Es un momento crítico para la sociedad
argentina, es visible el deterioro político del gobierno macrista, acompañado
por una crisis económica en danza que tiende a agudizarse. Ningún índice de la
economía muestra algún matiz positivo. Por el contrario, los grandes números muestran un deterioro de la economía real, una
parálisis productiva que está destruyendo el trabajo de los argentinos.
El discurso oficial, ante la imposibilidad de
debatir el rumbo económico, opta por construir un relato que le dio buenas
ventajas en su campaña electoral y en sus primeros dos años de gobierno: la
corrupción, la inseguridad, el narcotráfico, etc.
Las denuncias de corrupción contra el gobierno
de CFK, va acompañadas por una furiosa
cadena nacional, encabezada por el grupo
Clarín y La Nación,
Este fenómeno no es nuevo en Latinoamérica,
por el contrario es de manual, en la lucha contra los gobiernos populares
contra los intereses de EEUU en la región y los sectores asociados a los
intereses del imperio. Ya el gobierno de Irigoyen fue derrocado, bajo
acusaciones de corrupción, jamás demostrados. Lo mismo podemos decir del
gobierno de Juan domingo Perón, una multitud de denuncias sobre los negocios
del gobierno. Jamás esas denuncias pudieron ser corroboradas, a pesar de la
presión política y mediática para mostrar algún indicio real. Lo mismo sucede
con el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. Sufren una política de
demonización permanente, carente de sustento y pruebas. Tal vez la causa más
berreta es la operación de las fotocopias, que pretende mostrar una corrupción
estructural, ideada y creada por el gobierno anterior. Todo aceitado por el
accionar, no solo de una justicia corrupta, cooptada por los servicios de
informaciones, y lo grandes medios, que provocan un linchamiento mediático.
Las denuncias de corrupción general es un fenómeno
de casi toda Latinoamérica, al calor de la nueva avanzada del Departamento de
estado hacia su patio trasero.
Esta idea de corrupción ligada a los gobiernos
populares tienen por finalidad demonizar cualquier proceso de generar políticas
favorables a los sectores medios y bajos, también demonizar la “política”, y
por ende el Estado; un “todos son iguales”, “llegan y se roban todo”, frases
sin demasiado sustento pero que van alimentando un sentido común contrario a
todo lo político y al sistema democrático. Esta desconfianza generada termina
jugando a favor del status quo neo liberal y además ampliando su marco de
acción hacia experiencias autoritarias, fascitoides, xenófobas y anti
populares. El ejemplo más notorio es el caso Brasil con su secuela de golpe
contra Dilma, la persecución mediática judicial contra Lula y el posterior
triunfo de Bolsonaro. Un oscuros militar que inicia un periodo para Brasil y
Latinoamérica de incierto futuro.
Queda claro que la noción de corrupción, como la
de derechos humanos, dictaduras o democracia se han convertido en significantes
que son usados de acuerdo a los intereses
del Departamento de Estado, dirigidos a desestabilizar países y gobiernos
populares y estigmatizar líderes no gratos para los centros de poder.
No es casual que “la lucha contra la corrupción”
sea parte de la agenda de los grandes medios comunicación monopólicos mundiales y de gobiernos imperialistas
e intervencionistas como EEUU y Europa.
No es casual
que la última Cumbre de las Américas, (Lima 2018) tuvo como eje central “Gobernabilidad democrática frente a la
corrupción”.
Está claro que la corrupción es un problema
grave en toda Latinoamérica. Y si bien es un problema de toda sociedad humana,
en Latinoamérica alcanzaba límites demasiado altos, siendo en muchos casos estructurales
y atraviesa a casi todos los estamentos sociales.
El ejemplo más notorio es la llamada patria
contratista, que el inefable dúo Stornelli - Bonadío adjudican a la idea y conducción de Néstor y Cristina Kirchner,
cuando es un fenómeno que viene de antaño y se consolido durante el proceso
cívico militar (1976/1983) cuando las grandes empresas constructoras se
adueñaron de la obra pública, manejando las licitaciones y repartiéndose el
negocio. Así se consolidaron grandes
empresas y conglomerados a partir de la cartelización. El ejemplo más notorio
es el grupo Macri, quien empezó con 6 y termino con 47 empresas en 1983. El
mecanismo perverso funcionaba tan aceitado que los gobiernos posteriores lo
toleraron sin chistar, salvo alguna
denuncia esporádica de Raúl Alfonsín o Roberto Lavagna.
Esta más
que claro que los denunciantes de esta corrupción son quienes más la utilizan y
no tienen ningún interés en generar mecanismo anti corrupción. La usan como
bandera para estigmatizar a sus adversarios mientras acumulan riquezas y las
fugan hacia paraísos fiscales. Hay un mecanismo perverso de vieja data en Latinoamérica,
la burguesías tradicionales se han adueñado desde siempre del Estado, se han apropiados de
la renta que generan los recursos naturales, y la han fugado. Este mecanismo corrupto
atraviesa con matices desde el sur del rio Bravo hasta Tierra del Fuego. No es
que no haya corrupción en EEUU, la hay y mucha pero tiene oros matices y usufructúa
muchas de estos mecanismos para desviar ingentes sumas de dólares desde los
países emergentes hacia las arcas de los países centrales.
