufriendo.
Sera  necesaria una ardua  campaña cultural e ideológica que permita mutar esa  subjetividad alienada.
También está claro que en el contexto mundial, regional y local complica la puesta en marcha de un proyecto nacional y popular; donde por un lado existe una fuerte campaña de penetración imperialista por parte de EEUU, con una clara inserción en el mundo dentro de la división internacional el trabajo como meros productores bienes primarios, y que nos lleva a un seguidismo de la políticas imperiales globales, tanto en lo económico con el acuerdo con el FMI y su control sobre la economía interna, como la adhesión y acompañamiento a sus políticas agresivas en Medio Oriente. La declaración de “organización terrorista” a  Hezbollah es una muestra del nivel de dependencia de nuestra política exterior.
Tampoco es propicio el orden económico mundial liderado por  las  grandes empresas y corporaciones  oligopólicas con capital internacionalizado e intereses globales. En este orden están insertas las grandes empresas y grupos económicos locales, ganadores de las ultima décadas, asociadas y subordinadas a los intereses del capitalismo financiero mundial. Su modelo de acumulación pasa por la explotación intensiva de los recursos naturales y humanos, y por la apropiación del excedente generado y su posterior evasión a paraísos fiscales. Este modelo de capitalismo rentístico financiero, inviable en el mediano plazo,  pero que hegemoniza un bloque donde además de controlar las herramientas del Estado, los medios de comunicación,  el poder judicial, etc, logra sumar al empresariado pyme, con intereses contrapuestos a los suyos.
Esta  burguesía argentina no tiene ya la posibilidad de liderar un proyecto de desarrollo económico, social, cultural y político que nos haga dar un salto cualitativo hacia adelante como nación y nos saque del actual estado de país semi desarrollado y dependiente.
Es necesario  reflexionar no solo sobre la incapacidad rectora de esta burguesía de liderar un proceso distinto, sino además, como reconstruimos un nuevo liderazgo político y social para la próxima etapa. 


En principio es necesario destacar a  grupos minoritarios, pero activos, de dirigencia empresaria pyme, Apyme, CEEN, CGE, PymeSur, CGERA, etc,  que pueden acompañar pero no liderar un proceso industrializador,  dado su carácter minoritario dentro del sector al que intentan representar y que, más grave aún, estas dirigencias con un pensamiento nacional no consiguen la adhesión a esos postulados de sus propios asociados.
Juan Domingo Perón, en sus últimos discursos, del 1 de mayo y del 12 de junio deja expuesto su pensamiento cuando por ejemplo denuncia el comportamiento agiotista del empresario para boicotear el Pacto Social o marca un camino cuando invita a la clase trabajadora para que "defina qué modelo de país anhela"; "su apelación a la unidad nacional para la liberación"; y su invitación al cambio social a través de un "orden creador y transformador" como respuesta al "orden estático" de la dependencia.(5)
Está claro que el camino es la construcción de un movimiento de unidad nacional para la liberación, donde seria inevitablemente la clase trabajadora su columna vertebral, pero que necesariamente requerirá del apoyo de los sectores medios, las pymes industriales y comerciales, las organizaciones sociales, etc.
Lamentablemente, en esta etapa, la dirigencia sindical, no parece estar a la altura de las necesidades de la época. Los grandes gremios están siendo conducidos por dirigencias que fueron cooptadas por el pensamiento  liberal imperante en las últimas décadas. Conciben al sindicato como una organización administradora de recursos, prestadora de servicios y generadora de “negocios” y no como organizaciones políticas con responsabilidad histórica. Por el otro lado aparece  una nueva camada de dirigentes que parece entender el imperativo de la etapa. En general, sin ser excluyentes,  la dirigencia nucleada  en la Corriente  Federal de los Trabajadores apunta en la dirección correcta de construcción de un frente social y político basado en una alianza estratégica entre la producción, el trabajo, la ciencia y  sobre todo el Estado
Para ello hay que llegar al gobierno, apropiarse de las herramientas del Estado y desde allí aplicar un plan alternativo de protección del mercado interno, re industrializador, con un estado activo, socio del capital privado, pero un estado empresario presente donde haga falta o donde el privado no está o no quiere estar. Ha falta de un  capitalismo privado hay que desarrollar un estado empresario que reemplace a esa burguesía fallida, un estado que aliente a través de inversiones directas aquellos sectores que resulten prioritarios en el plan de desarrollo fijado.
Es importante en una política de desarrollo productivo la existencia de un movimiento cooperativo fuerte  que intervenga en muchos sectores de la economía, tanto en la producción de bienes, su comercialización como en la prestación de servicios financieros, siendo un vehículo de acumulación del capital social y su posterior distribución en la comunidad.
Hace falta además un activo programa de apoyo a la educación,  la ciencia y la tecnología, con una vinculación directa con la producción y el trabajo.
Desde el Estado y con las herramientas del Estado, desarrollar ámbitos de participación, discusión y planificación, con la presencia directa de los empresarios, los trabajadores y el Estado a través de sus diversos organismos, (universidades, bancos, Conicet, INTi, etc) para por un lado  desarrollar el debate ideológico con  todos los sectores de la comunidad, aportando argumentos históricos, políticos y económicos para  ayudarlos a reflexionar  y que  su interés subjetivo coincida con su interés objetivo y por el otro direccionar recursos hacia aquellos sectores industriales definidos como estratégicos. Sera necesario seguramente poner recursos vía compras del estado y  créditos y/o subsidios en actividades productoras de bienes  exportables, generadores de dólares, también  en las destinadas al mercado interno, pero generadores de puestos de trabajo, como la textil, marroquinería, etc. y en aquellos sectores que desarrollen tecnología de punta.
La experiencia internacional muestra que una “burguesía nacional”  puede construirse desde el Estado, utilizando una política de incentivos directos e indirectos,  premios y castigos  y “con tanta libertad de mercado como sea posible y tanta intervención del Estado como sea necesario”, asociando al empresariado en un proyecto de país viable con un modelo popular alternativo al neoliberalismo.

Antonio Muñiz
Julio 2019

Bibliografía

(1) http://causapopularynacional.blogspot.com/2019/07/burguesia-nacional-mito-o-realidad-1.html
(2) Manuel Belgrano “Escritos económicos”
(3) Arturo Jauretche “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina”).
(4) http://causapopularynacional.blogspot.com/2019/06/el-pacto-social.html
(5) “Spilimbergo y la Teoría de la Dependencia» , Alberto J. Franzoia, publicado además en “Reconquista Popular” y en “Investigaciones Rodolfo Walsh” en 2006
(6) Historia Económica Social y Política Argentina por Mario Rapoport.- Editorial: EMECE EDITORES SA -.

No hay comentarios:

Foro en defensa del Proyecto Nacional y Popular

El Secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, fue el invitado especial del primer Foro en Defensa del Proyecto Nacional y Popular, que contó con más de 250 militantes.