La motosierra de Milei: ¿Cómo el ajuste pone en jaque a la ciencia argentina?

 El gobierno impulsa un histórico recorte presupuestario y una reorientación de la investigación científica, mientras el CONICET mantiene su lugar como el organismo más prestigioso de Latinoamérica. La comunidad alerta sobre una fuga de cerebros y el abandono de líneas de investigación estratégicas.


En los pasillos del CONICET, la desazón convive con la excelencia. Mientras el organismo científico argentino acaba de ser posicionado por séptimo año consecutivo como el más prestigioso de Latinoamérica en el Ranking Scimago 2025, sus investigadores enfrentan una realidad paradójica: el gobierno de Javier Milei ejecuta el mayor recorte presupuestario en la historia moderna de la ciencia nacional.

La llamada «motosierra» ha convertido a la comunidad científica en uno de los blancos más visibles del ajuste. Según el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación, la inversión estatal en el sector cayó un 30,3% en 2024 y se proyecta que caerá al 0,15% del PIB en 2025, un nivel inferior incluso al de la crisis de 2002 (0,17%) y muy lejos del máximo del 0,35% de 2015.

El desmantelamiento silencioso

Los números revelan el impacto concreto de estas políticas:

4.148 empleos perdidos en el sistema nacional de ciencia y tecnología entre diciembre de 2023 y marzo de 2025.

1.513 agentes menos solo en el CONICET, entre despidos, renuncias y jubilaciones, sin nuevas altas.

Pérdida del 40% del poder adquisitivo de salarios y becas desde que Milei asumió la presidencia.

Suspensión de ingresos a la Carrera del Investigador Científico, negándole el acceso a más de 800 postulantes ya evaluados favorablemente.

«El diagnóstico es terrible. La situación es muy grave. Es la mayor caída de la inversión en ciencia y tecnología en Argentina desde 1972, cuando se empezó a medir», señaló Gabriela Dranovsky, codirectora del CIICTI, en diálogo con la agencia EFE.

El Conicet, emblema del sistema científico nacional, bajo la motosierra de Javier Milei. 

La universidad pública: otro frente del ajuste

El desfinanciamiento se extiende con crudeza a las universidades nacionales, donde según el Observatorio de Finanzas Públicas de la Universidad de Buenos Aires, los salarios docentes y no docentes acumulan una pérdida del 40% respecto a diciembre de 2023. El presupuesto universitario para 2025 representa apenas el 0,47% del PBI, el nivel más bajo en tres décadas, muy por debajo del piso histórico del 0,85% establecido por la Ley de Educación Superior. Esta asfixia presupuestaria ha generado una masiva deserción de 12.500 docentes en el primer semestre de 2025, mientras crece la emergencia edilicia en 45 universidades nacionales que reportan 1.840 aulas y laboratorios inutilizables por falta de mantenimiento. «Las universidades están al borde del colapso funcional», advirtió el rector de la UNLP, Martín López Armengol, durante la última asamblea del Consejo Interuniversitario Nacional.

Abandono estratégico: energía nuclear y satélites

El ajuste alcanza también a áreas consideradas estratégicas por gobiernos de distintos signos políticos durante décadas. En la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el proyecto CAREM 25 -el primer reactor nuclear de potencia de diseño íntegramente argentino- enfrenta su momento más crítico, con un recorte del 78% en su presupuesto operativo que obligó a despedir a 200 especialistas altamente calificados. Paralelamente, en INVAP, la empresa estatal de tecnología, se suspendió el desarrollo de los satélites SABIA-Mar 2 y SAOCOM 3, destinados a monitoreo oceánico y terrestre, a pesar de que Argentina había logrado posicionarse como líder regional en la industria espacial. «Estamos renunciando a capacidades soberanas que llevaron 40 años construir», lamentó el exdirector de la CNEA, Osvaldo Calzetta, en declaraciones al diario Página/12.

Contraste con políticas anteriores

La actual política de desinversión contrasta marcadamente con las gestiones anterioresA partir de 2003, el CONICET comienza con una recuperación notable, gracias a la política de Ciencia y Tecnología llevada a cabo por el nuevo gobierno. Ingresan contingentes de científicos y científicas. “Los argentinos y quienes nos están viendo a través de la televisión tienen que entender que no hay país posible, no hay país independiente, no hay país que tenga posibilidades de crecimiento, si nosotros no desarrollamos a fondo la investigación en la Argentina”, señalo Néstor Kirchner, en aquel momento.

presidente CONICET

Dr. Daniel Salamone / Presidente del CONICET

En 2007 una de las medidas adoptadas por el entonces gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue la creación de una institución inédita: el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCyT). Pocos años después se sitúa en el Polo Científico Tecnológico, un espacio que nuclea a la administración y algunos laboratorios del ámbito científico.  Esta política de Estado, junto con un programa especial de repatriación, permite que cientos de científicos y científicas regresen a investigar al país. En 2011 se inaugura Tecnópolis. En 2012, en una decisión histórica entre el sector científico y el productivo, el Gobierno funda YPF Tecnología S.A. (Y-TEC), un modelo innovador, único en la región, en el que se combina YPF, la empresa de energía más grande del país, y el CONICET.

Durante esos gobierno, la inversión en ciencia se multiplica hasta alcanzar el 0,34% del PBI en 2022, con un crecimiento del 125% en becas doctorales y postdoctorales respecto a 2019. «Tuvimos una política activa para que los investigadores que se habían ido durante el gobierno de Macri volvieran al país», recordó el exministro Daniel Filmus, quien destacó que en 2023 se concretó el mayor número de repatriaciones de la última década, con 347 científicos regresando al sistema nacional.

