El incendio y las vísperas.

Este pasado 11 de agosto se  realizaron  las elecciones Primarias   Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y al presentar  los partidos políticos una sola formula, cada uno de ellos, estas se convirtieron en un gran referéndum. Una confrontación entre dos modelos de  país. 
Con el 98,7 % de los sufragios contabilizados, el primero, Alberto Fernández obtuvo el 48 % contra el 32 % del Macrismo. De más esta decir que casi con seguridad, se mantendrá esta tendencia, con la posibilidad de un aumento en los porcentajes del Frente de Todos y una caída más significativa en el Frente Cambiemos
Esto resultados muestran lo que veníamos diciendo dese hace meses, la inviabilidad del neoliberalismo monetarista de construir un modelo  de país que pueda incluir a todos los argentinos.
Una vez más el liberalismo vernáculo nos llevó a una crisis profunda, casi una catástrofe nacional, donde se desmantelaron  todas las políticas sociales llevadas adelante en la década Kirchnerista, y pretendía generar un retroceso de más de 70 años en la conquistas y derechos sociales  adquiridos durante la vigencia del peronismo.




La inoperancia,  la soberbia y la miopía intelectual del macrismo  llevaron a la nación a un nivel de endeudamiento sin precedente, disminuyendo el salario real a los niveles más bajos en décadas, arrasó los derechos laborales, incrementó el desempleo, provocó una inflación que no se veía desde los tiempos de Fernando de la Rúa, llevó a cabo brutales procesos de dolarización de la economía, sobre todo alimentos y energía, inicio  un proceso de desindustrialización y primarización de la economía,  una violenta apropiación de recursos públicos a manos de los amigos del gobierno, se alineo acríticamente a las políticas imperialistas de EEUU y boicoteo los procesos de integración regional y entrego la soberanía económica a las políticas del FMI.
En el plano político llevo adelante un régimen autoritario, violando los más elementales derechos civiles, persiguió al periodismo crítico, encarceló  a empresarios de medios para quitarles sus empresas, hubo violentas represiones contra manifestaciones de protesta popular, llegando al asesinato en manos de la gendarmería y la prefectura de dos personas en el sur, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel ,  la persecución de figuras de la gestión anterior en especial la ex presidenta Cristina Fernández, con acusaciones de corrupción, que hasta el momento no han podido ser probados, con el propósito de anularla como figura política y principal cabeza de la oposición y la prisión de ex ministros y dirigentes sociales en causas inventadas y amañadas, donde se los privó del derecho a la defensa.
Una sociedad agredida, violentada por la soberbia de clase reaccionó    votando masivamente a un peronismo unido, que se recicló,  construyendo una nueva  mayoría, con otros métodos y una capacidad de resiliencia que es inherente al peronismo, que ha podido a lo largo de su historia reconstruirse a pesar de golpes de estado, proscripciones, violencias y muertes, con lo que lo ha perseguido la oligarquía argentina.
Es indudable que este triunfo y sobre todo la amplitud del mismo cambian el escenario nacional, pero también es un golpe duro a la oleada neoliberal impulsada por EEUU en Latinoamérica. Es por ello que puede explicarse los exabruptos de Bolsonaro y el silencio notorio en los últimos días del FMI.
Es probable que este triunfo marque el inicio del fin de ciclo neoliberal que intentó reemplazar a los gobiernos populares que gobernaron al región en los últimos veinte años. El neoliberalismo muestra una vez más su incapacidad y su inviabilidad histórica en toda Latinoamérica. Las luchas y movilizaciones populares en Brasil en defensa de la educación, en Puerto Rico, contra un gobierno corrupto, el pueblo venezolano resistiendo la agresión imperialista de EEUU y sus socios regionales,  Ecuador, con fuerte apoyo popular para la vuelta de Rafael Correa, ante la claudicación de su sucesor Lenin Moreno, etc, muestran que otro rumbo es posible.
En el plano interno esta transición va a ser larga y dolorosa. Y las respuestas del gobierno a la derrota fueron bastante erráticas.
El mensaje de Macri post resultado fue una peligrosa maniobra, quiso  remarcar su autoridad deslindando responsabilidades, acusando al pueblo que no lo voto de no comprender sus accionar,  y adjudicando al Frente de Todos, vencedor en las urnas, responsabilidad sobre lo que pueda pasar de aquí a octubre. Obviamente, sus palabras también fueron claras en relación a extorsionar la voluntad popular de cara a las próximas elecciones generales.  “Nosotros o el caos”, “si votan a los otros, háganse cargo de lo que viene”, ese fue el mensaje el día lunes, junto a una corrida cambiaria auto inducida y una espiral inflacionaria sobre los productos de primera necesidad. Esta lógica extorsionadora, no es nuevas en la política argentina, pero siempre han sido un fracaso.
Todo parece indicar que el gobierno, a pesar de algún cambio de ministro, alguna medida intervencionista sobre los mercados a efectos de controlar precios, quitar el IVA a productos básicos o congelar el precio de los combustibles, no tiene demasiadas respuestas. La designación de Lacunza en reemplazo de Dujovne y la primeras medidas anunciadas muestran una persistencia en políticas erróneas que nos han llevado hasta acá.
Una vez más queda demostrado la supremacía de la política sobre la economía. El macrismo derrotado y en crisis es abandonado por sus antiguos socios y sostenes. La derrota en impiadosa con los vencidos, los mercados, principal apoyo, le han soltado la mano y buscan otros aires bajo la conducción de Alberto Fernández. El travestismo de los medios y sus periodistas estrellas, rosa lo impúdico y la falta de vergüenza y de moral de estos, es una muestra más de soledad en que va quedando el gobierno.
El “mercado” idolatrado por  Macri, lo  abandonó. Habla de acelerar la transición, y es más,  hablan de adelantar las elecciones y la asunción rápida del nuevo gobierno. También en este caso, como pasó  con la hiperinflación y saqueos a Alfonsín, cuando este ya no les servía, fue un llamado de atención al futuro gobierno de Menem. El mensaje también ahora es claro, condicionar el gobierno próximo, mostrando quien tiene el poder.
Alberto Fernández y la mayoría de la dirigencia peronista han mostrado prudencia  ante la situación, con declaraciones muy mesuradas que pretenden dar “seguridades a los mercados”. Sin  embargo el gobierno, jugando con fuego,  pretende asustar a la sociedad y a los mercados con el fantasma de una vuelta del kirchnerismo, mientras los medios y los grupos de poder económico y judicial pretenden marcarle la agenda al futuro presidente.
Es una etapa compleja, y peligrosa. Por un lado una crisis política y económica  con vacío de poder y un default inminente puede agitar viejos fantasmas de protestas populares en la calles, con su correlato de represión y violencia.  Los movimientos sociales son como ríos subterráneos, que afloran a la superficie en los momentos menos  pensados.

Antonio Muñiz 
Agosto 2019

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