Liberalismo
y corrupción:
Luego de la crisis del petróleo en 1973,
comienza a generarse en el mundo una nueva avanzada neo conservadora, bajo el
ropaje ideológico del monetarismo y el neo liberalismo. Las experiencias de Reagan y Thatcher, se fue
extendiendo por el mundo, en especial sobre
Latinoamérica, en ese tiempo bajo dictaduras militares afines a EEUU.
Así las oligarquías locales, aliadas con los
medios de comunicación, el sistema financiero, el Departamento de Estado, etc,
llevaron adelante durante las décadas del 80 y 90 un programa de ajuste
estructural, achicamiento del Estado,
privatizaciones de los servicios públicos, desindustrialización y
primarización de la economía, acompañado por una política de despolitización de
la sociedad.
El neoliberalismo caló hondo en la región reorganizando todas las estructuras económicas
y sociales, pero sobre todo un cambio cultural
creando un “sentido común” afín a las ideas neoliberales.
Estos cambios estructurales afectaron a las
grandes mayorías populares que se ven privadas de acceso al trabajo, al consumo
y a los bienes públicos, y sobre a la construcción de un patria y un destino
común como sociedad.
Si bien luego de la crisis de fines de los 90
y principio del 2000 que puso fin a la
experiencia conservadora y pasada un década y media de experiencias populares,
volvemos sufrir una nueva avanzada neoliberal sobre todos los países de América
del sur.
El mismo libreto, las mismas políticas de
saqueo y destrucción de los países, pero con fachada más democrática.
Este nuevo ciclo neo liberal, que no es más
que una nueva ofensiva de los intereses norteamericanos sobre su patio trasero,
adueñarse de sus recursos naturales pero también de sus empresas más rentables.
El caso Oderbrech es el más notorio. Un multinacional brasileña que tendía a
monopolizar la obra pública en la región y competía con las firmas yanquis. Con
la excusa de la corrupción van por ella,
afín de desguazarla y comprarla a precio vil. Otro caso similar es Petrobras.
En argentina el modelo es el mismo, van por los grandes conglomerados como
Techint o Bulgheroni. Esta apropiación de las empresas locales tiene por
finalidad además tapiar el acceso de los intereses chinos, que habían
desembarcado en la región, generando asociaciones con empresas nacionales en la
realización de las grandes obras, aportando la financiación como en el caso de
las dos represas en Santa Cruz.
El gobierno de Mauricio Macri arrastra una
pésima gestión e todos los frentes, conduciendo el país a una situación de
crisis social y económica casi irreversible. En este marco, la lucha contra la
corrupción y focalizándola en el gobierno anterior se convirtió en un
herramienta de propaganda que, por un
lado distrae a la sociedad de los problemas centrales y acuciantes y por el
otro instala la idea de que la política y el estado son ineficientes en el
manejo de la cosa pública, siendo el único camino posible el por ellos
encarnado, una visión gerencial de los
problemas sociales y económicos y llevada adelante por “ceos exitosos”.
Como balance final de este articulo podemos
decir que el neoliberalismo y corrupción son elementos que van unidos. El
neoliberalismo en lo económico es una ideología para justificar el saqueo y la
apropiación de todos los recursos económicos y naturales de los países
periféricos, este mecanismo de saqueo solo puede llevarse a cabo en países
donde se ha desmantelado el estado y sobre todo el estado de derecho, quedando
este en manos de gerentes de las empresa multinacionales o de una pequeña
oligarquía local socia del imperio. Además en lo político moldea a un ciudadano
individualista, formado en el sálvese quien pueda, en lógica del consumismo
exacerbado y en un exitismo a toda costa, un individuo despolitizado, sin
pertenecías comunitarias ni solidaridad social. Este individuo ya no es un
ciudadano, sino un hombre consumidor.
Este hombre es, solo
a partir del éxito económico o de la apariencia de este.
Si el único objetivo es el éxito económico y
no hay lazos sociales ni responsabilidades éticas o morales, todo está
permitido, por ende la corrupción se convierte en una herramienta válida de
enriquecerse a costa del estado, pero sobre todo a costa de toda la comunidad.
Decíamos más arriba que el gobierno nos
conduce por un túnel, donde no hay salida, sino un paredón, con el cual
chocaremos inexorablemente. La crisis será como el 2001 brutal en lo económico
y social. Sin embargo tal vez la mayor crisis se está gestando en lo moral. La
falta de ética en todos los estamentos gubernamentales, la destrucción de la
justicia, asociada a la putrefacción los
medios periodísticos, los presos políticos, o los presos con pruebas adulteradas,
la cárcel de empresarios para obligarlos a vender sus empresas o ceder grandes
sumas de dinero, la injerencia de “servicios” locales y peor yanquis o
israelíes en la política nacional y actuando en una campaña mediático judicial
contra la ex presidenta y varios de sus ex colaboradores. Los negocios
escandalosos de los “amigos”, como Fly
bondi , la apropiación de bienes del estado o comunitarios para desarrollos inmobiliarios,
a precios viles, la extranjerización de las tierras patagónicas a manos de intereses
ingleses y norteamericanos, etc.
La lista es larga pero muestra el nivel de avaricia
y corrupción de muchos dirigentes del Pro, Es grave la degradación moral en
nuestra sociedad a la que nos ha conducido este gobierno y el silencio cómplice
de amplios sectores políticos y sociales. Restaurar este daño moral que se ha extendido
como una gangrena sobre amplios sectores, será más costoso y llevara más tiempo
que reparar el daño económico y social que no dejará esta nueva experiencia
neoliberal en el país.
Antonio Muñiz
Marzo 2019
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