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No solo es dinero: el control por decreto

Más allá del ajuste presupuestario, el gobierno prepara un decreto para intervenir directamente en el CONICET, reorientando las investigaciones hacia áreas que considera estratégicas como energía, minería, salud y tecnología.

La medida, que ya pasó por los equipos técnicos del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado y la Secretaría de Legal y Técnica, modificaría la estructura de gobernanza del organismo. El objetivo declarado es «ordenar las prioridades científicas» y evitar que se financien proyectos «de baja relevancia».

En paralelo, mediante la resolución 10/2025 publicada en el Boletín Oficial, el gobierno dispuso una «evaluación exhaustiva» en la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología que, según denuncia la Asociación de Trabajadores del Estado del CONICET Córdoba, otorga potestad para eliminar becas y programas bajo criterios de «economicidad».

La ciencia que se apaga: casos concretos

El impacto trasciende las estadísticas y se materializa en proyectos específicos. En el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), el equipo liderado por Marina Alma había desarrollado un sistema basado en cebos y repelentes naturales para controlar hormigas cortadoras de hojas, una alternativa sustentable a los agroquímicos.

La estrategia «push-pull» había demostrado su efectividad: aumentaba la supervivencia de árboles recién plantados del 2% al 54%. «A futuro, pensábamos investigar cómo mantener por más tiempo el aceite en la planta para mejorar la efectividad de la estrategia y escalar estos resultados a plantaciones forestales reales», contó la investigadora. Sin embargo, el recorte dejó esta línea de investigación trunca.

Situaciones similares se replican en otros espacios. En ARSAT, empresa pública de telecomunicaciones satelitales, Ezequiel Mc Govern, responsable de Innovación IT, relató: «El Gobierno desfinanció todos los proyectos. Los créditos que teníamos asignados no se ejecutan. Tenemos que pagar facturas para seguir con la construcción de un satélite, el dinero está asignado, pero el Gobierno no nos deja hacer esos pagos».

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Excelencia versus discurso

La contradicción entre los logros del sistema y el relato oficial se ha vuelto más evidente que nunca. El Ranking Scimago 2025 no solo ubicó al CONICET como la institución de investigación más prestigiosa de Latinoamérica, sino que lo posicionó en el puesto 79 entre 5.000 organismos a nivel mundial.

«Contrariamente a toda la propaganda anticiencia y anti CONICET del gobierno nacional y ante el silencio de las autoridades del organismo, este prestigioso ranking internacional de CyT habla por sí mismo», apuntó Roberto Salvarezza, expresidente del CONICET entre 2012 y 2015.

Ana Franchi, quien lideró el organismo entre 2019 y 2023, remarcó: «Los científicos sufren un destrato constante por parte del gobierno nacional. A pesar de todo eso, siguen trabajando y lo hacen con excelencia».

Fuga de cerebros y futuro hipotecado

La consecuencia más dramática de esta política es el éxodo de investigadores jóvenes. Formar un científico demanda unos 15 años en Argentina, pero muchos becarios no continúan con la carrera ante la falta de perspectivas.

«Este futuro es el que hoy motiva a jóvenes investigadores y a doctorandos a buscar otros horizontes no solo en Europa o EEUU, sino también en otros países latinoamericanos», explicó Salvarezza. Y sentenció: «La defensa del CONICET, así como también de todo nuestro sistema de ciencia y tecnología es fundamental para retomar el camino de un país que pueda insertarse en el mundo con posibilidades de desarrollo. Sin ciencia y sin tecnología, Argentina no tiene futuro».

Gabriel Bover, delegado sindical en el CONICET, graficó la situación en términos concretos: «Hemos perdido casi un 40% del salario desde que asumió Milei. Un investigador promedio tiene problemas para sustentar un alquiler y una cesta básica. Hay gente que hasta trabaja de chófer o en un comercio».

El silencio del liderazgo

Mientras la comunidad científica se moviliza y alerta sobre el desmantelamiento, la actual conducción del CONICET, encabezada por Daniel Salamone, mantiene un perfil bajo. Salamone, investigador especializado en biotecnología animal cuyo nombramiento fue visto con esperanza por algunos sectores, no se ha pronunciado públicamente sobre los recortes.

Este silencio contrasta con la urgencia de la situación. Como advirtió Marina Alma, quien busca financiamiento internacional para continuar sus investigaciones sobre microplásticos en abejas: «El desfinanciamiento de la ciencia no solo deja truncas líneas de investigación que podrían contribuir a estrategias más sostenibles de producción, sino que desmotiva a los jóvenes investigadores, poniendo en riesgo décadas de conocimiento acumulado».

¿Hacia un punto de no retorno?

El gobierno insiste en que su objetivo es reorientar recursos hacia áreas estratégicas y eliminar lo que considera gastos superfluos. Sin embargo, los especialistas advierten que el ecosistema científico no puede desconectarse sin sufrir daños irreparables.

«Esta situación se verá comprometida si continúan las actuales políticas de destrucción», pronosticó Salvarezza. «Sin financiamiento de proyectos, con restricciones para que los jóvenes doctores y personal de apoyo puedan incorporarse a la institución, sin equipamientos e infraestructuras adecuadas, el futuro de la institución es el desguace».

Mientras el debate continúa, los laboratorios se vacían, los proyectos se archivan y una generación de científicos formada con recursos públicos busca oportunidades en el exterior. La paradoja es amarga: Argentina mantiene su liderazgo científico regional, pero al mismo tiempo, sistemáticamente desarma el sistema que lo hizo posible.

 

REDACCION  DATA POLITICA Y ECONOMICA.
FUENTES:  Diarios nacionales, agencias y portales

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